William Blake, (Londres, 1757-1827), fue Poeta, dibujante, grabador e ilustrador de sus propios libros, además de ganarse una reputación como escritor místico y herético. A pesar de que vivió aislado de los grupos y corrientes de su época, llegaría a convertirse en el más conocido representante del prerromanticismo europeo por su concepción singular del artista como un profeta iluminado: para Blake, “el Genio Poético es el Hombre verdadero” y es a la vez el origen de todas las sectas filosóficas y de todas las religiones de la tierra. Nacido en Londres en el seno de una familia de comerciantes y artesanos, pronto entró como aprendiz en un taller de grabador y pudo perfeccionar su estilo copiando los grabados que decoraban las catedrales góticas, especialmente los de la Abadía de Westminster. Más tarde acabará ganándose la vida como grabador comercial mediante algunos encargos de importancia, especialmente las ilustraciones de la Biblia a Thomas Buts, con influencias pictóricas de Rafael y Miguel Ángel. En sus escasos ratos de ocio se dedicará a la composición de poemas a los que luego acompaña con ilustraciones realizadas mediante la técnica del aguafuerte. Para esta tarea iba a recibir el apoyo de Catherine Boucher, mujer analfabeta con quien contrajo matrimonio en 1782 y a la que enseñó a leer, escribir y realizar grabados. Su formación literaria fue autodidacta y se nutrió tanto de la Biblia como de los pensadores radicales que trataban de importar las ideas de la ilustración francesa a Inglaterra: Joseph Priestley, Thomas Payne, y William Godwin, entre otros. Su poesía altamente simbólica, alegórica y visionaria registra la influencias de Jakob Böhme y Enmanuel Swedenborg. Su propia vida estuvo jalonada, al igual que la del visionario sueco, por visiones de tipo místico desde que a las nueve años contemplara un árbol lleno de ángeles, “adornando con destellos, como estrellas, cada rama”. Su primera producción poética “Cantos de Inocencia y de Experiencia” , (1789- 1794), deja entrever la correspondencia antagónica entre “los dos estados opuestos del alma humana”: la visión inocente e imaginativa del mundo infantil que se contrapone al desencanto vital de la experiencia sensible. En sus últimos años completará una serie de libros proféticos: “Visiones de las hijas de Albión”, 1793; “Milton”, 1804. De esta fase profética, 1790, data también su libro “Bodas del Cielo y del Infierno”, en donde se vierte la afirmación de “el hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma”. El cuerpo es la porción del alma percibida por los cinco sentidos. Para Blake, el deseo constituye el motor de la existencia humana y se traduce en energía, que es la única vida y, la cuál, procede del cuerpo. Las “Bodas del cielo y del infierno” representa el intento de aliar tanto las pasiones que han sido difamadas como las que han sido canonizadas a lo largo de la historia moral, ya que “sin contrarios no hay progreso”. A juicio de Blake, atracción y repulsión, razón y energía, amor y odio resultan necesarios para la existencia humana.
[CÓMO DISTINGUIR AMOR DE ENGAÑO]
Amor no ve jamás ninguna falta
y se demora siempre en la alegría;
libre, alado, no gusta de la ley
y rompe las cadenas de la mente.
Mas Engaño reside en el secreto,
cauto, fino y amante de la ley;
lo que no es interés no le interesa
y forja los grilletes de la mente.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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SOBRE LA TRISTEZA AJENA
¿Puedo ver la desdicha ajena
y no ser luego un desdichado?
¿Puedo ver la desgracia ajena
y no buscar alivio tierno?
¿Puedo ver una lágrima caer
y no sentir mi parte de congoja?
¿Y puede un padre ver a su hijo
llorar, y no llenarse de tristeza?
¿Puedo ver una lágrima caer
y no sentir mi parte de congoja?
¿Y puede un padre ver a su hijo
llorar, y no llenarse de tristeza?
¿Y una madre sentarse y escuchar
el quejido de un niño temeroso?
No, no jamás así ha de ser.
Jamás, jamás así ha de ser.
¿Y puede aquel que a todos nos sonríe
oír al reyezuelo y sus quedos lamentos,
oír de la avecilla su pena y su cuidado,
oír las aflicciones con que cargan los niños
y no sentarse al lado de sus nidos
derramando piedad sobre su pecho,
y no sentarse al lado de la cuna
llorando con el llanto de los niños?
¿Y no sentarse noche y día
secando todas nuestras lágrimas?
Oh no, jamás así ha de ser.
Jamás, jamás así ha de ser.
A todo nos concede su alegría.
En un recién nacido se convierte.
En un hombre afligido se convierte;
pues que siente la misma pena.
No te creas que puedes suspirar
sin que a tu lado se halle tu hacedor.
No te creas que puedes sollozar
sin que muy cerca se halle tu hacedor.
Ah, su alegría a todos nos concede,
pues desea acabar con nuestra pena;
hasta que nuestra pena huye volando
se sienta a nuestro lado y se lamenta.
(“Canciones de Inocencia”, 1789)
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EL CORDERO
Oh Corderillo, ¿quién te ha hecho?
¿Aún no sabes quién te ha hecho?
Te ha dado vida y alimento
junto al arroyo y sobre el prado;
te ha dado ropas deliciosas,
suavísima lana brillante;
y te ha dado una voz tan tierna
que el valle todo se alboroza.
Oh corderillo, ¿quién te ha hecho?
¿Aún no sabes quien te ha hecho?
Oh Cordero, yo he de decirlo,
Oh Cordero, yo he de decirlo:
se llama por tu mismo nombre,
pues que Cordero a sí se llama:
es apacible y bondadoso,
de un niño tuvo la apariencia:
a nosotros, niño y cordero,
por su nombre nos llaman todos.
Cordero que Dios te bendiga.
Cordero que Dios te bendiga.
(“Canciones de Inocencia”, 1789)
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EL TIGRE
Tigre, Tigre, que ardes fiero
en los bosques de la noche:
¿qué mano u ojo inmortal
ciñó tu cruel simetría?
¿En qué cielos , en qué simas,
ardió el fuego de tus ojos?
¿En qué alas ascendió?
¿Qué mano sostuvo el fuego?
¿Y que hombros y qué arte
urdieron tu corazón?
Y cuando empezó a latir,
¿qué mano, qué pie terrible?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno tu cerebro?
¿Y cual la forja? ¿Qué garra
sabrá dominar tu espanto?
Cuando hundieron sus lanzas las estrellas
y mojaron el Cielo con sus lágrimas:
¿sonrió él al admirar su obra?
¿Fue quien hizo al Cordero tu hacedor?
Tigre, Tigre, que ardes fiero
en los bosques de la noche:
¿Qué mano u ojo inmortal
ciñó tu cruel simetría?
(“Cantos de experiencia”, 1794)
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EL TERRÓN Y LA PIEDRA
Amor no busca complacerse
ni cuida jamás de sí mismo;
pues a otro entrega su paz, y erige
un Cielo en la desgracia del Infierno.”
Así cantó un Terrón de Arcilla
pisoteado por los bueyes:
mas una Piedra del arroyo
tejió un remedo de estos versos:
“Amor sólo desea complacerse
para ligar a otro a su placer;
se alegra de la confusión ajena
y erige en el Cielo su oscuro Infierno.”
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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EL DESHOLLINADOR
Algo negro gemía entre la nieve:
algo negro gemía sin consuelo.
¿Dónde están tu padre y tu madre, di?
“A la iglesia se han ido, a la iglesia a rezar.
Pues en la hierba era feliz y alegre
y feliz sonreía entre la nieve:
me ciñeron las ropas de la muerte
y aprendí la canción de la desgracia.
Y como río y bailo y canto,
piensan que no me han hecho mal:
y a Dios y al párroco y al rey alaban,
que erigen con nuestro dolor un cielo.”
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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LA MOSCA
La mosca diminuta,
tu juego de estío
mi mano inconsciente
barrió de un plumazo.
¿Pues no soy, acaso,
mosca como tú?
¿O es que eres humana,
tal vez, como yo?
Pues yo bailo y bebo
y canto; hasta el punto
en que un manotazo
ciego me derriba.
Si el pensar es vida
y fuerza y aliento:
y el no pensar
es muerte,
entonces yo soy
una mosca alegre,
ya viva
o muera.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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MI HERMOSO ROSAL
Una flor me ofrecieron,
la más bella de mayo.
Mas dije, “Ya tengo un Rosal hermoso”,
y no presté atención a su dulzura.
Fui luego a mi Rosal,
lo cuidé día y noche,
mas celosa mi Flor se dio la vuelta:
no tuve más placer que sus espinas.
(Canciones de Experiencia”, 1794)
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EL LIRIO
Adelanta una espina la Rosa recatada:
y el humilde Cordero su cuerno amenazante:
mientras el blanco Lirio disfrute del Amor,
ni cuerno ni amenazas mancharán su hermosura.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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EL JARDÍN DEL AMOR
Fui al jardín del Amor
y vi lo que jamás había visto:
en su centro se alzaba una Capilla,
donde jugar solía entre la hierba.
Y sus verjas estaban atrancadas,
y en la puerta, “No harás”, grabado;
entonces al jardín volví los ojos,
donde siempre crecieran dulces flores,
y vi que estaba lleno de sepulcros
y de lápidas en lugar de flores:
y negros Sacerdotes sorteaban las tumbas
y envolvían con zarzas mis gozos y deseos.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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LONDRES
Vago sin fin por las censadas calles,
junto a la orilla del censado Támesis,
y en cada rostro que me mira advierto
señales de impotencia, de infortunio.
En cada grito Humano,
en cada chillido infantil de miedo,
en cada voz, en cada prohibición,
escucho las cadenas forjadas por la mente:
y escucho cómo el grito del Deshollinador
hace palidecer las oscuras Iglesias
y el dolor del Soldado afortunado
ensangrienta las muros de Palacio.
Pero, al fin, en las calles de medianoche escucho
cómo la maldición de la joven Ramera
deseca el llanto del recién nacido
y asola la carroza fúnebre de los Novios.
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EL ABSTRACTO HUMANO
No existiría la Clemencia
si a nadie se enviara a la Indigencia:
y Misericordia no habría
si viviéramos siempre en la alegría:
y el miedo mutuo trae calma
hasta salpicar de egoismo el alma.
Luego la Crueldad su artimaña
teje, y tiende cebos con lenta saña.
Se reclina con temor santo
y humedece la tierra con su llanto:
entonces, la Humildad extiende
bajo sus pies una raíz, que prende.
Pronto la funesta maleza
del Misterio ensombrece su cabeza;
y oruga y Mosca se alimentan
del Misterio y sus vástagos infestan.
Mas del Árbol cuelga el Engaño,
que deja en la boca su dulce daño;
y el Cuervo instala su guarida
en la sombra más densa y escondida.
Dioses de tierra y mar hollaron
Natura y este Árbol rastrearon
pero su búsqueda fue en vano:
pues sólo crece en el Cerebro Humano.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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PENA INFANTIL
Mi madre gimió, mi padre lloró.
Y al peligroso mundo me lancé:
desnudo, berreante y sin ayuda:
como alimaña oculta en una nube.
Luchando entre los brazos de mi padre:
apartando vendajes y pañales:
exhausto y prisionero decidí
refugiarme en los pechos de mi madre.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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ÁRBOL DEL VENENO
Me enfadé con mi amigo:
supo mi furia, y mi furia murió.
me enfadó mi enemigo:
callé mi furia, y mi furia creció.
Y la bañé en temor,
día y noche con llanto:
y la alumbré con risas
y engaños y artimañas.
Y creció día y noche
y engendró una manzana.
Brilló ante mi enemigo
y él supo que era mía.
Bajo el cielo velado
se adentró en mi jardín;
alegre vi al alba a mi enemigo
tendido junto al árbol.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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LA VOZ DEL ANTIGUO BARDO
Acércate, muchacho alegre,
y admira la mañana desvelada:
de la verdad recién nacida imagen.
Se disipan la duda y la razón nublada,
y las negras disputas y las mañas arteras.
Laberinto sin fin es la locura.
Intrincadas raíces confunden sus caminos,
!y cuántos han caído!
Tropiezan de noche con los huesos de los muertos,
sienten no saben qué, mas se preocupan:
y desean guiar a los demás cuando debieran ser guiados.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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UNA IMAGEN DIVINA
La crueldad tiene Corazón Humano
y Rostro Humano la Envidia;
el Terror, Divina Forma Humana,
y Vestido Humano el Secreto.
El Vestido Humano es Hierro forjado,
la Forma Humana, una Forja candente.
El Rostro Humano, un Horno amurallado,
el corazón Humano, su ávida Garganta.
(“Canciones de Experiencia”, 1794)
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“VI UNA CAPILLA…”
Vi una capilla levantada en oro
que nadie se atrevía a visitar:
y a la entrada una multitud lloraba,
y eran muchos sus rezos y sus lágrimas.
Y vi que una serpiente se arrastraba
por los blancos pilares de la puerta:
y tantos golpes le asestó en la hoja
que los goznes dorados se partieron.
Y por el dulce suelo de la iglesia,
incrustado de perlas y rubíes,
su cuerpo se dejó fluir, viscoso,
cubriendo la blancura del altar,
vomitando sin pausa su veneno
en el vino y los panes compartidos.
Decidí entonces ser una pocilga
y tumbarme a vivir entre los cerdos.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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PEDÍ A UN LADRÓN…”
Pedí a un ladrón
que me robara una manzana;
entornó la mirada.
Pedí a una dama
que se abriera de piernas;
se hizo la digna y empezó a gritar.
Apenas me fui vino un ángel.
Guiñó un ojo al ladrón
y sonrió a la dama;
y sin mediar palabra,
tomó una manzana del árbol
y se benefició a la dama.
*****
AL DESPERTAR EL DÍA
Al despertar el día,
oí cantar a un Ángel.
“Paz, Piedad y Clemencia
dan alivio a este mundo.”
Cantó así todo el día
sobre el heno segado,
hasta que el sol se puso
tras el almiar en sombra.
Y un Diablo blasfemó
sobre el brezo y la aulaga,
“No habría más clemencia
si nadie fuera pobre,
ni habría más Piedad
si el mundo fuera alegre.”
Y en esto el sol se puso
y el cielo frunció el ceño.
[Cayó una dura lluvia
sobre el grano apilado;
Paz, Piedad y Clemencia
sobre ruinas crecieron.]
(“Poemas manuscritos”, 1793)
“LA ABSTINENCIA DISPERSA ARENA”
La abstinencia dispersa arena
sobre el frescor ardiente de la piel.
más el deseo al fin gratificado
planta en el cuerpo frutos de vida y de belleza.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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“EN UNA ESPOSA DESEARÍA”
En una esposa desearía
lo que siempre se encuentra en las rameras:
las formas del Deseo Satisfecho.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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“SI ATRAPAS EL INSTANTE…”
Si atrapas el instante antes de que madure,
conocerás el llanto del arrepentimiento;´
mas si alguna vez dejas escapar el instante,
jamás podrás librarte del llanto del dolor.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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ETERNIDAD
Quien ata la alegría a su persona
destruye el cuerpo alado de la vida.
Pero quien besa al vuelo la alegría
habita el alba de la eternidad.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
*****
LA PREGUNTA CONTESTADA
¿Qué requiere de la mujer el hombre?
Las formas del Deseo Satisfecho.
¿Qué requiere del hombre la mujer?
Las formas del Deseo Satisfecho.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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RIQUEZAS
El oro innumerable de un corazón alegre,
las perlas y rubíes de un ojo enamorado:
jamás el indolente los llevará al mercado,
jamás quien vive oculto llenará su pesebre.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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RESPUESTA AL CURA
“¿Por qué no aprendes paz de las ovejas?”
“Porque no deseo que usted me esquile.”
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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“EL ROSTRO DEL AMOR INQUIETA”
El rostro del amor inquieta
pues late colmado de fuego;
pero el flácido rostro del engaño
se hará con los favores del amante.
(“Poemas manuscritos, 1793)
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“DULCE ENGAÑO…”
Dulce engaño, indolencia…
No tiene la belleza vestiduras más dulces.
(“Poemas manuscritos” 1793)
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“TEMÍ QUE EL FUROR…”
Temí que el furor de mi viento
arruinara las flores más hermosas;
y mi sol no dejó de relumbrar,
y mi viento jamás sopló.
Más en ningún árbol se vio
una sola flor bella y verdadera;
pues eran todas yermas y mendaces,
aunque hermosas a la mirada.
(“Poemas manuscritos”, 1793)
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