martes, 23 de mayo de 2017

PENSAMIENTOS 6. Epicteto

 
 


Epicteto nació en torno al año 50 d. C. en la Frigia Epicteto, lugar del que tomó su nombre. Esclavo de nacimiento, fue trasladado a Roma cuando era niño. Fue esclavo de Epafrodito, el secretario particular de Nerón. Se cuenta que en una ocasión en que Epafrodito sometía a suplicio a Epicteto maltratándole la pierna, Epicteto, con la serenidad propia del estoico, le hacía ver: “Me la vas a romper. Y así fue, de tanto insistir en el suplicio, se la acabó rompiendo. A lo que Epicteto sólo añadió de forma imperturbable: “¿no te lo había advertido?”. También fue esclavo del estoico Musonio Rufo, quien le permitió asistir a sus enseñanzas y le concedió, al fin, la libertad. Después de este periodo de aprendizaje, Epicteto abrió su propia escuela de filosofía en Roma, hasta que tuvo que abandonar la metrópolis ante el decreto de expulsión de los filósofos. Hasta su muerte, entre 120 y 130 d. C, vivió en Nicópolis, lugar al que acudían numerosos jóvenes de otras ciudades, atraídos por su fama de retórico y filósofo. Allí completaban su formación, mientras Epicteto leía en sus clases  pasajes de los principales filósofos de la escuela (Zenón, Cleantes, Crisipo) y los explicaba. Esta formación también se llevaba a cabo mediante la elaboración de composiciones sobre distintos temas indicados, las cuáles, además, servían a los alumnos como ejercicio filosófico y retórico. 
 
Paloma Ortiz García, a quien se le debe la traducción de éstas máximas, ha resumido lo esencial de la filosofía de Epicteto en la siguientes palabras: “La facultad racional, que nos distingue de los animales, es un don de providencia divina: ésta ha concedido a los seres vivos la facultad de uso de las representaciones, es decir, de considerar o imaginarse en su interior las cosas como bienes o como males y, de acuerdo con eso, desearlas o rechazarlas. El hombre no sólo dispone del uso de las representaciones, sino que además, gracias a la facultad racional, tiene también la capacidad de comprender ese uso, es decir, de distinguir lo correcto de lo incorrecto en el uso de las representaciones. Ese uso tiene lugar fundamentalmente tres terrenos, el del deseo, el del impulso y el del asentimiento intelectual: son los llamados tres tópicos del estoicismo tardío, en los que esta escuela consideraba que radicaba el acierto o el desacierto del comportamiento moral. Usar correctamente las representaciones nos llevará a desear y rechazar acertadamente, de manera que deseemos sólo los bienes y rechacemos sólo los males; a sentir impulsos de actuar sólo hacia el bien y experimentar la repulsión sólo ante el mal; nos llevará, en lo conceptual, a aceptar lo verdadero y rechazar lo falso: ése es el camino que nos puede conducir a la felicidad y a una vida libre de frustraciones. Y eso depende de nosotros, porque así lo quiso la providencia: luego ser felices depende de nosotros. Si uno cifra su felicidad sólo en eso, en el uso correcto de las representaciones, podrá ser feliz.”
 
 
PENSAMIENTOS DE EPICTETO
 
 – Es propio del profano reclamar a los otros por lo que uno mismo ha hecho mal; el reclamarse a sí mismo, propio del que ha empezado a educarse; propio del instruido, el no reclamar ni a los otros ni a sí mismo.

– No pretendas que los sucesos sucedan como quieres, sino quiere los sucesos como suceden y vivirás sereno.
 
– Si quieres progresar, soporta parecer insensato y bobo en lo exterior y no pretendas que parezca que sabes algo. Y si a alguno les parece que eres importante, desconfía de ti mismo.

– Recuerda que eres actor de un drama, con el papel que quiera el director: si quiere uno corto, corto; si uno largo, largo; si quiere que representes a un pobre, represéntalo con nobleza: como a un cojo, un gobernante, un particular. Eso es lo tuyo: representar bien el papel que te han dado; pero elegirlo es cosa de otro.

– Recuerda que no ofenden el que insulta o el que golpea, sino el opinar sobre ellos que son ofensivos. Cuando alguien se irrite, sábete que es tu juicio el que te irrita. Por tanto, intenta lo primero no ser arrebatado por la representación. Si consigues una sola vez dilatarlo en el tiempo, te dominarás más fácilmente.

– Igual que nadie se propone un objetivo para fracasar, así tampoco se produce en el mundo la naturaleza del mal.

– Ten presente a diario la muerte y el destierro y todo lo que parece terrible, pero, sobre todo, la muerte. Y nunca pensarás en nada vil ni desearas nada en exceso.

– Si alguien confiara tu cuerpo al primero que pasa, te enfadarías. Y por confiar tú tu buen sentido a cualquiera, para que, si te insulta, quedes alterado y confundido, ¿por eso no te avergüenzas?

– Entre profanos no te llames a ti mismo filósofo ni hables mucho sobre los principios, sino actúa de acuerdo con los principios. Como en un banquete, no hables de cómo se debe comer, sino come como se debe.

– Ésta es la situación y el carácter del profano: nunca espera de sí mismo el beneficio o el daño, sino de lo exterior. Ésta es la situación y el carácter del filósofo: todo beneficio o daño lo espera de sí mismo.

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