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Mostrando entradas de noviembre, 2024

CUENTOS MÍNIMOS 23. LA HUÍDA

  Nunca él había envidiado a nadie, pero por primera vez sintió celos de algo que no era humano y se sentía estúpido. Creía tener celos de una parte de la casa, que cada vez se le hacía más extraña. La habitación se hallaba al fondo del largo pasillo, al otro extremo de la alcoba, y cuando ella la visitó por primera vez, se le iluminaron los ojos de tal forma, que llegó a sugerirle el traslado de la cama de matrimonio a aquella habitación minúscula. Tras constatar con una cinta métrica que era imposible colocar el colchón sin que tuvieran que saltar por la ventana, o sin correr el riesgo de quedarse atrancados allí sin poder abrir la puerta, ella no quiso darse por vencida. La atracción que ejercía sobre ella aquella estancia era tan fuerte, que cuando se despertaba muy temprano, siempre unas horas antes que él, tras tomar el café y fumar un cigarrillo, comenzaba a trajinar por la casa con ocupaciones domesticas que se iba inventando según las ocurrencias de la hora, hasta que lleg...

CUENTOS MÍNIMOS 22. LA LARVA

“Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma” . Julio Cortázar   Hasta hace poco yo era conocido como el pescador compasivo, porque todos los días me iba al paseo marítimo con mi caña de pescar, sin faltar un sólo día, aunque no pescase nada más que un pez, con eso me conformaba, y todos los otros pescadores que se colocaban con su caña acodados en la balaustrada del paseo marítimo se extrañaban de verme desistir a la primera captura, y siempre que me veían recoger los aparejos de la pesca y meter el pez en el cubo de agua que llevaba conmigo, se preguntaban -a veces en voz alta- por qué no seguía lanzando más veces el anzuelo, por qué no me convertía en un escualo devorando más y más peces para comer, después de asarlos o freírlos, tal como debían hacer, imagino, mis compañeros de faena en el paseo marítimo. Pero estoy seguro de que no pueden comprender que yo nos los q...