viernes, 1 de marzo de 2024

POETAS 118. Claudio Rodríguez (II). "Conjuros"

 

 


Claudio Rodríguez nace en Zamora el 30 de enero de 1934, en el seno de una familia burguesa de provincias. Es el primer hijo de María García Moralejo, de arraigadas convicciones burguesas y heredera de algunas propiedades cerca de Zamora, y de Claudio Rodríguez Diego, de origen humilde; era hijo de una lechera, y sólo con mucho esfuerzo había logrado terminar la carrera de Derecho y trabajar como interventor de Hacienda. El padre es, además, gran lector de poesía y, con el tiempo, ha logrado reunir una importante biblioteca; también escribe versos, que de vez en cuando publica en los periódicos locales. El poeta es muy niño cuando comienza la guerra civil y apenas conserva vagos recuerdos, excepto el del día en que, acompañado de su padre, contempla un fusilamiento en las tapias del cementerio de Zamora. Desde los cinco años, su vida se reparte entre Zamora y la finca de su abuela materna, muy cerca de la ciudad, donde pasa temporadas en contacto con la naturaleza y los trabajos del campo, que va a dejar impronta en su obra.

En 1944 comienza los estudios de Bachillerato en el Instituto "Claudio Moyano", y un año más tarde tiene lugar el nacimiento de sus hermanas gemelas María Luisa y María del Carmen. Ante el opresivo ambiente provocado en su vida burguesa por las desavenencias entre sus padres, comienza a buscar consuelo y desahogo haciendo escapadas por el campo, que le sirve para intimar desde muy temprano con la naturaleza, volviendo su carácter más contemplativo. El 23 de marzo de 1947 muere repentinamente su padre, un suceso capital en la vida del poeta, por el trauma que le produjo. Su muerte prematura supone también la ruina de la familia y la incapacidad de la madre para hacerse cargo de la hacienda familiar. Adolescente aún, ha de ocuparse de la administración de las fincas y tratando con jornaleros comienza a pasar largas temporadas en el campo. Por esta misma época comienza a saquear la biblioteca de su padre y se convierte en un voraz lector de poesía: los poetas franceses, Verlaine, Rimbaud, Baudelaire, Valery son los más frecuentados, además de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Hacia 1948 comienza a hacer sus primeros tanteos con la poesía, centrándose sobre todo en la práctica del ritmo. Tras un intento frustrado de la publicación de un libro con sus primeras composiciones, en 1951 comienza a escribir Don de la ebriedad. Escribí casi todo el libro andando -llegó a declarar más tarde-. Me lo sabía de memoria y lo iba repitiendo, corrigiendo, modificando, cuando andaba por el campo”. Ese mismo año se traslada a Madrid para estudiar, con una beca, Filosofía y Letras en la Universidad Central. Allí traba en seguida relación con Carlos Bousoño, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso. En 1952 cede a los deseos de la madre y se matricula por libre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, que abandonará enseguida tras aprobar algunas asignaturas. En 1953, tras recepción favorable de Vicente Aleixandre, se decide a mandar el libro “Don de la ebriedad” al premio Adonáis. Un jurado compuesto por Gerardo Diego, José Hierro y Luis Felipe Vivanco le concede el premio. La publicación del libro en enero de 1954 se convierte en un acontecimiento para los poetas y críticos del momento. Ese año comienza a relacionarse con el grupo de Leopoldo Panero y Luis Rosales. También intima con Blas de Otero, con quien realiza algunas excursiones por tierras del Duero. En 1956 se afilia al partido comunista, que abandona enseguida, aunque nunca llegó a perder la vinculación con algunos de sus camaradas. En 1957 se licencia en Filología Románica. En 1958 consigue un puesto de lector de Español en la Universidad de Nottingham, donde permanece dos años. Allí entra en contacto con el pensamiento y la literatura en lengua inglesa. En 1959 se casa con Clara Miranda, a quien había conocido años antes en el curso de una excursión Universitaria a Granada. Desde octubre de 1960 es lector en la Universidad de Cambridge, donde permanecerá cuatro años y establecerá relación con Francisco Brines, lector entonces en Oxford. De nuevo en España fija su residencia en Madrid, donde va a permanecer hasta 1991, trabajando como profesor universitario y siempre conservando un contacto muy estrecho con su ciudad natal. En 1965 publica “Alianza y condena”, libro por el que recibirá el premio de la Crítica. En 1974 un suceso trágico sume al poeta en una gran desesperación: muere asesinada en medio de una calle de Madrid, en un crimen de violencia de género, su hermana María del Carmen, con la que se hallaba muy unido. Un año más tarde muere su madre. En 1976 publica “El vuelo de la celebración”, que supone su consagración definitiva, convirtiéndose en uno de los poetas más leídos entre los lectores jóvenes. En 1983 obtiene el Premio Nacional de Poesía por un libro recopilatorio de toda su obra: “Desde mis poemas”. En 1987 es elegido miembro de la Real Academia Española. En mayo de 1991 publica “Casi una leyenda”, que se atrajo el favor de la crítica y fue considerado uno de los más significativos libros de poesía de las últimas décadas. En 1993 es galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Además, obtiene el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Fallece en Madrid en 1999 a consecuencia de un cáncer de colon.

Carlos Bousoño ha etiquetado la poesía de Claudio Rodríguez de “realismo metafórico”, por su capacidad para unir contrarios y utilizar un pensamiento paradójico. La complejidad de su técnica es la responsable de la dificultad con que algunos se han acercado a su poesía. Claudio Rodríguez toma un elemento concreto extraído de la vida real y lo interpreta en clave. Por ejemplo, en el poema “El dinero” éste representa “todo cuanto es valioso en la vida del hombre, “porque el dinero a veces es el propio/sueño, es la misma/vida”. Bousoño también señala que el lenguaje con sabor castizo, tan predominante en su poesía, no procede de lecturas sino de haberlo aprendido en el trato con los hombres y en cotidiana conversación. De ahí ese tono tan original y vivo que tiene su poesía.

Claudio Rodríguez identifica actividad poética y conocimiento. Sostiene la idea de que la poesía “nace de una participación que el poeta establece entre las cosas y su experiencia poética de ellas, a través del lenguaje. Esta participación es un modo peculiar de conocimiento”. También tenía la poesía para Rodríguez un componente de revelación humana: la poesía había de revelar al hombre "aquello por lo cual es humano, con todas sus consecuencias”. Esto da a la poesía de Claudio un relevante matiz moral: “La poesía trata de poner el destino humano en una relación de totalidad con la época en que se produce y con el hombre que la escribe”

Conjuros (1958) consta de veintisiete poemas distribuidos en cuatro libros o secciones, dentro de los cuales cada poema cobra sentido en relación con los demás. En este libro se puede vislumbrar una crisis y un cambio con respecto a su anterior libro, “Don de la ebriedad”. Hay en estos poemas un ansia de volver a unirse con la naturaleza, la armonía y la inocencia perdida. Se observa cierto tono pesimista, especialmente en la última parte del libro, donde el poeta se hace consciente del paso del tiempo, de la falsedad, del miedo y de la muerte. La fiesta, la amistad y la participación con la colectividad son elementos claves que ensalzan la celebración y la alegría. Junto al tono exclamativo todavía patente en el libro, predominante en “Don de la ebriedad”, comienza a nacer un hilo de duda que enhebra ese tono meditativo y reflexivo característico de su obra posterior y que enlaza este libro con su siguiente, “Alianza y Condena”.

 

SIEMPRE SERÁ MI AMIGO

Siempre será mi amigo no aquel que en primavera

sale al campo y se olvida entre el azul festejo

de los hombres que ama, y no ve el cuero viejo

tras el nuevo pelaje, sino tú, verdadera

 

amistad, peatón celeste, tú, que en el invierno

a las claras del alba dejas tu casa y te echas

a andar, y en nuestro frío hallas abrigo eterno

y en nuestra honda sequía la voz de las cosechas.

 

viernes, 23 de febrero de 2024

POETAS 111. Novalis ("Poemas Tardíos")





Friedrich von Hardenber nació el 2 de mayo de 1772 en Oberwiedertedt (Turingia) y murió de tisis a la edad de 29 años, el 25 de marzo de 1801 en Weissenfels. “Novalis”, el apelativo con el que es conocido literariamente, lo comenzó a usar a partir de 1798, tomándolo del nombre de una posesión familiar que significa: “el que construye el nuevo país”. Su familia pertenecía a una antigua estirpe nobiliaria y fue educado por su padre – director de las minas de sal de Sajonia- en la tradición pietista, asesorándole también para que se formase como administrador de las minas de sal. En 1790 se matriculó en las facultades de Filosofía y de Leyes de la Universidad de Jena, donde asistió a las lecciones de Schiller, con quien llegaría a intimar hasta el punto de seguir su consejo de trasladarse a Leipzig para continuar sus clases de derecho. Allí acaba llevando una vida desordenada, contrae deudas, se enreda en lances amorosos y se rezaga en sus estudios. En 1794 supera al fin los exámenes de Derecho y se emplea como pasante en Tennstedt. Justo en esta época va a conocer a una mujer que cambiará su vida y que provocará uno de los gestos más estridentes del romanticismo. Se trata de Sophie Von Kühn, una adolescente de 12 años a la que pronto se promete, pero que al morir tres años después provocará en Novalis una honda desesperación. Atraído por la nostalgia de la mujer amada, va a visitar a diario el sepulcro donde yace y se encierra durante días en su antigua habitación sólo para tener más vivo su recuerdo. Novalis creía que la muerte de Sophie podría ser revocada mediante una aproximación mágica al invisible mundo de ultratumba. Esta experiencia le conduce a escribir en 1997 “los himnos de la noche”, publicados en la revista “Athenaum” en 1800, alternando la prosa con el verso. La noche es identificada con el misterio de la muerte y elevada a símbolo de la verdadera vida, en sintonía con la concepción cristiana que hace de la superación de la muerte un símbolo primordial de redención. En contraste con el reino de la luz que representa lo diurno, la noche es símbolo del amor creador, de la libertad –al romper las ataduras de la existencia diurna- y de lo infinito. Pero también representa una nueva fase de la humanidad, una edad de oro que supera la edad de hierro en que cohabitaban los dioses y los hombres. Una edad aurea marcada por la aparición de Cristo, que se convierte en símbolo victorioso de la muerte y es garantía del tránsito hacia la otra vida, donde al fin puede ser saciada la sed de amor infinito y puede ser sofocado el sufrimiento. 

“Los himnos a la noche”, al igual que los fragmentos filosóficos que publicaría más tarde en la revista Atenaum, llevan la influencia de la filosofía de Fichte, al que había comenzado a estudiar el mismo año que conoce a Sophie. Fichte había proclamado como primer principio creador el yo trascendental, con una actividad ilimitada. Para la toma de conciencia de un yo que obra contra lo que se le resiste, Fichte concedía una importancia extrema la imaginación productiva. Pero este poder de la imaginación que en Fichte aparece contrapesado por la realidad de todo aquello que no es yo, en Novalis puede ser modificado a voluntad y usado con fines taumatúrgicos: es lo que llamó “idealismo mágico”. No hay nada más allá del absolutismo del yo que actúa y que conoce; para Novalis todo conduce hacia su interior: “el camino misterioso va hacia dentro”. Las fuerzas de la naturaleza ya operan en nuestro interior y quien conoce las leyes del mundo del espíritu puede domeñar la materia. Pero para adentrarse en los secretos del espíritu hay que conocer los arcanos de las ciencias naturales. 

A principios de 1798 comienza a enfrascarse en sus estudios en la Academia de Minas de Freiberg, a la vez que comienza a mitigarse el obsesivo recuerdo de Sophie, ya que se acaba prometiendo con la hija de su mentor, Julie Von Charpentier. Comienza entonces a fraguar un ambicioso proyecto novelístico del que al final sólo nos ha quedado su inacabado Enrique de Ofterdingen”. “Me gustaría dedicar toda mi vida a una novela, que llenaría por sí sola una biblioteca entera, y que quizá habría de contener los años de aprendizaje de una nación.” “Enrique de Ofterdingen” es su libro más autobiográfico. Contrapuesto al Wilhelm Meister de Goethe, su protagonista encarna al verdadero poeta romántico que sale en peregrinaje tras una flor azul que vislumbra en un sueño y que representa la imagen ideal de la poesía, lo único capaz de tender un puente entre el mundo visible y el invisible. 

Por la misma época en que escribe Enrique de Ofterdingen, Novalis comienza a publicar en la revista Ateneum unos fragmentos que son apuntes de pensamientos y que pretendía constituir con el tiempo “una biblia científica que fuera ejemplo y germen reales e ideales para todos los libros”. A menudo Novalis contemplaba la vida no desde el plano material, sino desde el espiritual. Buscaba la espiritualización de la vida entera, o por lo menos trataba de que lo espiritual no estuviera soterrado por lo material. El sentido de la vida del hombre se encontraba para Novalis en expandirse hacia el infinito, y ese infinito sólo podría ser ahondado por el camino interior, estableciendo un vínculo entre el microcosmos que representa el hombre y el macroanthropos que postula el universo. Ser hombre para Novalis es tanto como ser universo; sólo si el hombre se concibe como microcosmos puede elevarse a una condición sobrehumana.  El mundo no es más que “un índice enciclopédico y sistemático de nuestro espíritu, una metáfora universal, una imagen simbólica de éste”, y por lo tanto es posible transformar el mundo a través del sentimiento moral y de una libertad creadora que nos podría asemejar a Dios. Y este arte infinitamente creador que puede convertir al hombre en mago, Novalis lo descubre en la poesía, un grado por encima de la filosofía, ya que el poeta es capaz de traducir en sentimientos lo que el filósofo sólo logra pensar, y con este sentir moral es capaz de obrar milagros, pues conoce mejor que el sabio la correspondencia entre su espíritu y la naturaleza, pudiendo restablecer así la salud que ha ido perdiendo al romperse la armonía entre ambos mundos.

Se deja aquí una selección de poemas de Novalis escritos en su último periodo de vida, comprendido entre 1797 y 1801, año de la muerte del poeta. La traducción se le debe a Antonio Pau y los poemas quedan clasificados en tres partes que corresponden con otros tantos momentos de la biografía y la obra del poeta. Antonio Pau denominó a los poemas de la primera parte "poemas de Freiberg", por el lugar donde habían sido escritos. Después de ejercer la carrera de derecho durante una temporada desde un puesto burocrático, Novalis completó su formación en la Escuela de Minas de Freiberg: quería profundizar en la mineralogía, para ahondar en la vinculación entre naturaleza y espíritu, entre física y metafísica. La adolescente con la que se iba a casar, Sofía von Kühn, había muerto el 1797 y, a pesar del gran abatimiento que este hecho le produjo, a finales de ese año logra rehacerse al conocer a la hija de un profesor de la Escuela de Minería, de la cual se enamora. Es en esta época cuando comienza a escribir unos poemas donde expresa sus ideas químico-filosóficas envueltas en una aureola amorosa. Poemas como el de "El extranjero" están escritos bajo la conmoción de la muerte de Sofía. El amor es un tema predominante en estos poemas, como motor del progreso espiritual y el conocimiento de sí mismo. "Por el amor consigo comprender el mundo" dice en uno de los versos del poema "Ultimo amor". También en su poema "Himno" abunda en esta idea: el amor no sólo permite una mejor comprensión del mundo; también logra transformarlo.

El segundo grupo está formado por los "poemas del regreso", según la denominación de Antonio Pau, que están escritos en el periodo en que el poeta vuelve al hogar familiar después de terminar sus estudios de minería en Freibeerg, y en el que va a permanecer hasta su muerte dos años después. Novalis va a encontrar su voz genuina lejos ya de los poetas admirados a los que imitaba. En el magnífico poema "Cuando cifras y figuras" queda resaltada cuál debe ser la tarea del poeta: desenmascarar las discordias y dualidades del mundo. La palabra certera puede armonizar las contradicciones en las que se ve envuelto el hombre.

El último grupo de poemas son los integrados en la novela Heinrich von Ofterdingen. Algunos de los momentos de esta novela de prosa poética exigían que fuesen culminados en un poema, en el mismo estilo sobrio y preciso que caracteriza su prosa. Es una novela que apenas tiene argumento: Un joven, hijo de un orfebre recibe la visita de un extranjero que despierta en él el deseo de encontrar "la flor azul", símbolo de la poesía. El joven abandona la casa paterna, viaja hacia Augsburgo, y allí encuentra a Mathilde, hija de un poeta, de la que se enamora. Se trata de una novela que narra el nacimiento de la vocación de un poeta y su posterior evolución hasta su plenitud, que coincide con la muerte de Mathilde. Para Novalis la poesía es un arte mágico sagrado y un instrumento de conocimiento y realización: es lo que tiene el poder de tender un puente entre el mundo visible y el invisible.

 

 

CUANDO CIFRAS Y FIGURAS

Cuando cifras y figuras dejen de ser

las claves de toda criatura,

cuando aquellos que al cantar o besarse

sepan más que los sabios más profundos,

cuando vuelva al mundo la libertad de nuevo,

vuelva el mundo a ser mundo otra vez,

cuando al fin las luces y las sombras se fundan

y juntas se conviertan en claridad perfecta,

cuando en versos y en cuentos

estén los verdaderos relatos del mundo,

entonces una sola palabra secreta

desterrará las discordancias de la tierra entera.

                              (De “Poemas del Regreso”)

 

miércoles, 21 de febrero de 2024

POETAS 111. Novalis. "Himnos a la noche" (versión íntegra)

 



Friedrich von Hardenber nació el 2 de mayo de 1772 en Oberwiedertedt (Turingia) y murió de tisis a la edad de 29 años, el 25 de marzo de 1801 en Weissenfels. “Novalis”, el apelativo con el que es conocido literariamente, lo comenzó a usar a partir de 1798, tomándolo del nombre de una posesión familiar que significa: “el que construye el nuevo país”. Su familia pertenecía a una antigua estirpe nobiliaria y fue educado por su padre – director de las minas de sal de Sajonia- en la tradición pietista, asesorándole también para que se formase como administrador de las minas de sal. En 1790 se matriculó en las facultades de Filosofía y de Leyes de la Universidad de Jena, donde asistió a las lecciones de Schiller, con quien llegaría a intimar hasta el punto de seguir su consejo de trasladarse a Leipzig para continuar sus clases de derecho. Allí acaba llevando una vida desordenada, contrae deudas, se enreda en lances amorosos y se rezaga en sus estudios. En 1794 supera al fin los exámenes de Derecho y se emplea como pasante en Tennstedt. Justo en esta época va a conocer a una mujer que cambiará su vida y que provocará uno de los gestos más estridentes del romanticismo. Se trata de Sophie Von Kühn, una adolescente de 12 años a la que pronto se promete, pero que al morir tres años después provocará en Novalis una honda desesperación. Atraído por la nostalgia de la mujer amada, va a visitar a diario el sepulcro donde yace y se encierra durante días en su antigua habitación sólo para tener más vivo su recuerdo. Novalis creía que la muerte de Sophie podría ser revocada mediante una aproximación mágica al invisible mundo de ultratumba. Esta experiencia le conduce a escribir en 1997 “los himnos de la noche”, publicados en la revista “Athenaum” en 1800, alternando la prosa con el verso. La noche es identificada con el misterio de la muerte y elevada a símbolo de la verdadera vida, en sintonía con la concepción cristiana que hace de la superación de la muerte un símbolo primordial de redención. En contraste con el reino de la luz que representa lo diurno, la noche es símbolo del amor creador, de la libertad –al romper las ataduras de la existencia diurna- y de lo infinito. Pero también representa una nueva fase de la humanidad, una edad de oro que supera la edad de hierro en que cohabitaban los dioses y los hombres. Una edad aurea marcada por la aparición de Cristo, que se convierte en símbolo victorioso de la muerte y es garantía del tránsito hacia la otra vida, donde al fin puede ser saciada la sed de amor infinito y puede ser sofocado el sufrimiento. “Los himnos a la noche”, al igual que los fragmentos filosóficos que publicaría más tarde en la revista Atenaum, llevan la influencia de la filosofía de Fichte, al que había comenzado a estudiar el mismo año que conoce a Sophie. Fichte había proclamado como primer principio creador el yo trascendental, con una actividad ilimitada. Para la toma de conciencia de un yo que obra contra lo que se le resiste, Fichte concedía una importancia extrema la imaginación productiva. Pero este poder de la imaginación que en Fichte aparece contrapesado por la realidad de todo aquello que no es yo, en Novalis puede ser modificado a voluntad y usado con fines taumatúrgicos: es lo que llamó “idealismo mágico”. No hay nada más allá del absolutismo del yo que actúa y que conoce; para Novalis todo conduce hacia su interior: “el camino misterioso va hacia dentro”. Las fuerzas de la naturaleza ya operan en nuestro interior y quien conoce las leyes del mundo del espíritu puede domeñar la materia. Pero para adentrarse en los secretos del espíritu hay que conocer los arcanos de las ciencias naturales. A principios de 1798 comienza a enfrascarse en sus estudios en la Academia de Minas de Freiberg, a la vez que comienza a mitigarse el obsesivo recuerdo de Sophie, ya que se acaba prometiendo con la hija de su mentor, Julie Von Charpentier. Comienza entonces a fraguar un ambicioso proyecto novelístico del que al final sólo nos ha quedado su inacabado Enrique de Ofterdingen”. “Me gustaría dedicar toda mi vida a una novela, que llenaría por sí sola una biblioteca entera, y que quizá habría de contener los años de aprendizaje de una nación.” “Enrique de Ofterdingen” es su libro más autobiográfico. Contrapuesto al Wilhelm Meister de Goethe, su protagonista encarna al verdadero poeta romántico que sale en peregrinaje tras una flor azul que vislumbra en un sueño y que representa la imagen ideal de la poesía, lo único capaz de tender un puente entre el mundo visible y el invisible. Por la misma época en que escribe Enrique de Ofterdingen, Novalis comienza a publicar en la revista Ateneum unos fragmentos que son apuntes de pensamientos y que pretendía constituir con el tiempo “una biblia científica que fuera ejemplo y germen reales e ideales para todos los libros”. A menudo Novalis contemplaba la vida no desde el plano material, sino desde el espiritual. Buscaba la espiritualización de la vida entera, o por lo menos trataba que lo espiritual no estuviera soterrado por lo material. El sentido de la vida del hombre se encontraba para Novalis en expandirse hacia el infinito, y ese infinito sólo podría ser ahondado por el camino interior, estableciendo un vínculo entre el microcosmos que representa el hombre y el macroanthropos que postula el universo. Ser hombre para Novalis es tanto como ser universo; sólo si el hombre se concibe como microcosmos puede elevarse a una condición sobrehumana.  El mundo no es más que “un índice enciclopédico y sistemático de nuestro espíritu, una metáfora universal, una imagen simbólica de éste”, y por lo tanto es posible transformar el mundo a través del sentimiento moral y de una libertad creadora que nos podría asemejar a Dios. Y este arte infinitamente creador que puede convertir al hombre en mago, Novalis lo descubre en la poesía, un grado por encima de la filosofía, ya que el poeta es capaz de traducir en sentimientos lo que el filósofo sólo logra pensar, y con este sentir moral es capaz de obrar milagros, pues  conoce mejor que el sabio la correspondencia entre su espíritu y la naturaleza, pudiendo restablecer así la salud que ha ido perdiendo al romperse la armonía entre ambos mundos. (La traducción de los poemas al castellano se le debe a Jenaro Talens y Ernst-Edmund Keil)


I

Qué ser entre los vivos
Dotado de sensibilidad
Ante los cuadros prodigiosos
Que el espacio le muestra
Alrededor, no ama
La gratísima luz-.
Con su rayos, sus ondas,
Sus colores
Su omnipresencia dulce
A lo largo del día.
Como si fuera el alma
Más honda de la vida
La aspira en un mundo gigantesco
De infatigables astros
Que sobrenadan en su mar azul;
La fulgurante piedra
Y la planta tranquila;
Y la fuerza agitada,
Multiforme,
De los animales;
Y las nubes y el aire
Multicolor la aspiran
Y el soberbio extranjero
Sobre todo,
El de la mirada honda,
Y el andar fluctuante;
El de la boca grávida de música.
Como reina
De la naturaleza terrenal
Invita a la energía
A innúmeras metamorfosis
Y su presencia sola
Revela el esplendor maravilloso
Del reino de la tierra.
Yo, sin embargo, vuelvo
Hacia la misteriosa, inexpresable
Noche sagrada.
Muy lejos queda el mundo
Como si sepultado en honda fosa.
¡Cuán solitario su lugar
Y cuán desierto!
Honda melancolía
Hace sonar las cuerdas del corazón.
Los recuerdos lejanos,
Ansias de juventud,
Sueños de la niñez.
Los breve goces,
Las ilusiones vanas,
Toda una larga vida
Aparece con vestiduras grises,
Cuando ya el sol inicia
Su desaparición,
Como una niebla en el atardecer.
Muy lejos queda el mundo,
Sus revueltos placeres.
Es espacios distintos
Ha elevado la luz
Sus agradables carpas.
¿Tal vez no debería
Regresar a sus hijos
Fieles, a sus jardines,
A su mansión espléndida?
¿Qué es lo que surge, sin embargo,
Tan frío y delicioso,
Como un presentimiento
De bajo el corazón
Y sorbe el aire blando
De la melancolía?
¿Acaso también tienes
Un corazón humano,
Oscura noche?
¿Qué guardas
Debajo de tu manto
Que poderoso e invisible
Solicita mi alma?
Terrible eres tan sólo en apariencia-
Un bálsamo precioso
Gotea de tu mano,
Del racimo de las adormideras.
Con dulce embriaguez abres
Las fatigosas alas del espíritu
Y os das alegrías
Oscuras e indecibles,
Secretas, como tu,
Alegrías que dejan
Entrever todo un cielo.
¡Cuán pobre me parece la luz,
Sus cosas de colores,
Cuán pobre y cuán pueril,
Y cuán grata y dichosa
La partida del día!
Y solamente porque
A tus siervos la noche
Los aleja de ti
Siembras en el espacio,
Allá en la lejanía,
Las radiantes esferas,
Para anunciar tu poderío,
Tu seguro retorno
Mientras dura tu ausencia.
Pero más celestiales
Que las estrellas, que en la lejanía
Resplandecen,
Son los inmensos ojos que en nosotros
Abrió la noche.
Mucho más lejos ven
Que las macilentas
Entre la hueste innumerable.
Sin necesidad de la luz
Penetran en las profundidades
De un espíritu amante
Colmando así un espacio superior
Con placer indecible.
Loada sea la reina del Universo
La alta anunciadora
De un mundo que es sagrado,
La protectora del amor
Dichoso.
A mí vienes, amada-
Ya es de noche-
Extasiado mi espíritu-
Ya ha terminado el día terrenal
Y vuelves a ser mía.
Te miro en tus profundos ojos negros
Y nada veo, sino amor y gozo.
Sobre el altar nocturno zozobramos,
Sobre este blando lecho-
Los velos caen, e inflamado
Por el cálido tacto
El puro ardor se enciende
Del dulce sacrificio.

domingo, 11 de febrero de 2024

PENSAMIENTOS 32. Goethe (II) Propio y apropiado


 



Se deja aquí otra selección de pensamientos de Goethe, en traducción de Rafael Cansinos Assens. Quien desee escarbar en su vida, hay, en una anterior entrada de este blog, una larga reseña biográfica apoyada en libro de Rüdiger Safranski, "Goethe. La vida como obra de arte". Se deja enlace.

https://www.blogger.com/blog/post/edit/5064233181132577724/5883180483388211498


MÁXIMAS Y AFORISMOS

Ciertos libros parecen escritos, no para que se aprenda en ellos, sino para se se sepa que el autor sabía algo.

*****

La mayor muestra de aprecio que un autor puede darle a su público es la de no brindarle nunca aquello que se espero, sino lo que él mismo en cada etapa de la propia y ajena evolución considera legítimo y provechoso.

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La sabiduría se cifra únicamente en la verdad.

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Cuando me equivoco, puede notarlo todo el mundo; cuando miento, no.

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Frótense dos palitos, rojo el uno, azul el otro; póngaselos juntos en el agua, y tanto el uno como el otro parecerán rotos. Todo el mundo puede ver con los ojos del cuerpo este fenómeno; quien, empero, lo contempla con los del espíritu,  se verá libre de miles y miles de conceptos erróneos.

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Quien no conoce lenguas exóticas no sabe nada de la vernácula.

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Lo que no se comprende, no se posee.

lunes, 5 de febrero de 2024

POETAS 117. Adam Zagajewski III ("Mano invisible")




Adam Zagajewski es un poeta, novelista y ensayista polaco que nació en Lwów, el 21 de junio de 1945, población que actualmente pertenece a Ucrania. Descendiente de una familia de la antigua nobleza rural de Polonia, es hijo de un profesor de ingeniería que heredó de sus padres el amor por la lectura. Su familia fue expulsada por los ucranianos y se instaló en 1946, tras la Segunda guerra mundial, en Gliwice (Silesia), una pequeña población alemana que Polonia acababa de anexionarse. Cursa en esta población sus estudios secundarios y allí experimenta, durante la adolescencia, sus primeras sensaciones de lo que luego llamará mística para principiantes: “la combinación de felicidad inesperada y de una comprensión muy intensa de lo que nos rodea”. Esta experiencia de felicidad intensa la va a relacionar con la común experiencia de gran parte de los artistas, aquello que fundamenta la base psicológica del arte. Precisamente fue psicología la carrera en la que se matriculará en la Universidad de Cracovia. Más tarde cursará Filosofía e impartirá clases de esta disciplina en la Universidad de Ciencia y Tecnología. Mientras inicia la publicación de sus primeros poemas, se adhiere al movimiento “nueva ola”, que eclosiona a finales de los años sesenta, formando, junto con otros poetas, el grupo generacional del 68,  muy comprometido políticamente contra el gobierno totalitarista y que tenía como altavoz para difundir su disidencia la revista “Teraz” (Ahora). Tras una etapa de fuerte activismo político en la década de los 70, y tras la prohibición por parte de las autoridades de su país de la publicación de sus obras, en 1982 decide dejar todo aquello que lo arraigaba a Polonia para vivir una historia de amor con una mujer a la que sigue hasta París, ciudad en la que residirá por unos años. En 1988 se exilia a Estados Unidos para trabajar como profesor en el Creative Writing Program de la Universidad de Houston. Allí publica su poemario Plótno (1990), en el que ya se hace patente el abandono de una poesía de compromiso político para transitar hacia otras preocupaciones más íntimas. Tras una larga estancia de exilio en Estados Unidos, por fin regresa a su país en 2002 para instalarse en Cracovia con su mujer. Además de los libros ya señalados, pueden destacarse sus libros de poemas “Deseo” y “Mano invisible”, además de su libro de ensayos “En defensa del fervor”. Entre los numerosos galardones recibidos a lo largo de su carrera, se encuentra el premio “Princesa de Asturias de las letras”, en 2017. Las manifestaciones sobre su concepción de la poesía han sido numerosas y también puede leerse entre líneas repasando alguno de sus poemas. Para Zagajewski, la poesía es la búsqueda de resplandor, ese algo que hay más allá de las palabras: “Se transmite alguna experiencia que está antes de las palabras, ¿cómo?..., a través de los agujeros que hay en las palabras”. Para Zagajewski la poesía es el sentimiento de que hay en el mundo algo mucho más profundo y contradictorio. Y este sentimiento se transmite al poeta como un estado de enamoramiento por lo dramático de la vida.  Los poetas, según su concepción un tanto irracional de la poesía, escriben sin saber lo que dicen: “Escribir poesía es un espacio angosto entre el decir algo y no decirlo”. Forma también parte de su concepción de la poesía el parentesco del poeta con el místico, como se puede apreciar en su poema “Mística para principiantes”: “El poeta –ha declarado en una entrevista- es un místico imperfecto porque lo que le caracteriza es la locuacidad”. Los poetas necesitan publicar sus obras y por eso rompen ese silencio en el que madura una buena parte de su creatividad. En un encuentro con el escritor John Burnside, en la residencia de Estudiantes de Madrid –se deja enlace-, Adam  dejó ver cuál es a su juicio la naturaleza del  proceso creativo que se genera en los poetas cuando componen un poema. “A veces escribir un poema implica inspiración y la existencia de obstáculos. Tienes un momento de inspiración, que en sí mismo es como el aire, y en él hay metáforas, espíritus… Y todo aquello que tiene un elemento de aire es transparente, sin substancia, de modo que debe encontrarse con un obstáculo para poder materializarse. Todo lo que odiamos de la vida, la rutina, el aburrimiento, el sufrimiento o la crueldad de la historia, forma parte de estos obstáculos. La energía pura con que sentimos esos espíritus proviene de no se sabe dónde; es un inicio misterioso. Luego esa energía se topa con una red enorme y banal de obstáculos y circunstancias.”

 Los poemas que se selecciona aquí proceden de su libro de poemas "Mano invisible", cuya traducción se le debe a Xavier Farré.


CON MI PADRE DE PASEO

                                 [Plaza Grunwaldzki, Giliwice]


Mi padre apenas recuerda nada. Con pocas excepciones

"¿Recuerdas cuando arreglaste el transmisor de la AK?"

"claro que lo recuerdo". "¿Pasaste miedo?".

"No lo recuerdo". "Y mi madre, ¿pasó miedo?". No lo sé".

"El jardín en la calle Piaskowa?". "Claro".

"¿Cómo huelen los tilos en flor?". "No".

"¿Recuerdas al señor Romer?". "A veces"

"¿Y cuando esquiabas en Czantoria? "Quizá no".

"¿Recuerdas la infinitud?". "No, no la recuerdo.

Pero pronto la veré" (Podría haber dicho esto).

jueves, 1 de febrero de 2024

PENSAMIENTOS 19. Emil Cioran (III). ("Desgarraduras")




 Emil Cioran fue un pensador rumano nacido en 1911 en un pueblo de Transilvania, que estudió la carrera de Filosofía y Letras en Bucarest y que antes de salir de su país para vivir en París se dejó tentar por los cantos de sirena del movimiento nazi y llegó a militar en un círculo fascista. Antes de demostrar que dominaba por escrito la lengua francesa como pocos, ya había publicado en su propia lengua rumana algunos libros, más bien de índole mística, con ese misticismo herético que sería peculiar de Cioran y que acabaría enemistándolo con su padre, un pope ortodoxo. Salió de su país con la idea de instalarse en España, país que le fascinaba, especialmente por sus cimas místicas -Teresa, Juan de Yepes-, pero al final se quedó en Paris malviviendo sin ejercer nunca una profesión conocida: se dedicaba a deambular por las calles mientras platicaba con vagabundos y prostitutas y malcomía en comedores universitarios a los que accedía con las becas que ganaba. A partir de 1957, en que publicó Breviario de Podredumbre, por el que recibió un premio, ya no iba a abandonar la lengua francesa como instrumento verbal de sus pensamientos y tampoco iba a aceptar más premios. Se dedicó a vivir al margen de cualquier reconocimiento institucional y rara vez se dejaba abordar para una entrevista. Fue Fernando Savater, que llegó a traducir alguno de sus libros y que escribió un ensayo sobre su obra, quien iba a difundirlo en España con una famosa antología de textos publicada en Alianza Editorial y titulada "Adiós a la filosofía". En ella se vislumbraba un pensador original y escéptico, al margen de escuelas y sistemas, pero amante de la filosofía marginal, que alegaba haberse desafectado de la filosofía académica porque era incapaz de ver en los pensadores oficiales un solo acento humano: todos, salvo Sócrates y Nietzsche, habían acabado bien, algo que hacía poco recomendables a los representantes de la filosofía. Frívolo y disperso, aficionado a todos los campos, como el decía, no conocía a fondo más que el inconveniente de haber nacido. Así que su filosofía era de un elegante pesimismo, que atacaba a Tirios y Troyanos, que desconfiaba de los sistemas y de cualquier tipo de fanatismo y que en definitiva lo condenaba todo, por condenar en primer lugar la vida, a la que en alguno de sus textos definió como esa epilepsia de la materia que nos vuelve a todos locos. Escribió libros contra la Historia, contra las utopías y en general contra la vida: blasfemo sin igual, acabó convirtiéndose en un predicador del suicidio como antiveneno para todos los males del hombre. A pesar de sus predicaciones, no llegó a seguir el ejemplo y logró alcanzar los 84 años de edad sin mayores percances que un Alzheimer  qué hizo que diese con sus pies en una residencia de ancianos, donde falleció un 20 de junio de 1995. Los aforismos seleccionados están extraídos de su libro titulado "Desgarraduras", publicado en 1979.


Los filósofos escriben para los profesores; los pensadores, para los escritores.

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Un libro tiene que hurgar en las heridas, incluso provocarlas. Un libro ha de ser un peligro.

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Bloy habla de la oculta mediocridad de Pascal. La fórmula me parece sacrílega y en efecto lo es, aunque no completamente, dado que Pascal, excesivo en todo, también lo fue en materia de sentido común.

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¿Qué es el dolor? Una sensación que no quiere borrarse, una sensación ambiciosa.

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¿En qué me beneficiaria tener fe, puesto que comprendo al Maestro Eckhart igual de bien que si la poseyera?

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!Bienaventurados todos aquellos que, habiendo nacido antes que la Ciencia, tenían el privilegio de morir en cuanto les llegaba su primera enfermedad!

lunes, 29 de enero de 2024

PENSAMIENTOS 35. Walter Benjamin ("Dirección de sentido único")




Walter Benjamin fue un filósofo y crítico de arte alemán que nació el 15 de julio de 1892 en el seno de una familia de la burguesía judía acomodada. Fue el mayor de los tres hijos del matrimonio formado por Emile Benjamin y Pauline Schönflies. Su padre, que pertenecía a una familia de banqueros de Renania, llegó a amasar una cuantiosa fortuna como anticuario, corrededor de arte y especulador financiero. También la familia de la madre había alcanzado una notable posición gracias al comercio agrícola. A Benjamin se le asignó pronto un preceptor particular para que le diese las primeras letras, pues una dislexía le iba a impedir el aprovechamiento de las clases en la escuela, contribuyendo a sus ingratos recuerdos de todos los colegios por los que pasó. En 1902 ingresó en Gimnasium de Berlín para seguir con sus estudios secundarios con escaso rendimiento académico. Años más tarde confesaría que nunca logró superar el terror y la desolación que le había provocado su severo régimen disciplinario. En 1912 entra en la universidad de Friburgo para estudiar filosofía y allí se afilia a la "Sección para la reforma escolar", integrada en la "Asociación de estudiantes libres", que trataba de crear una cultura juvenil independiente. Benjamin pronto destacó por defender los postulados más radicales, en un intento de lograr los cambios sociales a través de una revolución cultural. Entre 1911 y 1915 publica en diversas revistas una serie de artículos pedagógicos de marcado carácter idealista, comenzando de este modo su carrera de publicista. Como consecuencia de sus planteamientos radicales se ve obligado a abandonar la Universidad de Friburgo para estudiar en la de Berlín, donde conoce a Rainer María Rilke y traba relación con Scholem. En 1917 se casa Con Dora Sophie Kellner y ambos se instalan en Berna en señal de protesta por el belicismo de Alemania en la primera guerra mundial. Allí cursa los estudios de doctorado y nace su único hijo. En 1919 culmina su tesis "El concepto de crítica de arte en el romanticismo alemán". Durante este periodo se relaciona con Ernest Bloch y George Lukács. También conoce al novelista Hermann Hesse.  Al finalizar la guerra la pareja regresa a Alemania. Sin tener como ganarse la vida, han de instalarse en casa de sus padres. Walter se dedica a estudiar a la vez que escribe algunos ensayos que logra publicar. En 1925 publica un estudio sobre las afinidades electivas de Goethe, comenzado unos años antes y que dedicará a un antiguo amor (Julia Cohn) con quien vuelve a retomar la relación, lo que prococa la separación de su mujer por una temporada. Llega en este tiempo a un acuerdo con su padre para que le pase una asignación a cambio de que se aplique para conseguir un puesto de profesor universitario. Apadrinado por el sociólogo Gottfried Salomon, permanece durante un semestre en la Universidad de Francfort preparando su competencia en Historia de la literatura moderna alemana. Aquí conocerá a Theodor Adorno, estudiante a punto de doctorarse y con el que iba a fraguar una estrecha amistad. En 1924 viaja a Capri para preparar su trabajo para la universidad y conoce a Asia Lacis comunista letona y directora de teatro infantil proletario. Bajo su influencia abraza las tesis del marxismo y comienza a profundizar en el fracaso de los valores y la sociedad ahormada por la clase burguesa, que había conducido a Alemania a una crisis social y económica galopante. Con Asia como introductora, y bajo la influencia Bloch y Lukács, comenzará a interesarse más tarde por el materialismo histórico interpetado en sentido mesiánico.  A su regreso de Capri presentó el trabajo "El origen del drama barroco aleman" a la Comisión de la Universidad, pero tuvo una mala aceptación y no consiguió obtener el puesto de profesor. Ya vacante de ocupaciones, se dedicó a estimular su afición por los viajes y peregrinó por un montón de países europeos: Francia, Italia, España, Rusia, los países nordicos. Después de visitar Portugal, y pasar por Nápoles, se traslada a Riga para estar con Asia Lacis, quien dirigía un teatro infantil. En 1926 muere su padre, que había sido su mayor apoyo económico, pero también una figura con la que había estado en continua discordia. A finales de ese año viaja a Moscú para conocer de primera mano la revolución soviética y también para visitar a Asia Lacis, internada en un sanatorio de la capital por una fuerte depresión. Por esta época comienza a recopilar el material que más tarde integrará en su gran obra "Los pasajes", y al año siguiente publica un libro singular: "Calle de dirección única". Es un texto mosaico compuesto a base de párrafos cortos, que abundará en el reconocido estilo del autor, discontinuo, salpicado de interrupciones y lleno de ingenio e ironía. En 1929 Asia se traslada a Berlín para convivir con Walter Benjamín, quien inicia los trámites de divorcio. No obstante esta convivencia se rompe antes de que se culmine el divorcio con Dora, cuyos gastos le llevaría a dilapidar toda la herencia que acababa de recibir de su padre. Alivió su maltrecha economía gracias a un contrato con la radio retransmitiendo durante tres años programas dedicados a los niños y a los jóvenes. Al acabar su contrato en 1932, y ya sin recursos, es invitado por unos amigos intelectuales para instalarse en Ibiza donde da inicio a su libro "Cronica de Berlín". La única persona de Alemania que aceptó su invitación para visitarlo fue Olga Parem. Juntos se dedicaron a explorar la isla hasta que Benjamin se enamoró, le propuso matrimonio y su negativa le sumió en profunda depresión que concluyó con un intento de suicidio, lo que puso fin a su primera estancia en Ibiza. También este año traduce los "Cuadros parisienses" de Baudelaire donde en el prefacio hace una reflexión sobre la imposibilidad de la tarea del traductor.

En 1933 y ante el ascenso del régimen nazi decide exiliarse de Alemania y regresa de nuevo a Ibiza, visita Mallorca y allí experimenta con el opio. Después de una relación frustrada con la pintora holandesa Anna Mª Balupot Ten Cate parte para París, donde para aliviar sus deudas comienza a trabajar como asalariado en la famosa Escuela de Frankfurt, aunque siempre manteniendo cierta independencia ideológica. Su primer encargo será un trabajo sobre el papel del escritor francés en el momento actual. Embarcado en proyectos de diversa índole, sus años de París están marcados por una situación económica angustiosa y por un incesante cambio de domicilios. Situará su lugar de trabajo en la Biblioteca Nacional de Francia. Allí comienza a recopilar citas para continuar su obra "Los pasajes". En 1936 concluye "La obra de arte en la era su reproductibilidad técnica". Centrada su investigación en el cine y la fotografía, por su fácil acceso para las masas, Benjamín analiza el cambio de estética de la obra de arte. La forma masiva de reproducción provoca la perdida del aura de autenticidad que ostentaba la obra de arte hasta entonces, y con ello cambia el modo de percibirla, en consonancia con las nuevas formas de vida social. En 1938 viaja a Dinamarca para convivir con Bertolt Brech, a quien había conocido años antes por mediación de Asia Lacis. Sigue traduciendo a Baudelaire y reflexionando sobre aspectos de su obra. En 1939 es internado en el campo de concentración de Clos Saint Joseph en Nevers, del que sale a los tres meses para dirigirse a París. Allí concluye unos de sus textos fundamentales, sus "Tesis sobre el concepto de historia", cargando las tintas en su crítica al positivismo, a la idea de causalidad mecánica y a la creencia en el progreso. A pesar de los rasgos divergentes de sus planteamientos con la escuela de Frankfurt, Benjamin comienza a sopesar la posibilidad de abandonar Europa para reunirse en EEUU con sus colegas de escuela. Pero el estado de guerra que ya se había comenzado a gestar en Europa le acaba dejando atrapado. Su angustia por evitar ser encerrado de nuevo en un campo de concentración por la policía francesa le empuja a pasar la frontera para dirigirse a España con la intención de tomar desde la costa portuguesa un barco para Nueva York. Acompañado en la expedición por una activista de la resistencia francesa, Benjamin atraviesa los pirineos en un viaje lleno de penosidades que termina por agravarle una vieja dolencia cardiaca. Finalmente llegan a la localidad fronteriza de Port-Bou, donde él y todos sus compañeros de viaje son detenidos por la policía franquista, si bien se les permite pasar la noche en un hotel hasta la mañana siguiente a la espera de la deportación. Aunque Benjamin portaba un visado que le había conseguido Theodor Adorno para viajar a Estados Unidos e incorporarse como profesor universitario en Nueva York, el terror que se apoderó de él ante la posibilidad de ser entregado a las autoridades nazis en Francia, sumado al quebrantamiento físico y mental de los últimos días, le empujó a ingerir una dosis fatal de morfina y falleció el 26 de septiembre de 1940. Fue enterrado en el cementerio católico del pueblo, sufragando los gastos en parte con el dinero que se le encontró en el bolsillo, mientras que la cartera negra que portaba en el viaje con sus papeles sobre su obra "Los pasajes" se perdió misteriosamente. El resto de personas que le habían acompañado en la expedición por el paso de los pirineos pudo seguir su camino. Ninguno llegó a ser deportado, seguramente por el revuelo que causó el suicidio de Walter Benjamin entre las autoridades franquistas.

Según Ferrater Mora, su obra lejos de sustentarse en tesis o en argumentos, se va cimentando a base de apuntes e intuiciones, más que en un sistema de ideas. Desde muy temprano se sintió interesado por el poder del lenguaje en la cultura humana, lo que llegó a denominar "el poder nominativo y creador del lenguaje". Bucea en los orígenes del mismo para tratar de recobrar una lengua proto-original, anterior a todo discurso y comunicación. Benjamin, a diferencia de muchos miembros de la Escuela de Frankfurt, defendió la actividad artística como una anticipación utópica, especialmente representada por el arte de vanguardia. En cuanto a su concepción sobre la historia, Benjamin sitúa la utopia en el origen, que es un lugar que no se encuentra en el pasado histórico, sino en un "momento presente eterno", un tiempo presente que puede justificar y redimir todas los tiempos y todas las injusticias. Este tiempo vivo difiere de la repetición mecanica en que se halla sumida la cultura. Pues en la repetición y en la reproducción mecánicas, el arte pierde su aura, es decir, su autenticidad. Acaba concluyendo Ferrater que la anticipación utópica y la regresión originaria que caracterizan los postulados de Benjamin, junto con su vínculación con el materialismo histórico, hacen que su obra despliegue una multiplicidad de dimensiones y de interpretaciones: "tienen aura, correspondencias y resonancias, que caracterizan el propio estilo de Benjamin".

Los pensamientos que se exponen aquí están sacados de su libro "Calle de dirección única".


RELOJ REGULADOR

Para los grandes hombres, las obras concluidas tienen menos peso que aquellos fragmentos en los cuales trabajan a lo largo de toda su vida. Pues la conclusión sólo colma de una incomparable alegría al más débil y disperso, que se siente así devuelto nuevamente a su vida. Para el genio, cualquier cesura, no menos que los duros reveses de fortuna o el dulce sueño, se integran en la asidua laboriosidad de su taller, cuyo círculo mágico él delimita en el fragmento. “El genio es laboriosidad”.

BANDERA…

Cuánto más fácil resulta querer al que se despide! Pues la llama destinada a quien se aleja arde con mayor pureza, alimentada por el fugaz pañuelo que hace señas desde el barco o la ventanilla del tren. El alejamiento penetra como un tinte en aquel que desaparece, impregnándole de su suave ardor.

A MEDIA ASTA…

Cuando muere un ser muy próximo a nosotros, os parece advertir en las transformaciones de los meses subsiguientes algo que, por mucho que hubiéramos deseado compartir con él, sólo podía haber cristalizado estando él ausente. Y al final lo saludamos en un idioma que él ya no entiende.