"EL HOMBRE ES NOBLE. NADA IMPORTA QUE TAN POCOS LO SEAN: UNO, UNO TAN SÓLO BASTA COMO TESTIGO IRREFUTABLE DE TODA LA NOBLEZA HUMANA" (Luis Cernuda) En homenaje al 62 aniversario de su muerte.
¿Se puede ser más idealista que Cernuda al escribir estos versos? Me parece difícil. Esto es para mí la condensación del idealismo, versos que podría haber firmado el mismísimo Holderlin. Y es que para eso está la poesía: los poetas son el depósito del idealismo de la raza humana. Desertar de la poesía es desertar de lo más noble que atesora el hombre. Quien con la edad va desertando de sus ideales es que ha dejado pudrirse su corazón. La poesía aparece así como un magnífico vermicida para ese gusano que horada nuestro corazón cada vez que sufrimos un golpe de la despreciable realidad. No es que la realidad sea despreciable, es que cuántos hombres hay que desprecian su realidad humana. Los poetas viven asentados en ella y combaten todo aquello que amenaza con arruinarla. Uno, sólo un hombre basta como testigo de la nobleza humana, y eso mismo bastaría para que todos los hombres compartiesen su nobleza como por ósmosis. Y aunque no hubiera ningún testigo, bastaría la fe en esa nobleza para que se movieran las montañas y conmovieran también al hombre. Los poetas, apelándonos y conmoviéndonos nos acercan las montañas de la nobleza humana. Dejo aquí el poema que incluye en sus versos finales la frase con que titulo esta entrada."Recuérdalo tú y recuérdalo a otros"
1936
Recuérdalo tú y
recuérdalo a otros,
Cuando asqueados
de la bajeza humana,
Cuando iracundos
de la dureza humana:
Este hombre
solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y
recuérdalo a otros.
En 1961 y en
ciudad extraña,
Más de un cuarto
de siglo
Después. Trivial
la circunstancia,
Forzado tú a
pública lectura,
Por ella con
aquel hombre conversaste:
Un antiguo
soldado
En la Brigada
Lincoln.
Veinticinco años
hace, este hombre,
Sin conocer tu
tierra, para él lejana
Y extraña toda,
escogió ir a ella
Y en ella, si la
ocasión llegaba, decidió a apostar su vida,
Juzgando que la
causa allá puesta al tablero
Entonces, digna
era
De luchar por la
fe que su vida llenaba.
Que aquella
causa aparezca perdida,
Nada importa;
Que tantos
otros, pretendiendo fe en ella
Sólo atendieran
a ellos mismos,
Importa menos.
Lo que importa y
nos basta es la fe de uno.
Por eso otra vez
hoy la causa te aparece
Como en aquellos
días:
Noble y tan
digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe
aquella, él la ha mantenido
A través de los
años, la derrota,
Cuando todo
parece traicionarla.
Mas esa fe, te
dices, es lo que sólo importa.
Gracias,
Compañero, gracias
Por el ejemplo.
Gracias porque me dices
Que el hombre es
noble.
Nada importa que
tan pocos lo sean:
Uno, uno tan
sólo basta
Como testigo
irrefutable
De toda la
nobleza humana.

"Desertar de la poesía es desertar de lo más noble que atesora el hombre." Lo suscribo al ciento por ciento. Y más hablando de mi admiradísimo Cernuda ;)
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Tobías. Los dos compartimos admiración. Pero ocurre que con los de la generacion del 27 hay que estar deshojando un pétalo de esa margarita cada día... Yo ya no sé quién es mi preferido.
ResponderEliminarEs cierto, el otro día lo comentaba con una amiga: la generación del 27 es un hito inigualable. Aunque la poesía del siglo XX, en general, me parece excepcional; en este siglo he leído mucho que me gusta, pero me parece que está a distancia de entonces.
ResponderEliminarSí, efectivamente, y todos tan distintos y con esa luz propia. Era como si los astros hubiesen conspirado por aquella época para alumbrar la poesía en España. Pues entonces habría que leerlos muy bien, más aún de lo que se hace y aprender de esa riqueza. Igual ya se los da por amortizados, y habría que resucitarlos.
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo, Juan Carlos.
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