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Mostrando entradas de diciembre, 2022

CUENTOS MÍNIMOS 15. FELIZ AÑO PEOR

  Había sido el año más horrible de su vida, el que justo ahora, cuando sonaba por la televisión la primera histérica campanada y comenzaba a atacar en la boca las uvas del platillo, creía despedir, mandar a la mierda aquella temporada en el infierno encarnado en 365 días, el año aquel que había comenzado ingresando en el hospital después de atragantarse con la última uva -¿o fue la penúltima?-, el tubo en la tráquea como una branquia que se hincha para un pez que se ahoga al otro lado del mar, el año nefasto del divorcio de su mujer y de la muerte de su madre -¿o fue al revés?-, el año en que se arruinó apostando en línea y cuando le embargaron el piso y le dio el lumbago bajando los muebles por la escalera,  el de la detección precoz y la recaída prematura, el de las colas del paro y las caídas del pelo por el sumidero, y el de las ganas de cortarse a lo largo las venas,

CUENTOS MÍNIMOS. LA LEYENDA DEL HOMBRE LOBO

  Mientras agarrados del brazo íbamos a la cita con nuestros amigos, ella me contaba, después de señalarle yo la incipiente luna llena en el ocaso de la tarde, que una vez en su país se había encontrado con un hombre transformado en lobo, que siempre andaba rodeado de una nube de inocentes niños que buscaban sus aullidos sólo para imitarle y convertirse en lobeznos. Yo, mientras tanto, iba retirando sus palabras de un manotazo como quien espanta moscas inoportunas, y pensaba en cómo puede haber personas que se crean semejantes paparruchas.

CUENTOS MÍNIMOS 14. NO ME LA PUEDO QUITAR DE LA CABEZA

  Una vez conocí a un joven con amnesia. Hablaba con una exasperante lentitud, tartamudeando las palabras que iba buscando dentro de la oscuridad de su mente. Aunque no tenía facilidad de palabra, gesticulaba con una resuelta vivacidad y miraba a los ojos de una manera cálida y franca. Era amigo de mi primera novia y me lo había presentado durante un noche que habíamos coincidido en una discoteca. Al parecer, eran vecinos del barrio y habían estudiado juntos en el mismo instituto, tal vez en la misma clase. A pesar de que estuvimos bailando y tomando copas durante toda la madrugada, cuando días más tarde volví a encontrármelo en la zona de los pubs, no era capaz de reconocerme, por más señas que le daba sobre su amiga y sobre la noche que habíamos pasado juntos. Sabía que estaba aquejado de amnesia –el mismo lo había mencionado de pasada días antes- y que, por lo tanto no podía atribuir su despiste a la borrachera, sino que más que bien, desde de su percepción alterada, era siempre...

CUENTOS MÍNIMOS 13. EL GRITO

  Me mostraron cuando era niño una reproducción de un cuadro de Eduard Munch que se titulaba el grito y me asustó tanto que eché a llorar, y desde entonces me he quedado como sordomudo y no he vuelto a hablar, salvo cuando empiezan a darme gritos como ahora alguna de las personas que me rodean, y como para defenderme me tapo con las manos los oídos y abro grandemente la boca,  como si me los fuera a tragar, y les doy tanto miedo cuando les imito que comienzan a oír su propio grito y rompen a llorar.