Antes de
dedicarse a la poesía, Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959), tuvo que
ganarse la vida como fontanero, vendedor de enciclopedias incapaz de vender
ninguna, camarero en residencias de ancianos y tabernero, entre otros oficios.
Su poesía, que ha sido adscrita al realismo sucio –“una poesía de los días
laborables”, según su propia expresión-, huye de la retórica, utiliza
abundantemente el coloquio como recurso narrativo y apenas hay rastro de
metáforas. Aunque parece que no haga literatura, no deja de pulir sus mínimos
poemas podando y podando hasta llegar al hueso. Con un tono ligeramente
pesimista, en alguna ocasión ha dicho que busca hacer real la emoción sin
patetismo, que le importa más ésta que el ropaje en el que venga envuelta y se
ha llegado a definir como un poeta que no deja de hablar de la vida. “Mi poesía
-ha dicho en una entrevista- recoge todo tipo de personajes de la ciudad a la
deriva, yo hablo de los mendigo, de esa mujer sola a la que se le ha torcido la
vida, de las putas, de esa gente sin… suerte”. Lector compulsivo desde niño,
percibe la influencia, según su propia confesión, de Ángel González y Gil de
Biedma, de Gabriel Aresti y Gabriel Celaya, además de sentir una especial
predilección por Antonio Machado. Desde que publicó su primer libro de poesía,
“La condición urbana”, en 1995, ha llegado a llevar a imprenta más de una
docena de libros, entre los que se destacan: “Desde el fondo de la barra”,
1999; “Atravesando la noche”, 2009; “La luces interiores”, 2013; “Un lugar difícil”,
2019. Los poemas que se seleccionan aquí pertenecen a su libro de 1998,
"Serie B".
LAS MUJERES
No sé que tienen
(además de lo que tienen) pero
Sin duda es mágico.
Capaces,
Con un mínimo gesto,
De hacerte desear
No haber nacido nunca
En un instante
Y que al siguiente te arrojes
A sus pies, pasan siempre
De largo.
Sus miradas
Desarman. Sus caricias
Te pueden reducir a un pobre
imbécil.
Son como el alumbrado de la vida.
Las mujeres. Lo máximo.
RITUAL SANGRIENTO
Dejo el periódico
Sobre la barra.
Enciendo
Un cigarrillo.
Tomo
El primer trago
De café.
Una calada,
Y después
Otra más fuerte.
Ya está.
Ya estoy en marcha
-me digo-,
Ya puedo
Hacerle frente
A esta locura.
Ahora,
A ver si hay suerte
Y algo me llega
Al corazón.
LA EDAD DE LA INOCENCIA
Ni Raquel Welch
Ni James Dean,
Ni Jesucristo crucificado.
Mis sueños los veló Durruti.
Me despertaba
Y ahí estaba él,
Dándome ánimos:
Nosotros
Heredaremos la tierra.
Claro que yo era aún tan inocente
Que ni siquiera
Me preguntaba cuándo.
EL CAMARERO
Trabajar
De camarero
Tiene
- no cabe duda-
Sus inconvenientes
Por ejemplo,
Que te conoce
Todo dios,
Y eso
-dígase-
Lo que se diga-
Es siempre
Peligroso:
Primero
Porque estás
Para servirles,
Y después
-esto es lo grave-
Porque encima
Les cobras.
TU PADRE SE HA IDO DE VIAJE
Yo estaba meando
Cuando me dieron
La noticia.
Tenía 7 años.
Se me acercó un chaval
Por espalda,
Y me lo dijo.
Así de fácil.
Luego me llamó el cura
A su despacho
-el mismo
en el que se encerraba
los domingos
con los vinos
los pasteles
y la madre superiora-,
y me soltó el rollo
de rigor.
Que mi padre
No se había muerto
De verdad,
Que en realidad
Sólo se había ido de viaje,
Y que algún día
Volveríamos a vernos
A la vera de Dios.
Recuerdo
Que lo de “la vera”
Me dejó un poco mosca,
Pero no dije nada,
Por si acaso.
Me quedé quieto,
Allí,
En silencio,
Esperando…,
Hasta que de repente el cura
Me agarró por los hombros,
Y me miró un rato
A los ojos,
Y me dijo que tenía que ser
fuerte
En adelante
Y portarme como un hombre
Y no llorar.
Y que me fuese
A jugar al patio.
Al día siguiente
Enterraron
A mi padre.
Y esa misma tarde,
En la iglesia
De mi barrio,
Otro cura le llamó polvo
Siervo,
Finado,
Y no sé que chorradas
Más.
Lo cierto es que acudió
Mucha gente.
Y que mis tías
Me acariciaron la cabeza
Varias veces.
Y también
Que le hice caso al cura
Y no lloré.
Esa fue toda
La historia.
Solo añadir
Que mi padre fue un buen
Tipo,
Un buen tipo
Sin suerte.
Y que ni siquiera
Tuve tiempo
De quererle.
LOS AMIGOS, ESTAR CON ELLOS
Con ellos es así.
Ni siquiera
Nos importa
De qué hablan,
Es más,
Casi mejor,
A veces,
Que solo digan
Tonterías,
Que nos bajen a tierra.
Con ellos
Es tan poco
Lo que nos hace falta,
Y nos hace
Tanto bien.
DE COPAS CON CIORÁN
Con los días contados,
Chaval, así vivimos
Todos. Esperando
A que nos tachen
De la lista. Distrayendo
La espera con tragos
Y canciones. No hay más.
Puedes llorar o morirte
De risa. Como prefieras.
SUPERVIVENCIA
Uno siempre espera
Que suceda algo,
Que algo bueno suceda,
Algo que le dé un giro brusco,
Un empujón, un bandazo
De suerte a su vida
De repente, porque sí,
Es el momento más inesperado.
Pero no pasa nada, claro,
Nunca pasa nada.
Porque uno no es más que un pobre
Diablo (qué te creías, pues),
Un número, una fecha,
Un papel olvidado en un sótano
Tétrico, traspapelado
Entre millones de papeles.
Y al final, uno, qué remedio,
Acaba aceptando que es así,
Asume su fracaso,
Se mira en el espejo y se da risa
(o llora, pero muy bajo),
Se dice que la vida… en fin,
Que no hay nada que hacer,
Y ni siquiera se queja, para qué.
Uno ya solo quiere llegar
Al día siguiente, sin
Sobresaltos, poder ver a su
Equipo por la tele el sábado,
fumar
Menos, dormir bien, echar
De vez en cuando un
Trago, cumplir años,
Seguir vivo…, sin más.
POÉTICA
Poner una palabra
Detrás de otra
Hasta llegar a la última.
Y cerrar con un
Punto. Y que dentro
Esté yo, o alguno
De vosotros,
O alguna. Haciendo
Cualquier cosa
Interesante.
LA VIDA, OTRA VEZ, SIEMPRE
La vida es
Como rellenar
Un pliego
De descargo:
Nunca te hace caso
Ni dios.
Siempre te falta
Alguna póliza,
Algún dato,
Alguna cifra,
Algún papel.
Siempre se guardan
Alguna carta
En la manga,
Para finalmente
Poder seguir
Jodiéndote.
TÚ MISMA
Para mí no eres más que otra
Clienta, a la que saco de beber,
Después cobro, y no siempre
Sonrío. Por el contrario
Para él pareces serlo todo,
A juzgar, al menos, por las
miradas
Asesinas con que coge las
vueltas.
Pero… tú misma. Si quieres
Seguir jugando, juega, quémalo
Bien al chaval, endemónialo bien.
Que acabe como yo dedicándose
A la poesía, y que te ponga
Verde para toda la eternidad.
POETA
Me lo dijo
Un colega,
La otra tarde:
“Mira, tío,
Como sigas así,
Escribiendo
En servilletas de papel
Por los bares,
Acabarán cargándote
El sambenito
De poeta,
Ya verás.
Y luego,
A ver qué hostias haces.
LA CIUDAD
Los dos
Bajaban
Por la calle
Cubiertos
De sangre.
Nadie
Les prestaba
Atención.
Así era
La ciudad
ESO ERA AMOR
Te veía
Llegar,
Cruzar la puerta,
Darme un besazo en el morro,
Mirarme a los ojos
De esa manera única,
Como sólo tú miras
A los ojos rompiendo
El calendario.
Te veía
Hacer esas cosas sencillas
Que tú haces
Para que el mundo
Entre en razón;
Y no sabía
A quien
Darle las gracias.
ASÍ, SÍ
Te digo que te quiero,
Pero no te suena
Bien.
Vuelvo a intentarlo
Con más énfasis,
Pero tampoco te convence.
Nos miramos
Un rato,
En silencio…,
Y rompemos a reír
A carcajadas.
Pero en qué estaría
Pensando.
Que se vayan al carajo
Las palabras.
Te acaricio largamente
Las piernas,
Y te beso en la boca,
Y te muerdo la nariz,
y… tú
me dices que así sí.
UNA EDAD
36 años. Ni tan joven ya,
Ni todavía viejo. Una edad rara
-dicen-, seria; una edad gris.
No lo sé. Suficiente, eso sí,
Para que a veces sientas
Que los mejores días han volado.
Y, lo que es peor aún,
Que no fueron tan buenos.
MEJOR ASÍ
Por supuesto
Que hay un
montón de cosas
Que no te he
dicho todavía.
Qué esperabas.
Si te lo dijese
todo de golpe,
En un ataque
freudiano de sinceridad,
No sólo no me
creerías nada
Sino que además
empezarías a mirarme
Como a un tipo
Seriamente peligroso.
Mejor así.
Mejor
Que sigas
pensando
Que tengo mucha
vida interior
Y que te
aguardan
Momentos irrepetibles.
INTERPRETACIÓN NO EXENTA DE
OPTIMISMO
Como en la discoteca
Cuando empiezan a oírse
Los primeros acordes
De la última canción
Y ni dios hace amago
De largarse,
Así los viejos
En la vida.

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