En Diciembre de 1945 Octavio Paz arriba al París de la Postguerra -“sin gasolina, sin calefacción, racionado, hambriento y en el que medraban las sanguijuelas del mercado negro”-y enseguida se siente atraído por el círculo surrealista de André Breton, colaborando activamente en las reuniones del grupo en el Café de la Place Blanche. A pesar de que su estética anda distante de los dogmas del surrealismo -sus poemas no siguen el dictado de un estricto automatismo-, su influencia se puede detectar en el onirismo que puebla alguno de los poemas de esta etapa. Tal como rememora Octavio Paz años más tarde, el surrealismo fue capaz de desatar sus imágenes y echarlas a volar. Durante su época parisina, Paz publica parte de los poemas de “Libertad bajo palabra” y “El laberinto de la soledad”, libro de ensayos en los que trata de definir el carácter del mexicano y su historia. En 1952 se traslada a Nueva Delhi para trabajar en la embajada india durante cinco meses y, tras residir ocho meses más en Tokyo, regresa por fin a México en 1953, después de nueve años de ausencia, “una ciudad todavía agradable, aunque ya empezaba a convertirse en el monstruo de ahora”. A su regreso traba contacto con los nuevos valores de las letras mexicanas -Arreola, Fuentes, Rulfo, etc- y colabora activamente en las distintas revistas literarias y grupos de teatro que se van creando por aquellos años. Tras el tránsito hacia un apartamiento de posiciónes políticas radicales, Paz comienza a defender la libertad de la imaginación y su oposición hacia un arte ideológico. A propósito de esta concepción de la poesía, Octavio Paz escribe en “Las peras del Olmo”: “El arte sobrevive a los partidos, a los imperios y a los dioses. En su esencia última el arte no sirve a nadie, ni siquiera a la libertad, porque es la libertad misma, el hombre mismo, creándose infatigablemente, empezando siempre y siempre revelándose.”
El día abre la mano
tres nubes
y estas pocas palabras
Al alba busca su nombre lo naciente
Sobre los troncos soñolientos centellea la luz
Galopan las montañas a la orilla del mar
El sol entra en las aguas con espuelas
La piedra embiste y rompe claridades
El mar se obstina y crece al pie del horizonte
Tierra confusa, inminencia de escultura
El mundo alza la frente aún desnuda
Piedra pulida y lisa para grabar un canto
La luz despliega su abanico de nombres
Hay un comienzo de himno como un árbol
Hay el viento y nombres hermosos en el viento
*****
Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.
*****
CUERPO A LA VISTA
Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron un cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu gargante entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
Cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable):
Patría de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
*****
MÁS ALLÁ DEL AMOR
Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba, el agua, la piel;
nuestros nombres que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.
Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.
Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
Frutos, garras, ojos, follajes,
Espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.
Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.
*****
FÁBULA
Edades de fuego y de aire
Mocedades de agua
Del verde al amarillo
Del amarillo al rojo
Del sueño a la vigilia
Del deseo al acto
Sólo había un paso que tú dabas sin esfuerzo
Los insectos eran joyas animadas
El calor reposaba al borde del estanque
La lluvia era un sauce de pelo suelto
En la palma de tu mano crecía un árbol
Aquel árbol cantaba reía y profetizaba
Sus vaticinios cubrían de alas el espacio
Había milagros sencillos llamados pájaros
Todo era de todos
Todos eran todo
Sólo había una palabra inmensa y sin revés
Palabra como un sol
Un día se rompió en fragmentos diminutos
Son las palabras del lenguaje que hablamos
Fragmentos que nunca se unirán
Espejos rotos donde el mundo se mira destrozado.
*****
Una mujer de movimiento de río
De transparente ademanes de agua
Una muchacha de agua
Donde leer lo que pasa y no regresa
Un poco de agua donde los ojos beban
Donde los labios de un solo sorbo beban
El árbol, la nube, el relámpago
Yo mismo y la muchacha
*****
PIEDRA DE TOQUE
Aparece
Ayúdame a existir
Ayúdate a existir
Oh inexistente por la que existo
Oh presentida que me presiente
Soñada que me sueña
Aparecida desvanecida
Ven vuela adviene despierta
Rompe diques avanza
Maleza de blancuras
Marea de armas blancas
Mar sin brida galopando en la noche
Estrella en pie
Esplendor que te clavas en el pecho
(Canta herida ciérrate boca)
Aparece
Hoja en blanco tatuada de otoño
Bello astro de pausados movimientos de tigre
Perezoso relámpago
águila fija parpadeante
Cae pluma flecha engalanada cae
Da al fin la hora del encuentro
Reloj de Sangre
Pidra de toque de esta vida.
*****
SEMILLAS PARA UN HIMNO
Infrecuentes (pero también inmerecidas)
Instantáneas (pero es verdad que el tiempo no se mide
Hay insantes que estallan y son astros
Otros son un río detenido y unos árboles fijos
Otros son ese mismo río arrasando los mismos árboles)
Infrecuentes
Instantáneas noticias favorables
Dos o tres nubes de cristal de roca
Horas altas como la marea
Estrépito de plumas blancas en el cielo nocturno
Islas en llamas en mitad del Pacífico
Mundos de imágenes suspendidos de un hilo de araña
Y entre todos la muchacha que avanza partiendo en dos las altas aguas
Como el sol la muchacha que se abre paso como la llama que avanza
Como el viento partiendo en dos la cortina de nubes
Bello velero femenino
Bello relámpago partiendo en dos al tiempo
Tus hombros tienen la marca de los dientes del amor
La noche polar arde
Infrecuentes
Instantáneas noticias del mundo
(Cuando el mundo entreabre sus puertas y el ángel cabecea a la entrada del jardín)
Nunca merecidas
(Todo se nos da por añadidura
En una tierra condenada a repetirse sin tregua
Todos somos indignos
Hasta los ciegos deletrean la escritura del látigo
Racimos de mendigos cuelgan de las ciudades
Casas de ira torres de frente obtusa)
Infrecuentes
Instantáneas
No llegan siempre en forma de palabras
Brota una espiga de unos labios
Una forma veloz abre las alas
Imprevistas
Instantáneas
Como en la infancia cuando decíamos “ahí viene un barco cargado de…”
Y brotaba instantánea imprevista la palabra convocada
Pez
Álamo
Colibrí
Y así ahora de mi frente zarpa un barco cargado de iniciales
ávidas de encarnar en imágenes
Instantáneas
Imprevistas cifras del mundo
La luz se abre en las diáfanas terrazas del mediodía
Se interna en el bosque como una sonámbula
Penetra en el cuerpo dormido del agua
Por un instante están los nombres habitados
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