martes, 23 de mayo de 2017

POETAS 70. Juan Ramón Jiménez IV (Diario de poeta y mar)

 
 


Moguer, Huelva 1881- San Juan, Puerto Rico 1958). Vivió su primera juventud entre Huelva y Sevilla, ciudad, está última, en que comenzó a cursar estudios de derecho, interrumpidos luego por su traslado a Madrid en 1900. Allí publica sus primeros libros, se entera de la ruina del negocio familiar, e ingresa durante varios meses en un sanatorio psiquiátrico, aquejado de una neurosis depresiva provocada por la noticia de la muerte del padre -se imaginó que era él mismo quien moría o podía morir, y desde aquel momento un pavor a la muerte le acompañó de por vida-. En 1906 se retira durante unos años a Moguer y allí escribe “Platero y yo”, hasta que en 1911 regresa definitivamente a Madrid con el ansia de estar en contacto permanente con los poetas y las ideas importantes del momento. Decisivo para la vida y la obra de Juan Ramón iba a ser el encuentro en 1913 con Zenobia Camprubí, culta escritora y traductora de Tagore, y que se iba a convertir, a la postre, en la esposa, secretaria copista, traductora y agente de su obra. Los años en Madrid antes del exilio son años en que publica gran parte de su obra en revistas y comienza a ejercer su magisterio sobre las generaciones poéticas posteriores, dirigiéndose siempre, tal como reza la dedicatoria en uno de sus libros, “a la inmensa minoría”. Juan Ramón fue un poeta puro e hipersensible que dedicó su vida a la belleza, y que compuso exquisitos y repulidos poemas, acorazado en su torre de marfil, siempre aislado del ruido exterior dentro una habitación acorchada, alejado de bullicios y visitas, y sólo interrumpido en su tarea creativa por la entrada de una criada que le anunciaba la hora del crepúsculo, mientras a la vez le abría la puerte del balcón que daba al poniente. A este respecto, cuenta Sanchez Barbudo que, el día de la proclamación de la república, J.R.J no pudo sumarse al júbilo general porque por entonces tenía en casa -una de las muchas casas a las que se mudaban en busca siempre de más tranquilidad- una cuadrilla de albañiles que estaban levantando otra pared con la que aislarse aún más del ruido exterior. Al estallar la guerra civil, el poeta abandona España con destino a Washington para ocupar un puesto en la embajada cultural y consagrarse a la docencia. Antes de trasladarse a Puerto Rico en 1950, sufre otra crisis depresiva que le conduce a un nuevo internamiento. Se cuenta que Juan Ramón nunca logró superar la nostalgia del exilio -se echaba a llorar si oía hablar en español o escuchaba flamenco- y que éste era uno de los motivos de las constantes crisis que le impedían trabajar en su obra y que obligaban a hospitalizarlo. El 28 de octubre de 1956 fallecía, en San Juan, Zenobia Camprubí después de una larga enfermedad de cáncer, y tras haber renunciado a un tratamiento adecuado en Estados Unidos, ya que J. R. J no soportaba el tráfago de la vida americana y tampoco quería quedarse solo. Después de la desparición de Zenobia, abatido por una nueva depresión, fue hospitalizado y no volvió a escribir ya más poemas hasta su muerte en 1958. En uno de sus últimos apuntes en una libreta, dejó constancia de su recuerdo atormentado: “A Zenobia de mi alma este último recuerdo de su Juan Ramón, que le adoró como a la mujer más completa del mundo y no pudo hacerla feliz”. Tres días antes de fallecer Zenobia, le había sido concedido al poeta el premio nobel de literatura, “por su poesía lírica que, en el idioma español, constituye un ejemplo de elevado espíritu y pureza artística”. Este implacable proceso de depuración por el que pasa su obra, puede ser resumido con las propias palabras del poeta: “1. Influencia de la mejor poesía “eterna” española, predominando el Romancero, Góngora y Becquer. -2 El “modernismo”, con la influencia especial de Rubén Darío. -3 Reacción brusca a una poesía profundamente española, nueva, natural y sobrenatural , con las conquistas formales del “modernismo”. -4 Influencias generales de toda la poesía moderna. Baja de Francia. -5 Anhelo creciente de totalidad. Evolución creciente, seguida, responsable, de la personalidad íntima, fuera de escuelas y tendencias. Odio profundo a los ismos y a los trucos. – y siempre Angustia dominadora de eternidad”. Después de un periodo modernista y de exacerbada sensibilidad romántica, surge una poesía más metafísica e íntima que se culmina en 1915 con “Diario de poeta y mar” -antiguamente titulado “Diario de poeta recién casado” y modificado después por el propio Juan Ramón-. En 1917, con “Arenal de Eternidades” -antiguamente, titulado “Eternidades”-, da el salto definitivo hacia la “poesía pura” mediante un verso libre que aparece despojado de adjetivaciones y que busca la precisión de la inteligencia. Pertenecen a este periodo “Piedra y Cielo” (1919) y “Belleza” (1923). Con la publicación en 1949 de “Animal de fondo”, Juan Ramón Jiménez entra en su fase más mística, abrigando una concepción panteista del mundo y de la vida. El poeta puede alcanzar la redención dedicándose a la Obra, la cual le salva de la anquilación y le reintegra al Ser total de la belleza.
 
 
 
YO
 
Yo no soy yo.
                            Soy éste que va a mi lado sin yo verlo; que, a veces, voy a ver, y que, a veces olvido. El que calla, sereno, cuando hablo, el que perdona, dulce, cuando odio, el que pasea por donde no estoy, el que quedará en pie cuando yo muera.


                (“Arenal de Eternidades”, 1916-17)



 *****



LA POESÍA DESNUDA

Vino primero pura, vestida de inocencia; y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes; y la fui odiando, sin saberlo.

Llegó ser una reina, fastuosa de tesoros… !Qué iracundia de yel y sin sentido!

…Más se fue desnudando. Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica y apareció desnuda toda… !O pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre!
                 (“Arenal de Eternidades”, 1916-17)



*****


SE LLEVA AL INFINITO EL PENSAMIENTO

Esparce octubre al blando movimiento
del sur las hojas áureas y las rojas
y en la caída clara de sus hojas
se lleva al infinito el pensamiento.


!Qué noble paz en este alejamiento
de todo, prado bello que deshojas
tus flores, agua fría ya que mojas
con tu cristal estremecido el viento!


!Encantamiento de oro; cárcel pura
en que el cuerpo hecho alma se enternece
echado en el verdor de una colina!


En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda y resplandece
la excelsitud de tu verdad divina.


                                  (“Sonetos interiores”, 1914-1915)



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RECUERDAS

Como la brisa recuerdas al viento.
A la mar como el arroyo, recuerdas.
Como la vida recuerda al cielo.
Recuerdas, como la muerte, la tierra.


                             (“Verano verde y oro”, 1915)



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UN DÍA HOMBRE Y MUJER

El beso aquel, ascua rota,
no en tu mejilla, en mi boca
se quedó. me sabe dentro
a fuego y yelo revueltos.


!Cómo lucho en tu mejilla!
Los ojos que le ponías
azules encima eran
las dos curiosas estrellas
que miraran el idilio
Raro de un león y un lirio.


Si. Yo estaba en mi desierto.
Si. Tu estabas en tu cuento.
Y entre nuestros pechos juntos,
todo el increado mundo.


!Mas seremos, lo sé bien,
un día, hombre y mujer!


                (“Verano verde y oro”, 1915)



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MUY CERCA DESDE LEJOS

¿Cómo pondré en la hora tu vago sentimiento?
!Hacia la aurora! !Más! Hacia el ocaso! !Menos!


Siempre le falta un poco, le sobra siempre un dedo…

(Tu reír suena fino, muy cerca… desde lejos):


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COMO UNA LLAMA

Balanza de lo perene, hunda tu plato siniestro
el peso de las caídas de los odios, de los yerros.


El paisaje (vida pura) es éste, el que es; espléndidos
confines cercan de luz el áureo renacimiento


Hunde tu siniestro plato y en el diestro, almo lijero,
clava mi corazón como una llama a su cielo.


                                                 (“Verano verde y oro”, 1915)



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ONDA

¿Cómo una voz de fiera llega a ser nuestra voz
y hace decir sus cosas a nuestro corazón?



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EL PERDIDO

Yo no sé cómo saltar desde la orilla de hoy a la orilla de mañana.

El río se lleva, mientras, mi realidad de esta tarde, a mares sin esperanza.

Miro al oriente, al poniente, miro al sur y miro al norte…
                                                               
Toda la verdad dorada
que cercaba el alma mía, con su gran cielo completo, se ahoga, partida y falsa.


Y no sé cómo saltar desde la orilla de hoy a la orilla de mañana.

                                    (“Verano verde y oro”, 1915)



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JARDÍN(Mediodía)

Los dos que fuimos uno, en mí han quedado. Tú has seguido siendo
solo nada, sin mí y sin tí, pues te quedaste en mí.


                                                                         Último, el céfiro,
alrededor de nuestro encuentro mudo, salta y grita, como un perro contento,
creyendo alegremente que lo que va a ver hoy es lo que vio en aquellos
días de abril, tan grandes, tan puros, tan serenos…


Tú, atónita, me miras con tu frío mi estrañeza, sientiéndo-
te la huéspeda importuna de tí y de mí, que estamos en mi, eternos.


                           (Verano verde y oro, 1915)




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DEJÁNDOME LAMER DE TI, SOL MANSO

Sólo tú me acompañas, sol amigo, como un perro de luz lames mi lecho blanco,
y yo pierdo mi mano por tu pelo de oro, caída de cansancio.


!Qué de cosas que fueron se van más lejos todavía!

                                                                                         Callo
y sonrió igual que un niño, dejándome lamer de tí, sol manso.


De pronto, sol, te yergues, fiel guardían de mi fracaso,
y, en una algarabía ardiente y loca, ladras a los fantasmas vanos,
mudas sombras que me amenazan desde el desierto del ocaso.


                                                            (“Verano verde y oro”, 1915)




*****


FE Y MÁS FE

En el viento azul se van
los versos de esta mañana.
¿Dónde están
los versos de esta mañana?


Tengo lo mismo que doy
y sólo sirve el presente;
hoy es hoy
y sólo sirve el presente
(y al olor torna, el amor,
de clavel, jazmín y acacia,

 al olor
de clavel, jazmín y acacia).


Propósitos…¿Para qué?
Que todo siga lo mismo.
Fe y más fe.
!Que todo siga lo mismos.

                   (“Verano de oro y verde”, 1915)




*****


CON EL ECO EN SUS SIENES

!Que no, que no! ¿Quedarme aquí, donde no viene
ya su voz (su voz pura con el eco en sus sienes)
que seguirá temblando como la estrella, siempre?


                               (“Verano verde y oro”, 1915)


EL PANAL

Me dormía una vez y otra rendido, aun cuando no quería más dormirme.

Me llevaba el dolor y lo traía hecho gusto de mieles indecibles…

!Que dulce debe ser, amor, quedarse en el panal, de una vez ya, morirse!

                         (“Verano de Verde y oro, 1915)




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JARDÍN
(Madrugada)


No me importa que ames o que te amen, pues lo que yo adoro
en tí tú no lo sabes, alma, ni lo saben los otros.


Jamás te has visto, nunca te verán, cual mis ojos
te vieron y te ven (como mi vida encarnada en el pálido tesoro
de tu cuerpo invisible, pues que es la carne de mi alma).


                                                                                                          Solo
me quedaré cuando te vayas, o te lleven los otros,
de la verdad inalterable y pura que a tu vivir le puedo dar yo sólo.




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LA PRENDA
Quisiera clavarte, hora,
igual que una mariposa,
en tu corazón.


                             Tus  áureas
ilusiones revolaran
mientras tú no te morías,
!un rato siquiera! sobre
su sangre helada e indócil.


(Y ¿adónde irás, hora mía,
mariposa no prendida?)


                   (“Verano verde y oro”, 1915)
 


*****


QUE BRILLA EN OTRA PARTE

!Qué cerca ya del alma lo que está tan inmensamente lejos aún!

Como una luz de estrella, como una voz sin nombre traída por el sueño,
como el paso de algún corcel remoto que oímos, anhelantes, el oído en la tierra,
como el mar en teléfono…


Y se hace la vida por dentro, con la luz inestinguible de un día aún deleitoso
que brilla en otra parte.


!Y qué dulce verdad, verdad sin realidad aún, qué dulce! 

(“Diario de Poeta y Mar” – “DPM”-, Madrid, 17 de enero de 1916)


*****


HASTA TU NOMBRE

Te tenía olvidado, cielo y no era más que un vago existir de luz, visto (sin nombre) por mis cansados ojos indolentes. Y aparecías entre las palabras perezosas y desesperanzadas del viajero, como en breves lagunas repetidas de un paisaje de aguas visto en sueños…

Hoy te he mirado lentamente, y te has ido elevando hasta tu nombre.

                            (“Diario de Poeta y Mar”, 7 de febrero)



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DULCE, INMENSA TRAMA

!Qué dulce esta inmensa trama!
Tu cuerpo con mi alma, amor, y mi cuerpo con tu alma.



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EL CENTRO DE TU ALMA

!Qué débil el latido de tu corazón leve, y qué hondo y qué fuerte su secreto! !Qué breve el cuerpo delicado que lo envuelve de rosas, y qué lejos, desde cualquier parte tuya (y qué no hecho), el centro de tu alma!


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¿QUÉ ERA?

Vive entre el corazón y la puesta del sol o las estrellas.
(En el silencio inmenso que deja el breve canto de un pájaro; en la inmensa
sombra que deja el oro último de una hojilla encendida por la yerba).


Vive dentro de un algo grande que está fuera,
y es portador secreto a lo infinito, de las llorosas pérdidas
que huyen, al sol y por el sueño, igual que almas en pena,
en una desesperación que no se oye, de fuera a dentro a fuera.


Ella pregunta, sin saberlo, con su carne asomada a la ventana
primaveral: ¿Qué era?


                       (“Diario de Poeta y Mar” New York, 20 abril)




SOLO YO

!Yo solo vivo dentro
de la primavera!


(Los que la veis por fuera,
¿qué sabéis de mi centro,
qué sabéis de su centro?
Si salís a su encuentro,
mi sangre no se altera…)


!Yo solo vivo dentro
de la primavera!



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ME SIENTO PERDONADO

Hoy eres tú, mar de retorno: !hoy que te dejo, eres tú mar!
                                                                                      Qué grande eres, de
espaldas a mis ojos, gigante negro hacia el ocaso grana, con tu carga chorreosa de tesoros!


(Te quedas murmurando en un extraño idioma informe, de mí; no quieres nada conmigo; entre tu ida y mi vuelta resta el despego inmenso de una eterna nostalgia).

…De repente, te vuelves parado, vacilante, borracho colosal y, grana, me miras con encono y desconocimiento y me asustas gritándome en mi cara, hasta dejarme sordo, mudo y ciego…Luego, te ríes, y cantando que me perdonas, te vas, diciendo disparates, imitando gruñidos de fieras y saltos de delfines y piadas de pájaros; y me hundes hasta el pecho o sales, hasta el sol, del oleaje (San Cristóbal), con mi miedo en el hombro acostumbrado a levantar navíos a los cielos.

Me siento perdonado !y lloro, mar salvaje, toda tu agua de hierro, luz y oro!

                                      (“Diario de Poeta y Mar, 14 de junio”)


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NOCTURNO

Tan inmenso que es !o mar! el cielo, como es el mismo en todas partes, puede el alma creerlo tan pequeño. Enclavado a lo eterno eternamente por las mismas estrellas, !qué tranquilos sentimos, a su amparo, el corazón, como en el sentimiento de una noche, que siendo sólo nuestra madre, fuera el mundo! !Qué refujiados nos sentimos bajo su breve infinidad definitiva!

                      (Diario de Poeta y Mar, 14 de junio)


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!Qué bien despierto tú, más rico, siempre que yo, voluble y trasnochado, cojiéndome a las cosas, los ojos en la nuca, salgo a mirarte cada aurora!

Tu corazón sin cárcel, de todo tu tamaño, no reclama reposo; ni porque desordenes tu hondo y alto latir sin cuento, mar, te amedrenta la muerte por algún horizonte.

!Como juegas riendo con tu carne, de todos los colores de las bien vistas horas! !Qué alegre y locamente levantas y recojes, hecho belleza innúmera, tu ardiente y frío dinamismo, tu hierro hecho movimiento, tu vijilancia firme, de pie siempre en ti mismo, árbol de olas, y sosteniendo en tu agua el cielo vivo!

!Mar, ojo en dura metamórfosis, contemplador sin tregua ni cansancio del espectáculo total del sol y las estrellas; mar, mayor que la muerte y más fuerte que el cielo; con raíz en tus mismas flores májicas, libre y a gusto en tu lugar inmenso, hablando solo en el silencio único; quién fuera tú, siempre despierto mar!

                                 (“Diario de Poeta y Mar”, 15 de junio)



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DE ESTE MUNDO INFINITO

Por donde quiera que mi alma navega o anda o vuela, todo, todo es suyo.

!Y qué tranquila en todas partes, siempre ya; ahora en la proa alta que abre en dos platas el azul profundo, bajando al hondo, o subiendo al alto!

!Qué serena va un alma cuando se ha hecho una por amor de reina natural, noble por ansia, con la presencia innumerable, una y toda, de este mundo infinito!

                         (“Diario de Poeta y Mar, 17 de junio)




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COMO DOS TODOS ÚNICOS

No sé si el mar es, hoy (adornado su azul de innumerables espumas), mi corazón; si mi corazón, hoy (adornada su grana de incontables espumas), es el mar.

Entran, salen uno de otro, plenos e infinitos, como dos todos únicos. A veces, me ahoga el mar el corazón, hasta los cielos mismos. Mi corazón ahoga el mar, a veces, hasta los mismos cielos.

                     (“Diario de Poeta y Mar”, 19 de junio)



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EL RITMO

Tira la piedra de hoy, olvida y duerme. Si es luz,
mañana la encontrarás ante la aurora, hecha sol.



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ES UN HUIR SIN TÉRMINO

Te conocí, porque al mirar la huella de tu pie en el sendero, me dolió el corazón que me pisaste.

Corrí loco, Busqué por todo el día, como un perro sin amo.

!Te habías ido ya! Y tu pie pisaba mi corazón, en un venir sin término, como si él fuera el camino que te llevaba para siempre…

                               (“Arenal de eternidades”, 1916-1917)



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LO SÍ

Es verdad ya. Mas fue
tan mentira, que sigue
siendo imposible siempre.


          (“Arenal de Eternidades, 1916-17)



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CONSEJOS VANOS

!No corras, ve despacio, que adonde tienes que ir es a ti solo!

!Ve despacio, no corras, que el niño de tu yo, reciennacido eterno, no te puede seguir!

                (“Arenal de eternidades”, 1916-17)



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EL ETERNO

Vivo libre en el centro de mí mismo.

Me rodea un momento infinito, con el todo (sin los nombres aún o ya).

!El eterno!


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MUERTO

Quedó fijo su peso:
un platillo en el cieno,
un platillo en el cielo.



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EL TIEMPO
(A Miss Rápida)


Si vas deprisa,
el tiempo volará ante ti,
mariposilla esquiva.


Si vas despacio,
el tiempo irá detrás de ti,
obediente buey manso.


                   (“Arenal de Eternidades”)



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EL FIRMAMENTO

Sé bien que soy tronco del árbol de lo eterno,
sé bien que las estrellas con mi sangre alimento,
que son pájaros míos todos los claros sueños…


Sé bien que cuando el hacha de la muerte me tale, se vendrá abajo el cielo.


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LA GLORIA

¿Necesité yo, acaso, de algún vivo en la vida? ¿Para qué quiero vivos en mi muerte?

!Olvido, soledad; tan gratos aquí, despierto!

!Olvido, soledad eternos, qué divinos seréis a los dormidos para siempre!


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A LA VEJEZ AMADA
 (Buenas Noches)


Si tu supieras (!no!) que esta alegría abierta es apretado llanto; que no nos inclinamos, dulces, a su futuro, sino a tu pasado, no a tu pecho anhelante, sino a tu tierra lívida y parada.

(… !Que no es la puerta blanca y suave lo que cerramos tras nosotros, lentamente, mirándote sin cansancio y con ansía!)

!Si tu supieras (!pobre!) que no es el lecho donde, sonriendo, te dejamos (toda llena de nuestros besos buenos, como de flores frescas) sino en la eternidad desconocida!

                (“Arenal de Eternidades”, 1916-17)



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LA ROSA DE LUZ QUE SE QUEDÓ LLORANDO

Grité, lloré, le pegué, loco… La rosa dulce se quedó llorando.

Me desperté de un grito, aún con lágrimas… !Todo era falso!
Sí, sí; mas ¿dónde volveré yo a ver la rosa de luz que se quedó llorando?



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CUANDO ME TIRAN DE ELLOS

Soy como un niño distraído que arrastran de la mano por la fiesta del mundo. Los ojos se me cuelgan tristes de las cosas… !Y qué dolor cuando me tiran de ellos!

                   (“Arenal de Eternidades”, 1916-17)



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EN LOS LÍMITES DE LO QUE SACIA

!Y sí, romper la copa de la naturaleza con mi frente; ganar más luz al pensamiento; definirlo en los límites de lo que sacia!
                                                                                  Y por que me sea el
infinito que se quede fuera, como esta calle, que el domingo deja sola, callada y aburrida, delante de mis ojos llameantes a mi alma.



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NO ROBES

No robes a tu soledad pura tu ser callado y firme. Evita el necesario esplicarte a ti mismo contra los casi todos. Solamente tú solo llenarás enteramente el mundo.


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LO MISMO ES QUE MUERA O QUE CANTE

!Está tan puro ya mi corazón, que lo mismo es que muera o que cante.

Puede llenar el libro de la vida, o el libro de la muerte, los dos en blanco para él, que piensa y sueña.

Igual eternidad hallará en ambos.

Corazón, da lo mismo: muere o canta.

           (“Arenal de eternidades”, 1916-17)



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A DANTE

Tu soneto, lo mismo que una mujer desnuda y casta, sentándome en sus piernas puras, me abrazó con sus brazos celestiales.

Soñé, después, con él, con ella. Era una fuente que dos chorros arqueaba en una taza primera, la cual, luego, los vertía, finos, en otros dos…

          (“Arenal de Eternidades”, 1916-17)




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MAR Y PLAYA
(Edgar A. Poe)


I
Cuando te enciendes, faro de mi alma, torre de ensueño, y prendes en tu luz toda la vida (este doble silencio, mar y playa) !Qué hermoso eres!

Luego !Qué triste cuando estás apagado, faro en el día, torre de ladrillo!


II

Yo soy el mar donde se ha hundido tu cuerpo; yo te tengo
en mi fondo, podrida.


Fuera, la vida entera es un doble silencio (tuyo porque
estás muerta, mío porque estás muerta), mar y playa.


Edgar A. Poe, sí, es un doble silencio y lo dijiste.

                   (“Arenal de Eternidades”, 1916-17)

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