Si, por hipótesis, alguien pudiera abordar a Dios para preguntarle por el secreto de su obra, probablemente respondería que ese secreto reside en el amor. Es el descubrimiento de este secreto lo que empuja a Dante a inscribir en la puerta de su infierno “TAMBIÉN A MI ME CREO EL ETERNO AMOR”. Lo que le hace exclamar a Wilde en su infierno de la cárcel de Reading que el amor es la única explicación plausible para todo el dolor que encierra el mundo. Pero el hombre lo ignora y se extravía buscando el secreto de la vida. Haga lo que haga el hombre, todo lo hace por amor; incluso bajo la máscara del odio, no hay ningún hombre que no ame algún modesto ámbito de la creación. Pero el hombre se confunde de ámbito. Quisiera amarlo todo, pero tanto se ama a sí mismo, que odia tener que retirar de si y repartir entre otros seres el amor con que se ama. Mas uno no puede amarse sino en la medida en que ama todo lo otro. Cuanto más vastas regiones del mundo abarque y comprenda con su amor,...
Bitácora de Poesía y Pensamiento