Ella se estaba acordando del hombre muerto -o eso dijo, "me estoy acordando del hombre muerto ese que vimos desde el autobús junto a los policías"-, sin duda no se acordaría del hombre si lo viera de pie y gesticulando, siempre llaman la atención los hombres caídos, sobre todo si están tapados con una sábana blanca desde los pies hasta la cara: la curiosidad y el terror de ver la expresión de sorpresa de su cara, la expresión que nos guardaban y nunca nos enseñaron, es ahí cuando podemos estudiar mejor al que estaba vivo, arrancarle su máscara. El terror que nos inspiran los muertos viene de que se quedan ahí tan parados y es un milagro cotidiano tan grande como si de repente empezáramos a ver los muebles de la habitación echar a andar con vida propia. Pero ahora son ellos los que se han convertido en muebles que se irán comiendo las termitas. Sólo que no queremos ver el milagro de cómo era lázaro antes de resucitar, cuán desfigurado y putrefacto estaba. Nuestro deseo de qu...
Bitácora de Poesía y Pensamiento