"HAY EN LOS HOMBRES MÁS COSAS DIGNAS DE ADMIRACIÓN QUE DE DESPRECIO" (Albert Camus, en homenaje a su aniversario: hoy cumpliría 112 años)
Tengo que decir que la realidad efímera de hoy (el término "efeméride" comparte la misma raíz) me lo ha puesto demasiado fácil a la hora de elegir un verso, una frase, lo que fuere: hoy hace 112 años que nació Albert Camus. Sospecho que el autor más aborrecido en el momento de su muerte -todos sus amigos, con Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir a la cabeza, organizaron una campaña-vudú para llevarle al ostracismo después de haber publicado la denuncia a todos los totalitarismos del siglo XX que supone "El hombre rebelde"- es hoy el más querido en Francia. Una encuesta hecha por Le Monde a 17.000 franceses -entre ellos periodistas y libreros- declararon "El extranjero" como el mejor libro del siglo XX, inmediatamente por encima de "En busca del tiempo perdido" de Proust y de "El proceso" de Kafka. Tengo mis dudas que yo votase lo mismo, pero no tengo ninguna duda sobre qué escritor se inclina mi corazón.
"El extranjero" es uno de los pocos libros que he leído al menos cinco veces. Cada vez que lo leo me asombro más y nunca me gusta menos. Su tono, su sencillez, su lirismo y sobre todo su estructuración -ojo con esa estructuración en capítulos que resulta más medida de lo que parece- me hacen verlo como un auténtico clásico. (Hay que recordar que Camus publicó esa novela antes de cumplir los 30 años, lo que la hace aún más prodigiosa. También fue el nobel más joven en recibirlo). Pero hoy no toca "El extranjero" de Camus, tiempo habrá de subirlo por mi parte al lugar donde ya se encuentra, que es en los altares de la literatura del siglo XX.
Tampoco voy a hablar de "El hombre rebelde", ese libro al que yo llegué después de haber dado con un texto suyo en una antología del anarquismo de "Alianza Editorial" -justamente en la sección de anarquismo individualista, junto a Tolstoi y Thoureau-. Pero sí quiero señalar que lo abracé en cuanto lo leí, lo adopté como si fuese mi propio hijo y lo acabé desembuchando todo en mi examen final de COU en la asignatura de Historia contemporánea: me negué a leer otro libro de texto que no fuese ese y mi profesora fue piadosa y no se atrevió a suspenderme.
Quiero decir que a Camus lo he mamado. Nunca lo suficiente. Si se me preguntase cuál es el libro de Camus que hay que leer, yo respondería: no lean ninguno en concreto, lean todo lo que encuentren de Camus, podrá ser mejor o peor, pero nunca defraudará.
La frase que encabeza esta entrada es mi frase favorita. Tiene Camus tantas citas afortunadas que es difícil elegir, pero esta la aprendí con 15 años en la asignatura de francés: mi buen profesor de los Salesianos de A Coruña -una pena que no me acuerde de su nombre, pero creo que fue Don Nicolás- eligió "La peste" como libro fundamental y "vademecum" para enseñarnos la lengua francesa. Con esa frase y otras del mismo cariz me he educado yo. Proviene de la última página de esa novela. "Hay algo que se aprende en medio de las plagas" -nos dice justo antes-: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".
No voy a hablar de la última plaga en que probablemente se vieron más cosas dignas de admiración que de desprecio. Voy a hablar de la gran plaga, de la que en casi todos sus libros se dedicó a glosar el olvidado Wilheilm Reich, esa plaga que denominó "LA PLAGA EMOCIONAL". Es la plaga que se va extendiendo desde hace millares de años y que afecta a todas las sociedades. Desde hace unos cuantos siglos afecta especialmente a la sociedad capitalista con su obsesión por el dinero y la castración de nuestra vida amorosa, con su pulsión a la explotación del hombre y a tomarlo como una cosa -a cosificarlo y volverlo producto y máquina-, con su manía de no ver en el hombre más que lo que tiene de aprovechable materialmente y tratarlo como a un cerdo, del que gustan y se aprovechan hasta de sus andares. Es decir, su propensión a ver en el hombre un puro objeto de cálculo y más cosas dignas de desprecio que de admiración. Hagan caso a Camus y no se dejen abducir por lo peor que tiene el hombre y que sale a relucir en todas las ideologías y tentáculos con que nos envuelve la sociedad capitalista. En esta frase de Camus resuena "El discurso sobre la dignidad del hombre" de Pico de la Mirandola y el discurso de todos los grandes filósofos y humanistas de la historia de la humanidad. Camus, del que no se sabe si era un filósofo que hacía literatura o un literato que hacía filosofía. Hagan caso a ese Camus humanista y hondo y sean rebeldes a la sumisión que quiere imponernos el capitalismo cediendo a su sadismo para que despreciamos al ser humano. Sean rebeldes y no se vuelvan masoquistas ni se dejen seducir por el patron con látigo en la mano que idolatra el capitalismo: lean a Camus. Y aprendan a admirar al hombre, al ser human@. Sólo se necesita -como él- sacarse el corazón del pecho, colocárselo en la mano y sacrificárselo a lo bonzo en admiración por el hombre.

Uno de mis admirados, incluso en la discrepancia, porque va mucho más allá que la mayoría. Y también, por qué no decirlo, por algo fascinante de su vida: María Casares. Me hubiera gustado conocer a ambos. Su correspondencia, que espero leer completa, es alimento para el corazón y el espíritu, qué pareja.
ResponderEliminarNo había barajado la posibilidad de hacerme con esa correspondencia, pero tomo la referencia, tal vez lo haga: me llamó la atención una frase que vi por ahí, una declaración de amor desmesurada en que concluye con "no tengo otra patria más que tú". Aquella larga frase me emocionó. Un poco disuasivo el precio y el número de páginas del libro, pero con Camus igual hago una excepción. Un saludo.
ResponderEliminarPor esa frase conocí a María Casares, también me emocionó. Cernuda tiene otro poema -Contigo- que empieza parecido.
Eliminar¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
Correspondencia lo voy cogiendo de la biblioteca de vez en cuando y leo fragmentos. A lo mejor para Reyes...
Salut!
Ahora me doy cuenta de que esa frase también te había llamado la atención a ti, hace un par de meses tuve oportunidad de hacer un comentario sobre ella. No lo haré ahora otra vez, ya por sí misma, es un casi apátrida y "extranjero" como Camus, es bien elocuente. Que además busque su patria en la persona amada también.
ResponderEliminarMi concepto de patria, o mi lugar en el mundo, lleva la dualidad lugar-ser, decantándose más hacia la persona amada, como él. Camus también me resulta inagotable.
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