Fabián Casas (Buenos Aires, 1965) es poeta, ensayista, periodista y narrador. Estudió filosofía y durante la década de los 80 viajó por distintos países de Sudamérica. En los 90 comienza a ganarse la vida como periodista en el diario “Clarín” (“el periodismo es un oficio que rara vez se cruza con la poesía”, llega a declarar en una entrevista). La obtención de una beca le permite trasladarse a Estados Unidos. Reside durante seis meses en Iowa. Sus versos están marcados por el coloquialismo, los tonos narrativos y la poesía concreta. Entre sus libros de poesía, destacan “Oda” y “Spleen de Boedo”. Recientemente ha publicado en España un libro de relatos titulado “Los Lemmings y otros”.
MEDITACIÓN
Sitiado por los cigarrillos y el whisky,
escucho que alguien mete mal un cambio en la calle.
La noche es dura y las noticias son malas.
¿Guardo la Elegía en el freezer
para comerla cuando llegue la inspiración?
Esos globos inflados con gas
pegados al techo
donde hubo una fiesta,
son mis sentimientos.
*****
LA MIGRACIÓN
Estuve charlando con tu verdugo.
Un hombre pulcro, amable.
Me dijo que, por ser yo,
podía elegir la forma en que te irías.
Los esquimales, explicó, cuando llegan a viejos
se pierden por los caminos
para que los coma el oso.
Otros prefieren terapia intensiva,
médicos corriendo alrededor, caños, oxígeno
e incluso un cura a los pies de la cama
haciendo señas como una azafata.
“¿Es inevitable?”, le pregunté.
“No hubiera venido hasta acá con esta lluvia”, me replicó.
Después habló del ciclo de los hombres, los aniversarios,
la dialéctica estéril del fútbol, la infancia,
con sus galpones inmensos con olor a neumáticos.
“Pero”, dijo sonriendo,
“las ambulancias terminan devorándose todo”.
Así que firmé los papeles
y le pregunté cuando iba a suceder…
!Ahora! dijo.
Ahora
tengo en mis brazos tu envase retornable.
Y trato de no llorar,
de no hacer ruido,
para que desde lo alto
puedas hallar
la mano alzada de tu halconero.
*****
EL MALOGRADO
De no haberse tensado en tu fuerza
mis poemas no hubieran sido así.
Alguien corría muebles mientras te los leía.
después me enceguecí,
me faltó el aire
y el polvo fue un tatuaje
para todos los objetos de mi casa.
La maquinaria psicosomática se atascó.
El gallo muerto es una peluca en el medio del camino.
y cuando en la Academia se habla de mis versos,
jamás te nombro. Te empujo
hacia el fondo del canasto
con los Levis sucios y las obsesiones.
Algunos pasos nos sirven
para salir de nuestra pieza;
otrs pocos para salir de nuestra vida.
Y, mientras me regodeo
en la costumbre pagana del vermut,
espero tu llamada, tu advocación.
Hazlo, Señor,
y da origen a un nuevo animal.
*****
MINERAL WATER
No es la curiosidad metafísica
la que organizó esta excursión
pero igual podemos darnos una vuelta
por la etiqueta de agua mineral.
El bosque es frondoso aunque está domesticado,
cada veinte metros tachos de basura,
quinchos con parrilla y luz artificial, cada diez.
Ráfagas de pavimento suben hacia las colinas
donde los ciervos se pasean indiferentes.
Con movimientos de taichi
una ardilla nos sale al cruce,
otra prefiere aferrarse a la convicción
de que está mimetizada con el árbol.
¿A quien te hace acordar?
Bajo un sol al dente, cerca del río,
las familias preparan sus almuerzos domigueros
Según las coordenadas hegelianas…
Cuando se vayan
cuando las puertas del último auto
se cierren de un golpe,
las aves empezarán a graznar
y a acicalarse mutuamente en los árboles.
A más oscuridad más ruido.
Y el parque suena como una casa de videojuegos
al aire libre.
Espinoza: “Si una piedra arrojada al aire
tuviera conciencia de sí misma,
seguramente pensaría
que se mueve por su propia voluntad”
Ahí va la piedra de Spinoza.
Donde cae, los patos corren desesperados.
El nenito negro se prueba su equipo de fútbol americano,
el chico le dice a la chica: “Si no pensás en nada,
si no pensás, vas a oír al lápiz de Salinger
girando en el sacapuntas”.
Después de la comida viene el postre,
después del postre la siesta.
Ahora hay música en las radios
y el acontecimiento de las generaciones
pasa con indiferencia sobre nuestros cuerpos.
Con pecheras rojas y naranjas
equipos de remeros surcan el río.
Cantan una canción que habla
sobre la sombra que le imprimimos
a lo que intentamos conocer.
*****
COSTUMBRES
Pensá en esos que matan el tiempo
acodados a las barras de los bares
con sus vasos de vino, imperturbables.
Pensá en los esquimales
y sus muchas palabras para nombrar al hielo
que es bueno, que es malo;
que sirve y no sirve para construir.
Pensá en los que se sacan fotos
con el agua hasta las rodillas,
alzando entre sus brazos
un pescado plateado e inmenso.
Pensá en ese chico
esperando en la penumbra,
que la madre venga a ponerle
el almidonado guardapolvo.
*****
TRATANDO DE VER CÓMO SERÁ
En el medio de los días contados
la tensión del poema
corre hacia su fin
sin esperanza de resurrección.
El juez de tenis
gira la cabeza de un lado a otro
aprobando o negando
mientras la multitud congregada
grita o aplaude según el tanto. ¿Será así?
Bajar a las profundidades
con un traje hermético
y difícil de llevar
cuando alrededor
las cosas cotidianas
se mueven con el lento ondular de los elefantes.
Tratar de decir palabras
que se hacen papilla en la boca
y saber que los grandes días
están en un baúl que se cierra de golpe.
A veces quedan hijos
que precintan el terreno
para que no te fatigues
haciendo esgrima con los muertos.
Hasta que llegás a ese lugar
formando parte de la migración
que busca trabajo en un país en quiebra.
No hay vuelta que darle,
motorizado por la culpa
alguién instaló
este campo de refugiados en el sol:
la vejez es el último verso del poema,
después del empieza la crítica.
*****
BRASAS
Toda la noche caminando sobre brasas
y a lo lejos las puertas de los autos
que se cierran de un golpe.
Estás harto de la comida seriada de los aviones
y del doble que crece a costa de tus nervios
tratando de conquistar el mundo o metabolizar el día.
Que está extraviado. La buena onda
se echó a perder hace una semana.
A los jeans mojados les crecieron hongos.
Y las palabras que elaboraste de disculpa
son las migas que deja un paranoico,
para saber cómo volver a casa.
*****
MANTIS
Porque creímos que en pocas horas
te iban a guardar en el estuche,
en tu cama de la 206
reinaba un clima de expresionismo abstracto.
Los médicos, blancos y limpios, se movían a pila por el pasillo.
Con una campera berreta y ajustada,
que dejaba su panza al aire,
un viejo le daba papilla en la boca
a tu copiloto de pieza…
Pasillos desinfectados
que inundaba al mediodía
el caldo recalentado.
Propinas a la enfermera, insomnio,
Charlas entre familiares comentando el parte
que los doctores, con su letra ininteligble,
dejaban a los pies de tu cama.
Y vos, como una mantis albina,
conectada al suero y al respirador…
Recé porque no entendí
que la luz y la noche se confundieran tanto.
De vez en cuando, pensé mientras te miraba,
nacen personas que viven durante toda su vida
sólo para dar amor a los demás,
sacrificando sus deseos y su importancia personal.
Un fenómeno extraño, para tener en cuenta,
sobre el ruido de fondo de la muerte.
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