martes, 16 de abril de 2024

PENSAMIENTOS 36. Patanjali (Yoga-sutra)

 


Se ha atribuido el tratado de Yoga-sutra, que aquí se expone en su totalidad, a Patanjali, pero apenas se sabe nada de él con certeza. Patanjali ha sido identificado por los indios con el gramático de igual nombre que vivió en el S. II A. C. Pero como se sabe que los yoga-sutras están influidos por el pensamiento de la filosofía budista tardía y, por consiguiente, tienen que pertenecer al periodo que va del IV al V siglo después de Cristo, Patanjali sólo podría ser el autor si se admite que compuso un antiguo Yoga-sutra que sufrió posteriormente una reelaboración considerable. No obstante, grandes diferencias entre el léxico del gramático y el del filósofo del yoga hacen dudoso que se trate de la misma persona.

El autor de el Yoga Sutra, en todo caso, se limitó a recoger las enseñanzas transmitidas por la tradición. Su acierto es haberlas relacionado con una nueva teoría filosófica adecuada a la época. El yoga Sutra bebe por igual tanto de las antiguas tradiciones de la práctica del yoga como de la filosofía Sankhya.

En su sentido literal el término “yoga” designa en sánscrito la acción de “uncir”, o lo que es lo mismo, poner en tensión todas las fuerzas. Sugiere la reunión y concentración de la actividad del espíritu sobre un determinado punto y, por tanto, la contemplación convertida en una técnica.  La idea de que el hombre puede alcanzar mediante determinados ejercicios y la observación de normas un estado extraordinario de arrobamiento en el cual adquiere un elevado grado de fuerzas y conocimiento, ha sido una creencia extendida en los antiguos indios védicos. Las raíces del yoga se pueden rastrear tanto en el Veda como en los Upanishads o en el Mahbharata, y en algunos pasajes aparece como el equivalente práctico del samkhya teórico. Mientras que unos con ayuda del samkhya podían penetrar hasta el conocimiento del espíritu universal, otros llegaban a la realización práctica del mismo mediante la práctica del yoga.

Los presupuestos filosóficos del yoga provienen, pues, del Samkhya, hasta el punto de que Mircea Eliade sentencia que el yoga comienza donde el Samkhya termina. El Samkhya es uno de las seis darshanas o doctrinas clásicas del hinduismo. Una filosofía de corte gnóstico que explica el mundo por medio de una teoría evolutiva que da origen a un dualismo cósmico. Admite dos principios eternos e independientes: La naturaleza primordial o Prakriti, que es no espiritual, inconsciente pero activa, y el Purusha, que es una sustancia espiritual y da origen a una pluralidad de almas o mónadas espirituales. Los atributos del Purusha son negativos. Es el que ve (testigo), está aislado y es indiferente o impasible, un simple espectador inactivo. Carece de inteligencia, pues no tiene cualidades, y tampoco tiene deseos. Por eso mismo, el Purusha es absolutamente libre, le son extraños los estados de conciencia, el fluir de la vida psicomental.

Aunque perfectamente homogénea, la sustancia primordial o Prakriti posee tres “modos de ser” que le permiten manifestarse de tres maneras distintas y que se llaman "gunas": a) sattva (modalidad de la luminosidad y de la inteligencia); b) rajas (modalidad de la energía motora y de la actividad mental); c) tamas (modalidad de la inercia estática y de la oscuridad psicomental). Los "gunas" tienen un carácter objetivo por una parte, pues constituyen los fenómenos del mundo exterior, pero también tienen un carácter subjetivo, ya que sustentan, alimentan y condicionan la vida psicomental. En virtud de un proceso evolutivo, la naturaleza creó un doble universo interior y exterior con correspondencias simpáticas. El cuerpo del hombre, así como sus funciones fisiológicas, sus sentidos, sus estados de conciencia y hasta su misma inteligencia son creaciones de la misma y única sustancia, la cual ha producido el mundo físico y sus estructuras. Según la exposición que hace Mircea Eliade sobre el Shamkya, la génesis del mundo se convierte así en un acto de entidad casi “psíquica”. Los fenómenos objetivos y psicofisiológicos proceden de una misma matriz; la única diferencia que los distingue es la fórmula de los "gunas": el sattva predomina en los fenómenos psicomentales; el rajas en los fenómenos psicofisiológicos (pasión, actividad de los sentidos), mientras que los fenómenos del mundo material están constituidos por los productos cada vez más densos e inertes del tamas (los átomos, los organismos vegetales y animales). De esta forma toda experiencia psíquica, incluida la moral, es concebida por el samkhya como un proceso material. Los "gunas" impregnan todo el universo y establecen una simpatía orgánica entre el hombre y el cosmos. Pero para el samkhya la creación tiene un carácter teleológico: está ordenada al servicio del espíritu. Aunque el Purusha (el yo) se ve obnubilado por las ilusiones y las confusiones de la creación cósmica, la Prakriti está volcada hacia la liberación del Purusha.

La conexión de las mónadas espirituales o almas con los productos de la naturaleza ha sido explicada por el samkhya recurriendo a una comparación que ha hecho fortuna en la filosofía de la India y que también aparece en el yoga-sutra de Patanjali. El cristal brillante, pero que en si carece de color, se tiñe de rojo cuando una flor roja es colocada detrás de él. Del mismo modo la mónada espiritual inalterable aparece como actuando, sufriendo, etc., cuando se verifican cambios en los cuerpos, órganos del pensamiento, etc., aparentemente unidos a ella. Quien no se deja arrastrar por esta ilusión cósmica que obnubila al espíritu y no cae en la trampa de confundir a éste con la actividad psicomental, aquel que se ha liberado de esta ignorancia metafísica que engendra dolor, logra al fin reconocer la verdadera naturaleza del espíritu o el sí-mismo y permanece libre. Para ello es necesario liberarse del apego y de la ignorancia ascendiendo por la escala del conocimiento. Cuando el ser individual por fin se torna consciente de que los estados naturales no pertenecen a su verdadera esencia como Purusha, entonces la liberación tiene lugar gracias a esta discriminación. El sabio sabe entonces que “eso yo no soy, eso no me pertenece”; es un mero espectador que no es afectado por la Prakriti, por el juego de la naturaleza primordial. El liberado permanece sometido a la existencia terrenal hasta el agotamiento de su karma en proceso de realización, pero subsiste para siempre como espíritu puro, incapaz ya de conocer, pensar, sentir, querer o actuar.

La gran diferencia entre el shamkhya y el yoga, es que el primero sostiene que para la liberación basta con un conocimiento metafísico adecuado, mientras que para el yoga este conocimiento es insuficiente si no se prepara el cuerpo y la mente por medio de una accesis y de un conjunto de técnicas de meditación. También para el yoga el dolor es ilusorio, pues se origina debido a la ignorancia metafísica. El error estriba en confundir la vida psíquica con la vida espiritual. Toda miseria proviene de este malentendido provocado por el mal conocimiento de sí mismo, un sí mismo que queda velado por las ilusiones de la creación cósmica. Rasgar este velo de maya por medio del conocimiento de sí mismo, tal es la tarea que se arroga el yoga. El yoga, por tanto, tiene como objetivo liberar al espíritu (Purusha) de la tiranía de la Naturaleza o la materia (Prakriti). Para ello cuenta con la ayuda de la inteligencia (buddhi), capaz de reflejar el espíritu, que es puro, eterno e impasible. Por su impasibilidad, por tanto, el espíritu no puede sufrir dolor. Este hay que atribuirlo a las experiencias psicomentales por las que atraviesa toda personalidad humana. Tanto el Shamkya como el yoga se proponen como meta esta liberación del dolor, negando que pueda afectar al espíritu. Esta ilusión sólo puede ser disipada por medio de un conocimiento metafísico, que se da por la revelación de que el espíritu o el sí mismo es la verdadera realidad. Se quiebra así la dualidad del conocimiento en el momento en el que el sujeto salta la barrera que lo separa del objeto hasta identificarse con él.

Asumiendo la tesis del shamkya, el yoga da un paso más allá al poner el énfasis en los instrumentos prácticos para acceder a este conocimiento espiritual que nos libera del dolor y de los males de la existencia. Por tanto, la condición del hombre, la ley de su existencia, está regida por el dolor, que es a la vez la condición para que el hombre desee liberarse. El dolor es el primer acicate para despertar y hace que el hombre busque la salvación. El dolor nace de la solidaridad del hombre con el cosmos, de la simpatía orgánica producida por los gunas que lo impregnan todo. Pero esta ilusión, que es un hecho cósmico, sólo puede ser despejada por medio del conocimiento, que es el verdadero remedio para extinguir el dolor. Así pues, tanto el yoga como el shamkya, establecen la ecuación entre el dolor y la ignorancia, que es el estado habitual del hombre. Es la ignorancia de confundir el espíritu con la materia, "el que percibe" con "lo que es percibido". Esta ignorancia metafísica produce experiencias psicológicas que nublan el verdadero conocimiento, provocando que el hombre viva en el error y en la ilusión, y que por tanto se aboque a una vida falsa. Puesto que la ignorancia es el gran mal del hombre, se deduce que la solución para su salvación y su liberación estriba en el conocimiento.

Pero ya no se puede buscar un conocimiento empírico -el cual sigue abundando en una situación de ignorancia-, sino un conocimiento que sólo se halla en la esfera espiritual: hay que conocerse a sí mismo, al Purusha. Para el yoga sólo vale aquel conocimiento que es experimental y práctico, es decir, aquel que se obtiene obrando y practicando. Estos instrumentos de conocimiento consisten en una técnica ascética y un método de contemplación. Para Mircea Eliade la finalidad del yoga es suprimir la conciencia normal en beneficio de una conciencia cualitativamente distinta. O dicho de otro modo, es el esfuerzo para alcanzar la plena comprensión del propio ser por medio de la práctica y el desapego. Es también la aptitud para dirigir la mente hacia un objeto dado sin la menor distracción. Cuando la mente permanece en un estado libre de distracción, gradualmente se llega a estar absorto en el objeto; se vuelve como un diamante sin defecto que sólo refleja los trazos del objeto. En este estado sólo se mantienen las facultades necesarias para la comprensión correcta. Pero esta situación sólo se produce gradualmente, puesto que nuestra comprensión del objeto esta deformada por las experiencias e ideas pasadas. Esta correcta comprensión del objeto suscita a la vez una mayor comprensión de nuestro verdadero ser. Llega un momento en que la percepción del objeto se hace pura, sin presencia de uno mismo, ni impresión de ninguna clase. La mente se hace abierta, límpida y transparente, sin que dicho estado sea buscado.

Pero para alcanzar este estado antes hay que liberarse de los obstáculos que provocan efectos dolorosos e impiden la claridad mental. Para Patanjali el mayor obstáculo y la causa de que las acciones de un hombre produzcan efectos dolorosos reside en la comprensión defectuosa, en el error de identificarse con la actividad mental. Es la incapacidad para discriminar "lo que percibe" de "lo que es percibido", para distinguir la conciencia profunda de la mental, el purusha de la prakriti. O como nos dice Patanjali (II,5), "es considerar permanente, puro, placentero y real lo que es perecedero, impuro, doloroso e irreal". El yoga se convierte en un proceso gradual para ir desembarazándose de estos obstáculos, entre los que se encuentran -además de la comprensión defectuosa- la confusión de valores, el exceso de apego, las aversiones irracionales y el sentimiento de inseguridad. El yoga también es un proceso de destrucción de los diferentes estados de conciencia normales hasta lograr que la conciencia confusa se vuelva clara. Pero para alcanzar el más alto estado de yoga, que es el samadhi, es preciso una preparación previa que consiste en una accesis.

Los libros I y II de Patanjali están dedicados esta esta actividad ascética (purificación, posiciones corporales y técnicas respiratorias). En el camino hacia esa conciencia clara se interpone los chittavriti, como se denomina en sánscrito a aquellos torbellinos mentales que agitan continuamente la conciencia. El origen de estos torbellinos mentales radica en las experiencias pasadas, en las latencias (vasana) sepultadas en lo hondo del inconsciente. De ahí que sin una exhaustiva técnica de control se vuelvan imposibles de dominar, pues se alimentan de la corriente psicomental. El yoga trata de conocer y dominar estas fuerzas subconscientes que dominan la personalidad humana, pues en ellas ve la matriz de todos actos e intenciones egoístas. El yoga aspira a dominar el inconsciente gracias a un esfuerzo de ascesis; también mediante las técnicas de unificación de los estados de conciencia.

Estas técnicas comienzan con la concentración sobre un objeto único (ekagrata) a fin de dominar los automatismos psicomentales. De esta manera el yoguin se va volviendo invulnerable a cualquier estímulo sensorial o a las asociaciones de la memoria. Pero para asegurarse del éxito de esta tarea de concentración ha de seguir un itinerario ascético y espiritual que se realiza por etapas. Ha de someterse en primer lugar a unas disciplinas (yama y niyama) que son de índole física y moral, como medios para fortalecer la fuerza de voluntad que luego ha de aplicar en su técnica. Esta fuerza de voluntad ha de ejercerla además por medio de un asana, una postura corporal adecuada cuya finalidad es poner fin a la movilidad y a la dispersión del cuerpo. La ejecución de un determinado ritmo de la respiración por medio de la técnica respiratoria del pranayama propicia, además, un estado firme y sereno de conciencia. Al permanecer inmóvil y armonizando la respiración, el yoguin logra retraer los sentidos de los objetos. Esta “retracción de los sentidos” o pratyahara, va acompañada de una inmersión en sí mismo. Se produce cuando la mente es capaz de permanecer en la dirección elegida, y los sentidos, que se desvían de los diversos objetos del entorno, siguen fielmente la orientación de la mente. En vez de conocer por medio de las formas y de los estados mentales normales, el yoguin se va desasiendo de los fenómenos y aprende a contemplar directamente la esencia de los objetos. Esta serie de disciplinas no son más que un preludio para un estado más avanzado de técnicas que conducen a alcanzar el más alto estado de yoga, que es el samadhi. Tales técnicas o etapas son: la concentración (dharana), la meditación (dhyana) y el propio samadhi en el que también se pueden distinguir diversas fases.

La concentración (dharana) es la fijación del pensamiento en un solo punto, a fin de llegar a la comprensión. La  meditación (dhyana)  es definida por Patanjali (III, 2) como “una corriente de pensamiento unificado”. Las actividades mentales forman una corriente ininterrumpida en relación exclusiva con el objeto. Para ello es preciso liberarse de la comprensión defectuosa, de la imaginación y de los recuerdos, a fin de profundizar en el conocimiento del objeto. Cuando el yoguin ha logrado “concentrarse” y “meditar” se llega al samadhi, un estado contemplativo en que el pensamiento capta inmediatamente la forma del objeto, sin ayuda de categorías o de la imaginación. Entre la concentración, la meditación y el último paso que es el samadhi no hay solución de continuidad y se puede ver como la circulación por un circuito virtuoso en que los tres estados se retroalimentan unos a otros.

No obstante, Patanjali  hace una diferenciación dentro del propio samadhi, pues no todo samadhi es capaz de revelar el yo, o el sí mismo. Se puede dar el "samadhi diferenciado" o con soporte (cuando se obtiene con ayuda de un objeto o una idea) o el "samadhi indiferenciado" (cuando se da fuera de toda relación). Durante el primero todas las funciones quedan detenidas, excepto la que medita sobre el objeto. En el segundo, en el "enstasis no diferenciado", sin embargo, toda conciencia desaparece. No es posible llegar a él sin haber experimentación suficientemente las especies de samadhi contenidas en la primera clase y llega sin que se lo provoque, como un rapto.

A medida que se intensifica el proceso de comprensión, liberándose de la comprensión defectuosa, de la imaginación y de los recuerdos, deja de funcionar la memoria y por tanto su secuela de asociaciones mentales. El pensamiento queda liberado de la presencia del yo y se convierte en el objeto, el cual es captado directamente, en su desnudez existencial. Pero esta conquista de la meditación se ha logrado gradualmente y por etapas. A su término ya se ha predispuesto el yoguin hacia el "samadhi sin simiente", que es la facultad del conocimiento absoluto, es decir, cuando el ser y el conocer se funden en una misma cosa. Al fijarse la conciencia en el samadhi, adviene la revelación del sí mismo, que es más bien una participación; con éste se logra dar fin al dolor de la existencia. El samadhi permite además penetrar más profundamente en la realidad: el conocimiento más profundo nos lleva a un estado del yoga que vuelve a producir más conocimiento. Es el paso del conocimiento al estado, que es, según Mircea Eliade, el rasgo más característico del samadhi

En el "enstasis no diferenciado" los objetos desaparecen de la conciencia, pero ésta no permanece vacía; al contrario, en este estado la conciencia está colmada por una intuición directa y total del ser. El yoguin se convierte entonces en un liberado en vida; liberado del dolor de la existencia, pero también de la cárcel del tiempo: vive en un eterno presente. Además, al alcanzar la más alta cima del samadhi, el yoguin toma posesión de sí mismo, en lo que implica una ruptura de nivel. Con el acceso a la penetración profunda del ser, el conocimiento se va transformando en dominio mágico, apropiándose de lo real: ha absorbido el ser en su totalidad; se ha convertido en él.

Como ha puesto de relieve Mircea Eliade, el yoga -tal como lo postula Patanjali- constituye una inversión de todos los valores humanos y su objetivo es la conquista de la libertad absoluta. El yoguin se ha comenzado a liberar mediante la retirada del mundo, al despegarse de bienes y ambiciones. Su conquista de la libertad prosigue con el dominio de lo real a través del conocimiento y liberándose de la temporalidad y de las fuerzas del inconsciente. El resultado final de esta liberación es la superación de la condición humana y el sufrimiento. Ha conseguido transformar el caos de la vida psicomental en un cosmos, es decir, la realización del ritmo en todos los planos de la vida psicosomática. En su búsqueda del centro y del conocimiento de sí mismo, trata de saciar una vieja ambición de todas las religiones: armonizar la vida y la muerte, el ser y el no ser, lo vacío y lo superabundante: es decir, hacer que coincidan los contrarios, confundirse con el todo, recobrar la unidad primordial. Pero como nos advierte Eliade, este retorno al origen no es una simple regresión a lo indistinto primordial. El jitvatki, el liberado en vida que ha alcanzado el samadhi recobra esta situación originaria, en la que se ha extinguido la dualidad, ahora enriquecida por las dimensiones de la libertad y la transconciencia. Renace a un nuevo modo de ser y revive en un mundo sagrado donde todo se llena de trascendencia y de sentido.


SAMAADHI PAADA

EL LIBRO DE LA INTERIORIZACIÓN

 

SUTRA 1: Aquí queda declarada la enseñanza para alcanzar el yoga.

 

SUTRA 2: El yoga se alcanza por medio del control de los movimientos de la conciencia.

 

SUTRA 3: Cuando logra esto, el observador queda asentado en su naturaleza esencial.

 

SUTRA 4: En cualquier otro caso, permanece identificado con los movimientos mentales.

 

SUTRA 5: Estos movimientos mentales son de cinco tipos, y unos son positivos y otros negativos.

 

SUTRA 6: Y son: el conocimiento verdadero, el conocimiento falso, lo que la mente concibe, el sueño profundo y la memoria.

 

SUTRA 7: El conocimiento verdadero se alcanza por percepción directa, por deducción lógica o por tradición.

 

SUTRA 8: El conocimiento falso consiste en una mala comprensión que no se corresponde con la naturaleza real de las cosas.

 

SUTRA 9: Las concepciones de la mente proceden de un conocimiento lingüístico que carece de correspondencia con la realidad.

 

SUTRA 10: El sueño profundo consiste en la sensación de carencia de existencia.

 

SUTRA 11: La memoria se debe a que el objeto percibido no desaparece por completo.

 

SUTRA 12: Estos movimientos pueden ser detenidos por medio de la práctica específica y el desapasionamiento.

 

SUTRA 13: La práctica específica es el esfuerzo que se realiza con miras a esa detención.

 

SUTRA 14: Pero sólo logra su objeto si se ejercita largo tiempo, correcta e ininterrumpidamente.

 

SUTRA 15: El desapasionamiento consiste en la conciencia de control que posee todo aquel que no experimenta deseo por lo visto o revelado.

 

SUTRA 16: El que alcanza la completa comprensión del ser verdadero alcanza al supremo, y tal comprensión se hace manifiesta por la total indiferencia hacia los atributos de la materia.

 

SUTRA 17: La estabilización interior consciente se alcanza por medio de reflexiones sobre la realidad grosera o sutil, por medio de la alegría o por conciencia de existencia individual.

 

SUTRA 18: Mas este estado puede llevarse más allá de la conciencia si prima el esfuerzo por la vía de la renuncia, de modo que en la conciencia tan sólo queden vestigios.

 

SUTRA 19: El estado de los seres desencarnados y de los disueltos en la materia primordial, se basa en su persistencia en experimentar su esencia.

 

SUTRA 20: Los otros [los yoguis] alcanzan tal estado por vía de la fe, la energía, la vigilancia, la interiorización y la sabiduría.

 

SUTRA 21: Este estado es afín a los que practican intensamente.

 

SUTRA 22: La interiorización más allá de la conciencia presenta diversos grados según si la práctica [del yogui] es leve, moderada o intensa.

 

SUTRA 23: Tal interiorización también es afín a los que se abandonan en el absoluto.

 

SUTRA 24: Que consiste en una individualización específica que se mantiene indiferente ante el dolor y ante las consecuencias inmediatas o remotas de la acción.

 

SUTRA 25: Donde reside potencialmente el grado supremo de sabiduría.

 

SUTRA 26: Que es maestro por excelencia al no estar determinado en el tiempo.

 

SUTRA 27: Que debe ser nombrado con su designación más elevada.

 

SUTRA 28: Cuya propia reiteración evoca su significado.

 

SUTRA 29: Así se alcanza la interiorización de la conciencia y la desaparición de los obstáculos.

 

SUTRA 30: La dispersión de la mente se debe a estos obstáculos: enfermedad, indolencia, duda, desaliento, pereza, desbordamiento mental, confusión, ineptitud para lograr un cierto grado de evolución e ineptitud para conservarlos.

 

SUTRA 31: La dispersión mental trae consigo dolor, depresión, nerviosismo y respiración alterada.

 

SUTRA 32: Para evitar todo esto es preciso el esfuerzo encauzado a lograr la estabilidad en una sola entidad.

 

SUTRA 33: La paz de la conciencia se consigue mediante la proyección de simpatía, compasión, alegría y justicia sobre todas las cosas, ya sean felices, desventuradas, virtuosas o deshonestas.

 

SUTRA 34: Y mediante la retención y la expulsión del aliento.

 

SUTRA 35: Y mediante la percepción continuada del objeto con una mente estable.

 

SUTRA 36: Pues en este caso la percepción es luminosa y ajena al sufrimiento.

 

SUTRA 37: Y mediante la orientación de la conciencia hacia aquellos que han alcanzado la liberación del deseo.

 

SUTRA 38: Y mediante la fundamentación de la conciencia en el conocimiento obtenido durante el sueño.

 

SUTRA 39: Y mediante la meditación centrada en las cosas agradables.

 

SUTRA 40: Entonces, cuando la conciencia alcanza la paz, su poder abarca desde lo más ínfimo a lo más grandioso.

 

SUTRA 41: Cuando los movimientos mentales han sido desterrados de la conciencia, entonces, tanto el conocimiento como el objeto conocido se reflejan en la conciencia que, como si se tratase de una joya transparente, es coloreada por ellos, y esta coloración constituye la identificación última entre el interior y el exterior.

 

SUTRA 42: Y entonces, por esa identificación, ante una realidad grosera, la reflexión establece una mezcolanza entre la idea del sonido apropiado a esa realidad, su significado concreto y la comprensión de la misma.

 

SUTRA 43:  Y tras la completa purificación de la memoria, la reflexión, yendo más allá de esa realidad grosera, la despoja de su propia naturaleza y descubre la cosa en sí.

 

SUTRA 44: Del mismo modo operan la reflexión y la ultrarreflexión ante una realidad sutil.

 

SUTRA 45: Por eso la sutileza de los objetos es indefinida.

 

SUTRA 46: Sin duda, estas identificaciones son interiorizaciones profundas con semilla.

 

SUTRA 47: La claridad del ser interior se hace manifiesta por la transparencia ultrarreflexiva sobre la realidad sutil.

 

SUTRA 48: Ante tal transparencia, la penetración intuitiva es verdadera.

 

SUTRA 49:  Y su dominio es distinto al del conocimiento intuitivo logrado por la tradición y la deducción, pues la finalidad de éstas es lo particular.

 

SUTRA 50: El efecto potencial surgido de esta intuición, supone la inhibición de cualquier otro efecto potencial.

 

SUTRA 51: Cuando este efecto potencial también es inhibido, tiene lugar la interiorización profunda sin semilla, pues entonces son inhibidos todos los contenidos de la conciencia.

 

LIBRO II (DE LA PRÁCTICA)

SAADHANA PAADA

 

SUTRA 1: La autodisciplina, el estudio de sí mismo y el desprendimiento son las acciones necesarias para alcanzar el yoga.

 

SUTRA 2: Su fin es provocar la interiorización suprema y reducir las causas de aflicción.

 

SUTRA 3: La ignorancia esencial, la conciencia de existencia, la pasión, el rechazo incontrolado y el instinto de supervivencia son las cinco causas de aflicción.

 

SUTRA 4: La ignorancia esencial es la tierra de la que brotan las otras cuatro, y se encuentran en ella en estado potencial, de forma atenuada, de forma subyugada o en estado activo.

 

SUTRA 5: La ignorancia esencial considera permanente, puro, placentero y real lo que es perecedero, impuro, doloroso e irreal.

 

SUTRA 6: La conciencia de existencia individual consiste en la identidad entre las energías del observador y de la observación.

 

SUTRA 7: El deseo es el fundamento de las experiencias placenteras.

 

SUTRA 8: El rechazo es el fundamento de las experiencias dolorosas.

 

SUTRA 9: El instinto de supervivencia, por su propia naturaleza fluida, arraiga incluso en el sabio.

 

SUTRA 10: Estas causas pueden evitarse en su manifestación sutil mediante un proceso de involución.

 

SUTRA 11: Y los procesos mentales ligados a ellas pueden ser evitados por vía de la meditación.

 

SUTRA 12: Las causas de aflicción son el fundamento de todas las acciones cometidas, y sus efectos pueden manifestarse en la presente o en la futura.

 

SUTRA 13: Existiendo la raíz, existen sus consecuencias, las cuales se hacen manifiestas en una existencia terrenal más o menos larga, y son inscritas en un determinado entorno social capaz de procurar las experiencias adecuadas.

 

SUTRA 14: Los efectos complacientes o dolorosos vienen causados por acciones positivas o negativas.

 

SUTRA 15: El de recta visión, sabe que todo es dolor causado por los sufrimientos debidos al continuo cambio, la predestinación, los condicionamientos heredados y el conflicto causado por los movimientos de las cualidades de la materia.

 

SUTRA 16: Debe evitarse el dolor aún no brotado.

 

SUTRA 17: La raíz de lo que debe ser evitado se halla en el vínculo entre el que ve y lo que ve.

 

SUTRA 18: La inclinación hacia lo luminoso, la acción y la indiferencia, permite que lo visible tome forma por la concurrencia de los elementos y la percepción de los sentidos, cuya finalidad es lograr la liberación por medio de su experiencia.

 

SUTRA 19: La materia concluye en lo particular y lo universal, en lo móvil y lo inmóvil.

 

SUTRA 20: El observador que es pura observación, a pesar de su pureza, percibe las experiencias.

 

SUTRA 21: La razón de ser de lo visible radica sólo en su sí mismo.

 

SUTRA 22:  Lo visible desaparece para quien aprende su significado, pero permanece por ser común.

 

SUTRA 23: El vínculo entre el que ve y lo que ve, tiene su razón de ser en la penetración en la auténtica naturaleza de las energías de ambos.

 

SUTRA 24: La raíz de este vínculo es la ignorancia esencial.

 

SUTRA 25: Con la disolución de ésta, se disuelve el vínculo, y esta disolución es la renuncia, el aislamiento trascendental de la observación.

 

SUTRA 26. Para lograr esta disolución, es preciso un conocimiento discriminativo firme.

 

SUTRA 27: El que lo que lo posee se encuentra al final de los siete pasos de la intuición trascendental.

 

SUTRA 28: La práctica ininterrumpida de las partes del yoga, destruye las impurezas y arroja una luz creciente de sabiduría sobre el conocimiento discriminativo.

 

SUTRA 29: Las ocho partes del yoga son la conducta social, la conducta personal, las posturas, el control de la energía fundamental, la abstracción sensorial, la concentración, la meditación y la interiorización profunda.

 

SUTRA 30: La conducta social consiste en no causar daño alguno, ser sincero, no robar, ser moderado en los placeres sensuales y poseer lo justo y necesario.

 

SUTRA 31: Esta conducta es un deber fundamental y debe cumplirse siempre, más allá de las circunstancias, la posición social, el lugar y el momento.

 

SUTRA 32: La conducta personal contempla la pulcritud, la complacencia, la disciplina, el estudio de sí mismo y la sumisión a lo absoluto.

 

SUTRA 33: A fin de desterrar cualquier cosa que pueda interferir esta conducta, es aconsejable ejercitarse en las acciones opuestas a las interferencias.

 

SUTRA 34: Estas interferencias, como son causar daño o cosas parecidas, ya se trate de hechos consumados, ya se trate de inclinaciones a cometerlos, ya sean hechos aceptados, ya sean fruto de la codicia, de la ira o de la ligereza, y ya sean leves, medios o intensos, conducen a un dolor sin fin y a la ignorancia. Por eso es preciso ejercitarse en sus opuestos.

 

SUTRA 35: Cuando la inclinación a no causar mal alguno queda firmemente establecida [en el yogui], queda relegada de su persona toda enemistad.

 

SUTRA 36: Cuando la sinceridad queda firmemente establecida [en el yogui], tanto sus obras como sus efectos dependen tan sólo de él.

 

SUTRA 37: Cuando la honradez queda firmemente establecida [en el yogui], brotan para él toda suerte de riquezas.

 

SUTRA 38: Cuando la moderación en los placeres sensuales queda firmemente establecida [en el yogui], le sobreviene una gran fortaleza.

 

SUTRA 39: Cuando la inclinación a poseer lo justo y necesario queda firmemente establecida [en el yogui], está en vías de comprender el por qué de su existencia.

 

SUTRA 40: La pulcritud conlleva el distanciamiento del propio cuerpo y el aislamiento social.

 

SUTRA 41: Y proporciona purificación mental, alegría, vigilancia, control de los sentidos y capacidad de autoobservación.

 

SUTRA 42: La complacencia proporciona una felicidad perfecta.

 

SUTRA 43: La autodisciplina destruye las impurezas y perfecciona el cuerpo y los sentidos.

 

SUTRA 44: El estudio de sí mismo conlleva la reunión con la deidad que la devoción contempla.

 

SUTRA 45: Por la sumisión a lo Absoluto se alcanza la interiorización Suprema.

 

SUTRA 46: La postura debe ser firme y placentera.

 

SUTRA 47: Y se consigue por relajamiento de la tensión y por identificación entre el yo interno pacificado y el infinito.

 

SUTRA 48: Así se logra la unidad de los contarios.

 

SUTRA 49: Después se debe controlar la energía fundamental por la interrupción del flujo respiratorio.

 

SUTRA 50:  Es preciso controlar el interior, el exterior y el movimiento respiratorio, que debe ser suspendido teniendo presentes el espacio que recorre, el tiempo que invierte en ello y el número de inhalaciones y exhalaciones, convirtiendo el proceso en un movimiento prolongado y sutil.

 

SUTRA 51: La cuarta cosa que debe ser controlada trasciende lo interno y lo externo.

 

SUTRA 52: Así queda destruido el velo que oculta la luz.

 

SUTRA 53: Y [el yogui] queda habilitado para concentrar su mente.

 

SUTRA 54: La abstracción sensorial es como una imitación de la auténtica naturaleza de la conciencia, pues los órganos de los sentidos quedan desconectados de sus objetos.

 

SUTRA 55: Logrando con ello la completa sumisión de los sentidos.

 

 

VIBHUTI PAADA

EL LIBRO III DE LAS MANIFESTACIONES

 

SUTRA 1: La concentración consiste en fijar la mente en un solo punto.

 

SUTRA 2: La meditación consiste en el sostenimiento prolongado de la vivencia en el estado de concentración.

 

SUTRA 3: La interiorización profunda se da en ese preciso instante, con el objeto en sí como único contenido de la conciencia, como si el vacío fuese su auténtica y única naturaleza.

 

SUTRA 4: Estas tres afirmadas en un mismo objeto conforman el control mental.

 

SUTRA 5: Cuyo dominio concede sabiduría.

 

SUTRA 6: El control de la mente se practica por etapas.

 

SUTRA 7: La concentración, la meditación y la interiorización profunda son etapas internas respecto las anteriores.

 

SUTRA 8: Pero son externas respecto la interiorización profunda sin semilla.

 

SUTRA 9: La renuncia surge al contener la mente, pues entonces los impulsos subliminales externos desaparecen y aparecen los internos.

 

SUTRA 10: La homogeneidad con que mana la renuncia es debida al impulso subliminal.

 

SUTRA 11: para alcanzar la interiorización profunda es preciso suprimir todo lo que pueda distraer a la mente y evitar que la atención se disperse.

 

SUTRA 12: En este instante tiene lugar la identificación entre la idea que se reprime y la idea que aparece, y en esto consiste la transformación unidireccional.

 

SUTRA 13:  Del mismo modo quedan descritos los cambios en la forma, el tiempo y el estado con respecto de los elementos y los sentidos.

 

SUTRA 14: La sustancia inmutable es lo que permanece tras la forma que desaparece, la que surge y la indeterminada.

 

SUTRA 15: Las distintas transformaciones son debidas a la diversidad de sucesiones.

 

SUTRA 16: El control de la mente examinando los tres tipos de cambio [formal, temporal y de estado] proporciona  el conocimiento del pasado y el futuro.

 

SUTRA 17: Por medio del autocontrol, es posible discernir entre las distintas impresiones que produce el sonido, rescatando el significado y las ideas diferenciales que por lo general se confunden entre sí y proporcionando un conocimiento sobre los sonidos de todos los elementos.

 

SUTRA 18: El impulso subliminal proporciona una percepción directa que otorga un conocimiento de las vidas anteriores.

 

SUTRA 19: El autocontrol permite la percepción del pensamiento ajeno, proporcionando el conocimiento de la sustancia mental del otro.

 

SUTRA 20: Aunque no proporciona el conocimiento del fundamento del pensamiento ajeno, pues tal fundamento no era el objeto del autocontrol.

 

SUTRA 21: El autocontrol sobre el propio cuerpo detiene la energía que lo hace visible, estableciendo una separación entre los ojos ajenos y la luz desprendida por el cuerpo, proporcionando invisibilidad. También así se explica que [el yogui] pueda lograr no ser oído por los otros.

 

SUTRA 22: El autocontrol sobre la causa, ya sea de efecto inmediato o remiso, así como el autocontrol sobre los signos premonitorios, proporciona conocimiento sobre el fin último

 

SUTRA 23: El autocontrol sobre la cordialidad refuerza esta cualidad.

 

SUTRA 24: El autocontrol sobre la propia fuerza, otorga la fuerza del elefante.

 

SUTRA 25: El autocontrol sobre la luz de la inteligencia fijado en el punto de fusión entre el que observa y lo observado, proporciona el conocimiento de lo sutil, lo oculto y lo lejano.

 

SUTRA 26: El autocontrol proyectado sobre el sol otorga conocimiento sobre el cosmos.

 

SUTRA 27: El autocontrol proyectado sobre la luna otorga conocimiento sobre el orden estelar.

 

SUTRA 28: El autocontrol proyectado sobre la inmutable estrella polar otorga conocimiento sobre el movimiento de las estrellas.

 

SUTRA 29: El autocontrol proyectado sobre el centro de energía del vientre otorga conocimiento sobre el sistema corporal.

 

SUTRA 30: El autocontrol proyectado sobre la cavidad de la garganta inhibe el hambre y la sed.

 

SUTRA 31: El autocontrol proyectado sobre el conducto de la tortuga otorga estabilidad.

 

SUTRA 32: El autocontrol sobre la luz emplazada en la coronilla otorga la visión de los seres perfectos.

 

SUTRA 33: El autocontrol proyectado sobre el corazón otorga la comprensión de la mente.

 

SUTRA 34: Todos estos conocimientos también son otorgados por la iluminación instintiva.

 

SUTRA 35: La experiencia es el resultado de la identificación del sí mismo con la luz de la inteligencia, aunque ambos sean radicalmente distintos. El autocontrol proyectado sobre lo que existe para otro y lo que existe para sí, otorga el conocimiento del sí mismo trascendental.

 

SUTRA 36: De este modo se alcanza la iluminación instintiva y el completo dominio del oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato.

 

SUTRA 37: Este dominio es una conquista de la conciencia activa, pero supone un obstáculo para alcanzar la interiorización profunda.

 

SUTRA 38: Por medio del autocontrol las causas de los vínculos son debilitadas, y se obtiene con ello un conocimiento sobre la transferencia, de modo que la mente puede entrar en otro cuerpo.

 

SUTRA 39: El control de la energía ascendente procura el ascenso del cuerpo sutil tras la muerte física y permite no ser afligido por el agua, el barro ni las espinas.

 

SUTRA 40: El control del aliento regulador otorga al cuerpo luz inagotable.

 

SUTRA 41: El autocontrol proyectado sobre el punto de unión que existe entre el espacio vacío y el sentido del oído permite que cualquier cosa pueda ser escuchada.

 

SUTRA 42: El autocontrol proyectado sobre el vínculo de unión entre el espacio vacío y el cuerpo, por medio de una identificación entre el yo interior con la ligereza del algodón, otorga ingravidez.

 

SUTRA 43: Por el profundo proceso mental desplegado sin concurso del cuerpo, el velo que oculta la luz se disgrega.

 

SUTRA 44: El autocontrol proyectado sobre la forma física, la naturleza esencial, la forma sutil, su unión y su sentido, otorga el dominio de los elementos.

 

SUTRA 45: De este modo, al alcanzarse la independencia del aspecto formal y cambiante, se adquiere la facultad de empequeñecerse.

 

SUTRA 46: Esta perfección corporal consiste en la adquisición de una nueva forma, provista de graciosos movimientos y de una fuerza y firmeza colosales.

 

SUTRA 47: El autocontrol proyectado sobre la aprehensión, sobre la auténtica naturaleza, sobre la individualidad, su interrelación y su significado, otorga el dominio de los sentidos.

 

SUTRA 48: Y tal dominio permite la transmigración espontánea de la mente, la percepción más allá de los sentidos y la conquista de la materia primordial.

 

SUTRA 49: La hegemonía sobre todos los estaedos de existencia y el conocimiento absoluto, sólo pueden alcanzarse discrimando entre la luz de la mente y el sí mismo.

 

SUTRA 50: Y por el desapego que resulta del conocimiento discriminativo, se destruye la fuente de imperfección y se alcanza el asilamiento trascendental.

 

SUTRA 51: La inclinación hacia la consideración social, ocasiona la aparición del orgullo y el regreso de los obstáculos.

 

SUTRA 52: El autocontrol proyectado sobre un instante y sobre la sucesión consecutiva de instantes otorga el conocimiento discriminativo.

 

SUTRA 53: Este conocimiento permite distinguir entre los objetos similares que no permiten ser discriminados ni por su posición, ni por su aspecto temporal ni por sus circunstancia externas.

 

SUTRA 54: El conocimiento discriminativo consiste en un conocimiento trascendente caracterizado por tener un único objeto en el que están englobados la totalidad de los objetos, por ser un medio en el que está englobada la totalidad de los medios, y por englobar en un solo instante todos los instantes.

 

SUTRA 55: El aislamiento trascendental tiene lugar cuando se alcanza la absoluta pureza de la luz de la mente y del sí mismo.

 

 

KAIVALYA PAADA

EL LIBRO IV DEL AISLAMIENTO TRASCENDENTAL

 

SUTRA 1: Las aptitudes sobrenaturales pueden ser innatas o bien ser adquiridas por el consumo de hierbas, o por medio encantamiento, o por vía ascética o por interiorización profunda.

 

SUTRA 2:Las transformaciones que experimentan las especies son el resultado del continuo fluir de la naturaleza.

 

SUTRA 3: La inteligencia no transforma la naturaleza, sino que modifica los obstáculos como si se tratase de un campesino.

 

SUTRA 4: Las conciencias individualizadas son ffruto de la conciencia de existencia.

 

SUTRA 5: El único fin de la mente es gobernar la actividad de las conciencias.

 

SUTRA 6: La conciencia surgida de la meditación queda liberada por completo del rastro de las impresiones recibidas.

 

SUTRA 7: Las acciones del yogui no son ni brillantes ni oscuras. Las de los otros son de tres tipos.

 

SUTRA 8: Pues en estos últimos, los deseos latentes acaban por manifestarse plenamente en su momento preciso y de acuerdo a sus constituyentes fundamentales.

 

SUTRA 9: Las impresiones subliminales, que se distinguen entre sí por género, lugar y tiempo, se suceden lógicamente, pues su naturaleza es similar a la memoria.

 

SUTRA 10: Ahora bien, carecen de principio, pues el deseo que conciben es eterno.

 

SUTRA 11: Y sólo desparecen cuando desaparece el punto crucial entre causa y efecto y entre objeto y soporte.

 

SUTRA 12: La naturaleza del pasado y el futuro no se distingue de la naturaleza del presente; la manifestación de una u otra depende tan sólo del estado del punto crucial.

 

SUTRA 13: Las cualidades de los objetos, manifiestas o no, dependen de los constituyente esenciales.

 

SUTRA 14: La diversidad en la naturaleza esencial de las cosas, es debida a que cada cambio en los constituyentes esenciales es únnico.

 

SUTRA 15: Cada mente percibe la misma cosa de manera distinta.

 

SUTRA 16: Así pues, la cosa es conocida o desconocida según afecta a la mente.

 

SUTRA 18: El sí mismo, por ser inmutable, es conocedor de todos los procesos de la mente.

 

SUTRA 19: Por lo tanto, la mente no se percibe a sí misma, pues ella misma es percibida.

 

SUTRA 20: Así pues la mente no tiene conciencia de todo.

 

SUTRA 21: Si lo que se conoce pudiese ser conocido por una producción de la mente, sería también conocido por producciones sucesivas de la mente y se crearía una confusión entre los recuerdos latentes.

 

SUTRA 22: El observador toma conciencia de la idea de sí mismo cuando la capacidad discrinativa toma conciencia de su propia forma.

 

SUTRA 23: Cuando la mente alcanza la uniformidad entre el observador y lo observado, alcanza la totalidad de su significado.

 

SUTRA 24: Aunque sus movimientos vengan causados por múltiples deseos potenciales, la mente opera para el observador, pues mente y observador están vinculados.

 

SUTRA 25: La conciencia de ser uno se disuelve para el que alcanza la diferencia entre el observador y la mente.

 

SUTRA 26: Entonces la mente tiende hacia la discriminación y se encamina hacia el aislamiento trascendental.

 

SUTRA 27: De todos modos, aún entonces aparecen ideas esporádicamente debido a la presencia de impresiones latentes.

 

SUTRA 28: La eliminación de estas impresiones se logra del mismo modo que se eliinaban los obstáculos.

 

SUTRA 29: La interiorización profunda con abundancia de virtudes es consiguiente a la sabiduría nacida del discernimiento en aquellos que renuncian incluso a la búsqueda más profunda.

 

SUTRA 30: Así quedan eliminados los efectos de las accones resultantes de las causas de aflicción.

 

SUTRA 31: Y con la supresión de todo obstáculo e impureza, lo comprendido se hace insignificante el conocimiento infinito.

 

SUTRA 32: En consecuencia, por la estabilización interior alcanzada y por la aprehensión de su sentido, queda detenido el proceso de transformación de los constituyentes esenciales.

 

SUTRA 33: La sucesión se opera en cada instante, pero sólo puede ser percibida al quedar detenidas las transformaciones de los constityentes esenciales.

 

SUTRA 34: El aislamiento trascendental tiene como fin alcanzar la conciencia en sí misma, cosa la cual consiste en una involución de los elementos primeros de la naturaleza, que han perdido todo sentido para el sí mismo.


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