Adam
Zagajewski es un poeta, novelista y ensayista polaco que nació en Lwów, el 21
de junio de 1945, población que actualmente pertenece a Ucrania. Descendiente
de una familia de la antigua nobleza rural de Polonia, es hijo de un profesor
de ingeniería que heredó de sus padres el amor por la lectura. Su familia fue
expulsada por los ucranianos y se instaló en 1946, tras la Segunda guerra
mundial, en Gliwice (Silesia), una pequeña población alemana que Polonia acaba
de anexionarse. Cursa en esta población sus estudios secundarios y allí experimenta,
durante la adolescencia, sus primeras sensaciones de lo que luego llamará
mística para principiantes: “la combinación de felicidad inesperada y de una
comprensión muy intensa de lo que nos rodea”. Esta experiencia de felicidad
intensa la va a relacionar con la común experiencia de gran parte de los
artistas, aquello que fundamenta la base psicológica del arte. Precisamente fue
psicología la carrera en la que se matriculará en la Universidad de
Cracovia. Más tarde cursará Filosofía e impartirá clases de esta disciplina en
la Universidad de Ciencia y Tecnología. Mientras inicia la publicación de sus
primeros poemas, se adhiere al movimiento “nueva ola”, que eclosiona a finales
de los años sesenta, formando, junto con otros poetas, el grupo generacional
del 68, muy comprometido políticamente
contra el gobierno totalitarista y que tenía como altavoz para difundir su
disidencia la revista “Teraz” (Ahora). Tras una etapa de fuerte activismo
político en la década de los 70, y tras la prohibición por parte de las
autoridades de su país de la publicación de sus obras, en 1982 decide dejar
todo aquello que lo arraigaba a Polonia para vivir una historia de amor con una
mujer a la que sigue hasta París, ciudad en la que residirá por unos años. En
1988 se exilia a Estados Unidos para trabajar como profesor en el Creative
Writing Program de la Universidad de Houston. Allí publica su poemario Plótno (1990),
en el que ya se hace patente el abandono de una poesía de compromiso político
para transitar hacia otras preocupaciones más íntimas. Tras una larga estancia
de exilio en Estados Unidos, por fin regresa a su país en 2002 para instalarse
en Cracovia con su mujer. Además de los libros ya señalados, pueden destacarse
sus libros de poemas “Deseo” y “Mano invisible”, además de su libro de ensayos “En
defensa del fervor”. Entre los numerosos galardones recibidos a lo largo de su
carrera, se encuentra el premio “Princesa de Asturias de las letras”, en 2017.
Las manifestaciones sobre su concepción de la poesía han sido numerosas y
también puede leerse entre líneas repasando alguno de sus poemas. Para
Zagajewski, la poesía es la búsqueda de resplandor, ese algo que hay más allá
de las palabras: “Se transmite alguna experiencia que está antes de las
palabras, ¿cómo?..., a través de los agujeros que hay en las palabras”. Para
Zagajewski la poesía es el sentimiento de que hay en el mundo algo mucho más
profundo y contradictorio. Y este sentimiento se transmite al poeta como un
estado de enamoramiento por lo dramático de la vida. Los poetas, según su concepción un tanto irracional
de la poesía, escriben sin saber lo que dicen: “Escribir poesía es un espacio
angosto entre el decir algo y no decirlo”. Forma también parte de su concepción
de la poesía el parentesco del poeta con el místico, como se puede apreciar en
su poema “Mística para principiantes”: “El poeta –ha declarado en una entrevista-
es un místico imperfecto porque lo que le caracteriza es la locuacidad”. Los
poetas necesitan publicar sus obras y por eso rompen ese silencio en el que
madura una buena parte de su creatividad. En un encuentro con el escritor John
Burnside, en la residencia de Estudiantes de Madrid –se deja enlace-, Adam dejó ver cuál es a su juicio la naturaleza del
proceso creativo que se genera en los
poetas cuando componen un poema. “A veces escribir un poema implica inspiración
y la existencia de obstáculos. Tienes un momento de inspiración, que en sí
mismo es como el aire, y en él hay metáforas, espíritus… Y todo aquello que
tiene un elemento de aire es transparente, sin substancia, de modo que debe
encontrarse con un obstáculo para poder materializarse. Todo lo que odiamos de
la vida, la rutina, el aburrimiento, el sufrimiento o la crueldad de la
historia, forma parte de estos obstáculos. La energía pura con que sentimos
esos espíritus proviene de no se sabe dónde; es un inicio misterioso. Luego esa
energía se topa con una red enorme y banal de obstáculos y circunstancias.”
Los poemas que se selecciona aquí proceden de su libro de poemas "Deseo"
MÍSTICA PAR
PRINCIPIANTES
El día era
apacible, la luz agradable.
Un alemán en
la terraza de la cafetería
Tenía un
pequeño libro en sus rodillas.
Conseguí ver
el título:
Mística para principiantes
Al acto
entendí que las golondrinas,
Patrullando
las calles de Montepulciano,
Con unos
silbidos muy penetrantes,
Y las
apagadas charlas de los tímidos
Viajeros de
Europa del Este, llamada Central,
Y las
garcetas que estaban (¿ayer? ¿anteayer?)
Como monjas
en los campos de arroz,
Y el ocaso,
lento y sistemático,
Borrando los
contornos de las casas medievales,
Y los olivos
en las pequeñas colinas,
A merced de
los vientos y los incendios,
Y la cabeza
de la Princesa desconocida
Que vi y
admiré en el Louvre,
Y los
vitrales de las iglesias como alas
De mariposa
embadurnadas de polen,
El pequeño
ruiseñor que ensayaba su recital
Justo al
lado de la autopista,
Y los
viajes, todos los viajes,
Eran sólo
mística para principiantes
Un curso
inicial, una introducción
Para el
examen que quedó aplazado
Para más
adelante.
El estudio
donde trabajo tiene seis
Caras como
un dado.
Hay una mesa
de madera de tercas
Formas
rústicas, un sillón
Perezoso y
una tetera con el labio
Prominente
de los Habsburgo.
Desde la
ventana veo árboles escuálidos,
Finas nubes
y niños de la guardería,
Gritando,
siempre contentos.
A veces, a
lo lejos, brilla la luna de un coche
O, arriba,
la cáscara plateada de un avión.
Es evidente
que otros no pierden el tiempo
Cuando yo
trabajo, buscan aventuras
En la tierra
y en los grandes espacios.
El estudio
donde trabajo es una camera obscura
Pero ¿en qué
consiste realmente mi trabajo?
En una larga
espera inmóvil,
En remover
folios, en una paciente meditación,
En la
pasividad que no convencería
A un juez de
ansiosa mirada. Lentamente
Escribo,
como si tuviera que vivir doscientos
Años. Busco
imágenes inexistentes,
Y si existen
están enrolladas y guardadas
Como la ropa
de verano durante el invierno,
Cuando el
frío corta los labios.
Sueño con
lograr una concentración absoluta,
Si la encontrase
tal vez dejaría de respirar.
Quizá mejor
que consiga tan poco.
Aunque oigo
silbar la primera nieve,
Oigo la
delicada melodía de la luz del día
Y el
amenazante gruñido de la gran ciudad.
Bebo de una
fuente pequeña,
Mi sed es
mayor que el océano.
*****
Murió
Gombrowicz; los americanos andaban por la luna,
Saltando con
cuidado, como temiendo que se hiciera añicos
Erbarme dich, mein Gott, cantaba una mujer negra en una
iglesia.
Fue un
tórrido verano, el agua de los lagos dulce y caliente.
Seguía la guerra
fría, los rusos ocuparon Praga.
Nos
encontramos por primera vez ese año.
Sólo la
hierba, amarilla y cansada, era inmortal.
Murió
Gombrowicz. Los americanos andaban por la luna.
Tiempo, ten
piedad. Destrucción, ten piedad.
NADAR
Los ríos de
este país son dulces
Como una
canción trovadoresca,
El pesado
sol se dirige hacia occidente
En amarillas
carretas circenses.
En las
pequeñas iglesias rurales
Aparece el
tejido del silencio, tan fino
Y antiguo
que una sola respiración
Podría
romperlo.
Me gusta
nadar en el mar que siempre
Está
hablando solo
Con la voz
monótona de un viajero
Que ya ni
siquiera recuerda
Cuánto
tiempo lleva de viaje.
Nadar es
como una oración:
Las manos se
unen y se separan
Casi sin
fin.
HOUSTON, A
LAS SEIS DE LA TARDE
Europa ya
duerme bajo la áspera manta de sus
Fronteras y
viejas hostilidades; Francia arrimada
A Alemania,
Bosnia en los brazos de Serbia,
La solitaria
Sicilia en el azul del mar.
Aquí
anochece, se enciende una lámpara
Y al
instante se apaga el oscuro sol
Estoy solo,
leo un poco, pienso un poco,
Escucho un
poco de música.
Estoy allí
dode hay la amistad
Sin que haya
amigos, donde crece
El
encantamiento, sin que haya magia,
Allí donde
ríen los muertos.
Estoy solo
porque Europa duerme. Mi amor
Duerme en un
piso alto cerca de París.
En Cracovia
y en París mis amigos
Se abren
paso en el mismo río del olvido.
Leo y
reflexiono; en un poema he encontrado
¡hay golpes en la vida, ta
fuerte!...!No preguntes!
No pregunto.
En el silencio de la tarde
Irrumpe un
helicóptero de la policía.
La poesía
invoca una vida sublime,
Pero lo que
es bajo también es elocuente,
Más audible
que la lengua indoeuropea,
Más fuerte
que mis libros y mis discos.
Aquí no hay
mirlos ni ruiseñores
De cantilena
triste y dulce,
Tan sólo un
pájaro burlón, que imita
Y remeda
todas las otras voces.
La poesía
invoca la vida, el valor
Frente a
la sombra que se agranda.
Sabrías
mirar tranquilamente a la Tierra,
Como un
astronauta perfecto?-
De la
inocente indolencia, de la Grecia de las lecturas
Y de la
Jerusalén de la memoria emerge de pronto
La isla del
poema, una isla deshabitada
Que algún
día descubrirá un nuevo Cook.
“SENZA
FLASH”
"Senza flash!" (Sin Flash)
(prohibición que se oye con fercuencia
en las galerías de Italia)
Sin
lágrimas, sin una gran pasión, sin convicción
Así
viviremos; senza flash.
Tranquila y
regularmente, soñolientos y obedientes,
Manchadas
las manos con la tinta negra de los periódicos,
Caras
grasientas de crema; senza flash.
Turistas
sonrientes con sus impecables camisas,
Herr Lange y
Miss Fee; y Monsieur et madame Rien
Entrarán en
el museo; senza flash.
Se situarán
ante el cuadro de Piero della Francesca
En el que
Cristo, casi enajenado, emerge de la tumba,
Resucitado,
libre; senza flash.
Y quizá
entonces ocurra algo imprevisible,
Oculto en
suave algodón, el corazón se conmueva,
Se haga el
silencio, brille un flash.
SEPARACIÓN
Casi con
envidia leo las obras de mis contemporáneos
Sobre
divorcios, abandonos, el dolor de la separación;
El
sufrimiento, un nuevo inicio, una pequeña muerte;
Leer y
quemar las cartas, quemar y leer, cultura y juego,
Ira y
desesperanza, excelente material para un buen poema;
Un duro juicio,
a veces la risa sardónica de la superioridad
Moral, y
también el triunfo final de seguir siendo el mismo.
¿Y nosotros?
No habrá elegías, sonetos de separación,
No nos
dividirá la pantalla del poema,
No se alzará
entre nosotros una metáfora lograda,
Y la única
separación que ahora nos amenaza es
El sueño, la
profunda cueva del sueño, adonde bajamos
Por separado
(y siempre debo recordar que tu mano,
Entonces
entre las mías, está hecha de sueños).
*****
REY
A la memoria de Józef Czapski
Era ya muy
viejo. Pero una mente aún prodigiosa.
Sobre una
amiga (mayor, como él) dijo:
Es una famosa belleza de San
Petersburgo, mira
Su cara. Seguía pintando. Vivía. Escribía. Y
pensaba.
Conoció a
Anna Ajmátova. Habló con De Gaulle,
André Malraux
también se fijó en él.
Gide lo
decepcionó (por su aire parisino).
Ayudó a los
pobres, siendo él un conde pobre.
Era tan alto
(y bueno) como si la naturaleza,
Orgullosa de
sí misma, lo exhibiese como modelo.
Mary
McCarthy lo percibió entre la multitud
En un museo
y escribió: “he aquí el justo”
La belleza
lo fascinaba. Pero la fealdad y el dolor
Estaban
incluso más presentes en la conversación,
Aunque al
parecer él no los conoció muy de cerca
(¿pero
podemos estar completamente seguros?)
¿Qué es el
instante cuando se revela la divinidad?
¿Cómo
podemos saberlo, si hablamos de él
Sólo en
pasado o en futuro (¡con esperanza!)?
Hablamos de
él, y ya estamos en otros país
Como si el
exprés que nos lleva no quisiera
Pararse en
una pequeña y tranquila
Estación llamada
Belleza, pues para él
Es un lugar
demasiado humilde.
En cambio
podemos discutir sobre la fealdad
Hasta
saciarnos, y sobre el dolor aún escribiremos
Muchos
volúmenes; nuestro vehículo veloz al verlo
Se
transformará en un humilde-tortuga tranvía urbano.
Agonizó
larga y pacientemente; quizá aquellos
Que reinan
la tierra y juegan al ajedrez dudaron
De si
derribar, convertir en una línea horizontal,
En una
grafía, una figura tan perfecta, vertical, de rey.
*****
LARGAS
TARDES
Eran las
largas tardes cuando me abandonaba la poesía.
El río fluía
paciente, empujando al mar barcas ociosas.
Eran largas
tardes, una costa de marfil. Sombras
En las
calles, escaparates con altivos maniquíes
Que miraban
a los ojos, osados y hostiles.
De los
institutos salían los profesores con caras vacías,
Como si
Homero los hubiese vencido, humillado, matado.
Los
periódicos de la tarde traían noticias inquietantes,
Pero nada
cambiaba, nadie aceleraba el paso.
En las
ventanas no había nadie, tú no estabas,
Incluso las
monjas parecían avergonzarse de la vida.
Eran las
largas tardes cuando la poesía se desvanecía
Y me quedaba
solo con el monstruo opaco de la ciudad,
Como un
pobre viajero delante de la Gare du Nord
Con una
maleta demasiado pesada, atada con un
cordel,
En la que
cae una negra lluvia, una negra lluvia de septiembre.
Oh, dime
cómo curarse de la ironía, de la mirada
Que ve pero
que no penetra; dime cómo curarse del silencio.
*****
HERMANAS DE
LA CARIDAD
A mi padre
Así era la infancia
que ya no volverá,
Unas moras
tan negras que eran envidia de la noche,
Delgados
álamos como hermanas de la caridad
Junto al
estrecho río sin temer a los extraños.
Desde el
balcón veía una calle pequeña y dos árboles,
También yo
pude ser un césar y escuchar embriagado
Cómo
resuenan las múltiples tropas de mi ejército
Y chasquean
al viento las banderas quitadas a los turcos.
Me gustaba
el sabor de la hierba en los dientes,
Las amargas
hojas del arce y la dulzura ácida
De la
primera fresa de junio en la boca.
Los domingos
por la mañana mamá hacía café,
Y en la
iglesia un viejo cura llamaba a la humildad.
Viendo a los
pobres se me encogía el corazón.
Países
amarillos y azules vivían en el atlas; los grandes
Estados se
tragaban a los pequeños, pero en los sellos
Sólo se
veían águilas inmóviles, cebras,
Jirafas y
herrerillos de indescriptible encanto.
En los
polvorientos estantes de una tienda oscura
Se
amontonaban botes llenos de caramelos pegajosos.
Después
salían de allí mariposas escarlatas.
Era un escultista
y conocí la soledad en el bosque
Al caer la
noche, cuando llora el antillo
Y las ramas
de los robles crujen inquietantes.
Leí novelas
de caballerías cuentos rusos
Y la
inacabable trilogía de Henryk Sienkiewicz.
Mi padre me
construyó un molino en miniatura,
Daba rápidas
vueltas en un riachuelo de montaña.
Mi bicicleta
competía con una exhausta locomotora,
En agosto el
calor fundía la ciudad gris como un helado.
Unas moras
tan negras… Amargas hojas del arce…
Así fue la
infancia, sangre y días festivos.
******
LA MUERTE
DEL PIANISTA
Mientras
otros se sumían en guerras
O en negociaciones, o yacían
En camas
estrechas de hospitales
O en campos
forzados, él día tras día
Ensayaba las
sonatas de Beethoven;
Y sus
escuálidos dedos, como los de un avaro,
Tocaban grandes
riquezas
Que no eran
suyas.
*****
VAPORETTO
En el
bolsillo del anorak encuentras
Un billete
azul para el vaporetto
(il
biglietto, no cedibile).
Un billete
azul, apenas más grande
Que un sello
de la república de Togo,
Te promete
un cambio, un viaje.
Se derrite
el lacre en el recuerdo,
Se funde la
almendra de nieve alpina.
Ahora puede
empezar la expedición.
Estás en
Texas, una tierra llana,
Rodeado de
robles siempre verdes
Que no
recuerdan nada.
Por los
canales estrechos navegarás
Contra
corriente, con un fuerte viento;
Topando con
glaciares y tonos grises.
El billete
dice: corsa semplice,
Pero no
menciona el desierto,
Ni la
monotonía de un mar pesado
Ni el deseo,
ni al aduanero malicioso
Que no te
espera tan sólo a ti,
Ni las islas
de indiferencia y de ceniza.
Navegarás
largo tiempo. Quizá hasta
Donde
descansa el erizo de Venecia,
Agua,
encajes y oro.
Quizá llegue
allí donde se levantan
Las torres
rojas de Venecia, torres fieles,
Agujas de
una brújula en el fondo del mar.
*****
LÍNEA NÚMERO
4
Escribo sólo
sobre los muertos,
Me dijo un
clochard.
Pronto
llegará el verano.
En la línea
Porte de Clignancourt-
Porte
d’Orléans siempre se propaga el olor
A papel
quemado; en la parada Saint-Michel
Una rata
fisgona parece preguntar:
He ido
abriéndome paso por este día.
Se me ha
vuelto a escapar lo esencial.
*****
EUROPA YA SE
ESTÁ DURMIENDO
Europa ya se
está durmiendo; en Lisboa todavía
Arrugan la
frente viejos jugadores de ajedrez.
Sobre
Cracovia se levanta una niebla gris
Y borra los
contornos de las venerables velas.
El
Mediterráneo se balancea ligeramente
Y pronto se
convertirá en una canción de cuna.
Cuando
Europa por fin duerma profundamente,
América
velará
Sobre el
pobre y callado mundo,
Con recelo,
como una hermana pequeña.
*****
HUMO
Hay un
exceso de elegías, de memoria.
Huele a
heno, una garceta
Vuela
indecisa sobre el prado.
Sabemos
sepultar a los muertos.
No queremos
matar.
Pero los
intensos momentos de resplandor
se escapan a
nuestros encantos.
En mi
habitación se apilan sueños
Apretujados
como alfombras
En una
tienda oriental, sofocante,
Y ya no hay
sitio para nuevos poemas.
El corzo no
corre,
Intenta
adivinar el futuro.
Nadie sabe
venerar a los dioses.
Una oración
enfurecida es más poderosa.
Las flores
de los tilos, una herida abierta.
El humo se
eleva sobre las ciudades planas
Y el
silencio irrumpe en nuestras casas;
En nuestras
casas irrumpe la luna llena.
*****
MIS TÍAS
Siempre
ajetreadas con lo que llamaban
La cara
práctica de la vida
(Platón ya
se ocupó de la teoría),
Hasta los
codos en los muebles, las sábanas,
En los
jardines de la cocina y la despensa,
Sin
olvidarse de la bolsita de lavanda
Que volvía
el armario de las sábanas en un prado.
La cara
práctica de la vida,
Igual que la
cara de la luna sin alumbrar,
No estaba
exenta de secretos.
Cuando se acercaban
las Navidades
La vida se
convertía en pura praxis
Instalándose
por un tiempo en los pasillos,
Refugiándose
en las maletas, en los bolsos.
Y cuando
alguien moría (por desgracia
También
ocurría en nuestra familia)
Mis tías se
entregaban por completo
A la cara
práctica de la muerte
Olvidándose
entonces de cambiar la lavanda
Que olía con
frenesí, despreocupada,
Bajo la
pesada nieve de las sábanas.
*****
GEORGES
SEURAT: LA FÁBRICA
(dibujo en
la Menil Gallery, Houston)
No sabemos
si es el amanecer o el ocaso. Sólo sabemos una cosa: aquí, en este tétrico
edificio, nace la luz.
Los esclavos
silenciosos de transparentes y angostos rostros de monjes bizantinos hacen
girar una enorme dinamo y encienden chispas doradas del amanecer en la partes
más remotas del globo. Algunos lloran, otros fuman cigarrillos selectos,
ligeros como el respirar de un gorrión. No responderán a ninguna pregunta: les
han cortado la lengua.
Justo al
lado del muro, allí donde crecen negros hierbajos, se ha escondido la
oscuridad. Hay un silencio absoluto. Crece el pelo del mundo.
*****
LA PROSA DEL
MUNDO
Die Prosa der Welt
Hegel, evidentemente
Imagínate
empezar un día en Le Bon Café;
Revistas en
las mesas y canciones de Aznavour
En los
altavoces. Un breve instante de entusiasmo:
La coqueta
“r” francesa gira como un juguete infantil
En una
imponente ciudad, la capital del imperio
Y al parecer
enseguida derretirá a la reina del invierno.
Funcionarios
nerviosos en finos trajes
Engullen un
café ardiendo, la bebida del olvido.
Cuatro
aviones solitarios sobrevuelan la ciudad.
Estoy ante
el cuadro sobre el que escribió Rilke:
Una familia
de acróbatas se encontró en el desierto.
Nadie los
mira, y sus distintas artes y músicas,
Escondidas
en sus músculos ágiles y en su tambor,
Sus saltos y
bromas aquí no pueden servir a nadie.
Miran inseguros,
escrutan a su alrededor;
La mujer
joven a la derecha del cuadro desearía
Salir de
esta tela (se ha apartado de sus semejantes).
Miran a su
alrededor, pero ¿qué pueden ver?
Nieve en
torno nuestro. Cubrió la arquitectura del poder.
La nieve
como una funda envolvió edificios monumentales
Y hasta las
estrechas cabezas de los obeliscos están blancas.
Bajo la
nieve respiran en silencio árboles de provincia y duermen
Tranquilos
los brotes de las nuevas hojas, esperando una señal.
Pagas con la
vida por cada momento de nieve, por lo que
Es blanco y
por lo que es negro, por la felicidad, la mirada.
A nuestro
alrededor se extiende la prosa del mundo,
Y la poesía
acecha en los ventrículos del corazón.
*****
VEINTICINCO
AÑOS
A mi hermana, Ewa
En las
profundidades del tiempo latía tu sueño,
Un respirar
ligero y tranquilo; así duermen los viajeros
Cuando en la
estación les sorprende una breve tormenta,
En la
Toscana, en una pequeña ciudad de polvo y avispas.
Ahora
tendrías veinticinco años,
Escucharías
esas canciones que aborrezco
Y tal vez ya
abráis dejado atrás
Desengaños
amorosos, y me reiría de ti.
En las
profundidades del tiempo late tu sueño tranquilo;
Así duermen
los niños que ha olvidado la niñera,
Y nunca se
despiertan, y no salen
De sus casas
submarinas donde lloran los delfines.
PANADERÍA
Un joven y
orgulloso panadero con su camiseta sin mangas (en los brazos tiene marcas de
harina, como polvos en la cara de un actor) observa con amabilidad a los
clientes. Sonríe sutilmente. Él, que conoce el secreto del pan…
*****
UN GORRIÓN
MUERTO
De entre
todos los objetos
El menos
insólito es un gorrión muerto
En el capote
gris de sus plumas.
Incluso la
piedra del camino parece
Un príncipe
de la vida en comparación
Con el
gorrión muerto.
Voltean las moscas
a su alrededor,
Atentas como
sabios.
*****
HABLA
SUAVEMENTE
Habla
suavemente, eres mayor que el
Que fuiste
durante tanto tiempo; eres mayor
Que tú mismo
(y sigues sin saber aún
Qué son la
ausencia, la poesía y el oro).
Un agua
parda inundó la calle; una tormenta
Fugaz
sacudió la ciudad lisa y soñolienta. Cada
Tormenta es
una despedida, cientos de fotógrafos
Parecen
voltear encima nuestro, con el flash
Inmortalizan
los segundos de temor y pánico.
Sabes qué es
el luto, una desesperanza tan súbita
Que ahoga el
ritmo del corazón y el futuro.
Lloraste
entre extraños, en una tienda moderna
Donde no
paraba de circular el ágil dinero.
Viste
Venecia y siena, y en las telas, en la calle,
Madonnas
tristes y jóvenes que querían ser
chicas
normales y bailar en los carnavales.
Viste
también pequeñas ciudades que no eran bellas,
Viejas
personas hartas del sufrimiento y del tiempo.
En iconos
medievales brillaban los ojos de santos
Morenos,
ojos ardientes de animales salvajes.
Cogiste
guijarros de la playa, la Galére,
Y a vece
sentías una gran ternura
(hacia ellos
y el pino esbelto, hacia aquellos
Que estaban
contigo y hacia el mar
Que siendo
tan fuerte está muy solo),
Tan grande
como si todos fueran huérfanos
Del mismo
hogar, separados para siempre
Y entregados
a los breves instantes de visión
En las frías
prisiones de la contemporaneidad.
Habla
suavemente: ya no eres joven,
La
revelación debe negociar con semanas de ayuno,
Tienes que
elegir y renunciar, tomarlo con tiempo
Y hablar
muchas horas con enviados de secos
Países y
labios agrietados, tienes que esperar,
Escribir
cartas, leer libros de quinientas páginas.
Habla con
más calma. No renuncies a la poesía.
*****
“DICCIONARIO
BIOGRÁFICO POLACO” EN LA BIBLIOTECA DE HOUSTON
El príncipe
Roman Sanguszko atraviesa Siberia
(Joseph
Conrad le dedicará un relato).
Al final de
su larga vida fundará una biblioteca;
Morirá como
un ciudadano respetable.
Maria
kalergis (ver: Muchanow, Maria);
Una relación
no demostrada con Ochrana;
su corazón mitad polaco, la otra mitad
no lo
sabemos. Amiga de Liszt y Wagner,
alumna de
Chopin. Mecenas de los teatros de Varsovia,
alternaba de
patriota a renegada, de renegada a patriota.
Se enamoró
de ella el pobre Norwid (ver:Norwid).
La amó con
todo su corazón.
Julian Klaczko:
era bajo, más bien obeso
…con tendencia a la exaltación. Tenía
mucho
Amor propio (Stanislaw Tarnowski). Quizá
Un hijo
ilegítimo del tristemente famoso Pelikan.
Brillante
prosis, orgullo de la Revue des Deux
Mondes.
Colaborador
de los Chartoryski, después funcionario
Del
ministerio austriaco (el polaco no existía).
Muerto ya en
vida, paralítico, expirará en Cracovia.
Y tantos
otros: Antoni Czapski, estudió
Pintura en
Inglaterra y Francia, masón de la logia
“El Sármata
virtuoso”,, la moral personificada.
Joachim
namysl, pedagogo (ya en el siglo veinte).
Y otras
sombras, de la A a la S;
Nunca se
podrá terminar este diccionario.
Éste es tu
país y tu laconismo.
Tu
indiferencia y tu emoción.
Tanta vida
para una patria.
Tanta muerte
para un diccionario.
*****
AUTORRETRATO
Entre el
ordenador, el lápiz y la máquina de escribir
Se me escapa
medio día. Algún sumará medio siglo.
Vivo en
ciudades extranjeras y a veces con personas
Extranjeras
hablo sobre cosas que me son extrañas.
Escucho
mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En ella
encuentro tres elementos, fuerza, debilidad y dolor.
El cuarto no
tiene nombre.
Leo a
poetas, vivos y muertos, de ellos aprendo
Perseverancia,
fe y orgullo. Intento entender
A los
grandes filósofos (la mayoría de las veces consigo
Captar sólo
retazos de sus valiosos pensamientos).
Me gusta dar
largos paseos por las calles de París
Y mirar a
mis semejantes, vivos de envidia,
De deseo o
de ira; observar una moneda plateada
Que pasa de
mano en mano y lentamente pierde
Su forma
esférica (se borra el perfil del césar).
A mi lado
crecen los árboles que nada expresan,
Si
exceptuamos la verde e indiferente perfección.
Por los
campos andan negros pájaros
Esperando
pacientes como una viuda española.
Ya no soy
joven, pero siempre habrá alguien mayor.
Me gusta el
profundo sueño cuando dejo, de existir,
Correr en
bicicleta por un sendero cuando los álamos
Y las casas
se deshilachan como cúmulos en un cielo claro.
A veces los
cuadros en los museos me hablan
Y de repente
desaparece la ironía.
Me encanta
contemplar la cara de mi mujer.
Cada domingo
llamo a mi padre.
Cada dos
semanas quedo con los amigos,
De esta
manera nos somos fieles.
Mi país se
ha liberado de un mal. Me gustaría
Que después
de aquella liberación siguiera otra.
¿Puedo
contribuir en algo? No lo sé.
A decir
verdad, no soy un hijo de la mar,
Como
escribió de sí mismo Antonio Machado,
Sino un hijo
del aire, de la menta y del violonchelo,
Y no todas
las sendas del elevado mundo
Se cruzan
con los caminos de la vida que, por ahora,
Me pertenece a mí
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