domingo, 15 de enero de 2023

POETAS 125. Federico García Lorca (IV). Romancero Gitano

 



Federico García Lorca nace en Fuentavaqueros, Granada, el 5 de junio de 1898. Su padre es un rico hacendado, casado en segundas nupcias con la maestra del pueblo. Ciertos problemas motrices hacen que el pequeño Federico comience a hablar y andar muy tardíamente. Cuando tiene cinco años, la familia se traslada al vecino pueblo de Valderrubio. A los siete años ingresa en el internado de los escolapios de Almería, pero una grave enfermedad de la boca le obliga a volver con sus padres. Van a vivir a Granada y estudia el bachillerato en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús. Desde niño aprende a tocar la guitarra. Es muy aficionado a las coplas populares y a la función de teatro. Más tarde estudia piano y armonía y sueña con dedicarse a la música, pero sus padres le obligan a cursar una carrera universitaria. En 1915 comienza derecho y Filosofía y letras en Granada. La pasión de escribir sustituye a su frustrada vocación de  músico. Su padre financia en 1918 la publicación de “Impresiones y paisajes”, que es un fracaso de ventas. Traba una amistad imperecedera con Manuel de Falla. En 1919 se va a estudiar a Madrid. Al principio se hospeda en una casa de pupilaje donde vivía uno de sus amigos. Pronto entra contacto con Alberto Jiménez Fraud, heredero de Giner de los Ríos, que le ofrece una plaza en la prestigiosa Residencia de Estudiantes. Con él llevaba una recomendación de Fernando de los Ríos dirigida al poeta Juan Ramón Jiménez. Allí se encuentra con el poeta Jorge Guillén. La residencia contó además con figuras importantes, como Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset y Juan Ramón Jiménez. A ellos acudirían renombrados hombres de ciencia y letras como Albert Einstein, Madame Curie, Valery, Marinetti, Valle-Inclán, Ortega , Gregorio Marañón o Eugenio d’Ors. Allí comienza a convivir y a trabar amistad con Pepín Bello, Rafael Alberti y Luís Buñuel y también comienzan sus apasionadas y tortuosas relaciones con Salvador Dalí. Trabaja duro  para abrirse camino en el mundo de las letras y conseguir la independencia económica de sus padres. Pero  no acaba de concentrar en los estudios y tampoco obtiene éxito como autor dramático ni como poeta. Por insistencia de su padre, logra por fin acabar la carrera de derecho en 1923. También a instancias de su padre, comienza a plantearse la posibilidad de algún trabajo lucrativo. Proyecta hacer oposiciones pero también irse a Italia. Durante el verano de 1924, García Lorca trabaja en el desarrollo del Poema del cante Jondo, que el titulará el romancero gitano. Lorca esclarecerá la entraña del proceso creativo de este poemario comentando tiempo después que “el romancero gitano no es  gitano más que en algún trozo al principio. En su esencia es un retablo andaluz de todo el andalucismo. Al menos como yo lo veo. Es un canto andaluz en el que los gitanos sirven de estribillo”. 1924  también fue el año de la composición de una de las obras más representadas en vida del autor, una comedia de corte cervantino, “La zapatera prodigiosa”. En marzo de 1925 se le abren nuevos horizontes y la oportunidad de viajar. Una oferta para dar una conferencia en Barcelona da paso a la invitación de  Salvador Dalí para que visite Cadaqués. Fueron aquellos días felices y alegres, cargados de sensaciones y de juegos infantiles. Allí se iniciaron los coqueteos con Ana María Dalí y con el mismo Salvador, a quien le uniría, además de una profunda amistad, una intensa relación amorosa. En Cadaqués realiza su primera lectura pública de “Mariana Pineda", ante la familia de su amigo. Luego una segunda lectura ante un grupo de amigos próximos a la familia. Es tanto el entusiasmo que suscita, que le proponen un homenaje en el hotel comercio de Figueres y más tarde en el Ateneo barcelonés. . Se le considera un juglar, un trovador y su nombre se extiende por todos los rincones de España y América. La estancia en Cataluña fue decisiva en la promoción definitiva de Federico. En 1927 publica su “Libro de poemas”, a la vez que consigue que Margarita Xirgu interprete con éxito en un teatro de Barcelona “Mariana Pineda, con el decorado pintado por Salvador Dalí. Durante esta época, se dedica también a la pintura, reúne sus dibujos y los expone en una galería de Barcelona. En Diciembre se desplaza Federico desde Granada a Sevilla para participar en una serie de actos literarios en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Con el poeta viajan Alberti, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Guillén y Bergamín, además del torero Ignacio Sánchez Mejía. El acto inaugural termina con la lectura de un pasaje de la Primera Soledad de Góngora a cargo de Alberti y Lorca. Se lee también un texto de Bergamín en el que se exponen las influencias de la nueva lírica, que se reparten entre el simbolismo francés, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. La lectura del Romancero Gitano recibe severas críticas de Dalí y Buñuel, y se ahonda el distanciamiento estético. La incomprensión de sus viejos amigos, sumada a la ruptura de una relación amorosa con un escultor madrileño, sumen a Federico en una fuerte depresión que trata de aliviar aprovechando un viaje a Estados Unidos de Fernando de los Ríos. En Junio parte con su amigo en Barco desde Barcelona y llegan a la ciudad de Nueva York. Allí estudia en la universidad de Columbia y se gana la vida dando conferencias. Este episodio deja huella decisiva en su vida y obra. En Nueva York queda impresionado por las escenas de pánico que vive en las calles debido al hundimiento de la bolsa. En la Habana pasa, hospedado en la casa de unos amigos españoles, los días más felices de su vida, según propio testimonio.   A su llegada a España escribe la obra de teatro “el Público" y se lleva a escena “La zapatera prodigiosa”. También publica “El poema del cante jondo, con notable éxito. Con el advenimiento de la República, y a instancias de Fernando de los Ríos, a la sazón ministro, Lorca se embarca en "la barraca", un proyecto teatral ambulante que tenía que representar obras clásicas españolas por los pueblos de España: para empezar, escogerá entremeses cervantinos y “La vida es Sueño”,  y contará con la colaboración de Benjamín Palencia y Ramón Gaya, entre otros.  En el tiempo libre que le deja su actividad en "la barraca", escribe la obra de teatro “así que pasen cinco años”, donde exhibe su preocupación por la soledad del ser humano, el rápido paso del tiempo y la incapacidad para satisfacer el amor. Entre marzo y mayo de 1932 viaja por varias ciudades españolas para impartir conferencias promovidas por los Comités de Cooperación intelectual. La honda impresión que le causa Galicia se traducirá en la escritura de seis poemas escritos en gallego, que le publicará su amigo Blanco Amor.   En Agosto descansa en Granada de las representaciones de la barraca y escribe en poco tiempo “Bodas de Sangre”, que se representará al año siguiente en Madrid con gran éxito de taquilla. Regresa de nuevo a Granada para escribir Yerma, un drama sobre la mujer estéril.   En Julio de 1933 Federico viaja a Argentina para acudir al estreno de Bodas de Sangre. Lleva consigo en el barco los escritos de las conferencias que iba a impartir –“Juego y Teoría del duende”- y varios poemas amorosos que integrarán más  tarde su póstumo “Diván del Tamarit”. Allí conoce a Neruda y a Borges. Además, la representación  de la Zapatera Prodigiosa y Mariana Pineda, tanto en Buenos Aires como en Montevideo,  le reportan por primera vez pingues beneficios. A su regreso a España enseguida da a la imprenta, por mediación de Blanco Amor, algunos poemas de Diván del Tamarit en un intento de recrear la atmósfera morisca de Granada.  La muerte de su amigo torero y escritor en una plaza de toros de Manzanares le conmueve hasta al punto de hacerle escribir uno de los mejores poemas elegíacos de la lírica española: “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía”.   A finales del 34  estrena Yerma y escribe Doña Rosita la Soltera, “en la línea trágica de nuestra vida social, las españolas que se quedaban solteras”, sátira que fustiga  toda la cursilería y mojigatería de la vida provinciana. Es esta una época de intensa actividad que va recogiendo los éxitos de su trayectoria. El “romancero gitano” bate records de venta. En Barcelona estrena Doña Rosita con gran acogida y en sus recitales de poemas del Cante Jondo y Romancero se le escucha con admiración y fervor. Al mismo tiempo sigue manteniendo sus desplazamientos con la barraca, que ya empieza a dar sus últimos coletazos, retirado el favor del gobierno de Lerroux.  La última obra que termina poco antes de su muerte es Bernarda Alba, el drama de una mujer que tras quedarse viuda decide, con mano autoritaria, convertir su casa en un convento de clausura donde encierra a sus hijas para evitar las habladurías del pueblo. La obra, que no llegaría a estrenar, se convierte en símbolo de la España negra y represora. Esta carrera de éxitos se ve bruscamente interrumpida por la muerte el 19 de agosto de 1936. Su asesinato convirtió a Lorca en víctima arquetípica del fascismo e influyo en la difusión de su figura como poeta universal. El fusilamiento de Lorca queda explicado por razones políticas en un contexto general de represión. Se le consideraba un rojo indeseable  que se había significado con la firma de documentos antifascistas y tomando actos públicos en apoyo del comunismo internacional. Además estaba unido por lazos de amistad o parentesco a personas tan malquistas como Fernando de los Ríos o Manuel Fernández, su cuñado, alcalde socialista de Granada a la sazón, que también sería ejecutado. Por otra parte la burguesía granadina no parecía dispuesta a perdonarle los duros ataque que le había dirigido poco tiempo antes. La denuncia partiría de los ultracatólicos de la CEDA, que se movían en torno al comandante José Valdés, jefe de gobierno de Granada tras la sublevación, quien firmó la sentencia de muerte. Casi todas las investigaciones han exonerado de culpa a los hermanos Rosales, destacados falangistas con los que Federico tenía una gran amistad, principalmente con Luis. El 16 de julio, Lorca se había trasladado de Madrid a Granada donde pensaba hallarse más seguro. Tras haber sufrido varias amenazas pidió a Luís Rosales que lo refugiara en su casa. Se instaló allí el 9 de agosto. El 16 fueron a sacarlo con una orden de detención. Parece probado que los Rosales hicieron todo lo posible por salvarlo, pero el desenlace fue inesperadamente rápido. Después de ser trasladado a distintos calabozos, el 19 fue fusilado en un paraje cercano a Víznar, junto a un maestro y dos anarquistas.


Cabría distinguir dos momentos en la actitud de Lorca ante la edición de su obra: el primero abarcaría hasta 1928, fecha de edición del Romancero Gitano, y el segundo se extendería hasta el año de su muerte. En la primera etapa Lorca proyecta y gestiona la edición de sus libros; en la segunda, en cambio, se muestra remiso a la entrega de textos a los editores. El centro de todo este proceso se sitúa en el éxito del Romancero. A pesar de quedar satisfecho con el libro, le molestaba que fuera leído en clave pintoresca. El autor del ciclo neoyorkino era consciente del salto cualitativo que representaban los poemas que había traído de EEUU. Se acentúa entonces en Lorca un creciente afán de comunicación directa y personal con el público de oyentes y espectadores.


Jorge Guillén definió al poeta como bardo anterior a la imprenta. Posada señala que una de las claves del éxito universal de Lorca es la traducibilidad de su obra. La maleabilidad para verterse en otras lenguas residen en la raigambre de la tradición: sabe captar de una forma viva la vieja tradición y el folklore de la poesía hasta expresarla en forma arquetípica con originales rasgos personales: la relación  sangre-fecundidad-muerte, la polivalencia de la luna, la fascinación  por los filos de las navajas, en suma la sacralidad de la vida. Este prurito por la tradición se conjuga a la vez con una vasta cultura en la que no se ha reparado, pero que se halla en sus versos perfectamente asimilada y camuflada. Entre las grandes influencia de esas abundantes lecturas transubstanciadas es la Biblia y Shakeapeare.



Para el mismo Posada el tema central de Lorca es el de la frustración, expresado tanto en un plano ontológico como social. Un mero repaso de sus temas nos enfrenta primero con el del amor, formulado y asumido en una dimensión cósmica, con su concreción en un evidente pansexualismo amoroso, que disuelve la oposición entre el amor heterosexual y el homosexual. Otros dos temas esenciales son los de la esterilidad y la infancia, vinculado el primero en el Amor oscuro, pero no únicamente a él, y sentido el segundo como la cara opuesta de la esterilidad. El tema de la muerte ha suscitado una considerable atención; sigue siendo válido el planteamiento de Salinas -la vida sentida por la vía de la muerte- y es muy perspicaz el enfoque de Francisco García Lorca al abordar la consideración de la muerte como un asesinato. Pero hay también en Lorca una vida de los muertos, de rostro espantoso. En Lorca parece subyacer una metafísica de la muerte, pero también del tiempo y la destrucción del principio de identidad. Pero el Lorca metafísico y mítico es capaz de tocar de modo estremecedor temas de la revolución y la injusticia vistos desde el ángulo de la represión implacable, como es el caso del Romancero Gitano o Poeta en Nueva York. Hay en Lorca una agudísima y siempre ascendente conciencia de solidaridad de los  desposeídos y humillados de este mundo que amplifica considerablemente la voz poética. Pero la mayor hazaña artística de Lorca es la creación de una lengua poética propia. En 1928, en carta a Jorge Zalamea, proclama que la suya es una poesía de “abrirse las venas”. Y así, en el marco de una doble crisis estética, propiciada por el éxito ambiguo del Romancero gitano, que se suma a la disolución de la poesía pura y el triunfo del irracionalismo, Lorca escribe en Nueva York el gran ciclo poético traspasado por el dolor, la revuelta que expresa una imaginación tan vertiginosa como profunda. A su regreso de América, el teatro le va ganando terreno a la poesía. La evolución de la poesía da cuenta de varios datos esenciales. La casi ilimitada capacidad de esta voz para tocar todos los registros, su profunda versatilidad estilística, en las antípodas de la repetición de formas y tonos, y su maestría total en el uso de la tradición métrica española.


Pedro Salinas señala que la función de las metáforas lorquianas no es decorativa, sino significante, reveladora: son anuncios de lo desusado, de lo misterioso que este mundo poético tiene en su fondo, y que cobrando formas de personaje o hecho, caerá sobre el escogido en la hora fatal. Avisan de una inminencia, de un algo que se prepara en lo que va a venir, inexorable. Ya que el reino poético de Lorca, luminoso y enigmático a la vez, está sometido al imperio de un poder único y sin rival: la muerte. La visión de la vida y de lo humano que en Lorca luce y se trasluce está fundada en la muerte. Su manera de sentir la vida es por la vía de la muerte.


Los poemas expuestos en esta entrada pertenecen al “Poema del cante jondo”, compuesto en su casi totalidad en noviembre de 1921. No dio término al conjunto hasta 1931, después de ser cuidadosamente revisado. Desde 1927 se habían ido ofreciendo anticipos de textos sueltos en revistas. Este libro, a diferencia de las obras precedentes, presenta una clara unidad temática y también de tono y sentimiento. Lo más característico es la aplicación de las técnicas de vanguardia a materiales pertenecientes al acervo tradicional. Lorca ha intentado plasmar el embrujo y la magia de un espacio mítico percibidos a través de sus cantes, sus paisajes y sus gentes. Según Arango “llega a encarnar en su verso la esencia musical del cante mismo, el contenido de sentimiento y pasión que en él se expresa y hasta el fondo real plástico donde esa música y esos sentimientos se crean. Hace objetivos su sentir en una poesía la vez lírica y descriptiva, presidida por el misterio, el dolor y la muerte. La versificación, con sus características series fluctuantes es ágil y rítmica. Al decir de Leo Spitzer, el documento tradicional se confunde y esfuma con los elementos surgidos directamente de la fantasía del poeta. “Así como Falla llega a la creación de falsas melodías populares, García Lorca elabora falsos versos tradicionales. No parte de la materia tradicional, sino que la encauza y la hace aflorar.


    



                      1


ROMANCE DE LA LUNA, LUNA


La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos.

El niño la mira mira.

El niño la está mirando.

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño, déjame, no pises

mi blancor almidonado.


El jinete se acercaba 

tocando el tambor del llano.

Dentro de la fragua el niño,

tiene los ojos cerrados.


Por el olivar venían,

bronce y sueño, los gitanos.

Las cabezas levantadas 

y los ojos entornados.


!Cómo canta la zumaya,

ay cómo canta en el árbol!

Por el cielo va la luna

con un niño de la mano.


Dentro de la fragua lloran,

dando gritos, los gitanos.

El aire la vela, vela.

El aire la está velando.


Dentro de la fragua lloran,

dando gritos, los gitanos.

El aire la vela, vela.

El aire la está velando.






                3


REYERTA


En la mitad del barranco

las navajas de Albacete,

bellas de sangre contraria,

relucen como los peces.

Una dura luz de naipe

recorta en el agrio verde,

caballos enfurecidos

y perfiles de jinetes.

En la copa de un olivo

lloran dos viejas mujeres.

El toro de la reyerta

se sube por las paredes.

Ángeles negros traían

pañuelos y agua de nieve.

Ángeles con grandes alas

de navajas de Albacete.

Juan Antonio el de Montilla

rueda muerto la pendiente,

su cuerpo lleno de lirios

y una granada en las sienes.

Ahora monta cruz de fuego,

carretera de la muerte.

                  *

El juez, con guardia civil,

por los olivares viene.

Sangre resbalada gime

muda canción de serpiente.

Señores guardias civiles:

aquí pasó lo de siempre.

Han muerto cuatro romanos

y cinco cartagineses.

                  *

La tarde loca de higueras

y de rumores calientes

cae desmayada en los muslos 

heridos de los jinetes.

Y ángeles negros volaban

por el aire del poniente.

Ángeles de largas trenzas

y corazones de aceite.






                4


ROMANCE SONÁMBULO


Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar

y el caballo en la montaña.

Con la sombra en la cintura

ella sueña en su baranda,

verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.

Bajo la luna gitana

las cosas la están mirando

y ella no puede mirarlas.

                    *

Verde que te quiero verde.

Grandes estrellas de escarcha,

vienen con el pez de sombra

que abre el camino del alba.

La higuera frota su viento

con la lija de sus ramas,

y el monte, gato garduño,

eriza sus pitas agrias.

¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?

Ella sigue en su baranda,

verde carne, pelo verde,

soñando en la mar amarga.

Compadre, quiero cambiar

mi caballo por su casa, 

mi montura por su espejo,

mi cuchillo por su manta.

Compadre, vengo sangrando

desde los puertos de Cabra.

Si yo pudiera, mocito,

ese trato se cerraba.

Pero yo ya no soy yo,

ni mi casa es ya mi casa.

Compadre, quiero morir

decentemente en mi cama.

De acero, si puede ser,

con las sábanas de holanda.

¿No ves la herida que tengo

desde el pecho a la garganta?

Trescientas rosas morenas

lleva tu pechera blanca.

Tu sangre rezuma y huele

alrededor de tu faja.

Pero yo ya no soy yo,

ni mi casa es ya mi casa.

Dejadme subir al menos

hasta las altas barandas,

!dejadme subir!, dejadme

hasta las verdes barandas.

Barandales de la luna

por donde retumba el agua.

                     *

Ya suben los dos compadres

hacia las altas barandas.

Dejando un rastro de sangre.

Dejando un rastro de lágrimas.

Temblarán en los tejados

farolillos de hojalata.

Mil panderos de cristal,

herían la madrugada.

                     *

Verde que te quiero verde,

verde viento, verdes ramas.

Las dos compadres subieron.

El largo viento, dejaba

en la boca un raro gusto

de hiel, de menta y de albahaca.

!Compadre! ¿Dónde está, dime?

¿Donde está tu niña amarga?

!Cuántas veces te esperó!

!Cuantas veces te esperara,

cara fresca, negro pelo,

en esta verde baranda!

                    *

Sobre el rostro del aljibe

se mecía la gitana.

Verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Un carámbano de luna

la sostiene sobre el agua.

La noche se puso íntima

como una pequeña plaza.

Guardias civiles borrachos

en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar.

Y el caballo en la montaña.






                  6


LA CASADA INFIEL


Y que yo me la llevé al río

creyendo que era mozuela,

pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago

y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles

y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas

toqué sus pechos dormidos,

y se me abrieron de pronto

como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua

me sonaba en el oído,

como una pieza de seda

rasgada por diez cuchillos

Sin luz de plata en sus copas

los árboles han crecido,

y un horizonte de perros

ladra muy lejos del río.

                  *

Pasadas las zarzamoras,

los juncos y los espinos,

bajo su mata de pelo

hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quité la corbata.

Ella se quitó el vestido.

Yo el cinturón con revólver.

Ella sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas

tienen el cutis tan fino,

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban

como peces sorprendidos,

la mitad llenos de lumbre,

la mitad llenos de frío.

Aquella noche corrí

el mejor de los caminos,

montada en potra de nácar

sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,

las cosas que ella me dijo.

La luz del entendimiento

me hace ser muy comedido.

Sucia de besos y arena,

yo me la llevé del río.

Con el aire se batían

las espadas de los lirios.

Me porte como quien soy.

Como un gitano legítimo.

Le regalé un costurero 

grande de raso pajizo,

y no quise enamorarme

porque teniendo marido

me dijo que era mozuela

cuando la llevaba al río.





                    7


ROMANCE DE LA PENA NEGRA


Las piquetas de los gallos

cavan buscando la aurora,

cuando por el monte oscuro

baja Soledad Montoya.

Cobre amarillo, su carne,

huele a caballo y a sombra.

Yunques ahumados sus pechos,

gimen canciones redondas.

Soledad, ¿por quién preguntas

sin compaña y a estas horas?

Pregunte por quien pregunte,

dime: ¿a ti qué se te importa?

Vengo a buscar lo que busco,

mi alegría y mi persona.

Soledad de mis pesares,

caballo que se desboca,

al fin encuentra la mar

y se lo tragan las olas.

No me recuerdes el mar, 

que la pena negra, brota

en las tierras de aceituna

bajo el rumor de las hojas.

!Soledad, qué pena tienes!

Lloras zumo de limón

agrio de espera y de boca.

!Qué pena tan grande! Corro

mi casa como una loca,

las dos trenzas por el suelo

de la cocina a la alcoba.

!Qué pena! me estoy poniendo

de azabache, carne y ropa.

!Ay mis camisas de hilo!

!Ay mis muslos de amapola!

Soledad: lava tu cuerpo

con agua de las alondras,

y deja tu corazón

en paz, Soledad Montoya.

                 *

Por abajo canta el río:

volante de cielo y hojas.

Con flores de calabaza,

la nueva luz se corona.

!Oh pena de los gitanos!

Pena limpia y siempre sola.

!Oh pena de cauce oculto

y madrugada remota!






                  11


PRENDIMIENTO DE

ANTOÑITO EL CAMBORIO

EN EL CAMINO DE SEVILLA


Antonio Torres Heredia,

hijo y nieto de Camborios,

con una vara de mimbre

va a Sevilla a ver los toros.

Moreno de verde luna

anda despacio y garboso.

Sus empavonados bucles

le brillan entre los ojos.

A la mitad del camino

cortó limones redondos

y los fue tirando al agua

hasta que la puso de oro.

Y a la mitad del camino,

bajo las ramas de un olmo,

guardia civil caminera

lo llevó codo con codo.

                  *

El día se va despacio,

la tarde colgada a un hombro,

dando una larga torera

sobre le mar y los arroyos.

Las aceitunas aguardan

la noche de Capricornio,

y una corta brisa, ecuestre,

salta los montes de plomo.

Antonio Torres Heredia,

hijo y nieto de Camborios,

viene sin vara de mimbre

entre los cinco tricornios.


Antonio, ¿quién eres tú?

Si te llamaras Camborio,

hubieras hecho una fuente

de sangre con cinco chorros.

Ni tu eres hijo de nadie,

ni legítimo Camborio.

!Se acabaron los gitanos

que iban por el monte solos!

Están los viejos cuchillos

tiritando bajo el polvo.


A las nueve de la noche

lo llevan al calabozo

mientras los guardias civiles

beben limonada todos.

Y a las nueve de la noche

le cierran el calabozo,

mientras el cielo reluce

como la gruta de un potro.






                    12


MUERTE DE ANTOÑITO

EL CAMBORIO


Voces de muerte sonaron

cerca del Guadalquivir.

Voces antiguas que cercan

voz de clavel varonil.

Les clavó sobre las botas

mordiscos de jabalí.

En la lucha daba saltos

jabonados de delfín.

Bañó con sangre enemiga

su corbata carmesí,

pero eran cuatro puñales

y tuvo que sucumbir.

Cuando las estrellas clavan

rejones al agua gris,

cuando los erales sueñan

verónicas de alhelí,

voces de muerte sonaron

cerca del Guadalquivir.

                  *

Antonio Torres Heredia,

Camborio de dura crin,

moreno de verde luna

voz de clavel varonil:

¿Quién te ha quitado la vida

cerca del Guadalquivir?

Mis cuatro primos Heredias

hijos de Benamejí.

Lo que en otros no envidiaban,

ya lo envidiaban en mí.

Zapatos color corinto,

medallones de marfil,

y este cutis amasado

con aceituna y jazmín.

!Ay Antoñito el Camborio,

digno de una Emperatriz!

Acuérdate de la Virgen

porque te vas a morir.

!Ay Federico García,

llama a la Guardia Civil!

Ya mi talle se ha quebrado

como caña de maíz.


Tres golpes de sangre tuvo

y se murió de perfil.

Viva moneda que nunca

se volverá a repetir.

Un ángel marchoso pone

su cabeza en un cojín.

Otros de rubor cansado,

encendieron un candil.

Y cuando los cuatro primos

llegan a Benamejí,

voces de muerte cesaron

cerca del Guadalquivir.






                 13


MUERTO DE AMOR


¿Qué es aquello que reluce

por los altos corredores?

Cierra la puerta, hijo mío,

acaban de dar las once.

En mis ojos, sin querer

relumbran cuatro faroles.

Será que la gente aquella

estará fregando el cobre.

                  *

Ajo de agónica plata

la luna menguante, pone

cabelleras amarillas

a las amarillas torres.

La noche llama temblando

al cristal de los balcones,

perseguida por los mil

perros que no la conocen

y un olor de vino y ámbar

viene de los corredores.

                *

Brisas de caña mojada

y rumor de viejas voces,

resonaban por el arco

roto de la media noche.

Bueyes y rosas dormían.

Solo por los corredores

las cuatro luces clamaban

con el furor de San Jorge.

Tristes mujeres del valle

bajaban su sangre de hombre,

tranquila de flor cortada

y amarga de muslo joven.

Viejas mujeres del río

lloraban al pie del monte,

un minuto intransitable

de cabelleras y nombres.

Fachadas de cal, ponían

cuadrada y blanca la noche.

Serafines y gitanos

tocaban acordeones.

Madre, cuando yo me muera,

que se enteren los señores.

Pon telegramas azules

que vayan del Sur al Norte.

Siete gritos, siete sangres,

siete adormideras dobles,

quebraron opacas lunas

en los oscuros salones.

Lleno de manos cortadas

y coronitas de flores,

el mar de los juramentos

resonaba, no sé dónde.

Y el cielo daba portazos

al brusco rumor del bosque,

mientras clamaban las luces

en los altos corredores.





                       14


ROMANCE DEL EMPLAZADO


!Mi soledad sin descanso!

Ojos chicos de mi cuerpo

y grandes de mi caballo,

no se cierran por la noche

ni miran al otro lado

donde aleja tranquilo 

un sueño de trece barcos.

Sino que limpios y duros

escuderos desvelados

mis ojos miran un norte

de metales y peñascos

donde mi cuerpo sin venas

consulta naipes helados.

                    *

Los densos bueyes del agua

embisten a los muchachos

que se bañan en las lunas

de sus cuernos ondulados.

Y los martillos cantaban

sobre los yunques sonámbulos,

el insomnio del jinete

y el insomnio del caballo.

                    *

El veinticinco de junio

le dijeron a el Amargo:

Ya puedes cortar si gustas

las adelfas de tu patio.

Pinta una cruz en la puerta

y pon tu nombre debajo,

porque cicutas y ortigas

nacerán en tu costado,

y agujas de cal mojada

te morderán los zapatos.

Será de noche en lo oscuro,

por los montes imantados,

donde los bueyes del agua

beben los juncos soñando.

Pide luces y campanas.

Aprende a cruzar las manos,

y gusta los aires fríos

de metales y peñascos.

Porque dentro de dos meses

yacerás amortajado.

                    *

Espadón de nebulosa

mueve en el aire Santiago.

Grave silencio, de espalda,

manaba el cielo combado.

                    *

El veinticinco de junio

abrió sus ojos Amargo

y el veinticinco de agosto

se tendió para cerrarlos.

Hombres bajaban la calle

para ver al emplazado,

que fijaba sobre el muro

su soledad con descanso.

Y la sábana impecable,

de duro acento romano,

daba equilibrio a la muerte

con las rectas de sus paños.






                    15


ROMANCE DE LA GUARDIA 

CIVIL ESPAÑOLA


Los caballos negros son.

Las herraduras son negras.

Sobre las capas relucen

manchas de tinta y de cera.

Tienen, por eso no lloran

de plomo las calaveras.

Con el alma de charol

vienen por la carretera.

Jorobados y nocturnos,

por donde animan ordenan

silencios de goma oscura

y miedos de fina arena.

Pasan, si quieren pasar,

y ocultan en la cabeza

una vaga astronomía

de pistolas inconcretas.

!Oh ciudad de los gitanos!

En las esquinas banderas.

La luna y la calabaza

con las guindas en conserva.

!Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Ciudad de dolor y almizcle,

con las torres de canela.

                     *

Cuando llegaba la noche,

noche que noche nochera,

los gitanos en sus fraguas

forjaban soles y flechas.

Un caballo malherido,

llamaba a todas las puertas.

Gallos de vidrio cantaban

por Jerez de la Frontera.

El viento vuelve desnudo

la esquina de la sorpresa,

en la noche platinoche

noche que noche nochera.

                   *

La Virgen y San José

perdieron sus castañuelas,

y buscan a los gitanos

para ver si las encuentran.

La Virgen viene vestida

con un traje de alcaldesa

de papel de chocolate

con los collares de almendras.

San José mueve los brazos

bajo una capa de seda.

Detrás va Pedro Domecq

con tres sultanes de Persia.

La media luna, soñaba

un éxtasis de cigüeña.

Estandartes y faroles

invaden las azoteas.

Por los espejos sollozan

bailarinas sin caderas.

Agua y sombra, sombra y agua

por Jerez de la Frontera.

                    *

!Oh ciudad de los gitanos!

En las esquinas banderas.

Apaga tus verdes luces

que viene la benemérita.

!Oh ciudad de los gitanos!

¿quién te vio y no te recuerda?

Dejadla lejos del mar,

sin peines para sus crenchas.

                    *

Avanzan de dos en fondo

a la ciudad de la fiesta.

Un rumor de siemprevivas

invade las cartucheras.

Avanzan de dos en fondo.

Doble nocturno de tela.

El cielo, se les antoja,

una vitrina de espuelas.

                    *

La ciudad libre de miedo,

multiplicaba sus puertas.

Cuarenta guardias civiles

entran a saco por ellas.

Los relojes se pararon

y el coñac de las botellas

se disfrazó de noviembre

para no infundir sospechas.

Un vuelo de gritos largos

se levantó en las veletas.

Los sables cortan las brisas

que los cascos atropellan.

Por las calles de penumbra

huyen las gitanas viejas

con los caballos dormidos

y las orzas de monedas.

Por las calles empinadas

suben las capas siniestras,

dejando atrás fugaces

remolinos de tijeras.

                   *

En el portal de Belén

los gitanos se congregan.

San José, lleno de heridas,

amortaja a una doncella.

Tercos fusiles agudos

por toda la noche suenan.

La Virgen cura a los niños

con salivilla de estrella.

Pero la Guardia Civil

avanza sembrando hogueras,

donde joven y desnuda

la imaginación se quema.

Rosa la de los Camborios, 

gime sentada en su puerta

con sus dos pechos cortados

puestos en una bandeja.

Y otras muchachas corrían

perseguidas por sus trenzas,

en un aire donde estallan

rosas de pólvora negra.

Cuando todos los tejados

eran surcos en la tierra,

el alba meció sus hombros

en largo perfil de piedra.

                   *

!Oh ciudad de los gitanos!

La Guardia Civil se aleja

por un túnel de silencio

mientras las llamas te cercan.


!Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Que te busquen en mi frente.

Juego de luna y arena.


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