Friedrich von Hardenber nació el 2 de mayo de 1772 en Oberwiedertedt (Turingia) y murió de tisis a la edad de 29 años, el 25 de marzo de 1801 en Weissenfels. “Novalis”, el apelativo con el que es conocido literariamente, lo comenzó a usar a partir de 1798, tomándolo del nombre de una posesión familiar que significa: “el que construye el nuevo país”. Su familia pertenecía a una antigua estirpe nobiliaria y fue educado por su padre – director de las minas de sal de Sajonia- en la tradición pietista, asesorándole también para que se formase como administrador de las minas de sal. En 1790 se matriculó en las facultades de Filosofía y de Leyes de la Universidad de Jena, donde asistió a las lecciones de Schiller, con quien llegaría a intimar hasta el punto de seguir su consejo de trasladarse a Leipzig para continuar sus clases de derecho. Allí acaba llevando una vida desordenada, contrae deudas, se enreda en lances amorosos y se rezaga en sus estudios. En 1794 supera al fin los exámenes de Derecho y se emplea como pasante en Tennstedt. Justo en esta época va a conocer a una mujer que cambiará su vida y que provocará uno de los gestos más estridentes del romanticismo. Se trata de Sophie Von Kühn, una adolescente de 12 años a la que pronto se promete, pero que al morir tres años después provocará en Novalis una honda desesperación. Atraído por la nostalgia de la mujer amada, va a visitar a diario el sepulcro donde yace y se encierra durante días en su antigua habitación sólo para tener más vivo su recuerdo. Novalis creía que la muerte de Sophie podría ser revocada mediante una aproximación mágica al invisible mundo de ultratumba. Esta experiencia le conduce a escribir en 1997 “los himnos de la noche”, publicados en la revista “Athenaum” en 1800, alternando la prosa con el verso. La noche es identificada con el misterio de la muerte y elevada a símbolo de la verdadera vida, en sintonía con la concepción cristiana que hace de la superación de la muerte un símbolo primordial de redención. En contraste con el reino de la luz que representa lo diurno, la noche es símbolo del amor creador, de la libertad –al romper las ataduras de la existencia diurna- y de lo infinito. Pero también representa una nueva fase de la humanidad, una edad de oro que supera la edad de hierro en que cohabitaban los dioses y los hombres. Una edad aurea marcada por la aparición de Cristo, que se convierte en símbolo victorioso de la muerte y es garantía del tránsito hacia la otra vida, donde al fin puede ser saciada la sed de amor infinito y puede ser sofocado el sufrimiento.
“Los himnos a la noche”, al igual que los fragmentos filosóficos que publicaría más tarde en la revista Atenaum, llevan la influencia de la filosofía de Fichte, al que había comenzado a estudiar el mismo año que conoce a Sophie. Fichte había proclamado como primer principio creador el yo trascendental, con una actividad ilimitada. Para la toma de conciencia de un yo que obra contra lo que se le resiste, Fichte concedía una importancia extrema la imaginación productiva. Pero este poder de la imaginación que en Fichte aparece contrapesado por la realidad de todo aquello que no es yo, en Novalis puede ser modificado a voluntad y usado con fines taumatúrgicos: es lo que llamó “idealismo mágico”. No hay nada más allá del absolutismo del yo que actúa y que conoce; para Novalis todo conduce hacia su interior: “el camino misterioso va hacia dentro”. Las fuerzas de la naturaleza ya operan en nuestro interior y quien conoce las leyes del mundo del espíritu puede domeñar la materia. Pero para adentrarse en los secretos del espíritu hay que conocer los arcanos de las ciencias naturales.
A principios de 1798 comienza a enfrascarse en sus estudios en la Academia de Minas de Freiberg, a la vez que comienza a mitigarse el obsesivo recuerdo de Sophie, ya que se acaba prometiendo con la hija de su mentor, Julie Von Charpentier. Comienza entonces a fraguar un ambicioso proyecto novelístico del que al final sólo nos ha quedado su inacabado Enrique de Ofterdingen”. “Me gustaría dedicar toda mi vida a una novela, que llenaría por sí sola una biblioteca entera, y que quizá habría de contener los años de aprendizaje de una nación.” “Enrique de Ofterdingen” es su libro más autobiográfico. Contrapuesto al Wilhelm Meister de Goethe, su protagonista encarna al verdadero poeta romántico que sale en peregrinaje tras una flor azul que vislumbra en un sueño y que representa la imagen ideal de la poesía, lo único capaz de tender un puente entre el mundo visible y el invisible.
Por la misma época en que escribe Enrique de Ofterdingen,
Novalis comienza a publicar en la revista Ateneum unos fragmentos que son
apuntes de pensamientos y que pretendía constituir con el tiempo “una biblia
científica que fuera ejemplo y germen reales e ideales para todos los libros”.
A menudo Novalis contemplaba la vida no desde el plano material, sino desde el
espiritual. Buscaba la espiritualización de la vida entera, o por lo menos
trataba de que lo espiritual no estuviera soterrado por lo material. El sentido
de la vida del hombre se encontraba para Novalis en expandirse hacia el
infinito, y ese infinito sólo podría ser ahondado por el camino interior,
estableciendo un vínculo entre el microcosmos que representa el hombre y el
macroanthropos que postula el universo. Ser hombre para Novalis es tanto como
ser universo; sólo si el hombre se concibe como microcosmos puede elevarse a
una condición sobrehumana. El mundo no
es más que “un índice enciclopédico y sistemático de nuestro espíritu, una
metáfora universal, una imagen simbólica de éste”, y por lo tanto es posible
transformar el mundo a través del sentimiento moral y de una libertad creadora
que nos podría asemejar a Dios. Y este arte infinitamente creador que puede
convertir al hombre en mago, Novalis lo descubre en la poesía, un grado por
encima de la filosofía, ya que el poeta es capaz de traducir en sentimientos lo
que el filósofo sólo logra pensar, y con este sentir moral es capaz de obrar
milagros, pues conoce mejor que el sabio la correspondencia entre su espíritu y
la naturaleza, pudiendo restablecer así la salud que ha ido perdiendo al
romperse la armonía entre ambos mundos.
Se
deja aquí una selección de poemas de Novalis escritos en su último periodo de
vida, comprendido entre 1797 y 1801, año de la muerte del poeta. La traducción
se le debe a Antonio Pau y los poemas quedan clasificados en tres partes que
corresponden con otros tantos momentos de la biografía y la obra del poeta.
Antonio Pau denominó a los poemas de la primera parte "poemas de
Freiberg", por el lugar donde habían sido escritos. Después de ejercer la
carrera de derecho durante una temporada desde un puesto burocrático, Novalis
completó su formación en la Escuela de Minas de Freiberg: quería profundizar en
la mineralogía, para ahondar en la vinculación entre naturaleza y espíritu,
entre física y metafísica. La adolescente con la que se iba a casar, Sofía von
Kühn, había muerto el 1797 y, a pesar del gran abatimiento que este hecho le
produjo, a finales de ese año logra rehacerse al conocer a la hija de un
profesor de la Escuela de Minería, de la cual se enamora. Es en esta época
cuando comienza a escribir unos poemas donde expresa sus ideas químico-filosóficas
envueltas en una aureola amorosa. Poemas como el de "El
extranjero" están escritos bajo la conmoción de la muerte de Sofía. El
amor es un tema predominante en estos poemas, como motor del progreso
espiritual y el conocimiento de sí mismo. "Por el amor consigo comprender
el mundo" dice en uno de los versos del poema "Ultimo amor".
También en su poema "Himno" abunda en esta idea: el amor no sólo
permite una mejor comprensión del mundo; también logra transformarlo.
El segundo grupo está formado por
los "poemas del regreso", según la denominación de Antonio Pau, que
están escritos en el periodo en que el poeta vuelve al hogar familiar después
de terminar sus estudios de minería en Freibeerg, y en el que va a permanecer
hasta su muerte dos años después. Novalis va a encontrar su voz genuina lejos
ya de los poetas admirados a los que imitaba. En el magnífico poema
"Cuando cifras y figuras" queda resaltada cuál debe ser la tarea del
poeta: desenmascarar las discordias y dualidades del mundo. La palabra certera
puede armonizar las contradicciones en las que se ve envuelto el hombre.
El último grupo de poemas son los
integrados en la novela Heinrich von Ofterdingen. Algunos de los momentos de
esta novela de prosa poética exigían que fuesen culminados en un poema, en el
mismo estilo sobrio y preciso que caracteriza su prosa. Es una novela que
apenas tiene argumento: Un joven, hijo de un orfebre recibe la visita de un
extranjero que despierta en él el deseo de encontrar "la flor azul",
símbolo de la poesía. El joven abandona la casa paterna, viaja hacia Augsburgo,
y allí encuentra a Mathilde, hija de un poeta, de la que se enamora. Se trata
de una novela que narra el nacimiento de la vocación de un poeta y su posterior
evolución hasta su plenitud, que coincide con la muerte de Mathilde. Para
Novalis la poesía es un arte mágico sagrado y un instrumento de conocimiento y
realización: es lo que tiene el poder de tender un puente entre el mundo
visible y el invisible.
CUANDO CIFRAS Y FIGURAS
Cuando cifras y figuras dejen de ser
las claves de toda criatura,
cuando aquellos que al cantar o besarse
sepan más que los sabios más profundos,
cuando vuelva al mundo la libertad de nuevo,
vuelva el mundo a ser mundo otra vez,
cuando al fin las luces y las sombras se fundan
y juntas se conviertan en claridad perfecta,
cuando en versos y en cuentos
estén los verdaderos relatos del mundo,
entonces una sola palabra secreta
desterrará las discordancias de la tierra entera.
(De “Poemas
del Regreso”)
I.
POEMAS DE FREIBERG
CONÓCETE A TÍ MISMO
Una cosa sólo ha buscado el hombre en todo tiempo,
y lo ha hecho en todas partes, en las cimas y en las simas del mundo.
bajo nombres distintos -en vano- se ocultaba siempre,
y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba de las manos.
Hubo hace tiempo un hombre que en amables mitos infantiles
revelaba a sus hijos las llaves y el camino de un castillo escondido.
Pocos lograban conocer la sencilla clave del enigma,
pero esos pocos se convertían entonces en maestros del destino.
Discurrió largo tiempo -el error nos aguzó el ingenio-
y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad.
Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado su obsesión por el mundo,
quien por sí mismo anhela la piedra de la sabiduría eterna.
El hombre razonable se convierte entonces en discípulo auténtico,
todo lo transforma en vida y en oro, no necesita ya los elixires.
Bulle dentro de él el sagrado alambique, está el rey en él, y también
Delfos, y al final comprende lo que significa conócete a ti mismo.
ÚLTIMO AMOR
Una última mirada, cuando ya la peregrinación termina
y las puertas del bosque se cierran detrás de mí en silencio.
Con gratitud veo los signos de amor, que es fiel compañero,
y con ánimo alegre le abro mi corazón ilusionado.
Sólo él me ha acompañado en la vida, aconsejándome,
y de él es el mérito cuando he seguido el bien,
cuando un tierno corazón ha llorado a quien ha muerto pronto,
y cuando al hombre, cargado de experiencia, se le ha marchitado la
esperanza.
Cuando era niño y se iban desplegando mis fuerzas,
cuando era un niño vestido de domingo que llegaba a siete primaveras,
el amor rozaba con sus manos suaves aquel pecho joven
y la gracia femenina adornaba ricamente el pasado.
Como del sueño la madre despierta con besos al hijo,
y él a su vez la mira y se entiende con ella.
Así está el amor conmigo. Por el amor consigo comprender el mundo,
por él me encuentro a mí mismo y me torno en amante.
Todo lo que han sido hasta ahora juegos de la niñez
se convierten de pronto en un asunto serio, pero el amor me sigue.
Inquietudes y dudas tratan a menudo de separarme de él,
pero ha llegado el día en que ya estoy formado,
en que el destino me ha entregado a la amada, y para siempre
me ha hecho libre y seguro de una felicidad infinita.
EL EXTRANJERO
Cansado estás y frío, oh extranjero, y no pareces
adaptado a este cielo. Vientos más calientes
soplan que en tu patria, y más libre
en otro tiempo se alzaba el pecho joven.
¿No expandía la vida allí su colorido
por el campo sereno y la eterna primavera?
¿No tendía allí la paz sus densos hilos?
¿No florecía allí eternamente lo que una vez brotó?
Oh, buscas en vano. Se ha hundido
aquella tierra celestial. Ningún mortal
conoce ya el sendero inaccesible
que el mar ha sumergido para siempre.
Muy pocos de los tuyos han logrado
ponerse a salvo del feroz oleaje. Están dispersos
aquí y allá, y esperan
mejores tiempos para reencontrarse.
Ten voluntad y sígueme. Te ha sido
favorable el destino que aquí te ha conducido.
Gentes de tu tierra hay aquí, y que en silencio
celebran una fiesta entrañable.
No puedes sin embargo entender cómo sus corazones
allí se unían. Ves brillar en sus rostros
inocencia y amor, igual
que en otro tiempo allí en la patria.
Más clara se alza tu mirada. La tarde se despliega
como un sueño amistoso, y transcurre veloz
en dulce charla, y entre tanto
tu corazón se funde con la bondad que reina.
Mirad. Está aquí el extranjero. De una misma tierra
a la que pertenecéis se siente desterrado. Horas sombrías
han pasado por él. Muy pronto
se ha acabado para él el día feliz.
Con gusto permanece entre los suyos.
Feliz celebra entre ellos la fiesta del hogar.
La primavera, que fresca florece
en torno de sus padres, le cautiva.
Vuelva a celebrarse la fiesta entre nosotros,
antes de que la madre, disgustada, se aleje
de los hijos que lloran, y por sendas oscuras
siga al guía que la lleve a la patria.
Que el hechizo que estrecha vuestro lazo
no ceda, y los que lejos están
la disfruten también, y todos juntos
caminéis felices por un mismo camino.
Esto es lo que el huésped desea, pero ha hablado el poeta
en su lugar, porque prefiere permanecer callado
cuando está contento y anhela la venida
de los seres que quiere y que están lejos.
Permaneced amables con el extranjero.
Escasas alegrías le están deparadas.
Rodeado de personas amigas espera con paciencia
el día de su gran nacimiento.
DÍSTICOS
I
Uno al fin lo logró. Alzó el velo de la diosa de Saïs.
¿Y qué vio? -maravilla de las maravillas-, se vio a sí mismo.
II
¿No es sensato buscar para pasar la noche un refugio amigable?
Por eso es aún más sensato el que ama también a los muertos.
III
Construir mundo no calma la sensibilidad que anhela lo más hondo,
Pero un corazón que ama sí que lograr saciar el ansia del espíritu.
IV
Dejad que pasen las libélulas; son extranjeros inocentes
Que siguen alegremente al astro doble, con regalos, hacia aquí.
HIMNO
Hay pocos que sepan
el secreto de amor,
insaciables siempre
y con sed perpetua.
El significado
divino de la Cena
resulta un misterio a los ojos terrenos.
Pero quien una vez
ha respirado de labios calientes y amados
el soplo de la vida,
quien ha sentido en un fuego sagrado
el corazón derretido en olas temblorosas,
quien ha abierto los ojos
y medido el abismo
insondable del cielo,
ese comerá Su Cuerpo
y beberá Su Sangre
y lo hará eternamente.
De un cuerpo terrestre,
¿quién ha descifrado el alto sentido?
¿Quién puede decir
que comprende la sangre?
Todo será cuerpo un día.
Será un solo cuerpo.
En la sangre celeste
nadará la pareja feliz.
Que el océano, al fin,
se tiña de rojo,
y las rocas se hagan
de carne perfumada.
La dulce Cena no termine nunca.
No sacie el amor.
No es nunca lo bastante interior
y adecuado el goce del amado.
A través de sus labios, cada vez más tiernos
el goce se irá haciendo
más íntimo y próximo.
Un ardiente gozo
se apodera del alma.
Cada vez más sediento y hambriento
se vuelve el corazón:
así dura el placer del amor
más allá de lo eterno.
Los que ayunan de amor
cuando apenas lo prueban,
todo lo abandonan,
y vienen a sentarse
a la mesa del ardiente deseo
que nunca se acaba.
Se dan cuenta que nunca
se agota el amor,
y alaban el manjar
del Cuerpo y de la Sangre.
A LA MINA AUGUSTA
En su 49 cumpleaños
Mucha felicidad, !oh mina!, que ya el siglo
ha alcanzado casi su mitad en ti.
Muy nobles destinos nos has deparado
y buen tiempo siempre nos has concedido.
Discurra tu camino para bien del minero
poblado mucho tiempo de amables galerías.
EL CANSADO EXTRANJERO HA DESAPARECIDO
El cansado extranjero ha desaparecido
y a su amigo le ha dejado sitio,
al amigo del que en tantas horas tristes
ha recibido un corazón leal.
Unido ya a vosotros para siempre,
no acosado ya más por inquietudes
se ha vuelto a encontrar consigo mismo
y con algo más que no esperaba.
Un año más de variadas semanas
pasó, sin que sepamos cómo.
Y de modo distinto a como imaginamos
sonó la melodía de la vida.
Pero más firme fue, con cada día,
el lazo amado entorno a nuestro ramo
y cada vez más firme la leyenda
de que un niño ciego vivía en nuestra casa.
Seguro que una de vosotras dos sabía
lo que en esa leyenda se ocultaba.
HACIA DONDE ME LLEVAS
Hacia dónde me llevas,
plenitud del corazón,
dios de la ebriedad,
qué bosques, qué abismos
atravieso con extraño coraje.
¿Qué grutas
me oirán trenzar
una corona de estrellas para el eterno brillo
de César y de los dioses que le acompañan?
Inauditas, potentes
cosas nunca dichas por labios mortales
quiero proclamar.
Como la ardiente sonámbula,
la joven Bacante
en el Hebro se asombra
ante la nieve tracia
y la tierra salvaje de Rodope,
así me resultan extraños y ajenos
las aguas de los ríos,
el bosque solitario...
II. POEMAS DEL REGRESO
EL POEMA
Vida celestial de azul vestida,
sereno deseo de pálida apariencia,
que en arenas de colores traza
los rasgos huidizos de su nombre.
Bajo los arcos altos, firmes,
iluminado sólo por las lámparas,
yace, huido ya el espíritu,
el mundo más sagrado.
En silencio nos anuncia una hoja
perdida los mejores días,
y vemos abrirse los ojos poderosos
de la antigua leyenda.
Acercaos en silencio a la puerta solemne,
escuchad el golpe que produce al abrirse,
bajad luego del coro y contemplad allí
dónde está el mármol que anuncia los presagios.
Vida fugaz y formas luminosas
llenan la noche anchurosa y vacía.
Ha transcurrido un tiempo sin final
que se ha perdido haciendo bromas sólo.
Trajo el amor las copas llenas,
como entre flores se derrama el espíritu,
y beben sin parar los comensales,
hasta que se rasga el tapiz sagrado.
En extrañas filas llegan
veloces carruajes de colores,
y llevada en el suyo por insectos variados
sola llegó la princesa de las flores.
Velos como nubes descendían
de su frente luminosa hasta los pies.
Caímos de rodillas para saludarla,
rompimos a llorar, y ya no estaba.
A TIECK
Un niño lleno de nostalgia y lealtad,
Exiliado en una tierra extraña,
Dejó con gusto lo nuevo y lo brillante
Y quiso atender sólo a lo antiguo.
Después de larga búsqueda y espera,
Después de mucho caminar cansado
Se encontró en un jardín desierto,
En un banco vencido por el tiempo.
Un libro viejo con el cierre de oro
Que ocultaba palabras nunca oídas;
Y como tiernos brotes de la primavera
Fue surgiendo en él un íntimo sentido.
Y se siente y lee y mira
A través del cristal de un mundo nuevo,
Que se hizo de estrellas y praderas,
Y cae agradecido de rodillas:
Ve alzarse sigiloso entre plantas y hierbas
A un hombre viejo de gestos mesurados,
Que en su atuendo sencillo aproxima el rostro
Alegre al niño que le mira atento.
Los rasgos familiares, aunque misteriosos,
Son infantiles y al tiempo fabulosos;
Juego con la cuna el viento
Sin apenas rozar el pelo plateado.
Coge el niño con temblor sus manos
-el alto espíritu del libro le indica
El final del amargo viaje
Y la casa donde el padre habita-.
Te arrodillas sobre mi tumba yerma,
Y se abre entonces la sagrada boca:
Eres el heredero de mi patrimonio,
La hondura de Dios se te revelará.
Sobre aquel monte, como un niño pobre,
He visto un libro celestial
Y a través de ese don he podido
Contemplar lo interno de las criaturas.
Han ocurrido en mí por la gracia divina
Muchas cosas de gran maravilla;
El arca secreta de la nueva alianza
Ha quedado abierta ante mis ojos.
He transcrito fielmente
Cómo se ha revelado en mí la íntima alegría,
Y he sido incomprendido y pobre
Hasta que Dios me ha llamado a sí.
He llegado el tiempo, y nada debe quedar ya
Oculto del misterio.
En este libro irrumpe la mañana
Con fuerza hacia el fondo de los tiempos.
Has de ser anunciado por el alba,
Serás el mensajero de paz.
Suave como el aire en el arpa y la flauta
Soplará mi aliento en ti.
Que Dios esté contigo. Ve y lava
Tus ojos en el rocío de la mañana.
Se fiel al libro y a mis cenizas,
Y báñate en el azul perpetuo.
Proclamarás el último reino,
Que durará mil años;
Encontrarás criaturas deslumbrantes
Y volverás a ver a Jakob Böhme.
SE CUBRÍA DE VERDE LA PRADERA
Se cubría de verde la pradera
y vi brotar entre los setos, flores.
Día a día se alzaban nuevas plantas,
era cálido el aire, alegre el cielo.
No pude saber qué me ocurría,
ni lo que vi, cómo ocurrió.
Crecía la penumbra sobre el bosque,
y daba refugio a cantores de todos los colores.
Por todos los caminos me llegaba su canto
que como un dulce aroma se extendía.
No pude saber qué me ocurría,
ni lo que vi, cómo ocurrió.
Todo brotaba y fluía en todas partes,
con vida, olor, color y ruido.
Y parecía que les gustaba unirse
de modo que todo pareciese amable.
No puede saber qué me ocurría,
ni lo que vi, como ocurrió.
Pensé entonces: un espíritu nuevo
despierta y todo lo llena de vida,
y se quiere expresar con cosas bellas,
y con miles de flores.
No puede saber qué me ocurría,
ni lo que vi, cómo ocurrió.
Lo que acaso suceda es que comienza un reino,
en que el polvo seco se convierta en planta,
el árbol tenga gestos de animales
y el animal alcance a convertirse en hombre.
No pude saber qué me ocurría,
ni lo que vi, cómo ocurrió.
Y estando yo en estos pensamientos,
surgió en mí un impulso poderoso.
Una niña amistosa vino a mí
y cautivó todos mis sentidos.
No pude saber qué me ocurría,
ni lo que vi, cómo ocurrió.
Se fue alejando, y yo la saludaba;
me dio las gracias, no lo olvidaré;
le tuve que coger la mano
y pareció dejármela con gusto.
No pude saber qué me ocurría,
ni lo que vi, cómo ocurrió.
Nos protegió el bosque de la luz del sol.
!Ya es primavera!, pensé entonces.
Y de pronto vi cómo en la Tierra
todos los hombres debían hacerse dioses.
Entonces supe bien qué me ocurría,
y cómo sucedió lo que veía.
A JULIA
Puesto que yo con alegría inefable
soy el compañero de tu vida
y con emocionado y hondo sentimiento
en la maravilla de tu imagen me recreo,
puesto que en nuestra intimidad estamos desposados,
que yo sea tuyo y tú mía,
y que yo a ti te eligiera,
y tú a mí me has elegido,
eso se lo agradecemos al dulce ser
que con amor nos escoge.
Adorémosle con fidelidad
y así permaneceremos siendo el uno del otro.
Si siempre su amor nos impulsa
nada turbará nuestra unión.
A su lado podremos
llevar consolados las cargas de la vida
y podremos decirnos uno a otro dichosos:
su reino celestial empieza aquí,
y cuando desaparezcamos de este mundo
volveremos a encontrarnos en sus brazos.
EL DESPOSORIO DE LAS ESTACIONES
Absorto en pensamientos estaba el nuevo rey. Pensaba
ahora en el sueño nocturno, y en aquellos relatos
de cuando por primera vez oyó que le hablaban de la flor azul,
y conmovido en silencio por la profecía, sintió un inmenso amor.
Aún le parece oír aquella voz que penetraba hondamente en él,
cuando el huésped abandonaba el amistoso círculo
y los fugaces destellos de la luna iluminaban las ventanas ruidosas
y avivaban la brasa que consumía y encrespaba el pecho joven.
Edda -dijo el rey-, ¿Cuál es para él el dolor más atroz?
Contesta, queremos ayudarle, tenemos el poder, y grandioso
será el tiempo en que vuelvas a alegrar el cielo.
Si no fueran éstos tiempos desdichados, si se unieran
el futuro, el presente y el pasado,
si se abrazan otoño y primavera, verano e invierno,
si se aunaran, alegres y graves, juventud y vejez:
entonces, dulce esposa mía, será vencida la fuente del dolor,
y se concederán al corazón todos sus deseos.
En ese momento la reina, feliz, rodeó con sus brazos al apuesto amado:
Has pronunciado en verdad palabras divinas,
que de siempre estarían en los labios de aquellos que sienten lo hondo,
pero han sido las tuyas más fecundas y puras.
Conduzcamos hacia allí la carroza; y vamos a por ellas:
primero serán las estaciones del año, y después las fases de la
humanidad.
A LOS HOMBRES VEO VIVIR
A los hombres veo vivir,
muchos van como flotando
pocos luchan con denuedo,
y a uno sólo se concede
leve esfuerzo y vida fácil.
El placer gusta a los necios
que en el tiempo están vagando,
como los seres fugaces.
En lucha con viento y olas
sólo el sabio sobrevive,
y en la lucha no descansa
y logra engañar al tiempo.
Y al fin sometido a yugo,
el poder del sabio aumenta.
De los dioses es la paz,
de ellos sólo la abundancia.
Nuestra vida está en la acción,
y el poder sólo placer.
NO QUIERO LAMENTARME MÁS
I
No quiero lamentarme más; quiero alzar mi corazón con gozo,
sentirme satisfecho del curso de mi vida.
Un solo instante en que Dios se me ha dado
compensa haber sufrido durante muchos años.
II
Sólo la fe, Señor, la fe y la confianza.
Con ellas no temo por mí, ni temo por mi amada.
III
Cantemos al Cielo la gloria del Señor,
la fe y la alegría descienden de la altura.
III. POEMAS DE LA NOVELA
HEINRICH VON OFTERDINGEN
DEDICATORIA
Tú que has suscitado en mí el noble impulso
de contemplar el alma del anchuroso mundo,
de tu mano me llega la confianza
que me guía segura por las tempestades.
Con advertencias has educado al niño,
y has viajado con él por regiones de ensueño;
como modelo de mujer tierna y sensata
has movido su corazón al salto más audaz.
¿Qué es lo que me encadena al dolor de este mundo?
¿No son acaso tuyos mi corazón, mi vida?
¿Acaso no vela tu amor por mí en la Tierra?
Por ti puedo entregarme al arte bello;
pues tú, amada, quieres ser mi musa
y dulce guardiana que cuida de mis versos.
____
En permanente cambio nos saluda
la secreta fuerza de los cantos,
bendice allí la tierra en paz perpetua,
y nos inunda aquí de juventud.
Ella es la luz que inunda nuestros ojos,
la que abre los sentidos para el arte,
la que hace gozar el corazón de todos,
alegres y cansados, en ebriedad sagrada.
Bebí la vida de sus pechos llenos;
por ella soy lo que he llegado a ser,
y puedo alzar el rostro alegremente.
Estaban aún en mí dormidos los sentidos
cuando vi un ángel que hacia mí bajaba,
y me llevó, despierto ya, volando entre sus brazos.
HAY EN LA PIEDRA UN SIGNO MISTERIOSO
Hay en la piedra un signo misterioso
grabado en el fondo de su sangre ardiente.
Es como un corazón en que estuviera
grabada la imagen de la Desconocida.
Mil fulgores en torno de la piedra,
y una clara marea ondea alrededor.
Hay en ella enterrado el brillo de una luz,
¿Será ésta un corazón dentro del corazón?
MARCHA EL POETA POR ÁSPEROS CAMINOS
Marcha el poeta por ásperos caminos
y los espinos rasgan su ropaje.
Tiene que atravesar ríos y ciénagas
y nadie le tiende una mano amiga.
Solo y perdido, empiezan a brotar
las quejas de su corazón cansado.
Apenas puede sostener la lira,
un profundo dolor le ha derribado.
"Un triste destino me ha empujado
a vagar por el mundo, abandonado.
Traigo a todos la ilusión y la paz,
pero nadie las quiere compartir conmigo.
Cada cual con su vida y con sus cosas,
ve cómo aumenta, al verme, su alegría.
Echan entonces una limosna triste
y rechazan las súplicas del corazón.
Me dejan ir, indolentes,
como ven las primaveras:
al alejarme afligido,
mi pena y dolor ignoran.
Exigen luego los frutos
sin saber quién ha sembrado.
Hago versos sobre el Cielo
y nadie reza por mí.
Agradecido percibo
poder mágico en mis labios.
Oh si el amor me llegara
como una atadura mágica.
Nadie se ocupa de un pobre
forastero e indigente.
¿Qué corazón va a apiadarse?
¿Quién me libra de la pena?".
En la hierba se ha arrojado
y se duerme entre sollozos.
La sublime voz del canto
llena su pecho oprimido:
"Olvida lo que has sufrido,
se va a aligerar tu carga:
lo que por chozas buscabas
en un palacio se encuentra.
Se acerca la recompensa,
tu caminar se termina.
El laurel se hará corona
que una mano fiel te imponga.
A un corazón armonioso
lo llaman a gloria y trono.
Y al poeta, fatigado,
lo nombran hijo del rey".
DESPIERTA EL POETA DE SUS BELLOS SUEÑOS
Despierta el poeta de sus bellos sueños
y se levanta con alegre impaciencia;
va caminando bajo árboles altos
hasta el portón de bronce del palacio.
Los muros son pulidos como acero,
pero su canto los escala veloz,
y presa de aflicción y de amor
baja hasta el poeta la hija del rey.
El amor los estrecha firmemente,
el ruido de la armadura los aleja.
Arden los dos en dulces llamaradas
en el callado refugio de la noche.
Permanecen con miedo agazapados,
porque la ira del rey les amedrenta.
Y cada amanecer al despertarse sienten
alegría y dolor al mismo tiempo.
Habla el poeta con un tono suave
y trae consuelo a la joven madre.
Pero entonces entra, atraído por el canto,
el rey en la gruta.
La hija separa de su pecho al niño
de dorados rizos y lo acerca al rey.
Y al verlos postrados con pesar y miedo,
el rey, clemente, aplaca su fiereza.
El amor y los cantos hacen que se ablande
el corazón del padre, incluso desde el trono,
y hacen que cambie con dulce presión
en gozo perpetuo el profundo dolor.
El amor devuelve lo que le quitaron
y lo hace con rica porción de intereses.
Y bajo los besos que los reconcilian
se expande el gozo como maravilla.
Ven, espíritu del canto, baja
y ayuda ahora también al amor;
trae de nuevo a la hija perdida,
que reconozca en el rey a su padre.
Que él pueda estrecharla feliz,
y sienta piedad por su nieto,
y si el corazón le rebosa
abrace también como hijo al poeta.
ESTÁ LA TUMBA ENTRE PAGANOS FIEROS
Está la tumba entre paganos fieros,
la tumba en que yació el Redentor;
tiene que padecer ultraje y burla
y día tras día profanación.
Surge de ella una voz grave:
"!Quién me libra de esta furia!"
¿Dónde están sus héroes jóvenes?
!Dónde está la Cristiandad!
¿Quién ha de traer la fe de nuevo?
¡Quién alza la cruz hoy día?
¿Quién va a romper las infames cadenas
y va a rescatar la Tumba Santa?
Avanza potente por tierra y por mar,
a través de la noche, una tormenta santa;
viene a agitar a los que están dormidos,
a azotar campamentos, torres y ciudades.
Un grito de queja recorre las almenas:
"cobardes cristianos, alzaos, salid de vosotros".
Por todas partes, con el rostro grave
se dejan ver los ángeles, callados,
y peregrinos que están ante las puertas
con la inquietud grabada en las mejillas;
todos se quejan en tonos oscuros
de la fiereza de los sarracenos.
Rojiza y turbia se alza la mañana,
todo a lo ancho de la cristiandad.
El dolor, el amor y la melancolía
pueden verse en cada cual.
Todos alzan la cruz y la espada
y salen exaltados de su hogar.
Un celo ardiente encrespa los ejércitos,
hay que liberar el Sepulcro del Redentor.
Se apresuran contentos hacia el mar,
para llegar pronto a los Santos Lugares.
Con ellos vienen también niños corriendo
y aumentan el ejército sagrado.
Alta ondea la cruz en la bandera,
y viejos héroes se alzan ante ella.
La puerta gozosa que da al Paraíso
se abrirá a los piadosos guerreros;
todos quieren disfrutar felices
vertiendo la sangre por cristo.
!A la lucha, cristianos! Las legiones de Dios
entran en Tierra Santa.
Pronto conocerán furia del pagano
el brazo temible del Dios de los cristianos.
Pronto lavaremos con alegre coraje
el Sepulcro Santo con sangre de los héroes.
Vibra la Virgen sagrada, llevada
por ángeles. Durante el combate
todos los que caen a golpe de espada
en sus brazos de Madre despiertan.
Y ella se inclina, con radiantes mejillas,
sobre el golpeteo que causan las armas.
!Adelante, a los Santos Lugares!
!En la Tumba resuena una grave voz!
!Pronto podrán la victoria y los rezos
redimir la culpa de la Cristiandad!
Se va a transformar el reino pagano
cuando la tumba esté en nuestras manos.
¿NO SE ACABARÁ ROMPIENDO EL CORAZÓN...?
¿No se acabará rompiendo
el corazón bajo este cielo extraño?
¿volverá acaso a mi rostro
el pálido fulgor de la esperanza?
¿Es que puedo imaginar el retorno?
Como un torrente se derraman mis lágrimas
y hasta mi corazón se quiebra entre pesares.
!Ay si pudiera mostrarte los mirtos
y la oscura melena de los cedros!
!Llevarte al corro en que baila
el grupo feliz de mis hermanas!
En su hermoso vestido,
con joyas exquisitas,
verías a tu amiga, como fue.
Jóvenes nobles se inclinan
y la miran con ardor;
con las estrellas ascienden
tiernos cánticos a mí.
Del amado hay que fiarse;
amor y lealtad eternos:
es el lema de los hombres.
Sobre fuentes cristalinas
con amor se tiende el cielo.
Cálidas olas de bálsamo
el bosquecillo acarician,
y en sus alegres rincones
bajo frutos y entre flores
da cobijo a los cantores.
!Qué lejos quedan los sueños!
!Qué lejana está la patria!
Cayeron aquellos árboles,
y ardió ya el viejo castillo.
Temible avanzó el oleaje
de un ejército cruel,
y se esfumó el paraíso.
Terribles brasas fluyeron
a través del cielo azul,
y sobre altivos corceles
un cortejo salvaje atravesó las puertas.
Vibraron los sables, hermanos y padres
no volvieron ya,
y a nosotras salvajemente nos arrebataron.
Turbia se volvió mi vista.
Lejana tierra materna,
!ay! con amor mis ojos
se dirigen a ti transidos de nostalgia.
Si no tuviera esta niña,
hace tiempo que el lazo de la vida
habría cortado con mano valerosa.
ES EL SEÑOR DE LA TIERRA
Es el señor de la tierra,
quien conoce su hondura,
y quien sepulta en su seno
los dolores cotidianos.
El conoce la secreta
estructura de las rocas,
y las hace retumbar
incansable en su taller.
Tan unido está a la tierra,
la confianza es tan íntima,
que por ella se encandila
como si fuera su novia.
La contempla cada día
con un amor renovado,
y entre esfuerzos y pesares
no le queda calma ninguna.
Ella está siempre dispuesta
a contarle amablemente
las espléndidas historias
que en otro tiempo pasaron.
Vientos de siglos remotos
soplan sobre su semblante,
y en la noche del abismo
le alumbra una luz eterna.
Por cualquier camino llega
a una tierra conocida,
y ella responde siempre
a las obras de sus manos.
A él obedecen los ríos,
le siguen montaña arriba;
y los castillos rocosos
le reglan sus tesoros.
Conduce arroyos de oro
a la casa de su rey,
y enriquece las diademas
con nobles piedras preciosas.
Con lealtad a su rey
da su brazo afortunado;
poco pide para sí
y está feliz siendo pobre.
Quieran todos anegarse
de los bienes y riquezas,
que él desde las montañas
se siente señor del mundo.
YO SÉ DE UN FIRME CASTILLO
Yo sé de un firme castillo
en que habita un rey callado,
con su corte milagrosa;
pero no va a las almenas.
Está oculto en sus estancias,
guardia invisible le vela.
Sólo fuentes conocidas
sobre su techo resbalan.
Lo que sus ojos han visto
en las salas con estrellas
con fidelidad le cuentan,
y nunca terminarían.
Él se baña en su corriente,
sus tiernos miembros se lava,
y entre sus rayos refulge
blanca sangre de su madre.
Su castillo es viejo y único,
surge del profundo mar,
firme en la arena, parece
impedir la huida al cielo.
Hay una cinta secreta
que a los súbditos retiene,
y prendidas en los muros
hay nubes como banderas.
Hay una raza incontable
que rodea las firmes puertas,
cada cual es fiel criado
que al señor habla con mimo.
Con él se sienten felices,
ignoran ser prisioneros;
embriagados del engaño,
nadie sabe que padece.
Algunos pocos son listos
y no anhelan los regalos;
se esfuerzan constantemente
por socavar el castillo.
El secreto del hechizo
sólo la agudeza advierte.
Si lo más íntimo vencen
llegará la libertad.
No hay muro que al tenaz resista,
ni abismo que al valiente pare,
quien en mano y corazón confía
persigue al rey sin temores.
Le saca de sus estancias,
a los espíritus caza,
las fieras mareas domina
y retroceder les manda.
Cuanto más salga a la luz
y se arrastre por la tierra,
más decaerá su poder
y más hombres serán libres.
Caerán al final los lazos,
inundará el mar el castillo,
y dulces y verdes olas
nos llevarán a la patria.
PERMANEZCO CON GUSTO EN EL VALLE
Permanezco con gusto en el valle
sonriendo en la noche profunda,
pues un cuenco colmado de amor
todos los días me traen.
Sus gotas sagradas elevan
mi alma hasta lo más alto,
y me encuentro en esta vida
ebrio en las puertas del cielo.
Mecido el corazón por la visión sagrada
no teme mi ánimo dolor alguno.
Oh Reina de las Mujeres,
dame un corazón leal.
Años de miedo y de llanto
esta mala arcilla alzaron,
y una imagen han labrado
que le dan la eternidad.
La larga cuenta de días
se me hace sólo un instante;
y cuando de aquí me lleven,
miraré con gusto atrás.
¿ES QUE NO SOMOS SERES DESGRACIADOS?
¿Es que no somos seres desgraciados?
¿No es acaso triste este destino nuestro?
Escogidas para el deber y la miseria,
ejercitadas en el fingimiento,
ni nuestras quejas pueden
atreverse a salir de nuestro pecho.
A lo que nuestros padres dicen
se opone el corazón entero.
Si cogemos el fruto prohibido
sentimos la amargura de la melancolía.
Con gusto querríamos a los dulces muchachos,
estrecharlos muy firmes junto al corazón.
¿El solo pensarlo será ya pecado?
Desde luego el pensar no admite fronteras.
¿Qué les queda a las pobres criaturas
sin tener dulces sueños?
Aunque quisieran alejarnos de ellos
nunca lograrían que los desechemos.
Y aunque también por la noche rezamos,
aún así nos asusta tanta soledad.
A la almohada llegan
anhelos y gustos,
¿podríamos acaso resistir a todos,
renunciar a todo?
Ocultar nuestro encanto
nos manda la madre, severa.
!Ay! ¿De qué valen los buenos deseos,
no surgen acaso sin que los busquemos?
Cuando tiembla por dentro el anhelo
tiene que rendirse la más firme cadena.
Reprimir tentaciones,
ser duras y frías, como son las piedras,
ignorar esos ojos que nos resultan bellos,
ser aplicadas y estar siempre solas,
no ceder a los ruegos:
¿es eso acaso vivir la juventud?
Grandes son las penas que tiene una niña,
y puede estar enfermo y herido su pecho.
Como premio a sus quejas calladas
recibe el beso de una boca marchita.
¿Es que no podrá nunca pasar la hoja,
y terminar el reinado de la vejez?
NACE DE LAS VERDES MONTAÑAS
Nace de las verdes montañas
el dios que nos trae el cielo.
Es el sol quien lo ha escogido
para impregnarle su fuego.
La primavera le engendra
con gozo y le alza en su seno;
cuando los frutos de otoño
salta como un niño de oro.
le acuestan en una cuna
en cuevas bajo la tierra.
Sueña con fiesta y triunfos
y con castillos de aire.
Nadie se acerque a su casa
cuando empuja sin paciencia,
las cadenas y ataduras
hace saltar con su fuerza.
Invisibles centinelas
le vigilan mientras duerme;
quien pase el sagrado umbral
caerá herido por sus lanzas.
Igual que se abren las alas
deja ver sus ojos claros;
confía en sus sacerdotes
y asoma cuando le dicen.
Del reino oscuro y la cuna
sale de cristal vestido;
del silencio y la concordia
trae en la mano la rosa.
En torno a él se reúne
sus discípulos, alegres;
miles de lenguas felices
amor y gratitud cantan.
Lanza en incontables rayos
su intimidad hacia el mundo;
los labios beben los cuencos
y él queda siempre de amigo.
Alma de dorados tiempos
que inspira siempre a poetas,
poetas que en sus canciones
exaltan sus cualidades.
En pago a su lealtad
deja besar a las niñas;
que ninguna se resista:
haga Dios que lo comprendan.
NO TARDARÁ MUCHO EL HERMOSO EXTRANJERO
No tardará mucho el hermoso extranjero.
Se acerca el calor, la eternidad empieza
La reina despierta de sus largos sueños,
el mar y la tierra ya arden de amor.
El frío de la noche dejará estos lugares,
y Fábula ejercerá sus viejos derechos.
En el seno de Freya se encenderá el mundo
y cada deseo encontrará su deseo.
POR UNA SENDA OSCURA AVANZABA EL AMOR
Por una senda oscura avanzaba el amor
y la luna sólo le miraba.
Estaba abierto al reino de las sombras
y extrañamente adornado.
Una niebla azulada con bordes de oro
le iba envolviendo.
Y a la vez soñaba que estaba avanzando
sobre ríos y tierras.
Se alzaba su pecho henchido de audacia
y valor prodigioso.
El presentimiento de futuros gozos
ardor auguraba.
Se quejaba el anhelo porque no sabía
que el amor llegaba,
y sobre su rostro se iba grabando y ahondando
una pena profunda.
La sierpe pequeña seguía siendo fiel:
señalaba al norte,
y ambos fueron siguiendo sin cuitas
a la hermosa guía.
el amor avanzaba por grandes desiertos
y tierras de nubes.
Entró luego en el reino lunar y llevaba
de la mano a la niña.
Allí se sentó sobre el trono de plata
solo y afligido;
oyó entonces la voz de su hija cantando
y se hundió en sus brazos.
DESPERTAD EN VUESTRAS CELDAS
Despertad en vuestras celdas,
hijos de tiempos pasados;
abandonad el descanso
que está la mañana cerca.
Vuestros hilos, en mi rueca,
se convertirán en uno.
Ha terminado el rencor:
vuestras vidas serán una.
Cada cual vivirá en todos,
y todos vivirán en uno.
Porque un mismo corazón
latirá en sólo una vida.
Ahora sois tan sólo alma,
ensoñamiento y hechizo.
Id corriendo hacia las Parcas,
ya podéis burlaros de ellas.
YA ESTÁ FUNDADO EL REINO DE LA ETERNIDAD
Ya está fundado el reino de la eternidad,
la discordia termina con amor y con paz,
ha pasado el sueño de tantos dolores,
Sofía será para siempre la sacerdotisa de los corazones.
ASTRALIS
Era verano cuando una mañana
nací; sentí entonces el pulso de mi propia vida
por primera vez, y cómo el amor
se iba adentrando en éxtasis hondos
y me despertaba. Sentí la exigencia,
cada vez más íntima, de sentirme fundida
del todo y con todo, y en todo momento.
El placer es la fuerza que a mí me ha engendrado.
Yo estoy en el centro, en la fuente sagrada,
la misma en que brota el deseo como una tormenta,
aquella en que cada deseo, quebrado en mil trozos,
se une de nuevo en silencio.
No me conocéis, y me habéis visto nacer.
¿No fuisteis acaso testigo de cómo
aquel caminante una noche feliz me encontró?
¿No sentisteis acaso
el estremecimiento que hace vibrar a una llama?
Yo estaba tumbada en un cáliz de miel,
oliendo una flor que callada temblaba
en el aire dorado de la madrugada. Una íntima fuente
era yo, un anillo muy suave, y todo fluía
por mí y sobre mí y me alzaba en silencio.
En la herida cayó el primer grano de polen.
Pensad en un beso después de un banquete.
Retrocedí entonces con mi propia marea.
Fue como un relámpago. Ya pude moverme,
mover los hilos tan tiernos y el cáliz.
Deprisa, igual que yo misma empezaba,
en mí se formaban, con los pensamientos, sentidos terrenos.
Aún era yo ciega. Pero estrellas brillantes pasaban
a través de mi ser y llegaban
de raros confines. No había nada cercano. En mi percibía
un eco lejano que alcanzaba a los tiempos futuros.
Surgida de amor, de nostalgia y de augurios,
brotó en mí la conciencia en un vuelo.
Y como dentro de mí el placer encendía sus llamas,
sentí al mismo tiempo muy altos dolores que me atravesaban.
El mundo yacía florido en claras colinas,
con alas se alzaba la voz del profeta:
ya no son uno Matilde y Enrique,
ambos se han fundido en una sola imagen.
Me alcé entonces al cielo, nacida
ese instante, pues ya estaba cumplido el destino terreno,
el momento sagrado de la transfiguración.
Entonces el tiempo, que acababa de perder sus derechos,
exigió que le fuera devuelto lo que era debido.
Surgió de repente todo un mundo nuevo,
que los rayos más claros del sol ocultaban.
De ruinas mohosas brotaba
un futuro asombroso,
y lo que hasta entonces había sido cotidiano
resultó de pronto extraño y fabuloso.
(Ya está lo uno en el todo y el todo en lo uno,
la imagen de Dios en plantas y en piedras,
la esencia de Dios en hombres y en fieras,
hay que adentrar todo ello en el alma.
Las cosas no tienen ya un orden de tiempo y espacio,
aquí mismo el futuro se convierte en pasado).
Un reino de amor ha abierto sus puertas,
Fábula empieza a tejer los hilos.
Un juego inicial inaugura los seres,
cada cual se somete a la fuerza del Verbo,
la gran alma del mundo
que se extiende por todo y florece sin fin.
Todo debe adentrarse en el todo,
lo uno ha de engendrarse en lo otro y madurar en él,
cada uno en el todo,
fundido con él,
en ávida caída a sus profundidades,
y allí renovar su íntima esencia
y ganar por miles pensamientos nuevos.
Se hará sueño el mundo, será mundo el sueño,
lo que se haya supuesto se hará realidad,
desde lejos veremos cómo se va acercando.
La fantasía al fin será libre,
podrá a su capricho entretejer los hilos,
aquí los oculta, allí los desvela,
y al fin esconderse en su mágica niebla.
La pena y el gozo, la muerte y la vida
formarán aquí mismo un íntimo acorde.
No podrá nunca curar su herida
quien se haya entregado al amor más alto.
Tendrá con dolor que romper la atadura,
la venda que estaba rodeando sus ojos,
dejar huérfano y solo al corazón más fiel
antes de que huya de este mundo confuso.
El cuerpo deshecho se fundirá en lágrimas,
el mundo a lo ancho será una gran tumba,
y en ella, consumido de miedos y anhelos,
caerá el corazón, convertido en ceniza.
TENÍA EL CORAZÓN LLENO DE GOZO
Tenía el corazón lleno de gozo
y sólo conocía la alegría,
de penas no sabía
cuando al niño estrechaba sobre el pecho.
Besaba sus mejillas,
lo hacía de mil maneras,
y el amor la embargaba
al ver el bello rostro de la criatura.
LÁGRIMAS DE AMOR, LLAMAS DE AMOR
1
Lágrimas de amor, llamas de amor,
juntas fluid.
Santificad los mágicos lugares
en que el cielo se me apareció.
Como abejas entonad en torno a este árbol
oraciones sin número.
2
Alegre la recibió
cuando vino
y la amparó de tormentas.
Ella, un día, en su jardín
le esperará y con riegos
hará de esquirlas milagros.
3
La propia roca se ha hundido
ebria de gozo
al pie de María bendita.
Si hay piedad hasta en las piedras,
¿no debería el hombre llorar
y verter toda su sangre por Ella?
4
Deberían los angustiados
venir aquí, y de rodillas
ser todos juntos curados.
Ya nadie se quejaría
y con júbilo dirían
fuimos tristes algún día.
5
Serios muros se alzarán
en las Alturas.
Se oirá gritar en los valles
cuando lleguen tiempos malos.
Ni un corazón oprimido:
subid esos escalones.
6
Madre de Dios tan amada,
el afligido
se irá de aquí transformado.
Eterna bondad y dulzura,
oh, sé que tú eres Matilde
la meta de mis sentidos.
7
Sin que yo haga la pregunta
me dirás
cuándo debo ir hacia ti.
De mil modos cantaré
la tierra y sus maravillas,
en espera de que vengas a abrazarme.
8
Antiguos prodigios, edades futuras,
portentos,
no huyáis nunca de mi corazón.
Sea inolvidable el lugar
donde el manantial sagrado
de luz borró el sueño de dolores.
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