Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Larkin

POETAS 103. Phillip Larkin III ("Ventanas altas")

    Phillip Arthur Larkin, (9 de agosto de 1922-2 de diciembre de 1985), comenzó a labrarse fama en Inglaterra como poeta –antes había ensayado alguna que otra novela-  a raíz de la publicación de su segundo libro de poemas, “Engaños”, publicado en 1955. Le siguió “Las bodas de Pentecostés” (1964) y “Ventanas altas” (1974). Pasó su infancia y adolescencia en Coventry, tal como rememora en su poema “Recuerdo, Recuerdo”, un lugar del que más bien abominaba, y del que no pudo decir que encontró sus raíces, con una irónica “magnífica familia a la que nunca acudió corriendo cuando estaba deprimido”. Su padre llegó a ser tesorero de esta ciudad y se encargó de su primera educación leyéndole obras de Ezra Pound y T. S Eliot. Precisamente éstas fueron sus primeras influencias poéticas, a la que más tarde agregó el descubrimiento de Auden y, sobre todo, de Thomas Hardy. Si bien sus primeros poemas acusaron la influencia simbolista de Yeats, de la que se desprendió má...

POETAS 103. Phillip Larkin II (Las bodas de Pentecostés)

    Phillip Arthur Larkin, (9 de agosto de 1922-2 de diciembre de 1985), comenzó a labrarse fama en Inglaterra como poeta –antes había ensayado alguna que otra novela-  a raíz de la publicación de su segundo libro de poemas, “Engaños”, publicado en 1955. Le siguió “Las bodas de Pentecostés” (1964) y “Ventanas altas” (1974). Pasó su infancia y adolescencia en Coventry, tal como rememora en su poema “Recuerdo, Recuerdo”, un lugar del que más bien abominaba, y del que no pudo decir que encontró sus raíces, con una irónica “magnífica familia a la que nunca acudió corriendo cuando estaba deprimido”. Su padre llegó a ser tesorero de esta ciudad y se encargó de su primera educación leyéndole obras de Ezra Pound y T. S Eliot. Precisamente éstas fueron sus primeras influencias poéticas, a la que más tarde agregó el descubrimiento de Auden y, sobre todo, de Thomas Hardy. Si bien sus primeros poemas acusaron la influencia simbolista de Yeats, de la que se desprendió má...

POETAS 103. Phillip Arthur Larkin I ("Engaños")

    Phillip Arthur Larkin, (9 de agosto de 1922-2 de diciembre de 1985), comenzó a labrarse fama en Inglaterra como poeta –antes había ensayado alguna que otra novela-  a raíz de la publicación de su segundo libro de poemas, “Engaños”, publicado en 1955. Le siguió “Las bodas de Pentecostés” (1964) y “Ventanas altas” (1974). Pasó su infancia y adolescencia en Coventry, tal como rememora en su poema “Recuerdo, Recuerdo”, un lugar del que más bien abominaba, y del que no pudo decir que encontró sus raíces, con una irónica “magnífica familia a la que nunca acudió corriendo cuando estaba deprimido”. Su padre llegó a ser tesorero de esta ciudad y se encargó de su primera educación leyéndole obras de Ezra Pound y T. S Eliot. Precisamente éstas fueron sus primeras influencias poéticas, a la que más tarde agregó el descubrimiento de Auden y, sobre todo, de Thomas Hardy. Si bien sus primeros poemas acusaron la influencia simbolista de Yeats, de la que se desprendió má...

POETAS, 103. Philip Larkin III ("Albada")

  Un hombre vive; vive todavía. Un hombre vive de lleno todo el asco de su existencia: trabaja todo el día y por la noche se emborracha. Se narcotiza día y noche. De día se deja intoxicar por el veneno del trabajo y de noche olvida su trabajo con el narcótico del alcohol. Su antídoto es a la vez su veneno. Un hombre vive; vive todavía y no sabe por cuánto tiempo. Un hombre vive por el día como si estuviera soñando y de noche sigue entregándose a los sueños. Vista así la existencia de un hombre, es difícil ver qué tipo de fisura se le puede abrir para que le sea dado encarar la muerte y poner en claro su existencia. Un hombre vive como si no viviese. Es alguien obstinado en darle la espalda a la muerte. Un hombre que vive en estado de ceguera permanente y que vive plenamente el vacío de su existencia. Vista así la existencia de un hombre, es difícil ver qué puede venir a iluminarle. Y, sin embargo, tal tipo de hombre es el hombre que todos somos. Poco antes de morir, Larkin co...