sábado, 27 de mayo de 2017

POETAS 70. Juan Ramón Jiménez V (Piedra y Cielo)

 
 


Moguer, Huelva 1881- San Juan, Puerto Rico 1958). Vivió su primera juventud entre Huelva y Sevilla, ciudad, está última, en que comenzó a cursar estudios de derecho, interrumpidos luego por su traslado a Madrid en 1900. Allí publica sus primeros libros, se entera de la ruina del negocio familiar, e ingresa durante varios meses en un sanatorio psiquiátrico, aquejado de una neurosis depresiva provocada por la noticia de la muerte del padre -se imaginó que era él mismo quien moría o podía morir, y desde aquel momento un pavor a la muerte le acompañó de por vida-. En 1906 se retira durante unos años a Moguer y allí escribe “Platero y yo”, hasta que en 1911 regresa definitivamente a Madrid con el ansia de estar en contacto permanente con los poetas y las ideas importantes del momento. Decisivo para la vida y la obra de Juan Ramón iba a ser el encuentro en 1913 con Zenobia Camprubí, culta escritora y traductora de Tagore, y que se iba a convertir, a la postre, en la esposa, secretaria copista, traductora y agente de su obra. Los años en Madrid antes del exilio son años en que publica gran parte de su obra en revistas y comienza a ejercer su magisterio sobre las generaciones poéticas posteriores, dirigiéndose siempre, tal como reza la dedicatoria en uno de sus libros, “a la inmensa minoría”. Juan Ramón fue un poeta puro e hipersensible que dedicó su vida a la belleza, y que compuso exquisitos y repulidos poemas, acorazado en su torre de marfil, siempre aislado del ruido exterior dentro una habitación acorchada, alejado de bullicios y visitas, y sólo interrumpido en su tarea creativa por la entrada de una criada que le anunciaba la hora del crepúsculo, mientras a la vez le abría la puerta del balcón que daba al poniente. A este respecto, cuenta Sánchez Barbudo que, el día de la proclamación de la república, J.R.J no pudo sumarse al júbilo general porque por entonces tenía en casa -una de las muchas casas a las que se mudaban en busca siempre de más tranquilidad- una cuadrilla de albañiles que estaban levantando otra pared con la que aislarse aún más del ruido exterior. Al estallar la guerra civil, el poeta abandona España con destino a Washington para ocupar un puesto en la embajada cultural y consagrarse a la docencia. Antes de trasladarse a Puerto Rico en 1950, sufre otra crisis depresiva que le conduce a un nuevo internamiento. Se cuenta que Juan Ramón nunca logró superar la nostalgia del exilio -se echaba a llorar si oía hablar en español o escuchaba flamenco- y que éste era uno de los motivos de las constantes crisis que le impedían trabajar en su obra y que obligaban a hospitalizarlo. El 28 de octubre de 1956 fallecía, en San Juan, Zenobia Camprubí después de una larga enfermedad de cáncer, y tras haber renunciado a un tratamiento adecuado en Estados Unidos, ya que J. R. J no soportaba el tráfago de la vida americana y tampoco quería quedarse solo. Después de la desaparición de Zenobia, abatido por una nueva depresión, fue hospitalizado y no volvió a escribir ya más poemas hasta su muerte en 1958. En uno de sus últimos apuntes en una libreta, dejó constancia de su recuerdo atormentado: “A Zenobia de mi alma este último recuerdo de su Juan Ramón, que le adoró como a la mujer más completa del mundo y no pudo hacerla feliz”. Tres días antes de fallecer Zenobia, le había sido concedido al poeta el premio nobel de literatura, “por su poesía lírica que, en el idioma español, constituye un ejemplo de elevado espíritu y pureza artística”. Este implacable proceso de depuración por el que pasa su obra, puede ser resumido con las propias palabras del poeta: “1. Influencia de la mejor poesía “eterna” española, predominando el Romancero, Góngora y Bécquer. -2 El “modernismo”, con la influencia especial de Rubén Darío. -3 Reacción brusca a una poesía profundamente española, nueva, natural y sobrenatural , con las conquistas formales del “modernismo”. -4 Influencias generales de toda la poesía moderna. Baja de Francia. -5 Anhelo creciente de totalidad. Evolución creciente, seguida, responsable, de la personalidad íntima, fuera de escuelas y tendencias. Odio profundo a los ismos y a los trucos. – y siempre Angustia dominadora de eternidad”. Después de un periodo modernista y de exacerbada sensibilidad romántica, surge una poesía más metafísica e íntima que se culmina en 1915 con “Diario de poeta y mar” -antiguamente titulado “Diario de poeta recién casado” y modificado después por el propio Juan Ramón-. En 1917, con “Arenal de Eternidades” -antiguamente, titulado “Eternidades”-, da el salto definitivo hacia la “poesía pura” mediante un verso libre que aparece despojado de adjetivaciones y que busca la precisión de la inteligencia. Pertenecen a este periodo “Piedra y Cielo” (1919) y “Belleza” (1923). Con la publicación en 1949 de “Animal de fondo”, Juan Ramón Jiménez entra en su fase más mística, abrigando una concepción panteísta del mundo y de la vida. El poeta puede alcanzar la redención dedicándose a la Obra, la cual le salva de la aniquilación y le reintegra al Ser total de la belleza.
 

(Dentro de la llamada “etapa intelectual” de Juan Ramón Jiménez que arranca de su libro Diario de poeta y  mar, (1915) y que se caracteriza por una poesía pura despojada de artificios, expresada de manera cada vez más esquemática y abstracta, libre de tropos y metáforas, puede situarse el libro “Piedra y cielo”, publicado en 1919, poco antes del impacto de su “segunda antología poética”, editada en 1922. En él se recogen las nuevas inquietudes del poeta, cada vez más centrado en el mundo de la creación literaria, que busca cumplir con su voz y sus cantos el anhelo ideal de belleza, plenitud y eternidad. El yo del poeta se hace microcosmos que sólo toma conciencia de su grandeza cuando refleja el macrocosmos, lo que se logra al fusionarse su obra en el proceso cósmico. Por medio de las canciones del poeta –que da eco a los cantos del mundo- el poeta alcanza la eternidad en su eco, y así logra salvarse de lo perecedero humano. Se da una compenetración entre la insaciable alma del poeta y el cuerpo del mundo, y ambos se funden en el ideal de belleza. A la vez que se funde la piedra con el cielo –reflejándolo- se funde la lágrima con la estrella y se funde el alma del poeta con el movimiento del mundo que mece todas las cosas.) 

ASÍ ES

!No la toques ya más, que así es la rosa!


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ANTES DE CANTARTE

!Canción mía, canta antes de cantar; da a quien te mire antes de cantarte, tu emoción y tu gracia; emánate de ti fresca y fragante!


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EN CADA COSA


!Qué inmensa desgarradura la de mi vida en el todo, para estar con todo yo en cada cosa; y para dejar de estar con todo yo en cada cosa!


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EL RECUERDO

El río pasa por debajo de mi alma, socavándome. Apenas me mantengo en mí. No me sostiene el cielo. Las estrellas me engañan; no, no están arriba, sino abajo, allá en el fondo…

¿Soy? !Seré! Seré, hecho onda del río del recuerdo…

!Contigo, agua corriente!

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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LA OBRA, 1

!Esta prisa permanente, contenida con mi freno cada instante! !Obra pujante y de picos retraídos, ajitadamente lenta, redondeada como el mundo; potro en mayo, por el verde campo de la primavera, eterna, libre esclavo de su dueño!


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LA OBRA, 2

De pronto, ahora, mi lugar conseguido me parece un lugar raro, estranjero, de donde yo domino el mundo…

Voy y vengo por mi biblioteca, donde mis libros son ya luz como los otros, igual que por mi sueño adolescente. Y quien viene es quien quise (quien soñé) entonces que viniera (la mujer, el hombre).

El mediodía pone solitario el alrededor donde hablo, sonriente con los que me ignoran, porque tengo en círculo distante lo infinito.

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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EL NUEVO DÍA

!Ignota mina de los sueños (sólo un aroma vago, un color desvanecido, un acento sin nombre), a cuyo oro nunca llegan los pozos de la aurora!

!Sueños de otro hemisferio de lo infinito!

(Madrid, 1917)


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NUBE TOTAL

Lo que yo te tengo, cielo,
eso es el misterio.
Lo que está de tu otro lado,
soy yo aquí soñando.

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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EL MÁS SOLO

Siempre, después, qué contento cuando me quedo conmigo.

Lo que iba a ser mi minuto, es, corazón, mi infinito.

                 (“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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NOCTURNO MAYOR

La vía láctea sale de mí, pasa por ti, y vuelve a mí. Círculo único.

!Qué dos columnas sustentadoras del universo!

!Y unidad tímida, y gloria plácida, para callarse lo que no es!


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GLORIA BAJA

A veces, las estrellas no se abren en el cielo.
El suelo es el que brilla igual que un firmamento.

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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LA MUERTE

Estarás viendo (contra el sol del domingo) estampas de colores en una caja vana, con tus negros ojazos estasiados.

Luego, tus ojos se cerraron tristemente…

!Y ahora eres tú misma la caja; ahora tienes en tu alma las estampas de colores; y tus ojazos negros, estasiados, las miran hacia dentro, para siempre!


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EPITAFIO IDEAL DE UN MARINERO

Hay que buscar, para saber tu tumba, por el firmamento. (Llueve tu muerte de una estrella. La losa no te pesa, que es un universo de ensueño). En la ignorancia, estás en todo (cielo, mar y tierra) muerto.

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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FORMA DEL HUIR

Mariposa de luz, la belleza se va cuando yo llego a su rosa.

Corro, ciego, tras ella… La medio cojo aquí y allá…

!Sólo queda en mi mano la forma de su huida!

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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EN ALMA VIVA

El viento agudo roza las ascuas de mis ojos y los aviva, una y otra como soles de sangre.

!Qué subir y bajar de fuego! !Qué trueque de siestas y de tardes, de estrellas y de soles!

Todo el alma se me enciende hacia dentro (!crepúsculo y mediodía!) se me enciende hacia fuera (con mis ojos que roza el viento agudo.)

!Mi día en carne viva, en alma viva!

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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CANCIÓN DE CANCIONES

Canción corta, cancioncilla. Muchas, muchas, muchas… Como estrellas en el cielo, como arenas en la playa, como yerbas en el prado, como ondas en el río.

Cancioncilla. Cortas, muchas. Horas, horas, horas, horas. (Estrellas, arenas, yerbas, ondas). Horas, luces; horas, sombras. Horas de las vidas, de las muertes de mi vida.


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LA FUSIÓN


Mi lágrima y la estrella se tocaron. Y al punto se hicieron una sola lágrima, se hicieron una estrella sola.

Me quedé ciego, se quedó ciego el cielo. De amor. Fue todo (y nada más) el mundo agua de estrella, luz de lágrima.

(“Piedra y Cielo”, 1917-1918)


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LA GLORIA

¿Qué canción tuya quedará, como una flor eterna, corazón, cuando tú ya no tengas ni fosa ni memoria; cuál, entre todas estas flores de esta pradera mía, verde, que mueve, ahora, el viento alegre de mi vida?

(“Piedra y cielo”, 1917-1918)


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!No estás en ti, belleza innúmera, que con tu fin me tientas, infinita, a un sinfín de deleites!

!Estás en mi, que te penetro hasta el fondo, anhelando, cada instante traspasar los nadires más ocultos!

!Estás en mí, que tengo en mi pecho la aurora y en mi espalda el poniente (quemándome, trasparentándome en una sola llama); estás en mí, que te entro  en tu cuerpo mi alma insaciable y eterna!

(“Piedra y Cielo”, 1917-1918)


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ETERNIDAD

Eternidad, belleza sola, !si yo pudiese, en tu corazón único, cantarte, igual que tú me cantas en el mío, las tardes claras de alegría en paz!

!Si en tus éstasis últimos, tú me sintieras dentro embriagándote toda, como me embriagas todo tú!

!Si yo fuese, inefable, como tú en mi instantánea primavera, olor, frescura, música, revuelo en la infinita primavera pura de tu interior totalidad sin fin!

(“Piedra y cielo”)


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TARDE TOTAL

!Cómo, meciéndose en las copas de oro,
al manso viento, mi alma me dice, libre, que soy todo!


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TODA VERDAD PRESENTE SIN  HISTORIA

Quisiera que mi canto con mi cuento fuese, como es el cielo por la noche, verdad presente sin historia.

Que, como él, se diera del todo en cada instante, con todas sus estrellas, sin que niñez, juventud, vejez quitaran ni pusieran desvelo a su hermosura inmensa.

Y fuera todo traslaticio en su igualdad, todo fugaz sin ser notado, todo jirado en órbitas eternas.

!Temblor, relumbre, música parciales y totales! !Temblor, relumbre, música en la frente (cielo del corazón) del canto sumo!

(“Piedra y Cielo”)


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TRISTEZA

Un día vendrá un hombre que, echado sobre ti, te intente desnudar de tu luto de ignota palabra mía, hoy tan desnuda, tan clara! Un hombre que te crea  sombra hecha de murmullo raro !a ti, voz mía, agua de luz sencilla!

(“La realidad invisible, 1917-1924)


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SU PERENE ESCULTURA
¿Nada todo? Pues ¿y este gusto entero de entrar bajo la tierra, terminado igual que un libro bello? ¿Y esta delicia plena de haberse desprendido de la vida, como un fruto perfecto de su rama? ¿y esta alegría sola de haber dejado en lo invisible la realidad completa del anhelo, como un río que pasa hacia la mar, su perene escultura?

“La realidad invisible”, 1917-1924)


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CANCIÓN

Canción; tú eres vida mía, y vivirás, vivirás;

y las bocas que te canten, cantarán eternidad.

(La realidad invisible”, 1917-1924)


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EN TI, LUZ

!Cosas que me has de alumbrar, vistas siempre sin ser vistas!

!Cosas que tengo que ver en ti, luz de cada día!

(“La realidad invisible”, 1917-1924)


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SOLO UNA

!No, si no caben mis horas ideales en las horas de mi día material!

!Si no es posible que corte la rosa de fuego, hasta dejarla justa en los límites que le da el reló implacable!

!Si mi vida entera es sólo una hora; y tan sólo podría la eternidad ser mi mañana o mi tarde!

La realidad invisible”, 1917-1924)


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OBRA

Sí, para muy poco tiempo. Mas como cada minuto
puede ser mi eternidad !qué poco tiempo más único!

(“La realidad invisible”, 1917-1924)

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INSISTENCIA

Te removía, noche, el tesoro infinito de mis entrañas plenas… Y toqué una mano fina que se vino a la mía dulcemente.

Desperté, si dormía; dormí, si despertaba. Lo fui a ver todo; casi lo vi, casi lo vi, en la luz que florecía de aquel tacto inefable.

…!Ninguna mano (¿estrella?) ya viene bien a mi mano!

(“La realidad invisible”, 1917-1914)


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MI LIBERTAD, MI VIDA

!Esta es mi vida, la de arriba,
la de la pura brisa,
la del pájaro último,
la de las cimas de oro de lo oscuro!

!Esta es mi libertad, oler la rosa,
cortar el agua fría con mi mano loca,
desnudar la arboleda,
cojerle al sol su luz eterna!

(“La realidad invisible”,1917-1923)


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CASAMIENTO

Las cosas dan a luz. Yo las amo, y ellas, conmigo,
en arcoiris de gracia, me dan hijos, me dan hijos

(“La realidad invisible”, 1917-1924)


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LA PUESTA

La tierra se quedó en sombra, granas las nubes ardían.

Y yo pensaba en la muerte, que ha de partirnos un día.


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GRÁCIL

¿Te cojí? Yo no sé
si te cojí, pluma suavísima,
o si cojí tu sombra.


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QUE NO LO SEAS SÓLO DE TU INFANCIA

!Tú, mañana, mañana,
que no lo seas sólo de la infancia;
mañana, rosa una
de todo el vivir, nunca
ya relegada por la vida;
presente eterno, májica conquista!

(Tú, luz de nuestra sombra
de trashumantes del cantar, la rosa
vista, como una hija, en cualquier parte
donde sea ceniza ya la sangre.)


(Madrid, 1920)


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MI EPITAFIO

Libro acabado, caída carne mía,
labrador subterráneo de mi vida.


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MUY TARDE

Piando a la luz, asciende el pájaro por las doradas copas; y su pío resuena en la sombra de abajo, como en un pozo hondo de verdor y silencio.

Él se sume en un sueño alto, atravesando luces májicas. Mi corazón es sombra del fondo resonante.


*****


AL VIENTO ÚLTIMO

!No sois vosotras, dulces ramas
de oro, las que os mecéis
al viento último: es mi alma!


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LA INCITACIÓN

!Despiértate: la memoria. Revuelve su joyerío. Haz en tu agua profunda pedazos el alto sol.

(Levántate el pensamiento. Dale a la estatua tu carne. Que corra la melodía y dé contra los peñascos y salte y se abra en orientes).

Hunde en tu frente la azada hasta el hombro. Y que al cerrar tus ojos de dolor, veas gritando el fondo del todo!

(“Pasada de las almas”, 1917-1923)

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