martes, 6 de junio de 2017

POETAS 5. Octavio Paz VI (Salamandra)

 
 


Entre 1959 y 1962, el periodo en que escribirá los poemas que luego va a recoger en su libro “Salamandra”, Octavio Paz vuelve a residir en París trabajando como diplomático en la embajada mexicana. Había arribado a París por primera vez en diciembre de 1945, en una ciudad donde triunfaba un existencialismo escindido entre la influencia de Jean Paul Sartre y la ascendencia de Albert Camus. En la polémica que enzarzó a ambos escritores, Octavio Paz se va a encontrar mucho más cerca de Camus, con quien le unía “una profunda y espontánea simpatía”. También le unía la fidelidad a España y a su causa, además del enrolamiento en la tradición libertaria y anarquista. “No le debo a Camus –escribió Paz en “Itinerario”- ideas acerca de la política o la historia sino algo más precioso: encontrar en la soledad de aquellos años un amigo atento y escuchar una palabra cálida”. En esta primera estancia en París, además de respirar la atmósfera existencialista, Octavio Paz se siente atraído desde el principio por un surrealismo que por aquel tiempo ya empezaba a declinar. Seducido por la personalidad magnética de Breton, comulga con su exaltada idea de libertad y del amor único, pero desconfía desde un principio de la creencia ingenua en la escritura automática. Invitado por Breton, entra a colaborar en el Almanaque Surrealista de Medio Siglo y asiste a las reuniones del grupo, en el Café de la Place Blanche, donde traba contacto con Benjamin Péret, Max Ernst, Miró, Julien Gracq. Peret, quien a juicio de Paz era el más genuino poeta surrealista, se convertirá desde entonces en su mejor amigo parisino. Cuando después de un largo intervalo vivido en México, Octavio Paz regresa a Paris en 1959, su obra poética y ensayística ya le han convertido en un escritor influyente y la traducción del Poema “Piedra de Sol” por parte de Benjamin Peret le abre las puertas del mundo literario parisino. En esta época entra en relación con Roger Callois y con Cioran. También con Yves Bonnefoy, Kostas Axelos y Cornelius Castoriadis. En París, Octavio Paz se dedica a explorar una ciudad que va reconstruyendo con la memoria y la imaginación, caminando por pasajes y barrios que le dejan una sensación de “déjà vu” provocada por anteriores lecturas de novelas y poemas. Unido a unos pocos amigos por afinidades intelectuales y literarias, frecuenta alguna de sus casas, pero es en los cafés y los bares de París donde tienen lugar alguno de sus encuentros más felices, que luego aparecerán trasladados a sus poemas de aquella época. “Vivía inmerso en la vida literaria de aquellos días -rememorará Paz más tarde-, mezclada de ruidosos debates filosóficos y políticos. Pero mi secreta idea era la poesía: escribirla, pensarla, vivirla. Agitado por muchos pensamientos, emociones y sentimientos contrarios, vivía tan intensamente cada momento que nunca se me ocurrió que aquel género de vida pudiera cambiar.” Pero en 1962 le llega el nombramiento como embajador de México en la india y tiene que cambiar París por Nueva Delhi. Atrás deja tres años de intensa vida parisina y un libro de poemas en el que recogerá parte de estas vivencias, y donde es palpable tanto la huella de la ciudad parisina como la influencia del surrealismo. “Salamandra” es, efectivamente, un libro de poemas de marcado carácter surrealista: las imágenes se vuelven oníricas, las metáforas se hacen audaces y parecen llevarnos hacia otra dimensión de la realidad. Los versos de estos poemas, más que ponerse uno encima de otro, se yuxtaponen, pierden su puntuación y adquieren sentidos latentes y azarosos. Pero Salamandra es también un libro que recibe cierta inspiración oriental, una como visión zen de la existencia que no desentona con alguna de las búsquedas que dieron sentido a la aventura surrealista: “Todo es puerta y todo es puente”. Estos versos que aparecen en uno de los poemas de “Salamandra” podrían servir de lema al programa promovido por el surrealismo. ¿Puerta y puente hacia qué? Hacia la otra realidad a la que apunta el lenguaje de signos con que nos habla el mundo: hacia la transparencia y la iluminación que la comprensión de estos signos otorga. Las cosas comulgan, se corresponden, cohabitan, respiran bajo un mismo cielo y ello hace que sean intercambiables, propician la posibilidad de la metáfora. Por medio de la metáfora el poeta logra borrar los límites que aíslan a las cosas, se abren puertas y puentes por donde todo se comunica y se hace transparente. A través de la metáfora se logra hacer visible lo invisible, instaurar un nuevo tiempo en que las cosas echan a andar de otra manera. El mundo ha sido vuelto a bautizar mediante los nombres y las imágenes que el poeta ha ido creando para invocar su propio mundo. Ya no es un mundo ajeno, es un mundo que ha sido apropiado por medio de un acto creador. En Octavio Paz se descubre una mágica correspondencia entre la escritura y el mundo sobre el que el poeta escribe: ambos, escritura y mundo, están enhebrados por la misma aguja del tiempo, se acompasan en un mismo latido y están unidos por la misma duración. Todo lleva la marca de la fluencia con que el mundo transcurre. Por eso, a menudo, la poesía de Paz se torna una reflexión sobre el tiempo: la sustancia del tiempo impide que las cosas permanezcan, pero a la vez el pasado de las cosas, invocado por la memoria, retorna mágicamente a cada instante, regresan constantemente las cosas que se fueron, y este refluir del tiempo garantiza y refuerza la presencia y profundidad del mundo. Pero esta refluencia del tiempo hace que la existencia también aparezca amenazada por la irrealidad de la cosas. El vivir se contamina de la misma irrealidad que lleva el tiempo en sus entrañas, un tiempo que es inaprehensible y fugaz. Y la poesía, cuya esencia consiste en ser lenguaje -y, por tanto, palabra en el tiempo-, también participa de esta irrealidad, pues toda palabra dicha se desvanece en el mismo instante de ser pronunciada, ya rematada por el silencio o por la siguiente palabra, o bien adquiriendo resonancias que la contradicen o anulan: “yo sé que estoy vivo entre dos paréntesis”, llegará a decirnos precariamente en uno de sus versos. Pero el poeta busca ir más allá de la mudanza que el tiempo ejerce sobre las cosas, y no se deja embaucar por cada uno de los rostros que toma el tiempo. Más allá de sus varias manifestaciones, hay un centro de claridad donde el devenir del tiempo se manifiesta como transparencia,  y es esa transparencia posible que se nos brinda tras lo ilusorio de las cosas lo que trata de encontrar el poeta al escribir poesía. “A través del poema -nos recuerda Paz en “el arco y la lira”- vislumbramos el rayo fijo de la poesía. Ese instante contiene todos los instantes. Sin dejar de fluir, el tiempo se detiene, colmado de sí”.
 
 
AQUÍ
 
Mis pasos en esta calle
Resuenan
                 En otra calle
Donde
           Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
 
Sólo es real la niebla


 
 
REPETICIONES
 
El corazón y su redoble iracundo
El obscuro caballo de la sangre
Caballo ciego caballo desbocado
El carrusel nocturno la noria del terror
El grito contra el muro y la centella rota
Camino andado
                             Camino desandado
El cuerpo a cuerpo con un pensamiento afilado
La pena que interrogo cada día y no responde
La pena que no se aparta y cada noche me despierta
La pena sin tamaño y sin nombre
El alfiler y el párpado traspasado
El párpado del día mal vivido
La hora manchada de ternura escupida
La risa loca y la puta mentira
La soledad y el mundo
Camino andado
                             Camino desandado
El coso de la sangre y la pica y la rechifla
El sol sobre la herida
Sobre las aguas muertas el astro hirsuto
La rabia y su acidez recomida
El pensamiento que se oxida
Y la escritura gangrenada
El alba desvivida y el día amordazado
La noche cavilada y su hueso roído
El horror siempre nuevo y siempre repetido
Camino andado
                            Camino desandado
El vaso de agua la pastilla la lengua de estaño
El hormiguero en pleno sueño
Cascada negra de la sangre
Cascada pétrea de la noche
El peso bruto de la nada
Zumbido de motores en la ciudad inmensa
Lejos cerca lejos en el suburbio de mi oreja
Aparición del ojo y el muro que gesticula
Aparición del metro cojo
El puente roto y el ahogado
Camino andado
                           Camino desandado
El pensamiento circular y el círculo de familia
¿qué hice qué hiciste qué hemos hecho?
El laberinto de la culpa sin culpa
El espejo que acusa y el silencio que se gangrena
El día estéril la noche estéril el dolor estéril
La soledad promiscua el mundo despoblado
La sala de espera en donde ya no hay nadie
Camino andado y desandado
La vida se ha ido sin volver el rostro.
 
 
 
 
REVERSIBLE
 
En el espacio
                       Estoy
Dentro de mí
                       El espacio
Fuera de mí
                       El espacio
En ningún lado
                           Estoy
Fuera de mí
                     En el espacio
Dentro
             Está el espacio
Fuera de sí
                   En ningún lado
Estoy
             En el espacio
Etcétera
 
 
 
 
DISPARO
 
Salta la palabra
Adelante del pensamiento
Adelante del sonido
La palabra salta como un caballo
Adelante del viento
Como un novillo de azufre
Delante de la noche
Se pierde por las calles de mi cráneo
En todas partes las huellas de la fiera
En la cara del árbol el tatuaje escarlata
En la frente del torreón el tatuaje de hielo
En el sexo de la iglesia el tatuaje eléctrico
Sus uñas en tu cuello
Sus patas en tu vientre
La señal violeta
El tornasol que gira hasta el blanco
Hasta el grito hasta el basta
El girasol que gira como un ay desollado
La firma del sin nombre a lo largo de tu piel
En todas partes el grito que ciega
La oleada negra que cubre el pensamiento
La campana furiosa que tañe en mi frente
La campana de sangre en mi pecho
La imagen que ríe en lo alto de la torre
la palabra que revienta las palabras
la imagen que incendia todos los puentes
la desaparecida en mitad del abrazo
la vagabunda que asesina a los niños
la idiota la mentirosa la incestuosa
la corza perseguida
la mendiga profética
la muchacha que en mitad de la vida
me despierta y me dice acuérdate
 
 
 
 
PAUSA
 
         A la memoria de Pierre Reverdy
Llegan
Unos cuantos pájaros
Y una idea negra.
Rumor de árboles,
Rumor de trenes y motores,
¿va o viene este instante?
El silencio del sol
Traspasa risas y gemidos,
Hunde su pica
hasta el grito de piedra de las piedras.
Sol-corazón, piedra que late,
Piedra de sangre que se vuelve fruto:
Las heridas se abren y no duelen,
Mi vida fluye parecida a la vida.
 
 
 
 
CERTEZA
 
Si es real la luz blanca
De esta lámpara, real
La mano que escribe, ¿son reales
Los ojos que miran lo escrito?
De una palabra a la otra
Lo que digo se desvanece.
Yo sé que estoy vivo
Entre dos paréntesis.
 
 
 
 
IDENTIDAD
 
En el patio un pájaro pía,
Como el centavo en su alcancía.
Un poco de aire su plumaje
Se desvanece en un viraje.
Tal vez no hay pájaro ni soy
Ese del patio en donde estoy.
 
 
 
 
LA MIRADA
 
Entre la tarde que se obstina
Y la noche que se acumula
Hay la mirada de una niña.
Deja el cuaderno y la escritura,
Todo su ser dos ojos fijos.
En la pared la luz se anula.
¿Mira su fin o su principio?
Ella dirá que no ve nada.
Es transparente el infinito.
Nunca sabrá que lo miraba.
 
 
 
 
EL MISMO TIEMPO
 
No es el viento
No son los pasos sonámbulos del río
Entre las casas petrificadas y los árboles
A lo largo de la noche rojiza
No es la sombra subiendo las escaleras
Todo está quieto
                               Reposa el mundo natural
Es la ciudad en torno de su sombra
Buscando siempre buscándose
Perdida en su propia inmensidad
Sin alcanzarse nunca
                                     Ni poder salir de sí misma
Cierro los ojos y veo pasar los autos
Se encienden y apagan y encienden
Se apagan
                 No sé adónde van
Todos vamos a morir
                                     ¿sabemos algo más?
En una banca un viejo habla solo
¿Con quién hablamos al hablar a solas?
Olvidó su pasado
                               No tocará el futuro
No sabe quién es
Está vivo en mitad de la noche
                                                      Habla para oírse
Junto a la verja se abraza una pareja
Ella ríe y pregunta algo
Su pregunta sube y se abre en lo alto
A esta hora el cielo no tiene una sola arruga
Caen tres hojas de un árbol
Alguien silba en la esquina
En la casa de enfrente se enciende una ventana
¡Qué extraño es saberse vivo!
Caminar entre la gente
Con el secreto a voces de estar vivo.
Madrugadas sin nadie en el Zócalo
Sólo nuestro delirio
                                   Y los tranvías
Tacuba Tacubaya Xochimilco San Ángel Coyoacán
En la plaza más grande que la noche
Encendidos
                     Listos para llevarnos
En la vastedad de la hora
                                             Al fin del mundo
Rayas negras
Las pértigas enhiestas de los troles
                                                               Contra el cielo de piedra
Y su moña de chispas su lengüeta de fuego
Brasa que perfora la noche
                                                 Pájaro
Volando, silbando, volando
Entre la sombra enmarañada de los fresnos
Desde San Pedro hasta Mixcoac en doble fila
Bóveda verdinegra
                                 Masa de húmedo silencio
Sobre nuestras cabezas en llamas
Mientras hablábamos a gritos
En los tranvías rezagados
Atravesando los suburbios
Con un fragor de torres desgajadas
Si estoy vivo camino todavía
Por esas mismas calles empedradas
Charcos locos de junio a septiembre
Zaguanes tapias altas huertas dormidas
En vela sólo
                         Blanco morado blanco
El olor de las flores
                                 Impalpable racimos
En la tiniebla
                         Un farol casi vivo
Contra la pared yerta
                                       Un perro ladra
Preguntas a la noche
                                      No es nadie
El viento ha entrado en la arboleda
Nubes nubes gestación y ruina y más nubes
Templos caídos nuevas dinastías
Escollos y desastres en el cielo
                                                       Mar de arriba
Nubes del altiplano ¿dónde está el otro mar?
Maestras de los ojos
                                     Nubes
Arquitectos de silencio
Y de pronto sin más porque sí
Llegaba la palabra
                                 Alabastro
Esbelta transparencia no llamada
Dijiste
         Haré música con ella
Castillos de sílabas
                                 No hiciste nada
Alabastro
                 Sin flor ni aroma
Tallo sin sangre ni savia
Blancura cortada
                               Garganta sólo garganta
Hoy estoy vivo y sin nostalgia
La noche fluye
                           La ciudad fluye
Yo escribo sobre la página que fluye
Transcurro con las palabras que transcurren
Conmigo no empezó el mundo
No ha de acabar conmigo
                                              Soy
Un latido en el río de latidos
Hace veinte años me dijo Vasconcelos
“Dedíquese a la filosofía
Vida no da
                   Defiende de la muerte”
Y Ortega y Gasset
                               En un bar sobre el Ródano
“Aprenda alemán
Y póngase a pensar
                                   Olvide lo demás”
Yo no escribo para matar al tiempo
Ni para revivirlo
Escribo para que me viva y reviva
Hoy en la tarde desde un puente
Vi al sol entrar en las aguas del río
Todo estaba en llamas
Ardían las estatuas las casas los pórticos
En los jardines racimos femeninos
Lingotes de luz líquida
Frescura de vasijas solares
Un follaje de chispas la alameda
El agua horizontal inmóvil
Bajo los cielos y los mundos incendiados
Cada gota de agua
                                Un ojo fijo
El peso de la enorme hermosura
Sobre cada pupila abierta
Realidad suspendida
                                     En el tallo del tiempo
La belleza no pesa
                                 Reflejo sosegado
Tiempo y belleza son lo mismo
                                                       Luz y agua
Mirada que sostiene a la hermosura
Tiempo que se embelesa en la mirada
Mundo sin peso
                             Si el hombre pesa
¿no basta la hermosura?
                                            No sé nada
Sé lo que sobra
                           No lo que basta
La ignorancia es ardua como la belleza
Un día sabré menos y abriré los ojos
Tal vez no pasa el tiempo
Pasan imágenes de tiempo
Si no vuelven las horas vuelven las presencias
En esta vida hay otra vida
La higuera aquella volverá esta noche
Esta noche regresan otras noches
Mientras escribo oigo pasar el río
No éste
             Aquél que es éste
Vaivén de momento y visiones
El mirlo está sobre la piedra gris
En un claro de marzo
                                       Negro
Centro de claridades
No lo maravilloso presentido
                                                   Lo presente sentido
La presencia sin más
                                     Nada más pleno colmado
No es la memoria
                               Nada pensado ni querido
No son las mismas horas
                                             Otras
Son otras siempre y son la misma
Entran y nos expulsan de nosotros
Con nuestros ojos ven los que no ven los ojos
Desde el tiempo hay otro tiempo
Quieto
             Sin horas ni peso ni sombra
Sin pasado o futuro
                                   Sólo vivo
Como el viejo del banco
Unimismado idéntico perpetuo
Nunca lo vemos
                             Es la transparencia
 
 
 
 
 
MADRUGADA
 
Rápidas manos frías
Retiran una a una
Las vendas de la sombra
Abro los ojos
                       Todavía
Estoy vivo
                 En el centro
De una herida todavía fresca.
 
 
 
 
 
NOCHE EN CLARO
 
                       A los poetas André Breton y Benjamin Péret
 
 
A las diez de la noche en el Café de Inglaterra
Salvo nosotros tres
                                 No había nadie
Se oía afuera el paso húmedo del otoño
Pasos de ciego gigante
Pasos de bosque llegando a la ciudad
Con mil brazos con mil pies de niebla
Cara de humo hombre sin cara
El otoño marchaba hacia el centro de París
Con seguros pasos de ciego
Las gentes caminaban por la gran avenida
Algunos con gesto furtivo se arrancaban el rostro
Una prostituta bella como una papisa
Cruzó la calle y desapareció en un muro verduzco
La pared volvió a cerrarse
Todo es puerta
Basta la leve presión de un pensamiento
Algo se prepara
                             Dijo uno entre nosotros
Se abrió el minuto en dos
Los signos en la frente de ese instante
Los vivos están vivos
Andan vuelan maduran estallan
Los muertos están vivos
Oh huesos todavía con fiebre
El viento los agita los dispersa
Racimos que caen entre las piernas de la noche
La ciudad se abre como un corazón
Como un higo la flor que es fruto
Más deseo que encarnación
Encarnación del deseo
Algo se prepara
                             Dijo el poeta
Este mismo otoño vacilante
Este mismo año enfermo
Fruto fantasma que resbala entre las manos del siglo
Año de miedo tiempo de susurro y mutilación
Nada tenía cara aquella tarde
En el undergound de Londres
En lugar de ojos
                             Abominación de espejos cegados
En lugar de labios
                               Rayas de borrosas costuras
Nadie tenía sangre nadie tenía nombre
No teníamos cuerpo ni espíritu
No teníamos cara
El tiempo daba vueltas y vueltas y no pasaba
No pasaba nada sino el tiempo que pasa y regresa y no pasa
Apareció entonces la pareja adolescente
Él era rubio “venablo de Cupido”
Gorra gris gorrión callejero y valiente
Ella era pequeña pecosa pelirroja
Manzana sobre una mesa de pobres
Pálida rama en un patio de invierno
Niños feroces gatos salvajes
dos plantas ariscas enlazadas
Dos plantas con espinas y flores súbitas
sobre el abrigo de ella color fresa
Resplandeció la mano del muchacho
Las cuatro letras de la palabra Amor
Tatuaje escolar tinta china y pasión
Anillos palpitantes
Oh mano collar al cuello ávido de la vida
Pájaro de presa y caballo sediento
Mano llena de ojos en la noche del cuerpo
Pequeño sol y río de frescura
Mano que das el sueño y das la resurrección
Todo es puerta
                           Todo es puente
Ahora marchamos en la otra orilla
Mira abajo correr el río de los siglos
El río de los signos
Mira correr el río de los astros
Se abrazan y separan vuelven a juntarse
Hablan entre ellos un lenguaje de incendios
Sus luchas sus amores
Son la creación y la destrucción de los mundos
La noche se abre
                               Mano inmensa
Constelación de signos
Escritura silencio que canta
Siglos generaciones eras
Sílabas que alguien dice
Palabras que alguien oye
Pórticos de pilares transparentes
Ecos llamadas señas laberintos
Parpadea el instante y dice algo
Escucha abre los ojos ciérralos
                                                      Algo se prepara
Nos dispersamos en la noche
Mis amigos se alejan
Llevo sus palabras como un tesoro ardiendo
Pelean el río y el viento del otoño
Pelea el otoño contra las casas negras
Año de hueso
Pila de años muertos y escupidos
Estaciones violadas
Siglo tallado en un aullido
Pirámide de sangre
Horas royendo el día el año el siglo el hueso
Hemos perdido todas las batallas
Todos los días ganamos una
                                                   Poesía
La ciudad se desplega
Su rostro es el rostro de mi amor
Sus piernas son piernas de mujer
Torres plazas columnas puentes calles
Río cinturón de paisajes ahogados
Ciudad o Mujer Presencia
Abanico que muestras y ocultas la vida
Bella como el motín de los pobres
Tu frente delira pero en tus ojos bebo cordura
tus axilas son noche pero tus pechos día
Tus palabras son de piedra pero tu lengua es lluvia
Tu espalda es el mediodía en el mar
Tu risa el sol entrando en los suburbios
Tu pelo al desatarse la tempestad en las terrazas del alba
Tu vientre la respiración del mar la pulsación del día
Tú te llamas torrente y te llamas pradera
Tú te llamas pleamar
Tienes todos los nombres del agua
Pero tu sexo es innombrable
La otra cara del ser
La otra cara del tiempo
El revés de la vida
Aquí cesa todo discurso
Aquí la belleza no es legible
Aquí la presencia se vuelve terrible
Replegada en sí misma la Presencia es vacío
Lo visible es invisible
Aquí se hace visible lo invisible
Aquí la estrella es negra
La luz es sombra luz la sombra
Aquí el tiempo se para
Los cuatro puntos cardinales se tocan
Es el lugar solitario el lugar de la cita
Ciudad Mujer Presencia
Aquí se acaba el tiempo
Aquí comienza
 
 
 
 
LA PALABRA ESCRITA
 
Ya escrita la primera
Palabra (nunca la pensada
Sino la otra –esta
Que no la dice, que la contradice,
Que sin decirla está diciéndola)
Ya escrita la primera
Palabra (uno, dos, tres-
Arriba el sol, tu cara
En el centro del pozo,
Fijo como un sol atónito)
Ya escrita la primera
Palabra (cuatro, cinco-
No acaba de caer la piedrecilla,
Mira tu cara mientras cae, cuenta
La cuenta vertical de la caída)
Ya escrita la primera
Palabra (hay otra, abajo,
No la que está cayendo,
La que sostiene al rostro, al sol, al tiempo
Sobre el abismo: la palabra
Antes de la caída y de la cuenta)
Ya escrita la primera
Palabra (dos, tres cuatro-
Verás tu rostro roto,
Verás un sol que se dispersa,
Verás la piedra entre las aguas rotas,
verás el mismo rostro, el mismo sol,
Fijo sobre las mismas aguas)
Ya escrita la primera
Palabra (sigue,
No hay más palabras que las de la cuenta)
 
 
 
 
LA PALABRA DICHA
 
La palabra se levanta
De la página escrita.
La palabra,
Labrada estalactita,
Grabada columna,
Una a una letra a letra.
El eco se congela
En la página pétrea.
Ánima,
Blanca como la página,
Se levanta la palabra.
Anda
Sobre un hilo tendido
Del silencio al grito,
Sobre el filo
Del decir estricto.
El oído: nido
O laberinto del sonido.
Lo que dice no dice
Lo que dice: ¿cómo se dice
Lo que no dice?
                             Dí
Tal vez es bestial la vestal.
Un grito
Es un cráter extinto:
En otra galaxia
¿cómo se dice ataraxia?
Lo que se dice se dice
Al derecho y al revés.
Lamenta la mente
De menta demente:
Cementerio es sementero
Simiente no miente.
Laberinto del oído,
Lo que dices se desdice
Del silencio al grito
Desoído.
Inocencia y no ciencia
Para hablar aprende a callar.
 
 
 
 
GARABATO
 
Con un trozo de carbón
Con un gis roto y mi lápiz
Rojo
Dibujar tu nombre
El nombre de tu boca
El signo de tus piernas
En la pared de nadie
En la puerta prohibida
Grabar el nombre de tu cuerpo
Hasta que la hoja de mi navaja
Sangre
             Y la piedra grite
Y el muro respire como un pecho
 
 
 
 
 
PALPAR
 
Mis manos
Abren las cortinas de tu ser
Te visten con otra desnudez
Descubren los cuerpos de tu cuerpo
Mis manos
Inventan otro cuerpo a tu cuerpo
 
 
 
 
ROTACIÓN
 
Alta columna de latidos
Sobre el eje inmóvil del tiempo
El sol te viste y te desnuda
El día se desprende de tu cuerpo
Y se pierde en tu noche
La noche se desprende de tu día
Y se pierde en tu cuerpo
Nunca eres la misma
Acabas siempre de llegar
Estás aquí desde el principio
 
 
 
 
EL PUENTE
 
Entre ahora y ahora,
Entre yo soy y tú eres,
La palabra puente
 
Entras en ti misma
Al entrar en ella:
Como un anillo
El mundo se cierra.
De una orilla a la otra
Siempre se tiende un cuerpo,
Un arco iris.
Yo dormiré bajo sus arcos
 
 
 
 
SALAMANDRA
 
Salamandra
                     (negra
Armadura viste el fuego)
Calorífero de combustión lenta
Entre las fauces de la chimenea
-o mármol o ladrillo-
                                     Tortuga estática
O agazapado guerrero japonés
Y una u otro
                       -el martirio es reposo-
Impasible en la tortura
                                         Salamandra
Nombre antiguo del fuego
Y antídoto antiguo contra el fuego
Y desollada planta sobre brasas
Amianto amante amianto
Salamandra
                     En la ciudad abstracta
Entre las geometrías vertiginosas
-vidrio cemento piedra hierro-
Formidables quimeras
Levantadas por el cálculo
Multiplicadas por el lucro
El flanco del muro anónimo
Amapola súbita
                             Salamandra
Garra amarilla
                         Roja escritura
En la pared de sal
                               Garra de sol
Sobre el montón de huesos
Salamandra
                     Estrella caída
En el sinfín del ópalo sangriento
Sepultada
Bajo los párpados del sílex
Niña perdida
En el túnel del ónix
En los círculos del basalto
Enterrada semilla
                                 Grano de energía
Dormida en la médula del granito
Salamandra
                      Niña dinamitera
En el pecho azul y negro del hierro
Estrellas como un sol
Te abres como una herida
Hablas como una fuente
Salamandra
                     Espiga
Hija del fuego
Espíritu del fuego
Condensación de la sangre
Sublimación de la sangre
Evaporación de la sangre
Salamandra de aire
La roa es llama
                           La llama es humo
Vapor rojo
                   Recta plegaria
Alta palabra de alabanza
Exclamación
                       Corona de incendio
En la testa del himno
Reina escarlata
(y muchacha de medias moradas
Corriendo despeinada por el bosque)
Salamandra
                     Animal taciturno
Negro paño de lágrimas de azufre
(un húmedo verano
Entre las baldosas desunidas
De un patio petrificado por la luna
Oí vibrar tu cola cilíndrica)
Salamandra caucásica
En la espalda cenicienta de la peña
Aparece y desaparece
Breve y negra lengüeta
Moteada de azafrán
                                     Salamandra
Bicho negro y brillante
Escalofrío del musgo
Devorador de insectos
Heraldo diminuto del chubasco
Y familiar de la centella
(Fecundación interna
Reproducción ovípara
Las crías viven en el agua
Ya adultas nadan con torpeza)
Salamandra
Puente colgante entre las eras
Puente de sangre fría
Eje del movimiento
(los cambios de la alpina
La especie más esbelta
Se cumplen en el claustro de la madre
Entre los huevecillos se logran dos apenas
Y hasta el alumbramiento
Medran los embriones en un caldo nutricio
La masa fraternal de huevos abortados)
La salamandra española
Montañesa negra y roja
No late el sol clavado en la mitad del cielo
No respira
No comienza la vida sin la sangre
Sin la brasa del sacrificio
No se mueve la rueda de los días
Xólotl se niega a consumirse
Se escondió en el maíz pero lo hallaron
Se escondió en el maguey pero lo hallaron
Cayó en el agua y fue el pez axolotl
El dios-seres
                       Y “luego lo mataron”
Comenzó el movimiento anduvo el mundo
La procesión de fechas y de nombres
Xólotl el perro guía del ifiernoçel que desenterró los huesos de los padres
El que coció los huesos en la olla
El que encendió la lumbre de los años
El hacedor de hombres
Xólotl el penitente
El ojo reventado que llora por nosotros
Xólotl la larva de la mariposa
El doble de la Estrella
El caracol marino
La otra cara del Señor de la Aurora
Xólotl el ajolote
                             Salamandra
Dardo solar
                      Lámpara de la luna
Columna del mediodía
Nombre de mujer
Balanza de la noche
(el infinito peso de la luz
Un adarme de sombra en tus pestañas)
Salamandra
                     Llama negra
Heliotropo
                   Sol tú misma
Y luna siempre en torno de ti misma
Granada que se abre cada noche
Astro fijo en la frente del cielo
Y latido del mar y luz ya quieta
Mente sobre el vaivén del mar abierta
Salamandra
Saurio de unos ocho centímetros
Vive en las grietas y es color de polvo
Salamandra de tierra y de agua
Piedra verde en la boca de los muertos
Piedra de encarnación
Piedra de lumbre
Sudor de la tierra
Sol llameante y quemante
Sal de la destrucción
Y máscara de cal que consume los rostros
Salamandra de aire y de fuego
Avispero de soles
Roja palabra del principio
La salamandra es un lagarto
Su lengua termina en un dardo
Su cola termina en un dardo
Es inasible. Es indecible
Reposa sobre brasas
Reina sobre tizones
Si en la llama se esculpe
Su monumento incendia
El fuego es su pasión es su paciencia
Salamandra                         Aguamadre

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