Dulce María Loynaz fue una poeta
cubana nacida en La Habana el 10 de diciembre de 1902. Perteneciente a una
familia de la alta burguesía -su padre, Enrique Loynaz del Castillo fue un
general célebre por haber compuesto un himno patriótico- pudo formarse en el
refinado ambiente del hogar y, al igual que sus hermanos, también poetas de
talento, tuvieron la oportunidad de recibir una esmerada educación impartida
por selectos profesores que desfilaban a diario por su casa. Sus primeros años están marcados por las posibilidades de este ambiente selecto, lo que le da la ocasión de
viajar junto con sus hermanos por gran parte de los países de Oriente próximo,
además de poder recorrer extensamente Europa, Sudamérica y los Estados Unidos.
En 1927 obtiene en la Universidad de la Habana el doctorado en Derecho Civil,
carrera que ejercería durante un tiempo. Dulce María Loinaz comenzó a escribir
bajo la influencia de los poetas simbolistas franceses: Rimbaud, Verlaine y
Baudelaire fueron adoptados como sus primeros maestros. También sucumbió
durante un tiempo al hechizo de Rabindranath Tagore, hasta que el conocimiento
de la poesía de Juan Ramón Jiménez y García Lorca vino a dar un nuevo giro a su
poesía. Este último, en su viaje a la Habana a principios de 1930, trabó
relación con la familia Loynaz y se hizo asiduo visitante de su casa. En 1946
la poeta se casa con el periodista Pablo Álvarez de Cañas, canario radicado en
Cuba que va a promover su poesía para darla a conocer al gran público. En los
años 50, junto con su esposo, comienza a realizar actividades literarias en
Madrid y otras capitales de España y su obra escasa comienza a ser publicada y
reconocida por críticos y poetas. En 1951 es elegida miembro de la Academia
Nacional de Artes y Letras de Cuba e ingresa en la Academia Cubana de la Lengua
en 1959. En 1968 lo hará en la Real Academia Española. Su obra ha merecido multitud de premios y
condecoraciones. Además de obtener el Premio Nacional de Literatura, en 1992 se
le otorgó el Premio Cervantes. Su obra se condensó en unos pocos libros: Versos,
1920-1938. Juegos de agua (1946), Poemas sin nombre (1953), Obra
lírica (1955), Últimos días de una casa (1958), Poesías escogidas
(1985). En 1997 hace su última aparición pública en el homenaje que en su casa
le rinde la Embajada de España en Cuba. Fallecerá ese mismo año, el 27 de
abril de 1997. El mejor ejemplo de cómo concibe la poesía Dulce María Loynaz puede sentirse
en un texto en que trato de definir que es la poesía y que no lo es, y que
dejamos reproducido aquí.
“La poesía es tránsito. No es por sí
misma un fin o una meta, sino sólo el tránsito a la verdadera meta desconocida.
Por la poesía damos el salto de la realidad visible a la invisible, el viaje
alado y breve, capaz de salvar en su misma brevedad la distancia existente
entre el mundo que nos rodea y el mundo que está más allá de nuestros cinco
sentidos. La poesía es traslación, es movimiento. Si la poesía no nace con esta
actitud dinámica, es inútil leerla o escribirla: no puede conducir a ningún
lado. Es necesario que esta facultad de expansión esté enderezada al punto
exacto, porque de lo contrario sólo lograría caminar sin rumbo y no llegar
jamás. La poesía debe tener instinto de altura. El hecho de llevar raíces
brincadas en la tierra no impide al árbol crecer; por el contrario le nutre el
esfuerzo, lo sostiene en su impulso, le hace de base firma para proyectarse
hacia arriba. Rastrear es línea tortuosa, crecer es línea sencilla, casi recta.
Si la poesía ha de crecer como el árbol, ha de hacerlo también sencillamente.
Si ha de llevarnos a algún lado lo hará con agilidad y precisión, de lo
contrario perderá el impulso original antes de alcanzar la meta. No debe ser el
poeta en exceso oscuro, y sobre todo no debe serlo deliberadamente. Velar el
mensaje poético, establecer sobre él un monopolio para selectas minorías, es
una manera de producirse antisocialmente. La poesía debe llevar en sí misma una
fuente generadora de energía capaz de realizar alguna mutación por mínima que
sea. Poesía que deja al hombre donde está, ya no es poesía.”
ETERNIDAD
En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar
Las rosas que mañana…
Mañana no tendrás.
En mi jardín hay pájaros
Con cantos de cristal:
No te los doy, que tienen
Alas para volar…
En mi jardín abejas
Labran fino panal:
¡Dulzura de un minuto…
No te la quiero dar!
Para ti lo infinito
O nada; lo inmortal
O esta muda tristeza
Que no comprenderás…
La tristeza sin nombre
De no tener que dar
A quien lleva en la frente
Algo de eternidad…
Deja, deja el jardín…
No toques el rosal:
Las cosas que se mueren
No se deben tocar.
TIEMPO
1
El beso que no te di
Se me ha vuelto estrella dentro…
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca…-otra vez beso!
2
Quien pudiera como el río
Ser fugitivo y eterno:
Partir, llegar, pasar siempre
Y ser siempre el río fresco.
3
Es tarde para la rosa
Es pronto para el invierno.
Mi hora no está en el reloj…
¡Me quedé fuera del tiempo!
4Tarde, pronto, ayer perdido…
Mañana inlogrado, incierto
Hoy…! Medidas que no pueden
Fijar, sujetar un beso!...
5
Un kilómetro de luz,
Un gramo de pensamiento
(De noche el reloj que late
Es el corazón del tiempo…)
6
Voy a medirme el amor
Con una cinta de acero:
Una punta en la montaña.
La otra… ¡Clávala en el viento!
TIERRA CANSADA
(Romance pequeño)
La tierra se va cansando,
La rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
De entibiar semillas rotas,
Y el cansancio de la tierra
Sube en la flor que deshoja
El viento… Y allí, en el viento
Se queda…
La mariposa
Volará toda una tarde
Para reunir una gota
De miel…
Ya no son las frutas
Tan dulces como eran otras…
Las cañas enjutas hacen
Azúcar flojo… Y la poca
Uva, vino que no alegra…
La rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
De la raíz a las hojas,
La tierra se va cansando.
(Rosa, rosita de aromas…;
La de la Virgen de Mayo,
La de mi blanca corona…
¡Qué viento la deshojó?)
¡Me duele el alma de sola!...
(La virgen se quedó arriba
Toda cubierta de rosas…)
No me esperes si me esperas,
Rosa más linda que todas!...
La tierra se va cansando…
El corazón quiere sombra.
DESEO
Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mis versos en tus brazos,
Que tus brazos me
ciñan entera y temblorosa
Sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra…
Que sean tus brazos horizonte y camino,
Camino breve y único horizonte de carne:
Que la vida no vaya más allá… ¡Que la muerte
Se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!
YO SOÑABA CON CLASIFICAR
Yo soñaba en clasificar
El Bien y el Mal, como los sabios
Clasifican las mariposas:
Yo soñaba en clavar el Bien y el Mal
En el oscuro terciopelo
De una vitrina de cristal…
Debajo de la mariposa
Blanca, un letrero que dijera: “EL BIEN”.
Debajo de la mariposa
Negra, un letrero que dijera: “EL MAL”.
Pero la mariposa blanca
No era el bien, ni la mariposa negra
Era el mal… ¡Y entre mis dos mariposas,
Volaban verdes, áureas, infinitas,
Todas las mariposas de la tierra.
SI ME QUIERES, QUIÉREME ENTERA
Si me quieres, quiéreme entera,
No por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
Y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
Y morena.
Quiéreme día,
Quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!...
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!
ESTÁ BIEN LO QUE ESTÁ
Está bien lo que está: Sé que todo está bien.
Sé el Nexo. Y la Razón. Y hasta el Designio.
Yo lo sé todo, lo aprendí en un libro
Sin páginas, sin letras y sin nombre…
Y no soy como el loco que se quema
Los dedos trémulos por separar
La llama rosa de la mecha negra…
EL AMOR INDECISO
Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta…
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.
Yo le digo al amor. -¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa…
Es una amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche… Y con la noche vino.
¡Qué amor tan pequeño para andar con la sombra!
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?...
¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
Se le quedó en el fondo de los ojos cerrados?
Este amor nada dice… Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella que un ave
Deja en el viento… -Amor semi-despierto, tienes
Los ojos neblinosos aún de Lázaro… Vienes
de una sombra a otra sombra con los pasos trocados
De los ebrios, los locos… ¡Y los resucitados!
Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
Que huele a naranjas y que las rosas muerde…
Que todo lo confunde, lo deja… ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja…
Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe
Que el mañana es tan sólo el hoy muerto… El cadáver
Futuro de este hoy claro, de esta hora cierta…
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta…
COMO LA ROSA
Como la rosa en el rosal…
Así, armoniosamente,
Sencillamente estaba la palabra
De paz sobre tu boca.
A ella hubiera ido
Yo con las manos juntas
En cuenco tembloroso
A recoger frescura, verdad, amor…
Como la rosa en el rosal, así espaciaba
Tu corazón fragancia; así volvía
Blancura y suavidad la tierra que lo ataba…
¡Y así te hubiera amado, con la tierra
Hecha luz en tu frente hacia la luz
Por el instinto vertical del cielo!...
Y así pasaste de una tarde a otra,
Breve y eterno… Como la rosa en el rosal.
DIÁLOGO
Están cayendo las estrellas…
-¿Qué estás diciendo, hermano?
Son estrellas fugaces.
-¡Están cayendo estrellas!...
-Qué pensamiento extraño…
-¡Cómo del cielo claro
Se desprenden estrellas!...
Pon tus manos abiertas
Para que en ellas caigan…
-¿Qué estás diciendo, hermano?
Son estrellas fugaces,
Ni caen ni se recogen.
-No importa. Pon las manos…
EN MI VERSO SOY LIBRE
En mi verso soy libre: él es mi mar.
Mi mar ancho y desnudo de horizontes…
En mi verso yo ando sobre el mar,
Camino sobre olas desdobladas
De otras olas y de otras olas… Ando
En mi verso; respiro, vivo, crezco
En mi verso, y en él tienen mis pies
Camino y mi camino rumbo y mis
Manos qué sujetar y mi esperanza
Qué esperar y mi vida su sentido.
Yo soy libre en mi verso y él es libre
Como yo. Nos amamos. Nos tenemos.
Fuera de él soy pequeña y me arrodillo
Ante la obra de mis manos, la
Tierna arcilla amasada entre mis dedos…
Dentro de él, me levanto y soy yo misma.
LECCIÓN PRIMERA
Tegernaria doméstica
(Araña Común)
La Araña gris de tiempo y de distancia
Tiende su red al mar quieto del aire,
Pescadora de moscas y tristezas
Cotidianas…
Sabe que el amor tiene
Un solo precio que se paga
Pronto o tarde: La Muerte.
Y Amor y Muerte con sus hilos ata…
LECCIÓN SEGUNDA
Scolopendra morsitans
(Ciempiés)
¿Qué hará el Ciempiés
Con tantos pies
Y tan poco camino?
LECCIÓN SEXTA
Aedes aegypti
(Mosquito)
Diminuto aeroplano en que viaja
La Fiebre amarilla.
LECCIÓN SÉPTIMA
Bombix mori
(Gusano de Seda)
Él se crea su mundo y se lo cierra:
(¡Sueña en romperlo pronto con dos alas!)
Más, luego viene el hombre y de aquel hilo
-mínimo mundo, vuelo en la promesa-,
Hace un vestido para su mujer.
LECCIÓN OCTAVA
Vanessa io
(Mariposa)
Escalas
De alas
En las salas
Del Museo.
El deseo
De un hombre feo
Robó a las diosas
Las preciosas
Mariposas.
Oscura
Y dura
Tortura:
(Un alfiler les clava la cintura
Que bailara en el cáliz de una rosa.)
LECCIÓN NOVENA
Hipocampus brevrostris
(Caballito de Mar)
Caballito del mar, sólo un lucero,
Jinete en ti, podría cabalgar.
Caballito del mar -pesebres
De madreperla y pistas de coral-.
¡Quién con riendas de algas te guiara
Al galope de un sueño por soñar!
¡Quién leve como un sueño o un lucero,
Para ser tu jinete, caballito del mar!
LECCIÓN DUODÉCIMA
Trepinoductus viperinas
(Serpiente)
Está hecha de anillos de Saturno,
De humedad de los pozos y luz de fuegos fatuos.
Signo es del infinito si se muerde la cola,
Y abre interrogaciones con el cuerpo enarcado.
Su ojo eléctrico brilla en la yerba del suelo
Y un dulce escalofrío la va desenroscando,
Mientras por el cristal de la laguna
Pasa y vuelve a pasar la sombra de algún pájaro…
La levanta una flauta con su hilo de música
Y un vuelo la estremece…
Algunas veces
Cuando es primavera y huelen los jazmines,
Se acuerda vagamente de un jardín encantado…
LECCIÓN DECIMOSÉPTIMA
Cavia aperea
(Curiel o Conejillo de Indias)
Por todo el mes un conejillo
Ha sido alimentado con raíces
Tiernas y con jugosos
Tallos de alfalfa y frescas florecillas….
Ahora está frente a un hombre calvo
Que lo mira y le acerca
Una aguja en la mano…
Por un momento el conejillo
Lo ha mirado también… Por un momento,
Con sus ojos rosados e inocentes.
LECCIÓN VIGÉSIMA
Desmodus rufus
(Murciélago común)
Recortado del raso con que forran
Las cajas de los muertos;
Gastador de oleos místicos
Y sangre de corderos.
Tú sabes los caminos de la noche
Y en tu menudo cuerpo
Caben dos glorias que jamás se unen
En otro ser: alas y pecho.
MAR CERCADO
El mar es un jardín azul de flores de cristal, pero la playa
es siempre para morir. Mi playa de morir tú eres… Son tus ojos que me cercan,
que rompen la ola. Y con el mar en los brazos y el horizonte abierto, he de
morir en ti, playa gris de tus ojos, fortaleza de un grano y otro grano,
muralla de musgo, escudo de vientos.
NAUFRAGIO
¡Ay qué nadar de alma en este mar!
¡Qué bracear de náufrago y que hundirse
Y hacerse a flote y otra vez hundirse!
¡Ay qué mar sin riberas ni horizonte…
Ni barco que esperar! Y qué agarrarse
A esta blanda tiniebla, a este vacío
Que da vueltas y vueltas… A esta agua
Negra que se resbala entre los dedos…
¡Qué tragar sal y muerte en esta ausencia
Infinita de ti!
AL DESCONFIADO
Echa tu red en mi alma. Tengo también, debajo de la sal y de
la sombra, mi temblor de escamas plateadas y fugaces.
MUJER Y MAR
Eché mi esperanza al mar
Y aún fue en el mar, mi esperanza
Verde-mar…
Eché mi canción al mar:
Y aún fue en el mar, mi canción
Cristal…
Luego eché tu amor al mar…
Y aún en el mar fue tu amor,
Sal.
EL AGUA REBELADA
Inútil fue querer que el amor mío
Anduviera por cauces de colores…
Él muerde las riberas que le ciñen;
Él no tiene jacintos que lo ronden…
Si los hombres sembraron a su vera,
¡bien arrastró las siembras de los hombres!
Pero a su beso de mil lenguas, lejos
Quizá cosechas de luceros broten…
Nunca ha sabido de qué piedra nace
Ni en que mar se desangra roto en soles…
Mas ¿qué muerte amansar esta agua fiera
Pudo? Ni qué nacer de piedra o monte
Necesita, ni sola, sin imagen,
De su alma bebe y de su carne come,
Matándose y pariéndose a sí misma
En un desgarramiento de horizontes…
No hay mano que lo suelte o que lo agarre:
Como los ríos desbordados, rompe
Los medidos caminos, se retuerce,
Logra escaparse de su cruz y corre
Libre…
Como los
ríos desbordados,
Mi amor se ha sacudido cauce y nombre.
LA FUGA INÚTIL
El agua del río va huyendo de sí misma: Tiene miedo de su
eternidad.
ABRAZO
Hoy he sentido el río entero
En mis brazos… Lo he sentido
En mis brazos, trémulo y vivo
Como el cuerpo de un hombre verde…
Esta mañana el río ha sido
Mío: Lo levanté del viejo
Cauce… ¡Y me lo eché al pecho!
Pesaba el río… Palpitaba
El río adolorido del
Desgarramiento… -Fiebre fría
Del agua…: Me dejó en la boca
Un sabor amargo de amor y de muerte…
INTEGRIDAD
¡Cómo miraré yo el río,
Que me parece que fluye
De mí…!
LOS ESTANQUES
Yo no quisiera ser más que un estanque
Verdinegro, tranquilo, limpio y hondo:
Uno de esos estanques
Que en un rincón oscuro
De silencioso parque,
Se duermen a la sombra tibia y buena
De los árboles.
¿Ver mis aguas azules en la aurora
Y luego ensangrentarse
En la monstruosa herida del ocaso!...
Y para siempre estarme
Impasible, serena, recogida,
Para ver en mis aguas reflejarse
El cielo, el sol, la luna, las estrellas,
La luz, la sombra, el vuelo de las aves…
¡Ah es el encanto del agua inmóvil, fría!
Yo no quisiera ser más que un estanque.
REBELDÍA
¿A qué amar la estrella en el lago? ¿A qué tender la mano
hacia la frágil mentira del agua? Mendigo de bellezas, buceador de esperanzas,
mira que sólo la verdad es dignad e tu sueño: Sé fuerte alguna vez y apedrea la
estrella que no existe en el agua falaz y brilladora.
AGUA EN EL PARQUE
La pobre agua está triste
En la gran taza de mármol.
La pobre agua está triste
Recogida en el tazón
De este parquecillo urbano.
En la media tarde: Pasan
Lentos los novios del brazo…
Un niño llora a lo lejos,
Duerme un mendigo en un banco,
Canturrea un organillo…
La pobre agua ha pensado
En sus praderas lejanas,
En sus montes reflejados,
En sus bosques olorosos
A salvia, en sus cauces blandos
Y en el mar que no vio nunca…
¡Prisionera la llevaron,
Prisionera la retienen:
Malas manos la asaltaron
A la linde del sendero!
En el parquecillo urbano
La pobre agua está triste
Y yo le paso la mano…
ACTITUD
Inclina estoy sobre tu vida, como el sauce sobre el agua.
LA CASCADA
Es la cascada cabellera de agua
Sobre la espalda de los montes suelta.
Tiene un rumor de pájaros en fuga…
La peina el viento y la perfuma el bosque.
(¡Pero nadie ha podido recogerla!)
LA NEBLINA
Pienso que la neblina es acaso el aliento
De Dios soplando el alba, empañando el paisaje…
¡No me lo rompas, Sol! ¡No me lo lleves, viento!
Dejad que Dios respire junto a mí.
LA NIEVE
La nieve es el agua cansada
De correr…
La nieve es el agua
Detenida un instante –agua en un punto-.
El agua ya sin tiempo ni distancia.
LA NUBE
Nube, viaje del agua por el cielo…
Nube, cuna del agua niña,
Meciéndose en el aire traspasado
De pájaros…
Nube: Infancia celeste de la lluvia…
POEMA II
Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves y sin velos.
Porque ella no es un arca de codicia ni una mujer coqueta que
trata de parecer más hermosa de lo que es.
Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean, la
palpen, la estrujen o la expriman.
Nada hay en ella que no sea yo misma; pero en ceñirla como
cilicio y no como manto pudiera estar toda mi ciencia.
POEMA III
Sólo clavándose en la sombra, chupando gota a gota el jugo
vivo de la sombra, se logra hacer para arriba obra noble y perdurable.
Grato es el aire, grata la luz; pero no se puede ser todo
flor, y el que no ponga el alma de raíz, se seca.
POEMA VII
Muchas cosas me dieron en el mundo: sólo es mía la pura
soledad.
POEMA IX
Dichoso tú, que no tiene el amor disperso…, que no tienes que
correr detrás del corazón vuelto simiente de todos los surcos, corza de todos
los valles, ala de todos los vientos.
Dichoso tú, que puedes encerrar tu amor en sólo un nombre y
decir el color de sus ojos, y medir la altura de su frente y dormir a sus pies
como un fiel perro.
POEMA XII
Acaso en esta primavera no florezcan los rosales, pero
florecerán en la otra primavera.
Acaso en la otra primavera todavía no florezcan los rosales…
Pero florecerán en la otra primavera…
POEMA XV
Hay en ti la fatiga de un ala mucho tiempo tensa.
POEMA XV
Las hojas secas…, ¿vuelan o se caen? ¿O es que en todo vuelo
la tierra queda esperando, y en toda caída hay un estremecimiento de ala?
POEMA XXI
El guijarro es el guijarro, y la estrella es la estrella.
Pero cuando yo cojo el guijarro en mi mano y lo aprieto y lo arrojo y lo vuelvo
a coger… Cuando yo lo paso y repaso entre mis dedos…, la estrella es la
estrella, pero el guijarro es mío… ¡Y lo amo!
POEMA XXIX
En cada grano de arena hay un derrumbamiento de montaña.
POEMA XXX
Soledad, soledad siempre soñada… Te amo tanto, que temo a
veces que Dios me castigue algún día llenándome la vida de ti…
POEMA XXXVI
He de amoldarme a ti como el río a su cauce, como el mar a su
playa, como la espada a su vaina.
He de correr en ti, he de cantar en ti, he de guardarme en ti
ya para siempre.
Fuera de ti ha de sobrarme el mundo, como le sobra al río el
aire, al mar la tierra, a la espada la mesa del convite.
Dentro de ti no ha de faltarme blandura de limo para mi
corriente, perfil de viento para mis olas, ceñidura y reposo para mi acero.
Dentro de ti está todo; fuera de ti no hay nada.
Todo lo que eres tú está en su puesto; todo lo que no seas tú
me ha de ser vano.
En ti quepo, estoy hecha a tu medida; pero si fuera en mí
donde algo falta, me crezco… Si fuera n mi donde algo sobre, lo corto.
POEMA XXXVII
Ayer me bañé en el río. El agua estaba fría y me llenaba el
pelo de hilachas de limo y hojas secas.
El agua estaba fría; chocaba contra mi cuerpo y se rompía en
dos corrientes trémulas y oscuras.
Y mientras todo el río iba pasando, yo pensaba qué agua
podría lavarme en la carne y en el alma la quemadura de un beso que no me toca,
de esta sed tuya que no me alcanza.
POEMA XXXVIII
Si Dices una palabra más, me moriré de tu voz; me moriré de
tu voz, que ya me está hincando el pecho, que puede traspasarme el pecho como
una aguda, larga y exquisita espada.
Si dices una palabra más con esa voz tuya de acero, de filo y
de muerte; con esa voz que es como una cosa tangible que yo podría acariciar,
estrujar, morder; si dices una palabra más con esa voz que me pones de punta en
el pecho, yo caería atravesada, muerta por una espada invisible, dueña del
camino más recto a mi corazón.
POEMA XXXIX
Ven, ven ahora, que quizá no sea demasiado tarde todavía. Ven
pronto, que quién sabe si no se ha perdido todo; ven, y si fuera tiempo…
¿Y si la vida quiso esperar un minuto más?
Ven, por piedad; no escuches al que ha hablado de muerte, no
rompas tu cántara vacía, no mires a la sombra que se ha hecho… Cierra los ojos
y corre, y corre, a ver si puedes llegar más pronto que la noche.
POEMA XL
Para que tu no veas las rosas que haces crecer, cubro mi
campo de ceniza…
De ceniza parezco toda, yerta y gris a la distancia; pero, aun
así, cuando pasas cerca, tiemblo de que me delate el jardín la sofocada
fragancia.
POEMA LIV
Si pudieras escogerlas libremente entre las más brillantes o
las más oscuras; si te fuera dado entresacarlas con mano trémula, como hace
ante las piedras preciosas el orfebre encargado de labrar una joya real… Si
pudieras pescarlas como estrellas caídas en un pozo, o pudieras pescarlas como
estrellas caídas en un pozo, o afilarlas como espadas, o torcerlas como seda…
Si pudieras disponer de todas las que existen como trigo de tus mieses, y
desgranarlas y molerlas y comerlas, no tendrías todavía la palabra que pueda ya
llenarme este silencio.
POEMA LVII
No te nombro; pero estás en mí como la música en la garganta
del ruiseñor aunque no esté cantando.
POEMA LVIII
Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi esta
tarde lavando en el río.
Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre este
río negro de tu ausencia.
POEMA LIX
Te digo que sigas tu camino sin el temor de perderme. Te digo
que has de encontrarme cuando vuelvas, aunque tardes mil años.
Pues que eres débil y te empuja la vida, ve donde te lleve.
¿A qué luchar, si lucharías en vano?
Yo seré fuerte por ti. Con tus claudicaciones voy a fabricar
una montaña, y me sentaré en la cumbre a esperarte.
No temas que sienta el miedo de la noche o que el frío me
arredre. No hay invierno más frío que mi invierno ni noche más profunda que mi
noche…
¡Yo soy quien va a congelar el viento y a oscurecer la
tiniebla!
De veras te digo que sigas tu camino, que para esperarte
tendré la inmovilidad de la piedra. O más bien la del árbol, agarrado a la
tierra rabiosamente.
POEMA LXIV
De amar mucho tienes la palabra que persuade, la mirada que
vence y que turba…
De amar mucho dejas amor en torno tuyo, el que pasa cerca y
se huele el perfume en el pecho, viene a creer que tiene la rosa dentro…
POEMA LXV
Pasaste por mi corazón como el temblor de luz por la colmada
red del pescador.
POEMA LXIX
Porque me amas más por mi arcilla que por mi flor; porque más
pronto hallo tu brazo cuando desfallezco que cuando me levanto; porque sigues
mis ojos a donde nadie se atrevió a seguirlos y regresas con ellos amansados, a
salvo de alimañas y pedriscos, eres para siempre el pastor de mis ojos, la
lumbre de mi casa, el soplo vivo de mi arcilla.
POEMA LXX
Éstas son mis alegrías: las he contado, y creo que no falta
ninguna. Llévalas todas a cantar en tus noches, o a perderse en tus mares, o a
morir en tus labios.
Éstas son mis tristezas. Contarlas no he podido, pero sé que
me siguen fielmente. Llévalas a todas a abonar tu tierra, a ser la levadura de
tu pan, la leña de tu lumbre.
Ésta soy yo: fundida con mi sombra, entera y sin rezagas.
Llévame a tu corazón, que peso poco y no tengo otra almohada
ni otro sueño.
POEMA LXXIII
¿y esa luz?
-Es tu sombra…
POEMA LXXVIII
Echa tu red en mi alma. Tengo también debajo de la sal y de
la sombra mi temblor de escamas plateadas y fugaces.
POEMA LXXXV
Hasta los lirios están sujetos a la tierra; pero tú eres un
lirio sin raíz, que se yergue y perfuma y no se muere.
POEMA LXXXVI
Perdóname por todo lo que puedo yo misma sujetarme; sujetarme
para no ir a ti, mi señor.
Perdóname por todo lo que puedo retener aun siendo tuyo: por
todo lo que puedo quebrantar, doblegar, vencer.
Perdóname por echar siete llaves a mi alma y no contestar
cuando llamas a mi puerta. Perdóname por vencer mi cuerpo, por clavarlo a la
pared y no dejarlo ir a ti… Por poder más que tú sobre alma y cuerpo,
perdóname… Por poder más que tú y más que yo.
Perdóname por ser fuerte. No hubiera querido serlo tanto…;
pero ya que lo soy, tengo que serlo.
Jacob luchó con el ángel toda una noche, pero yo he luchado
toda una vida y aún no he visto el rostro del ángel ensangrentado que a mis
plantas yace.
POEMA LXXXVII
Señor, no des a mis cantos el triste destino de Abisag…
Déjalos que se pierdan o se quemen en su propia llama, pero
no los condenes sin fruto y sin amor a calentar huesos fríos de nadie.
POEMA XCVI
No cambio mi soledad por un poco de amor. Por mucho amor, sí.
Pero es que el mucho amor también es soledad…
¡Que lo digan los olivos de Getsemaní!
POEMA XCVII
Señor mío: Tú me diste estos ojos; dime dónde he de volverlos
en esta noche larga, que ha de durar más que mis ojos.
Rey jurado de mi primera fe: Tú me diste estas manos; dime
qué han de tomar o dejar en un peregrinaje sin sentido para mis sentidos, donde
todo me falta y todo me sobra. Dulzura de mi ardua dulzura. Tú me diste esta
voz en el desierto; dime cuál es la palabra digna de remontar el gran silencio.
Soplo de mi barro: Tú me diste estos pies… Dime por qué
hiciste tantos caminos si Tú solo eres el Camino, y la Verdad, y la Vida.
POEMA XCVIII
¡Cuántos pájaros ahogados en mi sangre, sin estrenar sus alas
en el aire de Dios, sin acertar un hueco hacia la luz!
Los esperaba la misma inmensidad del cielo, el libre espacio
de las criaturas libres -la nube, la estrella, el rayo…-.
Y ellos apretujándose en mis venas, abatiéndose en mi
garganta, golpeando vanamente este frágil e inexorable muro de huesos.
¡Cuántos pájaros ahogados me van pasando ahora por este río
lento de mi sangre!... ¡Qué ciega muerte la que llevo dentro! Muertes mías y
muertes ajenas, muertes de tantas vidas que me dieron y que no supe nunca hacer
vivir.
POEMA CII
Pajarillos de jaula me van pareciendo a mí misma mis sueños.
Si los suelto, perecen o regresan. Y es que el grano y el cielo hay que
ganarlos; pero el grano es demasiado pequeño y el cielo es demasiado grande…, y
las alas, como los pies, también se cansan.
POEMA CIII
Como este río que a ningún lado ha de llegar y sigue andando,
yo me quedé en la vida, amado mío, yendo hacia ti. Yendo hacia ti por un camino
que era siempre más largo que mi agua, aunque mi agua no se acabara nunca y
fuera el corazón quien la empujara.
He vivido mi muerte y he muerto mi vida yendo hacia ti,
tanteando tinieblas, confundiendo rastros.
Como este río, sí… Como este río lento y ciego que no puede
detenerse ni volverse atrás, ni desatarse de la piedra donde nació.
Distancia de río ha sido nuestra distancia: la que no se
acorta aunque yo camine todo el día, y toda la noche, y toda la vida.
POEMA CIX
Todo lo que era monte aquí, en esta orilla mía frente a
vuestra orilla, ha sido talado para que el sol también me bañe y se conozca
hasta el rumbo que tuvieron mis ríos secos.
Todo lo que era flor está cantado; todo lo que era silencio
está ya dicho.
Se sabe el color de mi primera mariposa y la fecha de mi
última primavera.
Contado se han los milenios, que me llevó cuajar una
alborada, redondear una nube, apagar debajo de la carne sordos volcanes y
misteriosos géyseres de estrellas.
Los sabios dieron nombres a mis valles, medidas a mi sueño,
soledades a mi soledad.
Los niños apuntaron con sus hondas a mi pájaros, y las
mujeres lloraron por las mujeres muertas que no me habían conocido como si
lloraran por ellas mismas.
Ahora, amigos míos, no es mi culpa si con todos vuestros
nombres, vuestras luces y vuestras ansias, no podéis girar en torno a mi
cintura.
No es mi culpa de que, al igual que a la vieja Luna, se me
quede siempre una mitad en la sombra que nadie podrá ver desde la Tierra.
POEMA CXI
He ido descortezando tanto mi poesía, que llegué a la semilla
sin probarle la pulpa.
POEMA CXIV
El mundo entero me ha quedado vacío, dejado por los hombres
que se olvidaron de llevarme.
Sólo estoy en esta vasta tierra, sin más compañía que los
animales que tampoco los hombres necesitan, que los árboles que no creen
necesitar.
Y mañana, cuando les falte el canto de la alondra o el
perfume de la rosa, se acordarán de que hubo una flor y que hubo un pájaro. Y
pensarán acaso que era bueno tenerlo. Pero cuando les falte mi verso tímido,
nadie sabrá que alguna vez yo anduve entre ellos.
POEMA CXVII
Poesía y amor piden paciencia. Amor es espera y sajadura.
Poesía es sajadura y espera. Y los dos, una vigilia dolorosa por unas gotas de
resina… Esa preciosa, aromática resina que sólo cae muy lentamente, mientras
arriba el sol o la ventisca devoran la cabeza de los pinos.
LA HORA
Si crees que ya es hora
Despiértame del sueño en que te sueño,
Desovillado por un ciego
Que nada unió ni sujetó.
Si crees que ya es hora
No te detenga el raso de la tarde
Ni la lluvia cayendo en la alta noche,
Ni la flor por cuajar ni la cuajada.
Si crees que ya es hora
Toma mi corazón tan vanamente
Aposentado y échalo a volar…
No será menos, creo yo, que el viento
O el ave que te canta en cada rama.
1955
SUMISIÓN
Porque ataron mis huesos
Unos con otros, soy.
Porque algún día los desatarán
Ya no seré.
Soy y no soy, sólo a través
De este poco de cal y de artilugio.
Camino y no me aparto de una vida
Hecha de antemano
Para la eterna inmovilidad;
De una muerte enderezada brevemente.
Camino todavía,
Pero mi propia muerte me cabalga:
Soy el corcel de mi esqueleto.
1956
LA HIJA PRÓDIGA
¿Qué me queda por dar, dada mi vida?
Si semilla, aventada a otro surco,
Si linfa, derramada en todo suelo,
Si llama, en todo tenebrario ardida.
¿Qué me queda por dar, dada mi muerte
También? En cada sueño, en cada día;
mi muerte vertical, mi sorda muerte
Que nadie me la sabe todavía.
Que me queda por dar, si por dar doy
-y porque es cosa mía, y desde ahora
Si Dios no me sujeta o no me corta
Las manos torpes- mi resurrección!...
1958
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