lunes, 6 de abril de 2020

POETAS 128. William Carlos Williams I ("La música del desierto")





Williams Carlos Williams fue un poeta y escritor polifacético nacido el 17 de septiembre de 1883, en Rutherford (Nueva Jersey), ciudad que no abandonaría hasta su muerte, exceptuando algunos viajes dispersos por Europa. Era hijo de un hombre de negocios de ascendencia inglesa y una madre nacida en Puerto Rico, de la que heredaría un perfecto conocimiento del idioma y de la cultura hispánica, además de su afición y talento para la pintura, que con el tiempo acabaría cultivando. A los catorce años es enviado a estudiar durante dos años a Suiza, recalando una temporada en París. Tras terminar el bachillerato en Nueva York, inició los estudios de medicina en la Universidad de Pennsylvania. Allí entabló una duradera amistad con Ezra Pound. Después de trabajar como interino en diversos hospitales, en 1906 se trasladó a Leipzig para cursar la especialidad de pediatría. Los tres años que vivió en Alemania le dieron ocasión de conocer, de primera mano, la cultura Europea. Viajó por los Países Bajos, Francia, Inglaterra y España. Ya regresado a su país, en 1910 abrió una clínica privada en Rutherford, se casó poco después con su prometida Florence Herman, y publicó su primer libro de poemas. Esta labor creativa, que abarcaría además novelas, memorias y ensayos, iba a mantenerla constante a lo  largo de su vida, mientras diariamente se dedicaba a sus tareas de médico pediatra, asistiendo al parto de más de dos mil recién nacidos. Salvo un viaje por Europa a mediados de la segunda década, Williams ya apenas se movería de su ciudad natal. Cuando su obra comenzó a cosechar el reconocimiento general, en la década de los cuarenta, comenzó a hacer varias giras por las universidades de Estados Unidos, dando conferencias y recitales. El mismo año -1949- que publica la segunda parte de su célebre libro de poemas, “Paterson”, tiene su primer achaque importante de salud, con un ataque al corazón. En 1950 recibió el National Book Award por “Poemas selectos” y la tercera parte de “Paterson”. Poco después gozaría de una estancia en la colonia de artistas Yaddo, aparcando temporalmente la medicina para consagrarse a la escritura. Seguidamente continuó dando una serie de recitales por la costa del pacífico. Fue en ese momento cuando su fama comenzó a crecer, aupado por la admiración que empezaron a profesarle los escritores de la generación Beat. Amigo de Allan Ginsberg, se encargó de la presentación de su célebre libro, “Aullido”, donde hizo un elogio de la lucidez de los poetas: “Estamos ciegos y vivimos nuestras ciegas vidas en total oscuridad. Los poetas están malditos, pero no están ciegos; ven con los ojos de los ángeles”. En 1951 se retiró de la práctica de la medicina, a consecuencia de un segundo ataque al corazón. Fue acusado de asociación con actividades comunistas, al mismo tiempo que pagó un duro precio por su amistad con Ezra Pound, quien había sido condenado por traición a la patria: su relación con el poeta filofascista impidió el inminente nombramiento como asesor de poesía para la biblioteca del congreso. Todo ello le condujo  a una fuerte depresión que le supuso  el internamiento en un hospital. Aunque durante estos años no dejaba de publicar libros de poesía, su nivel de trabajo se vio mermado con un tercer ataque que le dejó casi paralizado y con dificultades para hablar. Cuando por fin fue recuperando el habla, siguió escribiendo hasta el final sus poemas a máquina con la mano útil. Antes de morir en su ciudad natal el 4 de marzo de 1963, aún tuvo fuerzas para dar a la imprenta su último libro de poemas dedicado a la pintura de Bruegel.




La obra poética de Williams –en contraste con la de sus compatriotas Pound y Eliot-, se caracteriza por una concreción extrema que huye de planteamientos abstractos.  Ensayó una poesía ágil y vivaz en la que trataba de transmitir sensaciones con la mayor naturalidad posible. Con una mirada que posa su atención sobre los objetos, logra transformar lo rutinario del mundo en algo extraordinario. Cultivó siempre el verso libre iniciado por Walt Whitman, extendiéndolo al verso corto mediante la introducción de un hallazgo formal de su propia cosecha: el llamado “pie variable” Para Carlos Williams el abuso que hicieron los poetas del verso libre inaugurado por Walt Withman había tenido un efecto deletéreo para la poesía norteamericana que vino después. Con el “pie variable”, Williams lograba romper con esa monotonía rítmica que había propiciado Wihtman. El “pie variable” medía rigurosamente los espacios entre los acentos, los versos se disponían tripartitamente y se iban desplegando en vaivén tipográfico, lo que acababa dando a sus poemas un cariz más pictórico que musical. Se trataba de convocar tanto al oído como a la vista, pintar con palabras y hacer escuchar las cosas, dejar que estas se mostrasen; se trataba además de huir de toda sensación abstracta o de cualquier nota reflexiva. Pero, sobre todo, Williams quería que la sonoridad de sus poemas registrase el habla propia de los Estados Unidos. Quería conectar el habla de la calle con la estructura poética. Seguía de esta forma la conocida exhortación de Marianne Moore a escribir en una lengua que “los perros y los gatos pudiesen entender".



Antes de la innovación formal que va a caracterizar el último periodo de su obra, publica una serie de libros de tanteo, entre los que destaca el publicado en 1928 con el título de “El descenso del invierno”. Un impulso en esta experimentación formal lo daría con “Paterson”, una obra a la que iba a consagrar gran parte de sus energías creativas, y que iba a convertirse en crónica histórica y cotidiana de una ciudad, en la línea de la Antología de Spoon River, de Lee Masters, o de los relatos de Sherwood Anderson sobre Winnesburg. Paterson es el nombre de la ciudad que recrea, pero también el del doctor protagonista que escucha a las personas a las que atiende, y a las que da voz para que puedan asomar sus vidas. A juicio de Juan Miguel López Merino, “Williams ve a sus semejantes y el entorno que comparte con ellos sin idealizarlos ni ensalzarlos, y nos habla de ellos y de sí mismo del modo en que ellos y él mismo hablan, consiguiendo trascender lo radicalmente concreto, el aquí y el ahora, mediante un largo y logrado trabajo estilístico basado en la concentración y en la brevedad”. En “Paterson” se cruza la poesía, la prosa y el collage, utilizando técnicas de montaje que permiten la aleatoria sucesión de  imágenes y escenas Pero será sobre todo a partir de su obra “La música del desierto”, 1954, donde da un  giro radical para introducir su “pie variable”. A partir de este poemario, el propio Williams comienza a aparecer como tema de su propia poesía, sin ocultar su decadencia física iniciada por su primer ataque al corazón. A medida que esta situación se hace precaria, echa cada vez más mano a la memoria como un poder capaz de transformar la realidad. La memoria es el elemento que reúne la experiencia y le otorga sentido. Esta memoria debe proyectarse más lejos que la experiencia individual, incluso a un pasado remoto que comprenda la vivencia colectiva. En su siguiente libro de poemas, “Viaje al amor”, 1955, el poeta continua abundando en contenidos autobiográficos, incluso en confesiones. Pero a juicio de Juan Antonio Montiel, a quien se le debe la traducción de estos poemas, “Viaje al amor es cualquier cosa menos un itinerario sentimental”. Las emociones con la que topa adquieren en sus manos una fuerte carga estética. También sigue ampliando en este libro su concepto de la memoria mediante lo que llama la “persistencia”. El poeta tiene que permanecer próximo a aquello que está en el origen de su poesía. Su último libro de poesía, “Cuadros de Brueghel”, lo publicó en 1962 y estuvo a punto de ser un libro póstumo. En el muestra la admiración que siempre profesó durante toda su vida a los pintores. También su viejo anhelo, expresado en una entrevista, de fundir el poema y la pintura en una misma cosa.


EL DESCENSO

El descenso nos llama

         Como nos llama el ascenso.

                        La memoria es una especie

De consumación,

          Una suerte de renovación,

                        Incluso

De inicio, pues los espacios que abre son lugares nuevos

          Habitados por hordas

                        De especies

Hasta entonces impensadas;

           Y sus movimientos

                        Se orientan hacia nuevos objetivos

(aun cuando antes hayan sido abandonados).

     

Ninguna derrota es enteramente una derrota, pues

El mundo que abre es siempre un sitio

            Hasta entonces

                        Insospechado. Un

Mundo perdido,

            Un mundo insospechado,

                        Abre paso a nuevos lugares

Y no hay blancura (perdida) tan blanca como el recuerdo

De la blancura     .

Con el atardece, el amor despierta

              Aunque sus sombras

                        -que dependen

De la luz del sol-

              Se adormecen y se apartan

                         Del deseo    .




Despierta así un amor

              Sin sombras

                         Que ha de crecer

Con la noche.

Surgido de la desesperación,

              Inconcluso,

                          El descenso

Despierta a un nuevo mundo      :

                          Que es el reverso

De la desesperación.

                Para lo que no podemos lograr, lo que

Se niega al amor,

                Lo que perdimos por anticiparnos

                             Se abre un descenso

Sin fin, e indestructible    .




LA ORQUESTA

La contraparte precisa

           De la cacofonía de los pájaros llama,

                         Atrae al sol poderoso

A su esfera: las maderas,

            Clarinetes y violines ¡hacen

                         Sonar un dilatado La!

¡Ah! El sol, ¡el sol! A punto de salir arroja

            Sus rayos,

                          Como cualquier día, arroja

Sus rayos sobre el mundo:

             Esclavos o gente

                           De vida fácil,

Mujeres y hombres,

             Sobre viejos,

                           Sobre niños, moribundos,

Enfermos que de hecho yacen muertos

              Sobre sus camas,

                            Sobre quienes nunca

Más verán su luz. Valiente, el chelo

Elevan sus notas graves,

              Entre el estruendo de los agudos:

¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

              Juntos, desentonados,

                            Buscando un tono común.

El amor es ese tono;

              Feroz, debe alzar la cara: hacer oír

                            Su voz.


El propósito de una orquesta

             Es organizar los sonidos

                            Y llevarlos, todos juntos,

Al orden

              Sin importar la

                             “nota falsa”. Al final, ¿se trata de pensar

O de oír? ¿Existe una música que no

              Se dirija tan solo al oído?

                             Entrecerramos

Los ojos: no se escucha

              Con los ojos. No son

                             Las notas

De la flauta, sino

              La relación de estas con la

                             Percusión. Estoy

Despierto. La mente

              Escucha

                             Alerta. Pero el oído

Renuente

              Se estira

                          Y bosteza.


Agrupados en filas,

              Los violines

                             Animan la escena con su

Pizzicato. Para el que es

              Desmemoriado, o para obligarnos

                             A escuchar

El tema se repite

               Marcando una variante: repetir

                             El tema es una regla

En música; repetir y repetir

               Mientras el ritmo

                              Se acelera.

El tema es difícil    .

               Pero no más que

                             Otras cosas que hay

Que resolver. Repetir

               Y repetir

                             Hasta que

El pensamiento

               Se disuelva

                             En lágrimas. Un recuerdo

Insomne

              Ha tomado por asalto

                             Nuestros sueños. Los

Cornos franceses

              Interponen

                         … Sus voces.

Te amo. Mi corazón

              Es puro. ¡y hoy

                             El comienzo del mundo!


Diles:

“El hombre ha sobrevivido hasta ahora porque era demasiado ignorante para saber hacer realidad sus deseos. Ahora que puede alcanzarlos, ha de aprender a cambiarlos, o desaparecer”.

Ahora es el tiempo    :

              Te amo, sin importar la

                           “nota falsa”. Mi corazón

Es puro.

              Y hoy es el comienzo

                           (y el final) del mundo


Los pájaros trinan de nuevo

               Pero, sobre su trino,

                            Hay un designio.

El designio de un hombre

               Los hace trinar.

                             Un designio.     




A UN PERRO HERIDO EN LA CALLE

Soy yo mismo,

             Y no la pobre bestia que aúlla de dolor

                          En mitad de la calle

Lo que me hace volver en mí con el

              Sobresalto de la explosión de una bomba,

                           Una bomba

Que devastara el mundo

              ¿Qué puedo hacer

                            Sino cantar

Para calmar

              Mi pena?


Mis sentidos se embotan

             Como si hubiera

                            Bebido cicuta, y pienso

En la poesía

              De René Char

                             Y en lo que debió de haber visto

Y sufrido

              Para hablar tan

                             Sólo de

Ríos llenos de juncias,

              Y de narcisos y tulipanes

                              Regados por sus aguas,

O incluso de ese río sin encauzar

              Que moja las raicillas

                               De las aromáticas flores

Que pueblan la

              Vía

                               Láctea    .


Y me acuerdo también de Norma

              La setter irlandés de mi infancia

                                De sus sedosas orejas

Y expresivos ojos.

              Una noche dio a luz

                                Una camada de cachorros

En la despensa; pateé

              A uno de ellos

                                Pensando,

Alarmado,

              Que mordisqueaban sus ubres

                                 Para destrozarla.


Y también recuerdo

               Un conejo muerto

                                  Que yacía inofensivo

En la mano abierta

               De un cazador.

                                   Mientras yo

Miraba

               él tomó su cuchillo de caza

                                    y entre risas

lo clavó

               en el sexo del pobre animal.

                                    Casi me desmayo.


¿Qué me hace pensar en eso ahora?

               Los aullidos de un perro que agoniza

                                    Han de ser acallados

Lo mejor que se pueda.

                René Char, eres

                                     Un poeta que cree en

El poder de la belleza

                 Para corregir el mal.

                                      Yo lo creo también.

Con imaginación y coraje

                 Hemos de superar

                                       A las pobres estúpidas bestias:

Que todos lo crean,

                  Como tú me has enseñado

                                       A creerlo.




LA FLOR AMARILLA

Si debo hablar, ¿qué diré?

                 ¿Qué he encontrado cura

                                    Para los enfermos?

No hallé ninguna

                Cura,

                                  Más que esta flor torcida:

Con solo

                mirarla

                                  Los hombres sanan.

Es a esta flor

                 A la que todos cantan

                                  Secretamente

Sus himnos. ¡Esta es aquella

                Sagrada

                                  Flor!


¿Y cómo es posible?

                ¿Una flor retorcida

                                   Y oscura? Es una

Flor de mostaza,

                 Y aun menos:

                                   Apenas un ramillete

Sobre el tallo deforme

                Y de hojas carnosas,

                                   Detrás del vidrio,

En este tiempo helado.


Una flor desgarbada

            E impropia

                                  Del clima;

¿cómo es que ha

             Conseguido tenerme

                                   Aquí, boquiabierto,

Inmóvil frente a esta ventana,

              En medio del frío,

                                   Sin más

Voluntad, sin ojos

             Para nada que no sean

                                    Sus torcidos

Pétalos amarillos    .    ?

       

Que esta apariencia

              Aunque extraña

                                     Para mí

Es común está claro:

               Existen flores como esta,

                                      Con hojas así, que crecen

En sus climas

               Originarios.


Y entonces, ¿Por qué la tortura

                Y la fuga a través

                                De la flor? Es como si

Miguel Ángel

               Hubiese tomado de ella

                                El tema de sus esclavos

-y quizás así fue.

               ¿y no hizo él

                                Florecer el mármol?

Estoy triste

               Como lo estaba él

                                 A su manera heroica.


Pero además

               Tengo ojos

                                 Para ver

Y si bien presienten mi ruina

               Y la de todo

                                  Lo que amo, descubren

También

                En mis ojos

                                  Y mis labios

Y mi lengua el poder

                 Para liberarme

                                  Y para hablar de ello, igual

Que Miguel Ángel, en sus manos,

                Notó un poder similar

                                   Si bien mayor.


En suma, he ahí los

                 Torturados cuerpos

                                    De

Los esclavos

                  El torturado cuerpo

                                     De mi flor

Que no es siquiera una flor de mostaza

                   Sino apenas una flor irreconocible

                                      Y extraña

Que yo he de naturalizar

                    Y aclimatar

                                      Y hacer mía.




LA HOSTIA

Movidos por la necesidad,

                   Este alto predicador negro

                                     (a una mesa separada del

                                      Resto de su grupo);

Estas dos jóvenes monjas irlandesas

                   (a describir más adelante);

                                       Y este anglicano canoso han venido,

Tontamente,

                   A compartir la hostia servida para ellos

                                        (y para mí)

Por las cansadas camareras.


Es la necesidad común

                   (ya que todos debemos comer)

                                        La que vuelve sagrado todo esto.

A la hora de rezar, los ayudantes

                   Del predicador son más abiertos

                                         Aunque lo hacen en voz baja,

Como se espera

                    En un lugar 

                                          Público. Las monjas,

De perfil, van de negro.

                    El clérigo cena solo.

                                           Su cabeza inclinada revela

Un mechón rebelde

                    En su coronilla.


No me canso de mirar.

                     Los predicadores comen bien:

                                   Ostras fritas  y cuanto hay

En el bar, digno de una estación ferroviaria.

                      Las hermanas terminan pronto. Una mira

                                   Fijamente al irse,

Bajo sus cejas resueltas descubro

                      Unos ojos azules.

                                    Yo tengo los ojos

Marrones

                       Y una boca menos rígida.


No hay nada de comer,

                        Sino el cuerpo de Cristo,

                                       Sin importar dónde se busque.

Las benditas plantas

                         Y el mar lo entregan

                                        Intacto a la imaginación.

Y es así como se hace

                         Real,

                                         Para amargura

De las pobres bestias

                         Que sufren y mueren

                                          Para que vivamos.


Los predicadores, bien comidos,

                         Las monjas de ojos brillantes y boca sin labios,

                                          El alto

Y canoso anglicano,

                         Lo proclaman con su apetito,

                                           Lo mismo que yo, mientras

Mastico con mis dientes gastados:

                          El señor es mi pastor,

                                             Nada me faltará.


No importa lo bien que coman

                          Qué tan delicadamente

                                              Se lleven la comida a la boca,

¡todo sucede

                           De acuerdo con la imaginación!

¡Sólo la imaginación

                           Es real! Ellos lo han imaginado,

                                                Y así sucede.

De los predicadores,

                            Piernilargos como corresponde a su raza,

                                                 Sólo las mujeres, dóciles,

Me sonrieron cuando

                            Les hablé

                                                  Con los ojos.

Las monjas… aunque, en realidad

                            Sólo vi un rostro, joven

                                                     Y tapado hasta las cejas.

Sólo eso.

                            El clérigo, sin duda

                                                      Formado en una buena escuela,

Fue quien más me interesó:

                             Alguien con quien

                                                       Se podría conversar.


Nadie estaba allí

                              Sino por

                                                        La comida. Que solo yo,

Siendo poeta,

                               Hubiera podido darles.

                               Pero yo,

Para hablar, sólo tenía

                                Mis ojos.




PROFUNDA FE RELIGIOSA

Si no nos lleva

                 Más allá de la muerte,

                                 Más allá de los días de lluvia, de la

Distracción de las plateadas cardaminas;

               Más allá de sus propias remotas

                                Fronteras

La poesía

                Es inútil.

                                Con todo,

Ella fue la que hizo que El greco

                Pintara sus verdes y deformes santos

                                 Y viviera

Pobremente.

                 Nos hace apreciar

                                  La música

Y lo antiguo

                  O sentarnos al costado

                                   Del amigo que agoniza.


Hace madurar las peras

                  ¡Y realidad

                                    Los versos!

Su alma es la invención

Sin sus meandros

                   Y sus rarezas,

                                    El paralítico estaría

Condenado a su parálisis

                  En un país boreal

                                    Y medio salvaje

Donde el odio

                  Es religión.

                                     Donde

Los hombres viven presos,

                  Y nadie

                                      Rinde culto a la rosa

Y los poetas no pueden

                   Usarla en su beneficio.


De noche una

                   Tormenta enorme se ha

                    Desatado.

                                       ¡Y no hubo quien imaginara

Un prado de margaritas!

                     Hubo bramidos

                                        Y rugidos

Dignos de un libro

                      De cuentos de hadas,

                                         Zumbaba

Una bomba, lejos

                       -¡o quizás una abeja!

                                           Nuestros poetas debieran

Avergonzarse: han contraído la fiebre de moda

                      Impresionados

                                           Por el “laboratorio”,

Han olvidado

                      Las flores

                                            ¡y estas superan cualquier

Laboratorio!

                       Han renunciado al oficio

                                             De la invención, y

Su imaginación dormita

                        En un jarrón de amapolas.




EL JARDÍN DEL MANICOMIO

Está lejos Asís, pero no

             Demasiado lejos:

                             En este jardín, rondando

Por este jardín,

              Hay un espíritu amable,

                              Hermano de los pobres

Y ¿quién más pobre

               Que aquel que ama

                               En primavera

Cuando los pájaros hacen sus nidos?

                Vinieron

                               A comer de su mano

Vacía

                Y su abundancia

                                Los alimentó

A todos.

                 Es simple:

                                 La humanidad entera

Llegó a estarle en deuda.

                  Es la estación del amor.


Es tiempo

                  De jacintos,

                                   En el jardín

Del manicomio,

                  De racimos color coral

                                    Y salmón,

Y es también tiempo

                   De nidos

                                     Abandonados, antes

De que

                   Los gorriones

                                       Empiecen

                                      A destruirlos

Confiados en que habrá otro tiempo

                   De abundancia

                                       En que podrán construirlos de nuevo.


Cerca de ellos

                   Sobre la hierba

                                        Las jóvenes parejas

Se abrazan    .

                    Como en un cuento

                                         De Bocaccio.

No les preocupa nada

                     Bajo licencia de la enfermedad

                                          Que los confinó

En este sitio.

                      San Francisco los perdona

                                            Como a todos los que aman

Sin importar de quién se trate.

                      Han visto

                                             La luz brota

De sus desvergonzadas frentes.

                       Allí va a dar

                                              La luz

Atrapada entre estas cuatro paredes.

                       Los han apartado

                                              De sus semejantes.

Esa es la recompensa

                        Por el nido del año pasado.

                                               San Francisco,

Quien amó los pájaros silvestres,

                         Intercede

                                                 Por quienes

Nada tienen

                          Y viven

                                                 Por obra y gracia del amor

Que,

                           Sobre este jardín, vence

                                                  La desesperación.


Con el paso del tiempo

                           El ritmo se ha hecho más lento,

                                                   Y en eso

Ha cambiado

                            La escena.

                                                    Los amantes levantan la cara

Sin saber qué ha pasado.

                            El verano ha llegado ya.

                                                     Brilla intenso

El sol!

                            Cegados por la luz

                                                     Caminan confusos,

Buscando

                             Entre las hojas

                                                      En un lugar mejor

Para atestiguar

                              La estación que avanza.  

                                                       No creen

En su propia cura

                               Y dudan

                                                        Si escapar

De nuevo hacia lo oscuro.

                                El escenario

                                                         Ha cambiado.

Por la gracia

                                 De San Francisco

                                                          El escenario ha cambiado.

Atisban

                                  El cielo que los rodea

                                                           Y la inmensidad del campo.

Llenos de terror

                                   Buscan

                                                            Una flor familiar

Para guarecerse,

                                    Y los abruma

                                                             La inmensidad del campo.

Llenos de terror

                                     Buscan

                                                              Una flor familiar

para guarecerse,

                                     y los abruma

                                                               la inmensidad del campo.

Avergonzados

                                     Esconden la cara

                                                                Ante aquella plenitud,

Oteando tímidamente

                                      Entre los dedos.

                                                                  El santo los observa,

Los ojos llenos de piedad.


El año es joven aún

                                      Pero no tanto

                                                                   Como ellos

Que lidian

                                      Con el miedo

                                                                    Que los invade.

Despertados

                                       El sueño del primer amor

                                                                    Parecen niños

Arrancados de un largo dormir.

                                        El verano está aquí,

                                                                      Sin duda.

El santo discretamente

                                         Se aleja.

                                                                        Una de ellos,

Que se arma de valor,

                                         Aparta las hojas

                                                                         Y sale sola

A la luz

                                         Haciéndose sombra

                                                                          Con la mano

Mientras su corazón

                                         Bate locamente

                                                                           ¡Y su cerebro

Se abre

                                         Al sentido

                                                                            De todo!




EL ARTISTA

El señor T.

          Sin sombrero, con una

                         Camiseta sucia

Y el pelo

           Completamente alborotado

                          Se alzó de puntillas con

Los talones junto

            Y los brazos graciosa-

                            Mente

Curvados sobre la cabeza.

            Entonces, girando,

                             Dio un salto

En el aire

             Y culminó el

                              Movimiento

Con un perfecto

              Entrechat.

                               Mi madre

Sentada en su sillón de inválida

               Enmudeció

                               A causa de la sorpresa.

¡Bravo!, gritó por fin,

               Mientras aplaudía.

                                La esposa del señor T.

Salió de la cocina, diciendo:

                ¿Qué pasa aquí?

                                  Pero el espectáculo había terminado.




LA MÚSICA DEL DESIERTO


… La danza comienza; para ir a parar a donde

-en el puente entre Juárez y El Paso-

Yace una forma inmóvil, irreconocible en

La penumbra.


                                  ¡Un momento!


Se detuvieron mientras inspeccionabas aquello,

En pleno paso fronterizo


                                  ¿Está vivo?


                                                              ¡… sin cabeza, ni

Brazos, ni piernas!


                                  ¿No es tan solo un montón de harapos

Que alguien ha abandonado ahí    .    aletargado

Contra las vigas del puente    .    ?

                                                Una masa inhumana y amorfa, los

Muslos apretados contra la barriga.


            ¡Como un huevo!  

                         ¡Qué lugar para echarse a dormir!

En el límite internacional:    dónde si no,

Entre jurisdicciones, para no ser molestado,


¿Cómo decir lo que ha de ser dicho?


Solo el poema


Solo el poema, medido con exactitud;

Imitar, y no copiar, la naturaleza: no copiar

La naturaleza.


No copiar, postrados, la naturaleza:

                                                                 ¡Danzar! Danzar

Dos por dos con ella…

                                     Y en ese arrebato ¡dormir

                                                                  Boca arriba!


          Una música

Abandona su compostura, y nos saluda

A través de una enorme distancia    .    .

                                                                  Despierta a la danza

¡que sacude los dedos adormecidos!


                                                              Sólo el poema, solo el

Poema escrito, para decir

Lo que ha de ser dicho –sin copiar

La naturaleza- se nos traganta


¿Y la ley?    Para la ley nunca hay nada

Más que un cadáver, envuelto en una manta sucia.

La ley va siempre con retraso, se basa

En el asesinato y la reclusión,

Esto, en cambio, por obra de la música insensata

Se funda en la danza:


                                       Una agonía de autoconciencia

Convocada

Por todo lo que nos rodea    .


                                                     No logro escapar


No consigo vomitarlo


¡Solamente el poema!


Sólo el poema escrito: el verbo lo trae

                                                                  Al ser.


                  … es pequeño para ser un hombre.

Es una mujer.    O un viejo enjuto.

Muerto, tal vez.    Quizás inspeccionen el lugar más adelante

Y se lo lleven en una carretilla    .

                                        Y lo arrojen al río

Sería bueno.


Volviendo de California, hacia el este, el desierto fértil

                                         (si al menos hubiese agua)

Nos rodeaba, música de supervivencia, tenue, distante, apenas

                                          Audible; nos sumergimos en ella

Como en la tarde, mirando el viento elevar

                                           Y agitar la arena. Yuma

Quedó atrás. La noche entera, con dirección El Paso,

                                            Para encontrarnos con nuestro amigo

Durmiendo a ratos.       Pensando en París, me despertó el tictac

                                              De los rieles.    El desierto

Dentado    .

                                                                          … Para decir

Lo que vi luego, y lo que oí


                             … para situarme (desde mi

Naturaleza ante la naturaleza

                   

                              … para imitar

La naturaleza

             (pues copiarla sería una vergüenza)


                                       Me entrego:


El viejo mercado es un buen sitio para comenzar,

Empecemos desde aquí el recorrido:

                                                                  Un vaso de tequila cuesta

Un peso por las calles laterales.

Ten cuidado, sin embargo.    Sé que todo parece

Tranquilo a estas horas, pero vi cómo golpeaban a H.

Dentro de uno de estos tugurios.    Él mismo

Se lo buscó.    Me parece que estuvieron

A punto de matarlo.    Yo prefiero tomar un trago

En la calle principal    .        


                                        Mira: la plaza de toros

¡Oh!, dijo Floss, cuando sus ojos se habituaron

A la luz    .

                       ¡Qué colores! ¿no es

Maravillosa?

          … unas flores de papel (para los santos)

Objetos de barro pintarrajeados

De azul, utensilios de plata,

Chiles secos, cebollas, telas estampadas,

Ropa de niño    .    el sitio desierto excepto

Por los pocos indios acuclillados en los

Puestos, indiferentes (nno te creas)

Haciéndose los dormidos    .

          Arriba hay otra planta.

¿subimos?


          ¿Por qué son tan altos los tejanos?

Esta mañana había una mujer de casi dos metros

Vestida con una capa de visión.    ¡Qué mujer!


Sería una actriz de Broadway.


Y otra cosa: también vimos un millón

De gorriones desgañitándose

En los árboles de un parque

Donde paran los autobuses,

Un santuario, al parecer,

Contra el viento que cubre la ciudad

De arena    .


                        “Lluvia de Texas”, lo llaman


… y ese para de lagartos de la fuente    .


Eran cuatro


             Yo tan solo vi dos

                    

                         No dejaron ni un momento

De mirarte


Penny please!     ¡Por favor, un centavo, mister!

                                      No les des


                                                .    ya la mano

Se ha apartado por instinto

De esos obscenos deditos

Mientras crece por dentro una vaga aprensión

Y la música se aviva    .


                                         Entremos aquí.

                                    ¡… música!    Se acalla

Cuando las puertas del bar se cierran detrás.


                         Aún nos queda

Media hora.


                      … de regreso en la calle,

La presión de la gente nos arrastra de un puesto a otro

A lo largo de la acera.    Enfrente, con no menos insistencia,

Las tiendas están abiertas.    Pasen

Y vean.    Sin compromiso: sombreros, botas

De montar, mantas    .


                                   Mira allí, en la calle:

Una india joven cargando a su hijito

En un rebozo que se ata al cuello!


                                            … el español, como un río,

Fluye al tiempo que ella pasa, intensa y

De grandes ojos, hablando con su marido-niño.


Tres adolescentes se ríen, una de ellas comiendo

Granada.


             Y aquella pareja de turistas, serios,

De mediana edad y del medio oeste,

Con su botín en las manos, susurrando,

A la caza de más ofertas    .


                                        Y el puesto de dulces verdes

Y rojos de anilina,

Que atiende una india vieja. 


              ¿Crees en serio que alguien

Se atreverá a comérselos?


Los pies comienzan a dolerme.


                                         Aún nos quedan unos cuantos minutos.

Probemos aquí.    El pasado mes despidieron

Al alcalde por sacar 3.000 dólares al mes

De los burdeles del pueblo.    No había mucho

Para las chicas.    Ahora mismo hay un show.


                                                 Sólo hay algunas mesas

Ocupadas.    Una orquesta convencional –el ambiente debe

De mejorar más tarde- toca el ran-tarrán

Local. Una joven y un muchacho, a dúo, mientras ella

                                        Se secretea con alguien

Tras bambalinas.    Se ríe: el número está por terminar.


Así que bebemos hasta el próximo, que es un striptease.

¿De veras?     ¡Caramba!     ¡Mírala!


                                                      Hay que estar

Muy borracho para excitarse con ella.

No parece mexicana:    una vieja vedette

Estadounidense.     Observa esos pechos.


            Hallo algo fascinante

            En el modo en que sacude

            La cadera y las cintas

            Con lentejuelas.


            Cuando gira no es

            Como piensas:

            Su barriga

            No mueve a risa.


            Algo hay que te conmueve, pero no este

            Espectáculo lastimero.    El

            Guitarrista bosteza,    y ella

No sabe cantar.     Frente a este

            Descaro, y a todo este maquillaje,

            Hay una pantalla

            De hermosas palomas

            Que baten las alas.


            Sus ojos gélidos gimen mecánica-

Mente y jamás

            Sonríen.        Pero atraen y

            Arrullan por la gracia de cierto

            Candor.     Parecen


Pesarle los pies.

No importa.    Se agacha

Y se inclina sobre una mesa

Donde está

Sentado solo, muy recto,

Un calvo

De modo que a ella

Todo le cuelga hacia delante.

                                                     ¿De qué diablos

Te ríes

Por lo bajo?     ¿No

De ella?

                          ¡La música! Ella

Me gusta.     Combina


Con la música    .

                       

¿Cómo es que estos indios no abandonan

De una vez el horrendo balbuceo de sus amores

Y cantan, para variar, otra cosa?


            El lugar está lleno

            De todo eso.    Ella sabe

Cuando menos

            Que lo suyo es otra

            Canción, y sin duda

            Comparte

            Mi opinión

            Sobre sus clientes. Ese es,


Sin duda un punto a su     .     favor

Mientras suena esta música

Engañosa   .


Pero hay una música distinta. El brillante

Caramelo de su desnudez hace que ella

Inesperadamente se eleve: la hace parte de esa música    .


                                                           Andrómeda de estas piedras,

La virgen de su interior    .    los terribles

Verdes y rojos


                                 En su mofa de la virtud

La vuelven inexplicablemente virtuosa    .

                                                         Aunque ella en ningún caso

Lo pretenda    .


Salgamos de aquí.


                                       De regreso en la calle

Aquello me llegó de golpe: ¿será que solo

Juego a ser un poeta?     ¿Meramente me lo invento,

Como quien usa un disfraz?      Pensé    .


¿Qué cosa, en la forma de la puta de un tugurio

Mexicano en Juárez, en el modo en que

Meneaba como loca el trasero desnudo,

Puede ser novedoso para mí; nacida entre tal porquería,

Cómo puede parecerme una dulce tonada?


Ya estamos aquí. Llegarán en cualquier momento.

Hay una barra a la derecha de la puerta,

Y unas mesas enfrente, que hay que atravesar

Para ir al comedor, más allá.


Dos parejas, dos estadounidenses gigantescos, bastante

Mayores, vestidos como vaqueros, con todo

Y sombrero, borrachos y departiendo con sus

Chicas, bastante borrachas también,


Una de ellas sobre todo, empujando a su hombre, el más alto

De los dos, ¡ea!, a bailar,, en aquel

Estrecho espacio, olvidándose de todo. No para

De insistir y el intenta


Tambaleante acompañarla.

¡Amigo: suelta ya la pistola!    ¡Ea!    Nos abrimos

Paso hasta una mesa, éramos siete.

Sentadas por todo el restaurante    había


Familias comiendo tranquilas,

Con niños, incluso. Todos de mejor clase

Que la gente

De la calle.     Aquí estamos.     Puede verse


La cocina, en el fondo un cocinero

Remangado, con un

Delantal sobre el fino

Pantalón de un traje de calle.


Pelo negro, bien peinado,

Un tipo alto y de buen

Ver, que trabaja absorto

Ante una tabla de picar.


¿Old fashioneds para todos?


                                        Así que este es William

Carlos Williams, el poeta     .


                        Floss y yo nos habíamos comido

La mitad de la lechuga sin notar

Que los otros no tocaban la de sus platos    .

Parece usted muy normal.     ¿Podría decirme?    ¿Por qué alguien

Querría escribir un poema?


                        Porque está ahí, esperando ser escrito.


Ah, ¿es cosa de inspiración, entonces?


                                                                  Más bien de necesidad.


Muy bien, ¿y de dónde sale?


                     Soy alguien cuyo dilapidado

                     Cerebro

                          Avanza sin rumbo fijo


                                        … y así,

Llegada la hora, terminada la codorniz, ya estábamos

De nuevo camino de El Paso.


                                               Buenas noches.    Buenas noches

Y gracias     .    A ustedes.    Iremos

Andando    .


… y así, en la muñeca desnuda, sentimos de nuevo

Los insistentes deditos    .


                                                  Penny please, mister.

Penny please. Un centavo, por favor.


                                                ¡Toma y vete ya de una vez!

… pero la música, la música ha vuelto a despertarse

Mientras dejamos atrás la aglomeración de las calles

Y volvemos hacia el puente en penumbras,

Y pagamos la cuota, y empezamos nuevamente

A cruzar    .    mientras vemos las luces

En las faldas de la montaña., al fondo de El Paso,

Y paramos a mirar a los niños que nos piden más monedas

Desde un bajo del agua    .    Así que

Aquel era el aliciente: el fastidio de aquellos

Deditos intempestivos.


                                          Así que ¿es usted un poeta?

Buena carga para quitársela de encima… medio bebido,

Cena gratis en la barriga (aunque pesques la tifoidea9,

Habiendo conocido alguna gente con la que al menos

Se podía conversar    .


                     Alivio de aquella música interminable, repetitiva,

Ineludible, insistente


                     ¡Y qué otra cosa, sino alivio, buscan

Ustedes los latinos! Con

Inexpresivo ding dong nos sirven sus

Almas y sus amores, que nosotros tragamos

Luego.   ¡Hispanos!   (aunque estos sean sobre todo indios

Que persiguen a los hijos de puta blancos

Por las calles el Día de la Independencia,

Buscando matarlos)     .


                                            Y eso, ¿qué es?


¡Por Dios!


             ¿Qué ES?


¡La música!   ¡La


Música! Como cuando Casals toca

Y sostiene una nota en su violonchelo

Y me deja sin palabras    .


                                              Ahí estaba, abandonado

En el ángulo que forman los soportes del puente;

Me detuve aterrado y lo miré en la

Penumbra: amorfo, o habiendo quizá recobrado

Su forma original, sin brazos ni piernas,

Ni cabeza, encajado como el hueso de una fruta

En ese  rincón oscuro, como un

Pez que nadara contracorriente, como un

Feto que en el útero se alistara a imitar la vida,

Protegiéndose de la promesa

Del horrible nacimiento.    La música

Lo protege, como una mucosa, o película, que lo rodease,

Una tinta que entumeciera y manchara el

Mar de nuestra mentes manteniéndonos alejados; resguardo

De una forma lo más cerca posible de lo amorfo,

¡una música! Una música protectora    .

                

                                                                       ¡Soy un poeta! Eso

Soy. Eso soy: un poeta, lo confirmo, avergonzado.


Ahora la música se abre paso

En el solitario momento en que la escucho.    Ahora

Me rodea.     ¡La danza!    El verbo se desprende

Buscando volverse articulado    .


                      Y yo apenas puedo ayudar pensando

                     En el maravilloso cerebro

                     Que percibe esa música y en nuestra

                     Ocasional capacidad de registrarla.







                                            


        

                           

                    

                    

                   

         

                                   

                                    

   


            

          



                                       








 
 





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