Moguer, Huelva 1881- San Juan, Puerto Rico 1958). Juan Ramón Jiménez vivió su primera juventud entre Huelva y Sevilla, ciudad, está última, en que comenzó a cursar estudios de derecho, interrumpidos luego por su traslado a Madrid en 1900. Allí publica sus primeros libros, se entera de la ruina del negocio familiar, e ingresa durante varios meses en un sanatorio psiquiátrico, aquejado de una neurosis depresiva provocada por la noticia de la muerte del padre -se imaginó que era él mismo quien moría o podía morir, y desde aquel momento un pavor a la muerte le acompañó de por vida-. En 1906 se retira durante unos años a Moguer y allí escribe “Platero y yo”, hasta que en 1911 regresa definitivamente a Madrid con el ansia de estar en contacto permanente con los poetas y las ideas importantes del momento. Decisivo para la vida y la obra de Juan Ramón iba a ser el encuentro en 1913 con Zenobia Camprubí, culta escritora y traductora de Tagore, y que se iba a convertir, a la postre, en la esposa, secretaria copista, traductora y agente de su obra. Los años en Madrid antes del exilio son años en que publica gran parte de su obra en revistas y comienza a ejercer su magisterio sobre las generaciones poéticas posteriores, dirigiéndose siempre, tal como reza la dedicatoria en uno de sus libros, “a la inmensa minoría”. Juan Ramón fue un poeta puro e hipersensible que dedicó su vida a la belleza, y que compuso exquisitos y repulidos poemas, acorazado en su torre de marfil, siempre aislado del ruido exterior dentro una habitación acorchada, alejado de bullicios y visitas, y sólo interrumpido en su tarea creativa por la entrada de una criada que le anunciaba la hora del crepúsculo, mientras a la vez le abría la puerta del balcón que daba al poniente. A este respecto, cuenta Sánchez Barbudo que, el día de la proclamación de la república, J.R.J no pudo sumarse al júbilo general porque por entonces tenía en casa -una de las muchas casas a las que se mudaban en busca siempre de más tranquilidad- una cuadrilla de albañiles que estaban levantando otra pared con la que aislarse aún más del ruido exterior. Al estallar la guerra civil, el poeta abandona España con destino a Washington para ocupar un puesto en la embajada cultural y dedicarse a la docencia. Antes de trasladarse a Puerto Rico en 1950, sufre otra crisis depresiva que le conduce a un nuevo internamiento. Se cuenta que Juan Ramón nunca logró superar la nostalgia del exilio -se echaba a llorar si oía hablar en español o escuchaba flamenco- y que éste era uno de los motivos de las constantes crisis que le impedían trabajar en su obra y que obligaban a hospitalizarlo. El 28 de octubre de 1956 fallecía, en San Juan, Zenobia Camprubí después de una larga enfermedad de cáncer, y tras haber renunciado a un tratamiento adecuado en Estados Unidos, ya que J. R. J no soportaba el tráfago de la vida americana y tampoco quería quedarse solo. Después de la desaparición de Zenobia, abatido por una nueva depresión, fue hospitalizado y no volvió a escribir ya más poemas hasta su muerte en 1958. En uno de sus últimos apuntes en una libreta, dejó constancia de su recuerdo atormentado: “A Zenobia de mi alma este último recuerdo de su Juan Ramón, que le adoró como a la mujer más completa del mundo y no pudo hacerla feliz”. Tres días antes de fallecer Zenobia, le había sido concedido al poeta el premio nobel de literatura, “por su poesía lírica que, en el idioma español, constituye un ejemplo de elevado espíritu y pureza artística”. Este implacable proceso de depuración por el que pasa su obra, puede ser resumido con las propias palabras del poeta: “1. Influencia de la mejor poesía “eterna” española, predominando el Romancero, Góngora y Bécquer. -2 El “modernismo”, con la influencia especial de Rubén Darío. -3 Reacción brusca a una poesía profundamente española, nueva, natural y sobrenatural , con las conquistas formales del “modernismo”. -4 Influencias generales de toda la poesía moderna. Baja de Francia. -5 Anhelo creciente de totalidad. Evolución creciente, seguida, responsable, de la personalidad íntima, fuera de escuelas y tendencias. Odio profundo a los ismos y a los trucos. – y siempre Angustia dominadora de eternidad”. Después de un periodo modernista y de exacerbada sensibilidad romántica, surge una poesía más metafísica e íntima que se culmina en 1915 con “Diario de poeta y mar” -antiguamente titulado “Diario de poeta recién casado” y modificado después por el propio Juan Ramón-. En 1917, con “Arenal de Eternidades” -antiguamente, titulado “Eternidades”-, da el salto definitivo hacia la “poesía pura” mediante un verso libre que aparece despojado de adjetivaciones y que busca la precisión de la inteligencia. Pertenecen a este periodo “Piedra y Cielo” (1919) y “Belleza” (1923). Con la publicación en 1949 de “Animal de fondo”, Juan Ramón Jiménez entra en su fase más mística, abrigando una concepción panteísta del mundo y de la vida. El poeta puede alcanzar la redención dedicándose a la Obra, la cual le salva de la aniquilación y le reintegra al ser total de la belleza.
ESE
tan mal que parezco casi de verdad, ven, pinta-
me nuevamente, y bien, de modo que parezca casi de mentira.
(1912, de “La sien pensativa”
PONER LA TARDE EN ORDEN
La tarde hace más grande mi dolor, más oscuro. Como un fantasma, se adelanta el remordimiento
y, con dedos de sombra, escribe sobre el muro un “Mane Thecel Phares” inminente y sangriento.
Con el llanto que brota mi corazón habría para para colmar un mundo de miseria y de escoria;
las nubes pasan negras, y me ponen umbría la ilusión, frío el sueño, y medrosa la gloria.
!Y qué mano pudiera desbaratar lo hecho, clavar en cada espina una hoja de rosa,
poner la tarde en orden, y convertir el pecho en una estrella grande, serena y luminosa!
(De “Tiempo de melancolía)
*****
A LA LUNA DEL ARTE
Te he dado, sol insomne, latido por latido
todo mi corazón. Tu corona luciente,
como vasallo fiel y noble, la he servido
bien. No me quedan armas que ofrecerte, ni jente.
Tú, en cambio, como pago de esta servidumbre,
que no aprisiona, ni entristece, ni degrada,
me has concedido, reina, la divina costumbre
de tener, como tú, el alma desvelada.
Cuando venga la muerte a llamar a mi puerta,
encontrará en mi choza, entre hojarasca, un leño.
!Sí, mi fragancia huele ya en lo azul de tu huerta.
Mi canción es ya eterno ruiseñor de tu ensueño!
(de “Poemas impersonales”)
*****
CONDENADO A NOMBRAR
Condenado a nombrar,
crea los nombres.
Derivarán los hombres;
luego derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra de amor de unos hombres,
del olor de unas rosas.
Del amor y el olor
de rosas y de hombres,
para que otros hombres
sepan de hombres y de rosas,
creo los nombres,
condenado a nombrar.
(De “Poemas impersonales”)
*****
TODO ES YA DE PIEDRA
!Y qué yelo en la planta de este pie alternado, que tuve que aguantar sobre la tierra!
(¿Esto era el fin, mujeres, arte, amor?)
Grité a las estrellas que aún tienen la luz, ahogándome en ellas: !Salvadme, estrellas mías!
Pero ellas las estrellas que aún tienen luz, sentadas en el borde del infinito, con sus plantas tibias me echaron de ellas: !Salvadme, estrellas de mí (ó, salvadme)!
Y me ahogaba en el mar hondo del frío.
Vuelvo otra vez a lo ya inútil: !Salvadme amor, arte, mujeres!
Mas todo es ya de piedra, igual lo voy siendo yo, y nada (y nadie) pudo contestarme.
*****
LETRAS DE ADÁN PASIÓN
¿Ropas en vez de venas, biombos en vez de ramas, sofás en vez de rocas, techos en vez de nubes, espejos en vez de aguas?
!Qué necedad segunda!
Porque andamos desnudos, salimos entre hojas, nos tiramos en piedra, reímos bajo el cielo, amamos en el agua.
(qué necedad segunda!)
aunque estemos vestidos, nos dividan las sedas, nos hundan los cojines, nos tapen los canales, nos doblen los espejos.
(de “Poemas impersonales”)
*****
INVEROSIMILITUD
Si, la inactualidad. Vivir siempre una vida de después o de nunca, poniente de este puerto.
Amor en ropas y costumbres venideras. Sentido diferente, más allá de los besos.
Salidas lívidas, en madrugadas de lluvia, de bailes de ciudades que aún no están en el tiempo.
Retornos con mujeres sin nacer aún (¿qué muelles?), en el sol amarillos de ¿qué tardes de invierno?
Suspiros dobles al jardín, por galerías que aún son peña, en el canto de alondras que aún son sueños.
Veladas pensativas bajo ¿qué nuevas lámparas? que encenderán, para otros ojos, otros dedos…
Sí, la inactualidad. Vivir siempre una vida de después o de nunca, agua de este desierto.
(de “Domingo de forastero”)
*****
SOBRE LA PUERTA CERRADA
!Qué miedo el azul del cielo! !Negro!
!Negro de día en agosto! !Qué miedo!
!Qué espanto en la siesta muda! !Negro!
!Negro en la calleja ciego! !Qué miedo!
!Negro en mis ojos abiertos! !negro!
!Sobre la puerta cerrada! !Qué miedo!
(de “Domingo del forastero”)
*****
SIN VER YO SOL ALGUNO
Cuando cojo este libro,
súbitamente se me pone limpio
el corazón, lo mismo
que un pomo cristalino.
(Me da luz en mi espíritu,
luz pasada por mirtos vespertinos,
sin ver yo sol alguno…)
!Qué rico me lo siento! Como un niño
que no ha pasado nada de su vivo
tesoro, y aún lo espera todo de su lirios
(la muerte es siempre para los vecinos),
todo lo que es sol: la gloria, aurora, amor, domingo.
*****
UN ÉL
Cantando está, cantando (!Silencio!) entre sus cosas.
!Y si su engaño fuese eterno, si su boca
no se cansara nunca de cantar esa historia!
Cantando está, cantando…
!Si su carne pudiera, cual mi alma, riona,
perenizar el alba de su mísera gloria!
!Y si pudiera ser la humilde dicha y flora
de fuera, sol interno del ciego a otras auroras!
(…cantando entre sus cosas)
!Tranquilidad sin fin! !Que el cobre dé en su hora
hueca, como da el sol en mi redonda rosa!
Cantando está (!Silencio!) cantando entre sus cosas.
*****
DOMINGO DEL ALMA
Sol !qué bien has salido por mi alma, hoy nuevamente nueva!
Mi salud está verde, viña en flor; ruiseñora, recrea la olvidada huerta.
Saetas de azul traslucido se entran
por mis ojos radiantes (por las hojas del naranjo cargado, cromo y esmeralda hasta el regato de agua mañanera),
hasta el hondo sin fondo de mi alma, alberca plácida y desierta…
!Que bien sin nadie (!o naranjal!) en mi alma, como en la casa de Cobano,
solo (!pajarillo contento!), en un día de fiesta!
*****
EL PRETENDIENTE
Las rosas cenitales !Cómo se alegran locas
de verme aquí a su puerta con todos mis colores,
con todos mis aromas!
Corren de nube en nube, llamándose una a otra,
por que todas me miren con todos mis colores,
con todos mis aromas.
Y allí esta la callada, la que apenas se asoma,
para la que yo vengo con todos mis colores,
con todos mis aromas.
*****
COLUMNA DE ASCUA
Belleza cotidiana (amor tranquilo) !qué bella eres ahora!
!Si, en todo vives tú! Mata que fue esqueleto sin luz, hoy toda es rosas;
vereda que te ibas como el enterrador al cementerio por la gavia roja y apestosa
de perros muertos y almejas malas; cómo vienes a mí, clara, saltona
igual que un niño. Agua muda y verde de mis penas, hoy límpida y sonora
de mi alegría ¿qué rueda de oro y plata le das a mi ventura misteriosa?
Y yo me iré (aurora hermosa y triste) hacia más plenitudes. Pero toda
mi vida vieja será ya columna de ascua (como palmera de Moguer sobre el poniente con la gloria),
seguro en lo mejor de que tú estabas, de que puedes estar, como Dios, y yo niño, estuvo en cada cosa.
(Moguer 1911)
*****
AMOR
No has muerto, no.
Renaces, con las rosas, en cada primavera.
Como la vida, tienes tus hojas secas;
tienes tu nieve, como la vida…
Mas tu tierra,
amor, está sembrada de profundas promesas,
que han de cumplirse aun en el mismo olvido.
!En vano es que no quieras!
La brisa dulce torna, un día, al alma; una noche de estrellas,
bajas, amor, a los sentidos, casto como la vez primera.
!Pues eres puro, eres eterno! A tu presencia,
vuelven por el azul, en blanco bando, tiernas palomas que creímos muertas…
Abres la sola flor con nuevas hojas… Doras la inmortal luz con lenguas nuevas…
!Eres eterno, amor, como la primavera!
(de “La sien pensativa”)
*****
EN CADA COSA BELLA
Yo me quisiera detener
en cada cosa bella,
hasta morir con ella;
… y con ella, en lo eterno, renacer.
(De “La sien pensativa” 1911-1923)
COMO ELLA LA PONÍA
!Qué goce triste éste
de hacer todas las cosas como las hacía!
Se me torna celeste
la mano, me contajió de otra poesía.
Y las rosas de olor,
que pongo como ellas las ponía,
exaltan su color;
y los bellos cojines,
que pongo como ella los ponía,
florecen sus jardines;
y si pongo mi mano
(como ella la ponía)
en el negro piano,
surje, como en un piano muy lejano,
más honda la diaria melodía.
(!Qué goce triste éste
de hacer todas las cosas como ella las hacía!)
Me inclino a los cristales del balcón,
con un jesto de ella,
y parece que el pobre corazón
no está solo. Miro
al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro
y la estrella
se funden en romántica armonía.
(!Qué goce triste éste:
de hacer las cosas como ella las hacía!)
Dolorido y con flores,
voy, como un héroe de poesía mía,
por los desiertos corredores
que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso
(!o ausencia hueca y fría!)
y mis pisadas dejan resplandores.
!Qué goce triste éste
de hacer todas las cosas como ella las hacía!
(de “la siente pensativa”)
*****
AURORA DE GRACIA
¿Amanece en la tierra o amanece en la vida?
¿De dónde es la pureza primera de este día?
¿El sol nace del cielo o nace de mi alma?
Sublime nacimiento ¿en qué sangre te inflamas?
(La balanza rayante que va a ordenarlo todo
¿la sostiene el arcánjel o mi ser armonioso?)
Me siento más divino que el abrirse del mundo.
Desde mi interior limpio, tiño todo lo oscuro…
!Inmortal sentimiento de grandeza y ventura,
que yo esté vivo o muerto, no me oscurezcas nunca!
(de “La pura realidad”)
*****
EL SILENCIO DE ORO
Si, silencio. Tan sólo silencio. Que se callen.
Que dejen a mi espíritu nadar en lo insondable.
Cementerio de vivos: ¿dónde estás, bello? ¿cuándo
te adorarán los hombres liso, secreto y plácido?
Plenitud en que vivan todas las mudas rosas,
con mujeres que fuesen, entre ellas, llenas sombras.
Silencio, si. !Sepulcro gustoso, muerte dulce!
Que me dejen oír cómo callan las nubes.
*****
PORQUE SEAS ETERNA
Tarde última y serena, corta como una vida,
fin de todo lo amado !yo quiero ser eterno!
(Atravesando hojas, el sol ya cobre viene
a herirme el corazón. !Yo quiero ser eterno!)
Belleza que yo he visto: !No te borres ya nunca!
Porque seas eterna !yo quiero ser eterno!
(de “El silencio de oro”)
*****
POR DENTRO DE MÍ
!Tus dos manos, esperanza mía, y condúceme, enhiesto,
Bajo las estrellas puras del cielo que llevo dentro!
Clara, la una me guíe, con otra, déjame ciego
en la pureza de nieve de su palma de lucero.
(!Paisajes que por lo hondo de mi alma azul, veremos:
lunas de mi corazón, fuentes de mi sentimiento!)
!No me dejes más salir a los desiertos del cuerpo!
!Siempre adelante, esperanza, por dentro de mí, derecho!
*****
DE UNA TARDE SIN PASAR
Cada minuto de ese oro ¿no es toda la eternidad?
Tiempo de radios parados en ascua de verdad.
El aire puro lo mece sin prisa, como si ya
fuera todo el oro que tuviera que acompasar.
(!Ramas últimas, divinas, inmateriales, en paz;
onda del mar infinito de una tarde sin pasar!)
Cada minuto de este oro ¿no es un latido inmortal
de mi corazón radiante por toda la eternidad?
*****
AGUA CORRIENTE ERAS
!Agua corriente eras y te me fuiste de las manos!
¿En que lecho de amor, hecho cristal, te habrás parado
corriendo sólo dentro de ti misma a tu propio mar solo, ardiente y májico?
!El fresco remolino que empieza eterno en ti, y acaba eterno en ti
y prende lo que ansía en su raudal cuajado!
(de “Idilios plásticos y románticos”)
*****
MI SANGRE
Dejo correr mi sangre para que te persiga…
!No esperes a que salga la última gota, para hacerte mía!
(Madrid, 1913: de “Estela al amor”)
X
ResponderEliminarxd
ResponderEliminar