Estos dos primeros libros de Frost acotan lo que se ha llamado su mundo pastoral. Su labor como profesor de latín le introdujo en la tradición pastoral encarnada en los poemas de Teócrito y Virgilio. Pero el poeta pastoral no escribe poemas simples para sus vecinos rurales. Se trata de un poeta refinado por la cultura que toma el mundo pastoral como una fuente de inspiración para dar con símbolos universales. Sustenta la creencia de que el mundo rural es representativo de la sociedad humana en general. En el duro mundo rural de Frost, el hombre y la naturaleza se ven regidos por lo que el Destino ha ordenado. El resultado es un estoicismo conformista ante la ineluctable fuerza de los acontecimientos.
DEVOCIÓN
Al corazón no se le ocurre una mayor
devoción que la de hacer de orilla de un océano:
siempre en la misma curva que no cambia de sitio,
siempre atenta a la misma repetición sin fin.
CHARCAS DE PRIMAVERA
Estas charcas que, aunque en los bosques, reflejan
el cielo por completo y casi sin defecto,
y que como las flores a su lado, se hielan y tiritan
como las flores a su lado desaparecerán muy pronto,
y sin embargo no a través de un río o un arroyo,
sino raíces arriba, para producir frondas muy oscuras.
Los árboles que pueden con sus yemas reprimidas
oscurecer la naturaleza y ser bosque en verano...
que se lo piensen dos veces antes de usar sus poderes
de secar y absorber y de barrer del mapa
estas aguas floridas y estas flores acuáticas
surgidas de la nieve que se fundió justo ayer.
LA LIBERTAD DE LA LUNA
He probado a reclinar la luna nueva en el aire
sobre un brumoso cúmulo de árboles y granjas
como quien un día se prueba una joya en el pelo.
Probé a que fuera esbelta con un fulgor ceñido,
ella sola, combinada en un adorno
con una estrella perfecta casi igual de brillante.
La pongo a relucir donde más se me antoja.
Cierta noche más tarde, mientras paseaba,
la saqué de un cajón de retorcidos árboles,
y la conduje por unas aguas lustrosas, más grande,
y la dejé caer en ellas, y vi cabecear la imagen,
el color desteñirse, mil maravillas sucederse.
LA FAMILIA DE LA ROSA
La rosa es una rosa,
y siempre fue una rosa.
pero la teoría ahora dice
que la manzana es una rosa,
y lo es la pera, y también
la ciruela, me supongo.
Solo Dios sabrá qué otra
cosa me resultará ser una rosa.
Tú, sin duda, eres una rosa...
pero siempre fuiste una rosa.
UN VISTAZO FUGAZ
A menudo veo flores al pasar en un vagón
que antes de saber que son han desaparecido.
Querría bajarme del tran y desandar los pasos
para ver qué flores estan allí junto a las vías.
Nombro todas las que sé seguro que no eran:
ni laureles de San Antonio de los bosques quemados...
ni campanillas que adornan la boca de los túneles...
ni lúpinos a los que les basta la arena y el estiaje.
¿Pasó algo rozándome la mente que nunca
más nadie logrará encontrar en este mundo?
Los cielos brindan un vistazo a aquellos
que no están en condición de mirar muy de cerca.
UNA PARVA DE ORO
El polvo volaba biempre por toda la ciudad,
salvo cuando la bruma lo hacía posarse,
y yo era uno de esos niños a los que les dijeron
que cierta parte del polvo en el aire era oro.
todo el polvo que el viento se llevaba volando
aparentaba ser oro en la puesta de sol,
pero yo era uno de esos niños a los que les dijeron
que cierta parte del polvo era realmente oro.
Y así era la vida allí en el Golden Gate:
el oro empolvaba toda comida y bebida,
y yo era uno de esos niños a los que les dijeron,
"A todos nos toca comernos nuestra parva de oro".
UN PÁJARO MENOR
Ojalá que el pájaro se marchara volando,
y no cantara junto a mi casa todo el día;
He batido las palmas asomado a la puerta
cuando creí que no podría soportarlo más.
Seguro que la mayor parte de culpa será mía.
Al pájaro no hay que culparlo por su tono.
Y desde luego tiene que haber algo que va mal
si lo que deseas es acallar cualquier canción.
ARBOL DE MI VENTANA
Árbol de mi ventana, árbol del ventanuco,
mi ventana se baja cuando llega la noche;
pero que nunca haya una cortina echada
entre tú y yo.
Vaga cabeza de sueños sacada de la tierra,
la cosa más difusa aparte de una nube,
ni con todas tus leves lenguas en alto parloteo
dirás nada profundo.
Pero, árbol, te he visto apresado y sacudido,
y si me has visto mientras yo dormía,
me habrás visto apresado y arrastrado,
y casi perdido.
El día en que acercó nuestras cabezas,
el destino tenía la imginación cerca de sí,
tan preocupado por el clima, del exterior tú,
yo del de dentro.
EL PASTOR APACIBLE
Si el cielo tuviera que rehacerse,
y en las cercas del prado
me apoyara a delinear las figuras
entre las estrellas esparcidas,
Me sentiría tentado de olvidar,
me temo, la Corona de la Ley,
la Balanza del Comercio, la Cruz de la Fe,
por no merecer ser renovadas.
Pues estas han dominado nuestras vidas,
y ya veis cómo han luchado los hombres.
La Cruz, la Corona, la Balanza bien podrían
todas haber sido la Espada.
EL TEJADO DE PAJA
A solas bajo la lluvia en pleno invierno,
resuelto a causar y soportar sufrimientos.
Pero nunca tan lejos como para perder de vista
la luz de cierta ventana del piso superior.
Era la luz de lo que trataba todo el asunto:
yo no entraría hasta que se apagara;
esta no se apagaría hasta que entrase.
Bueno, ya veríamos cuál de los dos ganaba,
ya veríamos cuál de los dos cedía primero.
El mundo era un negro campo indistinguible.
La lluvía, por lo fría , en justicia era nieve.
El viento era otra capa más del mantillo.
Pero lo más extraño: en el tupido tejado de paja,
donde habían incubado las aves en verano,
se habían alimentado a coro, y emplumado,
algunas seguían llevando una vida ermitaña.
Y al caminar junto al alero, tan bajo
que rocé al pasar la paja con las mangas,
hice salir volando pájaros de un agujero tras otro,
hacia la oscuridad. Me dolió el alma,
me angustié dentro de otra angustia,
cuando pensé que su caso no tendría solución:
no podrían revolotear alrededor en busca
de su nido de nuevo, ni hallar donde posarse.
Tendrían que criar donde cayeran, en el abono y el lodo,
la confianza puesta en las plumas y en el fuego interior
hasta que la luz les permitiera un vuelo a salvo.
Mi principal angustia menguó en gran medida
cuando los imaginé sin una percha ni un nido.
Así fue cómo esa angustia comenzó a disolverse.
Lo que me dicen es que la casita en que moramos,
el tejado de paja rasgado por el viento, no tienen arreglo;
su vida de cientos y cientos de años ha llegado a su fin
al dejar que la lluvia que conocí a la intemperie
se colara en el cuarto de arriba, inundando los suelos.
LA RIADA
La sangre resultó más difícil de represar que el agua.
En cuantos nos creemos que hemos logrado retenerla
tras los nuevos muros de un dique (!que se fastidie!),
se escapa mediante alguna forma nueva de matanza.
Optamos por decir que el diablo es quien la desata;
pero es la fuerza de la sangre quien libera a la sangre.
Ocurre así por el poder que tiene de formar una riada
por confinarla a un nivel tan antinaturalmente alto.
Encontrará un desagüe, con ímpetu o sin él.
Las armas de la guerra y las herramientas de la paz
no son sino los puntos en donde encuentra alivio.
Y ahora sucede que es otra vez el maremoto
que tras barrerlo todo tiñe cada cumbre.
Ah, la sangre brotará. No puede contenerse.
UN CONOCIDO DE LA NOCHE
Yo he sido un conocido de la noche.
He salido bajo la lluvia... y vuelto bajo ella.
He rebasado la luz más lejana de la urbe.
Me he parado a mirar el callejón más triste.
Me he cruzado al sereno en su ronda noctura
y bajado la vista, sin querer explicarme.
Me he quedado inmóvil y acallado mis pasos
cuando muy a lo lejos un grito entrecortado
rebotó entre las casas desde otra avenida,
Pero no para hacerme volver o decirme hasta luego;
y más lejos aún, a una altura intempestiva,
un lumínico reloj recortado en el cielo
proclamó que la hora ni estaba bien ni mal.
Yo he sido un conocido de la noche.
ARROYO HACIA EL OESTE
"Fred, ¿el norte dónde queda?"
¿El norte? Hacia allí, amor mío.
El arroyo corre hacia el oeste".
"Llámalo entonces Arroyo hacia el oeste".
(Arroyo hacia el oeste lo llaman los hombre aún hoy día)
"Qué creerá que hace corriendo hacia el oeste
cuando todos los otros arroyos de la region van hacia el este
para alcanzar el océano? Debe de ser que el arroyo
confía en ser capaz de llevar la contraria
igual que yo contigo -y tú conmigo-
ya que nosotros somos... somos... no sé lo que somos.
¿Qué somos?".
"¿Jóvenes o novatos?"
"Algo tendremos que ser.
Hemos dicho nosotros dos. digamos mejor nosotros tres.
Igual que tú y yo estamos casados el uno con el otro,
ambos nos casaremos con el arroyo. Levantaremos
un puente que lo cruce, y el puente será
el brazo que le echaremos encima cuando duerma.
Mira, mira, nos dice hola con una ola
para hacernos saber que sí me oye".
"Vamos, querida,
esa ola ha estado cerca de este saliente de la orilla...".
(La negra corriente, al encontrarse con una roca sumergida,
se volvía sobre sí misma en una blanca ola,
y el agua blanca cubría incesantemente el agua negra,
sin vencer pero sin perder tampoco, como si las plumas
blancas de un pájaro caídas de su pecho en la refriega
salpicaran la negra corriente y el más negro remanso
más abajo, y al fin acabaran por llegar, runcidas
en un blanco chal, frente a los alisos de la orilla opuesta).
"Esa ola ha estado cerca de este saliente de la orilla
desde que los ríos, estaba a punto de de decir,
se hacen en el cielo. No nos decía hola a nosotros".
"No lo hacía, y sí lo hacía. Si no a ti,
sí a mí... como una anunciación".
"Ah, si te lo llevas al terreno femenino,
como si esto fuera el país de las Amazonas
hasta cuyos confines hemos de acompañaros
y dejaros allí, vedada nuestra entrada...
!Es tu arroyo! No tengo más que decir".
"Sí que tienes, también. continúa. Algo pensabas".
"A propósito de ir a la contra, observa cómo el arroyo
en esa ola blanca corre en contra de sí mismo.
Es desde ahí en el agua de donde procedemos
mucho, mucho antes de hacerlo de criatura alguna.
Aquí, impacientes como siempre por uno y otro paso,
nos remontamos al principio de los principios,
la corriente de todas las cosas que se escapan.
Algunos dicen que la existencia, como unos Pierouet
y Pirouette, siempre en el mismo sitio,
se queda quieta y baila, pero se escapa,
solemne, tristemente, se escapa
para ir a llenar de vacío la nada del abismo.
Fluye junto a nosotros en este torrente de agua,
pero hacia nosotros. Fluye entre nosotros
y nos separa durante un momento de pánico.
Fluye entre nosotros, hacia, y con nosotros.
Y es tiempo, fuerza, tono, luz, vida, y amor...
e incluso sustancia que transcurre insustancial,
la catarata universal de la muerte
que en nada acaba... y sin que encuentre obstáculos,
salvo por alguna extraña resistencia propia,
no solo es un viraje, sino en un echarte atrás,
como con algún remordimiento que fuera sagrado.
Presenta este retroceder sobre sí mismo
de modo que al descender su mayor parte siempre
hay algo que se eleva, algo que asciende.
Nuestra vida se agota al ascender el reloj.
El arroyo se agota al ascender nuestra vida.
El sol se agota al ascender el arroyo.
Y algo habrá que haga ascender el sol.
Es este movimiento de vuelta hacia la fuente,
a contracorriente, en el que sobre todo nos vemos reflejados,
el tributo de la corriente a la fuente.
Es de esto en la naturaleza de lo que procedemos.
Es lo que en mayor parte domos".
"Hoy será el día
en que dijiste todo esto".
"No, hoy será el día
en que dijiste que el arroyo se llamaba Arroyo hacia el oeste".
"Hoy será el día en que ambos dijimos lo que dijimos".
UN SOLDADO
Es esa lanza caída que yace tal y como la arrojaron,
derribada ahora, venga ya el rocío, ya la herrumbre,
Pero afilada aún como cuando hendió el polvo.
Si nosotros que miramos junto a ella el mundo entero
nada vemos que mereciera haber sido su blanco,
es porque como hombres miramos muy de cerca,
olvidando que puesto que su límite es la esfera
nuestros proyectiles trazan siempre un breve arco.
Se desploman, despedazan la hierba, cruzan
la curva de la tierra, y al golpear, se rompen ellos;
nos hacen encogernos ante el metal sobre la piedra.
Pero esto sabemos, que el obstáculo que puso freno
e hizo tropezar al cuerpo, lanzó el espíritu más lejos
de donde cualquier diana se vio brillar jamás.
LA TABLA DE MULTIPLICAR
A más de medio camino al paso
había un manantial con un vaso roto,
y tanto si de él bebía el granjero o no
su yegua se aseguraba de marca el sitio
al encajar una rueda en la cuneta,
volver la frente estrellada, y forzando
las costillas lanzar un suspiro monstruoso;
a lo cual el granjero solía responder,
"Cada tantas respiraciones un suspiro,
y cada tantos suspiros una muerte.
Esto como siempre le digo a mi mujer
es la tabla de multiplicar de la vida".
La expresión podría ser muy cierta;
pero es justo el tipo de cosa que ni tú
ni yo, ni nadie más diría, a no ser
quie el propósito fuera causar daño,
y entonces no sé de una mejor manera
de tapar un camino, abandonar una granja,
reducir los los nacimientos de la raza humana
y devolver a la naturaleza el sitio de la gente.
LA INVERSIÓN
Hace tiempo, donde dicen que la vida es subsistencia
("no puedes decir que es vivir, pues no lo es")
había una vieja, viejísima casa pero recién pintada,
y en su interior un piano que sonaba con fuerza.
Fuera, en la tierra labrada, en el frío, un cavador,
de pie entre unas patatas recién desenterradas,
contaba las cenas del invierno, una por bancal,
con medio oído puesto en el impetuoso piano.
Todo lo del piano y la pintura nueva en sitio semejante,
¿Se trataba de algún dinero que llegó de repente?
¿O de una extravagancia propia de un tierno amor?
¿o del impulso de un viejo amor de no preocuparse...
de no dejarse hundir por ser marido y mujer,
y en su lugar sacarle algo de color y música a la vida?
LA ÚLTIMA SIEGA
Hay un lugar llamado Prado Lejano
que nunca volveremos a segar
o eso es lo que se dice en la granja:
que el prado se despidió de los hombres.
Así que ahora es el momento de las flores
que no soportan ni el segador ni el labrador.
Tiene que ser ahora, sin embargo, en temporada
antes de que el no segar haga crecer los árboles,
antes de que los árboles, al ver el claro,
marchen hacia su umbrosa reivindicación.
Todo lo que me preocupan son los árboles,
bajo cuya sombra no prosperan las flores;
mi preocupación ya no es el hombre;
el prado ha puesto fin a la domesticación:
Por ahora el lugar es todo nuestro
para que vosotras, oh tumultuosas flores,
acudáis a prodigaros y a enloquecer en él,
flores de todo color y toda forma
a las que no me hace falta llamar por el nombre.
LA PUERTA EN LA OSCURIDAD
Al ir de una habitación a otra en la oscuridad,
estiré el brazo a ciegas para protegerme el rostro,
pero no acerte, aunque fuera ligeramente, a enlazar
unos dedos con otros y cerrar en un arco los brazos.
Una delgada puerta logró esquivar mi guardia,
y me atizó un golpe tan duro en la cabeza
que mis símiles innatos quedaron trastocados.
Y así la gente y las cosas ya no se corresponden
con lo que solían corresponderse previamente.
POLVO EN LOS OJOS
Si, como se dice, un poco de polvo en los ojos
evita que mis palabras caigan en lo pedante,
no seré yo el que vaya a postergar la prueba.
Que sea algo arrollador, desde un tejado
y al volver una esquina, que sea mejor una nevisca,
y que hasta la parálisis me ciegue si hace falta.
LA BRAZADA
Cada vez que me agacho a recoger un paquete,
algún otro se me cae de rodillas y brazos,
y el montón entero se me escurre, botellas, bollos,
extremos demasiado difíciles de aprehender a la vez,
y sin embargo debo procurar no dejar nada atrás.
Todo lo que dispongo para aferrar, manos y mente
y corazón, si fuera necesarios, los usaré como pueda
para mantener su edificio en equilibrio contra el pecho.
Me acuclillo para impedir que caigan según caen;
después me siento en mitad de todos ellos.
Tuve que dejar caer la brazada en medio del camino
para intentar apilarlos mejor en un montón.
LO QUE LOS CINCUENTA TENÍAN QUE DECIR
Cuando era joven los viejos eran mis profesores.
Al fuego renuncié a cambio de la forma hasta enfriarme.
Sufrí como un metal al ser forjado.
Fui al colegio a envejecer para aprender del pasado.
Ahora que soy viejo los jóvenes son mis profesores.
Lo que no se puede moldear hay que quebrarlo, que soltarlo.
Me cansan las lecciones hechas para empezar una sutura.
Voy al colegio a rejuvenecer para aprender del futuro.
AL MIRAR POR AZAR A LAS CONSTELACIONES
Habrás de esperar mucho, mucho tiempo hasta que algo
suceda en los cielos aparte del flotar de las nubes y las luces
de la Aurora Boreal que se extienden como trémulos nervios.
El sol y la luna se cruzan, pero jamás alcanzan a tocarse,
ni se atacan con fuego el uno a la otra, ni chocan con estrépito.
Los planetas parece que interfieren en sus curvas,
pero nada sucede nunca, no se produce ningún daño.
bien podríamos seguir sin máws con nuestras vidas,
y buscar en otro sitio antes que en las estrellas y la luna y el sol
las sorpresas y cambios que nuestra cordura necesita.
Es cierto que la más larga sequía dará paso a la lluvia,
la paz más duradera en China dará paso al conflicto.
Aún así no le valdrá la pena al espectador seguir despierto
con la esperanza de ver romperse la calma de los cielos
en ese momento concreto y ante sus propios ojos.
Parece que esa calma seguirá a salvo esta noche.
LA OSA
La osa rodea con ambos brazos el árbol sobre ella
y lo hace agacharse como si fuera un amante
y sus cerezas labios que besar para dar las buenas noches;
después deja que de golpe recobre su verticalidad en el cielo.
Su siguiente zancada hace temblar un pedrusco del muro
(va tomando un atajo, campo a través en pleno otoño).
Su enorme peso hace que la alambrada chirríe en las uniones
cuando pasa por encima y desciende internándose en los arces,
dejando en una púa del alambre un mechón de pelo.
En esto consiste el avance desenjaulado de la osa.
Hay espacio suficiente en el mundo para que se sienta libre;
y a ti y a mí el universo entero nos resulta estrecho.
El hombre se comporta más como un pobre oso en una jaula
que todo el día se enfrenta al trastorno de una furia interior,
y cuyo humor rechaza todo lo que su mente le insinúa.
Camina de un lado a otro sin parar y jamás cesa
de chasquear las uñas y de arrastrar los pies,
el telescopio a uno de los lados de su ronda,
y en el otro lado el microscopio,
dos instrumentos de más o menos igual expectativa,
y que en conjunto logran abarcar un buen trecho.
O si se toma un descanso de sus pasos científicos,
es solo para recostarse y balancear la cabeza
a lo largo de los noventa extraños grados de un arco, parece,
entre dos metafísicos extremos.
Se acomoda sobre su fundamental trasero
con el hocico alzado y los ojos (si procede) cerrados,
(casi parece un religioso pero no lo es),
y una y otra vez se balancea de un cachete a otro,
en un extremos coincidiendo con un griego diferente,
lo que quizá sea pensar, por llamarlo de algún modo.
Una figura holgada, igual de patética
cuando es sedentaria que cuando peripatética.
EL HUEVO Y LA MÁQUINA
Le dio al sólido raíl una patada llena de odio.
Desde muy lejos llegó un clic en respuesta
y después otro clic. conocía el código:
su odio había despertado una locomotora.
Por qué, cuando tenía toda la vía para él solo
no la habría atacado con una porra o una piedra
y torcido algún raíl como en un cambio de agujas
para que la locomotora acabara destrozada en la cuneta.
Demasiado tarde ya, sin embargo, y por su culpa.
El clic era un ruido metálico cada vez más cercano.
Aquí llegaba encarando como un caballo con faldones.
(Se echó hacia atrás por miedo a los hirvientes chorros).
Luego por un instante todo fue una gigantesca
confusión y un rugido ahogó todos los gritos
que le lanzó a los dioses de la máquina.
Después una vez más el bancal de arena quedó en calma.
El ojo del viajero captó unas huellas de tortuga,
la raya de la cola entre la línea de puntos de los pies,
y las siguió hasta donde logró distinguir unos vagos
pero indiscutibles indicios de huevos bajo tierra;
y al sondear con un dedo sin mucha brusquedad,
halló arena sospechosa, y como era de esperar,
la bolsa de una pequeña mina de tortugas.
Si había un huevo allí dentro habría nueve,
con forma de torpedo, con cáscaras de piel arenosa
y apretados en la arena, esperando el triunfo juntos.
"Será mejor que no me molestes nunca más",
amenazó a la distancia, "estoy preparado para la guerra.
La siguiente máquina a la que se le ocurra pasar
se encontrará con este plasma en sus anteojos".
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