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EN EL 204 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DOSTOYEVSKI (AYER), DEJO COMO HOMENAJE UNA EXPOSICIÓN SOBRE SU CUENTO "EL SUEÑO DE UN HOMBRE RIDÍCULO"

 


Dejo aquí un resumen de mi exposición sobre el cuento de Dostoyevski "El sueño de un hombre ridículo", que realicé para la tertulia de filosofía de la UNED en Madrid a propósito del tema "El MAL RADICAL", el 11 de diciembre de 2015. Creo que es posible vislumbrar en este cuento, de una forma resumida, toda la cosmovisión y pensamiento sobre el hombre que tenía Dostoyevski. Para mi vale por alguna de sus novelas.

RESUMEN DE LA EXPOSICIÓN SOBRE EL CUENTO “EL SUEÑO DE UN HOMBRE RIDÍCULO”

 

El cuento de Dostoyeski que traté en la exposición se titula “el sueño de un hombre ridículo”. Es la historia de un hombre que está desorientado en la vida, que planea el suicidio para el día 3 noviembre y que esa misma noche tiene lugar un acontecimiento que le hace cambiar de planes y le provoca un sueño que va a transformar su vida a partir de ese momento de una forma radical. El protagonista es lo que yo considero un nihilista, un hombre que no cree en nada, al que todo le da igual –“esa era siempre su muletilla: “a mí todo me es igual”-, y que para aliviar su dolor existencial comienza a pensar que el mundo exterior no existe y que por eso mismo cuando va caminando por las calles anda como un autómata chocando con todas las personas que se encuentra a su paso, porque para él el mundo exterior no cuenta. Vive de un modo autista, un mundo espiritual empobrecido por falta de contacto con el calor humano, le falta la cordialidad humana. Pero la noche en que había planeado su suicidio –se iba a disparar con una pistola en la cabeza- va a tener lugar el acontecimiento que cambia su vida. Se encuentra con una niña desharrapada que le sale a su encuentro y que parece querer pedirle ayuda, tal vez porque su madre está enferma o porque se ha perdido, pues la niña no deja de repetir la misma palabra, “Mamá”. Pero el protagonista se quiere desentender de la niña porque ya había decidido que se iba a suicidar pues todo le daba igual, y por lo tanto tiene que demostrarse a sí mismo que también le da igual la niña y sigue su camino después de apartarla violentamente, con un gesto de desprecio. Sin embargo, ese hecho innoble que ha llevado a cabo le termina revolviendo la conciencia y cuando llega a casa comienza a sentir dolor por la niña y se queda dormido pronto por primera vez en mucho tiempo, pues padecía un largo insomnio que nunca le dejaba dormirse antes de que amaneciera. Es entonces, en esa noche en la que había decidido suicidarse y  que, sin embargo, se queda rendido de sueño, cuando tiene lugar el sueño que va a transformar su vida y va a venir a darle sentido. El hombre sueña que efectivamente se dispara la pistola, pero en vez de dispararse a la cabeza, se dispara en el corazón y siente que ha muerto, pero también siente como que hay vida después de la muerte y que un ser vestido de blanco e increíblemente hermoso viene a sacarle del féretro en el que está metido y lo traslada, después de atravesar distancias siderales, a un planeta remoto en otra galaxia que parece ser una réplica del nuestro, una especie de planeta paralelo donde la vida obedece a otras reglas. Enseguida el protagonista del cuento se percata de que esa tierra es la tierra feliz en que vivía el hombre antes de la caída, una especie de paraíso perdido donde la gente vivía en armonía, entregada a un enamoramiento perpetuo y en un estado de inocencia. Las personas que se encuentran no padecen celos, ni envidia, ni se dejan llevar por la violencia, viven armonía y comunicación con los animales y las plantas. No necesitan la ciencia porque tienen un conocimiento intuitivo superior y tampoco tienen necesidad de religión ni de construir templos porque viven en una unión más estrecha con el universo. Vivían en una especie de enamoramiento mutuo, general y completo. La cosa terminó, dice el protagonista, con que él les pervierte a todos y no sabe cómo ocurrió porque no lo recuerda con claridad, sólo sabe que la causa del pecado es él. Y continua diciendo: “como la espantosa triquina, como el átomo de la peste que contagia a países enteros, del mismo modo también el protagonista contagió aquella tierra feliz y sin pecado antes de su llegada". Y a continuación se pone el protagonista de la historia a contar de qué manera el mal, contagiado por su aparición en aquella tierra, va diseminándose y extendiéndose. Todo comienza por una mentira que se cuenta por ligereza o por coquetería. A partir de ahí comienza la lujuria, que provoca los celos y la crueldad. La crueldad trae el derramamiento de sangre. Entonces llega la separación entre los hombres y los reproches. La falta de armonía lleva a una lucha por la separación, el aislamiento, la individualidad y la propiedad privada. Comienzan a hablar diferentes lenguas. Conocen por medio del dolor, lo aman, ansían el sufrimiento y comienza a creer que la verdad se consigue solo mediante sufrimiento. Dostoyeski sigue describiendo la evolución histórica que lleva al hombre a la corrupción actual, lo que de alguna manera aconteció después de que Adán y Eva cerraran las puertas del paraíso. Lo voy a omitir. Al final acaba el sueño con que el protagonista intenta pedir perdón a todos aquellos habitantes por haberlos corrompido, pero ellos no le hacen caso y le dicen que ellos eligieron querer lo que tienen y le tratan como a un loco. El protagonista entonces comprueba  cómo se va desarrollando el mal que el mismo ha contagiado, comienza a dar vueltas sin saber qué hacer y a llorar por ellos, pero cuenta que los amaba probablemente más que antes, cuando en sus rostros no había sufrimiento y eran tan inocentes y maravillosos. Llegó a amar su mancillada tierra más que antes, cuando aún era paraíso, sólo porque en ella había aparecido el dolor. Finalmente, al despertar del sueño, comprende que ya no tiene motivo para suicidarse y se pone a clamar y a llorar: ¿y porque motivo? Por la verdad eterna, que ha llegado a elevar todo su ser. Quería vivir y predicar: ¿y qué quería predicar? La Verdad con mayúsculas, la verdad que él había visto con sus propios ojos. Se le había revelado una vida más grande y más fuerte y más auténtica. A partir de ese día se dedica a predicar el mensaje que le ha llegado a través del sueño y que se puede resumir en “Ama al prójimo como a ti mismo”.  No puede creer que el mal sea una condición normal en las personas y se aplica a intentar construir el paraíso aquí en la tierra porque se da cuenta de que eso es posible. Acaba diciendo que es posible para cualquier hombre en una hora, en un solo instante, cambiar su vida y acabar construyendo el paraíso sólo con desearlo.

Este es el resumen que hago del cuento, aunque yo no detallé tanto ese resumen, porque no había tiempo para hacerlo y porque se suponía que muchos habrían leído el cuento, pero al final pocos de los que estaban en la tertulia fueron los que lo habían leído, así que que me vi obligado a hacer un resumen escueto.

Comencé la exposición con una breve introducción literaria. Aunque lo hice de modo gratuito porque el tema era el mal radical y no la literatura. Comenté que se trataba en su primera parte de un cuento existencial, pero que en su segunda parte era un cuento religioso. (No se puede ver a Dostoyeski mismo sino como un escritor religioso). Y comenté que era un cuento religioso porque al protagonista se le revela al final de su historia una verdad que va a producir una “metanoia”, una transformación de toda su existencia. Ya no será el mismo después del sueño. Antes del sueño, la vida era para el protagonista algo que no tenía sentido. Después del sueño el mundo que contempla adquiere un alto sentido y va a dejar una huella que va a transformar su vida práctica y su modo de ver las cosas. Comenté también que un esquema parecido se da en otros escritores que podrían considerarse como religiosos. En los cuentos de Borges la revelación que se da en sus protagonistas es de tipo gnoseológico, o del conocimiento, y la verdad se revela como algo que viene a desbordar al protagonista, pero también a liberarlo. En kafka la verdad se revela como el planteamiento de un enigma que hay que resolver pero que nunca podrá resolverse porque semejante tarea excede las fuerzas de los hombres. En Poe, por ejemplo, lo que se le revela a los protagonistas de los cuentos es la huella que el mal deja en su cuerpo y en su alma. También comenté que como ocurre en muchos de estos escritores, como ocurre en algunos pasajes de la biblia o algunos cuentos de Borges, la verdad se le revela al protagonista del cuento de Dostoyeski por medio de cauces no ordinarios: en este caso por medio de un sueño. Sugerí que este cauce no ordinario para acceder a la captación de algún tipo superior de verdad podría haberse dado de verdad en Dostoyeski  por medio de  los numerosos ataques epilépticos que sufrió durante su vida. (La epilepsia era denominada en la antigüedad como la enfermedad sagrada, que era requisito imprescindible para ser chamán o sacerdote, por ejemplo). También comenté que un personaje que sale en “los hermanos Karamazov” y que sufre epilepsia comenta que antes de sufrir un ataque epiléptico sentía cómo si se le fuesen a abrir las puertas del paraíso y caía acto seguido en un estado de beatitud y absoluta paz. Acabé comentando, como introducción, que la fábula que nos contaba Dostoyeski había que tomársela como la transposición literaria de una auténtica experiencia moral que el habría acusado a lo largo de su existencia.

Y a partir de aquí viene la interpretación filosófica que hice de este cuento, pero como escribir todo este resumen ya me ha llevado su tiempo y la exposición se puede hacer larga y tediosa, la voy a abreviar lo máximo posible, lo suficiente para que te quedes con la idea esencial.

Centré mi exposición sobre el cuento de Dostoyeski en lo que me parecía central para entender su pensamiento y su visión sobre el mal: la culpa universal. Me basé en una sentencia de Dostoyeski: “cada hombre es culpable por todos y de todo”. Y también, en las palabras de un personaje de los hermanos Karamazov, staret Zosima, que dice: “Únicamente cuando el hombre comprende que no sólo es peor que todos los demás ahí fuera, sino que es culpable por todos y por todo, ante todas las personas y por todos los pecados del hombre, colectivos y personales, sólo entonces se alcanzará el fin de nuestro aislamiento y se logrará nuestra unión. Pues tenéis que saber estimados amigos, que cada uno de nosotros es culpable por todos y por todo aquí en la tierra sin duda alguna no solo de la culpa general de la humanidad, sino por todos y cada uno de los hombres en particular en esta tierra. Este conocimiento es la corona del camino de todo hombre en toda la tierra. Sólo en este conocimiento se sumirán nuestros corazones en el amor infinito, universal, nunca saciado”. Comenté que el protagonista del cuento encarna la figura del nihilista, alguien a quien todo le da igual y que no cree en nada. Y esto le ocurre porque está aquejado de insensibilidad moral. Podría llegar a orientar su vida y dotarla de sentido a condición de que lograse percibir el bien, pero no logra discriminar lo que está bien y lo que está mal, y esa es la razón de que todo le dé igual y que actúe como si el mundo alrededor no existiese para él, razón por la que cuando pasea por la calle va chocando contra la personas que se encuentra. Comenté que, según mi interpretación, la vía que propone Dostoyeski para lograr la discriminación del bien y del mal es la vía del amor: “ama al prójimo como a ti mismo”. La visión sobre el mal que tiene Dostoyeski no dista mucho de la de Sócrates: El hombre no obra el mal voluntariamente, sino por ignorancia, en este caso por insensibilidad moral. El protagonista es un idiota moral, alguien que no es consciente del mal que hay alrededor suyo, que no puede sentir el dolor ajeno. La ciencia que podría capacitar al hombre para sentir el mal y aumentar su sensibilidad moral es la ciencia del amor. Pero mientras el hombre no restaure en sí plenamente la capacidad de amar, Dostoyeski propone una vía intermedia que nos ponga en condiciones para llegar a vivir una vida con amor. Para salir del estado de insensibilidad moral en que suele encontrarse el hombre ha de reconocer que tiene una cuota de culpa en el dolor ajeno. Se ha de sentir culpable de todo el dolor ajeno que rezuma el mundo y ha de sentirlo como si fuera propio o causado por él. Por tanto, Dostoyeski, para restaurar la capacidad de amar en los hombres, propone la compasión. La compasión sería ese sentimiento que nos capacita para estar en disposición de obrar el bien, es decir, para poner remedio a los males del mundo. El hombre, por medio de la compasión, se hace consciente del mal y del dolor ajeno. Esto nos hace tomar consciencia de la situación del estado del hombre en la caída que tuvo lugar en el paraíso con el pecado original. En el paraíso, cuando el hombre peca, el primer indicio de que se ha caído, es a la vez una elevación moral, porque a la vez que ha pecado, ha sentido vergüenza y remordimiento, pues una vez que el hombre ha probado el fruto prohibido del árbol del bien y del mal, se ha tapado sus genitales con la hoja de una higuera, en señal de vergüenza por un acto reprobable. Es por eso que para Dostoyeski el peor delito que se puede cometer es mancillar la inocencia. La niña del cuento, a la que el protagonista humilla, viene a convertirse en símbolo de la mancillación de la inocencia que se produce en el mito del paraíso perdido. La única manera que tiene el hombre de restaurar esa inocencia es sintiéndose culpable por medio del remordimiento. La conciencia moral se logra por tanto por medio del reconocimiento de una culpabilidad. El pecado que hace al hombre caer y luego ser consciente de su situación moral es la mancillación de un estado de inocencia. Cada vez que obramos el mal reproducimos aquella caída primera en el paraíso porque hemos vuelto a mancillar nuestra inocencia original y el hombre sólo puede hacerse moral reconociendo esa mancillación, reconociendo que al pecar ha vuelto a perder su estado de inocencia. Para hacerse otra vez inocente después de haber obrado el mal, ha de reconocer su culpabilidad por llevar a cabo ese acto vil y ese reconocimiento tiene que expresarse bajo el sentimiento de vergüenza. El remordimiento viene a ser el estado adecuado de conciencia que sacude al hombre de su indiferencia moral, pues en esa indiferencia no existe ni el bien ni el mal y  tampoco existe el dolor ajeno. Quien se avergüenza de causar el dolor ajeno ha logrado ensanchar su sensibilidad y ha logrado sentir el dolor ajeno como si fuera el suyo. Por eso el protagonista del cuento, que había planeado dispararse en la cabeza, sueña que finalmente se dispara en el corazón, donde queda simbolizado que la conmiseración es el sentimiento que logra conmover el corazón y sacar al personaje del estado de insensibilidad moral. Sólo haciendo que el corazón se conmueva puede tener acceso el personaje a la experiencia moral que le va a llevar a comprender lo que es el bien y el amor.  Nietzsche dice que el remordimiento es como la mordedura de un perro a una piedra: algo inútil. A diferencia de Nietzsche, Dostoyevski ve en el remordimiento el sentimiento que puede redimir al hombre de su estado pecaminoso. Para Dostoyevski el remordimiento es ese milagro que puede convertir la piedra que los hombres llevamos como corazón en un verdadero corazón. Pues al sentirnos culpables de todo el mal que nos rodea, al sentirnos a nosotros como causa de ese mal, eso mismo ya nos está capacitando para poder llegar a impedir ese mismo mal y nos elevamos así moralmente, y nos comenzamos a capacitar para promover el bien y el amor en el mundo. El dolor que sufre el protagonista y que le lleva a vivir una vida nihilista sin sentido es el mismo dolor ajeno, el dolor de los otros y de todo el mundo que le rodea y que se está refractando, se está reflejando en su propio dolor. Sólo que el protagonista no es consciente de ello porque no logra sentirlo. Sólo siente su dolor egoísta. No es capaz de sentir altruistamente el dolor, haciéndose cargo del dolor ajeno. Dolor que de alguna manera está él causando y que sólo puede redimirlo mediante el reconocimiento de la culpa. De esta manera el mal puede verse como aquello que viene a cortocircuitar nuestra originaria capacidad de amor; el mal es lo que nos impide amar correctamente y tener el adecuado contacto con los otros, con la vida y con el mundo. La manera que tenemos de restaurar nuestra perdida capacidad de amor es sufrir por los otros, hacernos cargo del mal que sufren y de esta manera nos hacemos capaces de purificarnos de ese mismo mal y de alejarlo de nuestras vidas. Lo que nos impide amar a los otros es el mal que nosotros mismos obramos: el odio, el rencor, la envidia, los celos, la lujuria, todos esos sentimientos malignos que son un obstáculo para acercarnos a los otros. El mal se nos presenta en nosotros como una impotencia para amar a los otros. Si logramos restaurar nuestra potencia de amar, hacemos frente al mal y lo hacemos desaparecer.

Cuando el protagonista del cuento sueña que llega a esa tierra antes de la caída, donde los hombres vivían en estado de inocencia, felicidad y enamoramiento mutuo y perfecto, descubre que esos hombres tienen un conocimiento superior a la ciencia y que no necesitan la ciencia porque ya saben cómo vivir y no puede vivir mejor, ese conocimiento es la ciencia del amor: El amor para Dostoyeski viene a consistir en un contacto ininterrumpido con el todo universal, una unión más estrecha con el universo, un vivir en armonía no sólo con los hombres, sino con el todo, con vegetales, animales, astros. Esa especie de enamoramiento mutuo, general y completo en el que viven es lo que les otorga su conocimiento superior sin necesidad de ciencia. Viven en un estado prereligioso, o mejor dicho, vivirían en la verdadera religiosidad, y por eso no necesitan ni templos ni religiones. La ciencia que poco a poco hemos ido construyendo los hombres sería el resultado de haber perdido el conocimiento perfecto que da vivir en amor, y por tanto nuestra ciencia es un sustitutivo, un mal sucedáneo que intenta recomponer aquel conocimiento superior perdido al perder la capacidad originaria del amor. Ese sentimiento de armonía universal con el Todo es para Dostoyeski lo que preponderaba en el hombre cuando aún permanecía en el paraíso. Dios amaba al hombre y el hombre amaba a Dios. Con la caída, el hombre no pierde el amor de Dios, pero sí pierde el amor que sentía hacia Dios y por tanto pierde ese sentimiento de armonía con el todo de la creación. El mandato de Dios, el mandato de no probar del fruto del árbol del bien y del mal, es el mandato del amor. Al desobedecer el mandato de Dios, el hombre se hace culpable de un pecado de soberbia: es decir, deja de amarlo todo, deja de amar todo lo que le rodea, deja de estar en armonía con el todo universal, para amarse a sí mismo más que a todo lo demás. Prueba el fruto del bien y del mal. Hasta ese momento no existía el mal porque podía amarlo todo y por tanto nada malo había. A partir de ese momento es bueno todo lo que permite amarse a sí mismo y es malo todo lo que le impide amarse a si mismo. De ahí que comience a vivir el mundo como separación, que comience a ver el mundo desde un punto de vista egoísta y que ese amor egoísta le impida el vivir en armonía con el todo universal.

El protagonista del cuento descubre que el ha venido a traer el pecado a esa tierra de inocencia y felicidad y amor mutuo, que ha venido a traerla por contagio y que los ha corrompido a todos y que va a ser él el responsable de todo el origen del mal en aquella tierra, que viene a ser una reproducción del origen del mal en la historia humana. El mal comienza en la tierra, para Dostoyeski, con la primera mentira….

(aquí interrumpí en su momento la redacción o resumen de esa exposición, pero lo fundamental está ya en estas líneas, sólo tenía que concluir, pero las cosas llevan mucho tiempo, uno se cansa y deja las cosas a medias; me alegra ahora poder resucitar esto que en su momento escribí con el propósito de transmitirte un reflejo de lo que pudo ser mi exposición)


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