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POETAS 14. Mario Benedetti

Esta vez la nota biográfíca del poeta elegido es una nota necrológica (escrita por Juan Cruz en “El país”). Se trataría entonces de presentar a la muerte como la gran celebración de la vida, como el natalicio ya para siempre en la memoria. La memoria como única forma de poder existir dentro de la muerte. Se trataría de celebrar la muerte de un poeta. De celebrar al poeta como el ser que mejor sabe cantar a la muerte. Aquí se celebra la muerte de un poeta que también escribió poemas para ser cantados. Aquí quedan algunos de esos poemas que fueron cantados, que cantamos, que cantaron…
 
POEMAS PARA SER CANTADOS
 
DEFENSA DE LA ALEGRÍA 
(Mario Benedetti – Joan Manuel Serrat)

 Defender la alegría como una trincheradefenderla del caos y de las pesadillasde la ajada miseria y de los miserablesde las ausencias breves y las definitivas
defender la alegría como un atributodefenderla del pasmo y de las anestesiasde los pocos neutrales y los muchos neutronesde los graves diagnósticos y de las escopetas
 defender la alegría como un estandartedefenderla del rayo y la melancolíade los males endémicos y de los académicosdel rufián caballero y del oportunista
 defender la alegría como una certidumbredefenderla a pesar de dios y de la muertede los parcos suicidas y de los homicidasy del dolor de estar absurdamente alegres
 defender la alegría como algo inevitabledefenderla del mar y las lágrimas tibiasde las buenas costumbres y de los apellidosdel azar y también, también de la alegría.  

***  
Decir que no(Mario Benedetti – Jorge Sarraute) 

Ya lo sabemos,es muy difícildecir que no,decir no quiero,ver que el dinero forma un cercoalrededor de tu esperanza,sentir que otros,los peores,
entran a saco por tu sueño.
Ya lo sabemos,es muy difícildecir que no,decir no quiero,pero cómo desalientaverte bajar de tu esperanza,saberte lejos de ti mismo.
Oírte primero despacitodecir que sí,decir sí quiero,
comunicarlo luego al mundocon orgullo enajenado,y ver que un día, pobre diablo,ya para siempre pordiosero,poquito a poco abres la manoy nunca máspuedes cerrarla.

***  

Una mujer desnuda y en lo oscuro(Mario Benedetti – Joan Manuel Serrat)
 
Una mujer desnuda y en lo oscurotiene una claridad que nos alumbrade modo que si ocurre un desconsueloun apagón o una noche sin lunaes conveniente y hasta imprescindibletener a mano una mujer desnuda. 
Una mujer desnuda y en lo oscurogenera un resplandor que da confianzaentonces dominguea el almanaquevibran en su rincón las telarañasy los ojos felices y felinosmiran y de mirar nunca se cansan. 
Una mujer desnuda y en lo oscuroes una vocación para las manospara los labios es casi un destinoy para el corazón un despilfarrouna mujer desnuda es un enigmay siempre es una fiesta descifrarlo.
 Una mujer desnuda y en lo oscurogenera una luz propia y nos enciendeel cielo raso se convierte en cieloy es una gloria no ser inocenteuna mujer querida o vislumbradadesbarata por una vez la muerte.
Una mujer desnuda y en lo oscurotiene una claridad que nos alumbrade modo que si ocurre un desconsueloun apagón o una noche sin lunaes conveniente y hasta imprescindibletener a mano una mujer desnuda. 

 ***  

(Mario Benedetti – Quintín Cabrera) De qué se ríe (Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible
vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple
seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe
de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles
tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste
aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse
los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes
por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe
usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países
ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles
cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple
cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles
por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe
aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde
y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite
allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve
después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique
seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.

***

(Mario Benedetti – Pablo Milanés)
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tú quieras
las palomas que suelo mirar.
De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegará
y del presente
qué le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.
Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.    

*****
 
 
OBITUARIO ESCRITO POR JUAN CRUZ. 
 
Murió Mario Benedetti. El poeta resistente, que vivió el exilio y la enfermedad (un asma pertinaz, obsesiva) le fueron rompiendo, pero él se mantuvo siempre “en defensa de la alegría”. Finalmente, una agonía causada por un fallo intestinal, que hizo deprimentes sus últimos días, le rompieron del todo, y murió ayer a los 88 años, en su tierra, Montevideo. Nació en Paso de los Toros, pero esta urbe que parece un microcosmos literario fue el lugar al que volvió siempre, de todos los exilios. Era al final (y esta expresión la acuñó él) un desexiliado. Pero su alma sufrió las heridas de todos los exilios.Su muerte se produjo semanas después de su última hospitalización por fallos multiorgánicos que al final le cegaron el humor y la vida; pero había empezado a morir mucho antes; hace tres años falleció su mujer, Luz, con la que vivió toda la vida, en la libertad y en el destierro; él creyó siempre que la enfermedad de Luz, que se olvidaba de apagar las luces de la casa, en Madrid, era una simple distracción, e incluso le compró artilugios con los que dominar las consecuencias de su sordera. El poeta del compromiso, del amor y de la alegría, sintió luego que, en efecto, esas ausencias eran debidas a un alzheimer que inundó la casa de desolación y de huida.Se fue con ella, de nuevo, a Montevideo, y allí la cuidó hasta que finalmente le dejó del todo. Y le dejó malherido. Benedetti tuvo algunos momentos de alegría después, como cuando Hortensia Campanella, su biógrafa última, le entregó el manuscrito en el que se condensa la vida entera del escritor que nos ha dejado. Él ironizó ante tanto papel, y delante de Ariel, su fiel ayudante, dijo: “¿Tanto he hecho?”Pero su alma estaba herida; seguía escribiendo, poemas, haikus, animado por su editor de poemas, Chus Visor; tenía la casa llena de literatura; en un tiempo él fue política, enteramente, sus poemas estaban al servicio de la rabia que le produjeron las dictaduras del sur, la suya, la uruguaya, que le persiguió a muerte, y la argentina, que fue cómplice de aquella y también quiso matarle. Mató a un amigo suyo, el líder político Zelmar Michelini, y esta muerte fue un símbolo de las muertes que hubo antes y después en la vida acosada de hombres como él. Luz fue su bastón. Y Palma y Cuba y Lima sus lugares de exilio; a los tres les guardó siempre gratitud; fue un gran defensor de la Cuba de Fidel, por eso mismo, pero jamás utilizó esa afinidad para discutir, en los últimos tiempos sobre todo, lo que en esa revolución que él quiso se fue torciendo.Era un hombre cordial, enteramente, pero era un tímido absoluto. Los que le conocieron en España le recuerda, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid, puntilloso, anotando con palotes los libros que firmaba; y le recuerdan rechazando el pescado con espinas y en general las tonterías; era un conversador tranquilo; llegaba a los sitios con su maletita marrón gastada, y dentro llevaba siempre poemas o cartas, en esos momentos en que cumplía compromisos parecía a la vez el escolar que fue y también el oficinista.Su apariencia era la de un juez de paz, pero nunca hubo paz dentro de su alma, ni siquiera cuando se le vio feliz, con sus manos a la espalda, con su mirada desvaída por las lentillas, con su bigote largo e invariable a lo largo de una vida en la tantos se enamoraron al tiempo que recitaban sus poemas o escuchaban las canciones que hicieron con sus versos su paisano Daniel Viglietti y el catalán Joan Manuel Serrat. Con Viglietti tiene una anécdota que se parece a algunas de las que le convertían también en un escolar huidizo al que le asustaba la fama, al tiempo que le agradaba que algunos, ante sus recitales multitudinarios, le dijeran que parecía una estrella de rock.Hubiera sido incapaz de cantar, pero un día se encontró con Viglietti en París, en un aeropuerto, y Daniel le dijo a Mario: “Estoy haciendo música para sus poemas”. “Y yo estoy haciendo poemas”. Entonces el poeta se quedó pensando, y añadió, riendo como reía, como para no molestar: “Tenemos que hacer algo con esta casualidad”. De esa casualidad nacieron conciertos, libros; eran como dos en la carretera; cuando vimos a Viglietti en Montevideo, en el entierro de Idea Vilariño, a mediados de abril, la gran amiga generacional de Mario, el cantante nos dijo: “Y lo de Mario. Estamos tan mal, y vamos aún a lo peor”.Se apaga la voz de su compañero, pero quedan la voz de las canciones.Montevideo fue su último sitio, y fue casi el primero. Su largo recorrido por la vida conoció una interrupción terrible, cuando los médicos le detectaron tumores que aconsejaron operación, en el Hospital XII de Octubre de Madrid. Allí le atendió, entre otros, el doctor José Toledo, que le conocía, y todo el mundo se desvivió por él como si no fuera tan solo un enfermo sino un padre, o un hermano, el hombre que había iluminado con sus versos (de amor, de política, de tierra, de aire) la vida de cualquiera. Un día, poseído por el dramatismo al que a veces lo llevó su pesimismo, el que también está en sus poemas, y en sus narraciones, Mario decidió abandonarse.Como hubiera dicho Idea, que le precedió en la muerte, empezó a decir para qué. Detrás de esa decisión de no seguir hay algunos versos, como estos: “Me he ido quedando sin mis escogidos/ los me dieron vida/aliento/paso/ de soledad con su llamita tenue/ y el olfato para reconocer/ cuánta poesía era de madera/ y crecía en nosotros sin saberlo/ Me he quedado sin proust y sin vallejo/ sin quiroga ni onetti ni pessoa/ ni pavese ni walsh ni paco urondo/ sin eliseo diego sin alberti/ sin felisberto hernández sin neruda/ se fueron despacito en fila india”.En ese clima de desolación en el que lo pusieron la enfermedad y su porvenir Mario descuidó su aspecto, dejó de afeitarse, y alguien le dijo, una madrugada: “Así no puedes estar. Tú eres guapo, un hombre así parece enfermo. Ya no lo estás”. Le bastó. Al día siguiente se rasuró del todo, se puso de limpio, y cuando este amigo le visitó otra vez y se hizo el distraído sobre su nuevo aspecto, el viejo poeta revivido le llamó la atención y le dijo:-¿No te has fijado que hoy sí me afeité?Era un hombre insobornable, el más comprometido de su tiempo. Su muerte deja en silencio mustio su época, su ejemplo y la raíz de sus versos. Pero los muchos que le cantan no lo dejarán, como él decía del verdadero amor, en lo oscuro.

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