Mark Strand nació en 1934 en Sunmerside (Canadá) y murió en Nueva York el 29 de noviembre de 2014. Aunque Mark Strand abandonó pronto Canadá, siempre conservó un vínculo con este país. Canadá representaba para Strand el país de sus primeros recuerdos, en el que sus padres vivieron sus últimos años y en el que estaban enterrados: “Era el refugio de su pena, y era tan grande y vacuo que cada día que vivieron ahí tuvieron la certeza de estar perdidos”. Su destino itinerante iba a llevarle con su familia a instalarse en Estados Unidos. Cleveland, Montreal, Nueva York y Filadelfia fueron las plazas del padre como directivo de Pepsi-cola, convirtiendo los primeros años del poeta en una mudanza continua. También vivió durante estos años en Colombia, México y Perú, donde aprendió un español suficiente que a la larga le serviría para traducir a Rafael Alberti y Octavio Paz. Pero más que de Canadá o Estados Unidos, se consideraba ciudadano de un mundo hecho de libros, cuadros o fotos y cuya nación era la nación del idioma inglés. “No creo –comentó en cierta ocasión -que las condiciones geográficas que se me impusieron por haber nacido en Canadá y vivido en los Estados Unidos me definan en absoluto. Creo que me define de manera más elocuente lo que leo, lo que miro, la gente que conozco, y lo que escribo”. Después de graduarse en Antioch College en 1957, su vocación por la pintura le llevó a Yale para estudiar con el artista Joseph Albers, graduándose como pintor en la facultad de Bellas Artes en 1959. Desde entonces la pintura iba a ser una de las constantes de Mark Strand. Se ha dicho que en sus versos surrealistas e introspectivos se proyecta la sombra de Max Ernst, Giorgio de Chirico, o Magritte. Iba a ser precisamente el surrealismo una de las influencias capitales de su obra poética, como confesaría a Rosa Pereda en una entrevista: “yo creo que la poesía tiene tanto que ver con el azar como con la causalidad, que lo irracional tiene un papel tan importante en la vida como la razón”. La pintura le enseñaría, además, el valor de la paciencia, a darse cuenta que uno siempre puede volver sobre el trabajo al día siguiente. Pero mientras estudiaba en Yale, las lecturas de poesía, especialmente Wallace Stevens y Forster, le encaminaron de forma imprevista a su segunda vocación. “Nunca fui muy bueno con el lenguaje cuando era niño. Créame –aseguró en una entrevista a “Los Angeles Times” en 1991”-, la idea de que algún día me convertiría en poeta habría sido una gran sorpresa para toda mi familia”. No menos importante para su formación como poeta fue la fascinación que “veinte poemas de amor…” de Neruda ejerció en sus inicios. Neruda era un genio –escribió en “Alfabeto de un poeta”- pero en cuya escritura se mezclan inextricablemente la belleza y la banalidad. Cuando lo leemos, nos sentimos felices porque todo ha alcanzado una condición privilegiada. El universo es bueno después de todo. La utopía verbal de Neruda, dependiendo de la credulidad de cada quién, es un antídoto inocuo contra este siglo torturante”. De Neruda también llegó a decir que era el gran demócrata de la poesía, por rebajar lo elevado y elevar lo bajo, aunque le decepcionaban sus limitaciones intelectuales. No pensaba lo mismo de Octavio Paz, a quien consideraba uno de los hombres de letras más inteligentes del siglo XX, y cuya obra poética le había conmovido especialmente. Ya resuelto en su vocación poética, en 1960 se traslada con una beca Fulbright a Florencia para estudiar a los poetas italianos del siglo XIX. En Iowa continúa sus estudios literarios en el “Iowa Writers Workshop”, graduándose en 1962. Allí se hace amigo de Philip Roth, concluye su primer libro y comienza a dar clases en un taller de literatura. Su carrera docente le iba a hacer recorrer parte de Estados Unidos: Utah, Chicago, Nueva York o Boston. Su desembarco literario tiene lugar en 1970, cuando el responsable de la editorial Athenaeum, Harry Ford, publica su segundo volumen de poesía, «Reasons for Moving». Ford continuaría publicando su poesía con otras tres colecciones durante esa década hasta que, en 1980, Strand decidió pausar su producción poética. «Ya no creía en mis poemas autobiográficos», dijo entonces. Sentarse en su escritorio cuando no tenía nada que decir se le empezó a volver un suplicio, por lo que “ya sólo escribía cada vez que tenía tiempo y ganas y estos periodos empezaron a espaciarse cada vez más, y a veces hubo periodos de silencio de dos o tres años…De cualquier manera, ya nadie lee poesía. Los poetas sí, pero el lector común ha sido abandonado por la poesía”. Mark Strand se empeñó entonces en otras aventuras literarias, como libros para niños, relatos o ensayos sobre arte. Una década después volvió con nuevos bríos, con volúmenes como «A Continuous Life» (1990), «Dark Harbor» (1995) y «Blizzard of One» (1998). Mientras tanto, comenzó a ganar terreno su pasión por la pintura. Escribió ensayos sobre Edwar Hopper o William Bailey, al mismo tiempo que en un taller en Hell’s Kitchen producía sus papeles pintados, mezclando pulpas de colores secos. A partir de 2011 se trasladó a Madrid de la mano la marchante de arte Mari Cruz Bilbao, quien se convirtió en su pareja. Trasladó cuadros, libros y gran parte de su mobiliario a un piso de Chamberí donde seguía recortando y pegando esos papeles pintados para convertirlos en collages que este mismo otoño expuso en una galería de Nueva York. El final de su carrera como poeta estuvo jalonado de números reconocimientos. Fue nombrado Poeta Laureado de Estados Unidos, ganador de la beca MacArthur en 1987, del premio Bollingen en 1993 y del Pullitzer de poesía en 1999 por “Tormenta de Uno”. Este mismo otoño estaba nominado al National Book Award por sus Collected poems. Su traductor, Dámaso López García, a quien se debe la traducción de los poemas aquí seleccionados, ha señalado como rasgos característicos de su poesía el que su mundo no tenga rasgos diferenciales propios. Los lugares no tienen nombre, los personajes son anónimos: “comparten los rasgos comunes de todos los paisajes y de toda la humanidad”. La presunta oscuridad de sus poemas no se relaciona tanto con la dificultad del lector ante un lenguaje oscuro como con la ausencia de referencias a un universo familiar. Las manifestaciones de temor ante un mundo maligno, el valor de la poesía ante una naturaleza apática y el deseo de gozar de un “momento perfecto” han sido también rasgos señalados por la crítica. Pero el propio Mark Strand nos ha dejado en diversas entrevistas una visión personal sobre su poesía. Mark Strand se consideraba un poeta metafórico. A diferencia de los poetas metonímicos, que representan fielmente el mundo de la experiencia, el poeta metafórico cree en un mundo alternativo con sus propias reglas y regulaciones. “Lo que me importa –dijo- es la integridad del mundo que creo, y no lo que estoy revelando sobre el mundo en el que viven los demás.” Mark Strand no se consideraba un poeta de la naturaleza, sino un poeta que ahonda en el comportamiento de las cosas. “Mis poemas describen actividades, a veces de carácter nervioso o absurdo, a veces muy pacífico, pero eso es lo que les da vida”. Era un poeta al que le gustaba mezclar la melancolía y lo elegíaco, que nunca desdeñaba el humor, interesado en las sintaxis complejas pero amante de las palabras sencillas como “piedra” o “cielo” o “mar”. Para Mark Strand los poemas no tienen por qué tener sentido: “son en primer lugar, y sobre todo, una experiencia, no un vehículo para un significado”. Por eso creía que la musicalidad verbal era un elemento imprescindible y confiaba esa musicalidad al ritmo que aporta la escritura a mano. “La gente que escribe en la computadora se olvida de escuchar el poema, creo que establecen un contrato visual con la computadora. En primer lugar, los poemas llegan tan rápido a imprenta que parecen mucho más terminados de lo que realmente están.” Puesto que la métrica es lo que distingue la poesía de la prosa, era fundamental para Strand que el poeta educase su propio oído escuchando el ritmo y la cadencia que otros poetas han imprimido a sus versos. También consideraba importante la tarea de reescritura de los poemas: “Los poemas no son estáticos. Cobran una vida propia y van hacia donde quieren. Pueden volverse estériles o resistirse. Si no mejoran, los odias” Por eso solían tener muchísimos borradores de cada poemas, a veces treinta o cuarenta. Escribía a mano varias versiones y después los pasaba a la computadora. Trataba de postergar lo más posible el momento de ponerlos en limpio. “Más que leer mis poemas, me interesa escucharlos, y cuando están escritos a mano me parece que los estoy escuchando”. Dos cosas consideraba importantes en su poesía: el misterio y la muerte. “La vida me parece misteriosa, mi presencia en la Tierra me parece misteriosa. Muchas veces, cuando termino un poema, no estoy muy seguro, aunque generalmente estoy seguro de lo que he dicho, siempre hay un elemento inexplicable”. Respecto a la muerte, llegó a escribir en “Alfabeto de un poeta” que había sido la influencia medular de su escritura. Pero también la preocupación central de la poesía lírica: “La poesía lírica nos recuerda que vivimos en el tiempo. Nos recuerda que somos mortales. Celebra o reconoce estados de ánimo, ideas e incluso acontecimientos para recordarnos que existen sólo en su forma transitoria. Pues ¿qué habría que tuviera significado fuera del tiempo? La poesía es un prolongado epitafio, un recuerdo de nuestra estancia aquí en la tierra”. También comentó: “Buena parte de lo que amamos en los poemas, sin considerar su tema, es que nos dejan con una sensación de novedad de vida agregada. La vida, por otra parte, nos prepara para nada y nos deja sin dónde ir. Sólo se detiene”
La presente selección de poemas va acompañada de un “vínculo” a la valoración que Antonio Lucas -desde el diario “El mundo”- hace sobre la figura de Mark Strand.
http://www.elmundo.es/opinion/2014/12/01/547cc085ca4741894a8b457b.HTML
EN QUÉ PENSAR
Piensa en la selva,
El vapor verde ascendiendo.
Es tuya.
Eres el príncipe del Paraguay.
Tus favoritos se arrodillan
Bajo la sombra de enormes hojas
Mientras caminas
Benevolente como el oro.
Besan el aire
Que hace un momento
Resbaló por tu piel,
Y se levantan sólo cuando has pasado.
Piensa en ti, casi un dios,
Tu pelo en llamas,
El fuelle de tu corazón bombeando.
Piensa en los murciélagos
Saliendo veloces de sus cuevas
Como un viento oscuro para celebrarte;
O en las inmensas ciudades nocturnas
De las luciérnagas brillando
Mientras flotan río abajo
Desde Minas Gerais;
O en las serpientes de coral;
O en los pájaros carmesí
Con su pico esmeralda;
O en las toneladas de mariposas morpho
Llenando el aire
Como frío confeti del paraíso.
WHAT TO THINK OF
Think of the jungle,
The Green stearn rising.
It is yours
You are the prince of Paraguay.
Your minions kneel.
Deep in the shade of giant leaves
While you drive by
Benevolent as gold.
They kiss the air
That moments before
Swept over your skin,
And rise only after you’ve passed.
Think of yourself, almost a god,
Your hair on fire,
The bellows of your heart pumping.
Think of the bats
Rushing out of their caves
Like a dark wind to greet you.
Of the vast nocturnal cities
Of lightning bugs
Floating down
From Minas Gerais;
Of the coral snakes;
Of the tons and tons of morpho butterflies
Filling the air
Like the cold confeti of Paradise.
(“Reasons for Moving”, 1968″)
EL ACCIDENTE
Un tren me arrolla.
Lo siento
Por el ingeniero
Que se inclina
Y susurra en mi oído
Que él es inocente.
Me seca la frente
Y sopla las cenizas
De mis labios.
Mi sangre fluye
En el aire de la tarde
Y nubla sus gafas.
Me susurra al oído
Los detalles de su vida
-tiene mujer
Y un hijo a los que ama,
Siempre ha sido
Ingeniero-.
Me habla
Hasta que el haz
De una linterna
Nos vuelve blancos.
Se levanta,
Sacude su chaqueta
Y comienza a correr.
Las cenizas crujen
Bajo sus botas,
El aire
Contra sus mejillas
Es frío y denso.
De vuelta en su casa
Se sienta en la cocina
Mirando la oscuridad.
Su rostro enrojece,
Aprieta las manos
Entre sus rodillas.
Me ve tendido
E inmóvil
Junto a las vías
Y cómo las débiles flores
De mi aliento
Desaparecen;
Los campos se doblan
Bajo las pesadas láminas
Del viento
Y los pájaros se dispersan
Entre las ramas
De los árboles.
Abandona la casa
Con prisa,
Levanta entre sus brazos
Los restos de mi cuerpo
Y regresa conmigo.
Me tumba en la cama.
Coloca su cabeza
Junto a la mía
Y me dice
Que todo saldrá bien.
Una pálida luz
Brilla en sus ojos.
Escucho el viento
Presionar la casa con fuerza.
No puedo dormir:
No puedo estar despierto.
Las contraventanas golpean.
El final de mi vida comienza.
THE ACCIDENT
A train runs over me.
I feel sorry
For the engineer
Whho crouches down
And whispers in my ear
That he is innocent.
He wipes my forehead
Blows the ashes
From my lips.
My blood streams
In the evening air
Clouding his glasses.
He whispers in my ear
The details of his life-
He has a wife
And child he loves.
He’s always been
An engineer:
He talks
Until the bearn
From someone’s flashlight
Turn us White
He stands,
He shakes his jacket out
And starts to run.
The cinders crack
Under his boots,
The air is cold
And thick
Against his cheeks.
Back home he sits
In the kitchen,
Staring at the dark.
His face is flushed,
His hand are pressed
Between his kness.
He sees me sprawled
And motionless
Beside the tracks
And the faint blooms
Of my breath
Being swept away,
The field bend
Under the heavy sheets
Of the wind
And birds scatter
Into the rafters
Of the trees.
He rushes
From the house,
Lifts the wreckage
Of my body in his arms
And brings me back.
I lie in bed
He puts his head
Down next to mine
And tells me
That I’ll be all right.
A pale light
Shines in his eyes.
I listen to the wind
Press hard against the house.
I cannot sleep
I cannot stay awake.
The shutters bang.
The end of my life begins.
(“Reasons for Moving”, 1968)
EL CARTERO
Es medianoche.
El sube por el camino
Y llama a la puerta.
Me apresuro a recibirle.
Permanece en pie y llora
Mientras me agita una carta.
Me dice que contiene
Terribles noticias para mí.
Cae sobre sus rodillas
“Perdóname! ¡Perdóname!” suplica.
Le invito a entrar:
Se seca los ojos.
Su traje azul oscuro
Es una macha de tinta
En mi sofá carmesí.
Indefenso, nervioso, pequeño,
Se ovilla como una bola
Y duerme mientras compongo
Más cartas para mí
De la misma manera:
“Vivirás
Para infligir dolor.
Debes perdonar”.
THE MAILMAN
It is midnight.
He comes up the walk
And knocks at the door.
I rush to greet him.
He stand there weeping,
Shaking a letter at me.
He tells me it contains
Terrible personal news.
He falls to his knees.
“Forgive me! Forgive me!” he pleads.
I ask him inside.
He wipes his eyes.
His dark blue suit
Is like an inkstain
On my crimson couch.
Helpless, nervous, small,
He curls up like a ball
And sleeps while I compose
More letters to myself
In the same vein.
“you shall live
By inflicting pain.
You shall forgive.”
(“Reasons for Moving”, 1968)
EL SUICIDIO
Salto desde un edificio
Como si cayera en un sueño,
El viento es la almohada
Que frena mi caída,
Frena mi caída
Como si estuviera soñando.
Envuelto por el aire,
Alcanzo a detenerme,
Y me alejo como un turista
Que observara las palomas.
La gente en las oficinas,
Queriendo salvarme,
Abre la boca.
“Tiradme una piedra”, grito,
Deseando caer,
Pero nadie me escucha.
Me lanzan una cuerda,
Y ahora camino,
Y te hablo a ti,
Te hablo a ti
Como si estuviera soñando
Que estoy vivo.
THE SUICIDE
I jump from a building
As if I were failing asleep
The wind like a pillow
Slowing me down.
Slowing me down
As if I were drearning.
Surrounded by air,
I come to a stop,
And stand back like a tourist
Watching the pigeons.
People in offices,
Wanting to save me,
Open their mouths,
“throw me a Stone,” I Yell,
Wanting to fall,
But nobody listens.
They throw me a rope
And now I am walking,
Talking to you,
Talking to you
As if I were drearning
I were alive.
(“Reasons for Moving”, 1968)
LOS MUERTOS
Las tumbas se hacen más profundas.
Los muertos están más muertos cada noche.
Bajo los olmos y la lluvia de hojas,
Las tumbas se hacen más profundas.
Los pliegues oscuros del viento
Cubren la tierra. La noche es fría.
Las hojas son barridas contra las piedras.
Los muertos están más muertos cada noche.
Una oscuridad sin estrellas los abraza.
Sus caras se desvanecen.
No podemos recordarlos
Con claridad. Nunca podremos.
THE DEAD
The graves grow deeper.
The dead are more dead each night.
Under the elms and the rain of leaves,
The graves grow deeper.
The dark folds of the wind
Cover the ground. The night is cold.
The leaves are swept against the stones.
The dead are more dead each night.
A starlees dark embraces them.
Their faces dim.
We cannot remember them
Clearly enough. We never will.
(“Reasons for Moving”, 1968)
ALIENTO
Cuando los veas
Diles que aún estoy aquí,
Que me apoyo en una pierna mientras la otra sueña,
Que éste es el único modo,
Que les miento de manera diferente
A cómo me miento a mí mismo,
Que estando a la vez aquí y más allá
Me transformo en horizonte,
Que como el sol sale y se oculta conozco mi lugar,
Que el aliento es lo que me salva,
Que incluso las forzadas sílabas en la declinación son aliento,
Que si el cuerpo es un ataúd, también es el refugio del aliento,
Que el aliento es un espejo velado por las palabras,
Que el aliento es todo lo que sobrevive al grito de auxilio
Mientras se introduce en un oído extraño
Y permanece cuando la palabra desaparece,
Que el aliento es comenzar de nuevo, que desde él
Toda resistencia declina, como el significado se aparta
De la vida o la oscuridad huye de la luz,
Que aliento es lo que doy cuando les entrego mi amor.
BREATH
When you see them
Tell them I am still here,
that I stand on one leg while the other one dreams,
that this is the only way,
that the lies I tell them are different
from the lies I tell myself,
that by being both here and beyond
I am becomng a horizon,
That as the sun rises and sets I know my place,
That breath is what saves me,
That even the forced syllables of decline are breath,
That if the body is a coffin it is also a closet of breath,
That breath is a mirror clouded by words,
That breath is all that survives the cry for help
At is enters the stranger’s ear
And stays long after the word is gone,
That breath is the beginning again, that from it
All resistance falls away, as meaning falls
Away from life, or darkness fall from light,
That breath is what I give them when I send my love.
(“Darker”, 1970)
LA COLINA
He llegado tan lejos sólo con mis piernas,
Perdiendo autobuses, perdiendo taxis,
Y siempre subiendo. Un pie delante del otro,
Así es como lo hago.
No me importa cómo la colina continúa.
Hierba junto al camino, un árbol agitando
Sus hojas negras. ¿qué más da?
Cuanto más camino, más lejos estoy de todo.
Un pie delante del otro. Las horas pasan.
Un pie delante del otro. Los años pasan.
Los colores de la llegada se apagan.
Así es como lo hago.
THE HILL
I have come this far with my own legs,
Missing the bus, missing taxis,
Climbing always. One foot in front of the other,
That is the way I do it.
It does not bother me, the way the hill goes on.
Grass beside the road, a tree rattling
Its black leaves. So what?
The longer I walk, the farther I am from everything.
One foot in front of the other. The hours pass.
One foot in front of the other. The years pass.
The colors of arrival fade.
That is the way I do it.
(“Darker”, 1970)
LLEGAR A ESTO
Hemos hecho lo que hemos querido.
Hemos abandonado los sueños, prefiriendo el gran esfuerzo
De cada uno, y hemos dado la bienvenida al dolor
Y llamado ruina al hábito imposible de romper.
Y ahora estamos aquí.
La cena preparada y no podemos comer.
La carne descansa en el lago blanco de su plato.
El vino espera.
Llegar a esto
Tiene su recompensa: nada es prometido, nada cogemos.
No tenemos corazón ni gracia que nos salve,
No hay lugar donde ir, no hay razón para permanecer.
COMING TO THIS
We have done what we wanted.
We have discarded dreams, preferring the heavy industry
Of eache other, and we have welcomed grief
And called ruin the imposible habit to break.
And now we are here.
The dinner is ready and we cannot eat.
The meat sits in the White lake of its dish.
The vine waits.
Coming to this
Has its rewards: nothing is promised, nothig is taken away.
We have no heart or saving grace,
No place to go, no reason to remain.
(“Darker”, 1970)
MAPAS NEGROS
Ni la presencia de las piedras,
Ni el aplauso del viento,
Te permitirán saber
Que has llegado,
Ni el mar que celebra
Sólo salidas,
Ni las montañas,
Ni las ciudades moribundas.
Nada te hará saber
Donde te encuentras.
Cada momento es un lugar
Donde nunca has estado.
Puedes caminar
Creyendo que emites
Luz a tu alrededor:
¿Pero cómo lo sabes?
El presente siempre es oscuro.
Sus mapas son negros;
Se elevan desde la nada,
Y describen,
En su lento ascenso
Hacia ellos mismos,
Su propio viaje,
Su vacío.
La inhóspita y mesurada
Necesidad de su propio término.
Mientras ascienden al ser
Son como el aliento.
Y si alguna vez son estudiados
Serviría sólo para encontrar,
Demasiado tarde, que lo que pensabas
Eran tus inquietudes
No existen.
Tu casa no está señalada
En ninguno de ellos,
Ni tus amigos,
Esperando que aparezcas,
Ni tus enemigos,
Enumerando tus faltas.
Sólo tú estás allí,
Saludando
A lo que serás,
Y la hierba negra
Sujetando las negras estrellas.
BLACK MAPS
Not the attendance of stones,
Nor the applauding wind,
Shall let you know
You have arrived,
Not the sea that celebrates
Only departures,
Nor the mountains,
Nor the dying cities.
Nothing will tell you
Where you are.
Each moment is a place
You’ve never been.
You can walk
Believing you cast
A light around you
But how will you know?
The present is always dark,
Its maps are black,
Rising from nothing,
Describing,
In their slow ascent
Into themselves
Their own voyage,
Its emptiness,
The bleak, temperate
Necessity of its completion.
As the rise into being
They are like breath.
And if they are studied at all
It is only to find,
Too late, what you thought
Were concerns of yours
Do not exist,
Your house is not marked
On any of them,
Nor are your friends,
Waiting for your to appear,
Nor are your enemies,
Listing your faults,
Only your are there,
Saying hello
To what you will be,
And the black grass
Is holding up the black stars.
(“Darker”, 1970)
LA ÚNICA CANCIÓN
Prefiero estar el día entero
Como un saco en una silla
Y yacer toda la noche
Como una piedra en mi cama.
A la hora de comer
Abro la boca.
A la hora de dormir
Cierro los ojos.
Mi cuerpo canta
Sólo una canción;
El viento en mis brazos
Se vuelve gris.
Las flores nacen.
Las flores mueren.
Más es menos.
Deseo más.
THE ONE SON
I prefer to sit all day
Like a sack in a chair
And to lie all night
Like a Stone in my bed.
When food comes
I open my mouth.
When sleep comes
I close my eyes.
My body sings
Only one song;
The wind turns
Gray in my arms.
Flowers Bloom.
Flowers die,
More is less.
I long for more.
(“Darker”, 1970)
LA LLEGADA DE LA LUZ
Incluso tan tarde sucede:
La llegada del amor, la llegada de la luz.
Despiertas y las velas arden como encendidas por si mismas,
Las estrellas se acercan, los sueños vierten en tu almohada
Levantando templados aromas de aire.
Incluso tan tarde los huesos del cuerpo brillan
Y el polvo venidero resplandece en el aliento.
THE COMING OF LIGHT
Even this late it happenss:
The coming of love, the coming of light.
You wake and the candles are lit as if by themselves,
Star gather, dreams pour into your pillows,
Sending up warm bouquets of air.
Even this late the bones of the body shine
And tomorrow’s dust flares into breath.
(“The Late Hour”, 1978)
POEMAS DE AIRE
Los poemas de aire se mueren despacio;
Demasiado ligeros para la página, demasiado débiles,
Demasiado lejanos; los que llamamos La Luna,
Las Estrellas, El Sol, se hunden en el mar o tras los árboles
En el límite del campo. La tumba de la luz está en todas partes.
Un día de verano o noche de invierno los poemas cesarán.
Nadie llorará, nadie mirará el cielo.
Una niebla espesa llenará los valles,
Una oscuridad indeleble lloverá sobre las montañas,
Y nada, ni un solo pájaro, cantará.
POEMAS OF AIR
The poems of air are slowly dying;
Too light for the page, too faint, too far away,
The ones we’ve called The Moon, The stars, The Sun,
Sink into the sea or slid behind the cooling trees
At the field?s edge. The grave of light is everywhere.
Some summer day or winter night the poems will cease.
No one will weep, no one will look at the sky.
A heavy mist will fill the valleys,
An indelible dark will rain on the hills,
And nothing, not a single bird, will sing.
(“The Late Hour”, 1978)
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