Me mostraron cuando era niño una reproducción de un cuadro de Eduard Munch que se titulaba el grito y me asustó tanto que eché a llorar, y desde entonces me he quedado como sordomudo y no he vuelto a hablar, salvo cuando empiezan a darme gritos como ahora alguna de las personas que me rodean, y como para defenderme me tapo con las manos los oídos y abro grandemente la boca, como si me los fuera a tragar, y les doy tanto miedo cuando les imito que comienzan a oír su propio grito y rompen a llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario