Entre 1959 y 1962, el periodo en que escribe
“Salamandra” y “Sólo a dos voces”, Octavio Paz vuelve a residir en París
trabajando como diplomático en la embajada mexicana. Había arribado a París por
primera vez en diciembre de 1945, en una ciudad donde triunfaba un
existencialismo escindido entre la influencia de Jean Paul Sartre y la
ascendencia de Albert Camus. En la polémica que enzarzó a ambos escritores,
Octavio Paz se va a encontrar mucho más cerca de Camus, con quien le unía “una
profunda y espontánea simpatía”. También le unía la fidelidad a España y a su
causa, además del enrolamiento en la tradición libertaria y anarquista. “No le
debo a Camus –escribió Paz en “Itinerario”- ideas acerca de la política o la
historia sino algo más precioso: encontrar en la soledad de aquellos años un
amigo atento y escuchar una palabra cálida”. En esta primera estancia en París,
además de respirar la atmósfera existencialista, Octavio Paz se siente atraído
desde el principio por un surrealismo que por aquel tiempo ya empezaba a
declinar. Seducido por la personalidad magnética de Breton, comulga con su
exaltada idea de libertad y del amor único, pero desconfía desde un principio
de la creencia ingenua en la escritura automática. Invitado por Breton, entra a
colaborar en el Almanaque Surrealista de Medio Siglo y asiste a las reuniones
del grupo, en el Café de la Place Blanche, donde traba contacto con Benjamin Péret,
Max Ernst, Miró, Julien Gracq. Peret, quien a juicio de Paz era el más genuino
poeta surrealista, se convertirá desde entonces en su mejor amigo parisino.
Cuando después de un largo intervalo vivido en México, Octavio Paz regresa a
Paris en 1959, su obra poética y ensayística ya le han convertido en un
escritor influyente y la traducción del Poema “Piedra de Sol” por parte de
Benjamin Peret le abre las puertas del mundo literario parisino. En esta época
entra en relación con Roger Callois y con Cioran. También con Yves Bonnefoy,
Kostas Axelos y Cornelius Castoriadis. En París, Octavio Paz se dedica a
explorar una ciudad que va reconstruyendo con la memoria y la imaginación,
caminando por pasajes y barrios que le dejan una sensación de “déjà vu” provocada
por anteriores lecturas de novelas y poemas. Unido a unos pocos amigos por
afinidades intelectuales y literarias, frecuenta alguna de sus casas, pero es
en los cafés y los bares de París donde tienen lugar alguno de sus encuentros
más felices, que luego aparecerán trasladados a sus poemas de aquella época.
“Vivía inmerso en la vida literaria de aquellos días -rememorará Paz más
tarde-, mezclada de ruidosos debates filosóficos y políticos. Pero mi secreta
idea era la poesía: escribirla, pensarla, vivirla. Agitado por muchos
pensamientos, emociones y sentimientos contrarios, vivía tan intensamente cada
momento que nunca se me ocurrió que aquel género de vida pudiera cambiar.” Pero
en 1962 le llega el nombramiento como embajador de México en la india y tiene que
cambiar París por Nueva Delhi. Atrás deja tres años de intensa vida parisina y
un libro de poemas en el que recogerá parte de estas vivencias, y donde es
palpable tanto la huella de la ciudad parisina como la influencia del
surrealismo. Se trata de “Salamandra”,
libro que tiene como colofón un largo poema que adquiere entidad independiente:
“Sólo a dos voces”. El mismo título ya nos sitúa en esa encrucijada que es la
creación poética. Un texto escrito por un escritor (el “solo”) se canta “a dos
voces”. El intercambio en la página entre dos voces o discursos ya venía siendo
una constante en la poesía de Octavio Paz. El poema refleja visualmente su
temática: los versos están desigualmente sangrados y alternan la letra en
cursiva con la tipografía regular. Las estrofas en cursiva remiten a los
momentos de la creación del poema. Se establece un contrapunto entre la
conciencia del proceso creativo del poeta y los frutos que resultan de ésta.
Así, el texto que va urdiendo el poema es una tentativa por hacer visible el
proceso creativo de escribir poesía. Para Octavio Paz todo decir poético es
esencialmente múltiple, se pronuncia –como mínimo- a dos voces. El yo poético
del poema trata de establecer un diálogo con el lenguaje, con los textos,
consigo mismo y con otros lectores futuros de su propio poema.
SÓLO A DOS
VOCES
En
ninguna otra lengua occidental son
Tantas las palabras fantasmas…
J. COROMINES, Diccionario crítico-
Etimológico de la lengua castellana.
Si decir No
Al mundo al
presente
Hoy
(solsticio de invierno)
No es decir
Sí
Decir es
solsticio de invierno
Hoy en el
mundo
No
Es decir
Si
Decir mundo
presente
No es decir
¿qué es
Mundo
Solsticio Invierno?
¿Qué es
decir?
Desde
hace horas
Oigo caer, en el patio negro,
Una gota de agua.
Solsticio de
invierno:
Sol parado,
Mundo errante.
Sol
desterrado,
Fijeza al rojo
blanco.
La tierra
blanca negra,
Dormida,
Sobre sí
misma echada,
En una
piedra caída.
Ánima en
pena
El mundo,
Peña de pena
El alma,
Pena
entrañas de piedra.
Cae la gota invisible
Sobre el cemento húmedo,
Cae también en mi cuarto.
A la mitad del pensamiento
Me quedo, como el sol,
Parado
En la mitad de mí,
Separado.
Mundo mondo,
Sonaja de
semillas semánticas:
Vírgenes
móndigas
(múndicas,
Las que
llevan el mundum
El día de la
procesión),
Muchachas
cereales
Ofrendan a
Ceres panes y ceras;
Muchachas
trigueñas,
Entre el
pecho y los ojos
Alzan la
monda,
Pascua de
Resurrección:
Señora del
Prado,
Sobre tu
cabeza,
Como una
corona cándida,
La canasta
del pan.
Incandescencias
del candeal,
Muchachas,
cestas de panes,
Pan de
centeno y pan de cebada,
Pan de
abejas, pan de flor,
Altar vivo
los pechos,
Sobre mesa
de tierra vasos de sol:
Como y bebo,
hombre soy.
Sonaja de simientes, poema:
Enterrar la palabra,
El grano de fuego,
En el cuerpo de Ceres
Tres veces arado;
Enterrarla en el patio,
Horadar el cemento
Con la gota tenaz,
Con la gota de tinta.
Para la diosa negra,
Piedra dormida en la nieve,
Dibujar un caballo de agua,
Dibujar en la página
Un caballo de yerba.
Hoy es
solsticio de invierno:
Canta el
gallo,
El sol despierta.
Voces y
risas, baile y panderos,
Sobre el
suelo entumido
Rumor de
faldas de muchachas
Como el
viento corriendo entre espadañas,
Como el agua
que brota de la peña.
Muchachas,
Cántaros penantes,
El agua se
derrama,
El vino se
derrama,
El fuego se
derrama,
Penetra las
entrañas,
La piedra se
despierta:
Lleva un sol
en el vientre.
Como el pan
en el horno
El hijo de
la piedra incandescente
Es el hijo
de nadie.
El mundo
No es tortas
y pan pintado.
El
diccionario
Es un mundo
no dicho:
De solsticio
de invierno
A Pascua de
Resurrección,
En dirección
inversa
A las aguas
del cuadrante,
Hay:
“sofisma, símil, selacio, salmo,
Rupestre,
rosca, ripio, réprobo,
Rana, Quito,
quejido,
Pulque,
ponzoña, picotín, peluca…”.
Desandar el
camino,
Volver a la
primera letra
En dirección
inversa
Al sol,
Hacia la piedra:
Simiente,
Gota de energía,
Joya verde
Entre los
pechos negros de la diosa.
Escribo contra la corriente,
Contra la aguja hipnotizada
Y los sofismas del cuadrante:
Como la sombra, la aguja
Sigue al sol,
Sol ido,
Desvanecido, sol de sombra.
No el
movimiento del círculo,
Maestro de
espejismos:
La quietud
En el centro
del movimiento.
No predecir:
decir.
Mundo
suspendido en la sombra,
Mundo mondo,
pulido como hueso,
Decir es
mondadura,
Poda del
árbol de los muertos.
Decir es
penitencia de palabras,
La zona
negra y blanca,
El húmedo
cemento, el patio,
El no saber
qué digo
Entre la
ausencia y la presencia
De este
mundo, echado
Sobre su
propio abandono,
Caído como
gota de tinta.
La
letra no reposa en la página:
Memoria la levanta,
Monumento de viento.
¿Y quién recuerda a la memoria,
Quien la levanta, dónde se implanta?
Fuente de claridad, alumbramiento,
La memoria es raíz en la tiniebla.
Come
tiniebla,
Come olvido:
No lo que
dices, lo que olvidas,
Es lo que
dices:
Hoy es solsticio de
invierno
En el mundo
Hoy estás separado
En el mundo
Hoy es el mundo
Ánima en
pena en el mundo.
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