sábado, 3 de junio de 2017

POETAS 109. Czeslaw Milosz I ("Hijo de Europa")

 
 


Czeslaw Milosz nace en Vilna (Lituania) el 30 de junio de 1911, en el seno de una familia de la alta burguesía polaca. Los distintos avatares por los que pasará Vilna a lo largo del siglo XX van a ser un espejo en el que se reflejará la ajetreada existencia de Milosz. En el momento en que nace el poeta, Lituania formaba parte del Imperio ruso; después de la Primera Guerra mundial la zona de Vilna se convertirá en uno de los focos culturales más importantes de Polonia, caerá luego bajo el dominio soviético tras concluir la segunda guerra mundial, para convertirse  en Estado independiente cuando cayeron los regímenes comunistas que gobernaban Europa central. En ese mosaico de épocas y culturas diversas -donde coexistían idiomas como el polaco, el ruso, el yidish y el lituano-, fue donde Miolosz se crió: en una Lituania llena de leyendas y poesía que iba a alimentar su imaginación. A pesar de que sus orígenes y su condición viajera iban a propiciar el conocimiento de varias lenguas, y a pesar del largo exilio en el que vivió una buena parte de su vida, Milosz permaneció siempre fiel a su tradición y a la lengua polaca en la que escribiría la casi totalidad de  su obra. “El idioma –escribió en “Abecedario”- es mi madre, de forma literal y metafórica. Con seguridad es también mi casa, con la que vago por todo el mundo”. Milosz se estrenó como poeta en la década de los 30 con un par de libros que explotaban la veta más irracional y visionaria de la poesía polaca, en contacto con las vanguardias europeas: “Tres inviernos” (1933) y “Poema sobre el tiempo congelado” (1936), libro este último que le valió en 1934 una beca para estudiar en Francia. Antes se había licenciado en derecho y durante algún tiempo trabajó como pasante en un bufete de abogados. Luego comenzó su carrera de funcionario trabajando en las oficinas de radio Polonia entre 1935 y 1939. El estallido de la segunda guerra mundial le lleva a Varsovia, donde es testigo de la ocupación alemana y el levantamiento del gueto judío. En esta ciudad se moverá en la clandestinidad ofreciendo su apoyo a los perseguidos por el régimen nazi. Al finalizar la guerra, abandona una Varsovia devastada para irse a vivir a Cracovia, donde publica “Salvación” (1945), poesía de carácter realista que trata de convertirse en denuncia de una época de barbarie y deshumanización. Después de Salvación (1945), se inicia una época de poesía más social, de acerada denuncia a través de la ironía. Durante la ocupación de Varsovia, Milosz traduce "La tierra baldía" de T.S. Eliot, poema que ejercerá una gran influencia en el autor. Harto de la imagen de una Polonia desolada tras haber sido tomada por el ejército soviético, Milosz busca una vía de escape que lo aleje de su país y por fin encuentra un trabajo, en el año 1946,  como agregado cultural en la Embajada de la república popular de Polonia en Washington. En 1950 Milosz es destinado a Francia, como primer secretario de la embajada polaca en París, pero en diciembre de ese mismo año le retiran al pasaporte cuando decide volver a Varsovia. En 1951, de nuevo en Francia, empieza su largo exilio, que iba a durar treinta años. Tras vislumbrar en Varsovia la faz bárbara del estalinismo, rompe con el Gobierno de su país y pide asilo en Francia. Quiere regresar a Estados Unidos, donde ha dejado a su familia, pero una trama urdida a su alrededor para desacreditarle como topo soviético ante el gobierno de los Estados Unidos convierte la obtención del visado en un trámite kafkiano que iba a demorarse durante diez años. Durante esta década va a malvivir en una Francia difícil y desocupada, ganándose la vida a duras penas con colaboraciones esporádicas para algunas revistas del exilio. Allí traba amistad con Albert Camus, que a la sazón estaba siendo acosado por una campaña de denigración orquestada por Jean Paul Sartre desde la revista “Les temps Modernes”, purgando por el pecado de no querer doblegarse a la línea antipiimperialista que dictaba escribir en contra de los Estados Unidos para alinearse con la Unión Soviética. Fue Camus quien facilitó desde la editorial Gallimard, de la que era asesor, la publicación de sus novelas “El poder cambia de manos” y “El valle de Issa”, además de su libro de ensayo “El pensamiento cautivo”, denuncia –este último libro- de la mentalidad intelectual bajo el estalinismo, que hace del artista un títere desde el momento en que coloca su talento al servicio del poder. “Cuando me entregué a la escritura del pensamiento cautivo –comentó Milosz más tarde- sentía con fuerza que estaba haciendo algo incorrecto, que estaba violando las reglas del juego aceptado por todos, incluso más, que me estaba adentrando en el espacio sagrado para blasfemar”. Esta audacia suya por denunciar los tejemanejes del totalitarismo en su propio país le costó la desgracia de ser señalado como un enemigo del pueblo por escritores polacos que hasta entonces habían sido sus amigos. Durante la década de los cincuenta seguirá publicando más libros de poemas: “La luz del día” y “Tratado político”.   A partir de 1960 obtiene por fin su visado a los Estados Unidos al lograr una invitación como profesor de lenguas y literaturas eslavas en la Universidad de Berkeley. Para Milosz, América – a la que llegó a definir  como un cúmulo de contradicciones-, era, sobre todo, Walt Whitman, el gran bardo americano con el que iba a compartir su visión panorámica del mundo. “En él se cumple -escribió en cierta ocasión- la fórmula de la poesía entendida como totalidad de lo real. Conforme a esta fórmula, la poesía debe ser como un río caudaloso, un río que lo arrastra todo: arena, ramas, troncos de árboles y, por supuesto, pepitas de oro. Ahí radica la grandeza de Walt Whitman”. Aparecen en esta década cuatro libros de poesía que representan un cambio respecto a la poética anterior: el más importante de ellos, “Ciudad sin nombre”, 1969. La poesía social pasa a un segundo plano para dejar paso una obra lírica más reflexiva en donde se pregunta por la finalidad de la poesía, por los ideales humanos o por el sentido de la muerte. En los años setenta publica un único libro de poemas, pero que resulta de una importancia capital en su obra: “Desde donde el sol sale hasta donde se pone”. Al mismo tiempo imparte cursos sobre la obra de Dostoyevski, cuya influencia va a estar presente tanto en su reflexión sobre el bien y el mal y la responsabilidad moral del hombre como en la multiplicidad de voces con que va a acompañar su poesía. Comienza entonces la época de mayor plenitud en la carrera del poeta, culminada con la obtención del premio nobel de literatura en el año 1980. La nueva apertura de Polonía, tras la aparición  del sindicato “Solidaridad”, le permite regresar a su país, lo que provocará un nuevo giro en su poesía, ahora centrada en la memoria y en la imposibilidad de evocar las cosas con la fidelidad con que se sucedieron. La traducción durante esta época de algunos libros bíblicos va a tener influjo en sus nuevos poemas, así como la obra esotérica de Swebendorg, William Black o Simone Weil. En el año 2000 publica el volumen “Esto”, poesía cuyo tono abandona el lirismo de obras anteriores para partir a la búsqueda de un lenguaje más depurado y esencial. Especial trascendencia para su vida personal tendrá la muerte de su segunda mujer, Carol Thigpen, que desencadena la escritura del largo poema Orfeo y Eurídice. En 2006, dos años después de su fallecimiento, producido el 14 de agosto de 2004, aparece su libro póstumo “últimos poemas”, la mayoría de ellos compuestos durante los últimos meses de vida. Libro testamentario en donde da un repaso a la totalidad de su vida y obra con la lucidez y la ecuanimidad que otorga el estar en el último tramo del camino, al borde de una frontera que le permite volver a plantearse las grandes interrogaciones metafísicas y religiosas que siempre acompañaron su poesía. (La traducción de los poemas aquí seleccionados se le debe a Xavier Farré)

 HIJO DE EUROPA

Nosotros, a quienes la dulzura del día penetra hasta los pulmones
Y vemos ramas que florecen en mayo,
Somos mejores que los que perecieron.
 
 Nosotros, que saboreamos la comida al masticar
Y valoramos en su totalidad los juegos amorosos,
Somos mejores que ellos, los enterrados.
 
De los hornos abrasadores, tras la alambrada donde silba el viento de interminables otoños,
De las batallas, cuando en un espasmo ruge el viento herido,
Nos salvamos gracias a la astucia y al conocimiento,
 
Enviando a los otros a lugares más peligrosos,
Azuzándolos con gritos para la batalla,
Retirándonos cuando preveíamos que todo estaba perdido.
 
Teniendo para elegir la propia muerte y la muerte de un amigo
Elegimos su muerte, pensando fríamente: ojalá se cumpla.
 
Cerramos herméticamente las puertas de las cámaras de gas, robamos pan
Sabiendo que el día siguiente sería más duro que el anterior.
 
Como corresponde a los hombres, conocimos el bien y el mal.
Nuestro malicioso conocimiento no tiene igual en la tierra.
 
Hay que dar como demostrado que somos mejores que ellos,
Crédulos, impulsivos pero débiles, que valoraban poco su propia vida.
 


2
 
Respeta las habilidades adquiridas, oh hijo de Europa.
Heredero de las catedrales góticas, de las iglesias barrocas
Y de las sinagogas donde resonaba el llanto del pueblo humillado,
Sucesor de Descartes y de Spinoza, heredero de la palabra honor,
Hijo póstumo de Leónidas,
Respeta las habilidades adquiridas en la hora de la crueldad
 
Tienes la mente entrenada, y sabes distinguir al acto
El lado bueno y el malo de cada cosa.
Tienes una mente escéptica aunque noble, te aporta un placer
Del que nada sabían los pueblos primitivos.
 
Dirigido por esa mente, reconocerás al acto
La rectitud de estos consejos que te doy.
Que la dulzura del día penetre hasta tus pulmones.
Para este fin existen estrictas y sabias normas.
 
3
 
No hay que hablar del triunfo de la fuerza,
Porque ésta es una época en la que vence la justicia.
 
Tampoco menciones a la fuerza para que no sospechen
De que reconoces a escondidas las doctrinas de los vencidos.
 
Quien tiene poder es gracias a la lógica de la historia.
Rinde homenaje merecido a la lógica de la historia.
 
Que los labios que postulan una hipótesis no sepan
Nada de las manos que falsifican el experimento.
 
Que las manos que falsifican el experimento no sepan
Nada de los labios que postulan una hipótesis.
Aprende a prever un incendio con una exactitud infalible.
Después, quema la casa y se cumplirá lo que tenía que cumplirse.
 

4
 
De una pequeña semilla de verdad cultiva la planta de la mentira,
No mires a los que mienten despreciando la realidad.
 
Que la mentira sea más lógica que los acontecimientos,
Para que los cansados del viaje encuentren reposo en ella.
 
Tras un día de mentira, reunámonos en un círculo selecto,
Reiremos, nos golpearemos los muslos cuando alguien recuerde nuestros actos.
 
Repartiremos elogios bajo el nombre de perspicaz pensamiento
O elogios bajo el nombre de grandeza de talento.
 
Somos los últimos que del cinismo saben extraer la alegría.
Los últimos para quienes la malicia no está lejos de la desesperación.
 
Ya nace una generación mortalmente seria,
Que tomará literalmente lo que nosotros tomábamos a broma.


5
 
Que tus palabras signifiquen no por lo que significan
Sino por en contra de quien han sido usadas.
 
Que las palabras ambiguas conforme tu arma,
Hunde en la oscuridad de las enciclopedias las palabras claras.
 
No condenes ninguna palabras si el funcionario aún
No ha comprobado en el archivo quién la dice.
 
La voz de la pasión es mejor que la voz del entendimiento,
Puesto que los impasibles no pueden cambiar la historia.
 

6
 
No ames ningún país, los países fácilmente desaparecen.
No ames ninguna ciudad: fácilmente caen en ruinas.
 
No guardes recuerdos porque de los cajones
Emanará un humo tóxico para tu respiración.
 
No muestres afecto la gente, la gente fácilmente desaparece
O es humillada y entonces pide que le ayudes.
 
No mires en los lagos del pasado: su superficie cubierta de moho
Mostrará otra cara de la que esperabas.
 

7
 
Quien habla de la historia está siempre seguro,
En su contra no se levantarán los muertos.
 
Puedes atribuirles los hechos que desees,
Su respuesta siempre será el silencio.
 
De las profundidades de la noche emerge una cara vacía.
Le darás los rasgos que te sean necesarios.
 
Orgulloso de tu poder sobre las personas muertas hace tiempo
Cambia el pasado a tu propia, mejor, semejanza.
 

8
 
La risa que surge del respeto a la verdad
Es la risa que pertenece a los enemigos del pueblo.
 
Ha terminado el siglo de la sátira. Ya no nos burlaremos
De los monarcas ineptos con una lengua maliciosa.
 
Estrictos como corresponde a los constructores de la nueva causa
Sólo nos permitiremos una agudeza lisonjera.
 
Con los labios sellados, guiados por la razón,
Entremos con cautela en la era del fuego liberado.

                                                                               Nueva York, 1946
 
 



FE

Fe es cuando alguien ve una hoja
En el agua o gotas de rocío
Y sabe que son porque son necesarias.
Aunque se cierren los ojos, se sueñe,
En el mundo habrá sólo lo que había,
Y las aguas del río seguirán llevando la hoja.
 
Fe es también cuando te hieres
La pierna con una piedra y sabes
que las piedras son para herir las piernas.
Mirad cómo el árbol tiene una larga sombra,
Y nuestra sombra y la de los árboles cae en la tierra:
Lo que no tiene sombra no tiene fuerza para vivir.

 
ESPERANZA

La esperanza existe si alguien cree
Que la tierra no es un sueño, sino un cuerpo vivo,
Y que la vista, el tacto o el oído no mienten.
Y que todas las cosas que aquí conoces
Son como un jardín que ves desde la puerta.
 
No se puede entrar. Perro seguro qué está,
Si mirásemos mejor y con más juicio,
Veríamos una flor nueva y más de una estrella
En el jardín del mundo.
 
Algunos dicen que el ojo nos engaña
Y que no hay nada, que nos lo parece,
Pero son éstos quienes no tienen esperanza.
Piensan que cuando el hombre se da la vuelta
Todo el mundo tras él deja de existir,
Como si lo hubiesen raptado unos ladrones.
 


AMOR

Amor significa mirarse a sí mismo
Como se miran las cosas que nos son ajenas,
Porque eres una cosa de entre tantas.
Y quien mira así, aunque no lo sepa,
Guarece su corazón de varias preocupaciones,
El pájaro y el árbol le dicen: amigo.
 
Entonces quiere servirse, a sí mismo y a las cosas
Para que puedan brillar en la plenitud
Y no importa que a veces no sepa qué servir:
No sirve mejor aquel que comprende.
 


ANGUSTIA

“¿Padre, dónde estás? El bosque está oscuro, es salvaje,
Al correr los animales se mecen los arbustos,
Las orquídeas desprenden un fuego tóxico,
Bajo los pies acechan unos traidores abismos.
 
¿Dónde estás, Padre? La noche no tiene límite,
Ahora ya siempre durará la oscuridad.
Sin casa, los viajeros morirán de hambre.
Nuestro pan es amargo, seco como una piedra.
 
El hálito caliente de un animal terrible
Se acerca, exhala un hedor directo a la cara.
¿Dónde has ido, padre, te dan lástima
Tus hijos, perdidos en esta sorda espesura?



 
UN POBRE CRISTIANO MIRA EL GUETO

Las abejas cercan un hígado rojo
Las hormigas cercan un hueso negro,
Se ha empezado a desgarrar, a pisar la seda,
Se ha empezado a romper el vidrio, la madera, el cobre, el níquel, la plata, espumas
De yeso, la chapa, las cuerdas, las trompetas, hojas, bolas, cristales,
¡Paf! Un fuego fosforescente de paredes amarillas
Engulle pelo animal y humano.
 
Las abejas cercan un panal pulmonar,
Las hormigas cercan un hueso blanco,
Desgarrado está el papel, el caucho, la tela, la piel, el lino,
Las hebras, materias, la celulosa, el pelo, la piel de la serpiente, alambradas,
Se derrumban el techo y la pared en el fuego, los fundamentos son todo llamas.
Sólo existe, arenosa, pisoteada, con un árbol sin hojas,
La tierra.
 
Lento, excavando un túnel, avanza el topo-guardián
Con una pequeña linterna roja en la frente.
Toca los cuerpos sepultados, los cuenta, sigue adelante,
Diferencia las cenizas humanas por el vapor irisado,
Las cenizas de cada persona por su precioso color del arcoíris.
Las abejas cercan una huella roja,
Las hormigas cercan el lugar que deja mi cuerpo.
 
Tengo mucho miedo del topo-guardián.
Tiene los párpados hinchados como un patriarca
Que, largo tiempo sentado a la luz de las velas,
Lee el gran libro de las especies.
 
¿Qué le diré, yo, judío del Nuevo Testamento,
Yo, que espero desde hace dos mil años el retorno de Jesús?
Mi cuerpo destrozado me delatará ante su mirada
Y me contará entre los ayudantes de la muerte:
Los incircuncisos.
 



EN VARSOVIA

Poeta, ¿qué haces en las ruinas
De la catedral de San Juan,
En este cálido día de primavera?
 
¿qué piensas aquí, donde el viento
Del Vístula al soplar esparce
Un polvo rojo de los escombros?
 
Prometiste que nunca serías
Una plañidera.
Prometiste que nunca tocarías
Las grandes heridas de tu nación
Para transformarlas en santidad,
Una maldita santidad que persigue
A los descendientes muchos siglos.
 
Pero este llanto de Antígona
Que busca a su hermano
Es realmente imposible
De resistir. Y el corazón
Es una piedra, y como un insecto
Está encerrado el oscuro amor
Por la más desgraciada de las tierras.
 
No quería amar así,
No era éste mi objetivo.
No quería lamentarme así,
No era éste mi objetivo.
Mi pluma es más ligera
Que la pluma de un colibrí. Este lastre
No es para mis fuerzas.
¿Cómo tengo que vivir en este país
Donde el pie tropieza con huesos
De allegados no enterrados?
Oigo voces, veo sonrisas. No puedo
No escribir, porque cinco manos
Cogen mi pluma
Y me obligan a escribir su historia,
La historia de su vida y su muerte.
¿Para esto he sido creado,
Para convertirme en una plañidera?
Yo quiero cantar los festines,
Los alegres boscajes por los que
Me conducía Shakespeare. Dejad
A los poetas un instante de alegría,
O desaparecerá vuestro mundo.
 
Es una locura vivir así, sin alegría,
Y repetir dos palabras
Dirigidas a vosotros, muertos,
A vosotros, cuyo destino
Debería ser la alegría
De los actos, del pensamiento y el cuerpo,
De canciones, de banquetes.
Dos palabras salvadas:
Verdad y justicia.

                                                 Cracovia, 1945
 
 



TÚ QUE HUMILLASTE

Tú que aun hombre simple infligiste ultraje,
Estallando en risas ante tal abuso,
Y con un grupo de bufones a tu uso
Para mezclar el bien y el mal en tu bagaje.
 
Aunque todos se postren al compás,
Y te crean sabio y lleno de amor,
Y forjen medallas de oro en tu honor,
Contentos de haber visto un día más,
 
No te sientas seguro. El poeta recuerda,
Lo puedes matar y otro habrá nacido.
Palabras y actos, todo es ya sabido.
 
Mejor te sería un árbol torcido
En un alba de invierno y una cuerda.

                                                   Washington, 1950
 
 


HERÁCLITO

Les compadecía, siendo él mismo digno de compasión.
Porque esto era inexpresable en cualquier lengua.
Incluso la sintaxis, oscura, como le ha sido reprochado,
De manera que las palabras tienen un triple sentido,
No abarcan nada. Estos dedos en las sandalias,
El pecho de una chica, tan pequeño en la mano de Artemis,
El sudor, la cara aceitosa de un hombre de los navíos
Participan de lo General, existiendo individualmente.
Suyos en el sueño y entregados sólo a sí mismos,
Con el amor a la fragancia de un cuerpo indestructible,
A un calor central bajo el vello púbico,
Con las rodillas en la barbilla sabemos que es Todo,
Y añoramos en vano. Animal, así pues, nuestro.
La existencia particular nos arranca la luz
(Esta frase se puede leer en ambos sentidos).
“Nadie como él fue tan orgulloso y despectivo.”
Porque se torturaba a sí mismo, sin poder perdonar
Que un momento de conciencia nunca nos cambiaría.
La compasión alcanzó la ira. Hasta que huyó de Efes.
No quería ver ningún rostro humano. Vivía en las montañas.
Comía hierbas y hojas, nos dice Laercio.
En una costa abrupta de Asia el mar traía olas
(Desde lo alto no se ven las olas, sólo el mar),
Y allí, ¿es el eco quien trae las campanas de la custodia?
¿O son las doradas vestiduras de Orlando Furioso que navegan?
¿O es la boca de un pez que muerde la marca de un pintalabios
De una radiotelegrafista en un submarino hundido?

                                                                             Montegeron, 1960
 




RETRATO GRIEGO

Tengo la barba espesa, los párpados tapan
Los ojos como en los que saben el valor
De las cosas visibles. Callo como concierne
A un hombre que sabe que el corazón humano
Abarca más que el lenguaje. He abandonado
Mi país, mi casa y la administración pública.
Pero no para buscar provecho o aventuras.
No soy extranjero en ningún barco.
Una cara normal, de recaudador de impuestos,
De comerciante, soldado, no me diferencia
Entre las multitudes. No rechazo rendir
El merecido culto a los dioses locales.
Y como lo mismo que otras personas
Para hablar de uno mismo es suficiente

                                                   Washington D.C. 1948
 
 



MAESTRO

Dicen que mi música es celestial,
Que cuando la escucha el Príncipe,
Se suaviza su impasible cara.
Compartiría entonces el poder con un mendigo.
El abanico de las cortesanas está inmóvil,
El tacto del raso no evoca pensamientos inmodestos sino agradables
Y como en un abismo, ajenas, las rodillas se enfrían bajo el pliegue.
 
Todos han escuchado en la catedral mi Missa Solemnis.
He transformado las gargantas de las chicas del coro
De Santa Cecilia en un instrumento que nos eleva
Por encima de lo que somos. Sé cómo borrar la memoria
De una larga vida a los hombres y a las mujeres,
Hasta que en el humo de la nave se ven retornados
A las mañanas de su infancia, cuando las gotas de rocío
Y un grito de las montañas eran la verdad del mundo.
 
Apoyado en un bastón a la puesta del sol
Podría ser como un jardinero
Que ha hecho crecer un gran árbol.
 
No he disipado los años de frágil esperanza juvenil.
Mido lo que se ha cumplido. En lo alto una golondrina
Pasa y otra vuelve con su sesgado vuelo.
En el pozo resonarán pasos, pero de otra gente.
Los arados labrarán el bosque. Sólo una flauta y un violín
Seguirán trabajando como les he ordenado.
 
Nadie sabe cómo lo he pagado. Ridículos. Piensan
Que se obtiene de balde. Nos atraviesa un rayo.
Quieren rayos porque les ayuda en la admiración.
O creen en fábulas vulgares. Una vez, a la sombra de un aliso
Se nos apareció un demonio, negro como un cenagal.
Y estampó en cera un anillo de amatista.
 
Invariables tocan las esferas celestes y planetarias,
Pero un instante de memoria es invencible.
Vuelve en mitad de la noche. ¿Quién sostiene la tea,
Que se vuelve nítido todo lo que pasó hace tiempo?
 
Un pesar, ya en vano, a cada hora
De una larga vida. ¿Qué obra bella
Puede redimir los latidos del corazón
De un ser vivo y a quién le basta
Confesar sus actos que duran eternamente?
 
Cuando aquellas viejas canosas, bajo un mantón de encaje,
Hunden sus dedos en la pila de agua bendita,
Creo que ella podría ser una de ellas. Los mismos abetos
Murmuran y con una ola se irisa el lago.
 
A pesar de todo, he amado mi suerte.
Si pudiera hacer retroceder el tiempo, ¿elegiría la honradez?
No puedo adivinarlo. La línea del destino no lo sabe.
¿Quiere Dios que perdamos nuestra alma
Porque sólo así tiene una ofrenda pura?
 
¡Un lenguaje celestial! Antes de que menciones la Gracia,
Cuídate de no engañarte ni a ti mismo ni a los otros.
Todo lo que ha surgido de mi maldad es lo único verdadero.

                                                                            Montegeron, 1959
 
 


CONSEJOS

Si estuviese en el lugar de los jóvenes poetas
(un lugar elevado, a pesar de lo que crea la generación)
Preferiría no decir que la tierra es el sueño de un loco,
Un cuento inútil, lleno de ruido y de furia.
 
Es verdad que no he llegado a ver el triunfo de la justicia.
Los labios de los inocentes no exigen nada.
Y quién sabe si un bufón con corona
Y una copa en la mano, bramando que un dios le favorece
Por haber envenenado, segado, cegado a tantos y tantos,
No conmovería al auditorio por ser tan bondadoso.
 
Dios no multiplica los bienes de los virtuosos con ovejas y camellos
Y no priva de nada por un asesinato o por perjurio.
Se ha escondido tanto tiempo que ha sido olvidado cómo se apareció
En un arbusto de fuego y en el pecho de un joven judío
Dispuesto a sufrir por todos los que fueron y los que serán.
 
No es del todo cierto que Ananke espere su hora
Para pagar como debe por su soberbia y falta de medida.
 
Se ha conseguido hacer entender al hombre
Que si vive es sólo por la gracia de los poderosos.
Que se ocupe, pues, de beber café y de cazar mariposas.
A quien ame la res publica se le cortará la mano.
 
Y con todo, la Tierra se merece ternura, aunque no mucha.
No es que me tome demasiado en serio los consuelos de la naturaleza
Y los adornos barrocos, la luna, las nubes mofletudas
(aunque cuando los cerezos florecen en las orillas del Wilia es una estación bella).
No, incluso aconsejaría estar lejos de la naturaleza,
De las obstinadas imágenes de un espacio infinito,
De un tiempo infinito, de los caracoles envenenados
En la senda del jardín, como nuestros ejércitos.
 
Hay demasiada muerte y es por eso que sentimos ternura
Por las trenzas, por las faldas de colores al aire,
Por las barquitas de papel no más perdurables que nosotros…

                                                                       Montegeron, 1959
 
 


CONJURO

Bello e invencible es el juicio humano.
Ni barrotes, ni un alambre de púas, ni la destrucción de libros,
Ni las sentencias de destierro pueden en su contra.
Establece las ideas universales en la lengua
Y nos dirige la mano, así que escribimos en mayúscula
Verdad y justicia, y en minúscula mentira y agravio.
Por encima de lo que es, eleva lo que debería ser,
Enemigo de la desesperación, amigo de la esperanza.
No conoce judío ni griego, ni esclavo ni señor,
Nos encarga la común administración del mundo.
De un sórdido tumulto de expresiones atormentadas
Salva frases rectas y claras.
Nos dice que todo sigue siendo nuevo bajo el sol
Abre la mano endurecida lo que ya ha existido.
Bella y muy joven es Filo-Sofía
Y la poesía, su aliada al servicio del Bien.
Apenas ayer la Naturaleza celebraba su nacimiento,
El eco y el unicornio llevaron la nueva a las montañas.
Famosa será su amistad, su tiempo no tendrá fronteras.
Sus enemigos se han entregado a la destrucción.
 
 


¿ARS POÉTICA?

Siempre añoré una forma más amplia
Que no fuera demasiado poesía ni demasiado prosa
Y permitiera entenderse sin comprometerá a nadie,
Ni al autor ni al lector, a tormentos de orden superior.
 
En la esencia de la poesía hay algo indecente:
Brotan de nosotros cosas que no intuíamos tener,
Así que pestañeamos como si de nosotros saltara un tigre
Y estuviera iluminado golpeándose los flancos con la cola
 
Con razón se dice que es un daimonion quien dicta la poesía
Pero se exagera al afirmar que debe de ser un ángel.
Difícil es entender de dónde surge el orgullo de los poetas
Si más de una vez se avergüenzan de que sus flaquezas sean visibles.
 
¿Qué persona juiciosa querría ser un estado de los demonios
Que lo rigen como en su casa, hablan muchas lenguas
Y, por si no bastara, le roban sus labios y sus manos,
Intentando, para comodidad propia, cambiar su destino?
 
Como que lo enfermizo hoy es valorado
Alguien puede pensar que sólo estoy bromeando
O que he encontrado una nueva manera
Para alabar el Arte con la ayuda de la ironía.
 
Hubo un tiempo en que se leían sólo libros cultos
Que ayudaban a soportar el dolor o la desgracia.
Pero esto no es lo mismo que adentrarse en mil
Obras directamente de una clínica psiquiátrica.
 
Y con todo, el mundo es diferente a como nos parece,
Y nosotros somos diferentes a nuestros devaneos.
Así que la gente conserva una honestidad silenciosa
Consiguiendo así el respeto de vecinos y allegados.
 
Esa es la utilidad de la poesía, que nos recuerda
Cuán difícil es seguir siendo la misma persona,
Pues nuestra casa está abierta, sin llaves en la puerta,
E invisibles huéspedes entran y salen.
 
De acuerdo, lo que explico aquí no es poesía.
Porque un poema se escribe raras veces y con desgana,
Bajo una presión inaguantable y sólo con la esperanza
De que buenos y no malos espíritus nos tengan como instrumentos.

                                                                                      Berkeley, 1968
 



TU VOZ

Maldice la muerte. Nos está destinada injustamente.
Ruega a los dioses que te den una plácida muerte.
Lo que eres, un poco de ambición, de deseo y de sueños,
No merecen el castigo de una larga agonía.
Sólo no sé qué puede hacer con la muerte de otros,
De los niños, rociados con fuego; de las mujeres, disparadas con perdigones; de los soldados ciegos,
Una muerte que dura muchos días, aquí, ahora, a tu lado.
Tu compasión no tiene cobijo, tus palabras son mudas
Y temes la sentencia porque no has podido hacer nada.

                                                                         Berkeley, 1967
 
 


MANERA

Tan sensible al olor de los hospitales y de los cuarteles, a la irrevocable humillación
Que debería haber pasado la vida en una celda de corcho, chasqueando los dientes,
Recibí de mis antepasados la prudencia y la tenacidad, de manera que encontré la manera:
El balanceo rítmico de las palabras compuestas, repetidas en la calle, en el autobús, en los bares, en las carreteras,
Y aún más en la duermevela de las horas matutinas, cuando la conciencia emerge como un molino de fantasmas.
Pero sólo podía hacerlo en polaco, en una lengua que nadie entendía, excepto los profesionales cabezas duras en el estadio de Wabash o de Milwaukee.
Y si pudiera no decir nada no diría nada, porque no dirigirme a nadie no me resultaba indiferente.
                                                                                               Berkeley, 1967
 
 


LENGUA MÍA FIEL

Lengua mía fiel,
Te he servido.
Cada noche te ponía delante cajitas de colores
Para que tuvieras un abedul, un saltamontes y un pinzón real
Guardados en la memoria.
 
Así fue durante muchos años.
Has sido mi patria, porque me faltaba cualquier otra.
Pensaba que serías también mediadora
Entre yo y la buena gente,
Aunque fueran veinte, diez
O no hubiesen nacido todavía.
 
Ahora reconozco mi duda.
Hay momentos en los que parece que he malgastado mi vida.
Porque eres la lengua de los humillados,
Lengua de los irracionales y de los que se odian
A sí mismos tal vez más que a otras naciones,
Lengua de los trastornados,
Enfermos de su propia inocencia.
 
Pero sin ti, ¿quién soy?
Tan sólo un erudito en un país lejano,
A success, sin temor ni humillaciones.
Sí, dime, quién soy sin ti.
Un filósofo, como cualquiera.
 
Lo entiendo, esto tiene que ser mi educación:
Arrebatada la gloria individual,
Al Pecador de la moralidad
El gran glorificador le extiende una alfombra roja
Y al mismo tiempo una linterna mágica
Proyecta en la tela imágenes de un martirio humano y divino.
 
Lengua mía fiel,
Quizás sea yo quien tiene que salvarte.
Así, te seguiré poniendo delante cajitas de colores
Claros y puros, si es posible,
Porque en la desgracia es necesario algún orden o belleza.

                                                           Berkeley, 1968

3 comentarios:

  1. Hola,

    ¿podría decirme quién es el traductor de los poemas de Czeslaw Milosz publicados en esta entrada y la otra (Poetas 109. Czeslaw Milosz II)?

    Saludos desde Polonia,
    Izabela

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  2. Hola,

    El traductor es Xavier Farré. Omití por olvido su nombre en la reseña, pero ya está incluido. En breve se completará la obra de Milosz con una selección de sus poemas finales.

    Muchas gracias.

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