Paul Celan nació en 1920 en Czernowitz, en la región de Bucovina, que tras el desmembramiento del imperio hungaro, en 1918, pasó a formar parte de Rumanía. Recibió educación en lengua alemana y rumana, y durante un tiempo estudió en una escuela hebrea. Su vida y su poesía van a quedar marcadas por las consecuencias de la invasión de la URSS por parte de Hitler. A mediados de 1941, sus padres fueron deportados a un campo de concentración ucraniano mientras el poeta salvaba la vida escondiéndose en una fábrica de cosméticos. La muerte del padre por tifus bajo las malas condiciones del campo, y la de la madre por un balazo en la nuca, sumieron al poeta en un complejo de culpa que dejó huella en su poesía. En 1947, después de haber trabajado en un hospital psiquiátrico y de iniciarse en la poesía bajo el influjo de Rilke, vuelve a Paris -había estudiado medicina en 1938- para trabajar como profesor de literatura alemana en la École Normale Supériore, puesto en el que continuó hasta su muerte. En 1952 se casa con una francesa católica de pasado aristocrático, comienza a traducir a Cioran y a Cocteau, a la vez que publica “Amapola y memoria”. En 1953 la publicación de su libro “De umbral en umbral” va a estar presidida por la muerte de su hijo recien nacido. Tras escribir “La Reja del Lenguaje”, entra en contacto con la poesía de Mandelstam, cuya influencia -el poema como diálogo- va a incorporar en su cuarto libro “La rosa de nadie”. En 1962 Celan sufre una crisis aguda depresiva especialmente motivada por la acusación de plagio que lanzó contra él la viuda del poeta Yvan Goll, a quien había traducido años atrás. Esta crisis se va a agravar en 1965 hasta el punto de que tiene que ser internado en una clínica a las afueras de París, coincidiendo con la escritura de su libro “Soles filamentos”. A partir de esta fecha sus ingresos hospitalarios se hacen frecuentes y su poesía se vuelve más críptica. La agudización de su enfermedad obliga a Celan a separarse en 1967 de su familia durante una temporada e irse a vivir a una habitación alquilada. Un amigo que fue a visitarle por esas fechas se encontró a un Celan “profundamente alterado, prematuramente envejecido, taciturno y hosco”, que se quejaba continuamente de que habían hecho experimentos con su persona mediante un tratamiento que incluía medicamentos y electroshock. En 1970 le escribió a su amante israelí: “Para curarme me han destrozado”. Henri Michaux, que lo conoció durante esta época, escribió al respecto: “La cura que la escritura le proporcionaba no era suficiente, no ha sido suficiente. Saltos en balde. Siempre en la sala de los gritos, apretujado en los instrumentos de tortura. Cada vez, un cielo de tinta. Cada día trae finalmente su golpe”. El 20 de abril de 1970 saltó desde el puente Mirabeau a las aguas del Sena. Durante los años finales habían sido de gran importancia para Celan el conocimiento de la obra de Gershom Scholem -la totalidad de la creación es un texto en el lenguaje divino- y la visita que durante el verano de 1967 hiciera al filósofo Martin Heidegger en su refugio de la selva negra, cuyo encuentro ocasionó el poema titulado “Todnauberg”. Según Lacoue-Labarthe, la poesia de Celan es “en su totalidad, un diálogo con el pensamiento de Heidegger”. Para Coetzee, sin embargo, el gran logro de Celan es haber insertado en la alta cultura alemana y en el idioma alemán “la memoria de un pasado judaico que una línea de pensadores alemanes culminada con Heidegger había tratado de obliterar”. Precisamente, el gran hito que para la poesía del siglo XX había supuesto el poema “Fuga de muerte” era motivo de disgusto para el propio Celan, muy crítico con el hecho de que el poema sólo fuera estudiado desde el punto de vista formal (compuesto como una estructura musical imitando una “fuga”) y que veía como su denuncia de la barbarie alemana era celebrada en las escuelas por maestros y estudiantes como un mero instrumento de reconciliación. La traducción de los poemas aquí seleccionados se le debe a José Luis Reina Palazón.
Negra leche del alba la bebemos de tarde
la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar
Negra leche del alba te bebemos de nochete bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con las serpiente que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit juega con las serpientes
Grita que suerte más dulce la muerte la muerte es un maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit
*****
Álamo temblón, tu follaje es blanco en lo oscuro.
El cabello de mi madre nunca llegó a ser blanco.
Diente de león, tan verde es la Ucrania.
Mi rubia madre no volvió a casa.
Nube de lluvia, ¿te demoras en los pozos?
Mi dulce madre llora por todos.
Estrella redonda, tú enroscas la cola dorada.
El corazón de mi madre fue herido con plomo.
Puerta de roble, ¿quién te sacó de los goznes?
Mi tierna madre no puede venir.
*****
UNA CANCIÓN EN EL DESIERTO
Se trenzó una corona de negruzca fronda en la región de Acra:
Allí revolví el caballo peceño y acometí hacia la muerte con la espada.
También bebí en cuencos de madera la ceniza de los pozos de Acra
y al encuentro partí de las ruinas del cielo con la visera bajada.
Pues muertos están los ángeles y ciego quedose el Señor en la región de Acra,
y no hay ninguno que me cuide en el sueño a los que aquí entraron al reposo.
Molida a golpes quedó la luna, la florecilla de la región de Acra:
así florecen las que imitan a los espinos, las manos con anillos mohosos.
Así tengo pues que encorvarme al final para el beso cuando oran en Acra…
!Oh, mala fue la malla de la noche, la sangre gotea a través de las hebillas!
Así llegué a ser para aquella su hermano risueño, el férreo querube de Acra.
Así pronuncío el nombre todavía y aún siento el incendio en las mejillas.
*****
De noche, por la fiebre de Dios, tu cuerpo es moreno:
con mi boca sobre tus mejillas antorchas blando.
No sea mecido aquel a quien nana no cantaron.
Hacia ti he ido yo llena de nieve mi mano,
e indeciso, como tus ojos azules van siendo
en la ronda de las horas. (La luna antaño era más redonda)
En tiendas vacías el milagro su fin solloza,
el cántaro de los sueños está helado -¿qué nos atañe?
Piensa: del saúco colgaba negruzca una hoja-
el bello signo para la copa de sangre.
*****
MARIANNE
Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.
De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:
como fronda destroza la torre y brame en redor del zarzal de azufre.
Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca -esa cañada con los restos del violín.
!Con níveos dientes alguien mueve el arco: Oh más bellas se oyeron las cañas!
Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;
un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;
una barca en el cereal tu corazón, la bogamos noche adelante;
un cantarito de cielo, así retozas ligera sobre nosotros que dormimos…
Delante de la tienda desfila la centuria y entre copas te llevamos al sepulcro.
Entonces tintinea sobre las losas del mundo el duro tálero de los sueños.
*****
La mano llena de horas, así viniste a mí -yo dije:
tu cabello no es castaño.
Así lo alzaste leve a la balanza de la pena, más pesado era entonces que yo…
Vienen en barcos a tí y lo cargan, lo ponen en venta en los mercados del placer-
tú me sonríes desde abajo, yo te lloro desde el platillo que queda leve.
Lloro: tu cabello no es castaño, ellos ofrecen el agua del mar y tú les das rizos…
Susurras: !Ya llenan ellos el mundo conmigo y yo para ti sigo siendo una cañada en el corazón!
Dices: !Pon junto a tí la fronda de los años -ya es hora de que vengas y me beses!
La fronda de los años es de color castaño, tu cabello no lo es.
*****
CINERARIA
Venablo, ave de paso, ha tiempo que el muro fue sobrevolado,
la rama sobre el corazón ya es blanca y la mar sobre nosotros,
la loma del abismo frondosa está de estrellas del mediodía –
un verde sin veneno como del ojo que ella abrió en la muerte…
Ahuecamos las manos para recoger el reguero del torrente:
el agua del lugar donde oscurece y a nadie se le alcanza el puñal.
Tú entonaste también una canción y nosotros trenzamos una reja en la niebla:
tal vez venga aún un verdugo y nos vuelva a latir un corazón;
tal vez una torre ruede sobre nosotros y alcen una horca entre el júbilo;
tal vez una barba nos desfigure y enrojezca su pelo rubio…
La rama sobre el corazón ya es blanca, el mar sobre nosotros.
*****
LA ARENA DE LAS URNAS
Verde de moho es la casa del olvido,
Ante cada una de las puertas al viento azulea tu juglar decapitado.
Él te toca el tambor de musgo y amargo vello de pubis;
con supurante dedo del pie pinta tu ceja en la arena.
Más larga la dibuja que ella era, y el rojo de tu labio.
Tú llenas aquí las urnas y nutres tu corazón.
*****
CANCIÓN DE UNA DAMA EN LA SOMBRA
Cuando la tacituana llega y decapita los tulipanes:
¿Quién gana?
¿Quién pierde?
¿Quién sale a la ventana?
Es uno que lleva mi cabello.
Lo lleva en las manos como se llevan los muertos.
Lo lleva como el cielo llevó mi cabello el año en que amé.
Lo lleva así por vanidad.
Ése gana.
Ése no pierde.
Ese no sale a la ventana.
Ése no pronuncia el nombre de ella.
Es uno que tiene mis ojos.
Los tiene desde que se cierran las puertas.
Los lleva en el dedo como anillos.
Los lleva como trozos de placer y zafiro:
ya era mi hermano en el otoño;
ya cuenta los días y las noches.
Ése gana.
Ése pierde.
Ése no sale a la ventana.
Ése pronuncia por último el nombre de ella.
Es uno que tiene lo que he dicho.
Lo lleva bajo el brazo como un hatillo.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, no lo tira.
Ése no gana
Ése pierde
Ése sale a la ventana.
Ése pronuncia primero el nombre de ella.
Ése será decapitado con los tulipanes.
*****
LOS AÑOS DE TI A MÍ
De nuevo se ondula tu cabello cuando lloro. Con el azul de tus ojos
cubres la mesa de nuestro amor: un lecho entre verano y otoño.
Bebemos lo criado por alguien que no era yo, ni tú, ni un tercero:
saboreamos algo vacío y último.
Nos vemos en los espejos del mar profundo y nos pasamos más deprisa las viandas:
la noche es la noche, comienza con la mañana,
me tiende junto a ti.
*****
CORONA
En mi mano come el otoño su hoja: somos amigos.
Descascaramos el tiempo de las nueces y le enseñamos a andar:
El tiempo retorna a la cáscara.
En el espejo es domingo,
en el soñar se duerme;
la boca dice verdad.
Mi ojo desciende el sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos lo oscuro,
nos amamos uno al otro como amapola y memoria,
dormimos como vino en las conchas,
como la mar en el rayo de sangre de la luna.
Estamos abrazados en la ventana, nos miran desde la calle:
!Ya es tiempo de que se sepa!
Ya es tiempo de que la piedra se avenga a florecer,
que a la inquietud le palpite un corazón.
Ya es tiempo de que sea tiempo.
Ya es tiempo.
*****
Del azul que aún busca su ojo bebo el primero.
Bebo de la huella de tu pie y veo:
ruedas entre mis dedos, perla, !y creces!
creces como todos los que están olvidados.
Ruedas: el negro granizo de la melancolía
cae en un pañuelo, todo blanco de decir adiós.
*****
Quien como tú y todas las palomas día y noche bebe de la oscuridad,
pica la pupila de mis ojos antes de que destelle,
arranca el cesped de mis cejas antes de que sea blanco,
da un portazo en las nubes antes de que yo caiga.
Quien como tú y todos los claveles usa la sangre por moneda y la muerte por vino,
sopla el vidrio para su cáliz de mis manos,
le da color con la palabra que no dije, rojo,
lo hace añicos con la piedra de la lágrima lejana.
*****
ESTIGMA
No dormimos más, pues yacíamos en el árbol de ruedas del reloj de melancolía
y arquéabamos las agujas como vergas,
y volvían disparadas y fustigaban el tiempo hasta sangrarlo,
y tú hablabas un crepúsculo creciente,
y doce veces dije tú a la noche de tus palabras,
y ella se abrió y quedó desplegada,
y le puse un ojo en el seno y te trencé el otro en el pelo
y enlacé entre ambos la mecha, la vena abierta –
y un joven rayo llegó nadando.
*****
Duerme pues y mi ojo quedará abierto.
La lluvia llenó el cántaro, nosotros lo vacíamos.
la noche hará brotar un corazón y el corazón un tallito-
para segar, segadora, es muy tarde sin embargo.
!Tan blanco de nieve son, viento nocturno, tus cabellos!
!Blanco lo que me queda y blanco lo que he perdido!
Ella cuenta las horas y yo los años cuento.
Nosotros bebemos lluvia. Lluvia bebimos.
*****
Ella peina su pelo como se le peina a los muertos:
ella lleva el añico azul debajo del camisón.
Ella lleva el añico mundo en un cordón.
Ella sabe las palabras pero sólo sonríe.
Ella mezcla su sonrisa en el vaso de vino:
tú tienes que beberlo para estar en el mundo.
Tu eres la imagen que el añico le muestra,
cuando pensativa sobre la vida se inclina.
*****
CUENTA LAS ALMENDRAS,
Cuenta lo que era amargo y te mantuvo en vela,
cuéntame con ellas:
Yo busqué tu ojo cuando lo abriste y nadie te miraba,
hilé aquel hilo secreto
por el que el rocío que pensaste
resbaló hasta los cántaros
que protege un proverbio que de nadie encontró el corazón.
Sólo allí entraste enteramente en ese nombre que es el tuyo,
avanzaste con pie firme hasta ti,
libres batieron los mazos en la cabeza de campana de tu silencio,
llegó a tu encuentro lo bien oído,también lo muerto ciñó con su brazo,
y los tres os fuisteis a través de la tarde.
Hazme amargo.
Cuéntame con las almendras.
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