domingo, 6 de agosto de 2017

POETAS 109. Czeslaw Milosz (III) "Esto"

 
 


Czeslaw Milosz nace en Vilna (Lituania) el 30 de junio de 1911, en el seno de una familia de la alta burguesía polaca. Los distintos avatares por los que pasará Vilna a lo largo del siglo XX van a ser un espejo en el que se reflejará la ajetreada existencia de Milosz. En el momento en que nace el poeta, Lituania formaba parte del Imperio ruso; después de la Primera Guerra mundial la zona de Vilna se convertirá en uno de los focos culturales más importantes de Polonia, caerá luego bajo el dominio soviético tras concluir la segunda guerra mundial, para convertirse  en Estado independiente cuando cayeron los regímenes comunistas que gobernaban Europa central. En ese mosaico de épocas y culturas diversas -donde coexistían idiomas como el polaco, el ruso, el yidish y el lituano-, fue donde Miolosz se crió: en una Lituania llena de leyendas y poesía que iba a alimentar su imaginación. A pesar de que sus orígenes y su condición viajera iban a propiciar el conocimiento de varias lenguas, y a pesar del largo exilio en el que vivió una buena parte de su vida, Milosz permaneció siempre fiel a su tradición y a la lengua polaca en la que escribiría la casi totalidad de  su obra. “El idioma –escribió en “Abecedario”- es mi madre, de forma literal y metafórica. Con seguridad es también mi casa, con la que vago por todo el mundo”. Milosz se estrenó como poeta en la década de los 30 con un par de libros que explotaban la veta más irracional y visionaria de la poesía polaca, en contacto con las vanguardias europeas: “Tres inviernos” (1933) y “Poema sobre el tiempo congelado” (1936), libro este último que le valió en 1934 una beca para estudiar en Francia. Antes se había licenciado en derecho y durante algún tiempo trabajó como pasante en un bufete de abogados. Luego comenzó su carrera de funcionario trabajando en las oficinas de radio Polonia entre 1935 y 1939. El estallido de la segunda guerra mundial le lleva a Varsovia, donde es testigo de la ocupación alemana y el levantamiento del gueto judío. En esta ciudad se moverá en la clandestinidad ofreciendo su apoyo a los perseguidos por el régimen nazi. Al finalizar la guerra, abandona una Varsovia devastada para irse a vivir a Cracovia, donde publica “Salvación” (1945), poesía de carácter realista que trata de convertirse en denuncia de una época de barbarie y deshumanización. Después de Salvación (1945), se inicia una época de poesía más social, de acerada denuncia a través de la ironía. Durante la ocupación de Varsovia, Milosz traduce "La tierra baldía" de T.S. Eliot, poema que ejercerá una gran influencia en el autor. Harto de la imagen de una Polonia desolada tras haber sido tomada por el ejército soviético, Milosz busca una vía de escape que lo aleje de su país y por fin encuentra un trabajo, en el año 1946,  como agregado cultural en la Embajada de la república popular de Polonia en Washington. En 1950 Milosz es destinado a Francia, como primer secretario de la embajada polaca en París, pero en diciembre de ese mismo año le retiran al pasaporte cuando decide volver a Varsovia. En 1951, de nuevo en Francia, empieza su largo exilio, que iba a durar treinta años. Tras vislumbrar en Varsovia la faz bárbara del estalinismo, rompe con el Gobierno de su país y pide asilo en Francia. Quiere regresar a Estados Unidos, donde ha dejado a su familia, pero una trama urdida a su alrededor para desacreditarle como topo soviético ante el gobierno de los Estados Unidos convierte la obtención del visado en un trámite kafkiano que iba a demorarse durante diez años. Durante esta década va a malvivir en una Francia difícil y desocupada, ganándose la vida a duras penas con colaboraciones esporádicas para algunas revistas del exilio. Allí traba amistad con Albert Camus, que a la sazón estaba siendo acosado por una campaña de denigración orquestada por Jean Paul Sartre desde la revista “Les temps Modernes”, purgando por el pecado de no querer doblegarse a la línea antipiimperialista que dictaba escribir en contra de los Estados Unidos para alinearse con la Unión Soviética. Fue Camus quien facilitó desde la editorial Gallimard, de la que era asesor, la publicación de sus novelas “El poder cambia de manos” y “El valle de Issa”, además de su libro de ensayo “El pensamiento cautivo”, denuncia –este último libro- de la mentalidad intelectual bajo el estalinismo, que hace del artista un títere desde el momento en que coloca su talento al servicio del poder. “Cuando me entregué a la escritura del pensamiento cautivo –comentó Milosz más tarde- sentía con fuerza que estaba haciendo algo incorrecto, que estaba violando las reglas del juego aceptado por todos, incluso más, que me estaba adentrando en el espacio sagrado para blasfemar”. Esta audacia suya por denunciar los tejemanejes del totalitarismo en su propio país le costó la desgracia de ser señalado como un enemigo del pueblo por escritores polacos que hasta entonces habían sido sus amigos. Durante la década de los cincuenta seguirá publicando más libros de poemas: “La luz del día” y “Tratado político”.   A partir de 1960 obtiene por fin su visado a los Estados Unidos al lograr una invitación como profesor de lenguas y literaturas eslavas en la Universidad de Berkeley. Para Milosz, América – a la que llegó a definir  como un cúmulo de contradicciones-, era, sobre todo, Walt Whitman, el gran bardo americano con el que iba a compartir su visión panorámica del mundo. “En él se cumple -escribió en cierta ocasión- la fórmula de la poesía entendida como totalidad de lo real. Conforme a esta fórmula, la poesía debe ser como un río caudaloso, un río que lo arrastra todo: arena, ramas, troncos de árboles y, por supuesto, pepitas de oro. Ahí radica la grandeza de Walt Whitman”. Aparecen en esta década cuatro libros de poesía que representan un cambio respecto a la poética anterior: el más importante de ellos, “Ciudad sin nombre”, 1969. La poesía social pasa a un segundo plano para dejar paso una obra lírica más reflexiva en donde se pregunta por la finalidad de la poesía, por los ideales humanos o por el sentido de la muerte. En los años setenta publica un único libro de poemas, pero que resulta de una importancia capital en su obra: “Desde donde el sol sale hasta donde se pone”. Al mismo tiempo imparte cursos sobre la obra de Dostoyevski, cuya influencia va a estar presente tanto en su reflexión sobre el bien y el mal y la responsabilidad moral del hombre como en la multiplicidad de voces con que va a acompañar su poesía. Comienza entonces la época de mayor plenitud en la carrera del poeta, culminada con la obtención del premio nobel de literatura en el año 1980. La nueva apertura de Polonía, tras la aparición  del sindicato “Solidaridad”, le permite regresar a su país, lo que provocará un nuevo giro en su poesía, ahora centrada en la memoria y en la imposibilidad de evocar las cosas con la fidelidad con que se sucedieron. La traducción durante esta época de algunos libros bíblicos va a tener influjo en sus nuevos poemas, así como la obra esotérica de Swebendorg, William Black o Simone Weil. En el año 2000 publica el volumen “Esto”, poesía cuyo tono abandona el lirismo de obras anteriores para partir a la búsqueda de un lenguaje más depurado y esencial. Especial trascendencia para su vida personal tendrá la muerte de su segunda mujer, Carol Thigpen, que desencadena la escritura del largo poema Orfeo y Eurídice. En 2006, dos años después de su fallecimiento, producido el 14 de agosto de 2004, aparece su libro póstumo “últimos poemas”, la mayoría de ellos compuestos durante los últimos meses de vida. Libro testamentario en donde da un repaso a la totalidad de su vida y obra con la lucidez y la ecuanimidad que otorga el estar en el último tramo del camino, al borde de una frontera que le permite volver a plantearse las grandes interrogaciones metafísicas y religiosas que siempre acompañaron su poesía. (La traducción de los poemas aquí seleccionados se le debe a Xavier Farré. Son poemas  que pertenecen a sus libros de la década de los ochenta y noventa:  "Tierra lejana", "La otra orilla" y "Esto")



ESTO

 
Si pudiera finalmente decir qué se halla en mí.

Gritar: gente, os he mentido

Al decir que no se encuentra en mí,

Cuando esto está aquí siempre, día y noche.

Aunque precisamente gracias a esto

Pude describir vuestras inflamables ciudades,

Vuestros amores breves y los juegos que se convierten en carcoma,

Los pendientes, espejos, un tirante que se desliza,

Escenas en dormitorios y en campos de batalla.

 

Escribir era para mí una estrategia defensiva

Para borrar las huellas, porque nadie quiere

A quien desea alcanzar lo prohibido.

 

Apelo a la ayuda de los ríos donde nadaba, de los lagos

Con una pasarela entre los juncos, del valle

Donde la luz del crepúsculo acompaña el eco de una canción,

Y confieso que mis loas extáticas de la existencia

Podían ser sólo ejercicios de un estilo elevado,

Y por debajo estaba ESTO que voy a intentar nombrar.

 

Esto se parece al pensamiento de un vagabundo cuando avanza por una ciudad extraña y helada.

 

Y se parece al momento, cuando un judío acorralado, ve acercarse los pesados cascos de los soldados alemanes.

 

Esto es cuando el hijo del rey va a la ciudad y ve el mundo real: miseria, enfermedad, vejez y muerte.

 

Esto también se puede comparar a las facciones inmóviles de alguien que ha comprendido que ha sido abandonado para siempre.

 

O a las palabras del médico sobre una sentencia irrevocable.

 

Porque ESTO  significa topar con un muro de piedra

Y entender que ese muro no cederá ante nuestros ruegos.

                 (de “Esto”)

 


 

FRAGUA

 
Me gustaban los fuelles movidos por una cuerda.

Quizás por una mano, o un pedal, no lo sé.

¡Pero aquel soplar, el fuego candente!

Y un trozo de hierro en el fuego, sujeto a unas tenazas,

Rojo, ya blando, listo para el yunque,

Golpeado con un martillo, encorvado en herradura,

Echado a un cubo de agua, un silbido y vapor.

Y los caballos, atados, que iban a herrar,

Con sus crines al aire, y en la hierba cerca del río

Rejas de arado, patines de trineo, rastrillos para arreglar.

 

En la entrada siento la era con mis pies desnudos.

Salen ráfagas ardientes; detrás de mí, las nubes.

Y miro, miro. Para esto he sido llamado:

      Para loar las cosas por el hecho de que existen.

             (de “Regiones lejanas”)

 

 

 

LINNAEUS

Nació en 1701, a la 1 de la madrugada, el 23 de mayo, cuando la primavera estaba en pleno florecimiento y cuco acababa de anunciar la llegada del verano

                           De su biografía

 

Jóvenes hojas verdes. Un cuco. Eco.

A las cuatro de la mañana levantarse y correr hacia el río

Que humea, terso, a la salida del sol.

Se abre una puerta, corren los caballos,

Las golondrinas pasan volando, chapotean los peces.

¿No habremos empezado con un exceso de brillos

Y de llamadas, de persecuciones, de gorjeos?

Vivíamos cada día en el himno, en la embriaguez,

Sin encontrar palabras, ya que aquello era excesivo.

 

Fue uno de nosotros, feliz en la infancia.

Salía con su bote de botánica para recoger

Y poner nombre, como Adán en el jardín,

Que expulsado demasiado temprano, no acabó su obra.

Desde entonces, la Naturaleza espera los nombres:

En los prados cerca de Uppsala, blanca, en el crepúsculo

Huele la platanthera, a la que denominó bifolia.

Un turdus canta en un abeto, ¿pero es musicus?

Será todavía un tema de disputas.

Y un enérgico pajarillo hizo reír al botanista,

Para siempre será Troglodytes troglodytes L..

 

Clasificó la Naturaleza en un sistema de tres reinos:

Animale. Vegetale. Minerale.

Los dividió: clase, orden, género, especie.

“!Cuán diversas son tus obras, oh Jehová!”

Cantaba con el salmista. El orden, el número, la simetría

Son en todos los lugares, el clavicémbalo y el violín

Tocan en su loor, y lo escande un hexámetro latino.

 

Desde entonces tuvimos la lengua de la admiración: los atlas,

Un tulipán con un oscuro interior misterioso,

Las anémonas de Laponia, un nenúfar, un lirio

Pintado con un pincel minucioso,

Y un pájaro en el follaje, pardo y azul,

Nunca alza el vuelo, fijado en la página

Con una doble indicación ornada.

 

Le estábamos agradecidos. En las tardes familiares

Contemplábamos los colores a la luz del quinqué

Con una pantalla verde, y todo lo que en la tierra

Era inalcanzable, excesivo, pasaba y desaparecía,

Aquí lo podíamos amar, sin conocer la pérdida.

 

Que su alquería, su invernadero, su jardín

En el que cultivaba plantas de ultramar,

Sean bendecidos con una existencia

Tranquila y apacible. A China y a Japón,

América, Australia los veleros llevaban

A sus discípulos y volvían con regalos:

Semillas y dibujos. Y yo, que soy un viajero

Y un recolector de formas visibles en este amargo

Siglo sin armonía, les tengo envidia y les rindo

Este homenaje con un poema similar a una oda clásica.

                 (de “Regiones lejanas”)

 

 

 

REGIONES LEJANAS

 
¿Querrías saber cómo es en la vejez?

Claro que no se sabe mucho de ese país

Hasta que llegamos, sin derecho a  volver.

 

1.Miré alrededor. Que a otros les ocurriera,

Lo podía entender, pero ¿por qué a mí?

¿Qué tenemos en común? Con arrugas, canosos,

Avanzan con el bastón, no les espera nadie.

¿Me verá también así una chica joven

Aunque yo me vea diferente en el espejo?

 

2.Y la paz, ¿dónde está? Arrastrado en contra de mi voluntad,

Con miedo de que en seguida me abandone,

Él, que embellece cada día con colores,

Puso aceite en mis músculos y me sugería palabras.

Nunca antes Eros se había mostrado tan autoritario

Ni la tierra de las nuevas generaciones tan eterna.

 

3.Soy ridículo, con todo este morir mío.

La flaqueza de las piernas, el latir del corazón, es difícil ir cuesta arriba.

Yo, al lado de mi cuerpo insumiso,

Con la mente clara, como en un nido de montaña.

Y no obstante humillado por el asma,

Vencido por la pérdida del cabello y de los dientes.

 

4.He adquirido sabiduría, bebo un vino añejo,

La verdad sobre mí mismo y la verdad sobre los otros.

Alguna vez me desesperé, y no valía la pena.

Y que importa si era inseguro y lisiado.

Mejor o peor, se ha cumplido la vida

Y un jardín de indulgencia nos ha reunido a todos.

 

5.No quisiera volver a ser joven, aunque los envidio.

Ni siquiera saben lo felices que son.

Deberían saludar la salida del sol con un himno,

Cada día componer un canto de los cantos.

Pero no podría liberarme de mí mismo,

Volvería a embrollarme en mi destino y en mis genes.

Es mejor que esta miseria nos sea dada una sola vez.

 

6.¿Y si se cumpliera lo que imploro?

“!Daría media vida!”

Y después se cumple. Por amargura y compasión.

¡Mortales! No imploréis. Seréis escuchados.

 

7.Visito unas regiones hasta ahora inexploradas

De las que los doctos libros no dicen nada.

Un árbol de mil años dura tan sólo un día.

Una mariposa se detiene en el aire para siempre.

Una pequeña romana en el atrio reluce y se apaga.

En un oscuro viraje del tiempo sin fechas.

Qué ridículos, divididos en dos tribus:

Las mujeres conociendo las cómicas vergüenzas de los hombres,

Los hombres conociendo las cómicas vergüenzas de las mujeres.

Bajo los pies de los paseantes, los reyes, insectos secos.

Rue de la Vrillière, real mientras vivía Kot Jelenski.

Una vez me dijo: “Te llevaré hasta la tumba de Cleopatra”,

Y me la mostró: “Es aquí”, estábamos en el Pasaje Vivienne.

 

(Según una obstinada leyenda parisina, Napoleón trajo de Egipto la momia de Cleopatra y al no saber qué hacer con ella, la enterraron en lo que es actualmenteel Pasaje Vivienne.)

 

8.Mawet, mors, mirtis, thanatos, smrt.

Así termina el estado de posesión,

Todo aquello que solíamos decir: mío.

Así termina el estado del pensamiento.

Un frío absoluto. ¿Cómo voy a pasar este umbral?

Busco lo que se opone con más fuerza a smrt.

Y pienso que la música. La música barroca.

 

9.-De ti quedará la poesía. Fuiste un gran poeta.

-Pero en realidad sólo he conocido una persecución.

Como entonces, cuando el parpar, los graznidos de las aves en la granja me despertaron

Y el deslumbrante sol me llamó  a correr

Descalzo por una senda de mantillo aún húmeda.

Pasados los años, ¿no es lo mismo cuando cada

Mañana me levantaba sabiendo que tenía mucho por descubrir

En los territorios boscosos que sabe dibujar la pluma,

Y que alcanzaría su núcleo donde todo sería real?

Pero siempre con la esperanza que sería al día siguiente.

 

10.-De ti quedará la poesía. Algo de ella perdurará.

Es posible, pero no es un gran consuelo.

Quien iba a pensar que el único remedio para la tristeza

Acabaría siendo acre y apenas efectivo.

 

11. “Voy disfrazada de mujer vieja y obesa”,

Escribió Anna Kamienska poco antes de m orir.

Si, lo sé. Somos una volátil llama

No identificables con una olla de arcilla. Escribamos pues con su mano:

“Lentamente abandono mi cuerpo”.

 

(Aparecen dos poetas de diecisiete años.

Una es ella. Todavía van a la escuela.

Vienen de Lublin para ver al maestro. Es decir, a mí.

Estamos en una casa de Varsovia, con vistas al campo.

Yanka sirve el té. Educadamente, mascamos galletas.

No les digo que al lado, en un terreno abandonado, yacen unos fusilados.)

 

12.Preferiría poder decir: “Estoy saciado.

He conocido todo lo que había por conocer en esta vida”.

Pero soy como alguien que corre tímidamente la cortina

Para observar una fiesta para él incomprensible.

              (de “regiones lejanas”)

 

 

 

 DOS POEMAS

Los poemas que aquí presento se contradicen mutuamente. El primero renuncia a profundizar en los problemas que desde hace siglos atormentan las mentes de los teólogos y los filósofos, elige un momento y la belleza de la tierra observada desde una de las islas en el mar Caribe. El segundo, todo lo contrario, muestra enojo porque la gente no quiere recordar y vive como si nada, como el horror no acechara justo debajo de la superficie de sus estructuras sociales.

Yo mismo sé que la armonía en el mundo del primero esconde una gran aflicción y que es bastante más irónico de lo que parece. Mientras que el disentimiento del segundo procede del hecho que la ira es un estímulo mucho mayor que adentrarse en una disputa filosófica. Pero que sea así, que los dos poemas juntos sean una prueba de mis contradicciones, puesto que los juicios que expreso en ambos son igualmente míos.

 

UNA CONVERSACIÓN CON JEANNE

No te ocupes de la filosofía, Jeanne, déjalo.

Tantas palabras y papeles, quién lo puede soportar.

Te he dicho la vedad acerca de mi alejamiento.

No es que me preocupe demasiado mi deforme vida,

No es ni mejor ni peor que las usuales tragedias humanas.

 

Ya hace más de treinta años que dura nuestra disputa.

Como ahora, en una isla bajo un cielo de los trópicos.

Nos escapamos de un aguacero, un momento y el sol radiante,

Y enmudezco, cautivado por la esencia esmeraldina de las hojas.

 

Nos zambullimos en la espuma en la línea del oleaje,

Nadamos lejos, donde el horizonte se enmaraña con los plátanos,

Con los emplumados molinos de las palmeras.

Y se me acusa de no haber estado a la altura de mi obra,

De no exigirme, tal como pudo haberme enseñado Jaspers,

De que flaquea mi desprecio por cualquier opinión de nuestra época.

 

Me meto en una ola y miro las nubes.

 

Tienes razón, Jeanne, no sé cómo esforzarme por la salvación del alma,

Unos están llamados, otros se las arreglan como pueden.

Lo acepto, todo lo que me ha pasado ha sido justo.

No finjo la majestuosidad de una vejez juiciosa.

Intraducible a palabras, he habitado en el Ahora,

En las cosas de este mundo, que existen y por eso alegran:

La desnudez de las mujeres en la playa, los conos cobrizos de sus pechos,

El hibiscos, la allamanda, una azucena roja, absorberlo todo

Con los ojos, la boca, la lengua, el zumo de guayaba, el zumo de prune de Cythère

Ron con hielo y con sirope, lianas-orquídeas

En un bosque húmedo donde los árboles están sobre los zancos de las raíces.

 

La muerte, dices, la tuya y la mía, cada vez más cercana.

Y hemos sufrido y no nos bastó la pobre tierra.

 

La tierra violeta-negra de los huertos

Será aquí visible o no visible.

El mar, como hoy, seguirá respirando desde sus profundidades.

Empequeñeciéndome, desaparezco en la inmensidad, cada vez más libre.

                                        Diciembre de 1984, Guadalupe

 

 

POEMA PARA EL FINAL DE SIGLO

Cuando todo ya iba bien

Y había desaparecido el concepto de pecado,

Y la tierra estaba preparada

En paz universal

Para consumir y alegrarse

Sin fes ni utopías,

 

Yo, sin saber por qué,

Rodeado de libros

De profetas y teólogos,

De filósofos, poetas,

Buscaba la respuesta

Frunciendo el ceño, haciendo muecas,

Despertándome en mitad de la noche,

Gritando por la mañana.

 

Lo que me abatía tanto

Era vergonzoso.

Sería indelicado e imprudente

Hablar de todo esto,

Podría ser como atentado

A la salud de la humanidad.

 

Por desgracia, mi memoria

No quería abandonarme,

Y en ella, seres vivos,

Cada uno con su propio dolor,

Cada uno con su propia muerte,

Con su propio terror.

 

¿Y dónde está la inocencia

En las playas de un paraíso terrenal?

¿Dónde el cielo inmaculado

Sobre la iglesia de la higiene?

¿será porque aquello

Ocurrió hace mucho tiempo?

 

A un sabio piadoso,

-Dice una parábola árabe-

Dios le dijo con cierta malicia:

“Si le revelara a la gente

Que gran pecador eres,

No te harían elogios”.

 

-Y yo, si les revelara

Lo misericordioso que eres

-le contestó el piadoso-

Te despreciarían”.

 

¿A quién me tengo que dirigir

Con esta asunto tan oscuro

De dolor y de culpa a la vez

En la arquitectura del mundo,

Si aquí, ni abajo

Ni arriba en las alturas

No hay ninguna fuerza que derribe

La causa y el efecto?

 

No pensar, no recordar

La muerte en la cruz,

Aunque cada día muera

Él, el amado,

Que sin ninguna necesidad

Aceptó y consintió

Que lo que es existiera

Junto a los instrumentos de tortura.

 

Enigmático por completo

Incomprensiblemente confuso,

Mejor dejar de hablar.

No es ésta una lengua para la gente.

Una bendita felicidad.

La vendimia y la cosecha.

Aunque no a todos

Les ha sido dado el sosiego.

                                      Julio de 1990, Berkeley

 

 

SENTIDO

-Cuando muera, veré el forro del mundo.

La otra cara, tras el pájaro, la montaña y la puesta de sol.

El significado verdadero que reclama ser descifrado.

Lo que no encajaba, acabará encajando.

Lo que era incomprensible, será comprensible.

 

-¿Y si no existe ningún forro del mundo?

¿Y si el tordo en la rama no es ningún signo,

Sólo un tordo en la rama, y si el día y la noche

Se suceden sin parar mientes en el sentido,

Y no hay nada en la tierra, excepto esta tierra?

 

Si fuese así, quedaría sin embargo

Una palabra despertada por unos efímeros labios,

Y que corre, corre, mensajero incansable,

En los campos interestelares, en el torbellino galáctico,

Una palabra que protesta, apela, grita

               (de “Regiones lejanas”)

 

 

 

INFORME

Oh, Señor, quisiste hacer de mí un poeta, y ahora es el momento de hacer el informe.

 

Mi corazón está lleno de agradecimiento, aunque haya conocido el infortunio de este oficio.

 

Al practicarlo, llegamos a conocer demasiado sobre la extravagante naturaleza del hombre.

 

A quien cada día, cada hora, cada año le domina la fantasía.

 

La fantasía cuando construye fortalezas de arena y colecciona sellos y se admira a sí mismo en el espejo.

 

Y se concede la primacía en el deporte, en el poder y en el amor, y al atesorar dinero.

 

En la frontera, en la frágil frontera tras la que se extiende un país de quejas y de balbuceos.

 

Porque en cada uno de nosotros se agita un conejo loco y aúlla una manada de lobos hasta que tememos que otros lo vayan a oír.

 

De la fantasía surge la poesía, que reconoce su tara.

 

Aunque sólo al recordar los poemas que escribió su autor siente toda la vergüenza de la fantasía.

 

Y, con todo, no puede soportar otro poeta a su lado si sospecha que es mejor que él, y le envidia todos los elogios.

 

Dispuesto no sólo a matarlo, sino también a destrozarlo y a borrarlo de la faz de la tierra.

 

Hasta que quede él solo, magnánimo y benévolo con sus subordinados, que persiguen pequeñas fantasías.

 

Así ¿cómo puede ser que de unos inicios tan viles nazca la excelsitud de la palabra?

 

He acumulado libros de poetas de varios países, los tengo ahora conmigo y estoy asombrado.

 

Y es dulce pensar que fui su compañero en esta expedición que nunca se detiene, aunque transcurran los siglos.

 

Una expedición no del vellocino de oro de la forma perfecta, aunque necesaria como el amor.

 

Bajo presión del anhelo amoroso para llegar a la esencia del roble y de la cima montañosa, y de la avispa y de la flor de la capuchina.

 

Nos apoyamos fraternalmente, olvidando el daño, traduciéndonos unos a otros en otras lenguas, realmente miembros de una tripulación errante.

 

¿Cómo pues, no podría estar agradecido si pronto recibí la llamada y la incomprensible contradicción no me ha arrebatado el asombro?

 

A cada caída del sol renuncio a las dubitaciones de la noche y saludo el nuevo día de una valiosa fantasía.

              (De “A la orilla del río”)

 

 

 

 

BIOGRAFÍA DEL ARTISTA

 
¡Tanta culpa y tanta belleza!

Estos pasajes en el esplendor tranquilo

De principios de verano, al atardecer, estos ancones

De los lagos en el verdor, cuando para dar la bienvenida

Acuden mensajeros en vestidos azafranados

Y traen regalos, enormes bolas de luz.

O sus retratos. Quizás sólo la ternura

Sabe dirigir el pincel con tanto celo

A lo largo del párpado con un ojo dolorido,

Por los pliegues de los labios cerrados por el pesar.

¿Y cómo pudo? Sabiendo lo que sabemos

De su vida. Cada día consciente

Del daño que infligió. Creo que consciente.

No se preocupó por su alma prometida al infierno

Mientras su obra fuera clara y pura.

 

 

 

 

AÚN OTRA CONTRADICCIÓN

 
¿He cumplido lo que tenía que cumplir aquí en la tierra?

He sido un huésped en una casa bajo las nubes

Donde fluyen los ríos y se renueva el trigo.

¿Y qué, si fui llamado, si apenas era consciente de ello?

 

Si hubiese una próxima vez, buscaría antes la sabiduría.

No fingiría que puedo ser igual que los otros.

De esto sólo se consigue mal y dolor.

 

Haría renuncias, elegiría un destino en la obediencia.

Amasaría mis ojos de lobo y mi voraz garganta.

Viviría en un monasterio aéreo,

Con una vista a la resplandeciente ciudad abajo,

O a un arroyo con su puentecito y con viejos cedros,

Me entregaría a una sola tarea.

 

Que incluso entonces no podría llegar a cumplir.

           (De “A la orilla del río”)

 

 

 

 

ESTE MUNDO

 
Resulta que ha habido un malentendido.

Se tomó literalmente lo que era sólo una prueba.

Los ríos volverán a sus orígenes,

El viento dejará de dar vueltas.

Los árboles no brotarán y volverán  a sus raíces.

Los viejos correrán tras la pelota,

Se mirarán en el espejo y serán otra vez niños.

Los muertos se despertarán sin comprender.

Hasta que todo lo andado se desandará.

¡Qué alivio! Respirad, los que tanto habéis sufrido.

                (de “A la orilla del río”)

 

 

 

 

 

 DESCRIPCIÓN HONESTA CON UN VASO DE WHISKY, EN EL AEROPUERTO, DIGAMOS QUE EN MINNEAPOLIS

 
Mis oídos se pierden en las conversaciones, mis ojos se apagan, pero siguen siendo insaciables.

 

Veo sus piernas con minifaldas, con pantalones o con sinuosas faldas.

 

Las miro una a una por separado, miro sus muslos y sus nalgas, absorto, meciéndome en sueños pornográficos.

 

Viejo verde, es hora de ir a la tumba, no de jugar y divertirse como un joven.

 

Pero es siempre lo que he hecho, crear escenas de este mundo por orden de la imaginación erótica.

 

No es que desee a estas criaturas en concreto, lo deseo todo, y ellas son como señales de una unión extática.

 

No tengo la culpa de que hayamos sido moldeados de esta manera, mitad contemplación desinteresada, y mitad apetito.

 

Si voy al Cielo cuando muera, todo debería ser como aquí, sólo que liberado de estos torpes sentidos, de estos pesados huesos.

 

Convertido tan sólo en una mirada, seguiré absorbiendo las proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios, una calle parisina en junio, al alba, toda esta incomprensible abundancia, la incomprensible abundancia de las cosas visibles.

               (de “Esto”)

 

 
RECETA

 
Cualquier cosa excepto una confesión. Mi propia vida

Me ha importado tanto que me aliviaría

Si la explicara. Y me entenderían

Aquellos desdichados ¡son tantos! Que por las calles de las ciudades

Se tambalean, medio inconscientes o borrachos,

Enfermos de la lepra de la memoria y de la culpa de la existencia

Así pues, ¿qué me lo impide? ¿La vergüenza

De que mis preocupaciones no son lo suficiente ilustrativas?

¿O el espíritu de contradicción? Los lamentos están demasiado de moda,

Una infancia desgraciada, traumas y más cosas.

Incluso si madurara para una queja de Job,

Mejor sería callar, alabar el invariable

Orden de las cosas. No, es otra cosa

La que no me permite hablar. Quien sufre, debería

Ser verídico. ¡Sí, claro, con tantos disfraces,

Tantas comedias, tanta compasión por uno mismo!

La falsedad de los sentimientos se adivina por la falsedad de la frase.

 

Valoro en demasía el estilo como para arriesgarme.

                 (de “Esto”)

 

 

 

ESTÁ CLARO

 
Está claro que no he dicho lo que realmente pienso,

Porque los mortales merecen un respeto,

Y no se pueden revelar, ni de palabra ni de letra,

Los secretos de nuestra común miseria corporal.

Los vacilantes, débiles, inseguros, tienen una tarea asignada:

Elevarse dos centímetros sobre su propia cabeza

Y poder decir a alguien que está desesperado:

“Yo también me compadecía de esta manera”.

               (de “Esto”)

 

 

UNDE MALUM

 

De dónde proviene el mal?

Cómo que de dónde

 

Del hombre

Siempre del hombre

Y sólo del hombre

             TADEUSZ RÓZEWICZ

 

Señor Tadeusz, por desgracia

La buena naturaleza y el hombre malo

Son invento del romanticismo

Si fuese así

Podríamos soportarlo

De esta manera usted muestra la hondura

De su optimismo.

 

Basta con permitir al hombre

Exterminar a su especie

Y las salidas de sol inocentes tendrían lugar

Sobre la flora y la fauna liberadas

 

En los despoblados de las fábricas

Crecerán robledales

La sangre de un ciervo despedazado

Por un lobo no será vista por nadie

El azor caerá sobre la liebre

Sin testigos

 

Desaparecerá el mal del mundo

Cuando desaparezca la conciencia

 

Señor Tadeusz efectivamente

El mal (y el bien) provienen del hombre.

               (de “Esto”)

 

 

 

 

 

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