CÓMO CONVERTIR LAS CIUDADES EN OASIS VERDES. Por qué no hay parques en las ciudades? Porque con los parques no se puede especular; sí, en cambio, con los edificios que se pueden levantar encima de ellos. Bastaría que se permitiera a las empresas privadas cobrar entradas para acceder a los parques, y que éstos fueran altamente demandados, para que las ciudades se convirtieran en oasis verdes.
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NO LO LLAMEN CAMBIO CLIMÁTICO. El mundo que nos rodea, ya sean árboles, plantas o animales, no perecerá a causa de la contaminación, sino de la cruel sobreexplotación a la que obliga a los hombres el sistema de producción capitalista. Ya lo aclaró el botánico mexicano Mario Hernández, emitiendo la frase del siglo: "No lo llamen cambio climático, llámenlo capitalismo desaforado."
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OTRA VEZ MACONDO. También los habitantes de Macondo comenzaron a contemplar el diluvio como quien ve llover.
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TAL VEZ EN CHERNÓBIL ESTÉ LA SALVACIÓN. La zona de exclusión de la central de Chernóbil se ha convertido en una de las reservas de fauna salvaje más importantes del mundo, lo que nos llena de esperanzas planetarias sobre la posibilidad de que después de una hecatombe nuclear pueda emerger la vida salvaje con fuerza una vez liberada de la especie más bárbara.
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UNA CIVILIZACIÓN EMBOTELLADA. En algunas ciudades populosas, como Sao Paulo, ya hay embotellamientos de cientos de kilómetros de cola, que nos evocan "La autopista del sur" de Cortázar. Hay expertos que anuncian que habrá un embotellamiento tan grande que los coches se quedarán obturados y no podrán salir. Es la metáfora del futuro que nos aguarda tras el cambio climático: una civilización colapsada, atiborrada de máquinas inútiles que seguirán colapsando más la civilización a fuerza de contaminarla.
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DONDE PODÍA VERSE UN CABALLO. Ante la desaparición de los animales, Cioran, consternado, expresa todo su horror por contemplar un hombre donde podía verse un caballo. No había considerado todavía el verdadero epicentro de la catástrofe y su grotesco desplazamiento: !contemplar una máquina donde podía verse un hombre!
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NIEVE NEGRA SOBRE DESIERTO BLANCO. Algún día la contaminación será tan alta que la nieve caerá negra sobre un desierto blanco. Pero por de pronto ese futuro comienza a dibujarse ya hoy: la nieve cae a veces tan sucia en China que las autoridades aconsejan no salir a la calle.
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LA PROCRASTINACIÓN EN LAS CUMBRES DEL CLIMA. El mundo reunido en las cumbres del clima incurre en el único acto que lo precipita hacia la catástrofe: postergar lo impostergable. Siempre será posible empezar a salvar el planeta el año que viene.
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POBRE MUNDO ANIMAL. El mayor alegato contra las ciudades es la desaparición de los animales: los caballos sustituidos por máquinas rodadoras y los pájaros por máquinas voladoras, las gallinas hacinadas empollando sus huevos en lejanas incubadoras y los conejos con las orejas gachas camino del matadero.
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QUIENES NIEGAN EL CAMBIO CLIMÁTICO. Aquellos que niegan el cambio climático y despliegan medidas para la explotación del medio ambiente sin ningún reparo son los mismos que propugnan la explotación y la violencia, no sólo en la naturaleza, sino en todos los órdenes de la vida: en el de la naturaleza humana, en el dominio de la mujer y en el reforzamiento de la autoridad militar. La negación del cambio climático siempre rimará con la alienación del ser humano.
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LA CIENCIA QUE NO SE PRACTICA. La humanidad, por medio de su conocimiento científico, es capaz de saber que la concentración actual de monóxido de carbono es catastrófica, comparable sólo a la que existía hace tres millones de años, cuando ni siquiera existía el hombre, pero es incapaz de hacer nada por remediarlo, aunque el cambio de clima pueda llevar a la extinción de mismo ser humano. Como dice un proverbio hindú, la ciencia que no se practica deja de ser ciencia.
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LAS MISERABLES CONDICIONES DEL HOMBRE. Al hombre no le importaría que los efectos de la tecnología sobre el cambio climático provocasen una catástrofe que llevase a la extinción de todas las especies con tal de que quede a salvo su existencia. Sin embargo, apenas nos damos cuenta de que la tecnología tiene efectos igualmente perniciosos sobre su naturaleza moral y sobre el medio en que desarrolla sus facultades y, especialmente, sobre sus hábitos, hasta el punto de que si sólo subsistiese el hombre en el planeta podría hablarse de la extinción del hombre, pues habría llevado su existencia a unas condiciones psicológicas y morales tan miserables, que ya no valdría nada su vida sobre la tierra.
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LA SOLUCIÓN SE HACE INTERMINABLE. Que la catástrofe climática se hace más inminente cada momento que pasa se muestra en que las cumbres entre países que podrían detenerla se hacen cada vez más largas e interminables. Cuanto más grande se vuelva un problema, más largo se hace el proceso para solucionarlo. Pero hay que darse cuenta de que la mayoría de los problemas se hacen cada vez más grandes a medida que se va reduciendo la voluntad para solucionarlos.
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EL NEGOCIO DEL CAMBIO CLIMÁTICO. El único motivo que todavía mueve a países y empresas para luchar contra el cambio climático es el negocio que se vislumbra en las inversiones de las nuevas fuentes de energía. No se concibe otro cambio que no pase por producir más dinero. Pero es precisamente las ansias de hacer negocio lo que nubla la visión para las verdaderas soluciones que exige el actual estado de catástrofe.
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NI EL ARCA DE NOÉ. La maquinaria tecnológica que el hombre ha puesto en marcha para producir y conservar su propio hábitat artificial se revela ahora como una perfecta máquina de aniquilar toda forma de vida animal. Su reinado sobre la naturaleza se culmina con la extinción de las especies. En los últimos meses, en Australia, a causa de los incendios provocados por el calentamiento global, han muerto más de mil millones de animales. El nuevo diluvio universal vendrá a la tierra en forma de tormentas de fuego y ya no se salvará de la quema de naves ni el arca de Noé.
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NO ES POR LA CONTAMINACIÓN, ES POR LA RUINA. Si ya se deja de invertir en empresas contaminantes no es porque se sienta horror por la contaminación: el horror es poner dinero en unas empresas que ya están yendo hacia la ruina, y nada odian más los inversores que a los potenciales morosos. Los inversores no quieren riesgos y las empresas contaminantes ya están en peligro de muerte. Si la empresa con más futuro del mundo fuera altamente contaminante, todo el dinero del mundo se invertiría en ella.
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CUANDO LA CATÁSTROFE ES UNA QUIEBRA EMPRESARIAL. En realidad el cambio climático ocupa un puesto zaguero -el undécimo- entre las principales preocupaciones de los directivos de Davos, pese a proclamar lo contrario. Para quien quiere hacer negocio, que se hunda el mundo no es una amenaza, pero que se quiebre una empresa resulta una catástrofe.
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SALVAR AL PLANETA SACIANDO EL HAMBRE. Cuanto más lejos estamos de salvar el planeta de la catástrofe ecológica, incumpliendo todas las metas que la humanidad se había propuesto, más nos apartamos de la meta ideal de erradicar el hambre en el mundo. Pero antes que salvar el planeta, sería mejor dedicarnos a salvar a los hombres de las hambrunas. La falta de conciencia ecológica es al final consecuencia de una falta de conciencia humanista.
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EL MAYOR DELITO DEL HOMBRE ES EL ECOCIDIO. Quizás solo podríamos librarnos de la catástrofe ecológica si lleváramos a todos los ecocidas a la cárcel acusados por violación de los derechos humanos. Cuanto más se viola la naturaleza, más menguan nuestros derechos fundamentales y menos posibilidades tenemos de seguir con vida.
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EL ORÁCULO DE UNA ESPECIE EN EXTINCIÓN. El mundo humano no se pone de acuerdo en lo más importante para el hombre: salvar el planeta o, mejor dicho, dilucidar sobre su propia supervivencia. Mal ha de irle a una especie cuando pierde el instinto de supervivencia y se deja ir. Se diría que es el síntoma más claro de una civilización en decadencia, pero aún habría que ir más lejos: su negligencia es el signo y el oráculo de una especie en extinción.
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AQUELLOS CANTOS QUE ESPANTABAN LOS MALES. Se dice que los cantos de los pájaros cada vez son más simples y menos frecuentes, los campos más silenciosos, las ciudades más ruidosas. Incluso más ruidosas y dañinas para las gaviotas y las palomas, a las que se quiere enloquecer con ultrasonidos. No hay ya refugio para ellos en la naturaleza conquistada por el hombre y llena de espantapájaros. La paloma de la paz está en guerra contra el hombre. Sólo para que los pájaros volviesen a cantar, el hombre como especie debería callar.
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LA HIPOCRESÍA CLIMÁTICA. ¿Por qué no se va a cumplir los objetivos para que el aumento de la temperatura no pase de 2º en 2050? Porque si en lugar de hacer caso a lo que anuncia o proclama cada país, se hace caso a sus planes concretos, se ve que hay una diferencia abismal entre lo que proclaman o dicen, lo que proyectan y lo que finalmente acaban haciendo.
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LAS TROMPETAS DE LOS MERCADOS. Cada vez que los mercados hablan, el desastre climático ruge y suenan más fuertes las trompetas del apocalipsis.
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LO QUE NO PUEDE SER MEDIDO. Si hoy gran parte de la humanidad es sensible a los efectos de la tecnología sobre el cambio climático, es porque el conocimiento de los hombres solo se rige en la actualidad por el plano físico de los fenómenos, que pueden ser medidos. Pero nada se nos dice del efecto de esta tecnología sobre el plano espiritual del hombre y, sin embargo, los cambios producidos por la tecnología han de estar abocando al hombre a una catástrofe moral similar. Por un énfasis del conocimiento científico, los hombres son más sensibles a lo que se ve que a lo invisible. Pero a veces lo invisible se vuelve insidioso y es capaz de amenazar la existencia con más fuerza que los fenómenos visibles. Y esa catástrofe será tanto más gigantesca cuanto menos prevista sea por la miopía de la ciencia.
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EL GUARDÍAN DE LA MUERTE. La única razón por la que se quiere combatir el cambio climático es porque revierte negativamente sobre la salud y los bienes del hombre. Si el hombre como especie pudiera quedar indemne de los efectos que él mismo ha provocado, seguramente permitiría la extinción del resto de las especies. Mientras no aparezca una nueva conciencia de solidaridad con el destino de todas las criaturas, el hombre seguirá más o menos degradando el planeta. O el hombre, para sobrevivir, se convierte en el guardián de la vida o acabará convirtiéndose en el último guarda de un vasto cementerio.
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EL APOCALIPSIS YA NO SERÁ NOTICIA. Lo más curioso y dramático del cambio climático es su injusto reparto, como si el gobierno del cosmos también estuviese en manos de un tirano malo. Las regiones más pobres de la tierra serán las más azotadas y, al no salir casi nunca en las noticias, los graves efectos serán silenciados. En el futuro, que el mar se trague una isla del pacífico ya no será noticia.
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EL EXIGUO TERRITORIO DE LOS PROFETAS. El mundo parece hallarse bajo un régimen de terror: primero el terror a la peste y luego el terror a la guerra. Mientras, se va extendiendo un silencioso terror al apocalipsis que nadie quiere ver: se extinguen las especies, se precipitan los cielos, se inundan las costas, nos asolan los ciclones y las sequias nos beben los mares y los ríos. Sería una extraordinaria época para la aparición de los profetas si no fuera porque les queda ya poco futuro por vaticinar.
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CONVERTIMOS LOS BOSQUES EN ESTERCOLEROS. En la nueva ecología empresarial, la manera que tienen de compensar las empresas que contaminan es conseguir su recompensa plantando árboles para ganar prestigio y nuevos contratos. Convertir los bosques en sumideros es una forma de convertirlos en estercoleros. La civilización siempre se ha reducido a una operación de limpieza para el estiércol humano.
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EL NUEVO CRIMEN DE GUERRA. Si la lucha contra el cambio climático ya se ha convertido en guerra, la victoria ha de pasar por tratar como criminales de guerra a quienes utilizan la máquina del estado para destruir la Tierra.
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ADIÓS AL SÍMBOLO DE LA LENTITUD. Cuando más se acelera la evolución tecnológica de la humanidad y más celérico corre el hombre a caballo del progreso, trastocando mar, tierra y aire, más amenazadas se ven las especies más antiguas y lentas del planeta, hasta el punto de que llegará el día en que la tortuga, ahora a punto de extinguirse, ya sólo será un símbolo atávico de la lentitud en que pudo el hombre vivir para siempre.
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LA GRAN PLAGA. La especie humana, al acabar con los insectos que exterminaban las plagas, se acaba convirtiendo en la mayor plaga sobre la Tierra.
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LA SIMBIOSIS CON LAS ESPECIES. Si el hombre no es capaz de proteger a los animales y toda la vida del planeta ¿quién protegerá al hombre de su probable extinción?. El hombre sólo podrá vivir seguro en el planeta si asegura la vida de las demás especies. La esencia de la vida es más vida, vivir en simbiosis con todas las especies. Todos somos animales biófagos. Si exterminamos la vida sin nutrirnos de ella, acabaremos pereciendo de esterilidad e inanición.
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SALVEMOS A LAS MASCOTAS. La mitad de las personas salvarían a su mascota antes que a una persona desconocida, si se diera el caso. Quizás sea lo único que mereciera salvar del planeta tierra: las mascotas. Un planeta libre por fin de los dueños de las mascotas y unas mascotas por fin fértiles para poder procrear cuando se ponen en celo.
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EN VENECIA TODO EL AÑO. El diluvio ya se está volviendo algo endémico y universal. En algunas ciudades se derrama más en un día que antes en todo el año. Mientras Venecia corre el riesgo de anegarse hasta desaparecer, cada vez más ciudades van adquiriendo su fisonomía.
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PERDEMOS EL OLFATO PARA EL PELIGRO. Se desencadena la catástrofe cuando la humanidad ha dejado de tener miedo por haber perdido el olfato para el peligro. Cuanto menos se teme la amenaza nuclear es cuanto más cerca está sobrevolando la bomba por encima de nuestras cabezas.
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LAS ENERGÍAS VERDES TAMBIÉN ENSUCIAN. Las energías limpias también ensucian. A causa del precio de la energía verde, la vida de los pobres se volverá más sucia.
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LA BUCÓLICA BALADA DE LAS INDUSTRÍAS TÓXICAS. En el futuro nos venderán embotellados todos los venenos bajo una marca verde: cuanto más venenoso para la salud es un producto, más sencillo resulta publicitarlo como un remedio para nuestra maltrecha salud y la del planeta. Quien tiene la cara más sucia se la puede maquillar para salir con ella como recién salida del río de Heráclito. Pocas industrias degradan tanto el medio ambiente, además de corroer la salud pulmonar, como la industria tabaquera, y pocas como ella reciben todos los años los premios a la industria más limpia, y pocas como ellas, desde la propaganda verde, se disfrazan con su piel de cordero para cantar una bucólica balada a la madre naturaleza.
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ALTIUS, CITIUS, FORTIUS. El hombre, con su fiera competencia por batir los récords más inusitados en todas los terrenos, ya ha conseguido lanzar el cambio climático a su carrera más veloz y a su salto más vertiginoso: las olas de calor ya son las más intensas, las más extensas y las más largas. Batir un récord imperecedero en el terreno del cambio climático es lo que puede hacer a la especie y al planeta más perecederos.
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OTRA VEZ LA NOSTALIGIA DE LA TORTUGA. No es casualidad que cuando se empieza a reivindicar la lentitud como actitud subversiva para contrarrestar el vértigo de los tiempos, una de las especies más amenazada del planeta sea la tortuga. El hombre mira hacia atrás con nostalgia a aquellas cosas y seres que va arrollando en su impulso adelante.
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CONFINARSE PARA SALVAR AL PLANETA. Parece que la contaminación provoca al año más muertes en el mundo que los virus. Si todo el mudo se confinase al menos una semana al año por el pánico a la contaminación, tal vez aún habría esperanzas de salvar la salud del planeta.
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LA PRÓXIMA ARCA DE NOÉ VOLARÁ POR LOS CIELOS. Oigo a una divulgadora en materia climática decir que hay que ser optimistas porque las soluciones están ahí, no es como si tuviéramos que inventar una tecnología para salvarnos. Buena versión de lo que se llama "solucionismo tecnológico". Siempre se puede encontrar una solución a cualquier problema por medio de la tecnología, especialmente para revertir el cambio climático provocado por ella. Si la salvación a la catástrofe de la tierra ha de venir de la mano de la tecnología, será a través de un arca de Noe aeronáutica para emigrar a otros planetas.
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SALVAR AL PLANETA DE SUS MISERIAS. La pobreza es el mayor contaminante, dijo Indira Ghandi; si eso es verdad, que es todo lo contrario, aún habría esperanza de salvar al planeta y a la humanidad de todas sus miserias.
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LA PRUEBA ESTÁ EN EL TÓPICO DE LAS CONVERSACIONES. Los hombres no pueden ignorar las pruebas y evidencias del cambio climático, salvo que sean rematadamente tontos y obtusos, pues la conversación más tópica, nuestro pan de cada día para iniciar una conversación cuando nos encontramos con alguien es ponernos a hablar del tiempo. Y es imposible ocultar semejante ejemplar de elefante en esa cacharrería.
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MATUSALENES EN UN PLANETA QUE AGONIZA. Cuanto más se envenena la vida en el planeta, más quiere la especie humana alargar la suya. Tal vez los hombres alcancemos a convertirnos en matusalenes a bordo de un planeta que agoniza.
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AMASANDO EL CAMBIO CLIMÁTICO CON EL SUDOR DE LA FRENTE. Es previsible que al incidir el cambio climático sobre la mala calidad de las cosechas, los hombres mueran más de hambre que de frío o de calor y que se acaben empobreciendo a costa de pagar los alimentos con lágrimas, sudor y sangre. En el futuro, mientras los ricos amasan sus fortunas chorreando sudor en sus lugares de recreo, veremos a los pobres amasando el pan con el sudor de su frente.
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LA POBREZA NO ES SUFICIENTE. Mientras las consecuencias del cambio climático sean vistas como una situación que nos volverá más pobres, seremos incapaces de ver el riesgo atroz para la supervivencia del ser humano. Puesto que quienes dirigen el mundo andan nadando en la abundancia, la posibilidad de ver a los hombres volverse más pobres es una realidad que no llega al corazón.
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HOMO NECANS. La aparición del hombre civilizado provoca la gran masacre del mundo natural y acaba extinguiendo miríadas de especies (la octava parte de las especies ya está en riesgo de extinguirse), lo que significa que habría que definir taxonómicamente al hombre como "homo necans" y como la especie letal por naturaleza.
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EL EUFEMISMO NOS DEJARÁ SIN HABLA. El eufemismo también ha llegado a los dominios del cambio climático. Los expertos niegan que sea éste el que provoque las abundantes olas de calor, para añadir a continuación que las hace más tempranas, recurrentes, intensas y duraderas y que la acción del hombre las duplica. Si al cambio climático no se le llama descarnadamente por su nombre, al final los fenómenos meteorológicos nos acabarán dejando sin habla.
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LOS INMIGRANTES Y LAS AVES MIGRATORIAS. Cuanto más migran los seres humanos por todo el planeta más amenazadas de extinción se hallan las especies migratorias debido a la caza furtiva y a la desforestación. Mientras la presión de la civilización expulsa a la especie humana de su hábitat hasta convertir a sus especímenes en nómadas perseguidos, en el seno del reino animal las especies migratorias casi nunca logran llegar a su destino. Cuantos más muros se levantan contra los inmigrantes, más árboles se talan contra las especies migratorias.
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LA PESTE DE LA TIERRA. La verdadera peste para el planeta no son los virus letales que ha cargado la mano del hombre contra el hombre, sino los pesticidas que se fabrican en cualquier laboratorio.
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LA METÁFORA DE LA INTEMPERIE HUMANA. El cambio climático no es más que una metáfora que exacerba la intemperie a la que se expone a los más vulnerables de la sociedad: si un trabajador muere de insolación desempeñando su trabajo en medio de una ola de calor, eso quiere decir que las empresas aplastan a sus empleados dejándoles que se achicharren.
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LOS ECOLOGISTAS NO SON BOMBEROS INCENDIARIOS. Al hombre casi no le quedan esperanzas si se empieza a echar la culpa a los ecologistas de que los bosques ardan. Es algo tan absurdo que desalienta, como imaginar a un bombero incendiario. Cuando se niega el cambio climático, la mente se vuelve tan retorcida que llega a concebir la realidad al revés.
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LA INSOLACIÓN DE LOS MONTES. Que el calentamiento global nos puede acabar calcinando es algo tan evidente que las peores olas de calor desde que se tienen registros acaban provocando incendios extremadamente voraces: ya no es que nos asemos de calor, es que acabaremos agostando los montes de pura insolación.
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LA INHUMANIDAD DEL CAPITALISMO. No es que seamos más improductivos en plena ola de calor, como dice el capitalismo, que nada entiende de lo humano, es que nos volvemos más inhumanos
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AQUELLAS JOYAS ANTEDILUVIANAS. Con las lluvias torrenciales y las olas de calor, el mar se hará tan hostil para los bivalvos que acabarán cerrándose en banda y ya no querrán crecer, como ya comienza a pasar. En el futuro, el marisco ya no será cosa de ricos, sino un alimento del hombre del pasado. Se seguirán vendiendo collares de perlas, pero todas serán joyas antediluvianas.
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HACIA UNA VENECIA DESIERTA DE TURISTAS. El calentamiento global y las inundaciones sin cuento hará que volvamos a la prehistoria de la grutas de las cavernas y los palacitos. Acabaremos convirtiendo el mundo en una Venecia desierta de turistas.
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DESDE QUE HAY REGISTROS Cuando todos los fenómenos atmosféricos se vuelven extremos, batiendo todos los récords desde que hay registros, cada uno de nosotros mira a otro lado para exculparse y tan solo atinamos a exclamar inocentemente: a mi que me registren.
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EL DESPILFARRO ES UN SACRILEGIO. No hay alimento más maldito que el que se tira a la basura. Nada profana más la sacralidad de la tierra que el que gran parte de sus frutos se pudran en los vertederos. Es imposible revertir el cambio climático mientras la humanidad no entienda que la austeridad es una actitud religiosa y que cualquier consumo insensato y compulsivo es un sacrilegio que trae consigo la maldición de la especie.
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LA RAZÓN DE SER DE LOS APOCALÍPTICOS. En materia de medio ambiente, sólo se puede evitar el apocalipsis siendo apocalíptico. Es imposible sustraerse al infierno sin creer en la existencia del diablo. Obviar a éste es lo que nos llevaría a aquel. La humanidad camina hacia la catástrofe cuando afirma el cambio climático en su pensamiento, pero lo niega en cada una de sus acciones.
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PASEANDO CON SOCRATES POR EL MERCADO. Ver en el mercado tantas cosas que no se necesitan, como vio Sócrates cuando fue invitado a pasear en él por un amigo, es la única actitud posible que nos salvaría del despilfarro que está detrás de la destrucción de la tierra. El hombre acaba incendiando su propia casa al consumirla con la yesca de su voracidad y su codicia.
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VIVIR EN UN MUNDO DEFICIENTE. Volver la civilización y su sistema productivo más eficiente sólo hará que la catástrofe a la que se aboca a la Tierra se vuelva también más eficiente. Sólo en un mundo deficiente, según los cánones del hombre actual, se podría empezar a poner los palos en las ruedas para detener el eficiente engranaje que nos conduce hacia el apocalipsis.
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LOS BANCOS SÓLO PLANTAN DINERO. Ya hay bancos que plantan un árbol cada vez que llega un nuevo cliente -como proclama su publicidad para captarlos-, pero no bastaría para salvar al planeta que lo plantasen por cada céntimo ingresado. Los bancos piensan en plantar árboles como si fueran farolas y es seguramente el dinero lo que ha convertido el mundo vivo en una cosa muerta que se puede explotar sin respetar su vida.
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LOS MONSTRUOS DE LA MADRE TIERRA. En el futuro los crímenes más graves se cometerán contra la naturaleza y serán medioambientales y la policía se esforzará por prevenir los delitos ecológicos. Intentar asesinar a la madre tierra es un sacrilegio que nos convertirá en monstruos.
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HACIA UNA NATURALEZA DE PACOTILLA. Que el futuro es una pesadilla distópica provocada por la tecnología se ve claramente en la creación de oasis de descanso digitales para que consigamos desconectar: de aquí a no muchos años ya sólo deambularemos por paisajes paradisíacos a través de los videos idílicos sobre la naturaleza con los que toparemos a través de internet. Atravesaremos la selva amazónica, nos bañaremos en cascadas de agua cristalina, buscaremos el solaz de un campo de palmeras a través de las imágenes que nos surte la red, y esos paseos por una naturaleza de pacotilla serán el anuncio de que la naturaleza real ha quedado sepultada tras el muro de la pantalla y por la mano de la tecnología. La técnica tiene la engañosa virtud de proporcionarnos un consuelo por la pérdida de aquello que ella misma ha provocado. Cuando ya nos es difícil hacer una escapada por la naturaleza, se nos hace más imposible evadirnos del engañoso mundo digital.
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LA SALUD DEL PLANETA DEPENDE DE CADA ÁRBOL. Si las grúas municipales pueden dedicarse impunemente a talar árboles centenarios, las industrias millonarias están autorizadas a desforestar impunemente los pulmones del planeta. Cada vez que se permite un desastre ecológico en las lindes de las ciudades, abrimos puertas al campo para que penetre una gran catástrofe ambiental.
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NO ESTAMOS EN MANOS DE LA PROVIDENCIA. Lo peor que nos puede pasar con el cambio climático es que reaccionemos ante él como si estuviera en manos de la providencia. Lo que le cedamos a sus pródigas manos se lo arrebatamos a las provisoras manos de los hombres. Pensar que ya no podemos hacer nada ante la catástrofe nos empuja más hacia ella.
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CUANDO LA CATÁSTROFE SE VUELVE ESPECTACULAR. Cada vez que en un medio del espectáculo contemplamos una espectacular catástrofe natural, comenzamos a pensar que es natural vivir en tiempos de catástrofe.
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ÁVIDOS MORTALES. Un presidente de una potencia europea decreta el fin de la abundancia (de tierras, de materias y de agua), como si la cosa no ocurriese al revés y fuera el agotamiento del agua y la devastación de la tierra y la escasez de las materias lo que nos acaba hundiendo en la miseria para declararnos en el oído: "también vosotros, ávidos mortales, sois seres de un día"
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EL DIOSECILLO DÉSPOTA. Lo peor de la especie humana es que cree poder manejar el planeta a su antojo evolutivo sin contar con el resto de la especies, ella que resulta al final más tiránica que un diosecillo déspota. Si el hombre pudiera polinizar por medio de algún artificio los cultivos que le alimentan, hace tiempo que habrían desaparecido de la Tierra todos los insectos que vuelven fértil la vegetación que la cubre. El hombre ya se basta tanto a si mismo y está tan ebrio de sí, que no le importa el destino de las otras criaturas mientras se ponga a salvo su civilización. Todavía tratamos de conservar a los insectos de la tierra porque sin ellos seríamos más pobres y nos costaría más llevarnos el alimento de la tierra a la boca.
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