miércoles, 24 de mayo de 2017

POETAS 4. Wislawa Szymborska II (Las tres palabras más extrañas)



De Wislawa Szymborska, y a la espera de que se escriba su reseña biográfica en esta página, únicamente interesa saber por ahora que se murió anteayer, 1 de febrero 2012, en su casa de Cracovia, a causa de un cáncer de pulmón -tan empedernida fumadora como entrañable bebedora-; que había nacido el 2 de julio de 1923 cerca de Poznan y que la mayor parte de su vida quiso vivirla en Cracovia, donde le sorprendió en 1996 la noticia de la concesión del premio nobel de literatura. Pocas veces un nobel fue más justo; pocas veces los de Estocolmo acertaron tan de pleno como con Wislawa, que para entonces era una perfecta e injusta desconocida. A Wislawa se le dedicó un espacio en esta página que data de marzo de 2009 -y donde se reproduce su discurso de recepción del nobel, titulado “El poeta y el mundo”- y también se reprodujo otro poema suyo ,”Hijos de la época”, en un artículo titulado “¿Se puede escribir poesía después de Auschwitz?”, diciembre 2009. Quedaba pendiente prolongar la selección que se hizo de Wislawa, tal como se está haciendo con Octavio Paz, y como se hará con Ángel González o Valente. Dejo aquí una selección apresurada de los poemas que corresponde a su libro “Instante”, escrito por Wislawa después de que le concedieran el nobel y publicado en España en 2004. Se aconseja, especialmente, su libro titulado “El gran número,  Fin y principio y otros poemas”, editado en Hiperión, y del que se editarán aquí próximamente una selección de sus poemas -si el tiempo es benévolo y nos da su permiso, añadiría Wislawa-. Dejo el primer poema seleccionado “Una del montón”, a modo de epitafio, y hago notar que como siempre los periódicos han perdido la oportunidad de hacerle su mejor homenaje a un poeta muerto, que es seleccionar un sólo poema suyo y publicarlo. Poema que no ocuparía mucho más espacio que el de una viñeta de un mal chiste. Aquí se ve lo poco tiene que ver el periodismo con la poesía, pese a que reserve algunas páginas a la cultura, que a veces parecen una forma de pregonar su incultura.
 
Unas reflexiones apresuradas -y muy desordenadas-sobre Wislawa. Parece difícil encontrar otra poeta tan elegantemente irónica como Wislawa. La elegancia de su ironía seguramente le viene de ser mujer. Los hombres, más agresivos, son incapaces de la ternura de la que hace gala Szymborska. Si todos consiguiéramos ser irónicos a la manera de Szymborska, no conseguiríamos herir a nadie, y a la gente  que nos escuchase le arrancaríamos una sonrisa de inteligencia, también de ternura, también de piedad. Eso nos lleva a la otra faceta que desarrollaba Szymborska en su poesía: poseía lo que cierto filósofo había denominado la piedad de la pregunta. Wislawa era piadosa por preguntar; o preguntaba de una forma piadosa. Sin molestar nunca a nadie, era capaz de hurgar en todas las heridas. Compasiva con la penuria e insuficiencia de los otros, pero mordaz con los bárbaros de la historia. Se puede observar en Wislawa que al no ser agresiva, tampoco se le oye levantar la voz. Siempre nos habla como en susurros. Tampoco le gustaban los gestos grandilocuentes, los aspavientos. A Wislawa lo que le gustaba era hablarnos a cada uno de nosotros como si se hablara a sí misma; de ahí que su tono siempre lo oigamos con sordina. No le gustaba el uso del megáfono, las palabras altisonantes o los efectos de la oratoria. Por eso es  Wislawa la poeta de las preguntas, de las pequeñas preguntas, de las que todavía podemos obtener respuestas que nos pueden ser útiles. Uno se pregunta ¿por qué se hace tantas preguntas Wislawa en sus poemas? Seguramente, porque todavía duda; porque, como ya escribió en uno de sus poemas, ella sabe que no tiene la última palabra, que tampoco tiene la llave de sus certidumbres. Hay que dejar a otros la posibilidad de completar nuestra palabra, de iluminarnos con sus dudas y certezas. Sabe que la incertidumbre y la inseguridad forma parte sustancial de la vida. Sabe que la vida está hecha de cosas ordinarias y que la poesía no debe alzar el vuelo, ni esquivarlas. Su poesía sabe narrar las cosas extraordinarias que ocurren en las pequeñas cosas.
Creo que Wislawa es mejor narradora que poeta; o mejor dicho, es tan buen poeta porque sabe encontrar la narración poética de las cosas. Wislawa sabía que para componer un buen poema hay que saber situarse y en esa situación consiste el compromiso del poeta: lo que vulgarmente se llama el punto de vista. No le debería bastar al poetar en abusar del yo y usar su exclusivo punto de vista. Hay otros “yo” heterónomos, otros seres y cosas por las que deberíamos divagar y experimentar. El poeta debe situarse en el mundo, entre los seres y las cosas, y tiene que dar cuenta de ellos desde esa situación tomada.  Tal vez ese sea uno de los secretos del arte. Hacer la puesta en escena desde un punto de vista original. Todo esto se puede ver en el poema que se seleccionó aquí en marzo de 2009, “Gato en un piso vacío”. Es la descripción de la muerte de un hombre a través de su gato, las repercusiones que la muerte de alguien tiene sobre todas las cosas, pero especialmente sobre sus seres queridos. La inteligencia de Wislawa está en elegir un ser marginal, un punto de vista al margen, para salirse del tópico, pero también para hacernos ver mejor. Para hacernos ver mejor que no es el punto de vista humano el exclusivo, aunque al final sea de un hombre de aquello que se habla. Pero el protagonista es un gato en una situación de desamparo. El desamparo siempre está en el fondo de los poemas de Wislawa. Wislawa sabe que no puede haber mejor épica y mejor epitafio para un hombre muerto que el desconsuelo en el que queda un gato abandonado por su dueño en un piso vacío. El dolor de ese gato en el poema puede ser comparado con el que siente Aquiles por la muerte de Patroclo. Resulta así un maravilloso poema elegíaco.

También hay que decir que a Wislawa le gusta hacer componendas al mundo. Parece conformista, pero esa es la máscara que se coloca para no ser agresiva. Su inconformismo es total. Le gusta zambullirse en las posibilidades infinitas que  el mundo tiene de ser de otra manera. Wilslawa sabe que podría haber sido otra persona. Cualquiera de las criaturas que componen el mundo. Ella no es panteísta. Le gusta contemplarse en otros para no envanecerse por ser Wislawa. En esto Wislawa sabe ser maravillosamente fantástica. Llega a la humildad por una fuerza piadosa de la imaginación. Ella podía haber sido otra -podía haber nacido en la tribu indebida-, podía haber tenido otra vida -con un destino no benévolo-, pero Wislawa no cree en el destino: nos propone de alguna manera el libre albedrío. Dios no tiene sitio en la poesía de Wislawa. A cambio el hombre se vuelve más humano, más inseguro. Pero también con más necesidad de ser solidario. Apoyada más en sus dudas que en sus certezas, el hombre es ese animal que todo lo quiere saber, sabiendo que no podrá saber casi nada. Esto que puede ser una tragedia para la mayoría, es para Wislawa una pequeña grandeza del hombre. Como todos los grandes poetas, Wislawa logra ser profunda y reflexiva, desconfiando de las grandes palabras de la filosofía. De ahí le viene su excesiva alergia a la palabra “todo”, “palabra impertinente y henchida de orgullo”. Su poesía ha sido definida por Fernando Savater como “reflexiva sin engolamiento ni altisonancia, de forma ligera y fondo grave, directa al sentimiento pero sin chantaje emocional.” Al final se nos olvidaba, por tanto, decir lo más importante: todo esto lo consigue Wislawa de la forma más sencilla posible, haciendo que lo más difícil resulte fácil. En algún lugar se pregunta Wislawa -siempre tan encantadoramente escéptica-“en qué dedo corazón está ahora el anillo del alma que le fue robado o perdido” -también dice en otro poema: “alma se tiene a veces./Nadie la posee sin pausa/ y para siempre”-. Si tuviera que responder a esa pregunta,  respondería -aún a riesgo de resultar cursi- que Wislawa era todo corazón, o bien que escribía sus poemas con corazón, o que Wislawa iba perdiendo un jirón de alma con cada poema que escribía, me atrevería a decir que es ahí, en sus poemas, donde habría que ir a buscar el alma de Wislawa, diría que leer los poemas de Wislawa es una forma de beberse a tragos su bella alma de poeta. Y que aproveche.


***** 


UNA DEL MONTÓN

Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.


Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.


En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a  la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.


Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.


Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo el cristal de un microscopio.


Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.


Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.


Un tipo de mala estrella
 que para otros brilla.


¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?


¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?


El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.

Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.


Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.


Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.





*****


LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.


Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.


Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.



*****


PLATÓN O EL PORQUÉ

Por  oscuros motivos,
en desconocidas circunstancias
el Ser ideal ha dejado de bastarse a sí mismo.


Podría haber durado y durado, sin fin,
hecho de la oscuridad, forjado de la claridad
en sus somnolientos jardines sobre el mundo.


¿Para qué diablo habrá empezado a buscar emociones
en la mala compañía de la materia?


¿Para qué necesita imitadores
torpes, gafes,
sin vistas a la eternidad?


¿Cojeante sabiduría
con una espina clavada en el talón?
¿Desgarrada armonía
por agitadas arrugas?
¿Belleza
con desagradables intestinos en su interior
y bondad
-para qué con sombra,
si ante no tenía-?


Ha tenido que haber algún motivo
por pequeño que aparentemente sea,
pero ni siquiera la Verdad Desnuda lo revelará
ocupada en controlar
el vestuario terrenal.


Y para colmo, esos horribles poetas, Platón,
virutas de las estatuas esparcidas por la brisa,
residuos del gran Silencio en las alturas…



*****


RECUERDOS

Estábamos charlando
y callamos de repente.
Había aparecido en la terraza una muchacha
!qué belleza!
demasiado bella
como para nuestra tranquila estancia allí.


Barbara miró apresuradamente a su marido,
Cristina puso la mano instintivamente
sobre la mano de Zbyzek.
Yo pensé: te llamó,
por ahora -te diré- no vengas,
acaban de anunciar varios días de lluvia.


Sólo Agniszka, viuda,
saludó a la bella con una sonrisa.



*****


PRIMER AMOR

Dicen
que el primero es el más importante.
Eso es muy romántico,
pero no en mi caso.

Algo entre nosotros hubo y no hubo,
sucedió y tuvo su efecto.

No me tiemblan las manos
cuando encuentro pequeños recuerdos
y un fajo de cartas atadas con una cuerda
-si al menos fuera una cinta-.


Nuestro único encuentro tras los años
fue una conversación de dos sillas
junto a una fría mesita.


Otros amores
hasta ahora respiran profundamente en mí.
A éste le falta aliento para suspirar.


Y sin embargo justo así, como es,
puede algo que los otros no pueden todavía:
no recordado,
ni siquiera soñado,
me acostumbra a la muerte.


*****


ALGO SOBRE EL ALMA

Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.


Día tras día,
años tras año
pueden transcurrir sin ella.


A veces sólo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.


Rara vez nos asiste
en las tareas pesadas,
como mover los muebles,
o recorrer caminos con zapatos apretados.


Cuando hay que cortar carne
o llenar solicitudes,
generalmente está de asueto.


De mil conversaciones
toma parte sólo en una
y no necesariamente,
pues prefiere el silencio.


Cuando el cuerpo nos empieza a doler y doler,
escapa sigilosamente de su hora de consulta.


Es algo quisquillosa:
con disgusto nos ve en la muchedumbre,
le repugna nuestra lucha por supuestas ventajas
y el rumor de los negocios.


La alegría y la tristeza
no son para ella sentimientos distintos.
Sólo cuando se unen
está presente en nosotros.


Podemos contar con ella
cuando no  estamos seguros de nada
y tenemos curiosidad por todo.


De los objetos materiales
le gustan los relojes con péndulo
y los espejos que trabajan afanoso
aunque no mire nadie.


No dice de dónde viene
ni cuándo se irá de nuevo,
pero evidentemente espera esa pregunta.


Según parece,
así como ella a nosotros,
nosotros a ella
también le servimos de algo.



*****


CONTRIBUCIÓN A LA ESTADÍSTICA


De cada cien personas,

las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,


las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,


las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,


las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,


las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,


las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,


las capaces de ser felices:
con mucho, veintitantas,


las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,


las crueles
cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo

ni siquiera aproximadamente,

las sabias a posteriori:
no muchas más

que las sabias a priori,

las que de la vida no quieren más que cosas:
cuarenta,

aunque quisiera equivocarme,

las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres
tarde o temprano,


las dignas de compasión:
noventa y nueve,


las mortales:
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.



*****


FOTOGRAFÍA DEL 11 DE SEPTIEMBRE

Saltaron hacia abajo desde los pisos en llamas:
uno, dos, todavía unos cuantos
más arriba, más abajo.


La fotografía los mantuvo con vida,
y ahora los conserva
sobre la tierra, hacia la tierra.


Todos siguen siendo un todo
con un rostro individual
y con la sangre escondida.


Hay suficiente tiempo
para que revolotee el cabello
y de los bolsillos caigan
llaves, algunas monedas.


Siguen ahí al alcance del aire,
en el marco de espacios
que justo se acaban de abrir.


Sólo dos cosas puedo hacer por ellos:
describir ese vuelo
y no decir la última palabra.



*****


LISTA

He hecho una lista de preguntas,
cuyas respuestas ya no alcanzaré a saber,
porque es demasiado pronto para ello,
o porque seré incapaz de entenderlas.


La lista de preguntas es larga,
toca temas importantes y menos importantes,
pero como no quiero aburriros
sólo revelaré algunas de ellas:


Qué era real
y qué apenas si lo parecía
en este auditorio
estelar y bajo las estrellas,
donde es necesario tanto billete de entrada
como billete de salida;


Qué pasa con todo ese mundo vivo
que no tendré tiempo
de comparar con otro mundo vivo;


Sobre qué escribirán
pasado mañana los diarios;


Cuándo acabarán las guerras
y por qué otra cosa serán sustituidas;


En qué dedo corazón estará ahora
el anillo del alma
que a mí me fue robado, que perdí;


Cuál es el lugar del libre albedrío
que es capaz de ser y de no ser
al mismo tiempo;


Que ha sido de decenas de personas:
¿nos habremos conocido realmente?


Qué intentaba decirme M.,
cuando ya no podía hablar;


¿Por qué tomé por buenas
cosas malas
y qué necesito
para no volver a equivocarme?


Tomé nota antes de dormirme
 de algunas preguntas.
Al despertarme
ya no pude leerlas.


A veces sospecho
que se trata de un código preciso.
Pero ésta también es una pregunta
que me abandonará algún día.




*****


TODO

Todo:
palabra impertinente y henchida de orgullo.
Habría que escribirla entre comillas.
Aparenta que nada se le escapa,
que reúne, abraza, recoge y tiene.
Y en lugar de eso,
no es más que un jirón de caos.

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