Y puedo entender por qué lo dice y que no haya una conexión lógica entre voluntad y mundo. Pero en nombre de la fría lógica se cometen los mayores atentados contra la lógica de la vida, igual que en nombre de Dios y del destino se ha llegado a convertir al ser humano en nada. Si todo el saber de la humanidad consiste en decirle al ser humano que nada puede hacer ante el destino y que es el destino el que juega con su vida haciéndosela vivir como si fuera un sueño es mejor que desertemos de las academias y que Dios nos libre de las mentes más brillantes. No voy a insistir en la proposición que queda aquí para la polémica y que es digna de debate. Pero de nada sirve toda la ciencia humana si no es capaz de establecer una conexión entre la voluntad y el mundo, ni ver que su fe puede mover montañas. Wittgenstein, con toda su brillantez, no es capaz de ver como su mano es capaz de modificar un desierto. Yo prefiero acompasarme con los sabios humanistas que conectan su voluntad con los vastos mundos y logran hacer que nos perdamos y nos encontremos en ellos. Yo prefiero ver cómo Borges es consciente de que su mano y su voluntad arrastran todo el ímpetu de su magia.
"A unos trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide me incliné, tomé un puñado de arena, lo dejé caer silenciosamente un poco más lejos y dije en voz baja: Estoy modificando el Sahara. El hecho era mínimo, pero las no ingeniosas palabras eran exactas y pensé que había sido necesaria toda mi vida para que yo pudiera decirlas. La memoria de aquel momento es una de las más significativas de mi estadía en Egipto."
Borges (Atlas, 1984)

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