miércoles, 31 de mayo de 2017

POETAS 106. Guillaume Apollinaire (traducido por Octavio Paz)

 
 


Guillaume Apollinaire (Seudónimo de Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzki; 1880-1918) nació en Roma de una noble polaca cuyo apellido tomó el hijo al no ser reconocido por el padre, presuntamente un conde vaticano. Su madre, adicta a los juegos de azar y de costumbres relajadas, abandonó Italia para establecerse con sus hijos en París, después de vivir una temporada en Mónaco, donde Apollinare haría sus primeros estudios. Desde muy joven supo aprovechar su bagaje cultural para ganarse la vida como preceptor en casas de familias ricas, que le dieron la oportunidad de conocer Centroeuropa. Cuando contaba 22 años, siendo preceptor de una noble familia alemana, mandó cuentos y poesías a la Revue Blanche que llamaron la atención de Alfred Jarry. En 1902 regresó a París y se colocó en un banco, para más tarde subsistir como editor de una revista, le festin d’Esope, donde publicó alguno de sus primeros escritos. En París traba  pronto amistad con André Salmon, Max Jacob y Picasso y comienza a respirar el ambiente de ebullición artístico que se estaba cociendo en París a principios de siglo, y que va a influir en su búsqueda de formas nuevas. En 1905 escribe “Picasso pintor”, convirtiéndose en el primer libro en la historia de la pintura dedicado a un todavía desconocido Picasso. En 1911 protagoniza otro episodio en el que también se ve mezclado Picasso, cuando es acusado de llevarse del Louvre “la Gioconda” robada el 21 de agosto de aquel año, llegando a pasar varios días en la cárcel. En 1913 Apollinaire se adhiere pasajeramente al futurismo de Marinetti, de quien va a acusar influencias en sus posteriores caligramas.  1913 es también el año en que publica “Alcools”, libro de poemas que recogen quince años de escritura y que denota la influencia de Jules Laforgue, con un predominante tono de canción y humor. En este libro se pueden atisbar una de las notas predominantes de la literatura de comienzos de siglo, que es la ruptura con un yo íntimo y romántico fuerte, lo que se consigue acumulando imágenes sin apenas relación para dar la sensación de collage, siempre al servicio de un tono bonachón y despreocupado y de una voz que no se detiene en decir lo que le sale al paso y a menudo sin ninguna ilación lógica. En 1914 Apollinaire se alista como voluntario a la gran guerra y dos años después  recibirá  una herida en la cabeza por metralla de un obús, que a la larga iba a costarle la vida. Durante esta época, escribirá unos poemas de tema bélico “poemas de la paz y de la guerra”, en muchos casos utilizando el caligrama, buscando mediante la disposición tipográfica que la forma del poema imité el tema evocado en él, un artilugio más propio de la pintura que de la literatura, pero que iba a tener una secuela de continuadores en toda la vanguardia.  Antes de morir infectado por la gripe española un día antes de que se firmara el armisticio, probablemente a consecuencia de que la trepanación que se le había practicado en la cabeza le había predispuesto a contagiarse, Apollinaire aún tuvo tiempo de rebuscar como un poseso en la biblioteca Nacional de Paris mamotretos de la literatura libertina y renovar el género con dramas como “Casanova” o con conjuntos de relatos como “Heresiarca y compañía” o novelas como “Las once mil vergas”.  Y también a escribir encendidos manifiestos cubistas que sirvieron para crear un estado de ánimo proclive a las vanguardias artísticas, predicando por medio del ejemplo que supone el llevar a la poesía el mismo temple que animaba a otras disciplinas artísticas.  Los poemas aquí expuestos proceden de un libro de Octavio Paz titulado “Versiones y diversiones”, donde recoge sus intentos por verter al castellano poetas de otras lenguas.  Guillaume Apollinaire fue uno de los poetas más versionado por él y  a los  que más prestó atención, hasta el punto de que el último poema aquí seleccionado “la linda pelirroja” contiene los versos que dio título a uno de sus libros, "La estación violenta": “Ya viene el verano la estación violenta/mi juventud se ha muerto como la primavera”.


EL PUENTE DE MIRABEAU

Bajo el puente pasa el Sena
También pasan mis amores
¿Hace falta que me acuerde?
Tras el goce va la pena
 
La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona
 
Pongo en tus manos mis manos
Y con los brazos formamos
Un puente bajo el que pasan
Onda mansa las miradas
 
La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona
 
Amor es agua corriente
Y como el agua se va
Agua de la vida lenta
Y la esperanza violenta
 
La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona
 
Pasan días y semanas
Pasan y jamás regresan
Días semanas amores
Bajo el puente pasa el Sena
 
La noche llega y da la hora
Se va la hora y me abandona


 
 
CLOTILDE

En el jardín donde crecen
La anémona y la ancolía
Entre el amor y el desdén
Duerme la melancolía
 
También vagan nuestras sombras
Que ha de dispersar la noche
El sol que las vuelve opacas
Se disipará con ellas
 
La diosa del agua viva
Suelta en ondas sus cabellos
Pasa y persigue entre sombras
La sombra de tu deseo



 
 
LA GITANA

Desde el principio la gitana
Vio nuestras vidas por la noche
Rayadas. Adiós, le dijimos.
Del adiós brotó la esperanza.
 
De pie como oso amaestrado
Danzó el amor cuanto quisimos,
Perdió el plumaje azul el pájaro,
Sus oraciones los mendigos.
 
Sabiendo que nos condenamos
En el camino nos amamos;
Lo que nos dijo la gitana
Lo recordamos abrazados.



 
 
EN LA PRISIÓN

I
Antes de entrar en mi celda
Tuve que mostrarme en cueros
Oí una voz ululante
¿en qué has parado Guillermo?
 
Lázaro que entra en su tumba
No Lazaro redivivo
Adiós cantaban en ronda
Mis años y mis amores
 
II
No me siento aquí
     Yo mismo
Un número soy
           El quince
 
Atraviesa el sol
           Los vidirios
Sol títere sobre
         mis versos
 
Baila el sol yo escucho
           arriba
con el pie golpean
         la bóveda
 
 
III
Como un oso voy y vengo
Vueltas vueltas siempre vueltas
Marco el paso bajo un cielo
Color azul de cadenas
Vueltas vueltas siempre vueltas
Como un oso voy y vengo

IV
Oigo manar una fuente
En el pasillo de enfrente
Vaya o venga el carcelero
Hace tintinar sus llaves
En el pasillo de enfrente
Oigo manar una fuente
 
V
Qué lentas pasan las horas
pasan como los entierros
tú llorarás esta hora
que llorarás y ha de pasar
rápida como las otras
 
VI
Oigo el rumor de las calles
En mi horizonte cerrado
Un cielo enemigo veo
Y la desnudez de un muro
 
Se apaga el sol y se enciende
Una lámpara en la cárcel
Solitaria compañera
Luz hermosa razón clara.
 
 


EL ADIOS

Corté una brizna de brezo
Otoño murió recuerda
Nunca más sobre esta tierra
Nos veremos con los ojos
Brizna brezo olor de tiempo
Recuerda que yo te espero.
 




CUERNOS DE CAZA

Nuestra historia es noble y es trágica
Como del tirano la máscara
Ningún drama arriesgado o mágico
Ningún detalle indiferente
Ha vuelto nuestro amor patético
 
Thoma de Quincey que tomaba
Opio veneno dulce y casto
Pasa en su pobre Ana soñando
Pasemos ya que todo pasa
Me voy me voy volviendo el rostro
 
Recuerdos sois cuernos de caza
Ecos que mueren en el viento
 



LOS FUEGOS DEL VIVAC

El fuego móvil del campamento
Ilumina las formas del sueño
Y entre las ramas que se entrelazan
Otro sueño se dibuja lento
 
Desdenes del arrepentimiento
Ya desollado como una entraña
De los recuerdos y los secretos
No queda nada sino esta brasa



 
 
EL ADIOS DEL JIINETE

Ah Dios qué linda la guerra
Con sus cantos y sus ocios
Esta sortija la pulo
Con el aire y tus suspiros
 
Y sonó la batasilla
Y se perdió en una vuelta
Y él murió y ella reía
Ante el extraño destino.
 


 
TORBELLINO DE MOSCAS

Un jinete por el llano
La muchacha lo recuerda
Y la flota en Mitilene
La alambrada que reluce
 
Al cortar la rosa en llamas
Sus ojos han florecido
Y qué sol la boca errante
Al que su boca sonríe
 
 


TARJETA POSTAL

Te escribo bajo esta tienda
Afuera se muere un día
En cuyo cielo de estío
Apenas azul florece
Un rumor de cañoneo
Que antes de ser se disipa
 
 


EL RIZO

Rizo de pelo castaño
Encontrado en mi memoria
Son increíbles ¿recuerdas?
Nuestros cruzados destinos
 
Bulevar de la Capilla
Ella murmura me acuerdo
Y el lindo Montmartre y el día
En que traspuse tu puerta
 
Como el otoño ha caído
El rizo de mi recuerdo
Los destinos que te asombran
Con el día se deshacen
 
 



PULPO

Lanza su tinta contra el cielo,
La sangre chupa de la que ama,
La encuentra siempre deliciosa,
Yo soy ese monstruo inhumano.


 

CARPAS (Primera versión)
En viveros y en estanques,
Carpas, vivís largos años,
Olvidados por la muerte,
Peces de melancolía



 
CARPAS (Segunda versión)
Carpas en el quieto estanque
Peces de melancolía
Olvidados por la muerte


 

UN POEMA
Ha entrado
Se ha sentado
No mira al pirógeno de mechas rojas
Llamea el fósforo
Se fue
 


CENTINELA
Tú corazón ¿por qué lates?
-Melancólico vigía
La noche acecho y la muerte
 




EL MÚSICO DE SAINT-MERRY
Por fin tengo el derecho de saludar a seres que no conozco
Pasan frente a mí y se acumulan a lo lejos
Mientras que todo lo que yo veo en ellos me es desconocido
Y su esperanza no es menos fuerte que la mía
 
Yo no canto a este mundo ni a los otros astros
Yo canto todas las posibilidades de mí mismo fuera de este mundo y de los astros
Canto la alegría de vagar y el placer de morir errante
 
El 21 del mes de mayo de 1913
Barquero de los muertos y las merianas mordonantes
Millones de moscas abanicaban un esplendor
Cuando un hombre sin ojos sin nariz y sin orejas
Dejó la avenida Sebastopol y entró en la calle Aubry-le-Broucher
Joven el hombre era moreno y ese color de fresa en las mejillas
Hombre ah Ariadna
Tocaba la flauta y la música guiaba sus pasos
Se detuvo en la esquina de la calle Saint-Martin
Tocando el aire que yo canto y que yo inventé
 
Las mujeres que pasaban se detenían a su lado
Venían de todas partes
De pronto las campanas de Saint-Merry comenzaron a tañer
El músico dejó de tocar y bebió en la fuente
Que está en la esquina de la calle Simon-Le-Franc
Después Saint-Merry se calló
El desconocido volvió a tocar su aire de flauta
Y volviendo sobre sus pasos se fue hasta la calle de la Verrerie
Penetró en ella seguido por el tropel de mujeres
Salían de las casas
Llegaban de las calles laterales los ojos locos
Las manos tendidas hacia el melodioso raptor
Él se iba indiferente tocando su aire
Se iba terriblemente
 
Después en otra parte
A qué hora saldrá un tren hacia París
 
En ese momento
Los pichones de las Molucas evacuaban nueces moscadas
Al mismo tiempo
Misión católica de Bôma que no tienes escultor
 
En otro lado
Ella atraviesa el puente que une Bonn a Beul y desaparece en Putzchen
 
En ese instante
Una joven enamorada del alcalde
En otro barrio
Rivaliza poeta con los marbetes de los perfumistas
 
En suma oh reidores no habéis sacado gran cosa de los hombres
Apenas habéis extraído un poco de grasa de su miseria
Pero nosotros que morimos de vivir lejos el uno del otro
Tendremos nuestros brazos y sobre esos rieles se desliza un largo tren de carga
 
Tú llorabas cerca de mí sentada en el fondo de un fiacre
 
Y ahora
Te pareces a mí desgraciadamente te pareces
 
Nosotros nos parecemos como en la arquitectura del siglo pasado
Esas altas chimeneas semejantes a torres
Subimos más alto ahora ya no rozamos el suelo
 
Y mientras el mundo vivía y cambiaba
 
El cortejo de mujeres largo como un día sin pan
Seguía en la calle de la Verrerie al músico feliz
 
Cortejos oh cortejos
Como antaño cuando el rey iba a Vincennes
Cuando los embajadores llegaban a París
Cuando el flaco Suger corría hacia el Sena
Cuando el motín moría a los pies de Saint-Merry
 
Cortejos oh cortejos
Las mujeres se desbordaban eran tantas y tantas
En todas las calles vecinas
Y se apresuraban inflexibles como la bala
Para seguir al músico
Ah Ariadna y tu Páquette y tú Amine
Y tú Mia y tú Simona y tú Mavise
Y tú Colette y tú la hermosa Genoveva
Todas han pasado temblorosas y vanas
Y sus pasos ligeros y rápidos seguían la cadencia
De la música pastoral que guiaba
Sus ávidas orejas
 
El desconocido se detuvo un instante frente a una casa en venta
Casa abandonada
Vidrios rotos
Una construcción del siglo dieciséis
El patio sirve de cochera a carritos de entrega
Ahí entró el músico
Su música al alejarse se volvió lánguida
Las mujeres lo siguieron a la casa abandonada
Todas entraron confundidas en bandada
Todas entraron sin volver la mirada todas
Sin pena por lo que dejaban
Sin pena por lo que habían abandonado
Sin pena por el día la vida la memoria
Luego no quedó nadie en la calle de la Verrerie
Excepto yo mismo y un sacerdote de Saint-Merry
Los dos entramos en la vieja casa
No encontramos a nadie
 
Llega el atardecer
En saint-merry el tañer del Angelus
Cortejos
Como antaño cuando el rey volvía de Vincennes
Vino una tropa de vendedores de gorras
Vinieron vendedores de plátanos
Vinieron soldados de la guardia republicana
Oh noche
Tropel de lánguidas miradas de mujeres
Oh noche
Tú mi dolor y tú mi vana espera
Yo escucho morir el son de una flauta lejana



 
LA LINDA PELIRROJA

Ante todos me planto un hombre en sus cabales
Conozco la vida y sé de la muerte todo lo que un ser vivo puede saber
He probado los dolores y las alegrías del amor
Acerté algunas veces a imponer mis ideas
Conozco varias lenguas
He viajado bastante
Vi la guerra en la artillería y en la infantería
Herido en la cabeza trepanado bajo el cloroformo
Perdí a mis mejores amigos en la lucha espantosa
Sobre lo antiguo y lo moderno sé tanto como el que más
Y hoy sin preocuparme por esta guerra
Entre nosotros y para nosotros amigos míos
Juego esta larga querella entre la tradición y la invención
                          El Orden y la Aventura
 
Vosotros cuya boca está hecha a imagen de la boca de dios
Boca que es el orden mismo
Sed indulgentes cuando comparéis
Aquellos que fueron la perfección del orden
Con nosotros que buscamos en todas partes la aventura
 
No somos vuestros enemigos
Queremos daros vastos y extraños dominios
Allá el misterio en flor se ofrece al que quiere cortarlo
Allá hay fuegos nuevos de colores nunca vistos
Mil fantasmas imponderables
A los que hay que darles un cuerpo
Queremos explorar la bondad comarca inmensa donde todo se calla
También el tiempo que podemos expulsar o retornar
Apiadaos de nosotros que combatimos siempre en las fronteras
De lo ilimitado y por venir
Apiadaos de nuestros errores apiadaos de nuestros pecados
Ya viene el verano la estación violenta
Mi juventud se ha muerto como la primavera
Oh Sol es el tiempo de la Razón ardiente
                                                 Yo espero
Que tome al fin la forma noble y dulce
Para seguirla siempre y amarla únicamente
Ella llega y me atrae como el imán al hierro
                             Tiene el aire hechicero
                             De una adorable pelirroja
 
Sus cabellos son de oro se diría
Un hermoso relámpago que dura
O esas llamas que se pavonean
En las rosas de té al marchitarse
 
Pero reíd de mí reíd
Hombres de todas partes sobre todo gentes de aquí
Hay tantas cosas que no oso deciros
Tantas cosas que no me dejaríais decir
Tened piedad de mí.

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