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LOS DIARIOS DE TOLSTOI (IV). La falsificación del arte

Si hubiera que señalar en los diarios el pasaje por el que Tolstoi parece haber descendido a los infiernos, si hubiera que encontrar la sima más profunda por la que se ha precipitado abjurando de la humanidad entera, si hubiera que delimitar el momento en que toma conciencia de toda la locura y la vanidad humana, y a partir del cuál se convierte en un predicador zaratrustiano que se ha propuesto prevenirnos contra todas las falsas prédicas, tendríamos que remontarnos a la única entrada en el año 1871. Hace ocho que se ha casado, cinco años que no escribe en su diario, el año anterior ha concluido por fin Guerra y Paz completamente extenuado, le ha nacido su cuarta hija, cuenta 43 años y el día 16 de noviembre escribe una de las paginas más desoladoras que se han escrito nunca en diario alguno y que denuncian la tendencia del hombre y su cultura a desviarse de sus verdaderos fines para acabar en la insustancialidad y el artificio .“Existe -escribe Tolstoi en esa página- una literatura de la literatura: cuando el objeto de la literatura no es la vida misma, sino la literatura de la vida, y esa literatura de la literatura es el 999/1000 de todo lo que se ha escrito. Existe una política de la política: cuando el objeto de la política no es el Estado, sino la política contemporánea anterior, y es el 999/1000 de toda la actividad de las Cámaras. Existe una poesía de la poesía –y lo mismo en la música, y en la pintura y en la escultura y en la escritura-: cuando el objeto de la poesía no es la vida, sino la poesía anterior, y es el 999/1000 de todo lo que se ha creado. Existe una filosofía de la filosofía, cuando el objeto no es el pensamiento sino los sistemas. El primero es fácil e ilimitado, el segundo difícil y poco frecuente.”. A partir de esta entrada se puede vislumbrar con claridad cuál va a ser el derrotero que va a seguir Tolstoi en lo sucesivo: la búsqueda de ese raro 1/1000 restante. 


¿Pero cómo ha podido llegar a esta visión tan desesperanzada sobre el arte y la cultura humana? Diez años antes parece encontrarse muy lejos de esta desesperanza. Entonces escribe sin descanso, deja constancia en los diarios de la frecuencia de su escritura, se enjuicia con severidad cuando observa que su escritura es floja. Escribe su novela biográfica “Infancia, adolescencia y juventud”, algún relato, inicia sus primeras observaciones sobre la literatura y sobre el propio proceso de escritura. Lee a Andersen, a Puskin, a Turgeniev, Goethe, Balzac, Gogol, Dickens, Moliere, Rabelais. Paralelamente, trata de educarse moralmente, traza nuevos planes de vida, busca la perfección en el hombre, se exige la entrega plena a cualquier tarea que emprenda, va anotando tímidos y desmañados pensamientos que con los años se convertirán en lúcidas reflexiones. Sabe que su carrera es la literatura y sabe lo que tiene que hacer, “hay que trabajar con honestidad, poner todas las fuerzas; después que escupan en el altar”. En 1857, con treinta años, realiza su primer viaje al extranjero y sin detenerse en ninguna ciudad, en un trayecto que le va a entretener 11 días, llega a París. Allí se encuentra con Nekrasov y Turgeniev. Acude a conciertos, va al teatro a ver las obras de moda, visita iglesias, en el Louvre contempla a Rembrandt y Murillo, una ejecución con guillotina le causa una honda impresión y le quita el sueño. Pasa por Ginebra, por Montreux, por Lucerna, por Baden-Baden, donde mata las madrugadas jugando en los casinos a la ruleta. Pierde grandes cantidades de dinero que luego pide prestadas a Turgeniev. Se siente enfermo, apenas escribe y tras medio año fuera de Rusia regresa a Yasnaia Polaina. Luego comienza a interesarse por la pedagogía, lee libros de los grandes pedagogos y el 27 de julio emprende otro viaje con su hermana Masha y los niños para conocer el sistema educativo y los métodos de enseñanza en Europa: Berlín, Leipzig y Baviera. Toma conciencia de que los principios que deben inspirar la educación son la libertad y la igualdad. Viaja por Italia, por Niza, por Florencia a la búsqueda de un modelo para la escuela que quiere establecer en Yasnaia Polaina. Y un año después Tolstoi vive un acontecimiento que va a marcar la vida de sus diarios. Se enamora de Sofia Andreievna Bers y parece enloquecer; el diario cambia constantemente de tono, las frases se abrevian hasta hacerse telegráficas, los vuelcos de sentimiento son constantes, surgen varias voces que vacilan, se recriminan, se encomiendan a Dios. Primeros síntomas de una personalidad doble, triple que empiezan a manifestarse en Tolstoi. ¿Quién es Tolstoi? Quiere pegarse un tiro, declararse, el 23 de septiembre finalmente se casan. Tolstoi se da cuenta de que ya no podrá escribir el diario para sí. Que detrás de su diario habrá siempre unas pupilas que van copiando lo que Tolstoi deja por escrito. Que su diario ya no será suyo y que se volverá contra él. La víspera de la boda, el 19 de septiembre de 1862, Tolstoi da a leer el diario a su prometida. Esta lectura del diario del Tolstoi por Sofia Andreievna va a ser uno de los factores que precipitan la huida final de su casa, pues a partir de su matrimonio el diario se va a convertir poco a poco en una manzana de la discordia: Sofia lo va a utilizar para espiarlo y para manejar la información en perjuicio del escritor. “Ella seguirá siendo hasta mi muerte –llega a vaticinar en una ocasión- una rueda de molino atada a mi cuello y al de los niños” Pero los primeros años en el diario registran páginas de un extraño idilio conyugal con la felicidad y la serenidad. Y sin embargo, poco después de que comience a escribir “Guerra y Paz” y de que nazca su hija Tatiana, el diario sufre una mutación, una época de hibernación; durante cinco años no escribe absolutamente nada, lo entierra, lo silencia. Sabemos que va publicando “Guerra y Paz” en distintos volúmenes, visita el campo de batalla de Borodinó, se documenta en archivos y bibliotecas, pero de las profundas transformaciones que se empiezan a larvarse en lo más íntimo, no podemos saber nada de nada. Sólo que cuando el diario se reanuda en 1870 la crisis ya ha estallado y Tolstoi ya no cree en el arte. ¿Qué es lo que le ha ocurrido a Tolstoi mientras tanto?

Que se ha dado cuenta de la falsedad en la que vive. Que se ha dado cuenta de la falsedad de todo y de todos. Que si en principio hay algo indudable y verdadero es esta falsedad que amenaza los estratos más profundos de la existencia y de la cultura. Que si no quiere morir envenenado por esta falsedad que todo lo inficciona ha de partir en seguida en pos de la verdad. Que sin esta discriminación de lo que es verdadero y lo que es falso toda la vida es un sinsentido. Que la educación, el arte y la cultura no han servido más que para transmitir este sinsentido. La segunda mitad de su vida la va a consagrar Tolstoi a una búsqueda incesante de este sentido. Y esto no sólo va a cambiar radicalmente su concepción del mundo y de la vida, sino también del arte. En 1874, cuatro años después de esta crisis y de que comience a leer a Schopenhauer –coloca su retrato sobre la mesilla de noche- y a Kant escribe en su diario: “Tras haber vivido casi cincuenta años, me he convencido de que la vida terrenal no tiene nada que ofrecer y todo hombre inteligente que considere la vida terrenal con seriedad –los trabajos, los miedos, los reproches, las luchas- acabará preguntándose: ¿por qué?, por una locura; ese hombre se levantará la tapa de los sesos y Hartamann y Schopenhauer tendrán razón. Pero Schopenhauer ha permitido sentir a la gente que hay algo que le impide suicidarse. El objetivo de mi libro es justamente ese algo. ¿Qué nos hace vivir? La religión.

En 1898 Tolstoi culmina con su libro titulado “Que es el arte?” 18 años de investigación sobre un tema al que había dedicado la mitad de su vida como escritor de novelas. Su planteamiento es demoledor para el arte mismo: el arte que ha acompañado a Occidente durante milenios es una falsificación; no es verdadero arte. En el arte, la humanidad se ha equivocado como en todo lo demás terrenos, como lo ha venido haciendo en su organización social, en sus ideas religiosas y en el conocimiento científico. No existe en occidente arte verdadero, sólo algo que se nos ha colado de matute sustituyendo a lo que debería ser el arte. No tenemos más que métodos de falsificación del arte y los artistas que Occidente ha consagrado son unos falsarios. Las obras de arte resultan ser así sucedáneos de arte y aquellos que se hacen pasar por artistas no tienen la cualidad principal que dispensa la posesión del arte genuino: el sentimiento experimentado por el artista. Y esto es así, porque los sentimientos que experimentan estos impostores son también falsos, fingidos. El artista, tal como se le conoce en occidente, no es más que un bufón cuya encomienda es la de proporcionar placer a las clases pudientes. El éxito que cosecha este arte falso y mayoritario radica en una suerte de hipnotismo colectivo con el que chamanes cualificados –artistas y críticos- acaban sometiendo la voluntad de su público. Pero esos chamanes carecen de poderes y la fe que se deposita en ellos es pura superchería. Y sin embargo esta superchería mantiene sobre la humanidad una influencia deletérea. “El arte de nuestro tiempo y nuestro círculo se ha convertido en una ramera –sentencia Tolstoi-. La verdadera obra de arte se manifiesta en el alma del artista sólo rara vez, como un fruto de su vida interior. Mientras haya demanda, artesanos y maestros seguirán produciendo sin parar arte falsificado.” ¿Salva Tolstoi de esta prostitución a algún representante de nuestro arte? 28 años antes de que publicara “¿qué es el arte?”, ya lo había vaticinado en una página de su diario, tal vez en el momento más agudo de la más profunda de sus crisis: el 999/1000 de todo lo que se ha escrito y se ha pintado y se ha partiturado es falso; como falsos artistas son Dante, y Miguel Angel, Shakespeare y Beethoven, Baudelaire y Wagner. ¿Y cómo es el arte verdadero? ¿Quienes se han anticipado con su arte verdadero al arte del futuro? ¿Establece Tolstoi cuál es el criterio para discriminarlo y cuales son las condiciones de este arte? Como el planteamiento de este libro es lo suficientemente provocador para suscitar la curiosidad del lector osado y puesto que este espacio no bastaría para acoger el desarrollo de un pensamiento polémico, este episodio de los diarios de Tolstoi debería acabarse en el lugar donde comienza el libro de Tolstoi.

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PENSAMIENTOS DE TOLSTOI SOBRE EL ARTE (extraídos de sus diarios)

Hay que escribir, es decir, expresar los pensamientos de manera que estén bien en todas las lenguas. Así son el evangelio, Lao-tse, Sócrates. El evangelio y Lao-Tse llegan a ser incluso mejores en otras lenguas.

Todo arte tiene dos maneras de desviarse del camino principal: la vulgaridad y el artificio. Entre ambos sólo existe un estrecho sendero. Y este estrecho sendero es determinado por el ímpetu. Si hay ímpetu y orientación, es posible escapar a ambos peligros. De los dos, el peor es el artificio.

Solo existe un arte y consiste en aumentar las alegrías inocentes de todos, accesibles a todos, el bien-estar del hombre. Un edificio bello, un cuadro festivo, un canto, un cuento brindan una felicidad menor; la incitación a un sentimiento religioso de amor por el bien que produce un drama, un cuadro, un canto, brinda una felicidad mayor.

Sólo a través del arte uno puede actuar sobre los que se equivocan, hacer lo que quiere hacer a través de la polémica. A través del arte uno puede adueñarse de quien se equivoca, integramente, con todas sus vísceras, y llevarlo adónde hay que ir.

Qué cosa más extraña ésta de la inquietud por la perfección de la forma. No es en vano. Pero no es en vano cuando el contenido es bueno. Si Gogol hubiera escrito el inspector de manera burda o débil, no la leería ni una millonésima parte de la gente que la lee hoy en día. Es necesario afilar la obra literaria para que penetre. Y afilarla significa hacerla literariamente perfectamente; sólo entonces pasará a través de la indiferencia y hará su efecto a través de la repetición.

El arte es una de las funciones espirituales de la humanidad, del mismo modo que la alimentación, las vías de comunicación etcétera, son funciones físicas.

En la literatura contemporánea, se nos presenta como igualmente atractivo todo lo que se produce. Sin embargo, cuanto más atrás nos remontamos, menos hay que presentar: la mayor parte ha sido eliminada por el tiempo; y si vamos más atrás todavía, más ha quedado eliminado. Por eso son tan importantes los escritores de la Antigüedad. La literatura que se nos ofrece tiene el aspecto de un cono con la punta hacia abajo. Cerca de esa punta están la sabiduría brahamana, la sabiduría china, el budismo, el estoicismo, Sócrates, el cristianismo; después vienen, conforme se ensancha, Plutarco, Séneca, Ciceron, Marco Aurelio, los pensadores medievales; después Pascal, Espinosa, Kant, los enciclopedistas; despues los escritores del XIX y finalmente los contemporáneos. Es evidente que también entre los escritores contemporáneos hay algunos que quedarán, pero es difícil distinguirlos, en primer lugar porque son tantos que es imposible conocerlos a todos, y en segundo lugar porque como la plebe es siempre estúpida y carente de gusto, sólo se expone lo peor.

El arte es uno de los medios para distinguir el bien del mal, uno de los medios para reconocer el bien.

Una obra de arte no es una verdadera obra de arte más que cuando, al percibirla, el hombre tiene la sensación… no sólo tiene la sensación sino que experimenta un sentimiento de alegría por haber creado algo tan hermoso. Esto es particularmente válido en música. No hay nada donde sea tan palpable el significado principal del arte, el significado de la unión. El yo del artista se funde con el yo de todos los que lo oyen, que se funden en uno solo.

Una obra de arte sólo es auténtica cuando la persona que la percibe no consigue imaginar nada distinto de lo que ve, oye o entiende; cuando la persona que la percibe tiene un sentimiento parecido al recuerdo, como si se tratara de algo que ya ha ocurrido, que ha ocurrido muchas veces, algo que él conocía desde hacía tiempo, pero no sabía cómo expresar y que finalmente otro lo ha expresado para él. Y sobre todo

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