Somos el sentimiento con el que damos ejecución a nuestros actos, es decir: somos el arrojo con el que corremos hacia la meta, la gula con la que comemos, la codicia con la que miramos el dinero, la humildad con la que nos arrodillamos ante Dios.
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La verdadera actividad del cuerpo se origina en el
sentimiento, ahí tiene su sede, pues es desde el sentimiento donde el cuerpo se
conmueve. Toda educación del sentimiento acaba haciendo a la vez más eficaz
nuestra vida corporal. Parodiando a Spinoza, habría que decir: todavía no ha llegado a saber el hombre todo lo que puede hacer un cuerpo por medio del correcto manejo de los sentimientos.
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Podemos dominar el cuerpo por medio de un uso correcto de los
sentimientos. Así una sensación o impresión no es más que un sentimiento
rudimentario. La codicia, la avaricia, la lascivia, la envidia y demás
sentimientos son sensaciones complejas que hacen relación a la complejidad del
mundo y del modo de vida humana. Quien domina sus sentimientos, domina mejor sus
sensaciones, ya se trate de sed o hambre, de frío o calor. Y a la inversa, adiestrarse
en el dominio de estas sensaciones primarias resulta ser el pórtico para adiestrarse en el dominio de sentimientos más
complejos.
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No se puede llevar una vida correcta si no se trata de
alcanzar, como un arquero su diana, la corrección del sentimiento que cada
situación y cada momento exige. Pero también hay que saber qué tipo de sentimiento –de
reverencia, de admiración, de piedad, de amor incondicional- nos debe suscitar
la vida en cada circunstancia,
como una actitud permanente que acompañe a todo hombre. Si los hombres acaban llevando vidas incorrectas es porque se acaban haciendo insensibles a determinados sentimientos beneficiosos para la vida. O como diría Erich Fromm, porque los hombres, en vez de hacerse biófilos, se han vuelto necrófilos.
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Constantemente poseemos el sentimiento del cuerpo, y por tanto el cuerpo es
también un sentimiento, algo que nos hace sentir, o mejor dicho, es la fuente
de todo sentir. El sentimiento que nos infunde el cuerpo se puede
retroalimentar a base de sentimiento. Es decir, nosotros podemos siempre, a la
vez, modificar el sentimiento que nos infunde el cuerpo.
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Pero dominar los sentimientos significa obligar al cuerpo a
hacer unas determinadas cosas y abstenerse de otras, pues es mediante una
actividad precisa del cuerpo como se obtienen unos determinados sentimientos.
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Todo sentimiento comporta una acción correspondiente; es
decir, no pueden ejecutarse sentimientos en el vacío, en abstracto. Todo
sentimiento se ha de encarnar en un alguien o en un algo concreto y ha de ir,
indefectiblemente, acompañado de unos determinados gestos y movimientos concomitantes del cuerpo. Si tiene, por ejemplo, el sentimiento lascivo
de mirar con descaro a una mujer sensual, ese sentimiento es algo que hay que
encarnarlo, ejecutarlo, escenificarlo. Hay que mirar a esa mujer de esa
determinada forma. Quiere esto decir que un sentimiento no es algo que acontece
en el seno íntimo de un individuo, sino es algo creativo, algo que hay que
estar creando en cada instante, algo que hay que crear y ejecutar y buscar el
modo de llevar a cabo. En última instancia, un sentimiento es algo que conmueve,
es decir, algo que mueve a la acción desde lo más íntimo, porque a todo
sentimiento, incluso en la intimidad de una reclusión en solitario, acompaña
una determinada notación del cuerpo, una ejecución y unos reflejos de esos
sentimientos en el cuerpo.
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Porque nuestra manera de sentir es una manera de situarnos en
el mundo mediante el sentimiento, nos situamos entre los demás seres y entre
las demás cosas del mundo. Cada persona siente el mundo de una forma diferente
y esa es la razón de que nadie se oriente en el mundo de la misma forma.
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El sentimiento nunca es puro; va acompañado de imágenes, que
son sus guías. Lo que hace a los sentimientos más complejos. El sentimiento de
estar bien en un determinado lugar puede ser tan fuerte que venga acompañado de una imagen de instalarse allí
para siempre. O al revés, si el lugar no nos resulta propicio, es la imagen de
la partida la que nos acompaña. Y es que los sentimientos mueven a la acción, y
esta acción proyectada y futura, que se va a constituir en una respuesta a un determinado
sentimiento, se nos representa por medio de imágenes. Y qué decir del miedo,
que puede elaborar imágenes paranoicas en las que uno se quiere suicidar. Los
sentimientos nos empujan a la acción porque son estímulos que nos provocan una
reacción, una respuesta de fascinación o de huida, de protección ante el miedo,
etc.
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Digamos que tiene que haber un ajuste entre sentimiento y la
imaginería que provoca ese sentimiento, que cada sentimiento provoca una
determinada imaginación o producción de imágenes, pero se puede modular el
sentimiento por medio de la imaginación que le acompaña, o al revés, una
intervención directa en el sentimiento hace que la imaginación subsecuente varíe.
Es todo un complejo sobre el que se puede operar y cualquier instancia de este
complejo sirve para producir la modificación en la dirección deseada.
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