Antonio Martínez Sarrión es un poeta,
ensayista y memorialista perteneciente a la generación del 68. Nació en
Albacete el 1 de febrero de 1939. Después de estudiar el bachillerato en su
ciudad natal y licenciarse en Derecho por la Universidad de Murcia, en 1963 se
estableció en Madrid, donde publicó su primer libro de poemas cuatro años
después, Teatro de operaciones, lo
que le valió ser incluido en la archifamosa antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles. También
fue en Madrid donde trabó amistad con Carlos Barral, Juan García Hortelano y
Juan Benet, además de ganarse la admiración de Gil de Biedma con la lectura de
sus primeros poemas. Su poesía evocaba la densidad verbal de Quevedo y el
esperpento de Valle Inclán, pero también bebía del surrealismo francés (Aragon,
Breton, Char), del modernismo angloamericano (Eliot, Pound) y de los autores de
la Generación Beat (Ginsberg o Kerouac). Pautas
para Conjurados (1970), Horizontes desde
la rada, (1983), Cantil, (1995) y
Cordura, (1999) son algunos de sus
libros de poemas más destacados. Sus tres tomos de memorias, que abarcan desde
la infancia (Infancia y corrupciones)
hasta su última juventud, le convirtieron en uno de los mejores memorialistas
de la literatura contemporánea. También fue escritor de aforismos y frecuentador
de diarios, publicados por Alfaguara. Tuvo una destacada labor como traductor
de escritores franceses –Baudelaire, Genet, Chamfort- y en 1990 la traducción
de un libro de Victor Hugo – Lo que dice
la boca y otros poemas- le valió el premio Sthendal de traducción Durante
los últimos años su rostro se había hecho familiar al asomar como contertulio
de cine en los diferentes programas que fue presentando José Luis Garci. Murió
en Madrid a los 82 años a consecuencia de un infarto el 14 de septiembre de
2021.
MARI PILI EN
CASA DE MANOLO
mari pili
cubierta de pomada
muy triste
aquella niña muy abrigada
y ya ves
ahora con cuatro chiquillos
mari pili
poniéndose los guantes
jugando a
los papás y a las mamás
en el
invierno del cuarenta y nueve
era el cine
aquel cuarto de la plancha
y el pasillo
un eterno tobogán
mari pili
jugando a las cocinas
en una
fiesta con mucha merienda
y de pronto
las luces que se encienden
y la
pantalla rota y el asombro
(“Teatro de operaciones”, 1967)
CRÓNICA
FABULOSA DE FERNANDO PESSOA
murió el
oficinista tenía
una
hinchazón horrible paperas
de
diagnóstico turbio un diván
sucio
papeles esparcidos
por todos
los alvéolos de su historia
un hijo de
cartón grifos siempre goteando
que erizaban
el vello de los brazos
murió
fumando erraba ciertas noches
por claveles
de tinta por finos mecanismos
guarnecidos
de piel por sellos antigripe
acompañados
de un certificado inusitadas
pirámides de
polvo hallaron
un orinal
debajo de su mesa
postales
pornográficas de indescriptible alcance
un libro muy
oscuro sobre el Maestro Eckhart
una alcancía
repleta de coñac
según los
más solventes testimonios
solía mirar
al alba los enormes delfines
las joyas y
los cuernos que trajeron de Goa
una rodela
del gran navegante botes de humo
mazmorras
para herejes los despuntes
del día le
cogían en éxtasis se llevaban
su abrigo de
mezclilla su aterrador paraguas
su
personalidad que vaya usted a saber
y otra vez
-sol muy tibio gaviotas sobre el Tajo-
lo devolvían
a su inútil despacho
mientras
doblaban quejumbrosamente
allá en
Londres su sueño
con música
de Elgar
las verdes
anclas del almirantazgo
(“Pautas para conjurados”, 1970)
HOMENAJE AL
POSTISMO
Hube de
subvenir a unos zapatos,
perdón,
quise decir a unos zapatos
que, si se
portan bien, yo no los atos-
igo con mis
lazadas. A los patos
he echado
mis zapatos garabatos
desmigándolos
bien. O sea, en los tratos
con los
tenderos pido unos zapatos
que no sean
caros y no sean baratos.
No me
entienden. Me lanzan los ingratos
pares de
saldo, letras impagadas,
miradas de
lujuria... Mas, los ratos
que así
pierdo, se vuelven sosegadas
horas
acariciando a mis dos gatos
cuando
vuelvo a la clínica a patadas.
(“Una tromba mortal para los balleneros”, 1975)
RIQUEZAS
Unos tienen
sus huertos oreados,
sus panales,
sus eras y sus viñas,
mas no
conocen las fases del mosto.
Yo no te
tengo más que a ti.
Otros tienen
sus flotas y arsenales
y capean
temporales en la Bolsa
durmiendo
entre unos brazos mercenarios.
Yo no te
tengo más que a ti.
Los demás
tienen prisas y negocios
y tratan de
llegar pronto a una cita
para que
esta demencia continúe.
Yo no te
tengo más que a ti.
(“El centro inaccesible. Poesía, 1967-1980”)
CERNUDA
APROBARÍA ALGO SIMILAR
23-II-81
De todos los
dislates, éste el máximo:
lanzar y
relanzar la carretela
en un brutal
océano de envidia
en la cloaca
de la intransigencia,
cuando ya es
evidente que una patria
en este
híspido trozo del planeta
o acaba en
puerto de arrebatacapas
o en el
punto de mira de unas bestias.
(“Horizonte desde la rada”, 1983)
EXCELENTE TIEMPO
PARA LA LÍRICA
¡Qué delicia
escarbar en la pelambre
hasta dar
con el cuero cabelludo
y allí
cientos de liendres eruditas
ahítas de la
sangre eminentísima
de tal o tal
talento alejandrino!
Felices con
sus propias deyecciones
plasman en
un papel los grumos últimos.
Como un rayo
lo imprimen en itálicas,
y tras uso
de zafa y toalla sucia,
y una vez
ajustados busto y medias,
instalan su
real cuerpo en Boulevard Cavafis
y les
ingresa en cuenta el señor March.
(“Horizonte desde la rada”, 1983)
VIDA DE
MONJE
La torre de
los sueños, el abatido faro
donde, por
aquel tiempo, proyectábamos
castillos
que la mar respetaría
¿en qué han
parado sino en el temblor,
esa rata que
en la alta madrugada
renuncia al
corto tramo de asfalto ciudadano
que entre la
densa niebla habría de recorrer,
pues en la
más inocua cercanía
alguien
enciende luces en la casa
porque
instaló el insomnio su helado pabellón?
(“Horizonte desde la rada”, 1983)
OTRA POÉTICA
IMPROBABLE.
Ni arma
cargada de futuro,
ni con tal
lastre de pasado
que suponga
sacarse de la manga
una estólida
tienda de abalorios
con la
oculta intención de levantar efebos.
La poesía es
fábrica de castigados muros
con alto
tragaluz que sólo al azar filtra
la más
perecedera luz del sueño.
(“Horizonte desde la rada”, 1983)
METAMORFOSIS
DE LO CÓMICO
Cumplida una
tarea, aun regalada,
y al dejarte
caer en los cojines
que recubren
la alfombra,
no es raro
que semejes una confusa bestia
hasta en los
refunfuños o bufidos
que provocan
la risa
en los que
más te quieren. Y sucede
que
acompañas las burlas
y aprendes,
no a tomarte un poco en broma,
que ya algo
fuera o mucho: a comprender
todo lo
inexorable del proceso
sin perder
la sonrisa.
La juventud
pasto es de la vejez,
la vejez
alimento adecuado a la muerte.
(“Cordura”, 1999)
SEMPER EADEM
No he de
apagar la luz
para pensar
en ti: a pleno día
y ande
haciendo lo que haga
(deambular
por los parques, mirar nubes,
contestar a unas
cartas, romper versos,
retener
cuanto graban en el contestador,
bromear con
el hijo, ver que llueve
y apenas lo
registran mis calizos terrones
pues que la
reja de tu sonreír
hace días
que falta),
no afecta a
tu presencia cercana o venidera,
eje y razón
y fuerza y calor míos.
En las
encrucijadas más confusas del sueño
oscuramente
sé de tu vivir. Y cuando
la
madrugada, a veces, mi dormir interrumpe
anunciando
borrasca,
me oriento
por el faro
de tu claro
vivir siempre al alcance.
(“Cordura”, 1999)
UN OFICIO
Tener la
profesión
de crítico
de haikus!
Juzgar
cuantos pusieran
ante ti.
Cobrar muy poco
y en
especie,
que en las
jóvenes
consistiera
en un beso.
Al cabo de
la vida
haber
considerado
dos millones
y medio,
sin escribir
más que uno,
justo en la
hora final.
(“Poeta en Diwan”,2004)
DISCRETO
Feliz quien,
sin anhelo,
aguarda la
mañana.
Y, en
llegando, se dice
sereno: «Ya
viví».
Ése empieza
ganando
un día y
otro día.
Ni se jacta
con ello,
ni publica
su suerte,
ni menos aún
mendiga
aplausos,
pompas, humo
con que
hacerse una estatua.
(“Poeta de Diwan”,2004)
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