Antes de dedicarse a la poesía, Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959), tuvo que ganarse la vida como fontanero, vendedor de enciclopedias incapaz de vender ninguna, camarero en residencias de ancianos y tabernero, entre otros oficios. Su poesía, que ha sido adscrita al realismo sucio –“una poesía de los días laborables”, según su propia expresión-, huye de la retórica, utiliza abundantemente el coloquio como recurso narrativo y apenas hay rastro de metáforas. Aunque parece que no haga literatura, no deja de pulir sus mínimos poemas podando y podando hasta llegar al hueso. Con un tono ligeramente pesimista, en alguna ocasión ha dicho que busca hacer real la emoción sin patetismo, que le importa más ésta que el ropaje en el que venga envuelta y se ha llegado a definir como un poeta que no deja de hablar de la vida. “Mi poesía -ha dicho en una entrevista- recoge todo tipo de personajes de la ciudad a la deriva, yo hablo de los mendigo, de esa mujer sola a la que se le ha torcid...
 Dejo aquí el momento en que se me entrega el "Premio Círculo Rojo" al mejor libro de relatos por mi  "Animalario". Rompí mi discurso bonito, me salí del guión y se lo dediqué a quienes no lo ganaron: podría haber sido yo y podría ser que... no siempre gane el mejor. Pido disculpas por estar saliendo yo o mi libro por aquí ultimamente, pero es que no tengo más remedio que publicitar mi libro, que si llego a saberlo igual ni lo hubiera publicado. Muchos hablan de que un libro los hizo libres. Nada se dice de cómo a los escritores un libro los hizo siervos. En muy breve, regreso ya con nuevas publicaciones y dejo de utilizar este blog como mi propio espejo. Muchas gracias por la atención prestada.