miércoles, 22 de enero de 2020

PENSAMIENTOS 24. Oscar Wilde (Más dura será la caída)


 
"De profundis” es uno de los más bellos títulos de la literatura. No se le ocurrió a Wilde, sino al editor que se encargó de publicarlo después de que cumpliera su condena a trabajos forzados en la cárcel de Reading. Este libro, además de ser un ejemplo de elegante prosa, resulta ser  el modo más directo de conocer al verdadero Wilde y todo lo que pensaba sobre el mundo mientras penaba su desgracia. Seguramente no hay ningún escritor célebre que haya caído desde tanta altura ni se haya arruinado tan súbitamente como él. “De profundis” narra los pormenores de esa caída y de la huella moral que dejó en Wilde: conmovió todo lo que pensaba hasta entonces y su manera de valorar las cosas. Éste fue el único libro que Wilde escribió en la cárcel y está escrito en forma de larga carta dirigida a su amante Alfred Douglas, llena de reproches  por haberle arruinado artísticamente. Según Wilde, su amistad sin ninguna afinidad le envileció espiritualmente y le volvió totalmente estéril e improductivo: durante los cuatro años que estuvieron juntos fue incapaz de escribir una sola línea. Y el delito del que le acusa se ve agravado por la consideración de que  pocos artistas, como Wilde, se habían consagrado a su arte en carne y alma: pocos encarnaron como él la fusión entre vida y arte. El recuerdo amargo de esta amistad le va a perseguir como una sombra hasta la prisión siguiéndole a todas partes. Nada va a rumiar más Wilde durante sus dos años de prisión que este amargo recuerdo, hasta en sus más mínimos detalles. El instrumento que llevó a Wilde a prisión fue a la vez su instrumento de penitencia y tortura.


Wilde había conocido al joven Alfred en 1891, cuando contaba 21 años: el escritor  le doblaba la edad. Juntos emprendieron una carrera desenfrenada tras el placer, que sumiría a Wilde en una verdadera ruina económica. Viajaron a Argel, a Italia, a Francia, se alojaron en hoteles suntuosos, comieron en los mejores restaurantes, frecuentaron costosos prostíbulos; cargó sobre sus espaldas cuantiosas deudas para prestar a su amante el dinero que dilapidaba. Alguna de sus correrías escandalizaron a la alta sociedad londinense y sus ecos llegaron a oídos del marqués de Queensburry, que intentó provocar a Wilde para que se alejara del hijo: lo buscaba por los restaurantes de Londres, iba a su casa para montarle escándalos, lo insultaba y le amenazaba. Finalmente, una nota dejada  por el padre en un club que frecuentaba Wilde, en la que le acusaba de sodomita, colmó su paciencia, y decidió llevarle a juicio. El marqués salió absuelto e inmediatamente se querelló contra el escritor en un proceso judicial de vuelta que acabó condenándole a dos años de trabajos forzados: por “cometer actos sumamente indecentes con otras personas del sexo masculino”. Sus obras dejaron de estrenarse, sus libros de imprimirse, sus amigos y la sociedad a la que había satirizado le dieron la espalda. Pero en “De profundis”, Wilde va desmenuzando los verdaderos motivos que le llevaron a la cárcel: el hacer de él un chivo expiatorio para desencadenar una guerra de odio entre padre e hijo. Cebado por el odio, Alfred sacó las cosas domésticas de su terreno y lo llevó a una esfera de dominio público donde el daño al padre pudiera tener más repercusión. El resultado fue el embargo de todas las posesiones de Wilde, el desprecio de la sociedad y el sufrimiento padecido durante sus dos años de prisión. Porque fue, sobre todo, el dolor, lo que acabó con la vida de Wilde. Pese al panegírico que hace de él en sus dos años de encierro, se puede decir que sucumbió a la pena, y que ya no volvió a recuperarse. “En prisión -escribe Wilde- el tiempo no avanza: gira. Se mueve en círculo bajo el eje del dolor en una “paralizadora inmovilidad de una vida regulada por una rutina inmutable, de suerte que comemos, bebemos, nos paseamos, dormimos  y rezamos conforme al inflexible dictado de un reglamento de hierro”.


No es extraño que el Wilde de la prisión tomase una postura próxima al cristianismo, dedicándose a ensalzar la humildad en un momento en que lo había perdido todo. De ella dijo en “De profundis”: es la más singular de todas las cosas: no es posible regalarla ni recibirla como un regalo. Para adquirirla es forzoso desposeerse de cuanto se posee. Y sólo sabe uno que la posee después de haberlo perdido todo”.  Desesperado por este dolor, se entrega también al arrepentimiento, pues era el único medio que tenía de deshacer el pasado o de consolarse de él. Siempre exaltado por la trascendencia del arte, veía en Cristo al precursor del movimiento romántico y en su imaginación ardiente el poder del artista y del poeta. El Wilde de la prisión todavía acariciaba grandes proyectos: pretendía mostrar en el plano artístico todo lo que el dolor le había enseñado; creía ser un hombre nuevo destinado a la regeneración del arte, sin saber que era ya un hombre moribundo que caminaba hacia su ruina. Para este nuevo Wilde, macerado por el sufrimiento, el dolor constituía la emoción más noble del hombre y la piedra de toque del gran arte. Creía haber descubierto en este sentimiento la clave de bóveda de todo el universo: “el misterio de la vida es el sufrir”. El mundo está hecho de dolor y sólo gracias a éste el hombre puede alcanzar el completo desarrollo de su perfección.


Para un escritor como Wilde, que tenía una repugnancia congénita a ver la vida en su amargura y su fealdad, este cambio en su forma de concebir el arte y el mundo tuvo que representar una dolorosa experiencia. Concebía la vida como una ingeniosa comedia y de golpe palpó en sus propias carnes su lado trágico. Con su propio ejemplo probaba que entre la gloria y la infamia sólo mediaba un paso. Y durante su estancia en la prisión de Reading debió llegar a esa comprensión de sabiduría que tenían los antiguos griegos, de que para hacer un juicio global sobre la prosperidad de la propia existencia, antes hay que aguardar  el momento de la muerte, pues la fortuna es caprichosa y se empeña a veces en cebarse con los más afortunados. En el momento en que conoce a Alfred Douglas, Wilde se halla en la cima de su gloria, gozando   una vida que él mismo califica de encantadora y maravillosa. Su mejor retrato de aquel momento de esplendor y del papel que llegó a representar en la escena artística de su tiempo nos lo ha legado el propio Wilde en uno los fragmentos de su carta. Su semblanza representa también la conciencia que el autor tenía de su caída y de los motivos de su descarrío.


“Yo era una encarnación del arte y la cultura de mi época. Los dioses me habían otorgado casi todos sus dones: poseía el genio, un nombre ilustre, una elevada posición social, la fama, el esplendor, la audacia intelectual. Yo he hecho del arte una filosofía y de la filosofía un arte;  yo he enseñado a los hombres a pensar de otra forma, y he dado otro color a las cosas. Cuanto yo decía o hacía asombraba a las gentes. Me apoderé del drama, la forma más objetiva que se conocer en el arte, y lo convertí en un modo de expresión tan personal como una poesía lírica o un soneto, y al mismo tiempo amplié su campo de acción y lo enriquecí en su psicología. Drama, novela, poesía en prosa y poesía en verso, cuanto yo toqué lo revestí de una belleza nueva. E incluso a la verdad le impuse el artificio y le di su carácter natural, e hice de ambos su imperio legítimo. Y mostré que la verdad y el artificio son únicamente unos aspectos intelectuales.


Para mí el arte fue una verdad superior y la vida una forma de la ficción. Desperté la imaginación de mi siglo, haciéndola envolverme en mitos y leyendas. Resumí en una frase todos los sistemas filosóficos, y toda la existencia en un epigrama. Y tenía además aún otras muchas cosas. Pero me dejé arrastrar a dilatados períodos de un bienestar sensual y vacío. Me divertí en ser un ocioso, un dandi, un árbitro de la elegancia. Me rodeé de caracteres pequeños y espíritus mezquinos. Dilapidé mi propio genio y encontré una alegría en arruinar una juventud que había de ser eterna. Cansado de pasear por las cumbres, descendí desde los libres senderos a los abismos, y me precipité en busca de nuevas sensaciones. Lo que para mí era la paradoja en el mundo del pensamiento, lo fue la perversidad en el de la pasión. Y por último el deseo se convirtió en enfermedad o en locura o en ambas cosas a un tiempo. Dejé de preocuparme en la vida de los demás y gocé donde se me antojó y seguí adelante.


Olvidé que las más íntima de las acciones cotidianas forma o destruye el carácter, y que, por lo tanto, algún día habremos de gritar desde el tejado lo hecho en el secreto de la alcoba. Perdí el dominio sobre mí mismo. Dejé de ser el piloto de mi alma sin advertirlo. En cambio, me dejé dominar por el placer, y vine a parar a esta tremenda vergüenza.” 


Esa tremenda vergüenza ya no lo abandonaría más. Salió de la cárcel dos años después, pero no volvería a escribir nada notable durante los tres años que le quedaban de vida; tampoco regresaría a su país. Llevó durante  algún tiempo una vida errante y solitaria en Francia, hasta que por fin se volvió a reunir en Nápoles con su antiguo amante, que también esta vez le provocó un perjuicio inmenso: su mujer, enojada por tamaña obstinación amorosa, dejó de pasarle la pensión, y su amigo acabó abandonándole, una vez que se gastó el poco dinero que le restaba de un patrimonio ya embargado. Pasó sus últimos años en Paris, sumido en la pobreza y ahogando sus penas en  alcohol, lo que acabó agravando un tumor cerebral contraído por un golpe que se diera en la prisión, todo un símbolo de su caída moral. André Gide, que lo había conocido en la capital francesa en los años de éxito y que destacaba su genio para la conversación muy por encima del talento desperdigado en su obra, lo describe en sus últimos encuentros  como una caricatura de sí mismo, incapaz ya de comunicar ese genio. En una ocasión le confesó que sólo había querido conocer el otro lado del jardín. Poco antes de morir en una sórdida pensión, adicto al alcohol y a la morfina, lanzó a un amigo su último sarcasmo: “voy a morir como he vivido, siempre por encima de mis medios”.

Los aforismos que se seleccionan aquí están entresacados de un libro titulado “Oscariana”, encargado a su mujer para que extrajera de sus libros todo el ingenio de sus frases. Se ha tratado de seleccionar aquí aquellas frases que contienen más gravedad. Como no era Wilde escritor a quien faltase el ingenio, otros preferirían algunas más frívolas y afortunadas que ya corren de boca en boca. Yo las desdeño, porque sería no tomarse a Wilde demasiado en serio. La frivolidad que ensayaba Wilde era tan sólo una máscara para poder reírse más a sus anchas de la superficialidad del mundo. Su virtud se sustentaba sin embargo en la profundidad; trataba de evitar la gravedad a través de su recurso al humor. He añadido a este compendio una selección de citas capturadas de su libro “De profundis”, ya que no aparecen recogidas en su libro “Oscariana”. Hay en esta larga carta una máxima que la atraviesa y que se repite como un “leit motiv”: “el mayor de los vicios es la ligereza; todo lo que llega hasta la conciencia es justo”. Es una máxima enigmática, que tiene algo de sapiencia socrática y que se aleja bastante de los moldes ingeniosos en los que Wilde vertía su pensamiento. Wilde la esgrimía para afear al amante la ligereza de su conducta y expresaba así su esperanza de que reconociese sus defectos y los enmendase. Pero también delata el anhelo que tenía Wilde por encontrar la verdad de la cosas, más allá de sus sarcasmos y sus paradojas: la conciencia de  honestidad. Pero también aquí incurre Wilde en la paradoja, pues lo paradójico estriba en que se considera a la ligereza como un defecto menor cuando es el mayor de los vicios. Es el defecto moral que afecta a la ignorancia, y que impide que se manifieste en los hombres la justicia. Con ello se señala que la búsqueda de la verdad entraña determinadas perfecciones morales. La corrección a la que se refiere con la justicia, es la corrección del conocimiento y de la verdad, pero también la corrección moral: la de uno consigo mismo y con los otros hombres. Quien ignora una determinada falta no incurre sólo en ignorancia: es culpable de cometer injusticia; con uno mismo, con los otros y con el mundo. A Wilde se le puede tachar de todo menos de frívolo. Era todo lo contrario. Borges, para desterrar un prejuicio, lo define como un ingenioso que tenía casi siempre razón. Si era un maestro en el arte del sarcasmo y la ironía, lo era porque su inteligencia penetraba el fondo de las cosas y enseguida descubría, como Heráclito, que las cosas envuelven en su seno la contradicción. Veía una contradicción entre el deseo que alentaban las personas y su choque con la realidad. Idealista de corazón, pero con los pies en el suelo, se daba cuenta de que la realidad imponía su ley a los deseos de los hombres. Todo este choque entre el ideal y la realidad le producía un desencanto que le revelaba la falsedad de los lugares comunes. La realidad le resultaba paradójica porque se encargaba ésta de desmentir las pretensiones del reino ideal. Lo que pretenden ser las cosas se revela contrario a lo que verdaderamente son, cuando se contrasta con la realidad o se hurga en su fondo. Para la mentalidad común, las penas y los amores superficiales duran menos que las penas y los amores profundos. No así para Wilde, que enseguida señala el error al descubrir que la plenitud de los últimos los destruye antes. Es por eso por lo que Wilde se valía de la paradoja: la usaba para atacar a la “doxa” y a su ingenuo modo de valorar las cosas. Acusaba a la opinión pública de no tener ideas, pues éstas no existen allí donde reina la apariencia. La superficie de las cosas nos presta un saber que muchas veces se revela falso y contradictorio en lo que  su fondo muestra, una vez buceamos en él. De ahí que a menudo se vea a Wilde arremetiendo contra los tópicos, lo lógico y la moral convencional. Su inmoralidad era la forma paradójica de la que se revestía para ejercer de moralista. Nada es nunca lo que parece y casi siempre acaba siendo lo contrario. “Sólo los modernos –dijo una vez- pasan de moda”. Son aquellos que se empeñan en acompasarse con la moda los que más dificultades encuentran para seguirla. El tiempo resulta inmisericorde para quienes bailan a su ritmo. Una vez dijo Wilde que para poner a prueba la realidad tenemos que verla en la cuerda floja: también para eso usaba la paradoja. Era su manera de colocar la superficie de las cosas balanceándose sobre el abismo de su fondo. Y entonces es cuando las cosas, con sus pretensiones de seriedad, se tambalean y se vuelven ridículas. Por eso muchas veces nos asalta el humor cuando leemos sus máximas, y si nos contenemos la risa es porque al mismo tiempo captamos la gravedad con  que vienen cargadas. La fuerza del sarcasmo radica en advertirnos que antes de ponernos a reír es necesario pensar. Que la realidad no es lo que aparenta. Que a veces da vuelcos y otras está invertida.  Toda comedia, para Wilde, escondía un origen o un destino trágico. Así también su vida: quiso ensayar una comedia y le salió tragedia.


 OSCARIANA


Lo único que sabemos sobre la naturaleza humana es que cambia.
*****
A través del arte, y sólo a través del arte, podemos alcanzar la perfección; a través del arte, y sólo a través del arte, podemos protegernos de los sórdidos peligros de la existencia real.
*****
No pagar las facturas es la única manera de perdurar en la memoria de las clases comerciales.
*****
Amarse a uno mismo es el comienzo de una historia de amor para toda la vida.
*****
Recomendar austeridad a los pobres es grotesco y ofensivo. Es como aconsejar a un hambriento que coma menos.
*****
En los viejos tiempos los libros los escribían los hombres de letras y los leía el público. Ahora los libros los escribe el público y no los lee nadie.
*****
Experiencia es el nombre que todo el mundo da a sus errores.
*****
La vida es terriblemente defectuosa en su aspecto formal. Las catástrofes se producen del modo equivocado y afectan a las personas equivocadas. Sus comedias tienen un horror grotesco y sus tragedias parecen culminar en una farsa. Es imposible conocerla y no salir herido. Todo dura poco o demasiado.
*****

Sólo una clase social piensa más en el dinero que los ricos y esos son los pobres. Los pobres no pueden pensar en nada más. Esa es la miseria de ser pobre.
*****
El hombre que se recrea en su pasado no merece tener futuro.
*****
Un mapa del mundo que no incluya Utopía no merece ni un vistazo, ya que excluye el único país en el que la humanidad siempre desembarca. Y cuando la humanidad arriba, mira hacia su alrededor y, si ve otro país mejor, se prepara para zarpar. El progreso es la realización sucesiva de utopías.
*****

La sociedad con frecuencia perdona al criminal, pero nunca perdona al soñador.
*****
La única manera de liberarse de una tentación es ceder a ella. Resiste y tu alma enfermará de anhelo por lo que ella misma se ha prohibido.
*****
Vivir es lo más raro del mundo. La mayoría de la gente se limita a existir.


*****

Cualquiera puede acompañar a un amigo en su sufrimiento, pero hay que ser muy buena persona para acompañarlo en sus éxitos.
*****
Las peores obras se hacen con las mejores intenciones.
*****
Es una pena que en la vida recibamos las lecciones cuando ya no nos hacen falta.
*****
En este mundo hay sólo dos tragedias. Una es no conseguir lo que uno quiere; otra es conseguirlo. Esta última es mucho peor, es una verdadera tragedia.
*****
El hecho de que un hombre muera por una idea no la convierte en verdadera.
*****
La verdadera perfección del hombre no reside en lo que tiene sino en lo que es.
*****
La gente habla mucho de la belleza de las confidencias. Parece desconocer por completo la belleza mucho más sutil de la duda. La convicción es aburrida; la duda es mucho más interesante. Estar en alerta es vivir; el adormecimiento de la certeza es la muerte.
*****
Siempre merece la pena formular una pregunta, aunque no siempre merezca la pena contestarla.
*****
Los ideales son peligrosos. Es mejor la realidad. Hiere, pero es mejor.


*****
Una sonrisa eterna es mucho más fatigosa que un ceño perpetuamente fruncido. La primera elimina todas las posibilidades, el segundo sugiere miles.
*****
Las personas que sólo aman una vez en la vida son muy superficiales. Lo que denominan lealtad y fidelidad yo lo llamo letargo derivado de la costumbre o la falta de imaginación.
*****
La verdad pocas veces es pura y nunca es simple. La vida moderna sería muy tediosa  si así fuera, y la literatura moderna resultaría imposible.
*****
Enseñamos a memorizar, pero no enseñamos a crecer.
*****
Es absurdo clasificar a las personas en buenas y malas. La gente es encantadora o aburrida.
*****
La única manera que una mujer tiene para llegar a reformar a un hombre es aburriéndolo hasta que éste pierda todo interés por la vida.
*****
Ser natural es ser obvio y ser obvio es ser poco artístico.
*****
No hay que hablar nunca de modo despectivo de la buena sociedad: sólo lo hace la gente que no tiene acceso a ella.
*****
Formar parte de la buena sociedad es un aburrimiento, pero no formar parte de ella es una tragedia.
*****
La conversación debería tratar de todo pero no debería concentrarse en nada.
*****
Las mujeres, tal como dijo un francés ingenioso, nos inspiran el deseo de realizar obras maestras y siempre nos impiden que las llevemos a cabo.
*****
Ser bueno es vivir en armonía con uno mismo. La disonancia se produce cuando nos vemos forzados a estar en armonía con los demás.
*****
Todo pensamiento es inmoral. Su misma esencia es la destrucción. Basta con pensar en una cosa para matarla; nada sobrevive al pensamiento.
*****
Es fácil persuadir a los demás; lo difícil es persuadirse a uno mismo.
*****
Una idea que no sea peligrosa no merece el nombre de idea.
*****
El deber es lo que esperamos de los demás, no lo que hacemos nosotros.
*****
La belleza posee tantos significados como estados de ánimo tiene el hombre. Es el símbolo de los símbolos. Lo revela todo porque no expresa nada. Cuando se muestra, nos muestra el mundo con vivos colores.
*****
Sólo las personas superficiales necesitan años para librarse de una emoción. Un hombre que es dueño de sí mismo pone fin a un pesar con tanta rapidez como inventa un placer.
*****
El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre o de una nación.
*****
En la moral y en la vida la imitación es un error.
*****
Es mucho más difícil hablar de una cosa que hacerla. En la esfera de la vida real es, sin duda, evidente. Cualquiera puede hacer historia, pero sólo un gran hombre es capaz de escribirla.
*****
Si viviéramos tiempo suficiente para ver el resultado de nuestros actos, bien podría suceder que aquellos que se consideran buenas personas se llenaran de terribles remordimientos y aquellos que el mundo considera malos se estremecieran de noble alegría. Todo lo que hacemos pasa por la gran máquina de la vida, que bien puede pulverizar nuestras virtudes y hacerlas inútiles, o transformar nuestros pecados en elementos de una nueva civilización más maravillosa y más espléndida que ninguna de las anteriores.
*****
Hay que absorber los colores de la vida, pero no hay que recordar nunca los detalles. Los detalles son siempre vulgares.
*****
El cinismo es solo el arte de ver las cosas como son en lugar de verlas como deberían ser.
Cada vez que se ama es la única vez que se ha amado. La diferencia de objeto no cambia la singularidad de la pasión, sólo la intensifica.
*****
La personalidad es una cosa muy misteriosa. No siempre se puede estimar a un hombre por lo que hace. Puede respetar la ley y, sin embargo, ser despreciable. Puede transgredir la ley y ser bueno. Puede ser malo sin haber hecho nunca nada malo. Puede pecar contra la sociedad y, a través de ese pecado, alcanzar su verdadera perfección.
*****
En la vida, en el mejor de los casos, sólo podemos tener una gran experiencia y el secreto de la vida es repetirla tanto como sea posible.
*****
En el mundo vulgar de los hechos, los malos no reciben castigo ni los buenos recompensa. El éxito llega a los fuertes y el fracaso recae sobre los débiles.
*****
La moralidad moderna consiste en aceptar lo establecido para la época. Considero que, para cualquier hombre de cultura, aceptar lo establecido para su época es una de las mayores inmoralidades.
*****
Una vida sólo se echa a perder cuando se detiene su crecimiento. Si quieres estropear una personalidad, basta con reformarla.
*****
Si un hombre trata la vida artísticamente, su cerebro es su corazón.
*****
El mundo se ha reído siempre de sus tragedias, ya que es la única manera de sobrellevarlas. Por ese motivo, lo que el mundo ha tratado en serio corresponde al lado cómico de las cosas.
*****
¡Cuánta importancia da la gente a la fidelidad! Incluso el amor es mera cuestión de fisiología. No tiene nada que ver con la voluntad. Los jóvenes quieren ser fieles y no lo son; los viejos quieren ser infieles y no pueden: eso es lo único que se puede decir sobre el asunto.
*****
Las personas fieles sólo conocen el lado banal del amor; sólo quien es infiel conoce sus tragedias.
*****
Los hombres pueden creer en lo imposible, pero no en lo improbable.
*****
La educación es algo admirable, pero es bueno recordar de vez en cuando que nada de lo que vale la pena saber puede enseñarse.
*****
Es un error creer, como hace mucha gente, que el rostro es el espejo del alma. El vicio algunas veces se manifiesta en las arrugas y en algún cambio de contorno, pero eso es todo. En realidad, el rostro es la máscara que se nos da para ocultar el alma.
*****
La única diferencia entre un capricho y una pasión para toda la vida es que el capricho dura un poco más.
*****
Actualmente la gente conoce el precio de todo y el valor de nada.
*****
Para volver a la juventud sólo tenemos que repetir nuestras locuras.


*****
No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien o mal escritos, eso es todo.
*****
El sentido del deber es como una enfermedad horrible. Destruye los tejidos de la mente igual que algunas dolencias destruyen los tejidos del cuerpo. El catecismo es responsable de ello en gran medida.
*****
Pocas personas tienen fuerza suficiente para resistirse a las ridículas pretensiones de la ortodoxia.
*****
Una virtud es como una ciudad situada en una montaña: no puede ocultarse. Podemos esconder nuestros vicios si ponemos empeño –al menos, durante un tiempo-, pero la virtud sale a la luz.
*****
Si una persona pretende ser buena, debe abordar la tarea como si fuera una profesión. Es la más absorbente del mundo.
*****
La virtud es, por lo general, una simple deficiencia, de la misma manera que el vicio es una muestra de talento.
*****
La gente da clases para ocultar su ignorancia, de la misma manera que sonríe para ocultar las lágrimas.
*****
Ser poco natural con frecuencia implica grandeza. Por lo general, la naturalidad es muestra de estupidez.
*****
Mentir bien es un arte y decir la verdad es actuar de acuerdo con la naturaleza.
*****
La belleza es lo único que el tiempo no puede dañar. Las filosofía se desmoronan como si fueran de arena, los credos se suceden unos a otros, pero lo hermoso es una alegría para todas las estaciones, una posesión para toda la eternidad.
*****
Actualmente la gente parece contemplar la vida como una especulación. No es una especulación, es un sacramento. Su ideal es el amor. Su purificación es el sacrificio.
*****
La compasión es un sentimiento elevado, pero la compasión por los que sufren es la forma menos elevada de todas.
*****
Si queremos comprender a los demás tenemos que acentuar nuestro individualismo.
*****
Hay momentos en los que hay que elegir entre vivir la propia vida, plena y entera, o arrastrarse en la existencia superficial, falsa y degradante que exige el mundo en su hipocresía.
*****
La ciencia no puede resolver lo irracional, por eso no tiene futuro en este mundo.
*****
La desobediencia, vista por cualquiera que conozca la historia, es la virtud original del hombre. El progreso se ha conseguido gracias a la desobediencia: la desobediencia y la rebelión.
*****
No es sensato encontrar símbolos en todo lo que uno ve. Llena la vida de terrores.
*****
No puede decirse que un elevado tono moral favorezca la salud o la felicidad.
*****
Es necesario poseer fuerza –fuerza y valor- para ceder ante algunas terribles tentaciones. Para poner en juego toda una vida en un momento, arriesgarlo todo a un golpe, se apueste el poder o el placer –tanto da-, no se puede ser débil. Hace falta un valor horrible, terrible.
*****
Tiraríamos muchas cosas si no temiéramos que los demás las recogieran.
*****
Apreciad el arte por sí mismo y todo lo que necesitéis se os dará por añadidura. Esta devoción por la belleza y por la creación de cosas hermosas es la piedra de toque de todas las grandes naciones civilizadas; es lo que convierte la vida de todo ciudadano en un sacramento y no en una especulación.
*****
Las penas y los amores superficiales perduran. Las grandes penas y los grandes amores son destruidos por su propia plenitud.
*****
Mientras la guerra se considere algo perverso, seguirá ejerciendo fascinación. Cuando se considere vulgar dejará de ser popular.


*****
Sólo hay una cosa peor que la injusticia, y es la justicia que no empuña la espada. Cuando el bien no es poderoso se convierte en mal.
*****
Los actos son la primera tragedia de la vida; las palabras la segunda. Las palabras quizá sean la peor de todas, son implacables.
*****
Es mejor deleitarse con la rosa que poner sus raíces bajo el microscopio.
*****
La mayor parte de la gente estropea su vida con un altruismo exagerado y malsano.
*****
Todas las cosas hermosas pertenecen a la misma época.
*****
Todos nos enfrentamos al mismo mundo, y el bien y el mal, el pecado y la inocencia, pasan por él cogidos de la mano. Cerrar los ojos a la mitad de la vida para vivir más seguro sería como cegarse para caminar con más seguridad en un terreno lleno de precipicios.
*****
Tengo la tentación de definir al hombre como un animal racional que siempre pierde los estribos cuando se ve obligado a actuar de acuerdo con los dictados de la razón.
*****
En cuestiones importantes, lo vital es el estilo, no la sinceridad.
*****
La adoración de la belleza es poco razonable. Es demasiado espléndida para serlo. Aquellos en cuya vida la belleza ocupa un lugar destacado siempre parecerán al mundo meros visionarios.
*****
Todo lo que se acerque al libre ejercicio del pensamiento es prácticamente desconocido entre nosotros. La gente clama contra el pecador, pero nuestra vergüenza no es el pecador sino el tonto. No hay más pecado que el de la estupidez.
*****
El hombre es menos auténtico cuando habla por sí mismo. Dale una máscara y te dirá la verdad.
*****
El hombre es un ser con miríadas de vidas y miríadas de sensaciones, una criatura multiforme y compleja que lleva en sí raras herencias de pensamientos y pasiones, y cuya carne está manchada con las monstruosas enfermedades de los muertos.


*****
La comodidad es lo único que nuestra civilización puede darnos.


*****
No existen los presagios. El destino no envía heraldos, es demasiado sabio o demasiado cruel.


*****
Existen tres tipos de déspotas. El déspota que tiraniza el cuerpo, el déspota que tiraniza el alma y el déspota que tiraniza el cuerpo y el alma por igual. El primero recibe el nombre de príncipe. El segundo recibe el nombre de papa. Al tercero se le llama pueblo.


*****
La vida es terrible. Es ella quien nos domina, no nosotros a ella.


*****
Sólo los modernos pasan de moda.


*****
Con frecuencia se reprocha a los artistas y hombres de letras que no sean hombres completos. Así debe ser. La misma concentración de visión y propósito que es característica del temperamento artístico es una forma de limitación. Todas las personas preocupadas con la belleza de la forma no parecen dar importancia a nada más.


*****
El arte crea un efecto incomparable y único y, tras hacerlo pasa a otras cosas. La naturaleza, por otra parte, olvidando que la imitación puede convertirse en la forma de insulto más sincera, no deja de repetir el efecto hasta que nos cansa por completo.


*****
La esencia del pensamiento, como la esencia de la vida, es el crecimiento.


*****
¿Qué es la verdad? En cuestión de religión, es sólo la opinión que ha sobrevivido. En cuestión de ciencia, la última sensación. En cuestión de arte, el último estado de ánimo.


*****
Es un error creer que la pasión que se siente al crear aparece siempre en la obra creada. El arte es siempre más abstracto de lo que pensamos. La forma y el color sólo hablan de la forma y el color, eso es todo.


*****
Hay que absorber el color de la vida, pero nunca hay que recordar los detalles. Los detalles son siempre vulgares.


*****
El camino de la paradoja es el camino de la verdad. Para poner a prueba la realidad tenemos que verla en la cuerda floja. Cuando las verdades se convierten en acróbatas podemos juzgarlas.


*****
Influir en una persona es darle nuestra propia alma. Esa persona ya no piensa sus pensamientos ni arde con sus pasiones naturales. Sus virtudes no son auténticas. Sus pecados, si es que existe algo así, son prestados. Se convierte en un eco de la música de otro, en un actor para un papel que no han escrito para él.


*****
La opinión pública sólo existe donde no hay ideas.


*****
La amistad es más trágica que el amor. Dura más.


*****
Lo único que no ve el artista es lo obvio. Lo único que ve el público es lo obvio. El resultado es la crítica periodística.


*****
El dandismo es la afirmación de la absoluta modernidad de la belleza.


*****
Lo único que consuela de ser pobre es el derroche. Lo único que consuela de ser rico es el ahorro.


*****
Incluso el discípulo tiene su utilidad. Permanece en pie detrás de nuestro trono y, en el momento del triunfo, nos susurra al oído que, pese a todo, somos inmortales.


*****
Las clases criminales están tan cerca de nosotros que incluso los policías pueden verlas. Y están tan lejos que únicamente el poeta puede entenderlas.


*****
La perversidad es un mito inventado por la buena gente para explicar el peculiar atractivo de otras personas.


*****
Nada de lo que termina por suceder tiene la menor importancia.


*****
El aburrimiento es la mayoría de edad de la seriedad.


*****
Si uno dice la verdad, tarde o temprano, saldrá a la luz.


*****
Sólo deberíamos vivir para el placer. Nada envejece tanto como la felicidad.


*****
Sólo los superficiales se conocen.


*****
El tiempo es un derroche de dinero.


*****
La preocupación sobre lo que es una buena o mala conducta indica cierto retraso en el desarrollo intelectual.


*****
La ambición es el último refugio del fracaso.


*****
Uno debe ser una obra de arte o llevar una obra de arte.


*****
La laboriosidad es la raíz de toda fealdad.


*****
Las distintas épocas viven en la historia a través de sus anacronismos.


*****
El anciano cree en todo; el maduro lo sospecha todo; el joven lo sabe todo.


******
Solo los grandes maestros del estilo consiguen ser oscuros.



AFORISMOS EXTRAÍDOS DE "DE PROFUNDIS"


Las funestas equivocaciones de la vida no debe ser atribuidas a la ausencia de razón. Un instante de irracionalidad puede llegar a ser nuestro momento más hermoso. Nuestras equivocaciones son producto de lógica que rige al hombre. Entre ambas cosas media un abismo.


*****


La voluntad es la base del carácter.


******


Ser completamente libre y hallarse al mismo tiempo sometido al dominio de la ley, he aquí la eterna paradoja de la vida del hombre.


*****


Es preciso que todo le fluya a uno de sí mismo. El decirle a uno alguien una cosa que ni siente, ni ha de comprender, no tiene finalidad alguna.


*****


El amor no regatea en el mercado, ni emplea balanzas. Su alegría, como la del espíritu, está en sentir que vive. Su esfuerzo consiste en amar, nada más y nada menos.


*****


Los grandes acontecimientos de la existencia son lo que aparentan y por eso, a menudo, difíciles de explicar; pero los pequeños son siempre un símbolo. Ellos nos suministran la parte más asequible de nuestras amargas enseñanzas.


*****


La humildad es la más singular de todas las cosas: no es posible regalarla, ni recibirla como un regalo. Para adquirirla es preciso desposeerse de todo cuanto se posee. Y sólo sabe uno que la posee después de haberlo perdido todo.


*****


El mayor de los vicios es la ligereza; todo cuanto llega a la conciencia es justo.


*****


El dolor, lo mismo en la vida que en el arte, es el modelo supremo. Detrás de la alegría y de la risa podrá disimularse un temperamento tosco, duro, limitado; Pero detrás del dolor sólo cabe dolor. Contrariamente a la alegría, el dolor no lleva careta.


*****


En arte, la verdad consiste en la concordancia que un objeto guarda consigo mismo, en que lo externo se convierte en expresión de lo interno, el alma en carne, y en que el cuerpo se halla animado por el espíritu.


*****


Los mundos están hechos con dolor y sin dolor no puede verificarse ni el nacimiento de un niño ni el de una estrella.


*****


Si el mundo está hecho de dolor, es la mano del dolor la que lo ha construido, pues de otro modo el alma del hombre, para la cual este mundo fue creado, no podría alcanzar el completo desarrollo de su perfección. El placer para el cuerpo hermoso; para la belleza del alma el dolor.


*****


En cada momento aislado de la existencia uno es aquello que será no menos que aquello que ya ha sido. El arte es un símbolo, porque el hombre también lo es.


*****


La humildad en el artista consiste en aceptar sin condiciones todas las experiencias, así como el amor en él estriba sencillamente en el sentido de la belleza, que revela al mundo su cuerpo y su alma.


*****


Cristo llevó a toda la esfera de las relaciones humanas esa imaginación que es todo el secreto de la creación artística. Comprendió la dolencia del leproso, las tinieblas del ciego, la cruel miseria de los que viven en el placer y la singular miseria de los ricos.


*****


Emerson dice que nada hay más raro en el hombre que una acción de su propia voluntad. Esto es una gran verdad, pues la mayoría de las gentes son distintas de ellas mismas. Piensan con las ideas de otro; su vida es una parodia, y sus pasiones son remembranzas.


*****


Cristo no les ha dicho a los hombres: "Vivir para los demás", sino que ha afirmado que no existe ninguna diferencia entre la vida de los demás y nuestra propia vida, dando con ello a los hombres una dilatadísima y titánica personalidad. Desde su aparición la historia de cada individuo en sí es, o puede llegar a ser, la historia del mundo.


*****


Todos los grandes pecados del mundo se realizan en el cerebro. y es que en el cerebro es donde se realiza todo. Ya sabemos que no vemos con la vista ni oímos con el oído. Que en realidad la vista y el oído no son sino canales conductores, y más o menos fieles trasmisores, de las impresiones de los sentidos. En el cerebro es donde está roja la amapola y perfumada la manzana, y donde canta la alondra.


*****


El que aspira  a ser algo exterior a sí mismo; miembro del Parlamento, rico tendero, eminente abogado, juez u otra cosa igualmente aburrida, ve siempre sus esfuerzos coronados por el éxito. y éste es su castigo. El que anhela una careta, no tiene más remedio que llevarla.


*****


Claro que es preciso que el pecador se arrepienta. mas ¿por qué? Pues por la sencilla razón de que de otro modo no se hallaría en condiciones de comprender lo que ha hecho. El momento del arrepentimiento es el de la iniciación. Más aún : es el medio por el cual puede uno deshacer el pasado.


*****


En la economía extrañamente sencilla del mundo, uno recibe únicamente aquello que da.


*****


El filisteísmo de la vida no consiste en la incapacidad para comprender el arte. Hay hombres encantadores: los pescadores, los pastores, los labradores, los campesinos y otros de igual índole, que nada saben del arte, y son, sin embargo el aroma de la tierra. El verdadero filisteo es aquel que estimula las fuerzas mecánicas, pesada, enojosas y ciegas de la sociedad y las apoya sin reconocer la fuerza dinámica cuando se le presenta en un hombre o en un movimiento.


*****


Las grandes pasiones son para las almas grandes. Y los grandes acontecimientos sólo pueden ser comprendidos por quienes se hallan a su altura.


.







No hay comentarios:

Publicar un comentario