viernes, 23 de febrero de 2024

POETAS 111. Novalis ("Poemas Tardíos")





Friedrich von Hardenber nació el 2 de mayo de 1772 en Oberwiedertedt (Turingia) y murió de tisis a la edad de 29 años, el 25 de marzo de 1801 en Weissenfels. “Novalis”, el apelativo con el que es conocido literariamente, lo comenzó a usar a partir de 1798, tomándolo del nombre de una posesión familiar que significa: “el que construye el nuevo país”. Su familia pertenecía a una antigua estirpe nobiliaria y fue educado por su padre – director de las minas de sal de Sajonia- en la tradición pietista, asesorándole también para que se formase como administrador de las minas de sal. En 1790 se matriculó en las facultades de Filosofía y de Leyes de la Universidad de Jena, donde asistió a las lecciones de Schiller, con quien llegaría a intimar hasta el punto de seguir su consejo de trasladarse a Leipzig para continuar sus clases de derecho. Allí acaba llevando una vida desordenada, contrae deudas, se enreda en lances amorosos y se rezaga en sus estudios. En 1794 supera al fin los exámenes de Derecho y se emplea como pasante en Tennstedt. Justo en esta época va a conocer a una mujer que cambiará su vida y que provocará uno de los gestos más estridentes del romanticismo. Se trata de Sophie Von Kühn, una adolescente de 12 años a la que pronto se promete, pero que al morir tres años después provocará en Novalis una honda desesperación. Atraído por la nostalgia de la mujer amada, va a visitar a diario el sepulcro donde yace y se encierra durante días en su antigua habitación sólo para tener más vivo su recuerdo. Novalis creía que la muerte de Sophie podría ser revocada mediante una aproximación mágica al invisible mundo de ultratumba. Esta experiencia le conduce a escribir en 1997 “los himnos de la noche”, publicados en la revista “Athenaum” en 1800, alternando la prosa con el verso. La noche es identificada con el misterio de la muerte y elevada a símbolo de la verdadera vida, en sintonía con la concepción cristiana que hace de la superación de la muerte un símbolo primordial de redención. En contraste con el reino de la luz que representa lo diurno, la noche es símbolo del amor creador, de la libertad –al romper las ataduras de la existencia diurna- y de lo infinito. Pero también representa una nueva fase de la humanidad, una edad de oro que supera la edad de hierro en que cohabitaban los dioses y los hombres. Una edad aurea marcada por la aparición de Cristo, que se convierte en símbolo victorioso de la muerte y es garantía del tránsito hacia la otra vida, donde al fin puede ser saciada la sed de amor infinito y puede ser sofocado el sufrimiento. 

“Los himnos a la noche”, al igual que los fragmentos filosóficos que publicaría más tarde en la revista Atenaum, llevan la influencia de la filosofía de Fichte, al que había comenzado a estudiar el mismo año que conoce a Sophie. Fichte había proclamado como primer principio creador el yo trascendental, con una actividad ilimitada. Para la toma de conciencia de un yo que obra contra lo que se le resiste, Fichte concedía una importancia extrema la imaginación productiva. Pero este poder de la imaginación que en Fichte aparece contrapesado por la realidad de todo aquello que no es yo, en Novalis puede ser modificado a voluntad y usado con fines taumatúrgicos: es lo que llamó “idealismo mágico”. No hay nada más allá del absolutismo del yo que actúa y que conoce; para Novalis todo conduce hacia su interior: “el camino misterioso va hacia dentro”. Las fuerzas de la naturaleza ya operan en nuestro interior y quien conoce las leyes del mundo del espíritu puede domeñar la materia. Pero para adentrarse en los secretos del espíritu hay que conocer los arcanos de las ciencias naturales. 

A principios de 1798 comienza a enfrascarse en sus estudios en la Academia de Minas de Freiberg, a la vez que comienza a mitigarse el obsesivo recuerdo de Sophie, ya que se acaba prometiendo con la hija de su mentor, Julie Von Charpentier. Comienza entonces a fraguar un ambicioso proyecto novelístico del que al final sólo nos ha quedado su inacabado Enrique de Ofterdingen”. “Me gustaría dedicar toda mi vida a una novela, que llenaría por sí sola una biblioteca entera, y que quizá habría de contener los años de aprendizaje de una nación.” “Enrique de Ofterdingen” es su libro más autobiográfico. Contrapuesto al Wilhelm Meister de Goethe, su protagonista encarna al verdadero poeta romántico que sale en peregrinaje tras una flor azul que vislumbra en un sueño y que representa la imagen ideal de la poesía, lo único capaz de tender un puente entre el mundo visible y el invisible. 

Por la misma época en que escribe Enrique de Ofterdingen, Novalis comienza a publicar en la revista Ateneum unos fragmentos que son apuntes de pensamientos y que pretendía constituir con el tiempo “una biblia científica que fuera ejemplo y germen reales e ideales para todos los libros”. A menudo Novalis contemplaba la vida no desde el plano material, sino desde el espiritual. Buscaba la espiritualización de la vida entera, o por lo menos trataba de que lo espiritual no estuviera soterrado por lo material. El sentido de la vida del hombre se encontraba para Novalis en expandirse hacia el infinito, y ese infinito sólo podría ser ahondado por el camino interior, estableciendo un vínculo entre el microcosmos que representa el hombre y el macroanthropos que postula el universo. Ser hombre para Novalis es tanto como ser universo; sólo si el hombre se concibe como microcosmos puede elevarse a una condición sobrehumana.  El mundo no es más que “un índice enciclopédico y sistemático de nuestro espíritu, una metáfora universal, una imagen simbólica de éste”, y por lo tanto es posible transformar el mundo a través del sentimiento moral y de una libertad creadora que nos podría asemejar a Dios. Y este arte infinitamente creador que puede convertir al hombre en mago, Novalis lo descubre en la poesía, un grado por encima de la filosofía, ya que el poeta es capaz de traducir en sentimientos lo que el filósofo sólo logra pensar, y con este sentir moral es capaz de obrar milagros, pues conoce mejor que el sabio la correspondencia entre su espíritu y la naturaleza, pudiendo restablecer así la salud que ha ido perdiendo al romperse la armonía entre ambos mundos.

Se deja aquí una selección de poemas de Novalis escritos en su último periodo de vida, comprendido entre 1797 y 1801, año de la muerte del poeta. La traducción se le debe a Antonio Pau y los poemas quedan clasificados en tres partes que corresponden con otros tantos momentos de la biografía y la obra del poeta. Antonio Pau denominó a los poemas de la primera parte "poemas de Freiberg", por el lugar donde habían sido escritos. Después de ejercer la carrera de derecho durante una temporada desde un puesto burocrático, Novalis completó su formación en la Escuela de Minas de Freiberg: quería profundizar en la mineralogía, para ahondar en la vinculación entre naturaleza y espíritu, entre física y metafísica. La adolescente con la que se iba a casar, Sofía von Kühn, había muerto el 1797 y, a pesar del gran abatimiento que este hecho le produjo, a finales de ese año logra rehacerse al conocer a la hija de un profesor de la Escuela de Minería, de la cual se enamora. Es en esta época cuando comienza a escribir unos poemas donde expresa sus ideas químico-filosóficas envueltas en una aureola amorosa. Poemas como el de "El extranjero" están escritos bajo la conmoción de la muerte de Sofía. El amor es un tema predominante en estos poemas, como motor del progreso espiritual y el conocimiento de sí mismo. "Por el amor consigo comprender el mundo" dice en uno de los versos del poema "Ultimo amor". También en su poema "Himno" abunda en esta idea: el amor no sólo permite una mejor comprensión del mundo; también logra transformarlo.

El segundo grupo está formado por los "poemas del regreso", según la denominación de Antonio Pau, que están escritos en el periodo en que el poeta vuelve al hogar familiar después de terminar sus estudios de minería en Freibeerg, y en el que va a permanecer hasta su muerte dos años después. Novalis va a encontrar su voz genuina lejos ya de los poetas admirados a los que imitaba. En el magnífico poema "Cuando cifras y figuras" queda resaltada cuál debe ser la tarea del poeta: desenmascarar las discordias y dualidades del mundo. La palabra certera puede armonizar las contradicciones en las que se ve envuelto el hombre.

El último grupo de poemas son los integrados en la novela Heinrich von Ofterdingen. Algunos de los momentos de esta novela de prosa poética exigían que fuesen culminados en un poema, en el mismo estilo sobrio y preciso que caracteriza su prosa. Es una novela que apenas tiene argumento: Un joven, hijo de un orfebre recibe la visita de un extranjero que despierta en él el deseo de encontrar "la flor azul", símbolo de la poesía. El joven abandona la casa paterna, viaja hacia Augsburgo, y allí encuentra a Mathilde, hija de un poeta, de la que se enamora. Se trata de una novela que narra el nacimiento de la vocación de un poeta y su posterior evolución hasta su plenitud, que coincide con la muerte de Mathilde. Para Novalis la poesía es un arte mágico sagrado y un instrumento de conocimiento y realización: es lo que tiene el poder de tender un puente entre el mundo visible y el invisible.

 

 

CUANDO CIFRAS Y FIGURAS

Cuando cifras y figuras dejen de ser

las claves de toda criatura,

cuando aquellos que al cantar o besarse

sepan más que los sabios más profundos,

cuando vuelva al mundo la libertad de nuevo,

vuelva el mundo a ser mundo otra vez,

cuando al fin las luces y las sombras se fundan

y juntas se conviertan en claridad perfecta,

cuando en versos y en cuentos

estén los verdaderos relatos del mundo,

entonces una sola palabra secreta

desterrará las discordancias de la tierra entera.

                              (De “Poemas del Regreso”)

 

 

I.                   POEMAS DE FREIBERG

 

CONÓCETE A TÍ MISMO

Una cosa sólo ha buscado el hombre en todo tiempo,

y lo ha hecho en todas partes, en las cimas y en las simas del mundo.

bajo nombres distintos -en vano- se ocultaba siempre,

y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba de las manos.

Hubo hace tiempo un hombre que en amables mitos infantiles

revelaba a sus hijos las llaves y el camino de un castillo escondido.

Pocos lograban conocer la sencilla clave del enigma,

pero esos pocos se convertían entonces en maestros del destino.

Discurrió largo tiempo -el error nos aguzó el ingenio-

y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad.

Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado su obsesión por el mundo,

quien por sí mismo anhela la piedra de la sabiduría eterna.

El hombre razonable se convierte entonces en discípulo auténtico,

todo lo transforma en vida y en oro, no necesita ya los elixires.

Bulle dentro de él el sagrado alambique, está el rey en él, y también

Delfos, y al final comprende lo que significa conócete a ti mismo.     

 

 

ÚLTIMO AMOR

Una última mirada, cuando ya la peregrinación termina

y las puertas del bosque se cierran detrás de mí en silencio.

Con gratitud veo los signos de amor, que es fiel compañero,

y con ánimo alegre le abro mi corazón ilusionado.

Sólo él me ha acompañado en la vida, aconsejándome,

y de él es el mérito cuando he seguido el bien,

cuando un tierno corazón ha llorado a quien ha muerto pronto,

y cuando al hombre, cargado de experiencia, se le ha marchitado la esperanza.

Cuando era niño y se iban desplegando mis fuerzas,

cuando era un niño vestido de domingo que llegaba a siete primaveras,

el amor rozaba con sus manos suaves aquel pecho joven

y la gracia femenina adornaba ricamente el pasado.

Como del sueño la madre despierta con besos al hijo,

y él a su vez la mira y se entiende con ella.

Así está el amor conmigo. Por el amor consigo comprender el mundo,

por él me encuentro a mí mismo y me torno en amante.

Todo lo que han sido hasta ahora juegos de la niñez

se convierten de pronto en un asunto serio, pero el amor me sigue.

Inquietudes y dudas tratan a menudo de separarme de él,

pero ha llegado el día en que ya estoy formado,

en que el destino me ha entregado a la amada, y para siempre

me ha hecho libre y seguro de una felicidad infinita.

 

 

EL EXTRANJERO

Cansado estás y frío, oh extranjero, y no pareces

adaptado a este cielo. Vientos más calientes

soplan que en tu patria, y más libre

en otro tiempo se alzaba el pecho joven.

 

¿No expandía la vida allí su colorido

por el campo sereno y la eterna primavera?

¿No tendía allí la paz sus densos hilos?

¿No florecía allí eternamente lo que una vez brotó?

 

Oh, buscas en vano. Se ha hundido

aquella tierra celestial. Ningún mortal

conoce ya el sendero inaccesible

que el mar ha sumergido para siempre.

 

Muy pocos de los tuyos han logrado

ponerse a salvo del feroz oleaje. Están dispersos

aquí y allá, y esperan

mejores tiempos para reencontrarse.

 

Ten voluntad y sígueme. Te ha sido

favorable el destino que aquí te ha conducido.

Gentes de tu tierra hay aquí, y que en silencio

celebran una fiesta entrañable.

 

No puedes sin embargo entender cómo sus corazones

allí se unían. Ves brillar en sus rostros

inocencia y amor, igual

que en otro tiempo allí en la patria.

 

Más clara se alza tu mirada. La tarde se despliega

como un sueño amistoso, y transcurre veloz

en dulce charla, y entre tanto

tu corazón se funde con la bondad que reina.

 

Mirad. Está aquí el extranjero. De una misma tierra

a la que pertenecéis se siente desterrado. Horas sombrías

han pasado por él. Muy pronto

se ha acabado para él el día feliz.

 

Con gusto permanece entre los suyos.

Feliz celebra entre ellos la fiesta del hogar.

La primavera, que fresca florece

en torno de sus padres, le cautiva.

 

Vuelva a celebrarse la fiesta entre nosotros,

antes de que la madre, disgustada, se aleje

de los hijos que lloran, y por sendas oscuras

siga al guía que la lleve a la patria.

 

Que el hechizo que estrecha vuestro lazo

no ceda, y los que lejos están

la disfruten también, y todos juntos

caminéis felices por un mismo camino.

 

Esto es lo que el huésped desea, pero ha hablado el poeta

en su lugar, porque prefiere permanecer callado

cuando está contento y anhela la venida

de los seres que quiere y que están lejos.

 

Permaneced amables con el extranjero.

Escasas alegrías le están deparadas.

Rodeado de personas amigas espera con paciencia

el día de su gran nacimiento.

 

 

DÍSTICOS

 

I

Uno al fin lo logró. Alzó el velo de la diosa de Saïs.

¿Y qué vio? -maravilla de las maravillas-, se vio a sí mismo.

 

II

¿No es sensato buscar para pasar la noche un refugio amigable?

Por eso es aún más sensato el que ama también a los muertos.

 

III

Construir mundo no calma la sensibilidad que anhela lo más hondo,

Pero un corazón que ama sí que lograr saciar el ansia del espíritu.

 

IV

Dejad que pasen las libélulas; son extranjeros inocentes

Que siguen alegremente al astro doble, con regalos, hacia aquí.

 

 

HIMNO

Hay pocos que sepan

el secreto de amor,

insaciables siempre

y con sed perpetua.

El significado

divino de la Cena

resulta un misterio a los ojos terrenos.

Pero quien una vez

ha respirado de labios calientes y amados

el soplo de la vida,

quien ha sentido en un fuego sagrado

el corazón derretido en olas temblorosas,

quien ha abierto los ojos

y medido el abismo

insondable del cielo,

ese comerá Su Cuerpo

y beberá Su Sangre

y lo hará eternamente.

De un cuerpo terrestre,

¿quién ha descifrado el alto sentido?

¿Quién puede decir

que comprende la sangre?

Todo será cuerpo un día.

Será un solo cuerpo.

En la sangre celeste

nadará la pareja feliz.

Que el océano, al fin,

se tiña de rojo,

y las rocas se hagan

de carne perfumada.

La dulce Cena no termine nunca.

No sacie el amor.

No es nunca lo bastante interior

y adecuado el goce del amado.

A través de sus labios, cada vez más tiernos

el goce se irá haciendo

más íntimo y próximo.

Un ardiente gozo

se apodera del alma.

Cada vez más sediento y hambriento

se vuelve el corazón:

así dura el placer del amor

más allá de lo eterno.

Los que ayunan de amor

cuando apenas lo prueban,

todo lo abandonan,

y vienen a sentarse

a la mesa del ardiente deseo

que nunca se acaba.

Se dan cuenta que nunca

se agota el amor,

y alaban el manjar

del Cuerpo y de la Sangre.

 

 

A LA MINA AUGUSTA

                                       En su 49 cumpleaños

Mucha felicidad, !oh mina!, que ya el siglo

ha alcanzado casi su mitad en ti.

Muy nobles destinos nos has deparado

y buen tiempo siempre nos has concedido.

Discurra tu camino para bien del minero

poblado mucho tiempo de amables galerías.

 

 

EL CANSADO EXTRANJERO HA DESAPARECIDO

El cansado extranjero ha desaparecido

y a su amigo le ha dejado sitio,

al amigo del que en tantas horas tristes

ha recibido un corazón leal.

Unido ya a vosotros para siempre,

no acosado ya más por inquietudes

se ha vuelto a encontrar consigo mismo

y con algo más que no esperaba.

 

Un año más de variadas semanas

pasó, sin que sepamos cómo.

Y de modo distinto a como imaginamos

sonó la melodía de la vida.

Pero más firme fue, con cada día,

el lazo amado entorno a nuestro ramo

y cada vez más firme la leyenda

de que un niño ciego vivía en nuestra casa.

 

Seguro que una de vosotras dos sabía

lo que en esa leyenda se ocultaba.

 

 

HACIA DONDE ME LLEVAS

Hacia dónde me llevas,

plenitud del corazón,

dios de la ebriedad,

qué bosques, qué abismos

atravieso con extraño coraje.

¿Qué grutas

me oirán trenzar

una corona de estrellas para el eterno brillo

de César y de los dioses que le acompañan?

Inauditas, potentes

cosas nunca dichas por labios mortales

quiero proclamar.

Como la ardiente sonámbula,

la joven Bacante

en el Hebro se asombra

ante la nieve tracia

y la tierra salvaje de Rodope,

así me resultan extraños y ajenos

las aguas de los ríos,

el bosque solitario...

 

 

II. POEMAS DEL REGRESO

 

EL POEMA

Vida celestial de azul vestida,

sereno deseo de pálida apariencia,

que en arenas de colores traza

los rasgos huidizos de su nombre.

 

Bajo los arcos altos, firmes,

iluminado sólo por las lámparas,

yace, huido ya el espíritu,

el mundo más sagrado.

 

En silencio nos anuncia una hoja

perdida los mejores días,

y vemos abrirse los ojos poderosos

de la antigua leyenda.

 

Acercaos en silencio a la puerta solemne,

escuchad el golpe que produce al abrirse,

bajad luego del coro y contemplad allí

dónde está el mármol que anuncia los presagios.

 

Vida fugaz y formas luminosas

llenan la noche anchurosa y vacía.

Ha transcurrido un tiempo sin final

que se ha perdido haciendo bromas sólo.

 

Trajo el amor las copas llenas,

como entre flores se derrama el espíritu,

y beben sin parar los comensales,

hasta que se rasga el tapiz sagrado.

 

En extrañas filas llegan

veloces carruajes de colores,

y llevada en el suyo por insectos variados

sola llegó la princesa de las flores.

 

Velos como nubes descendían

de su frente luminosa hasta los pies.

Caímos de rodillas para saludarla,

rompimos a llorar, y ya no estaba.

 

 

A TIECK

Un niño lleno de nostalgia y lealtad,

Exiliado en una tierra extraña,

Dejó con gusto lo nuevo y lo brillante

Y quiso atender sólo a lo antiguo.

 

Después de larga búsqueda y espera,

Después de mucho caminar cansado

Se encontró en un jardín desierto,

En un banco vencido por el tiempo.

 

Un libro viejo con el cierre de oro

Que ocultaba palabras nunca oídas;

Y como tiernos brotes de la primavera

Fue surgiendo en él un íntimo sentido.

 

Y se siente y lee y mira

A través del cristal de un mundo nuevo,

Que se hizo de estrellas y praderas,

Y cae agradecido de rodillas:

 

Ve alzarse sigiloso entre plantas y hierbas

A un hombre viejo de gestos mesurados,

Que en su atuendo sencillo aproxima el rostro

Alegre al niño que le mira atento.

 

Los rasgos familiares, aunque misteriosos,

Son infantiles y al tiempo fabulosos;

Juego con la cuna el viento

Sin apenas rozar el pelo plateado.

 

Coge el niño con temblor sus manos

-el alto espíritu del libro le indica

El final del amargo viaje

Y la casa donde el padre habita-.

 

Te arrodillas sobre mi tumba yerma,

Y se abre entonces la sagrada boca:

Eres el heredero de mi patrimonio,

La hondura de Dios se te revelará.

 

Sobre aquel monte, como un niño pobre,

He visto un libro celestial

Y a través de ese don he podido

Contemplar lo interno de las criaturas.

 

Han ocurrido en mí por la gracia divina

Muchas cosas de gran maravilla;

El arca secreta de la nueva alianza

Ha quedado abierta ante mis ojos.

 

He transcrito fielmente

Cómo se ha revelado en mí la íntima alegría,

Y he sido incomprendido y pobre

Hasta que Dios me ha llamado a sí.

 

He llegado el tiempo, y nada debe quedar ya

Oculto del misterio.

En este libro irrumpe la mañana

Con fuerza hacia el fondo de los tiempos.

 

Has de ser anunciado por el alba,

Serás el mensajero de paz.

Suave como el aire en el arpa y la flauta

Soplará mi aliento en ti.

 

Que Dios esté contigo. Ve y lava

Tus ojos en el rocío de la mañana.

Se fiel al libro y a mis cenizas,

Y báñate en el azul perpetuo.

 

Proclamarás el último reino,

 Que durará mil años;

Encontrarás criaturas deslumbrantes

Y volverás a ver a Jakob Böhme.

 

 

SE CUBRÍA DE VERDE LA PRADERA

Se cubría de verde la pradera

y vi brotar entre los setos, flores.

Día a día se alzaban nuevas plantas,

era cálido el aire, alegre el cielo.

No pude saber qué me ocurría,

ni lo que vi, cómo ocurrió.

 

Crecía la penumbra sobre el bosque,

y daba refugio a cantores de todos los colores.

Por todos los caminos me llegaba su canto

que como un dulce aroma se extendía.

No pude saber qué me ocurría,

ni lo que vi, cómo ocurrió.

 

Todo brotaba y fluía en todas partes,

con vida, olor, color y ruido.

Y parecía que les gustaba unirse

de modo que todo pareciese amable.

No puede saber qué me ocurría,

ni lo que vi, como ocurrió.

 

Pensé entonces: un espíritu nuevo

despierta y todo lo llena de vida,

y se quiere expresar con cosas bellas,

y con miles de flores.

No puede saber qué me ocurría,

ni lo que vi, cómo ocurrió.

 

Lo que acaso suceda es que comienza un reino,

en que el polvo seco se convierta en planta,

el árbol tenga gestos de animales

y el animal alcance a convertirse en hombre.

No pude saber qué me ocurría,

ni lo que vi, cómo ocurrió.

 

Y estando yo en estos pensamientos,

surgió en mí un impulso poderoso.

Una niña amistosa vino a mí

y cautivó todos mis sentidos.

No pude saber qué me ocurría,

ni lo que vi, cómo ocurrió.

 

Se fue alejando, y yo la saludaba;

me dio las gracias, no lo olvidaré;

le tuve que coger la mano

y pareció dejármela con gusto.

No pude saber qué me ocurría,

ni lo que vi, cómo ocurrió.

 

Nos protegió el bosque de la luz del sol.

!Ya es primavera!, pensé entonces.

Y de pronto vi cómo en la Tierra

todos los hombres debían hacerse dioses.

Entonces supe bien qué me ocurría,

y cómo sucedió lo que veía.

 

 

A JULIA

Puesto que yo con alegría inefable

soy el compañero de tu vida

y con emocionado y hondo sentimiento

en la maravilla de tu imagen me recreo,

puesto que en nuestra intimidad estamos desposados,

que yo sea tuyo y tú mía,

y que yo a ti te eligiera,

y tú a mí me has elegido,

eso se lo agradecemos al dulce ser

que con amor nos escoge.

 

Adorémosle con fidelidad

y así permaneceremos siendo el uno del otro.

Si siempre su amor nos impulsa

nada turbará nuestra unión.

A su lado podremos

llevar consolados las cargas de la vida

y podremos decirnos uno a otro dichosos:

su reino celestial empieza aquí,

y cuando desaparezcamos de este mundo

volveremos a encontrarnos en sus brazos.

 

 

EL DESPOSORIO DE LAS ESTACIONES

Absorto en pensamientos estaba el nuevo rey. Pensaba

ahora en el sueño nocturno, y en aquellos relatos

de cuando por primera vez oyó que le hablaban de la flor azul,

y conmovido en silencio por la profecía, sintió un inmenso amor.

Aún le parece oír aquella voz que penetraba hondamente en él,

cuando el huésped abandonaba el amistoso círculo

y los fugaces destellos de la luna iluminaban las ventanas ruidosas

y avivaban la brasa que consumía y encrespaba el pecho joven.

Edda -dijo el rey-, ¿Cuál es para él el dolor más atroz?

Contesta, queremos ayudarle, tenemos el poder, y grandioso

será el tiempo en que vuelvas a alegrar el cielo.

Si no fueran éstos tiempos desdichados, si se unieran

el futuro, el presente y el pasado,

si se abrazan otoño y primavera, verano e invierno,

si se aunaran, alegres y graves, juventud y vejez:

entonces, dulce esposa mía, será vencida la fuente del dolor,

y se concederán al corazón todos sus deseos.

En ese momento la reina, feliz, rodeó con sus brazos al apuesto amado:

Has pronunciado en verdad palabras divinas,

que de siempre estarían en los labios de aquellos que sienten lo hondo,

pero han sido las tuyas más fecundas y puras.

Conduzcamos hacia allí la carroza; y vamos a por ellas:

primero serán las estaciones del año, y después las fases de la humanidad.

 

 

A LOS HOMBRES VEO VIVIR

A los hombres veo vivir,

muchos van como flotando

pocos luchan con denuedo,

y a uno sólo se concede

leve esfuerzo y vida fácil.

 

El placer gusta a los necios

que en el tiempo están vagando,

como los seres fugaces.

En lucha con viento y olas

sólo el sabio sobrevive,

y en la lucha no descansa

y logra engañar al tiempo.

Y al fin sometido a yugo,

el poder del sabio aumenta.

 

De los dioses es la paz,

de ellos sólo la abundancia.

Nuestra vida está en la acción,

y el poder sólo placer.

 

 

NO QUIERO LAMENTARME MÁS

 

I

No quiero lamentarme más; quiero alzar mi corazón con gozo,

sentirme satisfecho del curso de mi vida.

Un solo instante en que Dios se me ha dado

compensa haber sufrido durante muchos años.

 

II

Sólo la fe, Señor, la fe y la confianza.

Con ellas no temo por mí, ni temo por mi amada.

 

III

Cantemos al Cielo la gloria del Señor,

la fe y la alegría descienden de la altura.

 

 

 

III. POEMAS DE LA NOVELA

HEINRICH VON OFTERDINGEN

 

DEDICATORIA

Tú que has suscitado en mí el noble impulso

de contemplar el alma del anchuroso mundo,

de tu mano me llega la confianza

que me guía segura por las tempestades.

 

Con advertencias has educado al niño,

y has viajado con él por regiones de ensueño;

como modelo de mujer tierna y sensata

has movido su corazón al salto más audaz.

 

¿Qué es lo que me encadena al dolor de este mundo?

¿No son acaso tuyos mi corazón, mi vida?

¿Acaso no vela tu amor por mí en la Tierra?

 

Por ti puedo entregarme al arte bello;

pues tú, amada, quieres ser mi musa

y dulce guardiana que cuida de mis versos.

                                    ____

En permanente cambio nos saluda

la secreta fuerza de los cantos,

bendice allí la tierra en paz perpetua,

y nos inunda aquí de juventud.

 

Ella es la luz que inunda nuestros ojos,

la que abre los sentidos para el arte,

la que hace gozar el corazón de todos,

alegres y cansados, en ebriedad sagrada.

 

Bebí la vida de sus pechos llenos;

por ella soy lo que he llegado a ser,

y puedo alzar el rostro alegremente.

 

Estaban aún en mí dormidos los sentidos

cuando vi un ángel que hacia mí bajaba,

y me llevó, despierto ya, volando entre sus brazos.

 

 

HAY EN LA PIEDRA UN SIGNO MISTERIOSO

Hay en la piedra un signo misterioso

grabado en el fondo de su sangre ardiente.

Es como un corazón en que estuviera

grabada la imagen de la Desconocida.

Mil fulgores en torno de la piedra,

y una clara marea ondea alrededor.

Hay en ella enterrado el brillo de una luz,

¿Será ésta un corazón dentro del corazón?

 

 

MARCHA EL POETA POR ÁSPEROS CAMINOS

Marcha el poeta por ásperos caminos

y los espinos rasgan su ropaje.

Tiene que atravesar ríos y ciénagas

y nadie le tiende una mano amiga.

Solo y perdido, empiezan a brotar

las quejas de su corazón cansado.

Apenas puede sostener la lira,

un profundo dolor le ha derribado.

 

"Un triste destino me ha empujado

a vagar por el mundo, abandonado.

Traigo a todos la ilusión y la paz,

pero nadie las quiere compartir conmigo.

Cada cual con su vida y con sus cosas,

ve cómo aumenta, al verme, su alegría.

Echan entonces una limosna triste

y rechazan las súplicas del corazón.

 

Me dejan ir, indolentes,

como ven las primaveras:

al alejarme afligido,

mi pena y dolor ignoran.

Exigen luego los frutos

sin saber quién ha sembrado.

Hago versos sobre el Cielo

y nadie reza por mí.

 

Agradecido percibo

poder mágico en mis labios.

Oh si el amor me llegara

como una atadura mágica.

Nadie se ocupa de un pobre

forastero e indigente.

¿Qué corazón va a apiadarse?

¿Quién me libra de la pena?".

 

En la hierba se ha arrojado

y se duerme entre sollozos.

La sublime voz del canto

llena su pecho oprimido:

"Olvida lo que has sufrido,

se va a aligerar tu carga:

lo que por chozas buscabas

en un palacio se encuentra.

 

Se acerca la recompensa,

tu caminar se termina.

El laurel se hará corona

que una mano fiel te imponga.

A un corazón armonioso

lo llaman a gloria y trono.

Y al poeta, fatigado,

lo nombran hijo del rey".

 

 

DESPIERTA EL POETA DE SUS BELLOS SUEÑOS

Despierta el poeta de sus bellos sueños

y se levanta con alegre impaciencia;

va caminando bajo árboles altos

hasta el portón de bronce del palacio.

Los muros son pulidos como acero,

pero su canto los escala veloz,

y presa de aflicción y de amor

baja hasta el poeta la hija del rey.

 

El amor los estrecha firmemente,

el ruido de la armadura los aleja.

Arden los dos en dulces llamaradas

en el callado refugio de la noche.

Permanecen con miedo agazapados,

porque la ira del rey les amedrenta.

Y cada amanecer al despertarse sienten

alegría y dolor al mismo tiempo.

 

Habla el poeta con un tono suave

y trae consuelo a la joven madre.

Pero entonces entra, atraído por el canto,

el rey en la gruta.

La hija separa de su pecho al niño

de dorados rizos y lo acerca al rey.

Y al verlos postrados con pesar y miedo,

el rey, clemente, aplaca su fiereza.

 

El amor y los cantos hacen que se ablande

el corazón del padre, incluso desde el trono,

y hacen que cambie con dulce presión

en gozo perpetuo el profundo dolor.

El amor devuelve lo que le quitaron

y lo hace con rica porción de intereses.

Y bajo los besos que los reconcilian

se expande el gozo como maravilla.

 

Ven, espíritu del canto, baja

y ayuda ahora también al amor;

trae de nuevo a la hija perdida,

que reconozca en el rey a su padre.

Que él pueda estrecharla feliz,

y sienta piedad por su nieto,

y si el corazón le rebosa

abrace también como hijo al poeta.

 

 

ESTÁ LA TUMBA ENTRE PAGANOS FIEROS

Está la tumba entre paganos fieros,

la tumba en que yació el Redentor;

tiene que padecer ultraje y burla

y día tras día profanación.

Surge de ella una voz grave:

"!Quién me libra de esta furia!"

 

¿Dónde están sus héroes jóvenes?

!Dónde está la Cristiandad!

¿Quién ha de traer la fe de nuevo?

¡Quién alza la cruz hoy día?

¿Quién va a romper las infames cadenas

y va a rescatar la Tumba Santa?

 

Avanza potente por tierra y por mar,

a través de la noche, una tormenta santa;

viene a agitar a los que están dormidos,

a azotar campamentos, torres y ciudades.

Un grito de queja recorre las almenas:

"cobardes cristianos, alzaos, salid de vosotros".

 

Por todas partes, con el rostro grave

se dejan ver los ángeles, callados,

y peregrinos que están ante las puertas

con la inquietud grabada en las mejillas;

todos se quejan en tonos oscuros

de la fiereza de los sarracenos.

 

Rojiza y turbia se alza la mañana,

todo a lo ancho de la cristiandad.

El dolor, el amor y la melancolía

pueden verse en cada cual.

Todos alzan la cruz y la espada

y salen exaltados de su hogar.

 

Un celo ardiente encrespa los ejércitos,

hay que liberar el Sepulcro del Redentor.

Se apresuran contentos hacia el mar,

para llegar pronto a los Santos Lugares.

Con ellos vienen también niños corriendo

y aumentan el ejército sagrado.

 

Alta ondea la cruz en la bandera,

y viejos héroes se alzan ante ella.

La puerta gozosa que da al Paraíso

se abrirá a los piadosos guerreros;

todos quieren disfrutar felices

vertiendo la sangre por cristo.

 

!A la lucha, cristianos! Las legiones de Dios

entran en Tierra Santa.

Pronto conocerán furia del pagano

el brazo temible del Dios de los cristianos.

Pronto lavaremos con alegre coraje

el Sepulcro Santo con sangre de los héroes.

 

Vibra la Virgen sagrada, llevada

por ángeles. Durante el combate

todos los que caen a golpe de espada

en sus brazos de Madre despiertan.

Y ella se inclina, con radiantes mejillas,

sobre el golpeteo que causan las armas.

 

!Adelante, a los Santos Lugares!

!En la Tumba resuena una grave voz!

!Pronto podrán la victoria y los rezos

redimir la culpa de la Cristiandad!

Se va a transformar el reino pagano

cuando la tumba esté en nuestras manos.

 

 

¿NO SE ACABARÁ ROMPIENDO EL CORAZÓN...?

¿No se acabará rompiendo

el corazón bajo este cielo extraño?

¿volverá acaso a mi rostro

el pálido fulgor de la esperanza?

¿Es que puedo imaginar el retorno?

Como un torrente se derraman mis lágrimas

y hasta mi corazón se quiebra entre pesares.

 

!Ay si pudiera mostrarte los mirtos

y la oscura melena de los cedros!

!Llevarte al corro en que baila

el grupo feliz de mis hermanas!

En su hermoso vestido,

con joyas exquisitas,

verías a tu amiga, como fue.

 

Jóvenes nobles se inclinan

y la miran con ardor;

con las estrellas ascienden

tiernos cánticos a mí.

Del amado hay que fiarse;

amor y lealtad eternos:

es el lema de los hombres.

 

Sobre fuentes cristalinas

con amor se tiende el cielo.

Cálidas olas de bálsamo

el bosquecillo acarician,

y en sus alegres rincones

bajo frutos y entre flores

da cobijo a los cantores.

 

!Qué lejos quedan los sueños!

!Qué lejana está la patria!

Cayeron aquellos árboles,

y ardió ya el viejo castillo.

Temible avanzó el oleaje

de un ejército cruel,

y se esfumó el paraíso.

 

Terribles brasas fluyeron

a través del cielo azul,

y sobre altivos corceles

un cortejo salvaje atravesó las puertas.

Vibraron los sables, hermanos y padres

no volvieron ya,

y a nosotras salvajemente nos arrebataron.

 

Turbia se volvió mi vista.

Lejana tierra materna,

!ay! con amor mis ojos

se dirigen a ti transidos de nostalgia.

Si no tuviera esta niña,

hace tiempo que el lazo de la vida

habría cortado con mano valerosa.

 

 

ES EL SEÑOR DE LA TIERRA

Es el señor de la tierra,

quien conoce su hondura,

y quien sepulta en su seno

los dolores cotidianos.

 

El conoce la secreta

estructura de las rocas,

y las hace retumbar

incansable en su taller.

 

Tan unido está a la tierra,

la confianza es tan íntima,

que por ella se encandila

como si fuera su novia.

 

La contempla cada día

con un amor renovado,

y entre esfuerzos y pesares

no le queda calma ninguna.

 

Ella está siempre dispuesta

a contarle amablemente

las espléndidas historias

que en otro tiempo pasaron.

 

Vientos de siglos remotos

soplan sobre su semblante,

y en la noche del abismo

le alumbra una luz eterna.

 

Por cualquier camino llega

a una tierra conocida,

y ella responde siempre

a las obras de sus manos.

 

A él obedecen los ríos,

le siguen montaña arriba;

y los castillos rocosos

le reglan sus tesoros.

 

Conduce arroyos de oro

a la casa de su rey,

y enriquece las diademas

con nobles piedras preciosas.

 

Con lealtad a su rey

da su brazo afortunado;

poco pide para sí

y está feliz siendo pobre.

 

Quieran todos anegarse

de los bienes y riquezas,

que él desde las montañas

se siente señor del mundo.

 

 

YO SÉ DE UN FIRME CASTILLO

Yo sé de un firme castillo

en que habita un rey callado,

con su corte milagrosa;

pero no va a las almenas.

Está oculto en sus estancias,

guardia invisible le vela.

Sólo fuentes conocidas

sobre su techo resbalan.

 

Lo que sus ojos han visto

en las salas con estrellas

con fidelidad le cuentan,

y nunca terminarían.

Él se baña en su corriente,

sus tiernos miembros se lava,

y entre sus rayos refulge

blanca sangre de su madre.

 

Su castillo es viejo y único,

surge del profundo mar,

firme en la arena, parece

impedir la huida al cielo.

Hay una cinta secreta

que a los súbditos retiene,

y prendidas en los muros

hay nubes como banderas.

 

Hay una raza incontable

que rodea las firmes puertas,

cada cual es fiel criado

que al señor habla con mimo.

Con él se sienten felices,

ignoran ser prisioneros;

embriagados del engaño,

nadie sabe que padece.

 

Algunos pocos son listos

y no anhelan los regalos;

se esfuerzan constantemente

por socavar el castillo.

El secreto del hechizo

sólo la agudeza advierte.

Si lo más íntimo vencen

llegará la libertad.

 

No hay muro que al tenaz resista,

ni abismo que al valiente pare,

quien en mano y corazón confía

persigue al rey sin temores.

Le saca de sus estancias,

a los espíritus caza,

las fieras mareas domina

y retroceder les manda.

 

Cuanto más salga a la luz

y se arrastre por la tierra,

más decaerá su poder

y más hombres serán libres.

Caerán al final los lazos,

inundará el mar el castillo,

y dulces y verdes olas

nos llevarán a la patria.

 

 

PERMANEZCO CON GUSTO EN EL VALLE

Permanezco con gusto en el valle

sonriendo en la noche profunda,

pues un cuenco colmado de amor

todos los días me traen.

 

Sus gotas sagradas elevan

mi alma hasta lo más alto,

y me encuentro en esta vida

ebrio en las puertas del cielo.

 

Mecido el corazón por la visión sagrada

no teme mi ánimo dolor alguno.

Oh Reina de las Mujeres,

dame un corazón leal.

 

Años de miedo y de llanto

esta mala arcilla alzaron,

y una imagen han labrado

que le dan la eternidad.

 

La larga cuenta de días

se me hace sólo un instante;

y cuando de aquí me lleven,

miraré con gusto atrás.

 

 

¿ES QUE NO SOMOS SERES DESGRACIADOS?

¿Es que no somos seres desgraciados?

¿No es acaso triste este destino nuestro?

Escogidas para el deber y la miseria,

ejercitadas en el fingimiento,

ni nuestras quejas pueden

atreverse a salir de nuestro pecho.

 

A lo que nuestros padres dicen

se opone el corazón entero.

Si cogemos el fruto prohibido

sentimos la amargura de la melancolía.

Con gusto querríamos a los dulces muchachos,

estrecharlos muy firmes junto al corazón.

 

¿El solo pensarlo será ya pecado?

Desde luego el pensar no admite fronteras.

¿Qué les queda a las pobres criaturas

sin tener dulces sueños?

Aunque quisieran alejarnos de ellos

nunca lograrían que los desechemos.

 

Y aunque también por la noche rezamos,

aún así nos asusta tanta soledad.

A la almohada llegan

anhelos y gustos,

¿podríamos acaso resistir a todos,

renunciar a todo?

 

Ocultar nuestro encanto

nos manda la madre, severa.

!Ay! ¿De qué valen los buenos deseos,

no surgen acaso sin que los busquemos?

Cuando tiembla por dentro el anhelo

tiene que rendirse la más firme cadena.

 

Reprimir tentaciones,

ser duras y frías, como son las piedras,

ignorar esos ojos que nos resultan bellos,

ser aplicadas y estar siempre solas,

no ceder a los ruegos:

¿es eso acaso vivir la juventud?

 

Grandes son las penas que tiene una niña,

y puede estar enfermo y herido su pecho.

Como premio a sus quejas calladas

recibe el beso de una boca marchita.

¿Es que no podrá nunca pasar la hoja,

y terminar el reinado de la vejez?

 

 

NACE DE LAS VERDES MONTAÑAS

Nace de las verdes montañas

el dios que nos trae el cielo.

Es el sol quien lo ha escogido

para impregnarle su fuego.

 

La primavera le engendra

con gozo y le alza en su seno;

cuando los frutos de otoño

salta como un niño de oro.

 

le acuestan en una cuna

en cuevas bajo la tierra.

Sueña con fiesta y triunfos

y con castillos de aire.

 

Nadie se acerque a su casa

cuando empuja sin paciencia,

las cadenas y ataduras

hace saltar con su fuerza.

 

Invisibles centinelas

le vigilan mientras duerme;

quien pase el sagrado umbral

caerá herido por sus lanzas.

 

Igual que se abren las alas

deja ver sus ojos claros;

confía en sus sacerdotes

y asoma cuando le dicen.

 

Del reino oscuro y la cuna

sale de cristal vestido;

del silencio y la concordia

trae en la mano la rosa.

 

En torno a él se reúne

sus discípulos, alegres;

miles de lenguas felices

amor y gratitud cantan.

 

Lanza en incontables rayos

su intimidad hacia el mundo;

los labios beben los cuencos

y él queda siempre de amigo.

 

Alma de dorados tiempos

que inspira siempre a poetas,

poetas que en sus canciones

exaltan sus cualidades.

 

En pago a su lealtad

deja besar a las niñas;

que ninguna se resista:

haga Dios que lo comprendan.

 

 

NO TARDARÁ MUCHO EL HERMOSO EXTRANJERO

No tardará mucho el hermoso extranjero.

Se acerca el calor, la eternidad empieza

La reina despierta de sus largos sueños,

el mar y la tierra ya arden de amor.

El frío de la noche dejará estos lugares,

y Fábula ejercerá sus viejos derechos.

En el seno de Freya se encenderá el mundo

y cada deseo encontrará su deseo.

 

 

POR UNA SENDA OSCURA AVANZABA EL AMOR

Por una senda oscura avanzaba el amor

y la luna sólo le miraba.

Estaba abierto al reino de las sombras

y extrañamente adornado.

 

Una niebla azulada con bordes de oro

le iba envolviendo.

Y a la vez soñaba que estaba avanzando

sobre ríos y tierras.

 

Se alzaba su pecho henchido de audacia

y valor prodigioso.

El presentimiento de futuros gozos

ardor auguraba.

 

Se quejaba el anhelo porque no sabía

que el amor llegaba,

y sobre su rostro se iba grabando y ahondando

una pena profunda.

 

La sierpe pequeña seguía siendo fiel:

señalaba al norte,

y ambos fueron siguiendo sin cuitas

a la hermosa guía.

 

el amor avanzaba por grandes desiertos

y tierras de nubes.

Entró luego en el reino lunar y llevaba

de la mano a la niña.

 

Allí se sentó sobre el trono de plata

solo y afligido;

oyó entonces la voz de su hija cantando

y se hundió en sus brazos.

 

 

DESPERTAD EN VUESTRAS CELDAS

Despertad en vuestras celdas,

hijos de tiempos pasados;

abandonad el descanso

que está la mañana cerca.

 

Vuestros hilos, en mi rueca,

se convertirán en uno.

Ha terminado el rencor:

vuestras vidas serán una.

 

Cada cual vivirá en todos,

y todos vivirán en uno.

Porque un mismo corazón

latirá en sólo una vida.

 

Ahora sois tan sólo alma,

ensoñamiento y hechizo.

Id corriendo hacia las Parcas,

ya podéis burlaros de ellas.

 

 

YA ESTÁ FUNDADO EL REINO DE LA ETERNIDAD

Ya está fundado el reino de la eternidad,

la discordia termina con amor y con paz,

ha pasado el sueño de tantos dolores,

Sofía será para siempre la sacerdotisa de los corazones.

 

 

ASTRALIS

Era verano cuando una mañana

nací; sentí entonces el pulso de mi propia vida

por primera vez, y cómo el amor

se iba adentrando en éxtasis hondos

y me despertaba. Sentí la exigencia,

cada vez más íntima, de sentirme fundida

del todo y con todo, y en todo momento.

El placer es la fuerza que a mí me ha engendrado.

Yo estoy en el centro, en la fuente sagrada,

la misma en que brota el deseo como una tormenta,

aquella en que cada deseo, quebrado en mil trozos,

se une de nuevo en silencio.

No me conocéis, y me habéis visto nacer.

¿No fuisteis acaso testigo de cómo

aquel caminante una noche feliz me encontró?

¿No sentisteis acaso

el estremecimiento que hace vibrar a una llama?

Yo estaba tumbada en un cáliz de miel,

oliendo una flor que callada temblaba

en el aire dorado de la madrugada. Una íntima fuente

era yo, un anillo muy suave, y todo fluía

por mí y sobre mí y me alzaba en silencio.

En la herida cayó el primer grano de polen.

Pensad en un beso después de un banquete.

Retrocedí entonces con mi propia marea.

Fue como un relámpago. Ya pude moverme,

mover los hilos tan tiernos y el cáliz.

Deprisa, igual que yo misma empezaba,

en mí se formaban, con los pensamientos, sentidos terrenos.

Aún era yo ciega. Pero estrellas brillantes pasaban

a través de mi ser y llegaban

de raros confines. No había nada cercano. En mi percibía

un eco lejano que alcanzaba a los tiempos futuros.

Surgida de amor, de nostalgia y de augurios,

brotó en mí la conciencia en un vuelo.

Y como dentro de mí el placer encendía sus llamas,

sentí al mismo tiempo muy altos dolores que me atravesaban.

El mundo yacía florido en claras colinas,

con alas se alzaba la voz del profeta:

ya no son uno Matilde y Enrique,

ambos se han fundido en una sola imagen.

Me alcé entonces al cielo, nacida

ese instante, pues ya estaba cumplido el destino terreno,

el momento sagrado de la transfiguración.

Entonces el tiempo, que acababa de perder sus derechos,

exigió que le fuera devuelto lo que era debido.

 

Surgió de repente todo un mundo nuevo,

que los rayos más claros del sol ocultaban.

De ruinas mohosas brotaba

un futuro asombroso,

y lo que hasta entonces había sido cotidiano

resultó de pronto extraño y fabuloso.

(Ya está lo uno en el todo y el todo en lo uno,

la imagen de Dios en plantas y en piedras,

la esencia de Dios en hombres y en fieras,

hay que adentrar todo ello en el alma.

Las cosas no tienen ya un orden de tiempo y espacio,

aquí mismo el futuro se convierte en pasado).

Un reino de amor ha abierto sus puertas,

Fábula empieza a tejer los hilos.

Un juego inicial inaugura los seres,

cada cual se somete a la fuerza del Verbo,

la gran alma del mundo

que se extiende por todo y florece sin fin.

Todo debe adentrarse en el todo,

lo uno ha de engendrarse en lo otro y madurar en él,

cada uno en el todo,

fundido con él,

en ávida caída a sus profundidades,

y allí renovar su íntima esencia

y ganar por miles pensamientos nuevos.

Se hará sueño el mundo, será mundo el sueño,

lo que se haya supuesto se hará realidad,

desde lejos veremos cómo se va acercando.

La fantasía al fin será libre,

podrá a su capricho entretejer los hilos,

aquí los oculta, allí los desvela,

y al fin esconderse en su mágica niebla.

La pena y el gozo, la muerte y la vida

formarán aquí mismo un íntimo acorde.

No podrá nunca curar su herida

quien se haya entregado al amor más alto.

Tendrá con dolor que romper la atadura,

la venda que estaba rodeando sus ojos,

dejar huérfano y solo al corazón más fiel

antes de que huya de este mundo confuso.

El cuerpo deshecho se fundirá en lágrimas,

el mundo a lo ancho será una gran tumba,

y en ella, consumido de miedos y anhelos,

caerá el corazón, convertido en ceniza.

 

 

TENÍA EL CORAZÓN LLENO DE GOZO

Tenía el corazón lleno de gozo

y sólo conocía la alegría,

de penas no sabía

cuando al niño estrechaba sobre el pecho.

Besaba sus mejillas,

lo hacía de mil maneras,

y el amor la embargaba

al ver el bello rostro de la criatura.

 

 

 

LÁGRIMAS DE AMOR, LLAMAS DE AMOR

 

1

Lágrimas de amor, llamas de amor,

juntas fluid.

Santificad los mágicos lugares

en que el cielo se me apareció.

Como abejas entonad en torno a este árbol

oraciones sin número.

 

2

Alegre la recibió

cuando vino

y la amparó de tormentas.

Ella, un día, en su jardín

le esperará y con riegos

hará de esquirlas milagros.

 

3

La propia roca se ha hundido

ebria de gozo

al pie de María bendita.

Si hay piedad hasta en las piedras,

¿no debería el hombre llorar

y verter toda su sangre por Ella?

 

4

Deberían los angustiados

venir aquí, y de rodillas

ser todos juntos curados.

Ya nadie se quejaría

y con júbilo dirían

fuimos tristes algún día.

 

5

Serios muros se alzarán

en las Alturas.

Se oirá gritar en los valles

cuando lleguen tiempos malos.

Ni un corazón oprimido:

subid esos escalones.

 

6

Madre de Dios tan amada,

el afligido

se irá de aquí transformado.

Eterna bondad y dulzura,

oh, sé que tú eres Matilde

la meta de mis sentidos.

 

7

Sin que yo haga la pregunta

me dirás

cuándo debo ir hacia ti.

De mil modos cantaré

la tierra y sus maravillas,

en espera de que vengas a abrazarme.

 

8

Antiguos prodigios, edades futuras,

portentos,

no huyáis nunca de mi corazón.

Sea inolvidable el lugar

donde el manantial sagrado

de luz borró el sueño de dolores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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