CADA VEZ SOMOS MÁS MORTALES. Por todas partes, un chisporreteo constante de fotos como un pobre medio de inmortalizar nuestra vida, sin darnos cuenta de que la mortalizamos más, le damos un toque mortal a nuestra vida cada vez que disparamos una foto y desplazamos así el momento para ser vivido por un instante de posado o de exhibición en las redes, donde quedan expuestos de un modo grotesco y obsceno nuestros más íntimos momentos de vida. Disparar una foto es disparar un chorro de muerte a la vida palpitante, cambiar nuestra memoria viva por un documento que aún certifica más nuestra falta de memoria y curiosidad para la vida misma. En medio de un mundo maquinal, andamos distraídos de las cosas vivas y presentes, y ya solo sentimos curiosidad por las cosas muertas, síntoma incontestable de que la vida del hombre ya ha sido inficionada por el mortal veneno de lo mecánico. ***** GIGANTES Y PIGMEOS. Hasta qué punto la máquina priva al hombre de inteligencia y lo reduc...
Bitácora de Poesía y Pensamiento