lunes, 29 de enero de 2024

PENSAMIENTOS 35. Walter Benjamin ("Dirección de sentido único")




Walter Benjamin fue un filósofo y crítico de arte alemán que nació el 15 de julio de 1892 en el seno de una familia de la burguesía judía acomodada. Fue el mayor de los tres hijos del matrimonio formado por Emile Benjamin y Pauline Schönflies. Su padre, que pertenecía a una familia de banqueros de Renania, llegó a amasar una cuantiosa fortuna como anticuario, corrededor de arte y especulador financiero. También la familia de la madre había alcanzado una notable posición gracias al comercio agrícola. A Benjamin se le asignó pronto un preceptor particular para que le diese las primeras letras, pues una dislexía le iba a impedir el aprovechamiento de las clases en la escuela, contribuyendo a sus ingratos recuerdos de todos los colegios por los que pasó. En 1902 ingresó en Gimnasium de Berlín para seguir con sus estudios secundarios con escaso rendimiento académico. Años más tarde confesaría que nunca logró superar el terror y la desolación que le había provocado su severo régimen disciplinario. En 1912 entra en la universidad de Friburgo para estudiar filosofía y allí se afilia a la "Sección para la reforma escolar", integrada en la "Asociación de estudiantes libres", que trataba de crear una cultura juvenil independiente. Benjamin pronto destacó por defender los postulados más radicales, en un intento de lograr los cambios sociales a través de una revolución cultural. Entre 1911 y 1915 publica en diversas revistas una serie de artículos pedagógicos de marcado carácter idealista, comenzando de este modo su carrera de publicista. Como consecuencia de sus planteamientos radicales se ve obligado a abandonar la Universidad de Friburgo para estudiar en la de Berlín, donde conoce a Rainer María Rilke y traba relación con Scholem. En 1917 se casa Con Dora Sophie Kellner y ambos se instalan en Berna en señal de protesta por el belicismo de Alemania en la primera guerra mundial. Allí cursa los estudios de doctorado y nace su único hijo. En 1919 culmina su tesis "El concepto de crítica de arte en el romanticismo alemán". Durante este periodo se relaciona con Ernest Bloch y George Lukács. También conoce al novelista Hermann Hesse.  Al finalizar la guerra la pareja regresa a Alemania. Sin tener como ganarse la vida, han de instalarse en casa de sus padres. Walter se dedica a estudiar a la vez que escribe algunos ensayos que logra publicar. En 1925 publica un estudio sobre las afinidades electivas de Goethe, comenzado unos años antes y que dedicará a un antiguo amor (Julia Cohn) con quien vuelve a retomar la relación, lo que prococa la separación de su mujer por una temporada. Llega en este tiempo a un acuerdo con su padre para que le pase una asignación a cambio de que se aplique para conseguir un puesto de profesor universitario. Apadrinado por el sociólogo Gottfried Salomon, permanece durante un semestre en la Universidad de Francfort preparando su competencia en Historia de la literatura moderna alemana. Aquí conocerá a Theodor Adorno, estudiante a punto de doctorarse y con el que iba a fraguar una estrecha amistad. En 1924 viaja a Capri para preparar su trabajo para la universidad y conoce a Asia Lacis comunista letona y directora de teatro infantil proletario. Bajo su influencia abraza las tesis del marxismo y comienza a profundizar en el fracaso de los valores y la sociedad ahormada por la clase burguesa, que había conducido a Alemania a una crisis social y económica galopante. Con Asia como introductora, y bajo la influencia Bloch y Lukács, comenzará a interesarse más tarde por el materialismo histórico interpetado en sentido mesiánico.  A su regreso de Capri presentó el trabajo "El origen del drama barroco aleman" a la Comisión de la Universidad, pero tuvo una mala aceptación y no consiguió obtener el puesto de profesor. Ya vacante de ocupaciones, se dedicó a estimular su afición por los viajes y peregrinó por un montón de países europeos: Francia, Italia, España, Rusia, los países nordicos. Después de visitar Portugal, y pasar por Nápoles, se traslada a Riga para estar con Asia Lacis, quien dirigía un teatro infantil. En 1926 muere su padre, que había sido su mayor apoyo económico, pero también una figura con la que había estado en continua discordia. A finales de ese año viaja a Moscú para conocer de primera mano la revolución soviética y también para visitar a Asia Lacis, internada en un sanatorio de la capital por una fuerte depresión. Por esta época comienza a recopilar el material que más tarde integrará en su gran obra "Los pasajes", y al año siguiente publica un libro singular: "Calle de dirección única". Es un texto mosaico compuesto a base de párrafos cortos, que abundará en el reconocido estilo del autor, discontinuo, salpicado de interrupciones y lleno de ingenio e ironía. En 1929 Asia se traslada a Berlín para convivir con Walter Benjamín, quien inicia los trámites de divorcio. No obstante esta convivencia se rompe antes de que se culmine el divorcio con Dora, cuyos gastos le llevaría a dilapidar toda la herencia que acababa de recibir de su padre. Alivió su maltrecha economía gracias a un contrato con la radio retransmitiendo durante tres años programas dedicados a los niños y a los jóvenes. Al acabar su contrato en 1932, y ya sin recursos, es invitado por unos amigos intelectuales para instalarse en Ibiza donde da inicio a su libro "Cronica de Berlín". La única persona de Alemania que aceptó su invitación para visitarlo fue Olga Parem. Juntos se dedicaron a explorar la isla hasta que Benjamin se enamoró, le propuso matrimonio y su negativa le sumió en profunda depresión que concluyó con un intento de suicidio, lo que puso fin a su primera estancia en Ibiza. También este año traduce los "Cuadros parisienses" de Baudelaire donde en el prefacio hace una reflexión sobre la imposibilidad de la tarea del traductor.

En 1933 y ante el ascenso del régimen nazi decide exiliarse de Alemania y regresa de nuevo a Ibiza, visita Mallorca y allí experimenta con el opio. Después de una relación frustrada con la pintora holandesa Anna Mª Balupot Ten Cate parte para París, donde para aliviar sus deudas comienza a trabajar como asalariado en la famosa Escuela de Frankfurt, aunque siempre manteniendo cierta independencia ideológica. Su primer encargo será un trabajo sobre el papel del escritor francés en el momento actual. Embarcado en proyectos de diversa índole, sus años de París están marcados por una situación económica angustiosa y por un incesante cambio de domicilios. Situará su lugar de trabajo en la Biblioteca Nacional de Francia. Allí comienza a recopilar citas para continuar su obra "Los pasajes". En 1936 concluye "La obra de arte en la era su reproductibilidad técnica". Centrada su investigación en el cine y la fotografía, por su fácil acceso para las masas, Benjamín analiza el cambio de estética de la obra de arte. La forma masiva de reproducción provoca la perdida del aura de autenticidad que ostentaba la obra de arte hasta entonces, y con ello cambia el modo de percibirla, en consonancia con las nuevas formas de vida social. En 1938 viaja a Dinamarca para convivir con Bertolt Brech, a quien había conocido años antes por mediación de Asia Lacis. Sigue traduciendo a Baudelaire y reflexionando sobre aspectos de su obra. En 1939 es internado en el campo de concentración de Clos Saint Joseph en Nevers, del que sale a los tres meses para dirigirse a París. Allí concluye unos de sus textos fundamentales, sus "Tesis sobre el concepto de historia", cargando las tintas en su crítica al positivismo, a la idea de causalidad mecánica y a la creencia en el progreso. A pesar de los rasgos divergentes de sus planteamientos con la escuela de Frankfurt, Benjamin comienza a sopesar la posibilidad de abandonar Europa para reunirse en EEUU con sus colegas de escuela. Pero el estado de guerra que ya se había comenzado a gestar en Europa le acaba dejando atrapado. Su angustia por evitar ser encerrado de nuevo en un campo de concentración por la policía francesa le empuja a pasar la frontera para dirigirse a España con la intención de tomar desde la costa portuguesa un barco para Nueva York. Acompañado en la expedición por una activista de la resistencia francesa, Benjamin atraviesa los pirineos en un viaje lleno de penosidades que termina por agravarle una vieja dolencia cardiaca. Finalmente llegan a la localidad fronteriza de Port-Bou, donde él y todos sus compañeros de viaje son detenidos por la policía franquista, si bien se les permite pasar la noche en un hotel hasta la mañana siguiente a la espera de la deportación. Aunque Benjamin portaba un visado que le había conseguido Theodor Adorno para viajar a Estados Unidos e incorporarse como profesor universitario en Nueva York, el terror que se apoderó de él ante la posibilidad de ser entregado a las autoridades nazis en Francia, sumado al quebrantamiento físico y mental de los últimos días, le empujó a ingerir una dosis fatal de morfina y falleció el 26 de septiembre de 1940. Fue enterrado en el cementerio católico del pueblo, sufragando los gastos en parte con el dinero que se le encontró en el bolsillo, mientras que la cartera negra que portaba en el viaje con sus papeles sobre su obra "Los pasajes" se perdió misteriosamente. El resto de personas que le habían acompañado en la expedición por el paso de los pirineos pudo seguir su camino. Ninguno llegó a ser deportado, seguramente por el revuelo que causó el suicidio de Walter Benjamin entre las autoridades franquistas.

Según Ferrater Mora, su obra lejos de sustentarse en tesis o en argumentos, se va cimentando a base de apuntes e intuiciones, más que en un sistema de ideas. Desde muy temprano se sintió interesado por el poder del lenguaje en la cultura humana, lo que llegó a denominar "el poder nominativo y creador del lenguaje". Bucea en los orígenes del mismo para tratar de recobrar una lengua proto-original, anterior a todo discurso y comunicación. Benjamin, a diferencia de muchos miembros de la Escuela de Frankfurt, defendió la actividad artística como una anticipación utópica, especialmente representada por el arte de vanguardia. En cuanto a su concepción sobre la historia, Benjamin sitúa la utopia en el origen, que es un lugar que no se encuentra en el pasado histórico, sino en un "momento presente eterno", un tiempo presente que puede justificar y redimir todas los tiempos y todas las injusticias. Este tiempo vivo difiere de la repetición mecanica en que se halla sumida la cultura. Pues en la repetición y en la reproducción mecánicas, el arte pierde su aura, es decir, su autenticidad. Acaba concluyendo Ferrater que la anticipación utópica y la regresión originaria que caracterizan los postulados de Benjamin, junto con su vínculación con el materialismo histórico, hacen que su obra despliegue una multiplicidad de dimensiones y de interpretaciones: "tienen aura, correspondencias y resonancias, que caracterizan el propio estilo de Benjamin".

Los pensamientos que se exponen aquí están sacados de su libro "Calle de dirección única".


RELOJ REGULADOR

Para los grandes hombres, las obras concluidas tienen menos peso que aquellos fragmentos en los cuales trabajan a lo largo de toda su vida. Pues la conclusión sólo colma de una incomparable alegría al más débil y disperso, que se siente así devuelto nuevamente a su vida. Para el genio, cualquier cesura, no menos que los duros reveses de fortuna o el dulce sueño, se integran en la asidua laboriosidad de su taller, cuyo círculo mágico él delimita en el fragmento. “El genio es laboriosidad”.

BANDERA…

Cuánto más fácil resulta querer al que se despide! Pues la llama destinada a quien se aleja arde con mayor pureza, alimentada por el fugaz pañuelo que hace señas desde el barco o la ventanilla del tren. El alejamiento penetra como un tinte en aquel que desaparece, impregnándole de su suave ardor.

A MEDIA ASTA…

Cuando muere un ser muy próximo a nosotros, os parece advertir en las transformaciones de los meses subsiguientes algo que, por mucho que hubiéramos deseado compartir con él, sólo podía haber cristalizado estando él ausente. Y al final lo saludamos en un idioma que él ya no entiende.

PANORAMA IMPERIAL

III. Todas las relaciones humanas de cierta intimidad son iluminadas por una penetrante y casi intolerable evidencia, ante la cual apenas logran mantenerse firmes. Pues al ocupar el dinero de forma devastadora el centro de todos los intereses vitales, por un lado, y constituir justamente, por el otro, la barrera ante la que fracasan casi todas las relaciones humanas, van desapareciendo más y más, tanto en el ámbito de la naturaleza como en el de las costumbres, la confianza espontánea, la calma y la salud.

IV. No en vano suele hablar de miseria “desnuda”. Lo más siniestro de su exhibición, que empezó a ser costumbre bajo la ley de la necesidad y sólo muestra, sin embargo, una milésima parte de lo que oculta, no es la compasión, ni la conciencia –igualmente terrible- de la propia intangibilidad que se abren paso en el observador sino su vergüenza. Resulta imposible vivir en una gran ciudad alemana en la que el hambre obliga a los más miserables a vivir de los billetes con que los transeúntes intentan cubrir una desnudez que les hiere.

VII. La libertad de la conversación se está perdiendo. Así c omo antes era obvio y natural interesarse por el interlocutor, ese interés se sustituye ahora por preguntas sobre el precio de sus zapatos o de su paraguas. Ineluctablemente, en cada tertulia acaba insinuándose el tema de las condiciones de vida, del dinero. Y no es que se hable tanto de las preocupaciones y padecimientos de cada cual –tema en el que quizá podrían ayudarse unos a otros-, como de la situación en general. Es como estar prisionero en un teatro y tener que seguir, de grado o por fuerza, la obra que se está escenificando; como tener que convertirla constantemente, de grado o por fuerza, en tema de pensamientos y conversaciones.

IX. Los hombres que viven apriscados en el redil de este país han perdido la visión para discernir los contornos de la persona humana. Ante ellos, cualquier espíritu libre parece un ser  extravagante. Imaginemos las cadenas montañosas del macizo alpino recortadas no contra el cielo, sino contra los pliegues de un paño oscuro. Sólo confusamente se dibujarían las poderosas formas. Del mismo modo, una pesada cortina ha cubierto el cielo de Alemania y ya ni siquiera vemos el perfil de los más grandes hombres.

XI. Al despliegue de cualquier movimiento humano, ya provenga de impulsos espirituales o incluso naturales, se opone la desmedida resistencia del entorno. La escasez de viviendas y el encarecimiento del transporte se está encargando de aniquilar por completo ese símbolo elemental de la libertad europea que, bajo ciertas formas, le fue dado incluso a la Edad Media: la libertad de cambiar de domicilio. Y si la coacción medieval ataba al hombre a agrupaciones naturales, ahora se halla encadenado a una comunidad antinatural. Pocas cosas fortalecerán tanto la funesta violencia del impulso migratorio y su propagación como el estrangulamiento de la libertad de cambiar de domicilio, y nunca ha sido mayor la desproporción entre la libertad de movimiento y la riqueza de los medios de locomoción.

XII. Con la ciudad ocurre lo mismo que con todas las cosas sometidas a un proceso irresistible de mezcla y contaminación: pierden su expresión esencial y lo ambiguo pasa a ocupar en ellas el lugar de lo auténtico. Las grandes ciudades, cuyo poder incomparablemente apaciguador y estimulante encierra al creador en un recinto de paz, y, junto con la visión del horizonte, también logra quitarle la conciencia de las fuerzas elementales siempre en vela, aparecen penetradas e invadidas por el campo en todas partes. No por el paisaje, sino por aquello que la naturaleza libre tiene de más amargo: la tierra laborable, las carreteras, el cielo nocturno no cubierto ya por el temblor de un velo rojizo. La inseguridad, incluso de las zonas animadas, sume por completo al habitante de la ciudad en esa situación opaca y absolutamente aterradora en la que, bajo las inclemencias de la llanura desierta, se ve obligado a enfrentarse a los engendros de la arquitectura urbana.

XIII. Cierta noble indiferencia hacia las esferas de la riqueza y la pobreza ha abandonado totalmente las cosas que se fabrican. Cada una marca con un sello a su propietario, quien no tiene otra elección que presentarse como un pobre diablo o un estraperlista. Pues mientras que el verdadero lujo es de tal índole que el espíritu y la sociabilidad logran penetrarlo y hacer que sea olvidado, lo que aquí se va imponiendo como artículo de lujo ostenta una macicez tan impúdica que cualquier irradiación espiritual se quiebra contra ella.

¡CUIDADO CON LOS PELDAÑOS!

El trabajo en una buena prosa tiene tres peldaños: uno músical, donde es compuesta; uno arquitectónico, donde es construida, y, por último, uno donde es tejida.

MATERIAL DIDÁCTICO

PRINCIPIOS DEL MAMOTRETO E EL ARTE DE FABRICAR LIBROS GRUESOS

I.       En toda exposición deberán entreverarse continuas y prolijas referencias al plan de la obra

II.      Se introducirán términos para designar conceptos que, salvo en su definición misma, no vuelvan a aparecer en todo el libro.

III.         Las distinciones conceptuales a las que con gran dificultad se llegue a lo largo del texto, deberán desdibujarse de nuevo en las notas a los pasajes correspondientes.

IV.         Se darán ejemplos para ilustrar conceptos que sólo sean tratados en su acepción general; así, donde se hable de máquinas se enumerarán todos sus tipos.

V.            Todo cuanto a priori esté claro de un objeto, será corroborado por una retahíla de ejemplos.

VI.  Las correlaciones representables gráficamente serán descritas con palabras. En vez de dibujar, por ejemplo, un árbol genealógico, todos los vínculos de parentesco serán pormenorizados e ilustrados.

VII.  Varios adversarios que defiendan la misma argumentación, deberán ser refutados uno a uno.

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La producción media del erudito actual aspira a ser leía como un catálogo. Pero ¿cuándo se llegarán a escribir libros como catálogos? Si, de esta suerte, la mala calidad del contenido aflora al exterior, nacerá una excelente obra literaria en la que el valor de las opiniones vendrá indicado por una cifra, sin que por ello ésta sean puestas en venta.

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La máquina de escribir convertirá la mano del literato en algo extraño al cortaplumas sólo cuando la precisión de las formas tipográficas intervenga directamente en la concepción de sus libros. Y aquéllos sustituirán la escritura a mano por la inervación de los dedos que dan órdenes.

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Un período concebido métricamente, cuyo ritmo sea luego perturbado en un único punto, producirá la frase en prosa más bella que se pueda imaginar. Así, por una pequeña brecha abierta en el muro se filtra un rayo de luz en el gabinete del alquimista, haciendo destellar cristales, esferas y triángulos.

¡PROHIBIDO FIJAR CARTELES!

LA TÉCNICA DEL ESCRITOR EN TRECE TESIS

I.                   Quien se proponga escribir una obra de gran envergadura, que se dé buena vida y, al terminar su tarea diaria, se conceda todo aquello que no perjudique la prosecución de la misma.

II.           Habla de lo ya realizado, si quieres, pero en el curso de tu trabajo no leas ningún pasaje a nadie. Cada satisfacción que así te proporciones, amenguará su ritmo. Siguiendo este régimen, el deseo, cada vez mayor de comunicación acabará siendo un estímulo para concluirlo.

III.   Mientras estés trabajando, intenta sustraerte a la medianía de la cotidianidad. Una quietud a medias, acompañada de ruidos triviales, degrada. En cambio, el acompañamiento de un estudio musical o de un murmullo de voces puede resultar significativo para el trabajo como el perceptible silencio de la noche. Si éste agudiza el oído interior, aquél se convierte en la piedra de toque de una dicción cuya plenitud sepulta en sí misma hasta los ruidos más excéntricos.

IV.     Evita emplear cualquier tipo de útiles. Aferrarse pedantemente a ciertos papeles, plumas, tintas, es provechoso. No el lujo, pero si la abundancia de estos materiales es imprescindible.

V.              No dejes pasar de incógnito ningún pensamiento, y lleva tu cuaderno de notas con el mismo rigor con que las autoridades llevan el registro de extranjeros.

VI.       Que tu pluma sea reacia a la inspiración; así la atraerá hacia ella con la fuerza del imán. Cuanto más cautela pongas al anotar una ocurrencia, más madura y plenamente se te entregará. La palabra conquista al pensamiento, pero la escritura lo domina.

VII.  Nunca dejes de escribir porque ya no se te ocurra nada. Es un imperativo del honor literario interrumpirse solamente cuando haya que respetar algún plazo (una cena, una cita) o la obra esté ya concluida.

VIII. Ocupa las intermitencias de la inspiración pasando en limpio lo escrito. Al hacerlo se despertará la intuición.

IX.           Nulla dies sine línea –pero sí semanas.

X.            Nunca des por concluida una obra que no te haya retenido alguna vez desde el atardecer hasta el despuntar del día siguiente.

XI.       No escribas la conclusión de la obra en tu cuarto de trabajo habitual. En él no encontrarías el valor para hacerlo.

XII.  Fases de composición: idea-estilo-escritura. El sentido de fijar un texto pasándolo en limpio es que la atención ya sólo se centra la caligrafía. La idea mata la inspiración. El estilo encadena la idea, la escritura remunera al estilo.

XIII.   La obra es la mascarilla funeraria de la concepción.

 

LA TÉCNICA DEL CRÍTICO EN TRECE TESIS

I.                   El crítico es un estratega en el combate literario.

II.                Quien no pueda tomar partido, debe callar.

III.          El crítico nada tiene que ver con exégeta de épocas artísticas pasadas.

IV.        La crítica debe hablar el lenguaje de los artistas. Pues los conceptos del cénacle son consignas. Y sólo en las consignas resuena el grito de combate.

V.     La “objetividad” deberá sacrificarse siempre al espíritu de partido cuando la causa por la cual se combate merezca realmente la pena.

VI.     La crítica es una cuestión moral. Si Goethe no comprendió a Hölderlin ni a Kleist ni a Bethoven y Jean Paul, esto no atañe a su comprensión del arte, sino a su moral.

VII.       Para el crítico, sus colegas son la instancia suprema. No el público. Y mucho menos la posteridad.

VIII.    La posteridad olvida o enaltece. Sólo el crítico juzga en presencia del autor.

IX.      Polémica significa destruir un libro citando unas cuantas de sus frases. Cuanto menos se lo haya estudiado, mejor. Sólo quien pueda destruir, podrá criticar.

X.            La verdadera polémica aborda un libro con la misma ternura con que un caníbal se guisa un lactante.

XI.          El entusiasmo artístico le es ajeno al crítico. En sus manos, la obra de arte es el arma blanca en el combate de los espíritus.

XII.    El arte del crítico in nuce: acuñar consignas sin traicionar las ideas. Las consignas de una crítica insuficiente malbaratan el pensamiento en aras de la moda.

XIII.   El público deberá padecer siempre injusticias y, no obstante, sentirse siempre representado por el crítico.

 

NR.13

I.                Los libros y las prostitutas pueden llevarse a la cama.

II.         Los libros y las prostitutas entrecruzan el tiempo. Dominan la noche como el día y el día como la noche.

III.       Nadie nota en los libros ni en las prostitutas que los minutos les son preciosos. Sólo al intimar un poco más con ellos, se advierte cuánta prisa tienen. No dejan de calcular mientras nosotros nos adentramos en ellos.   

IV.   Los libros y las prostitutas se han amado siempre con un amor desgraciado.

V.         Los libros y las prostitutas tienen cada cual su tipo de hombres que viven de ellos y los atormentan. A los libros, los críticos.

VI.           Libros y prostitutas en casas públicas… para estudiantes.

VII.       Libros y prostitutas: raras veces verá su final quien los haya poseído. Suelen desaparecer antes de perecer.

VIII.  Qué gustosa y embusteramente cuentan los libros y las prostitutas cómo han llegado a ser lo que son. En realidad, muchas veces ni ellos mismos se dan cuenta. Durante años se cede a todo “por amor”, hasta que un buen día aparece en la calle, convertido en un voluminoso “corpus” que se pone en venta, aquello que, “por amor a la causa”, nunca había pasado de ser un vago proyecto.

IX.   A los libros y a las prostitutas les gusta lucir el lomo cuando se exhiben.

X.            Los libros y las prostitutas se multiplican mucho.

XI.     Libros y prostitutas: “Vieja beata –joven golfa-“. ¡De cuántos libros proscritos antaño no ha de aprender hoy la juventud!

XII.      Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en público.

XIII. Libros y prostitutas: las notas al pie de página son para aquéllos lo que, para éstas, los billetes ocultos en la media.

 

ARTÍCULOS DE FANTASÍA

Lenguaje incomparable de la calavera: la inexpresividad total –la negrura de sus cuencas- unida a la más salvaje de las expresiones –la sonrisa sarcástica de la dentadura.

Alguien que se cree abandonado está leyendo, y le duele que la página que quiere pasar ya esté cortada, que ya ni siquiera ella lo necesite.

Los regalos deben afectar al obsequiado hasta el extremo de asustarle.

Cuando un amigo muy apreciado, culto y elegante, me envió su nuevo libro, me sorprendí a mí mismo, en el momento de abrirlo, arreglándome la corbata.

Quien cuida los modales, pero rechaza la mentira, se asemeja a alguien que, si bien se viste a la moda, no lleva camisa.

Si el humo del cigarrillo en la boquilla y la tinta de la estilográfica fluyeran con igual ligereza, yo como escritor, estaría en la Arcadia.

Ser feliz significa poder percibirse a sí mismo sin temor.

 

ÓPTICO

En verano llama la atención la gente gorda, en invierno, la delgada.

En primavera, con tiempo claro y soleado, se notan los brotes del follaje; bajo la lluvia fría, las ramas aún sin hojas.

Cómo ha transcurrido una velada con invitados es algo que, quien se quede hasta el final, podrá apreciar de una ojeada por la posición de los platos y tazas de las copas y las fuentes.

Principio fundamental de la publicidad y del galanteo: colocarse siete veces, septuplicado, en torno a quienes se desea conquistar.

La mirada es el poso del hombre.

 

RESTAURANTE AUTOMÁTICO “AUGIAS

Esta es la objeción más fuerte contra el modo de vida de un solterón: que hace sus comidas solo. Comer a solas vuelve fácilmente hosca y dura a la gente. Quien tenga por costumbre hacerlo, ha de vivir espartanamente para no degenerar. Aunque sólo fuera por eso, los ermitaños se alimentaban con frugalidad. Pues sólo en comunidad se hace justicia a la comida, que para probar bien exige ser compartida y repartida. No importa con quién: antiguamente, un mendigo a la mesa enriquecía cualquier comida. Lo que importa es el dar y el compartir, no la conversación mundana de los comensales. Es asombroso comprobar, por otra parte, cómo la sociabilidad se torna crítica sin alimentos. La hospitalidad nivela y une. El conde de Saint-Germain se mantenía sobrio ante las mesas llenas y de esta forma dominaba la conversación. Pero allí donde cada cual se va con el estómago vacío, surgen las rivalidades y su secuela de riñas.

 

QUINCALLA

En mi trabajo, las citas son como salteadores de caminos que irrumpen armados y despojan de su convicción al ocioso paseante.

El asesinato de un criminal puede ser moral…, su legitimación, jamás.

Dios cuida de la nutrición de todos los hombres, y el Estado de su desnutrición.

La expresión de quienes se pasean en las pinacotecas revela una mal disimulada decepción por el hecho de que en ellas sólo haya cuadros colgados.

 

ASESORAMIENTO FISCAL

No hay duda: existe una correlación secreta entre la medida de los bienes y la medida de la vida, quiero decir, entre dinero y tiempo. Cuanto más fútilmente esté ocupado el tiempo de una vida, tanto más frágiles, proteicos y heterogéneos serán sus momentos, mientras que el gran período caracteriza la existencia del hombre superior. Muy justamente propone Lichtenberg hablar de “empequeñecimiento”, en lugar de “acortamiento” del tiempo, y observa que: “Un par de docenas de millones de minutos hacen una vida de cuarenta y cinco años y algo más”. Allí donde una docena de millones de unidades de la moneda en curso no valga absolutamente nada, la vida, para parecer respetable como suma, tendrá que ser medida en segundos, en vez de años. Y de acuerdo con eso, será despilfarrada como un fajo de billetes: Austria no logra perder la costumbre de calcular en coronas.

El dinero y la lluvia van juntos. El tiempo meteorológico es un índice del estado de este mundo. La beatitud no tiene nubes ni sabe de climas. También llegará el imperio sin nubes de los bienes perfectos, sobre los que no lloverá dinero alguno.

Debería hacerse un análisis descriptivo de los billetes de banco. Un libro cuya ilimitada fuerza satírica sólo tuviera su igual en la fuerza de su objetividad. Pues en sitio alguno adopta el capitalismo, dentro de su sacrosanta seriedad, un aire más ingenuo que en estos documentos. Esos niños inocentes que juguetean alrededor de las cifras, aquellas diosas que sostienen las Tablas de la Ley o esos héroes maduros que envainan su espada ante las unidades monetarias constituyen un mundo de por sí: arquitectura para la fachada del infierno. De haber visto Lichtenberg difundido el papel moneda, el plan de esta obra no se le habría escapado.

 

TIMBRE DE NOCHE PARA AVISAR AL MÉDICO

La satisfacción sexual desliga al hombre de su secreto, que no reside en la sexualidad, pero en su satisfacción, quizá sólo en ella, es truncado, no resuelto. Hay compararlo al lazo que lo liga a la vida. La mujer lo corta, y el hombre queda libre para la muerte porque su ha perdido el secreto. De este modo vuelve a nacer, y así como la amada lo libera del hechizo de la madre, la mujer lo desliga más literalmente de la madre tierra; es la comadrona que corta ese cordón umbilical entretejido con el secreto de la naturaleza.

 

OFICINA DE APUESTAS MUTUAS

La existencia burguesa es el régimen de los asuntos privados. Cuando más importante y rico en consecuencias sea un tipo de conducta, tanto más lo eximirá aquélla de todo control. Profesión de fe política, situación financiera, religión…, todo esto quiere ocultarse, y la familia es la madriguera tenebrosa y pútrida en cuyos escondrijos y rincones han arraigado los instintos más mezquinos. El filisteísmo proclama la privatización total de la vida amorosa. De ahí que cortejar se haya convertido, para él, en un proceso mudo y obstinado que se realiza sin testigos, y este galanteo totalmente privado, exento de cualquier responsabilidad, es lo realmente nuevo en el “flirtreo”. En cambio, el tipo proletario y el feudal se asemejan en que el galanteo es para ellos mucho menos una victoria sobre la mujer que sobre sus rivales. Pero esto significa respetar a la mujer mucho más profundamente en su “libertad”, significa acatar su voluntad sin pedirle explicaciones. Feudal y proletario es el desplazamiento de los acentos eróticos a la esfera pública. Dejarse ver con una mujer en tal o cual ocasión puede significar más que acostarse con ella. Así también, el valor del matrimonio no radica en la estéril “armonía” de los cónyuges: al igual que el hijo, la fuerza espiritual del matrimonio se manifiesta asimismo como repercusión excéntrica de sus luchas y rivalidades.

 

PROHIBIDO MENDIGAR Y VENDER A DOMICILIO

Todas las religiones han honrado al mendigo. Pues él demuestra que el espíritu y los postulados, las consecuencias y los principios fracasan ignominiosamente en un asunto tan prosaico y trivial como sagrado y vivificante, cual era el dar limosna.

Nos quejamos de los mendigos del Sur y olvidamos que la insistencia con que se nos plantan en las narices se halla tan justificada como la obstinación del erudito frente a textos difíciles. No hay sombra de vacilación ni indicio de aquiescencia o deliberación, por mínimo que sea, que ellos no adviertan en nuestros gestos. La telepatía del cochero que sólo con sus gritos nos hace ver claramente que no somos reacios a viajar en su coche, o la del chamarilero que extrae de su baratillo el único collar o camafeo capaz de seducirnos, son de la misma especie.



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