Czeslaw Milosz nace en Vilna (Lituania) el 30 de junio de 1911, en el seno de una familia de la alta burguesía polaca. Los distintos avatares por los que pasará Vilna a lo largo del siglo XX van a ser un espejo en el que se reflejará la ajetreada existencia de Milosz. En el momento en que nace el poeta, Lituania formaba parte del Imperio ruso; después de la Primera Guerra mundial la zona de Vilna se convertirá en uno de los focos culturales más importantes de Polonia, caerá luego bajo el dominio soviético tras concluir la segunda guerra mundial, para convertirse en Estado independiente cuando cayeron los regímenes comunistas que gobernaban Europa central. En ese mosaico de épocas y culturas diversas -donde coexistían idiomas como el polaco, el ruso, el yidish y el lituano-, fue donde Miolosz se crió: en una Lituania llena de leyendas y poesía que iba a alimentar su imaginación. A pesar de que sus orígenes y su condición viajera iban a propiciar el conocimiento de varias lenguas, y a pesar del largo exilio en el que vivió una buena parte de su vida, Milosz permaneció siempre fiel a su tradición y a la lengua polaca en la que escribiría la casi totalidad de su obra. “El idioma –escribió en “Abecedario”- es mi madre, de forma literal y metafórica. Con seguridad es también mi casa, con la que vago por todo el mundo”. Milosz se estrenó como poeta en la década de los 30 con un par de libros que explotaban la veta más irracional y visionaria de la poesía polaca, en contacto con las vanguardias europeas: “Tres inviernos” (1933) y “Poema sobre el tiempo congelado” (1936), libro este último que le valió en 1934 una beca para estudiar en Francia. Antes se había licenciado en derecho y durante algún tiempo trabajó como pasante en un bufete de abogados. Luego comenzó su carrera de funcionario trabajando en las oficinas de radio Polonia entre 1935 y 1939. El estallido de la segunda guerra mundial le lleva a Varsovia, donde es testigo de la ocupación alemana y el levantamiento del gueto judío. En esta ciudad se moverá en la clandestinidad ofreciendo su apoyo a los perseguidos por el régimen nazi. Al finalizar la guerra, abandona una Varsovia devastada para irse a vivir a Cracovia, donde publica “Salvación” (1945), poesía de carácter realista que trata de convertirse en denuncia de una época de barbarie y deshumanización. Después de Salvación (1945), se inicia una época de poesía más social, de acerada denuncia a través de la ironía. Durante la ocupación de Varsovia, Milosz traduce "La tierra baldía" de T.S. Eliot, poema que ejercerá una gran influencia en el autor. Harto de la imagen de una Polonia desolada tras haber sido tomada por el ejército soviético, Milosz busca una vía de escape que lo aleje de su país y por fin encuentra un trabajo, en el año 1946, como agregado cultural en la Embajada de la república popular de Polonia en Washington. En 1950 Milosz es destinado a Francia, como primer secretario de la embajada polaca en París, pero en diciembre de ese mismo año le retiran al pasaporte cuando decide volver a Varsovia. En 1951, de nuevo en Francia, empieza su largo exilio, que iba a durar treinta años. Tras vislumbrar en Varsovia la faz bárbara del estalinismo, rompe con el Gobierno de su país y pide asilo en Francia. Quiere regresar a Estados Unidos, donde ha dejado a su familia, pero una trama urdida a su alrededor para desacreditarle como topo soviético ante el gobierno de los Estados Unidos convierte la obtención del visado en un trámite kafkiano que iba a demorarse durante diez años. Durante esta década va a malvivir en una Francia difícil y desocupada, ganándose la vida a duras penas con colaboraciones esporádicas para algunas revistas del exilio. Allí traba amistad con Albert Camus, que a la sazón estaba siendo acosado por una campaña de denigración orquestada por Jean Paul Sartre desde la revista “Les temps Modernes”, purgando por el pecado de no querer doblegarse a la línea antipiimperialista que dictaba escribir en contra de los Estados Unidos para alinearse con la Unión Soviética. Fue Camus quien facilitó desde la editorial Gallimard, de la que era asesor, la publicación de sus novelas “El poder cambia de manos” y “El valle de Issa”, además de su libro de ensayo “El pensamiento cautivo”, denuncia –este último libro- de la mentalidad intelectual bajo el estalinismo, que hace del artista un títere desde el momento en que coloca su talento al servicio del poder. “Cuando me entregué a la escritura del pensamiento cautivo –comentó Milosz más tarde- sentía con fuerza que estaba haciendo algo incorrecto, que estaba violando las reglas del juego aceptado por todos, incluso más, que me estaba adentrando en el espacio sagrado para blasfemar”. Esta audacia suya por denunciar los tejemanejes del totalitarismo en su propio país le costó la desgracia de ser señalado como un enemigo del pueblo por escritores polacos que hasta entonces habían sido sus amigos. Durante la década de los cincuenta seguirá publicando más libros de poemas: “La luz del día” y “Tratado político”. A partir de 1960 obtiene por fin su visado a los Estados Unidos al lograr una invitación como profesor de lenguas y literaturas eslavas en la Universidad de Berkeley. Para Milosz, América – a la que llegó a definir como un cúmulo de contradicciones-, era, sobre todo, Walt Whitman, el gran bardo americano con el que iba a compartir su visión panorámica del mundo. “En él se cumple -escribió en cierta ocasión- la fórmula de la poesía entendida como totalidad de lo real. Conforme a esta fórmula, la poesía debe ser como un río caudaloso, un río que lo arrastra todo: arena, ramas, troncos de árboles y, por supuesto, pepitas de oro. Ahí radica la grandeza de Walt Whitman”. Aparecen en esta década cuatro libros de poesía que representan un cambio respecto a la poética anterior: el más importante de ellos, “Ciudad sin nombre”, 1969. La poesía social pasa a un segundo plano para dejar paso una obra lírica más reflexiva en donde se pregunta por la finalidad de la poesía, por los ideales humanos o por el sentido de la muerte. En los años setenta publica un único libro de poemas, pero que resulta de una importancia capital en su obra: “Desde donde el sol sale hasta donde se pone”. Al mismo tiempo imparte cursos sobre la obra de Dostoyevski, cuya influencia va a estar presente tanto en su reflexión sobre el bien y el mal y la responsabilidad moral del hombre como en la multiplicidad de voces con que va a acompañar su poesía. Comienza entonces la época de mayor plenitud en la carrera del poeta, culminada con la obtención del premio nobel de literatura en el año 1980. La nueva apertura de Polonía, tras la aparición del sindicato “Solidaridad”, le permite regresar a su país, lo que provocará un nuevo giro en su poesía, ahora centrada en la memoria y en la imposibilidad de evocar las cosas con la fidelidad con que se sucedieron. La traducción durante esta época de algunos libros bíblicos va a tener influjo en sus nuevos poemas, así como la obra esotérica de Swebendorg, William Black o Simone Weil. En el año 2000 publica el volumen “Esto”, poesía cuyo tono abandona el lirismo de obras anteriores para partir a la búsqueda de un lenguaje más depurado y esencial. Especial trascendencia para su vida personal tendrá la muerte de su segunda mujer, Carol Thigpen, que desencadena la escritura del largo poema Orfeo y Eurídice. En 2006, dos años después de su fallecimiento, producido el 14 de agosto de 2004, aparece su libro póstumo “últimos poemas”, la mayoría de ellos compuestos durante los últimos meses de vida. Libro testamentario en donde da un repaso a la totalidad de su vida y obra con la lucidez y la ecuanimidad que otorga el estar en el último tramo del camino, al borde de una frontera que le permite volver a plantearse las grandes interrogaciones metafísicas y religiosas que siempre acompañaron su poesía. (La traducción de los poemas aquí seleccionados se le debe a Xavier Farré. Son poemas que pertenecen a sus libros de la década de los ochenta y noventa: "Tierra lejana", "La otra orilla" y "Esto")
ESTO
Si pudiera finalmente decir qué se halla en mí.
Gritar: gente, os he mentido
Al decir que no se encuentra en mí,
Cuando esto está aquí siempre, día y noche.
Aunque precisamente gracias a esto
Pude describir vuestras inflamables ciudades,
Vuestros amores breves y los juegos que se convierten en
carcoma,
Los pendientes, espejos, un tirante que se desliza,
Escenas en dormitorios y en campos de batalla.
Escribir era para mí una estrategia defensiva
Para borrar las huellas, porque nadie quiere
A quien desea alcanzar lo prohibido.
Apelo a la ayuda de los ríos donde nadaba, de los lagos
Con una pasarela entre los juncos, del valle
Donde la luz del crepúsculo acompaña el eco de una canción,
Y confieso que mis loas extáticas de la existencia
Podían ser sólo ejercicios de un estilo elevado,
Y por debajo estaba ESTO que voy a intentar nombrar.
Esto se parece al pensamiento de un vagabundo cuando avanza
por una ciudad extraña y helada.
Y se parece al momento, cuando un judío acorralado, ve
acercarse los pesados cascos de los soldados alemanes.
Esto es cuando el hijo del rey va a la ciudad y ve el mundo
real: miseria, enfermedad, vejez y muerte.
Esto también se puede comparar a las facciones inmóviles de
alguien que ha comprendido que ha sido abandonado para siempre.
O a las palabras del médico sobre una sentencia irrevocable.
Porque ESTO significa
topar con un muro de piedra
Y entender que ese muro no cederá ante nuestros ruegos.
(de “Esto”)
FRAGUA
Quizás por una mano, o un pedal, no lo sé.
¡Pero aquel soplar, el fuego candente!
Y un trozo de hierro en el fuego, sujeto a unas tenazas,
Rojo, ya blando, listo para el yunque,
Golpeado con un martillo, encorvado en herradura,
Echado a un cubo de agua, un silbido y vapor.
Y los caballos, atados, que iban a herrar,
Con sus crines al aire, y en la hierba cerca del río
Rejas de arado, patines de trineo, rastrillos para arreglar.
En la entrada siento la era con mis pies desnudos.
Salen ráfagas ardientes; detrás de mí, las nubes.
Y miro, miro. Para esto he sido llamado:
Para loar las
cosas por el hecho de que existen.
(de “Regiones
lejanas”)
LINNAEUS
Nació en 1701, a la 1
de la madrugada, el 23 de mayo, cuando la primavera estaba en pleno
florecimiento y cuco acababa de anunciar la llegada del verano
De su biografía
Jóvenes hojas verdes. Un cuco. Eco.
A las cuatro de la mañana levantarse y correr hacia el río
Que humea, terso, a la salida del sol.
Se abre una puerta, corren los caballos,
Las golondrinas pasan volando, chapotean los peces.
¿No habremos empezado con un exceso de brillos
Y de llamadas, de persecuciones, de gorjeos?
Vivíamos cada día en el himno, en la embriaguez,
Sin encontrar palabras, ya que aquello era excesivo.
Fue uno de nosotros, feliz en la infancia.
Salía con su bote de botánica para recoger
Y poner nombre, como Adán en el jardín,
Que expulsado demasiado temprano, no acabó su obra.
Desde entonces, la Naturaleza espera los nombres:
En los prados cerca de Uppsala, blanca, en el crepúsculo
Huele la platanthera,
a la que denominó bifolia.
Un turdus canta en
un abeto, ¿pero es musicus?
Será todavía un tema de disputas.
Y un enérgico pajarillo hizo reír al botanista,
Para siempre será Troglodytes troglodytes L..
Clasificó la Naturaleza en un sistema de tres reinos:
Animale. Vegetale.
Minerale.
Los dividió: clase, orden, género, especie.
“!Cuán diversas son tus obras, oh Jehová!”
Cantaba con el salmista. El orden, el número, la simetría
Son en todos los lugares, el clavicémbalo y el violín
Tocan en su loor, y lo escande un hexámetro latino.
Desde entonces tuvimos la lengua de la admiración: los atlas,
Un tulipán con un oscuro interior misterioso,
Las anémonas de Laponia, un nenúfar, un lirio
Pintado con un pincel minucioso,
Y un pájaro en el follaje, pardo y azul,
Nunca alza el vuelo, fijado en la página
Con una doble indicación ornada.
Le estábamos agradecidos. En las tardes familiares
Contemplábamos los colores a la luz del quinqué
Con una pantalla verde, y todo lo que en la tierra
Era inalcanzable, excesivo, pasaba y desaparecía,
Aquí lo podíamos amar, sin conocer la pérdida.
Que su alquería, su invernadero, su jardín
En el que cultivaba plantas de ultramar,
Sean bendecidos con una existencia
Tranquila y apacible. A China y a Japón,
América, Australia los veleros llevaban
A sus discípulos y volvían con regalos:
Semillas y dibujos. Y yo, que soy un viajero
Y un recolector de formas visibles en este amargo
Siglo sin armonía, les tengo envidia y les rindo
Este homenaje con un poema similar a una oda clásica.
(de “Regiones
lejanas”)
REGIONES LEJANAS
Claro que no se sabe mucho de ese país
Hasta que llegamos, sin derecho a volver.
1.Miré alrededor. Que a otros les ocurriera,
Lo podía entender, pero ¿por qué a mí?
¿Qué tenemos en común? Con arrugas, canosos,
Avanzan con el bastón, no les espera nadie.
¿Me verá también así una chica joven
Aunque yo me vea diferente en el espejo?
2.Y la paz, ¿dónde está? Arrastrado en contra de mi voluntad,
Con miedo de que en seguida me abandone,
Él, que embellece cada día con colores,
Puso aceite en mis músculos y me sugería palabras.
Nunca antes Eros se había mostrado tan autoritario
Ni la tierra de las nuevas generaciones tan eterna.
3.Soy ridículo, con todo este morir mío.
La flaqueza de las piernas, el latir del corazón, es difícil
ir cuesta arriba.
Yo, al lado de mi cuerpo insumiso,
Con la mente clara, como en un nido de montaña.
Y no obstante humillado por el asma,
Vencido por la pérdida del cabello y de los dientes.
4.He adquirido sabiduría, bebo un vino añejo,
La verdad sobre mí mismo y la verdad sobre los otros.
Alguna vez me desesperé, y no valía la pena.
Y que importa si era inseguro y lisiado.
Mejor o peor, se ha cumplido la vida
Y un jardín de indulgencia nos ha reunido a todos.
5.No quisiera volver a ser joven, aunque los envidio.
Ni siquiera saben lo felices que son.
Deberían saludar la salida del sol con un himno,
Cada día componer un canto de los cantos.
Pero no podría liberarme de mí mismo,
Volvería a embrollarme en mi destino y en mis genes.
Es mejor que esta miseria nos sea dada una sola vez.
6.¿Y si se cumpliera lo que imploro?
“!Daría media vida!”
Y después se cumple. Por amargura y compasión.
¡Mortales! No imploréis. Seréis escuchados.
7.Visito unas regiones hasta ahora inexploradas
De las que los doctos libros no dicen nada.
Un árbol de mil años dura tan sólo un día.
Una mariposa se detiene en el aire para siempre.
Una pequeña romana en el atrio reluce y se apaga.
En un oscuro viraje del tiempo sin fechas.
Qué ridículos, divididos en dos tribus:
Las mujeres conociendo las cómicas vergüenzas de los hombres,
Los hombres conociendo las cómicas vergüenzas de las mujeres.
Bajo los pies de los paseantes, los reyes, insectos secos.
Rue de la Vrillière, real mientras vivía Kot Jelenski.
Una vez me dijo: “Te llevaré hasta la tumba de Cleopatra”,
Y me la mostró: “Es aquí”, estábamos en el Pasaje Vivienne.
(Según una
obstinada leyenda parisina, Napoleón trajo de Egipto la momia de Cleopatra y al no saber qué hacer con ella, la enterraron en
lo que es actualmenteel Pasaje Vivienne.)
8.Mawet,
mors, mirtis, thanatos, smrt.
Así termina el estado de posesión,
Todo aquello que solíamos decir: mío.
Así termina el estado del
pensamiento.
Un frío absoluto. ¿Cómo voy a pasar
este umbral?
Busco lo que se opone con más fuerza
a smrt.
Y pienso que la música. La música
barroca.
9.-De ti quedará la poesía. Fuiste un
gran poeta.
-Pero en realidad sólo he conocido
una persecución.
Como entonces, cuando el parpar, los
graznidos de las aves en la granja me despertaron
Y el deslumbrante sol me llamó a correr
Descalzo por una senda de mantillo
aún húmeda.
Pasados los años, ¿no es lo mismo
cuando cada
Mañana me levantaba sabiendo que
tenía mucho por descubrir
En los territorios boscosos que sabe
dibujar la pluma,
Y que alcanzaría su núcleo donde todo
sería real?
Pero siempre con la esperanza que
sería al día siguiente.
10.-De ti quedará la poesía. Algo de
ella perdurará.
Es posible, pero no es un gran
consuelo.
Quien iba a pensar que el único
remedio para la tristeza
Acabaría siendo acre y apenas
efectivo.
11. “Voy disfrazada de mujer vieja y
obesa”,
Escribió Anna Kamienska poco antes de
m orir.
Si, lo sé. Somos una volátil llama
No identificables con una olla de
arcilla. Escribamos pues con su mano:
“Lentamente abandono mi cuerpo”.
(Aparecen dos poetas de diecisiete
años.
Una es ella. Todavía van a la
escuela.
Vienen de Lublin para ver al maestro.
Es decir, a mí.
Estamos en una casa de Varsovia, con
vistas al campo.
Yanka sirve el té. Educadamente,
mascamos galletas.
No les digo que al lado, en un
terreno abandonado, yacen unos fusilados.)
12.Preferiría poder decir: “Estoy
saciado.
He conocido todo lo que había por
conocer en esta vida”.
Pero soy como alguien que corre
tímidamente la cortina
Para observar una fiesta para él
incomprensible.
(de “regiones lejanas”)
Los poemas que aquí presento se contradicen mutuamente. El primero
renuncia a profundizar en los problemas que desde hace siglos atormentan las
mentes de los teólogos y los filósofos, elige un momento y la belleza de la
tierra observada desde una de las islas en el mar
Caribe. El segundo, todo lo contrario, muestra enojo porque la gente no quiere
recordar y vive como si nada, como el horror no acechara justo debajo de la
superficie de sus estructuras sociales.
Yo mismo sé que la armonía en el mundo del primero esconde una gran
aflicción y que es bastante más irónico de lo que parece. Mientras que el
disentimiento del segundo procede del hecho que la ira es un estímulo mucho
mayor que adentrarse en una disputa filosófica. Pero que sea así, que los dos
poemas juntos sean una prueba de mis contradicciones, puesto que los juicios
que expreso en ambos son igualmente míos.
UNA CONVERSACIÓN CON JEANNE
No te ocupes de la filosofía, Jeanne,
déjalo.
Tantas palabras y papeles, quién lo
puede soportar.
Te he dicho la vedad acerca de mi
alejamiento.
No es que me preocupe demasiado mi
deforme vida,
No es ni mejor ni peor que las
usuales tragedias humanas.
Ya hace más de treinta años que dura
nuestra disputa.
Como ahora, en una isla bajo un cielo
de los trópicos.
Nos escapamos de un aguacero, un
momento y el sol radiante,
Y enmudezco, cautivado por la esencia
esmeraldina de las hojas.
Nos zambullimos en la espuma en la
línea del oleaje,
Nadamos lejos, donde el horizonte se
enmaraña con los plátanos,
Con los emplumados molinos de las
palmeras.
Y se me acusa de no haber estado a la
altura de mi obra,
De no exigirme, tal como pudo haberme
enseñado Jaspers,
De que flaquea mi desprecio por
cualquier opinión de nuestra época.
Me meto en una ola y miro las nubes.
Tienes razón, Jeanne, no sé cómo
esforzarme por la salvación del alma,
Unos están llamados, otros se las
arreglan como pueden.
Lo acepto, todo lo que me ha pasado
ha sido justo.
No finjo la majestuosidad de una
vejez juiciosa.
Intraducible a palabras, he habitado
en el Ahora,
En las cosas de este mundo, que
existen y por eso alegran:
La desnudez de las mujeres en la
playa, los conos cobrizos de sus pechos,
El hibiscos, la allamanda, una
azucena roja, absorberlo todo
Con los ojos, la boca, la lengua, el
zumo de guayaba, el zumo de prune de
Cythère
Ron con hielo y con sirope, lianas-orquídeas
En un bosque húmedo donde los árboles están sobre los zancos de las
raíces.
La muerte, dices, la tuya y la mía,
cada vez más cercana.
Y hemos sufrido y no nos bastó la
pobre tierra.
La tierra violeta-negra de los
huertos
Será aquí visible o no visible.
El mar, como hoy, seguirá respirando
desde sus profundidades.
Empequeñeciéndome, desaparezco en la
inmensidad, cada vez más libre.
Diciembre de 1984, Guadalupe
POEMA PARA EL FINAL DE SIGLO
Cuando todo ya iba bien
Y había desaparecido el concepto de
pecado,
Y la tierra estaba preparada
En paz universal
Para consumir y alegrarse
Sin fes ni utopías,
Yo, sin saber por qué,
Rodeado de libros
De profetas y teólogos,
De filósofos, poetas,
Buscaba la respuesta
Frunciendo el ceño, haciendo muecas,
Despertándome en mitad de la noche,
Gritando por la mañana.
Lo que me abatía tanto
Era vergonzoso.
Sería indelicado e imprudente
Hablar de todo esto,
Podría ser como atentado
A la salud de la humanidad.
Por desgracia, mi memoria
No quería abandonarme,
Y en ella, seres vivos,
Cada uno con su propio dolor,
Cada uno con su propia muerte,
Con su propio terror.
¿Y dónde está la inocencia
En las playas de un paraíso terrenal?
¿Dónde el cielo inmaculado
Sobre la iglesia de la higiene?
¿será porque aquello
Ocurrió hace mucho tiempo?
A un sabio piadoso,
-Dice una parábola árabe-
Dios le dijo con cierta malicia:
“Si le revelara a la gente
Que gran pecador eres,
No te harían elogios”.
-Y yo, si les revelara
Lo misericordioso que eres
-le contestó el piadoso-
Te despreciarían”.
¿A quién me tengo que dirigir
Con esta asunto tan oscuro
De dolor y de culpa a la vez
En la arquitectura del mundo,
Si aquí, ni abajo
Ni arriba en las alturas
No hay ninguna fuerza que derribe
La causa y el efecto?
No pensar, no recordar
La muerte en la cruz,
Aunque cada día muera
Él, el amado,
Que sin ninguna necesidad
Aceptó y consintió
Que lo que es existiera
Junto a los instrumentos de tortura.
Enigmático por completo
Incomprensiblemente confuso,
Mejor dejar de hablar.
No es ésta una lengua para la gente.
Una bendita felicidad.
La vendimia y la cosecha.
Aunque no a todos
Les ha sido dado el sosiego.
Julio de 1990, Berkeley
SENTIDO
-Cuando muera, veré el forro del
mundo.
La otra cara, tras el pájaro, la
montaña y la puesta de sol.
El significado verdadero que reclama
ser descifrado.
Lo que no encajaba, acabará
encajando.
Lo que era incomprensible, será
comprensible.
-¿Y si no existe ningún forro del
mundo?
¿Y si el tordo en la rama no es
ningún signo,
Sólo un tordo en la rama, y si el día
y la noche
Se suceden sin parar mientes en el
sentido,
Y no hay nada en la tierra, excepto
esta tierra?
Si fuese así, quedaría sin embargo
Una palabra despertada por unos
efímeros labios,
Y que corre, corre, mensajero
incansable,
En los campos interestelares, en el
torbellino galáctico,
Una palabra que protesta, apela,
grita
(de “Regiones lejanas”)
INFORME
Oh, Señor, quisiste hacer de mí un
poeta, y ahora es el momento de hacer el informe.
Mi corazón está lleno de
agradecimiento, aunque haya conocido el infortunio de este oficio.
Al practicarlo, llegamos a conocer
demasiado sobre la extravagante naturaleza del hombre.
A quien cada día, cada hora, cada año
le domina la fantasía.
La fantasía cuando construye
fortalezas de arena y colecciona sellos y se admira a sí mismo en el espejo.
Y se concede la primacía en el
deporte, en el poder y en el amor, y al atesorar dinero.
En la frontera, en la frágil frontera
tras la que se extiende un país de quejas y de balbuceos.
Porque en cada uno de nosotros se
agita un conejo loco y aúlla una manada de lobos hasta que tememos que otros lo
vayan a oír.
De la fantasía surge la poesía, que
reconoce su tara.
Aunque sólo al recordar los poemas
que escribió su autor siente toda la vergüenza de la fantasía.
Y, con todo, no puede soportar otro
poeta a su lado si sospecha que es mejor que él, y le envidia todos los
elogios.
Dispuesto no sólo a matarlo, sino
también a destrozarlo y a borrarlo de la faz de la tierra.
Hasta que quede él solo, magnánimo y
benévolo con sus subordinados, que persiguen pequeñas fantasías.
Así ¿cómo puede ser que de unos
inicios tan viles nazca la excelsitud de la palabra?
He acumulado libros de poetas de varios
países, los tengo ahora conmigo y estoy asombrado.
Y es dulce pensar que fui su compañero
en esta expedición que nunca se detiene, aunque transcurran los siglos.
Una expedición no del vellocino de
oro de la forma perfecta, aunque necesaria como el amor.
Bajo presión del anhelo amoroso para
llegar a la esencia del roble y de la cima montañosa, y de la avispa y de la
flor de la capuchina.
Nos apoyamos fraternalmente,
olvidando el daño, traduciéndonos unos a otros en otras lenguas, realmente
miembros de una tripulación errante.
¿Cómo pues, no podría estar
agradecido si pronto recibí la llamada y la incomprensible contradicción no me
ha arrebatado el asombro?
A cada caída del sol renuncio a las
dubitaciones de la noche y saludo el nuevo día de una valiosa fantasía.
(De “A la orilla del río”)
BIOGRAFÍA DEL ARTISTA
¡Tanta culpa y tanta belleza!
Estos pasajes en el esplendor
tranquilo
De principios de verano, al
atardecer, estos ancones
De los lagos en el verdor, cuando
para dar la bienvenida
Acuden mensajeros en vestidos
azafranados
Y traen regalos, enormes bolas de
luz.
O sus retratos. Quizás sólo la
ternura
Sabe dirigir el pincel con tanto celo
A lo largo del párpado con un ojo
dolorido,
Por los pliegues de los labios
cerrados por el pesar.
¿Y cómo pudo? Sabiendo lo que sabemos
De su vida. Cada día consciente
Del daño que infligió. Creo que
consciente.
No se preocupó por su alma prometida
al infierno
Mientras su obra fuera clara y pura.
AÚN OTRA CONTRADICCIÓN
He sido un huésped en una casa bajo
las nubes
Donde fluyen los ríos y se renueva el
trigo.
¿Y qué, si fui llamado, si apenas era
consciente de ello?
Si hubiese una próxima vez, buscaría
antes la sabiduría.
No fingiría que puedo ser igual que
los otros.
De esto sólo se consigue mal y dolor.
Haría renuncias, elegiría un destino
en la obediencia.
Amasaría mis ojos de lobo y mi voraz
garganta.
Viviría en un monasterio aéreo,
Con una vista a la resplandeciente
ciudad abajo,
O a un arroyo con su puentecito y con
viejos cedros,
Me entregaría a una sola tarea.
Que incluso entonces no podría llegar
a cumplir.
(De “A la orilla del río”)
ESTE MUNDO
Se tomó literalmente lo que era sólo
una prueba.
Los ríos volverán a sus orígenes,
El viento dejará de dar vueltas.
Los árboles no brotarán y
volverán a sus raíces.
Los viejos correrán tras la pelota,
Se mirarán en el espejo y serán otra
vez niños.
Los muertos se despertarán sin
comprender.
Hasta que todo lo andado se
desandará.
¡Qué alivio! Respirad, los que tanto
habéis sufrido.
(de “A la orilla del río”)
Mis oídos se pierden en las conversaciones, mis ojos se
apagan, pero siguen siendo insaciables.
Veo sus piernas con minifaldas, con pantalones o con sinuosas
faldas.
Las miro una a una por separado, miro sus muslos y sus
nalgas, absorto, meciéndome en sueños pornográficos.
Viejo verde, es hora de ir a la tumba, no de jugar y
divertirse como un joven.
Pero es siempre lo que he hecho, crear escenas de este mundo
por orden de la imaginación erótica.
No es que desee a estas criaturas en concreto, lo deseo todo,
y ellas son como señales de una unión extática.
No tengo la culpa de que hayamos sido moldeados de esta
manera, mitad contemplación desinteresada, y mitad apetito.
Si voy al Cielo cuando muera, todo debería ser como aquí,
sólo que liberado de estos torpes sentidos, de estos pesados huesos.
Convertido tan sólo en una mirada, seguiré absorbiendo las
proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios, una calle parisina en
junio, al alba, toda esta incomprensible abundancia, la incomprensible
abundancia de las cosas visibles.
(de “Esto”)
Cualquier cosa excepto una confesión. Mi propia vida
Me ha importado tanto que me aliviaría
Si la explicara. Y me entenderían
Aquellos desdichados ¡son tantos! Que por las calles de las
ciudades
Se tambalean, medio inconscientes o borrachos,
Enfermos de la lepra de la memoria y de la culpa de la
existencia
Así pues, ¿qué me lo impide? ¿La vergüenza
De que mis preocupaciones no son lo suficiente ilustrativas?
¿O el espíritu de contradicción? Los lamentos están demasiado
de moda,
Una infancia desgraciada, traumas y más cosas.
Incluso si madurara para una queja de Job,
Mejor sería callar, alabar el invariable
Orden de las cosas. No, es otra cosa
La que no me permite hablar. Quien sufre, debería
Ser verídico. ¡Sí, claro, con tantos disfraces,
Tantas comedias, tanta compasión por uno mismo!
La falsedad de los sentimientos se adivina por la falsedad de
la frase.
Valoro en demasía el estilo como para arriesgarme.
(de “Esto”)
ESTÁ CLARO
Porque los mortales merecen un respeto,
Y no se pueden revelar, ni de palabra ni de letra,
Los secretos de nuestra común miseria corporal.
Los vacilantes, débiles, inseguros, tienen una tarea
asignada:
Elevarse dos centímetros sobre su propia cabeza
Y poder decir a alguien que está desesperado:
“Yo también me compadecía de esta manera”.
(de “Esto”)
UNDE MALUM
De dónde proviene el
mal?
Cómo que de dónde
Del hombre
Siempre del hombre
Y sólo del hombre
TADEUSZ RÓZEWICZ
Señor Tadeusz, por desgracia
La buena naturaleza y el hombre malo
Son invento del romanticismo
Si fuese así
Podríamos soportarlo
De esta manera usted muestra la hondura
De su optimismo.
Basta con permitir al hombre
Exterminar a su especie
Y las salidas de sol inocentes tendrían lugar
Sobre la flora y la fauna liberadas
En los despoblados de las fábricas
Crecerán robledales
La sangre de un ciervo despedazado
Por un lobo no será vista por nadie
El azor caerá sobre la liebre
Sin testigos
Desaparecerá el mal del mundo
Cuando desaparezca la conciencia
Señor Tadeusz efectivamente
El mal (y el bien) provienen del hombre.
(de “Esto”)
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