martes, 18 de julio de 2017

PENSAMIENTOS 16. Rafael Sánchez Ferlosio (I)

 
 
 
 
 
Nació en Roma el 4 de diciembre de 1927. Es hijo de la italiana Liliana Ferlosio y  del novelista Rafael Sánchez Mazas, uno de los cofundadores de la Falange y que en aquel tiempo desempeñaba un cargo en la embajada de España y una corresponsalía del periódico ABC. Después de iniciar sus primeros estudios en Madrid, se traslada al colegio de jesuitas de Villafranca de los Barros (Bajadoz). Ya desde muy temprano, estimulado por una copiosa biblioteca familiar, se enfrasca en los clásicos latinos y griegos. Sus viajes por Francia e Italia le facilitan también la lectura de diversos autores de ambas lenguas. En Madrid se matricula primero en arquitectura, pasa por la facultad de Filosofía y Letras y más tarde se pone a estudiar lenguas semíticas. En reiteradas ocasiones ha declarado que no estaba hecho para los estudios y que por eso se quedó en simple bachiller. De esta época universitaria data su amistad con Jesús Fernández Santos, Medardo Fraile, Ignacio Aldecoa y Carmen Martín Gaite. Con está última se casará en 1953. Dos años antes publica su primera novela, Industrias y andanzas de Alfanhuí. Después de dar a la luz tres relatos cortos, publica El Jarama en 1955. A pesar de que esta novela gana el premio Nadal por unanimidad y de que se convierte en un fenómeno literario de la época, Ferlosio pronto va a renegar de ella y se va a pasar treinta años sin dar a imprenta más que dos narraciones breves. Estimulado por una abundante ingesta de anfetaminas, se enfrasca durante estos años intermedios en libros de gramática, llevando a cabo trabajos de investigación lingüística. En 1969 comienza a redactar una novela que termina dos años después, pero que no alcanzará su publicación hasta 1986: El testimonio de Yarfoz. Aunque emprende otros proyectos novelescos que deja inacabados, se dedica sobre todo a escribir artículos y ensayos. Con el advenimiento de la democracia aparecen en prensa artículos suyos cada vez más combativos y se empieza a sentir en ellos el gusto por la forma aforística. Fruto de toda esta labor es la aparición, en su “annus mirabilis” de 1986, de sus dos ensayos, Campo de Marte y Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, y una recopilación de artículos: la Homilía del ratón. En 1993 publica su libro de aforismos Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, con el que gana el premio nacional de literatura y el Ciudad de Barcelona. Como alivio para protegerse del chaparrón de loas organizado en España para celebrar el quinto centenario de la conquista de América, escribe Esas Yndias equivocadas y malditas (1994), un duro alegato contra lo que calificó de choque brutal y destructor. Recopilación de escritos varios son sus libros El alma y la vergüenza (2000), la hija de la guerra y la madre patria (2002) y Non olet (2002). Además de su libro de relatos El Geco (2005), ha seguido dando a imprenta los ensayos Sobre la guerra (2007) y God & Gun. Apuntes sobre polemología. Su obra ha sido premiada en el año 2004 con el Cervantes y con el Premio Nacional de las Letras Españolas en el año 2009. En los últimos años la editorial Debate ha culminado la tarea de reunir sus ensayos en cuatro volúmenes. De Ferlosio dijo Miguel Delibes que será siempre Ferlosio. “Es decir, un hombre que haga lo que haga —vivir o escribir— lo hará siempre a su aire, desdeñando la rutina y las convenciones sociales”. Desde esa originalidad ha elaborado el mismo una breve nota biográfica que suele aparecer en la solapa de sus libros y que deja constancia de su amor a los clásicos y  de su pasión por el estudio: «Rafael Sánchez Ferlosio, hijo de padre español y madre italiana, nació el 4 de diciembre de 1927 en la ciudad de Roma. A la edad de catorce años, en el texto de literatura española de Guillermo Díaz-Plaja y en la frase en la que el autor, retratando al infante don Juan Manuel, decía literalmente "tenía el rostro, no roto y recosido por encuentros de lanza, sino pálido y demacrado por el estudio" conoció cuál era su ideal de vida. No obstante, ha sido siempre demasiado perezoso para llegar a empalidecer y demacrarse en medida condigna a la de su ideal emulatorio, y su máximo título académico es el de bachiller. Habiéndolo emprendido todo por su sola afición, libre interés o propia y espontánea curiosidad, no se tiene a sí mismo por profesional de nada.”
 
 
(Impresión repentina) Cómo retrocede el tiempo: todavía ayer todos eran más viejos que yo y hoy ya son todos más jóvenes que yo.


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(Suplemento cultural) Las únicas novedades de la cultura actual parece que no son ya más que los aniversarios.


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(Libertad de movimientos) Suelo decir que no sé lo que es la libertad, pero como en muchas otras cosas el argumento más sólido que tengo no es más que una alegoría: la de las cuerdas de la marioneta: cuantas más, más libertad.



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(panem et circenses) Llenando el lugar vacío de la impotencia, el hastío y el nihilismo, el deporte es desde siempre lo que más cabalmente cumple la función primaria de toda cultura como instrumento de control social.


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(A la manera de Von Clausewitz) La diversión es la continuación del aburrimiento pero con otros medios.


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(Desconfianza) !Y el que el chivo vaya al cuchillo o vuelva al prado dependa de que el jurado le dé la razón al fiscal o al defensor!


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(Esa ficción maligna) El tiempo fue inventado contra los perezosos, como un ardid para que los que querían quedarse quietos se sintiesen incómodos y entrasen en acción.


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(Premio Pulitzer o El deber de informar) Siempre hay un hijo de la gran puta capaz de esperar horas al suicida indeciso en la cornisa del rascacielos para poder fotografiarlo en el aire un instante antes de estrellarse contra el suelo.


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(¿Causalidad o casualidad?) Contra más cachivaches vienen juntando los hombres para comunicarse, menos parece que tengan que decirse los unos a los otros. Aunque también es posible que nunca hayan tenido mucho que decirse y sólo ahora la sobra de medios los pone en evidencia.


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 (Españoles) Uno de los rasgos más característicos de la españolez es el de que los españoles nunca oyen nada que les merezca decir "Es falso" sino tan sólo cosas de las que decir "Es total, absoluta y rotundamente falso".



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(Los realistas) "La testarudez de los hechos" es una proyección sobre lo externo de la mucho mayor testarudez interna de ciertas mentalidades perezosas que se sienten felices de tener en "los hechos" algo a que aferrarse, o de algunas a las que incluso les da vértigo la sola idea de soltarse de manos del manillar de bicicleta de "los hechos".

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